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Frontera norte
versión On-line ISSN 2594-0260versión impresa ISSN 0187-7372
Frontera norte vol.12 no.24 México 2000
Nota crítica
Algunas características demográficas de la población de la frontera México-Estados Unidos
Elmyra Ybáñez Zepeda*
* Profesora-investigadora del Departamento de Estudios de Población de El Colegio de la Frontera Norte. Dirección electrónica: elmyra@colef.mx.
Una de las características particulares de la frontera México-Estados Unidos es la relación cotidiana de la población que cruza a través de ella en ambos sentidos; no sólo la población, también las mercancías y el dinero cruzan diariamente. El movimiento de las personas tiene lugar debido a que cruzan para trabajar, estudiar, ir de compras, realizar todo tipo de actividades recreativas y visitar a familiares y amigos.1 En esta región, la salud, la seguridad y los asuntos ambientales y sociales no conocen fronteras. Por otra parte, el crecimiento acelerado de la población debido a la migración2 por motivos laborales hacia la frontera mexicana ha originado una gran concentración urbana en algunos de los municipios fronterizos.
Esa capacidad de crecimiento demográfico se ha sostenido a partir del desarrollo comercial, de los servicios al turismo, de los convenios bilaterales de migración y de la localización de la industria manufacturera de exportación (Estrella et al., 1999).
De la frontera norte se han hecho estudios demográficos sobre la composición por edad y sexo de la población, tanto para los condados del sur de Estados Unidos como para los municipios del norte de México, comparando así sus estructuras y dinámicas (Corona, 1991; Ham, 1991; Weeks y Ham, 1992; Stiles, 1998, y Estrella et al., 1999). Sin embargo, ha habido pocos (y limitados) intentos de enfocar, en un mismo estudio, ambos lados de la frontera (Coubés, 1999). En este sentido, esta nota analiza algunas características demográficas de la población que habita la frontera México-Estados Unidos, con la finalidad de comenzar a tener información de los indicadores de la dinámica demográfica en ambos lados de la frontera.
Por lo anterior, para ambos países se muestran algunos datos que permiten comparar la dinámica demográfica en ambos lados de la frontera y plantear preguntas acerca del futuro de la población fronteriza a partir de datos disponibles en los censos de Estados Unidos de 1980 y 1990 y en la Current Population Survey de 1998, para Estados Unidos; los Censos de Población y Vivienda de 1980 y 1990, los Indicadores Socioeconómicos e Índice de Marginación Municipal de 1990, para México, y los Perfiles de Salud de las Comunidades Hermanas 1989-1991.
A continuación se describen algunos de los cambios demográficos ocurridos en la población de ambos lados de la frontera: tasas de crecimiento, concentración de la población en ciertos condados y municipios, porcentaje de la población de origen hispano en los condados de la frontera sur de Estados Unidos; así como algunos indicadores demográficos y socioeconómicos: índice de marginación para los municipios de México y porcentaje de familias pobres para los condados de Estados Unidos; incremento de la población entre 1980 y 1990, tasa bruta de natalidad, mortalidad infantil y mortalidad ajustada, de algunos pares condado/municipio seleccionados.
Los cambios en la población
Describir con números los cambios de las últimas dos décadas permite observar las diferencias entre las poblaciones de uno y otro lado de la frontera. La concentración de la población en los estados fronterizos para 1990 se da de la siguiente manera: en Estados Unidos el 21 por ciento del total de su población se concentra en los estados de California, Arizona, Nuevo México y Texas; en México, es el 16.3 por ciento de la población total la que se distribuye entre Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Ahora bien, no toda la población que habita en estos estados tiene un contacto directo con la frontera. Para tener una mejor aproximación, a través de los datos disponibles en estadísticas, se consideran los municipios y condados fronterizos (Zenteno y Cruz, 1988). Los condados de la frontera sur de Estados Unidos concentran al 2.1 por ciento de la población total del país, que representa el 10 por ciento de la población de los cuatro estados; para México, es el 4.7 por ciento de la población total la que vive en los municipios de la frontera norte y es el 29 por ciento de la población de los estados norteños la que habita en ellos.
