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Revista de historia de América

versión On-line ISSN 2663-371X

Rev. hist. Am.  no.163 Cuidad de México jul./dic. 2022  Epub 27-Feb-2024

https://doi.org/10.35424/rha.163.2022.1084 

Reseñas

Robinson Salazar Carreño, Familias de esclavos en la villa de San Gil (Nuevo Reino de Granada), 1700-1779, Bogotá, Universidad del Rosario, 2020, 364 pp.

Yoer Javier Castaño Pareja* 
http://orcid.org/0000-0003-1027-7962

*Universidad del Valle, Cali, Colombia, correo electrónico: yjcastano@gmail.com.

Salazar Carreño, Robinson. Familias de esclavos en la villa de San Gil (Nuevo Reino de Granada), 1700-1779. Bogotá: Universidad del Rosario, 2020. 364 pp.p. ISBN: 978-958-784-403-0.


Existen algunos estereotipos que pueden estar tan profundamente arraigados en el imaginario colectivo que atreverse a ponerlos en entredicho puede sonar a herejía, y quienes pretenden criticar a tales ídolos se convierten en chivos expiatorios y víctimas de una cacería de brujas. Dentro de la historiografía latinoamericanista subyacen algunos tópicos y lugares comunes que se yerguen en camisas de fuerza y hasta en obstáculos epistemológicos de los cuales es difícil desprenderse para plantear nuevos derroteros, sumergirse en cuestiones hasta entonces insospechadas y apreciar la diversidad del bosque sin que lo impida la frondosidad de un sólo árbol.

El libro deRobinson Salazar Carreño , Familias de esclavos en San Gil…, es el resultado de la tesis doctoral dirigida por la reconocida latinoamericanista Solange Alberro en El Colegio de México. Tal obra aborda el estudio del funcionamiento de la institución esclavista en el oriente neogranadino, y más específicamente, en la jurisdicción de aquella villa y su rival El Socorro durante gran parte del siglo XVIII. Aquel era un territorio en donde no tenía un peso dominante una economía exportadora, ya fuese agraria o minera. Tampoco era un área donde preponderaran demográficamente los africanos y sus descendientes, o donde fueran fundamentales como fuerza laboral. Sin embargo, y a pesar de la diversidad de fuentes primarias que dan cuenta de la presencia de este grupo humano en aquel espacio, esta minoría étnica tendió a ser olvidada y marginada en los trabajos históricos sobre el nororiente neogranadino. Afortunadamente, desde hace un par de décadas una nueva generación de historiadores empezó a corregir esta miopía, y con el planteamiento de nuevas preguntas y el análisis de diversas fuentes civiles y eclesiásticas empezaron a refutar esta mezquina mirada y a poner en entredicho los prejuicios racistas que negaban la existencia y el papel desempeñado por negros, mulatos y zambos en la conformación de aquella sociedad.1

La obra en cuestión se caracteriza no sólo porque saca a la luz los múltiples rostros de aquella minoría hasta hace poco desdeñada, sino también porque explica las diversas estrategias implementadas por el esclavo para constituir relaciones de parentesco, consanguinidad y compadrazgo con aquellos individuos de su misma condición y con sectores de otras razas de aquella sociedad estamental, sin romper violentamente con la institución esclavista. Es un trabajo que se aleja de describir al esclavo como víctima pasiva de unas circunstancias ajenas e impersonales, ya que lo muestra como un sujeto activo y un hábil negociador que utilizó algunos elementos del discurso legal y religioso de los dominadores en su beneficio, y que aprovechó algunas circunstancias de las estructuras materiales y demográficas de aquel entorno para extraer ventajas en provecho propio y de su prole.

Esto le permitió construir ciertos márgenes de autonomía e implementar tácticas con las cuales se aminoraba el peso y coacción de la dominación. Se recalca la capacidad de agency de los esclavos de aquella comarca para fabricar espacios de libertad propios, en los que dejaba de ser una simple sombra de su amo o un ente sin derechos ni garantías jurídicas. A la par, se resalta las interacciones móviles y flexibles de los esclavos con personas de otras calidades de aquella sociedad como los mestizos, los indígenas, los libertos y algunos miembros de la élite local. Con los tres primeros no solamente se laboraba hombro a hombro en las tareas cotidianas, sino que llegaron a constituirse fuertes relaciones de consanguinidad y compadrazgo que fueron vitales para los esclavos, pues les permitieron adquirir ciertas ventajas materiales, medrar en la vida, facilitar el camino para la manumisión, reducir las tachas sociales que impedían su movilidad social, encontrar apoyo en los momentos de infortunio y establecer alianzas.

