Introducción: El contexto de las movilizaciones feministas en México
“Alerta, alerta, alerta que camina…” es la consigna que ha resonado con fuerza en Latinoamérica durante los últimos años. Desde la #Mareaverde continental que se mueve en las calles por la despenalización del aborto, hasta las más de 208 réplicas de la performance de “Un violador en tu camino”2 en ciudades latinoamericanas (García González & Guedes, 2020), las protestas feministas han trascendido su carácter local para articular las exigencias de justicia de las mujeres ante las problemáticas regionales compartidas. De hecho, se considera que la articulación en redes transnacionales a través de las tecnologías y la ampliación de los repertorios de protesta (con hashtags, contenidos audiovisuales, performances y creaciones artísticas en línea) constituyen el rasgo característico de la “cuarta ola feminista” (García González, 2022; Garrido Ortolá, 2022; Laudano, 2019; Pedraza & Rodríguez, 2019). Incluso, por la potencialidad de esta apropiación del espacio digital, se plantea un devenir feminista de la protesta que cuestiona y transforma las usuales formas de organización, expresión y liderazgos masculinos de los movimientos sociales (Rovira Sancho, 2018). No obstante, es necesario reconocer que las acciones colectivas promovidas por conversaciones y hashtags en plataformas tienen su correlato en las pintas a monumentos, las fuentes teñidas de rojo, las cruces y siluetas en las plazas. En efecto, la alerta feminista también camina por las calles dejando un recordatorio incómodo del hartazgo por las múltiples violencias cotidianas, las complicidades institucionales y las omisiones estatales.
En el caso de México, desde la Primavera Violeta de abril del 20163 (#24A) hasta la histórica marcha del 8 de marzo del 2020,4 las movilizaciones feministas han estado en el centro de la agenda pública. El epicentro de estas ha sido la capital del país donde, según la agencia Comunicación e Información de la Mujer [CIMAC] (2020), las protestas feministas se quintuplicaron en una década (de 5 en el 2007 a 26 en 2017). A la par, han aumentado los cuestionamientos por las formas en que el hartazgo se expresa en el espacio público.
Estas críticas se han agudizado durante el gobierno federal de la autodenominada “4T”5 a causa de la inesperada confrontación con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), iniciada tras la movilización #NoMeCuidanMeViolan6 en agosto del 2019, cuando diferentes monumentos y edificios patrimoniales7 fueron intervenidos con pintas feministas. Estos actos fueron calificados por el presidente como “complots” y “ataques” contra su gobierno, lo que propició una serie de declaraciones caracterizadas por los intentos de deslegitimización, minimización y deshistorización de la protesta feminista (Abarca Reyes, 2022; Cerva Cerna, 2020).
En respuesta, diferentes agrupaciones feministas han criticado al presidente por desconocer la especificidad de la violencia contra las mujeres, negar y minimizar las problemáticas que las afectan, reproducir de forma constante estereotipos con una fuerte carga machista y proteger a actores políticos denunciados por prácticas de violencia sexual8 (De la Rosa & Ordaz, 2020; Juárez, 2020).
Esto se ha acompañado de estrategias institucionales de provocación9 y criminalización del movimiento feminista por parte de las autoridades10 (Amnistía Internacional, 2021); al tiempo que sectores políticos, académicos y activistas, algunos opuestos al gobierno en turno, alimentan la confrontación al criticar las acciones gubernamentales. Así, las protestas feministas se convierten en objeto de disputa discursiva entre diferentes actores políticos.
En este contexto, este artículo se propone analizar las estrategias discursivas para nombrar, valorar y enmarcar las protestas feministas que utilizan los medios digitales mexicanos. En el primer apartado se recupera la reflexión teórica sobre la cobertura mediática en torno a las protestas de los movimientos sociales, y en particular a las protestas feministas; después, se presenta la metodología para el análisis de las estrategias discursivas, retomando la perspectiva del Análisis Crítico del Discurso (ACD), en la cobertura realizada por cinco medios digitales (Milenio, El Universal, Aristegui Noticias, Animal Político y La Silla Rota) en el periodo del 2019 al 2021. A partir de esto, se discuten las formas en las que el discurso mediático orienta la comprensión de la protesta, generando dos polos de significación que sancionan la actuación de las mujeres en el espacio público.
