Editor asociado: Ian MacGregor Fors
Introducción
La invasión de especies exóticas constituye uno de los principales motores de cambio global y una de las mayores amenazas para la biodiversidad (Millennium Ecosystem Assessment 2005). Las especies invasoras han sido responsables de una gran cantidad de extinciones biológicas (Álvarez-Romero et al. 2008, Millennium Ecosystem Assessment 2005, CANEI 2010). Esto altera a su vez las dinámicas ecológicas de la fauna nativa y daña tanto los servicios ambientales como la salud pública, lo cual ocasiona cuantiosas pérdidas económicas (Sakai et al. 2001, Charles y Dukes 2007, Ramírez-Bastida et al. 2015). Y aunque en general se habla de especies invasoras exóticas, también existen especies nativas que pueden llegar a ser invasoras (MacGregor-Fors et al. 2009, Carey et al. 2012, Ballejo 2016). De tal modo que, una especie se denomina invasora cuando presenta una gran capacidad de colonización y de dispersión, sin importar si es una especie nativa o una exótica (MacGregor-Fors et al. 2009, CANEI 2010). Por su parte, las especies exóticas son aquellas que son introducidas a un lugar que se encuentra fuera de su área de distribución original o nativa, excediendo su potencial de dispersión natural (Álvarez-Romero et al. 2008, CANEI 2010).
En México existe una gran cantidad de especies invasoras (~ 323 especies), tanto exóticas como nativas, aunque aún no se determina con certeza el número exacto (Álvarez-Romero et al. 2008, MacGregor-Fors et al. 2009, CANEI 2010, CONABIO 2016). A pesar de que hay registros documentados de especies invasoras en el país, suelen ser casos muy puntuales y principalmente en ecosistemas insulares (CANEI 2010). En general, falta conocer a detalle los aspectos de historia natural de estas especies invasoras en “nuevos territorios” y el efecto que tienen sobre la diversidad biológica. La diversidad de especies invasoras está representada en múltiples grupos taxonómicos, por lo que diversos ecosistemas y especies nativas se ven afectados (Álvarez-Romero et al. 2008, CANEI 2010, CONABIO 2016). Sin embargo, se ha sugerido que los esfuerzos de estudio se concentren en especies exóticas con mayor impacto potencial, que en el caso del grupo de las aves se mencionan por ejemplo a la paloma de collar turca (Streptopelia decaocto), al capuchino tricolor (Lonchura malacca) o al estornino pinto (Sturnus vulgaris; Álvarez-Romero et al. 2008, Berlanga et al. 2015, CONABIO 2016).
El estornino pinto, originario de Eurasia, fue introducido a Norteamérica en 1890, y ahora es una de las especies de aves más abundantes del continente americano (Kaufman 2005, Álvarez-Romero et al. 2008). Además se trata de una de las especies exóticas invasoras más dañinas e importantes a nivel mundial (Lowe et al. 2000, Álvarez-Romero et al. 2008, Gómez y Zuria 2012), ya que es responsable de daños calculados hasta en millones de dólares anuales (Feare et al. 1992, Linz et al. 2007). Asimismo, se ha reportado que compite por recursos alimenticios y de anidación con varias especies de aves nativas, no obstante, no se tienen datos para determinar efectos poblacionales (Pell y Tidemann 1997, Alsop III 2001, Koenig 2003, Hall 2004, Gómez de Silva et al. 2005, Kaufman 2005, Álvarez-Romero et al. 2008, CANEI 2010, Gómez y Zuria 2012, GISD 2017). La presencia del estornino pinto como especie invasora tiene repercusiones de índole ecológica, económica y sanitaria, por lo que el seguimiento de sus poblaciones se hace primordial (East 1972, Summers 1985, Feare et al. 1992, Sakai et al. 2001, Linz et al. 2007, Álvarez-Romero et al. 2008, Kauffman y LeJeune 2011, Gómez y Zuria 2012, GISD 2017).