El libro se elaboró con base en fuentes primarias muy heterogéneas (especialmente de origen notarial), documentos eclesiásticos (tales como actas bautismales y de matrimonio), juicios civiles y criminales, censos y padrones. Todos ellos fueron hallados y consultados en centros documentales locales, y en archivos y bibliotecas regionales, nacionales e internacionales. Sobre los primeros, vale la pena destacar los archivos Municipal de San Gil y Notarial del Socorro, así como los acervos parroquiales de ambos municipios y de Barichara, Guane y Pinchote resguardados en el Archivo Histórico Regional (adscrito a la Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga, Colombia). Este exhaustivo rastreo heurístico le permitió al autor tener acceso a documentos e información hasta entonces inédita y desconocida. A la par, y siguiendo las enseñanzas de los mejores representantes de la Historia Social, los datos fueron sometidos a sofisticados análisis estadísticos y clasificados en series, a partir de las cuales se hacen visibles los patrones demográficos de la población esclava de la antigua jurisdicción de San Gil en paralelo y comparación con las dinámicas poblacionales del resto de los habitantes de tal región.

La obra tiene una buena estructura lógica y un andamiaje coherente que sigue los lineamientos metodológicos de la Historia Social al comenzar con el análisis de las estructuras geográficas, materiales y demográficas. En los tres primeros capítulos se presentan perspectivas generales sobre la geografía y composición administrativa de la antigua jurisdicción de San Gil y las dinámicas demográficas de sus habitantes rurales y urbanos; luego la mirada se vuelve más particular y enfocada en los cautivos que subsistían en las villas, sitios y parroquias de la jurisdicción de San Gil. En general, se destaca el predominio de la población mestiza y blanca dentro de este espacio, el rápido crecimiento natural de la población mestiza en la segunda mitad del siglo XVIII, el recrudecimiento de las rivalidades entre los indios y los libres “de todos los colores” en la segunda mitad de esta centuria, los altos niveles de amancebamiento y relaciones ilegítimas, el predominio de la pequeña propiedad campesina, el mayor peso de la mano de obra libre y asalariada en las unidades de producción agrarias y textiles, el incremento de las rivalidades político-administrativas en este mismo período y el rápido desmembramiento territorial de tal ente jurisdiccional. A la par, se señala el leve declive de la población de esta área a finales de la década de 1770 y principios de 1780, como consecuencia de la sinergia de tres fenómenos calamitosos: la expansión de una epidemia, los agresivos cambios meteorológicos y las excesivas tasas tributarias y nuevos estancos impuestos por los funcionarios borbónicos.

En cuanto a la población esclava (en particular en el tercer capítulo) se destaca y explica el porqué del predominio de los esclavos criollos (la mayoría mulatos), la escasez de esclavos bozales, la pequeñez de las unidades esclavistas, y el predominio de las tareas en el cultivo y cosecha de tabaco, cacao y caña dulce, así como en la manufactura de textiles de algodón y sombreros. Además, se aborda el predominio de familias matrifocales en donde era ausente la figura paterna, la preponderancia de hijos naturales producto de relaciones ilegítimas o configuradas por fuera del matrimonio, la relativa alta venta en el mercado esclavista de mujeres cautivas con sus bebés, el predominio en la venta de esclavos jóvenes y niños, los precios de los cautivos y sus vaivenes dentro del mercado esclavista regional. Cabe resaltar que en este capítulo y en algunos fragmentos de los restantes se realizan importantes aportes que permiten adentrarse en la vida de los infantes esclavos durante el período colonial, un tema casi inédito en la historiografía colombiana y aún poco explorado en la latinoamericana.

El análisis continúa con los posibles aspectos que llevaron al predominio de la población esclava criolla sobre los bozales, las áreas de extracción y embarque de los pocos esclavos verdaderamente africanos de la jurisdicción de San Gil y las rutas de acceso desde Cartagena y la zona de Maracaibo y Caracas. Debido a su estratégica posición geográfica, desde San Gil también se revendían y distribuían esclavos hacia Vélez, Tunja y Santafé. Así mismo se estudia a los propietarios de esclavos, se les clasifica en diferentes categorías y se escudriñan las vidas de aquellos pocos que llegaron a convertirse en dueños de más de una docena de ellos.

