Introducción
La adicción del ser humano a substancias lícitas e ilícitas es multifactorial, y los cambios que han ocurrido en el entorno social en el mundo aparentemente juegan un papel primordial en esta realidad. En las últimas 4 o 5 décadas se ha incrementado, a nivel mundial, el interés por precisar cuál es el daño que puede sufrir una persona por consumir cocaína. Aunque este enfoque ha recaído principalmente en lo que le puede ocurrir al adulto, también se han estudiado, descrito y enfatizado las alteraciones observadas en la mujer embarazada, en el feto, en la placenta, en el recién nacido y en el adolescente; sin embargo, es muy probable que su difusión no haya sido suficientemente intensa como para que los ginecólogos y los pediatras se involucren en informar a la comunidad médica y a la sociedad en general sobre esta problemática médico-social1-3.
Cocaína: farmacodinamia y fisiopatología
La cocaína es benzoylmethylecgonine alcaloide derivado de la hoja de la planta del género erythroxylum. Está disponible en 2 formas: hidrocloro de cocaína y como alcaloide purificado de la cocaína. La forma hidroclorhídrica es muy lábil al calor pero es hidrosoluble y se puede administrar por vía oral, intravenosa o por inhalación. La forma purificada es estable al calor pero no es hidrosoluble y solamente puede ser inhalada; esta preparación también se conoce como “crack”4-5.
La droga es absorbida fácilmente por las mucosas y es metabolizada por esterasas (colinesterasa) en el hígado, la placenta y el plasma. Esta función varía de persona a persona por su polimorfismo genético, su origen étnico, la época de la vida como la gestación, y en donde es más sensible es en el feto y la mujer embarazada, a dosis bajas del alcaloide6.
Es evidente que a partir de la década de los ochenta del siglo pasado, en los Estados Unidos se ha desatado una verdadera epidemia de consumo de drogas, y en particular de la cocaína, fenómeno que amenaza en convertirse en una pandemia, ya que también el mercado europeo ha sido invadido. Este incremento se debe, entre otras razones, a que el peligro de su consumo no fue ni ha sido atinadamente reconocido por los médicos y la población en general, al considerarse que era benigno y pasajero. A lo anterior se agregan otros factores, como el incremento mundial en su cultivo y, específicamente, su uso en la mujer, por su ingreso masivo al mercado laboral, la liberación sexual y los patrones familiares permisivos7.
Hace algunas décadas, el consumo de cocaína en la población adulta de los Estados Unidos era de alrededor de 5 millones, y la mayoría de los consumidores estaba en edad de procrear. Lo característico en esta población es que aproximadamente nacen más de 300,000 niños de madres adictas a la cocaína o al crack8.
Aunque es muy difícil precisar el porcentaje real de mujeres embarazadas que consumen cocaína en el mundo, diversos estudios muestran resultados que varían del 0.4 al 27%, con una prevalencia del 11%9.
Finalmente, hay que tener presente que los efectos secundarios observados en la mujer embarazada, en el feto, en la placenta, en el recién nacido y en el adolescente, no pueden ser totalmente atribuidos a la cocaína, ya que la gran mayoría de ellas también consume alcohol, tabaco u otras drogas, y además pueden cursar con una mala nutrición, sufrir enfermedades infecciosas diversas, recibir una inadecuada atención médica o su estilo de vida puede caer en el ámbito de la ilegalidad10.
De esta manera, en la actualidad médicos, abogados, sociólogos, antropólogos y la sociedad civil en general, se interesan por resolver verdaderos problemas de salud pública mundial, pero poco se preocupan por trabajar en estrategias eficientes para prevenirlos, sobre todo cuando están involucradas mujeres gestantes y sus productos11-12.
Peligros a considerar
Cuando la mujer embarazada consume cocaína se pueden esperar los siguientes efectos en ella y en el producto de la gestación:
Teratogénicos.
Alteración en el crecimiento y desarrollo del producto.
Patología placentaria y uterina.
Muerte in útero (óbito) y prematuridad.
Problemas del recién nacido para adaptarse a la vida extrauterina.
Daño posnatal.
a. Probablemente el vasoespasmo que causa la cocaína a nivel placentario y en el feto mismo, puede ocasionar diversas malformaciones a nivel genito-urinario, cardíaco, intestinal y cerebral, principalmente13.
El daño que la droga ocasiona en el cerebro puede causar un desarrollo inadecuado de éste, un proceso destructivo o una reacción anormal del tejido cerebral a dichas situaciones14.
Se ha reportado la existencia de agenesia del cuerpo calloso, ausencia del septum pellucidum, displasia septo-óptica, grave alteración de la migración neuronal en la sustancia blanca, disgenesia retiniana y colobomas así como infarto cerebral, hemorragia subaracnoidea, subependimaria o intraventricular, sobre todo cuando el cerebro es expuesto a la cocaína, próximo al nacimiento del producto15-17.
b. La cocaína aumenta 10 veces el número de hemorragias intrauterinas o desprendimiento de la placenta. Ello favorece la muerte del producto in útero (óbitos).
c. El desarrollo de trabajo de parto prematuro incrementa el riesgo de desprendimiento prematuro de la placenta y es la consecuencia de un incremento en la contractilidad uterina y del aumento de las catecolaminas circulantes.
d. Con frecuencia estos niños nacen con talla, peso y perímetro cefálico menor al esperado para su edad gestacional. Ello es consecuencia de una deficiente transferencia de nutrientes al feto por una disminución del flujo sanguíneo placentario18.
e. Una minoría de recién nacidos cuyas madres consumieron o consumen cocaína, desarrollan un síndrome neurológico caracterizado por patrón del sueño anormal, temblores, poco apetito, irritabilidad y, ocasionalmente, crisis convulsivas de corta duración19.
f. Varios estudios señalan el peligro de que algunos niños puedan desarrollar el síndrome de muerte súbita del lactante. Este fenómeno es de 3 a 7 veces más frecuente que en la población que no consume la droga. Los datos clínicos y de laboratorio sugieren que la regulación de la respiración de estos niños se presenta alterada5,20.
g. El efecto neurológico y cognitivo en las diferentes etapas de la niñez y la adolescencia no son muy claros ni significativos. Es muy probable que, si existe alguna alteración cognitiva, para establecer el diagnóstico preciso se requiere el empleo de pruebas psicológicas muy específicas que permitan detectar cualquier anomalía en el funcionamiento de los sistemas límbico, hipotalámico o el extrapiramidal18,21.
h. Otros efectos reportados involucran problemas en el lenguaje y la lectura, debido a la deficiente identificación de letras en una palabra, la fluidez de la lectura y su comprensión. En los adolescentes pueden ocurrir problemas en el control inhibitorio, situación que los lleva a tomar conductas de riesgo como delinquir, el uso de sustancias y actividad sexual promiscua22,23.
Conclusión
Los efectos dañinos de este alcaloide en la mujer embarazada y en el producto de la gestación deben ser conocidos y entendidos no solamente por el grupo médico y paramédico que atiende a estas personas, también requiere de una amplia difusión en la población general que está en edad de procrear para evitar un incremento en la mortalidad y morbilidad del binomio madre-hijo.