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Revista de filosofía Universidad Iberoamericana

versión On-line ISSN 2954-4602versión impresa ISSN 0185-3481

Rev. filos. Univ. Iberoam. vol.55 no.155 Ciudad de México jul./dic. 2023  Epub 17-Mayo-2024

https://doi.org/10.48102/rdf.v55i155.178 

Liminar

Pensar lo viviente. Derivas filosóficas en torno a la bioética

Think the Living. Philosophical Drifts Around Bioethics

Jonathan Caudillo Lozano* 
http://orcid.org/0000-0002-7003-7904

*Coordinador del dossier Ciudad de México, México. jonathan.caudillo@cenart.gob.mx


Bíos y zoé son dos nociones que se encuentran en la base de las reflexiones contemporáneas tanto en la bioética como en biopolítica. Su resonancia proviene de una experiencia originaria de lo viviente que aparece desde el pensamiento antiguo en Grecia, incluso antes que la filosofía. Los diversos derroteros de estas dos ideas han marcado las múltiples maneras en que la modernidad occidental ha comprendido la vida pero, al mismo tiempo, estas formas de comprensión ocultan su complejidad a través de una tendencia a reducirlas a objetos de la racionalidad instrumental.

Si bien se ha instalado la idea de que una de ellas refiere a la vida humana y otra a la vida animal, lo cierto es que en lo profundo de estas aproximaciones pulsa una conflictividad originaria, la cual se devela en cómo nos relacionamos con la vida, materias contenidas en las diversas transformaciones del concepto de bioética reunidas en los trabajos del presente número. La distinción propuesta por Karl Kerenyi en su libro Dionisos: raíz de la vida indestructible, zoé remite a la vida en su totalidad, la vida como unidad indiferenciada e infinita, manifiesta de múltiples maneras singulares sin privilegio particular de ninguna de ellas; por otro lado, bíos es la expresión singular y limitada de esa totalidad, no solamente en lo humano sino en los animales y las plantas, la vida finita que tiene su opuesto en el thanatos. Bíos es la vida en su singularidad diferenciada, así como en su finitud, mientras que zoé es la realidad subyacente a todo lo vivo y que, en cierta manera, los pone en una relación de parentesco o vínculo.

Con esta forma de entender el mundo pareciera que se abre la posibilidad de pensar lo vivo desde una perspectiva no antropocéntrica, la cual permite juzgar críticamente la forma en que se han desarrollado las relaciones de dominación sobre lo viviente dentro y fuera del territorio humano.

***

En su libro Bíos, Juliana González recupera esta distinción, a partir de las problemáticas planteadas en la modernidad: para la filósofa mexicana bíos y zoé tratan sobre esa realidad escindida propia de la modernidad en donde el alma y el cuerpo, la razón y la pasión, la naturaleza y la cultura surgen como dos realidades diferentes y opuestas entre sí. El problema de la modernidad tradicional es que ha tendido no sólo a confrontar estas dos realidades, sino también a privilegiar una por sobre la otra. González señala que el pensamiento bioético tiene un carácter dialéctico, entendido como una permanente relación de tensión entre el bíos y la zoé, la cual manifiesta sus condiciones dependiendo el problema al que nos enfrentamos.

Retomando el sentido de esta distinción, zoé se plantea como la vida biológica, con todos sus procesos necesarios, mientras que bíos es la vida espiritual o cualificada. La posibilidad de estar en el mundo depende de la relación de tensión irreductible entre ambos aspectos de la vida, en donde ninguno de los dos puede ser sometido al otro. Esta tensión irresoluble se encuentra en la base de todo pensamiento bioético, ya que ningún dilema puede ser resuelto por un sistema ético-teórico definitivo, sino que existe una permanente necesidad de diálogo, inter y transdisciplinario, que ofrezca modos de pensar profundamente estas zonas de conflicto. Para Juliana González, la dialéctica entre bíos y zoé exhibe una permanente oposición entre la libertad y la necesidad que conduce a tomar precauciones ante cualquier reduccionismo que clausure la potencia de esta misma, ya que es en la realidad una-dual de estos aspectos donde se despliega la posibilidad de habitarnos a nosotros mismos con el mundo.