El capítulo cuatro es el corazón de esta obra. A partir de la información proveída por las fuentes parroquiales de la jurisdicción y de su sistematización y análisis en bases de datos, Carreño ofrece al lector sus principales contribuciones al tema en particular, y a la disciplina histórica en general, pues se concentra en mostrarnos las diferentes configuraciones y heterogéneas composiciones de la familia esclava en San Gil. A partir de su análisis heurístico y hermenéutico, nos muestra y explica el porqué del predominio de las familias matrifocales (pues de cada diez familias de esclavos, ocho pertenecían a esta categoría), la alta ausencia de los padres en la crianza de sus vástagos y lo poco numerosas de las familias. También resalta la poca estabilidad de la vida en pareja entre los esclavos, la alta tendencia a las relaciones efímeras y esporádicas, la baja nupcialidad de la población esclava, la alta proporción de madres solteras y el papel central de la madre en la jefatura, asistencia y la educación de los hijos. Junto con ello, los esclavos se veían constreñidos a buscar parejas y a construir relaciones sexuales, de parentesco y compadrazgo con personas de otras propiedades. Para constituir este tipo de interacciones sociales los esclavos debían negociar con el amo, especialmente si se querían casar.

Alrededor del matrimonio de los esclavos y de la constitución de redes de parentesco fuera de la propiedad esclavista pugnaban tanto el poder y dominación de los amos, como la astucia del cautivo y su capacidad de convencimiento y persuasión. Estas prácticas se sostenían en una especie de relación contractual tácita, más o menos paternalista, ciertamente asimétrica, en la que el amo salía ganando porque al ofrecerle cierto margen de autonomía al esclavo podía fortalecerse en este su lealtad, obediencia y mayor disciplina en el trabajo, y hasta desahogarse en la cara provisión y mantenimiento de sus cautivos. La permisividad también era una estrategia para evitar sediciones y violentas venganzas. El esclavo tampoco perdía porque con el bautismo, el matrimonio y los vínculos alejados de la ortodoxia cristiana podía constituir redes de compañerismo y alianzas que le brindaban apoyo psicológico y moral, y le ayudaban no sólo a disminuir con el afecto el peso de la dominación sino también a tratar de mejorar su existencia material y progresar en la vida. Además, y particularmente con el matrimonio, se podía legitimar a los hijos concebidos a través de relaciones ilegítimas, garantizarles a éstos el acceso a una herencia y a otros derechos jurídicos y posibilitarles a la descendencia que se tenía con mestizos iniciar el camino hacia el proceso de blanqueamiento, ocultar la mácula de la esclavitud e ir venciendo los estigmas, estereotipos y prejuicios racistas que dificultaban la vida y obstaculizaban las ambiciones de los descendientes de africanos.

En este fragmento del libro se revelan los patrones de la vida conyugal de los cautivos de San Gil. Se señala que a los varones les era más fácil constituir parejas duraderas y que tendían a casarse más que las hembras, dado que no reproducían la condición esclava y porque algunas cautivas le rehuían al matrimonio para no verse doblegadas por un marido, y así evitar duplicar su situación de sometimiento. Posteriormente, se manifiesta la poca diferencia de edad entre los contrayentes (en oposición a los parámetros imperantes en las economías de gran plantación) y se señalan las temporadas del año en la que preferían realizarse las bodas en aquella región, en lo que influían tanto los ritmos del calendario litúrgico como los ciclos agrarios.

En el sexto y último capítulo se recalca el alto margen de acción de los esclavos de la jurisdicción de San Gil para socializar, interactuar e integrarse con otros grupos étnicos y en particular cómo utilizaban el sacramento del bautismo para establecer lazos de compadrazgo, vínculos no consanguíneos y parentescos artificiales estrechos y duraderos con miembros de otros sectores étnicos y jerarquías sociales. Estas interacciones les permitían a los esclavos forjar alianzas de camaradería y compadrazgo, mejorar su condición de fortuna en la vida, aumentar sus posibilidades de movilidad social, medrar en la vida y fomentar simbiosis y relaciones de mutuo beneficio con otros grupos sociales. Esto también les daba la posibilidad a los esclavos de construir mecanismos de respaldo y apoyo para alcanzar algunos de sus fines e intereses. Para los esclavos, contar con un padrino de alcurnia podría aumentar su cuota de poder ante sus congéneres, incrementar su jerarquía dentro de la propiedad esclavista, proporcionarle una porción más de respetabilidad y estatus, abrirle puertas para el ascenso social, encontrar un aliado en querellas judiciales y hallar apoyo en los procesos por manumisión. Para el padrino suponía aumentar su capital político, ampliar su red de influencia, fortalecer sus relaciones clientelares, tener posibles aliados o colaboradores que lo podían apoyar en un enfrentamiento con un adversario y hasta constituir su propio ejército privado.

