Introducción
Melih Cevdet Anday1 publicó su novela Gizli Emir (La orden secreta)2 en 1970, el año anterior al golpe de Estado del 12 de marzo,3 el segundo en los veinte años transcurridos entre el primero, del 27 de mayo de 1960, y el tercero, del 12 de septiembre de 1980. No obstante, varios críticos la han clasificado con la etiqueta de Novela del 12 de Marzo (12 Mart Romanı), grupo de obras escritas a raíz del golpe de Estado de 1971.4 Como fue concebida antes del golpe, tiene un sentido profético y cierto tono expectante5 que capta bien el ambiente de esa época en Turquía. Aunque el fuerte sentido de comunidad entre Anday y sus lectores6 es suficiente para que éstos puedan entender su comentario sobre la condición turca, debido a la falta de referencias explícitas la novela presenta temas universales que hablan de los países del Tercer Mundo dentro y fuera de Oriente Medio. Es decir, Anday halló una manera de explorar preocupaciones generales a partir de una realidad específicamente local.
El título de la novela capta la esencia de la obra, la cual muestra a una sociedad paralizada que espera la llegada de una orden secreta de la que nadie sabe nada. Cada uno, empero, tiene fe en que les traerá, al individuo y a la sociedad, el bienestar necesario para poner fin a las plagas del desorden, la violencia y el caos que imperan a pesar de la omnipresencia de un aparato policial opresivo incapaz de acabar con las batallas cotidianas que laceran a la colectividad:
El silencio, como un enorme meteorito, se había asentado sobre la ciudad; la gente, asombrada, se miraba una a otra y todos caminaban en puntillas como si tuviesen miedo de despertar a un monstruo durmiente. Había una calma aparente, el sosiego que llega después de las crisis dolorosas. Una joven que se había parado en frente del muro de una iglesia, levantó la cabeza, se puso la mano izquierda en la frente y con un ojo cerrado miró al sol.7
Así empieza la novela, con los elementos clave de la obra: la parálisis política y social, la expectación y la esperanza, la falta de referencias explícitas de cualquier índole, la universalidad del tema y lo absurdo. No obstante lo anterior, al lector turco le quedó claro que la obra hablaba de la Turquía de entonces.
Expectación y esperanza
En 1970, aunque por motivos opuestos, las facciones de izquierda y de derecha esperaban el advenimiento de una intervención militar que pusiera fin a la condición político-social engendrada por el gobierno del Partido de la Justicia (Adalet Partisi), encabezado por el entonces primer ministro Süleyman Demirel y que había ganado las elecciones parlamentarias de 1965 y de 1969.8 La izquierda consideraba a Demirel un obstáculo para realizar las reformas y lograr el desarrollo socioeconómico augurado por el golpe de Estado en 1960, por el frente unido de las fuerzas armadas, los profesores, la burocracia y el Partido Republicano Popular (Cumhuriyet Halk Partisi) contra el gobierno del Partido Demócrata (PD, Demokrat Partisi), del entonces primer ministro Adnan Menderes. Veían en Demirel a un seguidor de Menderes. Además, el partido de aquél había propuesto su nombre para abogar por la amnistía (justicia) para los acusados, entre los cuales estaban Menderes y los líderes del PD en un proceso criminal del que resultaría su ahorcamiento, así como el del ministro de Finanzas, Hasan Polatkan, y el de Asuntos Exteriores, Fatim Rüştü Zorlu.9 El legado del golpe de Estado de 1960 fue la Constitución de 1961, la cual abrió el camino hacia una época de vibrante expresión política que no se había visto antes en Turquía.10
Un comité de profesores redactó la Constitución de 1961 y así convirtieron el golpe en una revolución.11 La Constitución llegó a ser la base para establecer una democracia pluralista, en la que los intereses de las minorías serían representados en un sistema de mecanismos de control y equilibrio de poderes que impediría que el Estado se hiciera rehén de una mayoría parlamentaria.12 En breve, la nueva Constitución proveyó un marco legal para realizar una revolución social y económica mediante el imperio de la ley: “Al formular la Constitución de 1961, tanto los militares como los intelectuales consideraban que su tarea primaria era la creación de un orden en que se garantizara el desarrollo”.13
La Constitución y su planteamiento engendraron la creencia de que el capital les permitiría al proletariado y a las fuerzas progresistas movilizarse, y de que las fuerzas militares serían fieles aliados de la reforma progresista. Durante el transcurso de la década de 1960, y hasta el 12 de marzo de 1971, muchos izquierdistas persiguieron el espejismo de la solidaridad con las fuerzas progresistas, en caso de que el sistema político se hiciera represivo y se cerrara a la reforma. Esta idea fija fue producto de un entendimiento equivocado del golpe de 1960 y del papel de las fuerzas armadas.14 Sin embargo, cuando la Confederación Revolucionaria de Sindicatos de Trabajadores (DİSK, Devrimci İşçi Sendikaları Konfederasyonu)15 llamó a los obreros a salir a las calles de Estambul para manifestarse en contra de un proyecto de ley que acosaría a los trabajadores y les impediría alistarse en sus filas,16 el 15 y 16 junio de 1970 se juntaron entre 70 000 y 100 000 obreros de entre 133 y 168 lugares de trabajo al grito de, entre otros: “¡Ejército y trabajadores de la mano!” (Ordu İşçi Elele!).17 Luego de la derrota en las urnas en 196918 y la necesidad de activismo extraparlamentario,19 muchos seguidores de la izquierda esperaban que un golpe proveniente de esa ala cumpliera las metas enunciadas por el golpe de 1960.20