El crecimiento demográfico de la frontera ha sido mayor que el que se da al interior de los países. Ya en 1940, mientras para Estados Unidos y México las tasas de crecimiento anual eran de 0.7 y 1.72 por ciento, respectivamente, los condados tenían tasas de 1.3 por ciento y los municipios del 3.6 por ciento. Entre 1950 y 1960, tanto para los condados como para los municipios fronterizos las tasas de crecimiento anuales estuvieron por arriba del 4.5 por ciento y después de esta década comenzaron a descender, manteniéndose siempre por arriba de la tasa de crecimiento de cada país. El incremento acelerado de la población en esta región se debe, principalmente, al aporte migratorio. En este sentido, una de las características de la población de la frontera norte de México es que se trata de una población predominantemente urbana con una dinámica demográfica de alto crecimiento ocasionada por la migración proveniente de algunas zonas más al sur del país. Para la población de los condados de la frontera sur de Estados Unidos (con excepción de San Diego), lo que resalta es el predominio rural respecto de otros condados al interior del país, además de la proporción mayoritaria de población de origen mexicano3 dentro de ellos.
La población de no hispanos decrece
La forma en que se concentra la población en Estados Unidos según su origen (no hispano, hispano y mexicano) explica, en cierto modo, algunas de las diferencias en el cambio demográfico al interior de la población. Del total de los no hispanos en Estados Unidos el 17 por ciento se encuentra en los cuatro estados sureños; así, el 60 por ciento de la población de origen hispano se concentra en esa región y el 82 por ciento de la población de origen mexicano que habita en ese país vive en esos estados. Cabe resaltar que de ese porcentaje de mexicanos el 45 por ciento se encuentra en California y el 29 por ciento en Texas, lo que habla de una preferencia por ambos estados, especialmente en algunos de sus condados, que, como se verá más adelante, concentran a más del 75 por ciento de la población total de los condados fronterizos. En seguida se señalan los cambios ocurridos al interior de la población que habita en la frontera del lado estadunidense.
Con base en datos del censo de Estados Unidos para 1980 y 1990 y de la Current Population Survey para 1998, puede afirmarse que la población de origen no hispano en los estados colindantes con México está disminuyendo. Mientras que en 1980 la población de no hispanos en Estados Unidos representaba el 93.6 por ciento del total, para 1998 era el 88.6 por ciento. Esta disminución se observa con mayor fuerza en los estados del sur, donde los hispanos llegan a representar el 40 por ciento de la población (Nuevo México 40.6%, Texas 32.6%, California 30.5% y Arizona 29.3%). La disminución de la población no hispana hace pensar que existe un tipo de migración por parte de este grupo de población hacia otros estados del país y que los que se quedan en la frontera son, en su mayoría, personas de edades mayores que prefieren permanecer en su lugar de origen. Más adelante se revisan las estructuras por edad y sexo de los estados y de los condados para observar mejor estas tendencias; lo que se puede destacar es que la población no hispana está envejeciendo a un ritmo más acelerado que la de los hispanos.
La población de hispanos de origen mexicano aumenta
El grupo de hispanos se compone de personas de origen latinoamericano en su mayoría. Dentro de este grupo las personas de origen mexicano representan un poco más del 90 por ciento en Texas y Arizona, en California son el 83 por ciento y en Nuevo México sólo representan el 60 por ciento del total de hispanos. De la misma forma en que el grupo de no hispanos decrece en estos estados, el grupo de los hispanos de origen mexicano crece.