Sin duda alguna, Robinson Salazar Carreño logra con creces tanto explicar los mecanismos activos que emplearon los cautivos para intentar darle sentido a sus vidas, como descubrir los espacios y márgenes dentro de los cuales los esclavos trataron de construir y conducir por sí mismos su existencia al ser dueños de su propio destino. A su vez, este libro nos hace conscientes de las múltiples formas que pudo asumir la esclavitud en el Nuevo Mundo y nos invita a reflexionar sobre otras dinámicas que se alejan de los paradigmas hegemónicos. A la par, este análisis regional permite encontrar puntos de semejanza y disparidad con otros espacios tanto neogranadinos como del más vasto orbe indiano, lo que cuestiona las viejas perspectivas de análisis y enriquece el gran abanico de posibilidades que podía asumir la existencia de los esclavos en Iberoamérica. Por ende, a través de esta obra el lector se sumerge en un universo que le presenta una imagen viva y dúctil de la esclavitud en aquel espacio en perspectiva comparada con otros territorios indianos, lo que le permite replantear algunos de los viejos tópicos y matizar los enfoques dominantes.

Referencias

Álvarez, Rodrigo y Riaño de Rojas, María Clemencia, “Demografía histórica e historia social de Girón, 1730-1800”. Trabajo de grado, Universidad Industrial de Santander, 2000. [ Links ]

Castaño Pareja, Yoer Javier, “Esclavos y libertos en la jurisdicción de Girón, 1682-1750”. Tesis de maestría, Universidad Industrial de Santander, 2007. [ Links ]

Castaño Pareja, Yoer Javier, “La actividad esclavista en el oriente neogranadino: el caso de la provincia de San Juan Girón, 1700-1750”, en Historia, Cultura y Sociedad Colonial siglos XVI-XVII. Temas, problemas y perspectivas, Yobenj Aucardo Chicangana Bayona (comp). Medellín: La Carreta Editores, 2008, pp. 235-268. [ Links ]

Pita Pico, Roger, “La posesión de esclavos como soporte a las economías de sus amos en el oriente neogranadino durante el siglo XVIII”, Historia y Espacio, vol. 4, núm. 31, 2008, pp. 89-117. DOI: 10.25100/hye.v4i31.1684 [ Links ]

Pita Pico, Roger, Los negros esclavos en Santander: desde la época de la conquista hasta las guerras de independencia. Bucaramanga, Dirección Cultural Universidad Industrial de Santander, 2015. [ Links ]

Ruiz Hernández, Liliana Fabiola, “Los esclavos en Girón, 1789-1851”. Trabajo de grado, Universidad Industrial de Santander, 1994. [ Links ]

Salazar Carreño, Robinson, “Vendida con su cría al pecho: la familia esclava en Pamplona en la primera mitad del siglo XVIII”, en Entre el poder, el cambio y el orden social en la Nueva Granada colonial. Estudios de caso, Diana Bonnet Vélez, Nelson González Martínez y Carlos Gustavo Hinestroza González (comps.), Bogotá, Ediciones Uniandes, 2013, pp. 265-290. [ Links ]

Salazar Carreño, Robinson, Tierra y mercados. Campesinos, estancieros y hacendados en la jurisdicción de la villa de San Gil en el siglo XVIII, Bogotá, Ediciones Uniandes, 2011. [ Links ]

1 Al respecto, véase: Roger Pita Pico, Los negros esclavos en Santander…; Roger Pita Pico, “La posesión de esclavos como soporte a las economías de sus amos en el oriente neogranadino durante el siglo XVIII”; Rodrigo Álvarez y María Clemencia Riaño de Rojas, “Demografía histórica e historia social de Girón, 1730-1800”; Yoer Javier Castaño Pareja, “Esclavos y libertos en la jurisdicción de Girón, 1682-1750”; Yoer Javier Castaño Pareja, “La actividad esclavista en el oriente neogranadino: el caso de la provincia de San Juan Girón, 1700-1750”; Liliana Fabiola Ruiz Hernández, “Los esclavos en Girón, 1789-1851”; Robinson Salazar Carreño, “Vendida con su cría al pecho: la familia esclava en Pamplona en la primera mitad del siglo XVIII”; Robinson Salazar Carreño, Tierra y mercados. Campesinos, estancieros y hacendados en la jurisdicción de la villa de San Gil en el siglo XVIII.

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