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Academia XXII

versión On-line ISSN 2594-083Xversión impresa ISSN 2007-252X

Academia XXII vol.14 no.27 Ciudad de México jun. 2023  Epub 18-Jun-2024

https://doi.org/10.22201/fa.2007252xp.2023.27.85759 

Artículos de investigación

Una historia de la construcción del monumento a Juárez en Ciudad de México

A history of the construction of the monument to Juárez in Mexico City

Mónica Silva Contreras* 
http://orcid.org/0000-0002-7565-1479

*Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil. Universidad Iberoamericana, México


Resumen

El objetivo de este artículo es contribuir a sustentar la valorización del monumento a Benito Juárez en la Alameda Central de Ciudad de México (conocido también como Hemiciclo a Juárez). El proyecto del arquitecto Guillermo Heredia, basado en referencias clasicistas, fue elegido mediante concurso en 1909 y realizado bajo la dirección del ingeniero Ignacio León de la Barra. Parte del valor constructivo de esta estructura reside en el empleo del sistema de cimentación Compressol por parte del ingeniero Miguel Rebolledo. La infraestructura sustentó un pórtico de concreto armado que siguió los cálculos y procedimientos del sistema patentado por François Hennebique.

Palabras clave: Guillermo Heredia; Miguel Rebolledo; Ignacio de la Barra; concreto armado; sistema Hennebique; sistema Compressol

Abstract

The aim of this article is to state the constructive significance of the monument to Benito Juárez in Mexico City's Alameda Park as a key element in its appreciation as architectural heritage. The project by the architect Guillermo Heredia, including classicist elements, was chosen by way of a contest in 1909, then carried out under the direction of the engineer Ignacio León de la Barra. Part of the constructive value of this structure resides in the use of the Compressol foundation system, created by the engineer Miguel Rebolledo; the said infrastructure sustained a reinforced concrete portico, based on the calculations and procedures of the system patented by François Hennebique.

Keywords: Guillermo Heredia; Miguel Rebolledo; Ignacio de la Barra; reinforced concrete; Hennebique system; Compressol system

Las siguientes páginas tienen como objetivo contribuir al conocimiento acerca del proyecto y construcción del monumento a Benito Juárez en la Alameda Central de Ciudad de México. El trabajo busca sustentar su valoración técnico-constructiva, una apreciación de sus aspectos modernos, que se suma a su significado nacionalista y a su valor artístico.

La primera década del siglo XX fue una de diversas obras de infraestructura y edificaciones para distintos usos que representaron un primer proceso de modernización para muchas ciudades y zonas del territorio mexicano. La construcción de las obras más notables fue seguida de cerca por periódicos y revistas de circulación nacional que dejaban ver la importancia que tuvieron en el contexto ciudadano en el cual surgieron y muchas de ellas se llevaron a término. Publicaciones con diversa periodicidad, casi todas destinadas a público general, así como las más esporádicas, destinadas a los profesionales de la construcción, reportaron la realización del monumento a Juárez.

Este artículo se basa en la información obtenida en dichas fuentes hemerográficas, mismas que permiten conocer lo más relevante de los concursos para la elección del proyecto, con descripciones acompañadas en varias ocasiones de grabados y fotos. Éstas ofrecieron información detallada a los lectores, entre quienes puede inferirse se discutirían los méritos de las propuestas y se esperaría su conclusión e inauguración.

Más de cien años han pasado desde que ocurriera la compleja y afanosa historia que aquí se reconstruye. Desde entonces, el marmóreo conjunto es parte de la identidad de la Alameda y del centro histórico de Ciudad de México, reconocido por los ciudadanos e incluso pieza referencial de manifestaciones y protestas cívicas. A pesar de ello, hasta ahora han sido publicados pocos trabajos dedicados especialmente a la obra tratada en estas páginas.1 El presente artículo se enfoca en la historia de su proyecto y construcción, es decir, al monumento como pieza arquitectónica, considerando que su valor para la historia de la escultura en México merece un tratamiento específico, acorde a los valores artísticos vigentes para los tiempos de su concepción y realización.

Hacia un proyecto de monumento

El 9 de febrero de 1906, luego de resultar desierto el concurso para elegir un proyecto de monumento dedicado al centenario del nacimiento de Benito Juárez, fue publicada la carta abierta de “un mexicano” interesado en la conmemoración de la fecha. El anónimo remitente señalaba la posibilidad de una solución práctica con la convocatoria a un nuevo concurso, con cierre el 18 de julio de ese mismo año, que no conmemoraría entonces el centenario del nacimiento sino de la muerte de Juárez. El autor de la misiva proponía:

[…] la misma persona o comisión que formule el programa, haría desde luego un estudio de cimentación para el momento que se elija, pues determinadas las dimensiones máximas y dado el espíritu que ha de tener la construcción, una persona inteligente en la materia puede hacer una cimentación para colocar sobre ésta cualquier monumento que se sujete a las condiciones de la convocatoria.2

El desconocido remitente planteaba la urgencia por honrar la memoria de Juárez por encima de los criterios artísticos o técnicos para la construcción de la pieza monumental. En los años siguientes se haría evidente que la cimentación de la estructura resultaría uno de los aspectos más complejos de resolver.

Las bases del concurso convocado en 1905 sólo especificaban que el monumento contendría “las estatuas, alegorías, figuras, bustos e inscripciones y bajos relieves que convengan a su objeto”.3 Reunidos a final de enero del siguiente año, los miembros del jurado encontraron tres trabajos destacados, aun cuando ninguno de ellos se hizo acreedor del primer lugar y del premio ofrecido de 10,000 pesos.4 Quedaba en vilo la posibilidad de la convocatoria a un nuevo concurso así como, al no haber proyecto, la colocación de la primera piedra del monumento, acto central de la conmemoración centenaria.5

Un par de días más tarde a la publicación anónima se debatía cuál sería la disciplina artística predominante en la pieza: la arquitectura o la escultura. Según José Casarín, uno de los secretarios de la Comisión del Centenario de Juárez, la primera “[…] es la de menor importancia […] de muy fácil realización, puesto que sujeto a reglas más o menos variadas, pero siempre precisas, no presenta notables dificultades ni para su aceptación, ni para su factura”. Consideraba que el componente escultórico sería “[…] el principal constituyente del monumento[…] el principal eje sobre el que debe girar la crítica del proyecto; y para el modelado de éste, tendría por fuerza que recurrirse al contingente de los escultores, y no al de los arquitectos”.6

Casarín comentaba las grandes diferencias entre las propuestas de arquitectos o de escultores como posibles causas para la desierta premiación previa. Ante la premura por tener algún proyecto con el cual la comisión cumpliera su deber, proponía modelos escultóricos como el de Cervantes “en Madrid y algún otro punto de España”, el de León Gambeta en París, hoy desaparecido, y el de Vittorio Emanuele II en Roma, para entonces en proceso de construcción. Las alternativas contrastaban en cuanto al rol primario de la arquitectura o de la escultura.