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Estas consideraciones nos permiten comprender la multiplicidad y la plasticidad del concepto de bioética propuesto por Fritz Jahr en su pequeño texto Bio-ética: una perspectiva de la relación ética de los seres humanos con los animales y las plantas publicado en 1927, en donde el autor entra en una discusión con el imperativo kantiano mediante una perspectiva del bíos que, en cierta medida, incluye a la zoé. Fritz Jahr fue un filósofo, teólogo y educador alemán, cuya idea de bioética no se limitaba únicamente a la relación ética entre el médico y el paciente.

El imperativo bioético de Jahr intentaba extender las preocupaciones éticas de Kant más allá del territorio humano, proponiendo una manera de relacionarse con lo viviente como una alteridad cualificada, no reductible únicamente a objeto de uso humano. El pensamiento de Jahr proponía un posicionamiento ético ante la racionalidad instrumental dentro y fuera del territorio humano; por esta razón, su concepto de bioética incluía la zooética y al ecoética. Se trata de un primer acercamiento al desplazamiento de cierta forma de antropocentrismo que, en su crítica, parece recuperar cierta concepción originaria de lo viviente como esa totalidad múltiple y descentrada, de la que el ser humano es parte pero no el todo.

De los elementos más interesantes del pensamiento de Jahr no sólo resalta la manera en que repiensa la tradición científica y filosófica occidental, sino el reconocimiento de la necesidad de mirar y, sobre todo, escuchar a formas de pensamiento no occidentales. Jahr no creyó que el pensamiento bioético fuera un descubrimiento exclusivo de la modernidad occidental, al contrario, sus pequeños artículos dejan ver que la necesidad de reflexionar la relación con lo viviente, más allá de lo humano, existe en diversos momentos y culturas de la humanidad, y su concepto de bioética sólo ofrece elementos para hacer patentes esas aportaciones.

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En 1970 Van Rensselaer Potter recuperó el termino bioética, en parte, en el sentido de Jahr, pero principalmente como una manera de aportar elementos éticos a la práctica médica. Dada su formación como oncólogo, su sentido de bioética, en especial las líneas de investigación derivadas de su trabajo, se centra en las relaciones entre médico y paciente, así como en el área de la experimentación médica. En su texto, Bioética: La ciencia de la supervivencia considera este saber como una posibilidad para construir puentes entre las ciencias de la vida, las ciencias médicas y las humanidades, como una necesidad imperante ante el deterioro de nuestras relaciones con lo viviente humano y no humano. Durante mucho tiempo se consideró que el pensamiento bioético había nacido con Potter y que se limitaba a la ética aplicada a las prácticas médicas, sin embargo, el resurgimiento de las aportaciones de Jahr permitió comprender que el saber bioético es mucho más amplio y flexible, además de posibilitar la apertura de nuevas líneas de reflexión en diálogo con la ciencia, la política, el arte y la filosofía.

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El presente número de la Revista de Filosofía de la Universidad Iberoamericana se ha trabajado como un intento de visibilizar la diversidad de posibilidades que ofrece la bioética para pensar los problemas contemporáneos en relación a lo viviente. Sin descuidar la complejidad de la ética aplicada a la práctica médica, también se han considerado trabajos que permiten dar forma a un pensamiento no antropocéntrico, de cara a problematizar nuestra relación con lo viviente no humano.

Entre los artículos que dan forma a esta edición se encuentra el de Laura Angélica López Méndez, quien indaga en la cuestión del diseño inteligente en la legislación de la biología sintética en México y el problema de la influencia religiosa en una discusión que, desde la perspectiva de la autora, debería desenvolverse principalmente desde una mirada laica. También el texto de Germán Humberto Villa Fontecha, enfocado en ampliar el concepto de bioética para desplazarlo del territorio antropocéntrico y así problematizar las relaciones entre seres humanos y naturaleza. Por otro lado, encontramos el trabajo realizado en dupla por Ameli Karla Espinosa López y Elizabeth Eugenia Téllez Ballesteros quienes profundizan de lleno en los problemas de la experimentación en animales con un enfoque zooético. Finalmente, el escrito “Apuntes para una bioética social” de Ángel Alonso Salas inclina su reflexión al pensamiento bioético en el territorio de la colectividad humana, abriendo la brecha para pensar en formas de intervención sobre grupos y poblaciones vulneradas.

El lector de este número 155 de la Revista de Filosofía tendrá la posibilidad de aproximarse a un conjunto de perspectivas que, desde la diversidad, se abordan los problemas contemporáneos de la relación del animal humano y no humano con lo viviente.

Recibido: 19 de Enero de 2023; Aprobado: 10 de Marzo de 2023

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