La mirada de los medios sobre las movilizaciones feministas: del paradigma de protesta al potencial del hashtag feminism
Transformaciones en el encuadre sobre la protesta
La literatura académica aborda la cobertura mediática de las protestas principalmente desde la perspectiva de los encuadres noticiosos (frames), que a través del concepto “paradigma de protesta” (Boyle et al., 2012; Harlow & Johnson, 2011) describen un esquema de interpretación predominante caracterizado por: a) destacar el acto más que las causas y antecedentes de la protesta; b) centrarse en la confrontación con otros (autoridades y policía, principalmente); c) destacar las acciones y aspectos negativos del acto; d) dar más espacio a las autoridades que a las voces de manifestantes para mitigar sus actuaciones negativas.
Las investigaciones dan cuenta de las variables que inciden en la adhesión a este paradigma: las normas y prácticas de los medios, el sistema y la cultura política del contexto, la simpatía que despierta el movimiento, el tamaño de la audiencia, entre otros. No obstante, la tendencia a deslegitimar las voces, desinformar sobre las causas e invisibilizar las demandas permanece como constante. Esto configura una relación de origen asimétrica entre medios y movimientos sociales por la paradójica necesidad de estos últimos de aumentar la visibilidad, el alcance y la legitimación de sus actos de protesta a través de la cobertura mediática (Brown & Harlow, 2019; Gamson & Wolfsfeld,1993; Rovira Sancho, 2013).
Pero la incidencia de las plataformas sociodigitales en las protestas globales ha reformulado no solo esta relación asimétrica, sino también la concepción misma de los medios y de los movimientos. En primer lugar, se habla de un ambiente informativo emergente en el cual se hibridan el personal, las prácticas, los géneros y formatos, las tecnologías y las temporalidades de las plataformas con los medios tradicionales (Chadwick, 2011). Estos no solo trasladan sus canales de publicación a la web, sino que transforman su dinámica de producción de información (desde las rutinas hasta los formatos y lenguajes de publicación) por la mediación de las tecnologías digitales. En esta esfera informativa transformada, se descentraliza la producción de noticias, por lo que los medios (ahora digitales) se convierten en nodos de una densa red de recopiladores, productores y difusores de información (Heinrich, 2011; Hermida, 2010).
Por otro lado, la emergencia de este ambiente informativo impactó las dinámicas de los movimientos sociales, como ejemplifican los casos de la Primavera Árabe, el Movimiento de los Indignados, #Yosoy132 o #MeToo. Los estudios sobre estos casos destacan el uso de las tecnologías digitales como herramientas que han facilitado la distribución de información, la organización y la visibilidad de los movimientos, pero sobre todo se reconoce a las plataformas como el espacio la acción conectiva que configura acontecimientos, sujetos y expresiones de protesta (Cottle, 2011; Micó & Casero Ripollés, 2014; Rovira Sancho, 2012; Tufekci & Wilson 2012).
Esto sin duda ha repercutido en la cobertura mediática de la protesta, debido a lo que Cottle (2011) denomina “flujos de comunicación entrelazados” (p. 652) en los que no existen relaciones asimétricas, sino una constante interacción: los movimientos proporcionan imágenes y testimonios in situ de la protesta a través de sus perfiles de redes, vigilan la cobertura de los medios locales y alertan a la comunidad internacional; en tanto que los medios recogen lo que la comunidad usuaria comparte en las redes, actualizan con esta información la cobertura de la protesta y proporcionan enlaces directos a las diferentes plataformas donde se distribuye la información. Las revisiones del paradigma de protesta en este contexto digital encuentran una adhesión al mismo en menores grados, una tendencia a encuadres más legitimadores de los movimientos y una preferencia de la comunidad usuaria por la cobertura de las plataformas en lugar de los medios tradicionales (Brown & Harlow, 2019; Harlow et al., 2017; Shahin et al., 2016).
Las protestas feministas en los medios
Los análisis sobre las protestas feministas en los medios tradicionales coinciden en señalar una mínima cobertura, con encuadres y discursos enfocados en ridiculizar, minimizar y demonizar las acciones de las manifestantes (Armstrong & Boyle, 2011; Lind & Salo, 2002; van Zoonen, 1992), que generan imágenes estereotipadas y distorsionadas de las feministas y del movimiento (Bradley, 2004; Bronstein, 2005). No obstante, revisiones más recientes detectan un mayor número de noticias con encuadres más positivos, pero fragmentados, despolitizados e incluso contradictorios que omiten el carácter disruptivo que supone la acción feminista (Dean, 2010; Mendes, 2011).