Según los miembros del jurado, conformado por los arquitectos Antonio Rivas Mercado, Manuel Velásquez de León y Nicolás Mariscal, el concurso debía haberse realizado en dos fases, a fin de seleccionar “en vez de proyectos a grande escala” y gran costo, “anteproyectos a pequeña escala que mostrasen la composición en sus lineamientos generales”, a partir de los cuales hacer una selección y solicitar a los pocos que sobresalieran uno a escala como la que se había planteado en la convocatoria. El jurado defendía los concursos y afirmaba que “sólo aquellos que pertenecen a nuestra profesión, saben que esa es precisamente la vía para obtener el triunfo del Arte y el estímulo de los artistas en las grandes naciones que poseen los grandes monumentos”. No se oponían a la posibilidad de colocar la primera piedra en la fecha indicada, “[…] pues ella puede muy bien hacerse sin necesidad de un monumento especialmente determinado, bastando el propósito de levantar uno que se corresponda a la cultura de México y a la excelsitud de uno de sus más grandes héroes”.7 Nuevamente se daba poca importancia al proyecto arquitectónico ante la compleja realización de una estructura de gran peso en poca área cimentada en un suelo que era permanente reto para los constructores capitalinos.

Cerrado el concurso y sin proyecto para la colocación de una “primera piedra”, el lugar de los homenajes fue el mausoleo de Juárez en el panteón de San Fernando, colmado de coronas de flores, como se ve en las fotografías del suceso, mientras los habitantes de la entonces colonia Americana, fundada con el nombre de Juárez, hacían eco del centenario.8 Algunos proponían “[…] mandar construir de su propio peculio, artísticas placas de bronce con la efigie del gran indio, para que sean solemnemente colocadas en las esquinas de las manzanas de la hermosa Colonia Juárez, el día de la conmemoración del natalicio del benemérito” y se promovía la construcción de “un monumento con el busto del reformador en el sitio más céntrico de la Colonia”.9

Problemas con las cimentaciones de monumentos

Estudios de diversos especialistas habían sido publicados desde finales del siglo XIX, tanto para registrar los procesos de hundimiento y problemas para la cimentación de edificios en Ciudad de México, como para proponer nuevos sistemas.10 Al debate se sumaron quienes, con su práctica, hicieron aportes a un tema de vital importancia para la construcción en la capital.11 Obras notables en aquellos tiempos, entre tantas que se realizaban en la capital, hacían méritos por sus novedosas funciones, configuración estructural y materiales de construcción, así como por el exitoso logro que había significado su cimentación. De ahí la relevancia de profesionales como Gonzalo Garita con el edificio para El Centro Mercantil, la Casa Boker, el edificio para Correos.12

El asunto significaba una gran preocupación ciudadana cuando en octubre de 1905 se convocó el concurso para erigir un monumento a Juárez “en la glorieta del paseo de la Reforma siguiente al suroeste del que se ha destinado al monumento conmemorativo de la Independencia”.13 Desde mucho antes, en julio de 1902, recién iniciada la construcción del monumento a la Independencia en el mismo paseo, se reportaba la aparición de grietas en el suelo de Ciudad de México.14 Comenzado sobre una cimentación de emparrillado metálico y cemento, la crisis de la obra se desató cuando se hizo evidente la pérdida de verticalidad de la columna en agosto de 1907.15

Figura 1 Proyecto de Panteón Nacional por Guillermo Heredia, en El arte y la ciencia, vol. V, núm. 4, 1903, p. s/p. 

Contemporáneamente ocurrían gravísimos problemas en ese mismo aspecto con la realización del Panteón Nacional, según proyecto del arquitecto Guillermo Heredia en predios vecinos al panteón de San Fernando, “en la antigua huerta del hospital de San Hipólito”.16 La grandiosa obra había sido contratada en 1900, y de ahí que la maqueta del proyecto fuera una de las piezas centrales en el pabellón del México en París durante la Exposición Universal de ese mismo año. Se trataba de una plaza circular con sesenta metros de radio, con acceso desde cuatro entradas procedentes de calles perpendiculares, las cuales habían sido renombradas como calle de los Héroes y avenida de los Hombres Ilustres. Según Manuel Galindo y Vila, la plaza estaría circundada por pórticos de seis metros de ancho “[…] a manera de los que forman la Plaza de San Pedro de Roma”.17 En centro estaría el cenotafio elevado, “[…] dedicado exclusivamente a los homenajes o demostraciones cívicas; bajo de él se encontrará la Cripta destinada a guardar los restos de los “Héroes de la Patria” en tanto que las cenizas de los “Hombres Ilustres” se depositarán en los intercolumnios de los pórticos de circunvalación”.18

Desde 1904 se rumoreaba el hundimiento de las obras del Panteón Nacional, cuya primera piedra fue colocada sobre los cimientos en mayo de 1903. Las obras eran seguidas por la prensa nacional y avanzaban para cumplir con la fecha propuesta para su inauguración. De hecho, en 1907 se comentaba la prisa que llevaban los trabajos para terminarlos a tiempo.19 La obra de Heredia sería, entonces, una de las piezas centrales entre las anunciadas y esperadas para las festividades del Centenario. Sin embargo, su magnífica propuesta estaba ya en crisis cuando se publicó el concurso para el monumento a Juárez.

El descalabro del monumento a la Independencia en el Paseo de la Reforma fue solucionado entre abril de 1908 y enero de 1909, cuando se desmontó lo avanzado y se construyeron nuevos cimientos para la estructura. El procedimiento para lograrlo fue expuesto en octubre de 1908 como parte del Congreso Nacional de Ingenieros y Arquitectos, por los ingenieros Gonzalo Garita, Guillermo Beltrán Puga y el arquitecto Manuel Gorozpe.20 En la misma sesión, enteramente dedicada al tema de las cimentaciones, el ingeniero Jorge Méndez se refirió “al estudio de un ingeniero conocido” acerca del sistema Compressol, consistente en la compresión lateral y en profundidad del suelo mediante pilotes de concreto.

El ingeniero en cuestión era Miguel Rebolledo, quien desde 1902 representaba los sistemas constructivos patentados por François Hennebique, así como otros vinculados a la firma radicada en la rue Danton de París. En 1907 había presentado su trabajo Foundations in the City of Mexico en la reunión de la Society of American Civil Engineers efectuada en México.21 Poco más de un año antes Rebolledo había realizado importantes pruebas con el sistema Compressol durante la construcción de un puente sobre el Canal de Desagüe del entonces Distrito Federal. Una foto tomada durante las pruebas ejecutadas por Rebolledo y enviadas a la casa Hennebique en París, indica la resistencia de 80 toneladas sobre las pilas. En un terreno que sólo llegaba a resistir 200 kilos por centímetro cuadrado, el sistema de cimentación por compresión mecánica del suelo representaba una interesante opción que el contratista no dejó de aprovechar.22

Figura 2 Imágenes del martinete para la inserción de los pilotes y esquemas del sistema Compressol. «Fondations par compression mécanique su sol», Le béton armé, 46, 1902, lámina 1. 

