Este libro de María Ángeles Durán constituye una contribución sobresaliente al conocimiento del trabajo no remunerado. Lo que diferencia este estudio de otros que ha realizado la autora es la amplitud del ámbito de observación y de reflexión. Si bien se refiere más a España por ser el país que mejor conoce, su propósito es analizar la realidad a escala global, y para ello utiliza cerca de un centenar de fuentes de datos internacionales. Prefiere utilizar el término global antes que mundial precisamente para destacar la creciente interdependencia de la sociedad y la economía en todas partes del planeta.
En primer lugar la obra tiene un objetivo de elaboración conceptual en torno al trabajo remunerado y no remunerado, y hace énfasis en las dificultades para definir y captar los distintos tipos de trabajo y las fronteras entre ellos. Destaca, en segundo término, el propósito de contrastar los conceptos con la información empírica disponible, y finalmente sobresale la presentación de resultados de investigaciones poco divulgadas hasta ahora. Retomamos en esta reseña algunos de los análisis, reflexiones y hallazgos que consideramos más motivadores para aquellos que están realizando análisis de las encuestas de uso del tiempo, las cuales afortunadamente han proliferado en México y en América Latina en los últimos años.
Los primeros capítulos constituyen una referencia obligada para profundizar el análisis en torno a conceptos tales como: trabajo, empleo, trabajo no remunerado, trabajo de voluntariado, trabajo forzoso, la denominada “inactividad”, el trabajo informal, los sistemas de cuentas nacionales, y la relación entre el sindicalismo y los trabajadores del futuro. En lo que respecta a los hogares, la autora analiza de manera pormenorizada los conceptos en torno a su estructura, la red de usuarios del trabajo no remunerado y los lugares en que se lleva a cabo. De manera subsecuente se aboca a la presentación de los sistemas de cuentas nacionales y a la opacidad que existe en ellos en lo que respecta al trabajo no remunerado. En estas partes de la obra, las y los lectores encontrarán un detallado estudio de la Contabilidad Nacional de España, en particular de los hogares, así como de los ingresos, sus diversas fuentes y de los indicadores multidimensionales de la pobreza.
Resulta especialmente interesante el capítulo sobre el contenido del trabajo no remunerado y la perspectiva de la autora en torno a las encuestas de uso del tiempo. María Ángeles Durán nos dice que estas encuestas constituyen hasta ahora el mejor instrumento disponible para conocer el trabajo no remunerado, y que en este sentido mucho han aportado los organismos de estadística y algunas asociaciones de investigación. Sin embargo no se detiene en los elogios e indica que dichas encuestas no están exentas de dificultades, como la carencia de encuestas periódicas comparables y la infraestimación del tiempo dedicado al cuidado, lo cual se ha producido por la desatención a las actividades simultáneas o secundarias. En este contexto la autora repasa con minuciosidad las peculiaridades de diversos tipos de trabajo no remunerado, en diversas partes del mundo, como la preparación de alimentos, el cuidado de niños, de enfermos y discapacitados y el de personas mayores dependientes. Asimismo es especialmente aguda su reflexión en torno a la gestación y el trabajo que ésta representa:
Desde la perspectiva de la Contabilidad Nacional, el nacimiento de un niño reduce la renta per cápita, en tanto que la de un cordero la aumenta. Se considera activo al que cuida los corderos, pero al que cuida niños sin cobrar se le considera pasivo. Sin embargo, pocos podrán poner en duda que gestar y dar a luz un niño es trabajoso, que cuidarle es una ocupación absorbente y que los niños son aún más necesarios a una sociedad que los corderos [p. 219].
También la reflexión en torno a las personas mayores dependientes es particularmente motivadora, y está basada en información generalmente poco conocida. Por ejemplo, para el caso de España se presentan las actividades que se realizan entre los 65 a 69 años y los 85 y más años; la transferencia de actividades como consecuencia del envejecimiento hacia el o la cónyuge, los hijos u otros familiares con quienes se convive, los familiares y vecinos con quienes no se convive, las y los empleados domésticos; las opciones preferidas para los padres en caso de dependencia; y las expectativas personales en el caso de la propia dependencia.
En esta parte habría que subrayar el planteamiento que se hace en torno al trabajo de la muerte y la memoria. Nos dice la autora:
La muerte es un acontecimiento tan definitivo que parece inoportuno referirse a ella en términos económicos. Sin embargo, alrededor de la muerte (la lucha contra ella, su anticipación, la época previa, los acontecimientos que la rodean, las honras fúnebres, el luto y la conservación de la memoria) se tejen numerosas e importantes relaciones sociales en las que participan no sólo los protagonistas sino sus familiares, amigos y gran cantidad de agentes sociales […] la muerte consume tiempo de dedicación del que va a morir y de quienes le rodean. Un tiempo incompatible con la dedicación al mercado y, por tanto, aunque sea a sensu contrario, con significado económico [pp. 268-269].