Para el capital y el alto mando de las fuerzas armadas, las manifestaciones del 15 y 16 de junio probaron la necesidad de acabar con el gobierno de Menderes debido a su reticencia e incapacidad para poner en jaque a los grupos que habían recibido derechos políticos gracias a la Constitución de 1961.21 Las fuerzas armadas y el capital habían entablado una fuerte alianza basada en intereses mutuos.22 Los oficiales se integraron sólidamente a una economía en auge mediante la creación de la Asociación de Asistencia Mutua del Ejército (OYAK, Ordu Yardımlaşma Kurumu), a través de la cual las fuerzas armadas se constituyeron en una sociedad de cartera, y fueron tildadas por algunos comentaristas como el tercer sector de la economía.23 Como la meta de los militares y del capital era crear y mantener el orden, querían cambiar el ambiente que había permitido que las fuerzas otrora ilegales lo desafiaran. Además, al alto mando le pareció insoportable la amenaza a sus intereses arraigada en eslóganes como “¡Ejército y trabajadores de la mano!”.
No obstante, Demirel tenía dos razones para no acceder a sus exigencias. Como no quería ser un segundo Menderes, optó por esperar a ver qué pasaba en lugar de tomar medidas duras o ilegales que justificaran una revolución. Demirel se había comprometido a mantener un régimen parlamentario y era líder de un gobierno débil.24 Tanto para el alto mando como para el capital, Demirel era prescindible. Por ende, esperaban el golpe para salvarse.
La vaguedad y lo específico
En Gizli Emir, todo ocurre en una ciudad y en un país que no se nombran. Aunque la palabra Turquía (Türkiye)25 aparece una vez, es sólo en el contexto de una conversación entre uno de los personajes y un joven diputado del Parlamento del Reino Unido que pensaba que Turquía era miembro de la Comunidad Británica de Naciones.26 Después, si bien hay diversas referencias a la cultura occidental (la música occidental;27 un fallecido dramaturgo español -posiblemente García Lorca-;28 el periodo de los gángsters de América;29 Sherlock Holmes;30 Napoleón;31La escuela de las mujeres32 de Molière; el estudio de una lengua bantú;33 el señor Curie34 y Galileo;35 la Quinta sinfonía de Beethoven;36 un escultor, Nizam (Heykeltıraş Nizam), con una esposa sueca con quien pasaba ocho meses al año en Suecia;37 un personaje que habla nueve lenguas, ha viajado por el Tibet, las islas del océano Pacífico y el Alto Volta, y tiene una pareja negra y una china;38Macbeth39 y Percy Bysshe Shelley, entre otros),40 las únicas referencias explícitas, aunque efímeras, de algo que tenga que ver con Turquía son dos: la familia otomana de una princesa que es la verdadera esposa del mencionado personaje trotamundos,41 y que ese personaje le escribe a la princesa poemas en varias lenguas sin hallar la necesidad de traducirlos al turco.42 Para darle a la historia narrada un carácter más universal -como en El señor presidente,43 de Miguel Ángel Asturias, cuya primera escena transcurre a la sombra de la catedral de la capital de un país del que no se menciona su nombre-, la joven que aparece en la primera escena de Gizli Emir está de pie frente a una iglesia, pero no se hace alusión alguna al hecho de que sea una mezquita, aunque en aquella época los cristianos representaban menos de 1% de la población turca.44
Los personajes que tienen nombres identificables son turcos; no obstante, de acuerdo con las pautas de una novela no realista, con excepción de dos personajes principales, al resto el narrador los llama sólo por su nombre, al que antepone la etiqueta de su profesión, e.g., el escultor Nizam (Heykeltıraş Nizam), la pintora Ülkü (Ressam Ülkü) y el crítico Hulusi (Eleştirmen Hulusi).45 Al mismo tiempo, la única institución de orden público que aparece en la novela tiene el kafkiano nombre de Agencia Extraordinaria para el Establecimiento del Orden Público (AYOT, Asayişi Yerleştirme Olağanüstü Teşkilatı), y sus oficiales se distinguen no por sus nombres sino por sus títulos o por sus características físicas. A pesar del hiperpolitizado ambiente de Turquía, no hay mención de ningún partido político, solamente de tres grupos armados que aterrorizan la ciudad: los Búhos (Baykuşlar), los Cangrejos (Yengeçler) y los Gavilanes (Atmacalar). Sin embargo, el constante ambiente de violencia -cuyos sonidos de zona de guerra puntúan las conversaciones de los personajes- constituye un entorno muy conocido por el lector turco, a quien Anday dirigió su obra. El autor conocía, además, el mundillo de los personajes que recrea en su novela, con quienes se identificaba bien en el sentido de que sus vidas estaban apartadas de las de la mayoría de la población.