La opción para emplear el nuevo sistema de cimentaciones coincidía con el cambio de lugar para la construcción del monumento a Juárez, pues poco después del concurso fallido se nombró una nueva comisión encargada de realizarlo con miras a la celebración del centenario de la Independencia. Se preveía que fuera “[…] un monumento exclusivamente en honor de Juárez, reservándose para los monumentos que se erijan en la calzada de la Reforma, la conmemoración de los principales colaboradores de Juárez, tanto civiles como militares […]”.23 Se descartaba la construcción en el paseo de la Reforma y se indicaba que el lugar elegido era “[…] el costado norte de la avenida Juárez, de esta capital, según lo ha propuesto la Comisión Nacional del Centenario, y quedando encargada la Comisión que por este acuerdo se constituye, de proponer el sitio preciso en que haya de ser colocado el monumento”.24

Durante casi tres años se había retrasado la reedición del concurso, pues sería difícil avanzar con la propuesta de un nuevo monumento con la fábrica de las otras dos piezas de significación patriótica hundiéndose en el fangoso suelo de Ciudad de México. Numerosos artículos, conferencias y libros estaban sobre la mesa de los profesionales de la construcción, así como en las páginas de los periódicos y que tenían a la colectividad informada, a veces alarmada, sobre grietas, cuarteaduras, hundimientos, desperfectos y miedo ante la pérdida del patrimonio urbano público y privado.

Por fin, cuando la columna de la Independencia quedó recimentada, se abrió la convocatoria a concurso para construirle el debido monumento a Juárez, esta vez mediante la invitación de “algunos artistas de renombre, todos de nacionalidad mexicana”, quienes para el 30 de enero de 1909 habían entregado las propuestas que se exhibían en la Academia de Bellas Artes.25 A la comisión integrada en abril de 1906 por José de Landero y Cos, Carlos Rivas, el arquitecto Carlos Herrera y los ingenieros Gabriel Mancera e Ignacio León de la Barra, se integraban Rafael Goyeneche, Manuel Gorozpe, Gonzalo Garita y Antonio Rivas Mercado, estos tres últimos responsables de la columna en el Paseo de la Reforma.26 El numeroso jurado debía avanzar un resultado para el 21 de febrero de 1909 y, efectivamente, al día siguiente, 22 de febrero, se publicaron las tres propuestas finalistas para la elección definitiva. Los trabajos de Jesús Acevedo, Guillermo Heredia y de los hermanos Carlos y Manuel Ituarte fueron premiados con mil pesos y llamados a la presentación de los proyectos definitivos tres meses más tarde.27

Aunque no se publicaron las plantas de los anteproyectos, los alzados permiten entender que los tres planteaban piezas escultóricas rodeadas por columnatas, balaustradas o bancas a manera de exedra, siendo la más fiel al modelo clásico la propuesta presentada por Jesús Acevedo, protagonizada por un sarcófago a modo de cenotafio. En la de Heredia la mayor jerarquía fue dada a una columna jónica central de fuste estriado con la figura de Juárez en lo más alto; la de los hermanos Ituarte era un basamento para la escultura de Juárez con piezas secundarias al pie. Se publicaron entonces los requerimientos del concurso: planta, elevación, corte y perspectiva, acompañados de la memoria descriptiva y del presupuesto de costos para la construcción, todo bajo seudónimos; el jurado debía fallar en un mes, cuando podría aceptar hasta tres anteproyectos, como efectivamente ocurrió. También, como estaba pautado, se abrió un nuevo concurso en el cual sólo debían presentarse las tres propuestas finalistas. Para esa segunda etapa debían presentarse planta, dos elevaciones, un corte, una perspectiva y los detalles que los autores considerasen necesarios, además de la memoria descriptiva y el estimado de costos.28

Figura 3 Proyecto de Homdedeu para un monumento a los mexicanos y franceses muertos en Puebla, “Muerte de un artista”, El mundo ilustrado, abril 12 de 1908, p. s/n. 

En aquellos tiempos de descalabro de las dos estructuras monumentales con mayor significado patriótico en Ciudad de México, había sido publicada la propuesta del escultor catalán Federico Homdedeu para erigir uno en homenaje a los mexicanos y franceses muertos en la batalla de Puebla en 1862. Se trataba un sarcófago coronado por un grupo escultórico en medio de una exedra con columnas corintias y remates de copones con llamas sobre el entablamento. La publicación ocurría con motivo del fallecimiento de Homdedeu, con lo cual la pieza quedaba huérfana y no se realizaría. Más allá del sentido que, en general, tenían las exedras u otros hemiciclos en la arquitectura clasicista, el éxito del escultor con otros monumentos podría haber llamado la atención de los concursantes al monumento a Juárez. La forma y la función eran excelentes para un jardín como la Alameda Central. A la función clásica original como lugar de pláticas, atinado para un político de la talla de Juárez, se añadía la forma ya asumida como tipo monumental durante el siglo XIX.29

Figura 4 El monumento que se erigirá al benemérito Benito Juárez”, “El imparcial, 3 de julio de 1909, p. 8. A la izquierda la propuesta de los hermanos Manuel y Carlos Ituarte, arriba y a la derecha la de Jesús Tadeo Acevedo y abajo la de Guillermo Heredia. 

El plazo de entrega para las propuestas correspondientes a la segunda etapa del concurso de monumento a Juárez vencía el 30 de junio, con lo cual el 1 de julio era de conocimiento público la de Jesús Acevedo, cuyo alzado ilustraba la primera plana de El imparcial.30 Un par de días más tarde, cuando todavía no fallaba el jurado, fueron publicadas imágenes y descripciones de lo presentado por Acevedo y por Heredia. Las propuestas habían variado con respecto a los proyectos de febrero, en menor medida la de los hermanos Ituarte y completamente las de Acevedo y Heredia. Manuel y Carlos Ituarte mantenían la exedra con el grupo escultórico en el centro y en la de Heredia ésta se elevaba con columnas dóricas, entablamento y acróteras.31 El proyecto de Acevedo estaba concebido “según la savia espiritual del último tercio del siglo XVIII”, correspondiente al “modo de sentir manifiesto en las torres de nuestra catedral, en el Palacio de Minería y en el templo de Loreto [...] Por eso es que tal arquitectura no es para nosotros una extranjera.”32 Coinciden estas apreciaciones con los planteamientos que algunos años más tarde haría el arquitecto acerca del carácter de la arquitectura colonial en México en su “disertación” fechada en enero de 1914.33

Pero si la descripción del proyecto de Acevedo aparecía con las imágenes de las tres propuestas finalistas en páginas interiores, los detalles de la propuesta de Heredia abrían la nota en primera plana:

Su forma general es la exedra, pero no la simple exedra griega, sino la exedra monumental y conmemorativa […] asociando por medio de una hermosísima tribuna que forma parte del monumento a la Oratoria y a la Poesía, que son altar de la religión cívica, y abriendo bajo la columnata una gradería capaz de contener al auditorio que concurra a presenciar las glorificaciones periódicas del gran patricio.34

Según el reporte, los leones recuerdan la Grecia arcaica, todo es de “gusto clásico seguro y nutrido en inmortales enseñanzas”. Se enfrentaban las referencias directas a la monumentalidad clasicista con las del siglo XVIII mexicano esgrimidas por Acevedo.