El libro ofrece aportaciones en lo que concierne a otras cuestiones igualmente relevantes, como la búsqueda de equivalencias al valor del trabajo no remunerado. Se nos aclaran los detalles de los dos métodos principales destinados a este propósito: el de output (donde se asigna un valor a cada uno de los bienes y servicios producidos) y el de input (asignación de un valor a los recursos invertidos, principalmente trabajo). María Ángeles Durán aplica este último método en sus dos variables de estimación, por costo de sustitución y por costo de oportunidad. Para el costo de sustitución recurre a los datos generados por la Encuesta sobre Tiempo de Cuidado, realizada en España en 2009. Se analizan los costos del cuidado remunerado de los niños, de las personas mayores dependientes, así como la remuneración de los cuidadores inmigrantes.
Resulta especialmente interesante el estudio del costo de oportunidad, es decir de los ingresos perdidos por los cuidadores, el cual se realiza a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida en España. Citamos a continuación algunas indicaciones de las dificultades y el tipo de decisiones que hay que tomar en este clase de ejercicios:
Si el trabajo doméstico se realiza por un asalariado que por tal motivo ha de abandonar su empleo, la pérdida media equivale a 20 024 euros anuales. Si lo hace un pensionista, sus ingresos por tal concepto son como media 11 023 euros anuales, pero la ocupación en el trabajo doméstico no conlleva riesgo de perder su retribución […] Si quien realiza el trabajo doméstico es un o una desempleada tampoco conlleva el riesgo inmediato de pérdida de su retribución por desempleo, aunque reduzca las probabilidades de encontrar un nuevo empleo [p. 303].
Sin duda hay muchos aspectos a tomar en cuenta en lo que a primera vista parecería un cálculo más sencillo.
En este capítulo, María Ángeles Durán nos entrega su punto de vista y sintetiza sus estudios sobre las Cuentas satélite de trabajo no remunerado, a las que considera como soluciones de compromiso contable y un campo donde queda mucho por hacer. Reflexiona sobre las recomendaciones de Naciones Unidas sobre este particular, en las cuales se propone que se otorgue al trabajo doméstico un valor similar al de un empleado de hogar. Durán considera que ello no resuelve las demandas de los movimientos de mujeres, los cuales tienen una clara conciencia del alto costo del trabajo doméstico en términos de costo de oportunidad. Juzga que aceptar este criterio equivale precisamente a lo contrario de lo que se pretende, pues reduce a la población femenina al nivel más bajo del mercado de trabajo asalariado. Sin embargo considera que por provenir de las Naciones Unidas puede ser conveniente aceptar dicho criterio con miras a lograr un mínimo acuerdo internacional.
Los últimos capítulos de la obra son especialmente importantes para los sociodemógrafos pues están dedicados a la migración laboral, al empleo doméstico remunerado y a la estimación de la demanda futura de cuidados en las distintas regiones del mundo. Según la autora, las migraciones laborales son la mejor prueba de que en algunos lugares los trabajadores no consideran satisfactorias sus condiciones de trabajo, o al menos no tan satisfactorias como podría ser si emigrasen a otros países. Asimismo menciona cifras verdaderamente reveladoras en torno a este fenómeno; por ejemplo, refiere que según el Population Reference Bureau de Estados Unidos, en 2020 un tercio de todos los niños de ese país vivirá en un hogar inmigrante. Además, según una encuesta llevada a cabo por Gallup en 135 países, 16% de la población adulta desea emigrar permanentemente a otros países en búsqueda de un futuro mejor. Desde la óptica del cuidado, las migraciones laborales originan una “maternidad a distancia”, y algunos autores plantean este fenómeno como una “fuga de cerebros”, o como el establecimiento de “cadenas mundiales de afecto y asistencia”.
Sobre el análisis de las características de los inmigrantes en España, las y los lectores encontrarán en esta parte datos recientes sobre sus características sociodemográficas, el monto de las remesas y la contracción que ha provocado la crisis que comenzó hacia finales de 2008 y principios de 2009. Hay que tener en cuenta que en este periodo disminuyeron las remesas desde España, pero no ha habido un retorno masivo de emigrantes desde ese país. María Ángeles Durán examina también en esta sección la polémica sobre la contribución de las remesas al desarrollo. Apunta que nadie duda que las remesas contribuyen directamente a elevar el PIB en el país receptor y a reducir la pobreza, pero lo que se discute es su efecto indirecto y diferido sobre la propensión al empleo, y el tipo de consumo/inversión al que los fondos se dirigen. Las cantidades enviadas desde España son modestas, lo cual apunta, dice la autora, a que se trata de aportaciones para la subsistencia, gastos de mantenimiento o regalos, más que de traslado de ahorros con la finalidad de efectuar inversiones en los países de origen de los migrantes.