En este cambio de encuadres, algunas autoras señalan el uso estratégico de las tecnologías sociodigitales como factor clave: la información difundida por las colectivas (a través de canales y cuentas propias), las manifestantes (que transmiten in situ) y la comunidad que, sin estar en las calles, acuerpa las manifestaciones en lo digital y genera otros discursos sobre las protestas que modifican la mirada mediática (Casas et al., 2016; Nicolini & Hansen, 2018). De hecho, existe un campo creciente de estudios sobre la protesta feminista en las plataformas y en los medios digitales; particularmente, se ha priorizado el estudio de las potencialidades y limitaciones de los hashtags feministas o el hashtag feminism (Dixon, 2014; Williams, 2015) en la generación de conversaciones públicas, el aumento de visibilidad y la amplificación de las comunidades de protesta feminista (Acosta & Lassi, 2020; Esquivel Domínguez, 2019; García González & Guedes, 2020; Mendes et al., 2018; Portillo Sánchez et al., 2022).
Al revisar la cobertura mediática de estas protestas en la red (principalmente a través del seguimiento de los hashtags), se encuentra que el encuadre noticioso se centra en la creatividad de los repertorios y la diversidad de testimonios, pero sin profundizar y contextualizar los casos (Brantner et al., 2020; De Benedictis et al., 2019). Aunque se reconoce la existencia de marcos menos estigmatizantes, otras autoras identifican elementos remanentes del paradigma de protesta (Shahin et al., 2016) o advierten un encuadre noticioso de descontextualización que contribuyen a la devaluación y despolitización mediática del feminismo en general (Thomas & Stehling, 2016).
En una línea distinta aparecen escasos trabajos que desde el Análisis Crítico del Discurso (ACD) abordan formas más sutiles en las cuales la cobertura de las protestas (nuevamente, en redes) reproduce el orden de género (Eilermann, 2018; Murphy, 2017). En estos trabajos no se buscan los rasgos de los encuadres generales, sino las contradicciones de las coberturas que se consideran más legitimadoras. La perspectiva del ACD analiza la forma en la cual las relaciones sociales se establecen y potencian a través del uso del lenguaje, de los textos y del habla en el contexto social y político (Wodak & Meyer, 2003). Desde el ACD se habla del discurso como una práctica social (Fairclough, 2001), lo que implica una relación entre un evento discursivo particular y las situaciones, instituciones y estructuras sociales que lo enmarcan.
En esta consideración, las prácticas discursivas pueden producir y reproducir relaciones de poder a través de las formas de representar situaciones y sujetos con diferentes recursos lingüísticos. Desde una perspectiva feminista, recurrir al ACD contribuye a la comprensión del poder de los discursos (en este caso mediáticos) para reproducir las normativas sociales de género.
Entonces, el aporte que se pretende parte de analizar la protesta feminista como una transgresión a la normativa de género que determina las formas de actuar en el espacio público y que se reproduce en la cobertura mediática. Diversas autoras señalan que la exclusión de las mujeres del espacio público ha funcionado como un estructurante del orden de género que produce imaginarios y significados diferenciados para mujeres y hombres, los cuales regulan el acceso, las actividades prácticas y las conductas realizadas cotidianamente en dicho espacio (Falú, 2011; Soto Villagrán, 2016, 2019). No obstante, las mujeres han desarrollado históricamente -de forma individual y/o colectiva- resistencias y transgresiones políticas expresadas en el uso y apropiación de dicho espacio. En este caso, se considera que la acción organizada y multitudinaria de las protestas feministas transgrede y actualiza esta normativa de género al menos en tres sentidos:
Al alterar en colectivo el espacio público, en función de otros intereses distintos a los usuales, para comunicar demandas, reclamos y necesidades invisibilizadas de las mujeres.
Al recurrir a símbolos, lenguajes, comportamientos y estéticas corporales que chocan con los estereotipos femeninos impuestos por la socialización sexista.
Al intervenir lo que en el espacio público se ha sacralizado como valioso, afectando monumentos a héroes, edificios representativos de instituciones patriarcales (iglesia, empresas, gobierno), además de otros espacios que funcionan como símbolos de masculinidad, poder y dominación.
Estas tres transgresiones resultan clave en la representación mediática de la protesta feminista, ya que orienta una sanción sobre la actuación de las mujeres en las calles. Siguiendo este argumento, aquí se busca revelar estas sanciones en la cobertura realizada por medios digitales.