Diez días más tarde, luego de gran expectativa por parte de la opinión pública, fue elegido el proyecto de Guillermo Heredia:

[…] se convocó a concurso a los arquitectos mexicanos, y presentados que fueron varios proyectos, el jurado calificador se reunió, habiendo fallado al fin […] y resolvió adjudicar el premio de cuatro mil pesos ofrecido, al Ing. [sic] don Guillermo Heredia. Los arquitectos Don Manuel y Don Carlos Ituarte obtuvieron el segundo premio y el tercero fue adjudicado al ingeniero Don Jesús Acevedo.35

Figura 5 “ El jurado calificador falla en los proyectos del Monumento a Juárez”, El imparcial, 13 de julio de 1909, p. 1. 

Finalmente había un proyecto para materializar un homenaje a Juárez en Ciudad de México. Estaría a cargo de Heredia, quien había quedado con monumento y contrato inacabados debido a la monumental falla del Panteón Nacional. Un par de semanas después de la elección del proyecto a ser ejecutado, se nombraba director de la obra al ingeniero Ignacio de la Barra, quien debía proceder en acuerdo con Guillermo Heredia “en todo lo relativo a la ornamentación y estatuaria, y en general, todo lo que se refiera a estética”.36 Era una repartición de responsabilidades similar a las de Rivas Mercado y el equipo de ingenieros a cargo de la columna de la Independencia a partir de su recimentación.37

El tiempo protagonista: “inmediatamente y sin demoras”

A poco más de un año antes de la celebración del Centenario de la Independencia, luego de tantas vicisitudes para la elección de un proyecto y ante los problemas que enfrentaban sus similares, la obra del monumento a Juárez debía hacerse “inmediatamente y sin demora”.38

Una nueva ubicación, en el costado sur de la Alameda, conllevaba el desplazamiento del lugar del antiguo pabellón de México en la Exposición de Nueva Orleans de 1884-1885. Las posibilidades para el reensamblaje de la estructura metálica habían sido varias, incluyendo la posibilidad de mudarlo al Jardín Guerrero, frente al templo y panteón de San Fernando.39 Ahí estaba el lugar preparado para erigir una pieza de planta circular y como el antiguo Pabellón de México era una estructura mucho más liviana que la pieza central del Panteón Nacional, aquella opción podía resultar viable. Naturalmente, el significado del monumento a los héroes no podía ser equivalente al edificio con referencias moriscas donde durante veinte años se había cantado la Lotería de la Beneficencia Pública, luego Lotería Nacional, que no encontraba fácilmente un nuevo lugar en la ciudad, pero era imprescindible la preparación de un sitio al cual llevar el antiguo edificio de hierro:

Se habló con insistencia, luego que se supo que el referido Pabellón desaparecerá de la Alameda, que sería armado en el sitio que ocupa actualmente el Circo Orrin, llamado también a desaparecer; pero ahora se sabe que es casi seguro que el lugar a donde se trasladará no será otro que el jardín de Santa María de la Ribera, señalándose el costado norte de este paseo como futuro asiento del mencionado Pabellón Morisco.40

El tiempo apremiaba, tanto para la construcción de una estructura como para el desmantelamiento y traslado de la otra, así que, para disponer del terreno, incluso antes de tener un proyecto elegido por parte del jurado del concurso se despejaba el lugar necesario:

Ya ha comenzado a desarmarse el Pabellón Morisco que existía al costado de la Alameda en esta capital, y que será trasladado a un punto de la Colonia de Santa María de la Ribera, dejando el lugar vacante para que sea ocupado por un monumento levantado a la memoria del Benemérito. Los proyectos presentados para este objeto son hermosos y grandiosos, y muy pronto fallará el jurado sobre cuál juzga el mejor de todos.41

Un mes después de haber sido seleccionado el proyecto de Heredia, quedaba a disposición el espacio para iniciar las obras del monumento:

La dirección General de Obras Públicas acaba de entregar el terreno que existe en la Alameda y que se ha dedicado para la construcción del monumento a Juárez, al señor Ingeniero don Ignacio de la Barra, encargado de la construcción.

Desde luego que el Ingeniero de la Barra recibió el citado terreno, empezó a hacer los preparativos, y muy en breve se procederá a la colocación de la primera piedra, con las ceremonias que se acostumbran en estos casos.42

Junto a la disponibilidad del terreno, se resolvía la de fondos.43 Con las prisas, rápidamente la cimentación del hemiciclo se haría protagonista de los trabajos. La misma nota de prensa que indicaba el inicio de las obras, continuaba con la indicación de los trabajos de cimentación: “Desde luego se iniciarán los trabajos preliminares, que consistirán en un estudio minucioso del subsuelo, para lograr una cimentación duradera, que se halle libre de hundimientos.”44 El trauma colectivo se hacía evidente en estas últimas consideraciones.

Efectivamente, los estudios y cálculos de la cimentación, con la presión que significaba el fallo de la columna de la Independencia para las obras del centenario, así como el abandonado Panteón Nacional, no admitían errores ni segundas oportunidades. La descripción de la técnica empleada tomaba como referente la nueva cimentación en el paseo de la Reforma y en noviembre de 1909 se precisaba que “para la cimentación del edificio se ha seguido un procedimiento que se asimila al empleado en la construcción de la columna de la Independencia”, referencia que luego continuaba:

Para soportar el peso del monumento a Juárez, se hincarán pilotes de cemento armado donde descansará una plataforma uniforme que será la base del edificio. Ya se han hecho pruebas con los pilotes que se emplearán en la construcción, haciéndolos soportar un peso de ochocientas toneladas. El éxito que se obtuvo fue halagador, porque no se ha experimentado ningún tropiezo en este sentido.

Los trabajos de cimentación deberán quedar terminados para dentro de dos meses, aproximadamente.45

En junio del año siguiente se publicaban las medidas más notables del edificio que se construía sobre aquellos cimientos:

Doce grandes columnas monolíticas sostendrán el hermoso arquitrabe. Tiene de frente, 32 metros cincuenta centímetros; de fondo 25; de altura, 18; los leones que sostienen el pedestal del centro miden cuatro metros. Todo en conjunto pesará mil setecientas toneladas.