En México S. vulgaris fue registrado para el norte del país desde 1939 y su distribución se ha expandido de tal manera que ya está presente en todas las regiones naturales del territorio mexicano (Cervantes-Zamora et al. 1990, Howell y Webb 1995, Gómez de Silva et al. 2005, Álvarez-Romero et al. 2008, Pineda-López y Malagamba 2011, Gómez y Zuria 2012, Pineda-López et al. 2013, Pérez-Arteaga y Monterrubio-Rico 2016, eBird 2017, iNaturalist 2017). La colonización de esta especie es altamente efectiva que en menos de 5 años puede incluso cuadriplicar su incidencia, como pudo documentarse en la ciudad de Pachuca, Hidalgo (Gómez y Zuria 2012). Sin embargo, en México aún se carece de datos detallados sobre el tamaño poblacional de esta especie exótica, o sus efectos ecológicos y económicos, pese a la relevancia que esto tendría en el desarrollo de estrategias de manejo (Sakai et al. 2001, CANEI 2010, Ramírez-Bastida et al. 2015). Para el estado de Michoacán existe un registro confirmado de S. vulgaris (Álvaro Obregón y Santa Ana Maya; Pérez-Arteaga y Monterrubio-Rico 2016) en la región norte del estado. Sin embargo, los registros de este reporte de observación para la ciudad de Morelia, son los primeros registros confirmados de los que se tiene conocimiento sobre su presencia en la capital michoacana.
Observaciones
En los meses de noviembre y diciembre de 2015 realicé observaciones de un grupo de seis individuos de S. vulgaris que recurrentemente se reunieron frente al zoológico de la ciudad de Morelia (19°41’2.4” N, 101°11’45.7” O), posados y acicalándose sobre un grupo de eucaliptos (Eucalyptus camaldulensis) y fresnos (Fraxinus uhdei) para posteriormente moverse hacia antenas y otras estructuras eléctricas cercanas (Figura 1). Aunque en 2016 no observé ningún individuo, en junio de 2017 observé dos individuos en diferentes áreas de la ciudad de Morelia. El primero de ellos volando sobre la Av. Gral. Francisco J. Múgica, muy cerca de ciudad universitaria (19°41’24.34” N, 101°12’1.53” O); y el segundo posado sobre un eucalipto (Eucalyptus camaldulensis) en la colonia Agua Clara al poniente de la ciudad (19°41’46.71” N, 101°13’31.92” O).
Las marcas de campo que utilicé para distinguir a la especie fueron en primera instancia su característico tipo de vuelo y silueta. Una vez posados, observé marcas de campo de su plumaje y pico, es decir, plumaje color negro iridiscente, con un brillo morado y verde y un contrastante pico de color amarillo brillante que le conceden su apariencia en temporada reproductiva; así como un plumaje marcado con manchas blancas y un pico de color más pálido que le conceden su apariencia en temporada de invierno (Howell y Webb 1995, Sibley 2000, Kaufman 2005; Figura 1). Los individuos jóvenes, por su parte, son de color café-grisáceo con líneas pálidas en su vientre y pico café oscuro (Howell y Webb 1995, Sibley 2000, Kaufman 2005). En el grupo que obervé en 2015 identifiqué a través de estas marcas de campo, tanto individuos con plumaje de invierno, como individuos en transición al plumaje reproductivo. Mientras que en 2017 observé que ambos individuos mostraban sólo plumaje de invierno. Sin embargo, uno de ellos mostraba aún pico oscuro y rasgos de plumaje grisáceo, poco perceptibles con la inminente transición al plumaje de invierno (Figura 1). Posado sobre un eucalipto emitía llamados constantes, aunque en el tiempo de observación no se hicieron presentes otros individuos.
Discusión
Aunque la especie fue previamente reportada para la región norte del estado de Michoacán (Pérez-Arteaga y Monterrubio-Rico 2016), los registros que presento aquí son los primeros registros confirmados de la presencia de S. vulgaris en la capital michoacana. Estos registros, que datan de 2015 y 2017, son importantes porque podrían sugerir un proceso actual y vigente de dispersión de la especie a través del estado. S. vulgaris suele dispersarse a través de áreas donde se desarrollan actividades agropecuarias (Motis 2004, Pérez-Arteaga y Monterrubio-Rico 2016), pero también es una especie exitosa en ambientes urbanos (Motis 2004, Gómez y Zuria 2012). En este sentido, en el último par de años (2016-2017), se han sumado observaciones principalmente al sur de la ciudad de Morelia y área conurbada (eBird 2017). El conjunto de observaciones sugiere el inicio de una próxima colonización de S. vulgaris, etapa propicia para dirigir posibles esfuerzos de manejo y acción preventiva (Pineda-López y Malagamba 2011, Gómez y Zuria 2012, Pineda-López et al. 2013). La importancia de este y otros reportes confirmados de la especie reside en el seguimiento de colonización de S. vulgaris, proceder sugerido en la estrategia nacional para la prevención, control y erradicación de especies invasoras (CANEI 2010), y actividad altamente prioritaria, dada la efectiva dispersión de esta especie reportada en otros estados de la República Mexicana (Pineda-López y Malagamba 2011, Gómez y Zuria 2012).