Estrategia metodológica: precisiones sobre el análisis de estrategias discursivas en los medios digitales
Aunque los estudios actuales sobre los discursos mediáticos desde el ACD destacan la necesidad de incorporar el análisis multimodal por las características propias de los medios digitales, no descartan los análisis textuales en tanto consideren las condiciones de flujo, interacción y participación en las que atiende la publicación de noticias (KhosraviNik & Unger, 2016). Una propuesta para analizar estos usos del lenguaje es la de las estrategias discursivas (Meyer, 2003; Wodak & Reisigl, 2001), definidas como los procedimientos discursivos adoptados para alcanzar un determinado objetivo; es decir, reflejan las elecciones lingüísticas realizadas para nombrar, valorar, argumentar, encuadrar o matizar determinados aspectos de la realidad, jerarquizando y excluyendo significados de acuerdo con un particular orden social.
Se considera la pertinencia de recurrir a las estrategias discursivas como elecciones lingüísticas de los medios para resaltar que: a) se realizan por diversos sujetos que participan en la producción de noticias; b) están orientadas por los objetivos estructurales de la institución mediática (en este caso, el consumo de las noticias a través de la red); y c) que reproducen diversos órdenes de lo social (entre ellos, el orden de género).
Para este trabajo, se revisó un corpus de 429 noticias (Tabla 1) sobre las protestas de tres días emblemáticos: 8M (8 de marzo, Día internacional de la Mujer), 28S (28 de septiembre, Día de la Acción Global para la Legalización del Aborto) y 25N (25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer). Se incluyeron notas de cinco medios digitales mexicanos con diferentes alcances y trayectorias, a fin de cubrir el espectro de miradas sobre las movilizaciones: El Universal, Milenio, Aristegui Noticias, Animal Político y La Silla Rota.
Día de movilización |
El Universal |
Milenio |
La
Silla Rota |
Aristegui
Noticias |
Animal Político |
Total general |
---|---|---|---|---|---|---|
8M | 96 | 52 | 50 | 54 | 23 | 275 |
25N | 35 | 20 | 11 | 10 | 13 | 89 |
28S | 7 | 34 | 10 | 6 | 8 | 65 |
Total general | 138 | 106 | 71 | 70 | 44 | 429 |
Fuente: Elaboración propia.
Tanto El Universal (fundado en 1916) como Milenio (fundado en el 2000), calificados de tendencia política de centro-derecha, son diarios que transitaron a lo digital por los procesos de convergencia mediática, pero que mantienen su edición impresa. En contraparte Aristegui Noticias, Animal Político y La Silla Rota (fundados entre 2010 y 2012) son medios nativos digitales, creados para el entorno web sin derivar de medios impresos o audiovisuales. Se registraron notas cuyo tema fuera la protesta, independientemente de que se publicaran antes o después del día de la movilización. El periodo analizado comprende el mes de marzo del 2019 a marzo del 2021,11 los tres primeros años del gobierno de la 4T.
Las categorías de análisis se resumen en la Tabla 2. Aunque la propuesta original de Wodak contempla cinco estrategias discursivas,12 por cuestiones de extensión en este texto se presentan los resultados de tres que se consideran centrales para la configuración del discurso sobre las protestas feministas: nominación, predicación y encuadre, que permiten analizar las elecciones lingüísticas para representar el qué, quién y cómo de la protesta.
Definición | Categorías encontradas en el corpus |
---|---|
Estrategias de referencia o
nominación: implican la construcción de
grupos internos y externos a partir de las formas en las que los actores sociales son nombrados y categorizados. |
-Sustantivos verbales: La marcha, las marchas, la manifestación -Generalización: Las mujeres, las manifestantes -Colectivos: Grupos feministas, colectivos feministas -Grupos específicos -Figuras individuales |
Estrategias de
predicación: atribuyen valoraciones negativas o
positivas a las acciones de los actores sociales que se expresan de forma implícita o explícita. |
-Implícita
positiva -Implícita negativa -Mixto o de contraste |
Estrategias de encuadre: establecen un
punto de vista predominante en la descripción y narración de acontecimientos a partir de un eje temático. |
-Vandalización -Confrontación -Previsión -Carnavalización |
Fuente: Adaptación de Wodak y Reisigl (2001).