Indudablemente que el monumento de que nos ocupamos será una de las mejores obras arquitectónicas que ostentará, con justo orgullo, la Ciudad de los Palacios.46

La estructura de columnas y trabe, cuya planta semicircular contribuiría a su estabilidad, convertía al monumento en un edificio. La arquitectura parecía triunfar en aquel debate acerca de la disciplina que debía predominar en el monumento.

Los detalles constructivos de la estructura para el proyecto de Heredia fueron descritos en Le béton armé, donde Rebolledo destacaba los pilotes Compressol, la losa de cimentación en sistema Hennebique, y el pórtico de concreto armado que, para reducir las cargas sobre los cimientos y el inconsistente suelo, eran columnas, pilares y áticos huecos.47 De los 500 gramos por cm2 con que se calcularon obras previas, las condiciones del suelo en la Alameda, calificado como “muy malo” por Rebolledo, redujeron el límite de carga a sólo 250 gramos por cm2.48

Figura 6 Aviso en Revista de ingeniería, mayo 1913, p. s/n. 

La realización del monumento a Juárez estaba resultando un gran logro para la ingeniería mexicana y en poco tiempo las imágenes de su cimentación fueron protagonistas de los anuncios del ingeniero Rebolledo. La escultura, la arquitectura y ahora la ingeniería contribuían con importancia equivalente para el éxito la obra en vía de finalización. En cualquier caso, la gestión de la obra fue un ejercicio notable para la construcción en el débil subsuelo capitalino al que se sumaba el reto al tiempo que transcurría hacia la fecha comprometida.

Resueltos los asuntos técnicos: tiempo y mármoles protagonistas

Mientras se resolvían los asuntos relativos a la cimentación y la estructura, se había negociado la realización de los componentes escultóricos del conjunto. Ya era del conocimiento público que “Todo el monumento será de mármol italiano, con excepción de los adornos broncíneos, cuya hechura ha sido encomendada a talleres mexicanos.”49

A la exedra con pórtico de orden clásico se sumarían, entonces, las piezas escultóricas realizadas en Carrara por el taller Lazzerini, a cargo de Alessandro Lazzerini, quinto miembro de la misma familia de escultores cuyos orígenes se remontan al siglo XVII.50 El trabajo del mármol había sido encargado a través de la Compañía Italiana de Construcciones S.A., y además de las esculturas incluía todas las piezas que debían revestir la estructura de concreto armado de acuerdo a su carácter clasicista. 51

Que las obras iban a toda prisa y que cada minuto contaba para cada acción constructiva se hacía evidente. Cuando ya el conjunto estaba a punto de elevarse sobre el nivel del suelo, se ofrecía a la ciudadanía la colocación de la primera columna para el 11 de junio, a escasos tres meses de la celebración del centenario de la Independencia.52 A pesar del anuncio público, la ceremonia de gran formalidad tuvo que posponerse:

El Secretario de Estado y del Despacho de Gobernación, tiene la honra de avisar a Ud. que a consecuencia de un imprevisto retardo en las obras, la colocación de la primera columna del Monumento a Juárez, anunciada para el día 11 del corriente, queda aplazada para la fecha que se dará a conocer oportunamente.53

La “colocación de la primera columna” se refería a la colocación, por parte del presidente Porfirio Díaz, de “un frasco de cristal” contenedor del acta de la ceremonia, periódicos del día y monedas “de cuño nuevo, desde un centavo, hasta un hidalgo”.54 Dicho frasco se colocaría en un receptáculo con tapa de mármol.

Las imágenes que acompañaban la noticia de colocación de esa “primera columna” en El imparcial muestran distintas vistas del taller de escultura en Carrara donde se estaban realizando las esculturas del monumento: una de las alas de la Victoria, una imagen general del taller y operarios trabajando en los dos leones que custodian el pedestal de Juárez. Se trataba de pruebas fehacientes de la existencia de las piezas que todavía no llegaban a México.

Figura 7 “Hoy será colocada solemnemente la primera columna del suntuoso monumento a la memoria de Juárez”, El imparcial, 18 de junio de 1910, p. 1. 

La imagen de los leones y de la escultura de Benito Juárez en proceso de ejecución deja ver las dimensiones relativas de las piezas que se ejecutaban en el taller Lazzerini. Según el informe leído por el director de las obras, Ignacio de la Barra, durante la ceremonia inaugural del monumento:

Juárez está representado atinada y propiamente: se apoya con firmeza en la tierra en que el hombre se agita con sus grandes y nobles cualidades y con sus pasiones bajas y mezquinas, y le dan sombra amorosamente la Gloria, que celebra el triunfo de la República, colocando una corona sobre las sienes del Patricio, y la República que, con aire majestuoso, descansa su espada en tierra, significando el fin de las luchas por nuestra segunda independencia, en tanto que con su diestra levanta en alto la antorcha del Progreso.55

Junto al encargado mármol de Carrara, la fecha de entrega siguió siendo protagonista. La apuesta contra el tiempo había sido parte del seguimiento que la prensa capitalina ofrecía de las piezas encargadas a Italia:

Se tienen noticias de que pasaron por La Habana trescientos bultos de mármol destinado a la construcción del monumento dedicado a la memoria del Benemérito Juárez, que se está levantando en la Alameda de esta capital.

La llegada de este mármol viene a determinar la rapidez de los trabajos, casi interrumpidos en los últimos días. Como el material ya viene labrado y listo para su colocación, este trabajo será relativamente breve.

Los contratistas han dicho que trabajando de día y de noche, terminarán el monumento para principio de septiembre.56

En junio se habían publicado las imágenes de las piezas en el taller italiano y un mes más tarde estaban al otro lado del Atlántico en su camino hacia México.

Es de suponer que la terminación sería esperada por escultores, arquitectos y constructores de la ciudad y que la obra era de gran visibilidad para buena parte de ellos, quienes se desplazarían entre el centro y las nuevas colonias de expansión hacia el Poniente por la transitada avenida Juárez, que esperaba al héroe para ser completa. Las jornadas de trabajo de los operarios eran destacables:

Turnándose las cuadrillas de operarios, de día y de noche, trabajando lo mismo con buen tiempo que en las horas de lluvia, alumbrándose de noche con poderosos reflectores, se ha dado por fin remate al hermoso y elusivo monumento, de majestad griega, que ha de coronar la estatua del Reformador y del Benemérito.

El grupo escultórico, La Patria y La Ley, coronando al Benemérito, han llegado ya de Italia y están siendo colocadas.57

Escasos días quedaban para terminar la instalación de las piezas escultóricas. Como se supo más tarde por el informe de Ignacio de la Barra en la inauguración, la situación había sido realmente apremiante:

Las obras de colocación del mármol, principadas el 7 de abril del corriente año, hubieron de suspenderse durante varios meses por no haberse recibido con regularidad las remisiones hechas de Italia, habiéndonos obligado esas circunstancias a montar 1,346 bloques, de los 1,620 que forman la construcción, en un término que no excedió de 45 días.

