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Revista de historia de América

versión On-line ISSN 2663-371X

Rev. hist. Am.  no.162 Cuidad de México ene./jun. 2022  Epub 27-Feb-2024

https://doi.org/10.35424/rha.162.2022.1075 

Reseñas

Daniel, Santilli (Comp.), Niveles de vida en un país en ciernes. Dimensiones de la desigualdad en la Argentina en el largo plazo, 1700-1900, Buenos Aires, Prometeo, 2020

Ignacio Andrés Rossi* 
http://orcid.org/0000-0003-3870-1630

*Universidad Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: ignacio.a.rossi@gmail.com.

Santilli, Daniel. Niveles de vida en un país en ciernes. Dimensiones de la desigualdad en la Argentina en el largo plazo, 1700-1900. Buenos Aires: Prometeo, 2020. 276 pp.p. ISBN: 978-987-8337-63-8.


El grupo de trabajo que investiga hace décadas la desigualdad histórica en la época colonial e independiente (siglos XVII, XVIII y XIX) en los entonces territorios del Virreinato del Río de la Plata, y que supo pivotear el fallecido historiador latinoamericanista Jorge Gelman en el Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina, hoy presenta un nuevo libro en torno al tema. Luego de haber abordado en El mapa de la desigualdad1un panorama sobre la cuestión en diversas provincias de la futura Argentina y del reciente libro de perspectiva de largo plazo de Santilli,2ahora, el conjunto de investigadores se centra en los niveles de vida a partir de un amplio abanico metodológico aplicado a diferentes realidades regionales.

En una prolífica introducción, el compilador del libro introduce al lector en un debate que recorre las preocupaciones por las desigualdades como de los niveles de vida desde los economistas clásicos hasta Lord Maynard Keynes y los años dorados del capitalismo del siglo XX. También presenta el estudio de los índices más convenientes para medir los niveles de vida como los ingresos, las mediciones de la antropometría, el índice del Gini o la elaboración de amplias canastas de consumos en diferentes sociedades. Especialmente, el autor contribuye a la comprensión metodológica que articula al conjunto del libro; es decir, aplicar de forma crítica el método internacional desarrollado por el historiador Robert Allen a partir de una canasta de consumo de peones urbanos que reflejaría un conjunto limitado de bienes de consumo para la supervivencia en las eras pre-estadísticas. Como sostiene el compilador y los autores, éste debe readecuarse geográfica e históricamente a las disparidades en calorías, productos, artículos, composición familiar, preferencias y actividades alternativas a dicha canasta para construirse en un instrumento verdaderamente comparativo internacionalmente y fiable para el historiador de las más diversas latitudes.

En el primer capítulo, Carina Frid, Julio Djenderedjian y Juan Luis Martirén abordan el caso de la provincia de Santa Fe desde el siglo XVIII. Para esto, los autores construyen una canasta de vida basada en registros conventuales para una región de vital importancia, en tanto se constituía como un nexo entre el litoral volcado al Atlántico y el interior ligado al anterior circuito de la plata potosina en épocas virreinales. Como entienden los autores, ésta fue una región muy castigada por las guerras de independencia, lo que en definitiva permitiría examinar una región que los estudios centrados en Buenos Aires, que constituyen una mayoría dada su naturaleza de centro político documental, poco han representado.

Con la evidencia construida los autores demuestran un episodio de fuerte inflación y encarecimiento de productos básicos de la dieta alimentaria, hegemonizada por carne y trigo, en la base de la pirámide social entre 1790 y 1830. Como argumentan, esto no sólo tuvo sus causas en el ciclo de transformaciones, luchas civiles y económicas regionales, sino también en el papel de la carne como producto central del comercio de ultramar. También, por otro lado, es dable rescatar la comparación que los autores hacen con Buenos Aires, donde el análisis de la serie de precios de la res de carne no se corresponde con la evolución de esta última. En definitiva, lo autores concluyen que la evolución del bien no coincide con la etapa de la apertura atlántica, lo que les permite revalorizar el peso de la demanda local de la economía santafesina entre fines del siglo XVIII y principios del XIX. En suma, la comparación arroja conclusiones claras: los índices de niveles de vida son menores en Santa Fe que en Buenos Aires dado el estancamiento demográfico y la destrucción del capital por las guerras. Esto reflejó el estancamiento del nivel salarial, aunque la carne siguió siendo un umbral de subsistencia que mantuvo el acceso a la canasta básica de consumo en niveles aceptables junto a, seguramente, otros medios difíciles de conocer.

María Paula Parolo aborda el caso de Tucumán a comienzos del siglo XIX a partir de la construcción de una canasta de consumo elaborada con fuentes de las comunidades dominicanas, como de otras de la provincia con la cual se contrastan datos. La autora configura una canasta real donde puede observarse la predominancia de la carne y el pan, a lo que suma la elaboración de las kilocalorías consumidas por los participantes del convento. La autora también arriba a conclusiones interesantes, como que la mayor parte de calorías consumidas provenía de la carne, lo que plantea una diferencia sustancial con el modelo mencionado de Allen donde los cereales tenían un papel más importante. Así mismo, otras conclusiones que remiten a los principales precios como a la canasta básica estimada por la autora, permiten asegurar que la coyuntura bélica de la Revolución de Mayo indudablemente encareció los alimentos fundamentales y redujo los salarios.