El capítulo sobre el trabajo doméstico remunerado, titulado “La contratación de trabajo sustitutivo en los hogares”, ofrece varios aspectos relevantes: aborda cuestiones teóricas, políticas, las propuestas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), así como la perspectiva del mercado laboral y muchos otros aspectos como la perspectiva de las asociaciones de trabajadores domésticos y el impacto de la ley de dependencia en España, así como la inaccesibilidad de los servicios remunerados de cuidado para las rentas medias y bajas. El punto de partida es la estimación de la OIT de que cerca de 100 millones de trabajadores en todo el mundo trabajan como empleados domésticos remunerados en los hogares (la inmensa mayoría son mujeres). Muchos piensan que existe una tendencia hacia la reducción del número de estas trabajadoras, pero la autora apunta que existen fenómenos que pueden llevar a tendencias de sentido contrario como la desigualdad en el ingreso y la escasez de empleo en muchos países no desarrollados, el abaratamiento y la facilidad de traslado, la incorporación al empleo de las mujeres y el envejecimiento en los países desarrollados, así como lo que denomina “la dificultad en aumentar el rendimiento y la productividad en los servicios de proximidad, que requieren un trato cercano entre quienes los prestan y los reciben” (p. 368).
Este capítulo (y toda la obra) está escrito en un estilo ágil y ameno. Su lectura se facilita porque se incluyen datos y referencias provenientes de muy diversas fuentes, como indicamos más arriba. En el caso del trabajo doméstico remunerado hay numerosas referencias a las encuestas de empleo y otros datos cuantitativos, pero también a datos hemerográficos como los anuncios de ofertas de empleo en la prensa española; por ejemplo, en lo que toca a estos anuncios se advierte que:
Ninguna de las ofertas de empleos recogidas en esta selección explicita que el trabajador haya de ocuparse de personas mayores, por lo que podría interpretarse que se trata de empleos para sustitución en las tareas del hogar de mujeres jóvenes con hijos pequeños, incorporadas al mercado de trabajo. Sin embargo, el cuidado de ancianos es la ocupación principal de muchas empleadas de hogar. En varios de los anuncios se requiere u ofrece un perfil relativamente cualificado: [se buscan personas] “cultas, dinámicas”, con “carnet de conducir y coche propio”, “buen inglés”, que apuntan a un tipo de trabajo más orientado al trato personal y directo con los miembros del hogar que a las tareas básicas de limpieza y mantenimiento, que son las que principalmente asumen las empleadas de hogar en jornada parcial y discontinua [p. 403].
El último capítulo es tal vez uno de los de mayor trascendencia, pues aquí la autora nos entrega las estimaciones que ha realizado sobre la demanda futura de cuidados a nivel global. Se presentan estimaciones para Europa, África, Asia, Latinoamérica y el Caribe, Oceanía, y desagregados para los siguientes países: España, Japón, India, China, Estados Unidos y Canadá. Primero se ofrecen los pormenores de las diferentes escalas que permiten llevar a cabo estas estimaciones: escala de Madrid I y II, escala de Santiago de Chile, y también otras menos conocidas como la escala de Granada, la de Freetown y la de Valencia (producto de un seminario con estudiantes de doctorado en esa universidad que habían trabajado previamente la escala de Madrid).
Los resultados de estas estimaciones son verdaderamente impresionantes, además de contrastantes en diversas partes del mundo. Por ejemplo, para 2050 la demanda de cuidados por persona en España se incrementará 50% respecto a la situación actual, y de esa demanda total, el cuidado de las personas mayores de 65 años absorberá casi 47%. Por su parte, para 2050 China perderá el bono demográfico que actualmente disfruta: la demanda de cuidados de quienes tienen entre 65 y 80 años se triplicará y la demanda de octogenarios se multiplicará por cuatro. En Estados Unidos y Canadá las demandas provenientes de octogenarios se duplicarán. En la región de América Latina y el Caribe las cifras también son reveladoras: la demanda proveniente de aquellos con edades entre 65 y 80 años más que se duplicarán con respecto al momento actual, y la de octogenarios casi se cuadruplicarán. En pocas palabras, aunque las diferentes escalas estimulen controversias y variantes que probablemente seguirán desarrollándose y refinándose, lo que estos ejercicios revelan es que en unas cuantas décadas se harán insostenibles los modelos tradicionales de cuidado.
Ante esta situación, en las últimas páginas del libro María Ángeles Durán construye diferentes propuestas teóricas y normativas de nuevas formas de distribución del cuidado. La autora nos alerta y nos explica que se trata de un ejercicio mucho más complejo que los anteriores, por las implicaciones ideológicas que conlleva sobre el futuro de las sociedades a las que pertenecemos. En los distintos escenarios que se construyen se modifica principalmente la edad y la condición de hombre o mujer, y en uno de ellos se hace intervenir al Estado, al mercado y al voluntariado nacional e internacional. Desde nuestra perspectiva, he aquí una línea de reflexión e investigación que deberíamos considerar de máxima prioridad en el presente y en los años por venir.