Todo el mármol empleado alcanza un peso aproximado de 1,400 toneladas y un volumen de cerca de 600 metros cúbicos. Cada columna pesa 10 toneladas; cada arquitrabe, 8 toneladas; cada león de los que están al pie de la tribuna, 9 toneladas; y el grupo escultórico pesa cerca de 70 toneladas.58

Figura 8 “Los detalles artísticos del monumento a Juárez”, La semana ilustrada, 17 de junio de 1910, p. s/n. 

Figura 9  Luisa Passeggia, Lo studio Lazzerini. Viaggio a Carrara in tre secoli di storia, 2012, p. 193. 

Además de la competencia contra el tiempo, se desprende de estos datos que si el mármol pesó 1,400 toneladas y el total del monumento, según lo publicado el 18 de junio, era de 1,700, entonces la estructura de concreto armado resultaba el componente más liviano del conjunto. Aun sin ser datos exactos, se aprecia una diferencia importante entre el peso de los componentes de mármol y la estructura que los soporta. Las imágenes de la hemerografía disponible no retrataron el proceso de transporte de las pesadas piezas, algunas de dimensiones colosales, desde el puerto de Livorno hasta Veracruz, puertos cercanos al taller donde fueron talladas y al destino de las piezas, sino desde la estación Buenavista del Ferrocarril Mexicano, donde presumiblemente llegarían, hasta la Alameda Central.

La integración de los componentes escultóricos en mármol con los elementos de la arquitectura clásica era evidente a los ojos del constructor a cargo de las obras. Ignacio de la Barra no anteponía la arquitectura a la escultura ni la segunda a la primera. Aquel mármol, en columnas, arquitrabe, leones y figuras humanas, finalmente a la vista el día de inaugural, había sido el gran protagonista de sus desvelos.

La inauguración: el mármol protagonista

Después de enumerar los tres órdenes de la arquitectura clásica y la correspondencia de cada uno con las deidades de la mitología griega, en su informe al público asistente a la solemne y esperada ceremonia inaugural el ingeniero indicaba:

El primero, el que procede de los Dorios, lleva la demostración de su genio severo, sólido, resistente: revela a primera vista su potencia, como un atleta muestra sus músculos; y si se analiza, se ven todas sus partes sostenerse con una lógica rigurosa. Este orden dórico fue el adoptado en esa obra; es, sin duda alguna, el que debía inspirar un monumento a Juárez, al hombre fuerte, recto, justo, inconmovible ante las seducciones, sereno ante las más grandes adversidades de la fortuna, firme ante el huracán desbordante de las pasiones.59

El carácter tradicional de la arquitectura clásica resultaba fundamental, pues expresaba de manera universal a quién iba dirigido el homenaje monumental.

El momento cumbre del acto inaugural fue cuando el presidente de la República descorrió la cortina que había cubierto aquellos mármoles y “[…] los ojos de toda la multitud pudieron contemplar la hermosa obra helénica del arquitecto Guillermo Heredia, en toda su belleza, brillando al sol de una mañana esplendorosa”.60

El informe final del ingeniero refería, junto a la descripción material, el logro técnico y de gestión que había representado el monumento. Los plazos de ejecución de todo el conjunto, mientras se realizaban trabajos de infraestructura y se avanzaban las esculturas, fueron totalizados por el director de las obras:

Y aquí es conveniente hacer notar que todas las obras que forman parte del monumento que hoy se inaugura, han sido terminadas en menos de diez meses; habiéndose principiado los trabajos de cimentación de cemento armado a fines de noviembre de 1909, y empleándose en ellas ochenta y seis días.61

Al final, aun frente a los alcances de la cimentación, al triunfo contra el tiempo, el mármol era el protagonista, hasta en el costo final de toda la obra:

Obras de consolidación del suelo por medio de pilotos [sic] de cemento armado, sistema “Compressol”; plataforma de cimentación de cemento armado, sistema “Hennebique” patentado; estructura del mismo material, y sobreelevación del conjunto, de acuerdo con los contratos celebrados con el ingeniero Miguel Rebolledo

$45,800.00

Obras de mármol y de bronce, y montaje del monumento, de acuerdo con el contrato celebrado con la Compañía Italiana de Construcciones; S.A.

$233,000.00

Movimiento y transporte de mármoles y gastos generales $16.625.00

Cantidades que dan un total de $299,438.0062

Se habían sobrepasado los costos respecto de los 200,000 pesos disponibles inicialmente según lo planteado en las bases del concurso, pero haber terminado la obra en tiempo y forma, su permanencia por más de cien años en aquel suelo de dudosa resistencia, que lo convierten en referencia urbana fundamental, han pagado el exceso financiero de esta complicada y afanosa historia por honrar la memoria de Juárez.

Consideraciones finales

Más allá del valor artístico del monumento, el tiempo de su realización, un récord para la construcción en su tiempo, la aplicación de los sistemas de construcción, tanto para cimentación como para estructuras de concreto armado, le añaden un valor fundamental al monumento a Benito Juárez en la Alameda Central de Ciudad de México. Las obras en sitio, llevadas a cabo por personal nacional a las órdenes de Ignacio de la Barra, una vez superadas las circunstancias del subsuelo, cumplieron con la simbólica fecha pautada para su inauguración. Buena parte del valor de esta pieza monumental reside en la compleja gestión que implicó, desde la elección del proyecto hasta la participación de destacados profesionales de la construcción en México; implicó también la coordinación de actividades en varias disciplinas y varios lugares a la vez para la integración de piezas escultóricas, arquitectura e ingeniería.

La supuesta configuración monolítica de la estructura de concreto armado que difundió la prensa capitalina y el carácter eterno del mármol, que no requiere de reportajes ni de mayores explicaciones, era en realidad un sistema de piezas huecas que aligeraron en todo lo posible la construcción en el débil del suelo de Ciudad de México. Edificios contemporáneos mucho más pesados en la misma avenida Juárez han tenido mejor o peor fortuna ante los hundimientos del terreno, como el Palacio de Bellas Artes o el hotel Regis, obra de Rebolledo caída con los sismos de 1985, en concreto armado con sistema Hennebique. Los procedimientos representados por el ingeniero contribuyeron a aligerar el pesado conjunto proyectado por Heredia para que corriera con mejor suerte que el fracasado Panteón Nacional.

La imagen enviada por Miguel Rebolledo a las oficinas de Hennebique en París evidencian la estructura terminada, sin paseantes a su alrededor, con una tranquilidad en la cual ya no era posible ver todas las inquietudes sumadas en su realización. La imagen corresponde a la descripción estética que De la Barra había incluido en la lectura de su informe de obras. Sin embargo, detrás de aquel clasicismo se esconden las experiencias estructurales y constructivas de una edificación moderna.