Los personajes son un grupo de intelectuales cuya manera de vivir es muy distinta a la de la abrumadora mayoría de la población turca en cuanto a profesiones, actividades, pasatiempos, intereses, bebida, ropa y, en particular, el contacto entre hombres y mujeres. En 1970, la tasa de analfabetismo en Turquía era de 29.7% entre los hombres y de 58.2% entre las mujeres.46 En especial en aquella época, después de las horas de trabajo era notable la ausencia de las mujeres en el espacio público y en los lugares de diversión. El sector social de los intelectuales surgió como producto de la república en su quinta década y sirvió como base a la llegada de la contraélite.47 Este enfoque social limitado es un elemento temático común en las llamadas Novelas del 12 de Marzo.48 En este caso, los personajes interactúan principalmente en tres sitios: la oficina de Kutsi (Başyazar Kutsi), el redactor de un periódico que no se nombra; el teatro del actor Bilâl (Aktör Bilâl) y el estudio y galería de arte de Nizam. Son artistas de las artes plásticas, un crítico, una escritora, un intérprete, un exministro de gobierno, el redactor de un periódico, un ingeniero, un poeta, un político, Bilâl y Nigâr, y la viuda del pintor Macit (Ressam Macit), cuya historia está presente a lo largo de la novela.49
El papel del individuo y el contacto con lo absurdo
Mientras tiene lugar una reunión entre el político Ahmet (Siyasetçi Ahmet), uno de los exministros de gobierno Fazlı (Geçmiş Bakan Fazlı), el doctor Amil (Doktor Amil), la escritora Şermin (Yazar Şermin), el ingeniero Fasih (Mühendis Fasih) y el redactor Kutsi, en su despacho del periódico donde esperan una orden secreta desde hace tres días, Nigâr está en la oficina del director de la AYOT para solicitar un puesto de prostituta en un burdel; tanto ella como su difunto esposo, Macit, y los arriba mencionados, son parte del mismo círculo de conocidos y colegas. El director de la AYOT los conoce a todos como sujetos de investigación. Lo absurdo se da en ambas situaciones. En el despacho de Kutsi se escenifica la trama de Esperando a Godot50 en un pequeño sector de la sociedad atrapado tanto en la espera como en la esperanza, a pesar de las pésimas consecuencias para la sociedad en general. En la otra oficina, el director de la AYOT, encargado de la seguridad civil, queda perplejo al escuchar a una hermosa mujer, de buena formación, solicitarle trabajo como meretriz. Esta conversación, de índole personal, se ve interrumpida en múltiples ocasiones por los sonidos del conflicto armado que sucede en la ciudad. Como en otras Novelas del 12 de Marzo posteriores, son las luchas y las relaciones interpersonales de un pequeño grupo las que conforman la trama cuyo fondo es un trauma sociopolítico.
El segundo centro de reunión del grupo de intelectuales es el taller y galería de Nizam, donde se congregan él y su esposa Kutlu, la pintora Ülkü, el crítico Hulusi, la escultora Gönül (Heykeltıraş Gönül), Ahmet, el decorador Muhsin (Dekoratör Muhsin), Fasih, el poeta Kadri (Ozan Kadri) y Bilâl. El sitio es terreno fértil para conflictos continuos con la AYOT y las bandas armadas -quizá con consentimiento de aquélla-, así como entre los asiduos al taller. El tercer punto de reunión, el teatro, tiene la misma función.