Se considera que las dos estrategias de argumentación e intensificación restantes complementan y profundizan lo que estas tres primeras estrategias revelan, por lo que se decidió acotarlas. La unidad de análisis fue la nota escrita, con énfasis en los párrafos de entrada. En el siguiente apartado se integran los resultados en tres bloques, en cada uno de los cuales se explica la lógica de presentación de los datos cuantitativos que permitieron identificar las estrategias dominantes en el corpus, para después profundizar en los significados subyacentes en las elecciones lingüísticas a través del análisis cualitativo de notas representativas.
Análisis y discusión de resultados
Estrategias discursivas predominantes: las tendencias principales en la cobertura de la protesta feminista
En esta sección se presentan las estrategias de nominación, predicación y encuadre predominantes, a través de una tabla que ilustra las tendencias proporcionales en el total de notas de cada medio y en el corpus total (Tabla 3). Se destacan en color las celdas con las categorías de estrategias predominantes (con mayor porcentaje) para ilustrar las diferencias entre medios.
Medios |
El Universal |
Milenio |
La Silla Rota |
Aristegui Noticias |
Animal Político |
Corpus total |
|
---|---|---|---|---|---|---|---|
Estrategias de nominación |
Generalización | 24% | 11% | 38% | 43% | 59% | 30% |
Sustantivos verbales | 37% | 14% | 35% | 29% | 14% | 27% | |
Colectivos | 17% | 63% | 10% | 4% | 16% | 25% | |
Grupo específico | 16% | 7% | 7% | 16% | 11% | 12% | |
Figuras individuales | 6% | 5% | 10% | 8% | 0% | 6% | |
Total por medio | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% | |
Estrategias de predicación |
Mixta o contraste | 58% | 64% | 61% | 49% | 66% | 59% |
Implícita negativa | 34% | 28% | 10% | 23% | 7% | 24% | |
Implícita positiva | 8% | 8% | 30% | 29% | 27% | 17% | |
Total por medio | 92% | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% | |
Estrategias de enfoque |
Carnavalización | 40% | 43% | 52% | 46% | 59% | 46% |
Confrontación | 36% | 18% | 23% | 41% | 25% | 29% | |
Previsión | 9% | 25% | 18% | 6% | 11% | 14% | |
Vandalización | 15% | 13% | 7% | 7% | 5% | 11% | |
Total por medio | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% |
Fuente: Elaboración propia.
En las estrategias de nominación (Tabla 3) se encontró que la generalización Mujeres (con sus variantes Manifestantes o Participantes) es la más frecuente, en ocasiones acompañada de un indicador de cantidad: se habla de miles, cientos o decenas de mujeres como un recurso discursivo para matizar o intensificar la relevancia de la protesta. Después, aparece el sustantivo verbal La Marcha (con las variantes Las Marchas y La Movilización) presentándose como un ente al que se le atribuyen las acciones de protesta: provocar daños, dejar heridos, causar pérdidas. La tercera estrategia nombra a colectivas/colectivos o grupos (acompañados del adjetivo feminista o con descripciones complementarias como de encapuchadas). La especificidad es mucho menor: son pocas las notas en las que se nombra a un colectivo concreto o a alguna figura individual.
En las estrategias de predicación, a partir de la descripción de las acciones, se establece una valoración implícita que orienta las atribuciones positivas o negativas a los actos, actores y situaciones. La predicación con menor presencia es la implícita positiva (17% del corpus), con una línea argumentativa que destaca causas y motivos de la movilización, incluyendo datos estadísticos y testimonios que dan cuenta de las situaciones de violencia y desigualdad. En contraparte, la predicación implícita negativa describe el impacto de las protestas destacando las consecuencias: afectaciones a edificios y monumentos, confrontaciones con figuras, personas heridas, cuerpos policiales movilizados, cierre de estaciones, despliegue de personal de limpieza, etc. La predicación de contraste o mixta, que predomina en el corpus, describe el espectro de acciones y participantes entre los dos polos de valoración.
Por otro lado, se identifican cuatro estrategias de encuadre que determinan el punto de vista central para enmarcar las protestas. El enfoque predominante es la carnavalización (casi la mitad del corpus), que se centra en la narración detallada, emotiva y anecdótica de la protesta, con la descripción de las acciones de las mujeres en las calles a manera de recuento y de forma episódica. El segundo enfoque es la confrontación, presente en menos de la tercera parte del corpus, centrado en los conflictos con las autoridades, los cuerpos de seguridad y policiacos y, principalmente, la figura presidencial. Los conflictos no siempre ocurren en el espacio-tiempo de la protesta, sino también a través de declaraciones (realizadas en ruedas de prensa, comunicados y conferencias como La Mañanera).13 El enfoque de previsión prioriza la información referente a las acciones previas a las protestas, donde se distinguen las notas centradas en las medidas de las autoridades (cierre de calles, extensión de horarios de transporte, movilización de elementos) y las notas con foco en las recomendaciones y llamados de colectivos organizadores (rutas, horarios, letras de consignas y cantos e incluso “Tips para tu primera marcha”). En ambos casos, la noción de seguridad enmarca el sentido de los textos.