Figura 10 Fonds Bétons armés Hennebique 076 IFA 139, publicada en “Le béton armé au Mexique», Le béton armé, 169, 1912, p. 88. 

Al binomio original arquitectura/escultura que se presentaba en competencia desde la prensa al público general, es decir, al protagonismo de dos disciplinas artísticas entendidas en términos tradicionales, se sumaron rápidamente las posibilidades de la construcción moderna disponibles para vencer los retos que impuso el subsuelo. Enraizado en la tradición académica con sus referencias visibles, el monumento resultó profundamente moderno en su realización por una generación que cimentaba nuevas formas de construcción en Ciudad de México.

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1Las motivaciones políticas y sentido simbólico del monumento han sido abordados por María del Carmen Vázquez Mantecón en Muerte y vida eterna de Benito Juárez. El deceso, sus rituales y su memoria, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006, publicado en línea el 4 de marzo de 2019. Acceso el 16 de enero de 2023. https://historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/470/muerte_vida_eterna.html.

2“El gran monumento a Juárez”, El imparcial, 9 de febrero de 1906, p. 3.

3“Un gran monumento a Juárez”, El imparcial, 15 de octubre de 1905, p. 1.

4“El monumento a Juárez”, El imparcial, 2 de febrero de 1906, p. 1.

5“El concurso para el monumento a Juárez”, El imparcial, 10 de febrero de 1906, p. 1.

6”El centenario de Juárez”, El imparcial, 11 de febrero de 1906, p. 1.

7“El gran monumento a Juárez”, El imparcial, 16 de febrero de 1906, p. 3.

8“[…] su verdadero nombre es “Colonia Juárez” y así consta en los contratos y escrituras de compra-venta de los lotes […] de suerte es que el nombre que erróneamente le ha dado el vulgo, es indebido, poco patriótico e inadecuado […]”. “El centenario de Juárez en la colonia de su nombre”, El imparcial, 5 de febrero de 1906, p. 1.

9“La Colonia Juárez”, El imparcial, 10 de febrero de 1906, p. 3.

10 Antonio M. Anza, “Los procedimientos de cimentación en el Valle de México”, Anuario de la Academia Mexicana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1897, pp. 17-40; Adrián Téllez Pizarro, Apuntes acerca de los cimientos de los edificios en la ciudad de México, México, Oficina tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1899. Un año más tarde fue publicado el trabajo de John Alexander Waddell, “Foundations for important buildings in the City of Mexico”, en John Lyle Harrington (ed.), The principal professional papers of Dr. J. A. L. Waddell, civil engineer, Nueva York, V. H. Hewes, 1906, pp. 803-811, consultado el 16 de enero de 2023 en http://archive.org/details/principalprofes00harrgoog. Un resumen de las ideas expuestas por Waddell se pubilcó en “Los cimientos en la Ciudad de México”, El imparcial, 10 de abril de 1900, p. 3; “About buildings”, The Mexican Herald, 30 de marzo de 1903, p. 2.

11 Mónica Silva Contreras, “Béton Armé in the Sinking City: Mexico 1902-1914”, en R. Carvais, A. Guillerme, V. Nègre y J. Sakarovitch (eds.), Nuts & Bolts of Culture, Technology and Society. Construction History, París, Picard, 2012, vol. 2, pp. 593-599.

12 Mónica Silva Contreras, “Arquitectos y contratistas modernos en México: Vínculos internacionales entre De Lemos & Cordes y Milliken Brothers, 1898-1910”, Cuaderno de Notas, núm. 20, 2019, pp. 101-118.

13“Un gran monumento a Juárez”, El imparcial, 15 de octubre de 1905, p. 1.

14“El Monumento de la Independencia”, El imparcial, 8 de abril de 1902, p. 1; “Las grietas en la ciudad”, El imparcial, 20 de julio de 1902, p. 1.

15“México se hunde. Columna de la Independencia, en la Reforma (se impuso la necesidad de demolerla)”, El imparcial, agosto 17 de 1907, p. 1; “El subsuelo de México”, El mundo ilustrado, 25 de agosto de 1907, p. s/n.

16El proyecto fue detallado por Jesús Galindo y Vila en “El Panteón de San Fernando y el futuro Panteón Nacional”, Anales del Museo Nacional de México, IV, 11, 1907, pp. 337-546.

17 Jesús Galindo y Vila, “El Panteón de San Fernando y el futuro Panteón Nacional”, Anales del Museo Nacional de México, IV, 11, 1907, p. 545.

18Guillermo Heredia en Jesús Galindo y Vila, “El Panteón de San Fernando y el futuro Panteón Nacional”, Anales del Museo Nacional de México, IV, 11, 1907, p. 543.

19“El Panteón Nacional”, El mundo ilustrado, 1 de septiembre de 1907, s/p. En 1912 fueron demolidas las obras detenidas desde diciembre de 1910 “en virtud de que el terreno que soportaría la joya arquitectónica de que se trata no es de la consistencia necesaria y empezó a hundirse al principio de la construcción”. “Las obras del Panteón Nacional serán demolidas”, El imparcial, 6 de julio de 1912, p. 5.

20“Importante sesión del C. de ingeniería y arquitectura”, El imparcial, 21 de octubre de 1908, p. 4.

21 Miguel Rebolledo, Foundations in the City of México. Society of American Civil Engineers meeting, México, Webb, 1907.

22 Mónica Silva Contreras, Concreto armado, modernidad y arquitectura en México. El sistema Hennebique 1901-1914, Ciudad de México, Universidad Iberoamericana, 2016, pp. 134-135.

23“Erección de un monumento a Juárez”, El imparcial, 17 de abril de 1906, p. 1.

24Idem.

25“El monumento a Juárez en la Alameda”, El imparcial, enero 30 de 1909, p. 1.

26 Mónica Silva Contreras, “Gonzalo Garita: Modernidad en la construcción de la Ciudad de México”, en I. San Martín, (coord.), Ingenieros de formación, arquitectos de vocación. Las contribuciones de los ingenieros a la arquitectura mexicana del siglo xx, México, Facultad de Arquitectura unam, 2020, pp. 161-164.

27“Los señores Acevedo, Ituarte y Heredia reciben premios de mil pesos”, El imparcial, 22 de febrero de 1909, pp. 1 y 8.

28Ibidem.

29Rodrigo Gutiérrez ha señalado como antecedente inmediato al monumento a Juárez el dedicado a Guillermo I en Koblenz (1893-1897), realizado por una columnata semicircular del arquitecto Bruno Schmitz con la estatua ecuestre del emperador ejecutada por Emil Hundrieser. Rodrigo Gutiérrez Viñuales, Monumento conmemorativo y espacio público en Iberoamérica, Madrid, Cátedra, 2004, p. 298.

30“Hoy fallará el jurado calificador de los proyectos del monumento a Juárez”, El imparcial, 1 de julio de 1909, p. 1.