La proporción de la población de origen mexicano se ha duplicado entre 1980 y 1998, al pasar del 3.8 por ciento al 7.4 por ciento, por lo que ha aumentado su representatividad a nivel país. El 80 por ciento de los mexicanos que viven en Estados Unidos se concentra en los estados fronterizos con México. En 1998, e1 29.9 por ciento de la población de Texas era de origen mexicano; lo siguen Arizona con 28 por ciento, California con 25.4 por ciento y, finalmente, Nuevo México con el 23.2 por ciento de su población perteneciente a este grupo. Ahora bien, considerando los diez condados que concentraban en 1980 más del 95 por ciento de la población fronteriza (San Diego, Pima, El Paso, Hidalgo, Cameron, Webb, Dona Ana, Imperial, Yuma y Cochise), en general resaltan dos tendencias: por un lado, la población de no hispanos tiene un crecimiento inferior respecto a los hispanos (con incrementos que no pasan del 28.3% entre 1980 y 1990 Dona Ana) y en cinco de los condados llega a ser negativo (el que tiene un mayor decremento es Imperial, con el -6.8% para el periodo considerado). Por otra parte, la población de hispanos de origen mexicano muestra una tendencia de crecimiento sostenido durante el periodo (los incrementos van de entre el 21.2% para Cochise al 90.3% para San Diego).
La población de origen mexicano incrementa su participación en el transcurso de una década y, observando las tendencias, seguirá haciéndolo. Aquí puede surgir la pregunta: ¿Hasta dónde crecerá la proporción de personas de origen mexicano que viven en estos condados?
La población no se distribuye uniformemente a lo largo de la frontera; más bien, existe tanto para México como para Estados Unidos una alta concentración hacia ciertos condados y municipios. En la franja fronteriza del norte de México se localizan ocho municipios que en 1990 tenían más de 100 mil habitantes: Tijuana, Mexicali, Nogales, Ciudad Juárez, Piedras Negras, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros. En estos municipios residía en 1990 cerca del 82.9 por ciento de la población fronteriza, lo que habla de una concentración en estos municipios. Lo mismo sucede en los condados de Estados Unidos que hacen par con estos municipios: San Diego, Imperial, Santa Cruz, El Paso, Maverick, Webb, Hidalgo y Cameron, que concentran el 77.7 por ciento de la población que reside en los condados fronterizos.
Ya en estudios anteriores se había detectado que la región de la frontera sur de Estados Unidos (los condados fronterizos) tenía niveles de vida y de desarrollo económico por debajo de los niveles generales del país; en cambio, los municipios de la frontera norte de México muestran los más bajos niveles de marginación a nivel país. Aunque los conceptos de pobreza y marginacion4 que se utilizan en ambos países no son compatibles entre sí, con fines comparativos de lo que sucede al interior de cada país, ayudan a aclarar ciertas diferencias. Es de observar que entre más al este de la frontera sur de Estados Unidos se encuentre el condado (por ejemplo, en el estado de Texas, donde la proporción de población de origen mexicano es mayor al 60% del total), mayor es la proporción de pobres. San Diego tiene una proporción del 8.1 por ciento de familias pobres; en los demás condados considerados la proporción de familias pobres es mayor que el 20 por ciento, siendo Maverick (45.6%) el caso extremo. En cambio, en los municipios de México, además de ser de muy bajo el índice de marginación (-1.66 para Matamoros y -2.04 para Ciudad Juárez), muestra cierta homogeneidad a lo largo de la frontera.
También las diferentes estructuras de la población mexicana y de la estadunidense muestran diferencias en el comportamiento de la natalidad, la mortalidad infantil y la mortalidad general, mismos que se ref1ejan en el crecimiento de cada una de ellas. Resalta el alto crecimiento durante la década 1980-1990 en municipios como Tijuana, Nogales y Ciudad Juárez, con incrementos del 62, 58.6 y 40.7 por ciento, respectivamente, en relación con San Diego, Santa Cruz y El Paso (34.2%, 45.1% y 23.3%, en cada caso). En los demás pares, el crecimiento entre condado y municipio tiene diferencias relativas más cercanas. Sin embargo, Nuevo Laredo muestra una tendencia contraria, ya que el crecimiento de su población entre 1980 y 1990 es poco más de cuatro veces menor que el de Webb, a pesar de que la tasa bruta de natalidad de ambos se encuentra en alrededor de 29 por mil. Existe una mayor mortalidad infantil en los municipios respecto de los condados vecinos, siendo Tijuana, Nogales y Juárez los que tienen una tasa de mortalidad infantil por arriba del 30 por mil.