La vandalización es el enfoque con menor presencia (11% del corpus), aunque los actos vandálicos son mencionados en más del 20% de las notas (solo que se enfocan desde otra estrategia discursiva). La vandalización se presenta por dos tramas: la narrativa, con el recuento de las afectaciones que causa La Marcha en el espacio público, y la informativa, que retoman las cifras de las autoridades sobre los daños que dejan la misma (número de edificios afectados, elementos movilizados, costos de reparación, etc.).
Asociaciones de estrategias discursivas en los textos: los polos de significación en torno a la actuación de las mujeres
Tras identificar las estrategias predominantes, en esta sección se muestra la asociación de las estrategias en los textos. En la Figura 1 se ilustra, de manera proporcional, qué tipo de estrategias de nominación y predicación (destacadas por las líneas de colores) aparecen más vinculadas a las estrategias de enfoque (ubicadas en cada cuadrante).
Al asociar las estrategias, resulta evidente la configuración de dos polos de significación de la protesta que definen lo aceptable (y validan el reconocimiento) y lo reprobable (y sancionan la transgresión) en la actuación de las mujeres. En uno de los polos se encuentran asociados el encuadre de carnavalización con las predicaciones mixtas y positivas, principalmente vinculadas a las nominaciones generalizantes:
“Nos queremos vivas, libres y sin miedo. Ni una menos” es una de las frases en una de las pancartas con las que decenas de miles de mujeres se manifestaron este domingo de 8 de marzo en la Ciudad de México, hartas del machismo, para exigir igualdad y para que se detenga la violencia feminicida, que cobra la vida de al menos 10 mujeres al día en el país… De ahí la vanguardia partió hacia la Antimonumenta, frente al Palacio de Bellas Artes, y luego llegaría al Zócalo capitalino, donde desde temprano fueron pintados los nombres de mujeres asesinadas (La Equipa Editorial, 2020, párr. 1).
Por esta asociación de estrategias, la protesta se presenta como apropiación del espacio público con actos, símbolos y consignas feministas; se valora positivamente a las mujeres: “vestidas de negro y ataviadas con pañuelos morados y verdes protestaron con cánticos y pancartas”, o que “caminaron y gritaron consignas como: No somos histéricas, somos históricas”. En este polo de significación, los medios validan dos sentidos de la transgresión que supone la protesta: la alteración y toma del espacio público para demandar, reclamar y exigir derechos (que se destaca en virtud de la magnitud de las convocatorias) y la recurrencia a símbolos, lenguajes, comportamientos y estéticas corporales que desafían los estereotipos de comportamiento femenino (y que se validan en tanto constituyen un acto que puede ser mirado y hasta espectacularizado).
En contraparte, el encuadre de vandalización y la predicación negativa se presentan como estrategias complementarias, asociadas a nominaciones como La Marcha (que por no referirse a sujetos específicos facilita las valoraciones negativas):
El Hemiciclo a Juárez fue dañado hoy tras la Marcha “Ni una menos” que se lleva a cabo en conmemoración por el Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en la que también fueron vandalizadas varias de las esculturas y monumentos que se encuentran en Paseo de la Reforma (Piñón, 2019, párr. 1).
La Marcha para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, ayer 8 de marzo, en Hidalgo, generó pérdidas valuadas en un millón de pesos por la destrucción de 52 vidrios de tres estaciones del sistema de transporte Tuzobús que permanecerá (sic) cerradas varias semanas… el cierre de las estaciones afectará a por lo menos dos mil usuarios en su mayoría mujeres, ya que el 54 por ciento de los usuarios son mujeres (Redacción, 2021b, párr. 1).