31“El monumento que se erigirá al benemérito Benito Juárez”, El imparcial, 3 de julio de 1909, pp. 1 y 8.

32El proyecto de Acevedo, erróneamente adjudicado a los hermanos Ituarte, fue ampliamente descrito. Las imágenes publicadas el 30 de junio y el 3 de julio permiten notar el error. “Hoy fallará el jurado calificador de los proyectos del monumento a Juárez”, El imparcial, 1 de julio de 1909, p. 1; “El monumento que se erigirá al benemérito Benito Juárez”, El imparcial, 3 de julio de 1909, p. 8.

33 Jesús T. Acevedo, “La arquitectura colonial en México”, en Disertaciones de un arquitecto, México, Instituto Nacional de Bellas Artes, 1967, pp. 96-97.

34“El monumento que se erigirá al benemérito Benito Juárez”, El imparcial, 3 de julio de 1909, p. 1.

35“Proyecto de monumento a Juárez”, El tiempo, 14 de julio de 1909, p. 3.

36“El jurado calificador falla en los proyectos del monumento a Juárez”, El imparcial, 13 de julio de 1909, p. 1.

37 Mónica Silva Contreras, Concreto armado, modernidad y arquitectura en México. El sistema Hennebique 1901-1914, Ciudad de México, Universidad Iberoamericana, 2016, p. 110.

38“La construcción del monumento a Juárez”, El imparcial, 3 de agosto de 1909, p. 3.

39“El Pabellón Morisco va a ser desarmado y reinstalado en el Jardín de Guerrero (antes de San Fernando), a fin de dejar desocupado el sitio de la Alameda en que ahora se halla, en donde, a iniciativa de la Comisión Nacional del Centenario, se erigirá un monumento a Juárez.” “Un monumento al gran Juárez”, La opinión, 28 de enero de 1909, p. 1.

40“Desarme del Pabellón Morisco: en el jardín de Santa María”, La Iberia, 19 de mayo de 1909, p. 1; “El parque de Santa María de la Ribera fue totalmente construido de nuevo, dejando solamente el centro, en donde se colocará en breve el Pabellón Morisco, que con objeto de colocar en su lugar el monumento a Juárez, se está quitando de la alameda.” “Obras en los jardines públicos”, El imparcial, 25 de julio de 1909, p. 8. Vale señalar que el Circo Orrin estaba tres calles al norte de la Alameda Central, frente a la plaza Villasmil, entre avenidas Poniente 3 y Poniente 5, donde hoy está el teatro Blanquita, entre las calles Pensador Mexicano y Mina, frente a la plaza sobre Eje Central Lázaro Cárdenas. Roberta Vassallo, “La rocambolesca historia del Circo Orrin, uno de los primeros edificios de estructura metálica en México”, Boletín de Monumentos Históricos, 13, 2016, p. 44.

41“Monumento a Juárez”, El faro, 9 de julio de 1909, p 436.

42“El monumento a Juárez”, El imparcial, 14 de agosto de 1909, p. 5.

43“Para el monumento a Juárez, en la Avenida de su nombre, en esta capital: 200,000. Decreto en que se autoriza al Ejecutivo Federal para que disponga de la suma de 1,580,000, que se destinará a las obras públicas que se expresan.” Boletín del Ministerio de Hacienda, 1 de enero de 1909, p. 131.

44“La construcción del monumento a Juárez”, El imparcial, 3 de agosto de 1909, p. 3.

45“Cimentación del monumento al Lic. don Benito Juárez”, El imparcial, 18 de noviembre de 1909, p. 2.

46“Hoy será colocada la primera columna del monumento a la memoria de Juárez”, El imparcial, 18 de junio de 1910, p. 10.

47“La fondation a été constituée par des pylônes ‘Compressol’ et un radier en béton armé, système Hennebique, mais la superstructure elle aussi est entièrement en béton armé, en tant qu’ossature. Afin de diminuer la charge sur les fondations et le sol inconsistant sus lequel elle repose, tout ce monument est constitué par des éléments creux, colonnes, piliers, et attiques, le tout revêtu en marbre de Carrare.” “Le béton armé au Mexique”, Le béton armé, núm. 169, 1912, p. 89.

48 Miguel Rebolledo, Cincuentenario del cemento armado en México 1902-1952, México, Construcciones Ing. Rebolledo, 1952, p. s/n.

49“Cimentación del monumento al Lic. don Benito Juárez”, El imparcial, 18 de noviembre de 1909, p. 2.

50 Luisa Pessaggia, “Lazzerini, Alessandro”, Dizionario Biografico degli Italiani, vol. 64, 2005. Acceso el 26 de febrero de 2023. https://www.treccani.it/enciclopedia/alessandro-lazzerini_%28Dizionario-Biografico%29/.

51Juzgado primero de lo civil: Zaccagna Gino L. contra la Compañía Italiana de Construcciones S.A., Diario de jurisprudencia, 13 de abril de 1912, pp. 705-710.

52“Solemne ceremonia”, La Iberia, 10 de junio de 1910, p. 2.

53“La ceremonia en la Alameda”, La patria, 11 de junio de 1910, p. 1.

54“Hoy será colocada solemnemente la primera columna del suntuoso monumento a la memoria de Juárez”, El imparcial, 18 de junio de 1910, p. 1.

55 Ignacio de la Barra, “En la inauguración del monumento a Juárez efectuada el 18 de septiembre de 1910”, El arte y la ciencia, vol. XII, núm. 3, 1910, p. 68. El mismo informe fue publicado por El faro, noviembre 4 de 1910, pp. 699-702.

56“Para el monumento a Juárez”, La Iberia, 16 de julio de 1910, p. 2.

57“La inauguración solemne del monumento a Juárez”, El imparcial, 4 de septiembre de 1910, p. 1.

58 Ignacio de la Barra, “En la inauguración del monumento a Juárez efectuada el 18 de septiembre de 1910”, El arte y la ciencia, vol. XII, núm. 3, 1910, p. 68.

59“Ante el monumento a Juárez: informe del Ingeniero de la Barra”, El faro, 4 de noviembre de 1910, p. 702.

60“Hecho carne de mármol, se yergue magestuoso [sic] el ilustre patricio”, El imparcial, 19 septiembre de 1910, pp. 1-10.

Recibido: 03 de Febrero de 2023; Aprobado: 15 de Abril de 2023

Autor para correspondencia: monica.silva@ibero.mx

Mónica Silva Contreras Profesora de Teoría e Historia de la Arquitectura, ha enfocado su trabajo de investigación en el estudio de materiales y técnicas de construcción modernas. Ha sido profesora de cursos sobre historia de la construcción en los siglos XIX y XX, tanto para licenciatura como para postgrado, así como conferencista invitada en varias universidades en Europa y Latinoamérica. Los artículos publicados y las participaciones en congresos le han permitido vincular el trabajo de arquitectos e ingenieros con la cultura, los materiales y técnicas de su tiempo.

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