En un tercer capítulo Cecilia Fandos examina el caso de la ciudad de Jujuy durante la primera mitad del siglo XIX mediante la observación archivística de provisiones a las fuerzas militares locales. La autora da cuenta de cómo el caso de una región que sufrió más que otras los desastres de los enfrentamientos bélicos desde diferentes puntos presentan particularidades. Sin embargo, Fandos destaca la importancia de la carne, y del alto componente de calorías que ésta aportaba, discutiendo también la canasta de Allen. Respecto de los precios, Fandos observa la subida de precios generalizada en la etapa según el rubro alimenticio que se tratara. La hipótesis de la autora se inclina por la carestía y los desbalances monetarios de la provincia como explicación predominante de la evolución de la inflación. En suma, la canasta básica construida por la autora en función de las fuentes de acuartelamiento siguen priorizando a la carne, tanto en su precio como en su aporte calórico, pero seguida del maíz como complemento.

Daniel Santilli, por su parte, se encarga del caso de la ciudad de Buenos Aires de la primera mitad del siglo XIX y emplea una revisión metodológica a partir de la comparación de una canasta de supervivencia construida para el año 1835. La justificación de dicha comparación reside en los cambios de coyuntura económica, política y social que sufrió la región entre fines de la etapa colonial y el comienzo de la independiente. Así, mediante fuentes de instituciones hospitalarias y conventuales, el autor arroja importantes hipótesis que le permiten diferenciar el peso de los alimentos en la canasta según las etapas comparadas, aunque la carne se mantuvo hegemónica frente a la volatilidad del trigo. También, con agudeza señala la importancia del personal en el consumo, de su tipología y demandas, dependiendo de qué institución se trate. Respecto de la evolución salarial, Santilli también realiza observaciones agudas sobre una caída generalizada de diferentes salarios, que, sin embargo, no perforó los pisos de subsistencia, entre 1780-1835, que luego comenzarían a subir para sobrepasar hacia 1850 a plazas como Londres. Tomás Guzmán y Roberto Schmit también abordan los niveles de vida en la Buenos Aires entre 1780 y 1835, con un prolífico estado del arte en torno a los estudios de los niveles de vida. Además, los autores presentan un análisis ensayístico de éstos en la etapa, y concluyen que tuvieron un progresivo incremento medido desde lo más bajo de la escala laboral, que, pese a ello, devenía en un actor estratégico para una provincia en expansión: los peones de albañilería. Las conclusiones de los autores les permiten poner en ponderación el acceso relativamente barato de la carne, pero el efecto contrario por el lado de los cereales.

Julio Djenderedjian construye una serie de largo plazo para el período de 1840-1880, con el fin de medir los niveles de vida de Entre Ríos mediante el trabajo archivístico proveniente de las estancias del estanciero Justo José de Urquiza. La evidencia presentada y analizada por Djenderedjian permite observar una tendencia general ascendente de los salarios más bajos en el período. Sin embargo, como éste lo señala, el ascendente no se correspondió con la evolución de los niveles de vida que, especialmente a partir de 1860 y 1870 con la Guerra del Paraguay y luego civil, presentó una gran resiliencia dado la disponibilidad de la carne.

Juan Luis Martirén realiza un trabajo comparativo entre las colonias agrícolas de Sao Leopoldo (Brasil, Rio Grande do Sul) y Las Colonias (Santa Fe, Argentina) durante la segunda mitad del siglo XX mediante el cruce de varias fuentes para reconstruir las canastas alimenticias de las colonias, desde registros de oficinas de inmigrantes, hospitales, viajeros y comerciantes. Las series construidas por Martirén sobre salarios y canasta de consumo arrojan conclusiones preliminares como que el precio de los bienes en ambas colonias se encontraba sujeto a los vaivenes monetarios dado estrecho vínculo con el mercado mundial. Esto, a su vez, afectaba de lleno a la canasta básica dominada por la carne, el trigo y el arroz, aunque como sostiene Martirén habría sido solventado por salarios que acompañaban la inflación. Por último, el capítulo de Patricia Olguín y Beatriz Bragoni trabaja el caso de Mendoza en la segunda mitad del siglo XIX ajustando las variables propuestas por Allen a la región: calorías y proteínas necesarias de subsistencia, días trabajados al año, estructura familiar, etcétera. Las canastas construidas por las autoras, una de acuerdo con Allen y otra con fuentes locales, arrojan resultados disímiles. En suma, la autora concluye que los ingresos mendocinos de lo más bajo de la escala social resultaron insuficientes para cubrir la canasta más confiable, por lo que es posible inferir que éstos se complementaban con otros provenientes del trabajo y actividades de mujeres y niños.

El libro constituye un aporte de vital importancia para los estudios de los niveles de vida en diversas regiones de América Latina. Las canastas de consumo construidas para los diferentes casos por los autores, y presentadas de forma esquemática y clara junto a su respectiva evidencia archivística, pueden ser un insumo importante para la comparación, contrastación y uso. Si bien los desafíos de esta tarea están claramente planteados en torno a las comparaciones ahistóricas, consideraciones de las características regionales y otras, su correcto uso como cruce de fuentes de diversa naturaleza las convierten en una herramienta importante para la historiografía. Sin dudas, el ejercicio que plantean los investigadores argentinos se convertirá en un aporte para el campo de conocimiento de la historia económica.

Referencias

Gelman, J. (Comp.), El mapa de la desigualdad en la Argentina del siglo XIX, Rosario, Prohistoria, 2011. [ Links ]

Santilli, D., La desigualdad en la Argentina. Apuntes para su historia, de la colonia a nuestros días, Rosario, Prohistoria, 2019. [ Links ]

1 Gelman, J., El mapa de la desigualdad en la Argentina del siglo XIX p. 11.

2 Santilli, D., La desigualdad en la Argentina. Apuntes para su historia, de la colonia a nuestros días, p. 15.

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