En este tipo de notas se implica una oposición entre categorías de mujeres en el espacio público (que, no obstante, se ocultan en el uso nominaciones como La Marcha). Esta oposición resulta más clara en las notas con la predicación mixta o de contraste donde, independientemente del encuadre, las nominaciones marcan el canon de lo válido y lo sancionable:
Varias mexicanas y grupos feministas se han comenzado a concentrar en el Monumento a la Revolución en el Centro Histórico de la Ciudad de México, lugar desde el que dará inicio la marcha por el Día Internacional de la Mujer. En la zona se han dado cita niñas, adolescentes y adultas, quienes una vez más se manifestarán contra la violencia de género en el país. En el Monumento a la Revolución hay desde mujeres que llegaron encapuchadas, hasta madres que llegaron junto a sus hijas (Redacción, 2021a, párr. 1).
De entre las más de 3 mil asistentes a la movilización, un grupo de no más de 50 embozadas fue el que hizo los destrozos a lo largo del recorrido que, en todo momento, fue vigilado por mujeres policías, quienes repelieron las agresiones con consignas de: ¡Somos mujeres policías y estamos erradicando la violencia! (Padilla, 2019, párr. 2).
Las formas de enfatizar esta oposición son la comparación de acciones y el énfasis en la diferencia numérica. Así, en un polo se encuentran “las madres que llegaron junto con sus hijas”, “las mi- les que protestan en paz” o “las mujeres policías”, y en otro, las “mujeres que llegaron encapuchadas”, “los grupos feministas” y unas cuantas que “se desbordan”. Con estas estrategias, se mantiene una sanción a la actuación femenina en el espacio público a través de una categorización de las mujeres y de sus actos. En las elecciones lingüísticas que configuran las frases como “así quedaron las calles tras la marcha del 8M”, “Edificios continúan con daños a cuatro días de la marcha feminista” o porque “Ni con tapiales la libran los edificios” se hace evidente una sanción implícita a las mujeres que transgreden lo que se considera valioso en el espacio público, aun cuando se reconozca el valor de tomar dicho espacio para protestar.
Diferencias y coincidencias en el discurso de los medios: de las feministas vs los edificios a las feministas vs el presidente
Aún con las coincidencias generales descritas, en la revisión se presentan diferencias discursivas entre los medios tradicionales de origen (Milenio, El Universal) y los medios nativos digitales (La Silla Rota, Aristegui Noticias, Animal Político). Los primeros, quienes configuran en mayor medida el polo de significación que sanciona la actuación de las mujeres, muestran mayor tendencia a las predicaciones negativas (alrededor del 30% de su cobertura, a diferencia de los medios nativos digitales que registran menos de 10%) y publican más notas con el enfoque de vandalización (alrededor del 15%, casi el doble o el triple de los otros medios), colocando al centro la afectación al espacio público:
En medio de la marcha “Ni una menos” que se lleva a cabo este lunes en la Ciudad de México en conmemoración por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, varias de las esculturas y monumentos que se encuentran en Paseo de la Reforma han sufrido con las pintas de algunas manifestantes (Redacción, 2019b, párr. 1).
De manera notoria, Milenio destaca en más del 60% de sus notas a los Colectivos como protagonistas (asociados con las predicaciones negativas y el enfoque de vandalismo). En contraparte, Aristegui Noticias, La Silla Rota y Animal Político registran mayor proporción de notas con predicación positiva (cerca del 30%, el triple de lo que registran Milenio y El Universal), en las que destacan el actuar de “las mujeres”:
Mujeres se manifestaron este lunes en la Ciudad de México en contra de la violencia de género y los feminicidios en el país, al conmemorarse el Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. “No soy histérica, ni estoy menstruando, estoy indignada por todas mis hermanas asesinadas”, es uno de los mensajes que mostró una joven, en una pancarta. “Si no luchamos juntas nos matan x separado”, expresó otra (Redacción Animal Político, 2019, párr. 1).
No obstante, en el transcurso del periodo analizado, el discurso de ambos tipos de medios evolucionó de manera coincidente en la cobertura de la protesta desde el marco de confrontación a raíz del conflicto presidencial.