Las tendencias demográficas de cada par municipio/condado tienen un comportamiento variable y no generalizable, por lo que se deben considerar por separado. Las hipótesis tienen que basarse en lo que se puede esperar, social y económicamente, de los cambios demográficos, tanto en los países como en la frontera, y más específicamente en las ciudades fronterizas. En Estados Unidos la población de no hispanos está decreciendo mientras que la de hispanos (mexicanos en su mayoría) está creciendo, y en conjunto, la población de los condados de su frontera sur aumenta. Por otra parte, la población de los municipios de la frontera norte de México crece, aunque este crecimiento se ha desacelerado en las ultimas décadas.
A modo de conclusión
Los procesos demográficos tienen relaciones directas con las transformaciones económicas y sociales. Lo que suceda en el futuro depende, en mayor medida, de las condiciones económicas y sociales imperantes en ambos países. En este sentido, contar con información demográfica comparable en ambos lados de la frontera es un buen principio para que, más adelante, se pueda proponer un modelo para proyectar a la población fronteriza que integre la especificidad de cada par condado/municipio. La frontera es una región particular donde se establecen relaciones que permean el comportamiento demográfico de la población. Así, aspectos como las relaciones existentes entre México y Estados Unidos, los acuerdos comerciales y de tránsito de las personas; el reforzamiento policiaco de la frontera para contener la migración indocumentada; las puertas para la migración dependiendo de las necesidades locales en los condados y municipios, y el intercambio entre regiones en materia de recursos naturales, espacio e individuos, no pueden aislarse de los cambios en la dinámica demográfica.
La población es una variable fundamental en el análisis y las propuestas de desarrollo que vinculan a ambos países. Contar con proyecciones y ver hacia dónde puede darse el cambio demográfico, hacia dónde se dirigen las tendencias, ayudará a planificar y crear los medios para que la población en ambos lados fortalezca sus relaciones ya existentes. Es de esperarse que se desarrolle un ámbito de mutua comprensión, ya que dos poblaciones nacionales comparten un mismo territorio, separado por una línea por donde pasan no sólo personas, mercancías e ideas, sino la vida misma.
Bibliografía
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Notas
1 Dependiendo de las características (edad, condición de actividad), del origen y destino de la población, la intensidad y dirección de los cruces es variable.
2 La frontera norte de México ha sido una zona de atracción de migrantes no sólo por el desarrollo y oferta de trabajo en esta región del país sino tambien por la cercanía con Estados Unidos y la posibilidad de trabajar en el país vecino. En este sentido, la migración es un fenómeno demográfico sobre el que ambos países han hecho esfuerzos por conocer su dinámica y repercusiones tanto para la región como para los países (Corona, 1991; Ham, 1992; Hans, 1996; Martin, 1996, y PPIC, 1997).
3 La población de origen mexicano incluye a personas nacidas en México, en Estados Unidos de padres mexicanos y a quienes se declaran de origen mexicano.
4 El Buró del Censo de Estados Unidos define la pobreza de acuerdo con el nivel de ingreso, a partir del cual establece un umbral para detectar quién es pobre (U.S. Census Bureau, 1990). El índice de marginación integra y resume los valores de nueve indicadores que miden la marginación: alfabetismo, primaria, drenaje, electricidad, agua, hacinamiento, piso de tierra, localidad de menos de cinco mil habitantes e ingreso (Conapo, 1993).