El taller se ve afectado por las razias de bandas armadas y las visitas y el acoso continuos de elementos de la AYOT, en los que recolectan información y cada vez son más eficaces. La colaboración entre las bandas armadas y el organismo de seguridad recuerda la novela Z,51 de Vasilis Vasilicós. Delante de las fuerzas del orden, las bandas armadas atacan y muelen a golpes al traductor Efdal (Mütercim Efdal), y los agentes no hacen nada para protegerlo.52 No obstante, algunos oficiales que confiesan tener un interés en el arte conversan con los artistas sobre las obras y el ambiente en general. Según uno de ellos, la palabra “extraordinaria” de Agencia Extraordinaria para el Establecimiento del Orden Público (la “O” de olağanüstü en AYOT) debería ser eliminada porque ya todo se ha vuelto normal. Pero no será eliminada porque al director no le gusta hacer cambios, y quitar la “O” sería como jalar la hebra y luego no poder parar la madeja.53 En una entrevista en su despacho, el director de la AYOT expresa su deber de controlar el arte y las exposiciones. La manera que tiene de defender la producción artística y las exposiciones de Nizam, argumenta, consiste en controlarlas por los medios que él considere necesarios.54
En cuanto a la represión y los ataques de las bandas, los intelectuales se pierden en interminables conflictos internos que dejan heridas y rencor. De hecho, gastan más energía en esos combates que en resistir a las fuerzas externas. Los enfrentamientos entre los miembros del grupo reflejan las disputas lacerantes entre las facciones de la izquierda de aquella época, cuyas peleas más fuertes se intensificarían en los años siguientes. Anday y sus lectores conocían bien las fracturas resultantes del congreso del Partido de los Trabajadores de Turquía (TİP, Türk İşçi Partisi) de 1968, el cual se caracterizó por las acusaciones, las injurias y los vilipendios que se hicieron unos a otros.55 En la novela, el combate consiste en discusiones acaloradas y acusaciones que provocan que los artistas-intelectuales lleguen a los golpes. Queriendo separar a los contrincantes, Ahmet y Bilâl, Kutsi recibe un fuerte codazo en la barbilla. En una riña anterior, Nizam había exclamado: “¡Nos devoramos uno a uno!”.56 Gönül responde que, como los atacantes externos quieren imponer un modo único de pensar, el grupo de artistas debería considerar sus diferencias de opinión como su fortaleza. En una de las descripciones de las masas de afuera se lee: “[u]n coro callado, un coro que comenzaría a cantar quién sabe qué parte de una canción a muchas voces a la señal de un director esperado y que no aparece”.57
La AYOT comunica sus instrucciones por los altavoces colocados en toda la ciudad. Este detalle hace pensar en una antiutopía. Sin embargo, ese elemento se enlaza con lo absurdo y el humor macabro.58 Los comunicados pueden ser fulminantes, como: “Hasta nuevo aviso, queda prohibido leer en la ciudad”,59 que recuerdan el Fahrenheit 451,60 de Ray Bradbury; hay otros que son obvios: “¡Protéjanse de las balas!”;61 y otros más son anuncios anodinos y cómicos para los parroquianos de un bar: “Mesa número nueve, su tiempo ha concluido”, y “El director general de la AYOT espera que se diviertan”.62 A pesar del poder proyectado por el organismo de seguridad, los límites de sus competencias parecen ridículos.
Cada vez que se entra en el cuartel general, se ingresa en el mundillo de El castillo63 de Franz Kafka y en el de Aziz Nesin,64 y se recorren sus pasillos en un frecuente e inexplicable subir y bajar de escaleras y encuentros con un sinfín de burócratas sin nombre, e incluso con uno dormido. El que interroga a Bilâl luego de que un chofer lo llevara ahí por orden del director, es un gordo que eructa mucho y cuya barriga choca frecuentemente con la mesa. Luego de sondearlo y reprenderlo con aspereza, conduce a Bilâl por un tramo de escaleras y un largo pasillo hasta una puerta, donde lo deja para que entre solo en el despacho del director. El lugar está lleno de archivadores que cubren las paredes hasta el techo, además de una mesa y una cama, encima de la cual yace el director. Un olor a vómito emana de varios recipientes. El director culpa a Bilâl de su enfermedad por no haberle entregado la solicitud para representar una obra y lo acusa de sublevación.65 Bilâl replica que sí lo hizo, y que vio la solicitud en la mano de un burócrata al que le faltaba el dedo medio de la mano izquierda. La respuesta enoja más al enfermo y malhumorado director, que convierte esa réplica y las siguientes en un interrogatorio más largo. Cuando Bilâl está por despedirse, el director le pide que apague las luces del despacho para dormirse de nuevo.