En la línea de tiempo, el enfoque de la vandalización en el corpus total disminuyó de 20% en el 2019 a alrededor del 10% durante el 2021. Por el contrario, el enfoque de confrontación se triplicó (14% en el 2019, al 43% en el 2021). Los medios digitales que más recurrieron a esta estrategia representan a los dos tipos de medios: Aristegui Noticias y El Universal. Esto nos indica que la preocupación de los medios por las afectaciones al espacio público fue sustituida por el conflicto directo de las manifestantes con el presidente y las autoridades:
El presidente Andrés Manuel López Obrador insistió que las manifestaciones del #8M fueron un acto de provocación abierta a la autoridad porque hubo martillos, marros y hasta gasolina. Lo anterior, tras las denuncias de agresiones por parte de autoridades en la protesta feminista. Sobre el grupo Marabunta, sostuvo que sus integrantes toman partido. Para ejemplificar sus dichos, mostró un video con expresiones violentas durante la marcha (Redacción AN / AA, 2021, párr. 1).
Habían pasado solo 10 minutos y 700 metros del camino que pretendía seguir una de las marchas por el aborto legal y seguro en la Ciudad de México, cuando la policía la rodeó, montó un encapsulamiento que duró cuatro horas, y dio comienzo a un operativo de represión que provocó la respuesta violenta de las manifestantes (Arteta, 2020, párr. 1).
Este cambio de estrategia, perceptible en todos los medios, alteró la valoración de las participantes al colocar el polo del sentido negativo en las acciones de las autoridades. Aunque parece otorgar mayor legitimidad a la protesta feminista (es decir, aumenta la predicación positiva de los actos transgresores en tanto confrontan el machismo presidencial), también la desplaza a un segundo plano. Así, el aumento del interés mediático por la protesta feminista en las calles es el pretexto para hablar del conflicto presidencial, que se convierte en el acontecimiento central.
Reflexiones finales
La resonancia de las protestas feministas de la última década, si bien ha permitido ganar visibilidad en los discursos mediáticos, también genera tensiones y contradicciones en las formas en las que se representa al feminismo, a las feministas y, en general, a las mujeres que toman el espacio público. La revisión aquí realizada coincide con la tendencia señalada por otros trabajos sobre la cobertura de los medios tradicionales y digitales que detectan una mayor cantidad de notas con enfoque positivo sobre la protesta feminista.
En este texto, el énfasis del análisis se colocó en las formas en las cuales las estrategias discursivas de los medios sancionan la actuación de las mujeres en el espacio público. Los hallazgos se pueden resumir en tres ideas clave:
Las estrategias discursivas de los medios validan ciertas formas de protesta a través de nominaciones, predicaciones y encuadres que configuran como necesarias las transgresiones transitorias al espacio público (cantar, bailar, llevar pancartas, usar pañuelos y otros recursos para reclamar derechos y justicia).
Estas, sin embargo, conviven con otras estrategias que reproducen una sanción de género cuando las transgresiones buscan la permanencia en la materialidad de dicho espacio (como intervenciones a edificios, paredes o monumentos).
Esto genera categorías opuestas de protagonistas de las protestas: las miles de mujeres que demandan sus derechos vs las encapuchadas y colectivos feministas que destrozan; no obstante, la sanción sobre los actos transgresores disminuye cuando con ellos se confronta a la figura presidencial, pero en este desplazamiento de significados, aunque se obtiene mayor cobertura, se relega el carácter mismo de la protesta.
Los hallazgos aquí esbozados no agotan las líneas de análisis de los textos en función de otras variables: la cobertura por día de movilización (que no es la misma para una marcha que convoca a todas las mujeres que para otra que busca la despenalización del aborto), la participación de reporteras y reporteros en la cobertura, la incorporación de la perspectiva de género, etc. Asimismo, un análisis más completo debe incorporar la revisión de los discursos gráficos y audiovisuales, los enlaces y los comentarios en los portales noticiosos que conviven con los textos sobre la protesta. Los resultados de este trabajo, más que inferencias sobre estos otros aspectos, aportan puntos de partida para seguir analizando los discursos mediáticos.
Otras preguntas surgen de esta revisión, pero requieren un marco de interpretación y análisis distinto. Por ejemplo: ¿cómo se inserta la espectacularización de protesta feminista desde el conflicto como una mercancía noticiosa que genera clics y reproducciones en el entorno digital? ¿Cómo conviven estas noticias con las conversaciones en las redes, los hashtags misóginos y las propias tácticas comunicativas de las colectivas feministas? ¿Qué tipo de coberturas generan los medios alternativos feministas y cómo contribuyen al flujo de información que configura el sentido de la protesta?
Sin duda, el campo de estudios sobre la protesta feminista sigue presentando aristas a explorar, que requieren perspectivas teóricas y metodológicas complementarias para dar cuenta de los avances y resistencias que provoca la alerta feminista en los medios, en las redes y en las calles.