Las interacciones entre los protagonistas están motivadas no sólo por la crisis social, también hay asuntos personales entre ellos. Aunque el difunto esposo de Nigâr, Macit, murió de un infarto, ella, en un acto de penitencia por considerarse culpable de su muerte, se dirige al director, aunque el médico le haya dicho que ella no tuvo nada que ver con el fallecimiento. Está desesperada porque había entablado una relación romántica con Bilâl, y hallaba su condición insostenible. Una noche, durante una riña con Macit, que ya estaba muy débil, lo sacudió y amenazó con mostrarle a Nizam la correspondencia romántica que él mantenía con Kutlu, la mujer de Nizam.
Kutlu, a quien le faltaba el amor y el cariño en su matrimonio con Nizam, los halló con el sensible y tierno Macit, a quien Nigâr había acusado de no tomar decisiones sobre nada. Pero Nigâr no le guarda rencor a Kutlu: “Para odiarte, habría sido necesario que yo lo amara”.66
-¿Sabes? -dijo-, soy una asesina. Yo maté a Macit.
A Kutlu le vino a la mente la posibilidad de que Nigâr hubiera enloquecido.
-Sí -dijo Nigâr-, lo maté. A tu amante, a tu protegido, al hombre que habías creado.67
El mismo tono absurdo se percibe antes de este encuentro, cuando se habla de la madre de Nigâr, quien vive con 30 o 40 gatos.
Aunque el texto concluye, la novela no tiene un cierre, no tiene desenlace. La necesidad de esperar ha llegado a ser un mantra, al punto de que Bilâl dice: “Si aguardo, soy”.68 Nizam continúa creyendo que la llegada de la orden secreta mejorará su vida con Kutlu, quien finalmente se separa de él, como casi todos los demás, que siguen considerando la orden como una panacea. Sin embargo, las últimas palabras de la novela auguran un porvenir poco prometedor: “Kutlu, detrás de él [Nizam], empezó a decir: ‘Tu orden secreta…’, y estaba por hacer una pregunta cuando un bostezo le impidió terminar la frase”.69
Conclusión
A pesar de haber sido publicada un año antes del golpe de Estado, Gizli Emir inaugura, tanto por su tema como por su estilo, el grupo de obras denominadas Novelas del 12 de Marzo. En particular, el dilatado examen del papel de los individuos en las filas de la contraélite urbana y politizada es una de las características principales de esta corriente literaria surgida de la tensión política y la derrota que llevaron al encarcelamiento y el exilio interno de muchos de sus escritores. En el caso de Gizli Emir, el tema es el modo de actuar de la contraélite en el ambiente social que produjo el golpe de Estado del 12 de marzo de 1971, actuación acotada por un estilo literario que destaca los estrechos límites del espacio, el tiempo y los personajes. Lo mismo sucede, por ejemplo, en otras dos novelas de la corriente del 12 de Marzo: en Bir Düğün Gecesi (La noche de bodas),70 de Adalet Ağaoğlu, se narra una fiesta y las percepciones de los invitados; y en Büyük Gözaltı (La gran encarcelación),71 de Çetin Altan, se refieren los pensamientos de un prisionero en su celda. Anday, como sus colegas, impuso tales límites para enfatizar el desarrollo de las percepciones de sus personajes y su discurso interno. Las pautas que Anday estableció les sirvieron a los autores de las siguientes Novelas del 12 de Marzo en el periodo posterior al golpe, cuando se desveló una aguda necesidad de autocrítica. La izquierda se había equivocado al pensar que el golpe sería la manera más eficaz de deshacerse del gobierno de Demirel para llevar a cabo las reformas y lograr el desarrollo socioeconómico prometido por la Constitución de 1961.72 Sus partidarios se sorprendieron grandemente cuando los militares comenzaron a encarcelarlos tres semanas después, durante la Operación Almádena.73
En Gizli Emir está implícito el contexto turco de entonces, a pesar de la falta de referencias manifiestas a Turquía y a los actores y los sucesos del ambiente político. Allí, lo no escrito y los roces con la comedia macabra y la antiutopía sirven para advertir sobre los peligros políticos y sociales latentes a partir de la exploración de una sociedad bajo represión política y económica que carece de estructuras gubernamentales confiables. Por ello la obra es universal.