Dentro de las posibles implicaciones que tendría el arribo de esta especie se augura, en primera instancia, un proceso de competencia con especies que anidan en cavidades (Pineda-López y Malagamba 2011, Gómez y Zuria 2012, Pérez-Arteaga y Monterrubio-Rico 2016); pero también con muchas otras especies, dada su capacidad omnívora, su temperamento agresivo y sus hábitos gregarios (Gómez de Silva et al. 2005, Gómez y Zuria 2012). Todo esto se acentúa cuando se sabe que una amplia diversidad de especies de aves con las que se ha reportado que S. vulgaris compite exitosamente, se distribuyen en esta región (Gómez de Silva et al. 2005, Villaseñor 2005, Gómez y Zuria 2012, Pérez-Arteaga y Monterrubio-Rico 2016). Igualmente preocupante es que debido a la presencia de S. vulgaris, y que también ha sido documentado para otra especie exótica e invasora en la ciudad de Morelia (Passer domesticus; MacGregor-Fors et al. 2010), sea posible el desencadenamiento de importantes cambios sobre la estructura y composición de las comunidades de aves. Estos cambios tienden finalmente a disminuir la riqueza de especies e incrementar la abundancia de pocas especies dominantes (MacGregor-Fors et al. 2010).
En 1995, Howell y Webb mencionaron desconocer por qué la expansión del estornino pinto no ocupaba ya todo el territorio nacional a más de un siglo de su introducción al continente. Y aunque Ferrer et al. (1991) reportaron una tasa de dispersión para S. vulgaris de 3.6 km/año en la península ibérica, y Gómez y Zuria (2012) reportaron un notable incremento de incidencias en la ciudad de Pachuca, el estornino pinto aún no se ha reportado en todo el país. Probablemente esto es debido a diversos factores, entre los cuales se pueden mencionar limitantes climáticos y topográficos (Navarro y Peterson 2007). Otro factor limitante podría ser el tipo o continuidad de la vegetación requerida por la especie, pues aunque Pineda-López et al. (2013) encontraron que en las áreas verdes de la ciudad de Querétaro, la presencia de S. vulgaris estuvo relacionada con la cobertura arbórea, la cobertura de tierra sin construcción y la extensión del área verde, se sabe que S. vulgaris tiende a evitar áreas excesivamente áridas y bosques densos (Motis 2004). Finalmente, otro factor limitante, al menos documentado en España, podría ser la competencia con otra especie, como el estornino negro (Sturnus unicolor), especie con la que comparte requerimientos de hábitat (Ferrer et al. 1991, Motis 2004). Aunque en nuestro país no se ha reportado la presencia de S. unicolor (CONABIO 2016), otra u otro conjunto de especies podrían desempeñar esta competencia de algún modo con el estornino pinto. No obstante, S. vulgaris es una especie altamente adaptable que podría eludir estas limitantes y entonces su “lenta” tasa de expansión por el país se deba a factores no comprendidos en su totalidad, pues en la última década los eventos de colonización parecen incrementarse. Pese a todo esto, en el país aún no hay información sobre los daños que pueda estar causando esta especie, no se han previsto los daños potenciales y tampoco se han sugerido medidas de prevención, control y erradicación locales que eviten una explosión poblacional de esta especie exótica invasora, aunque desde 2010 existe una estrategia nacional para la prevención, control y erradicación de especies invasoras (Álvarez-Romero et al. 2008, CANEI 2010, Pineda-López et al. 2013, CONABIO 2016).
Los estudios de esta especie en EUA, Inglaterra, España, Francia y otros países de Europa han llevado a proponer diversos métodos de erradicación temporal del estornino pinto: asustando a las parvadas, empleando barreras físicas sobre los cultivos, disminuyendo la accesibilidad al almacenamiento de alimentos o incluso capturando individuos (Feare et al. 1992, Linz et al. 2007). Aunque también se han utilizado estrategias letales, que erradican de forma puntual una proporción de las poblaciones, esta medida no asegura una reducción poblacional sostenida (Feare et al. 1992, Linz et al. 2007). En cualquier situación, el desarrollo y éxito de estas estrategias también requiere de que la ciudadanía esté consciente que erradicar estas especies exóticas invasoras constituye una actividad de alta prioridad para la conservación biológica (Temple 1992).
Aunque es particularmente complicado determinar los daños potenciales de la especie a lo largo de todo el territorio nacional, se tiene conocimiento de que en diferentes ambientes podrían tener impactos distintos, en tipo y severidad, y por tanto cada situación de daño requerirá un enfoque particular (East 1972, Feare et al. 1992). En cualquier caso la detección temprana, la identificación confiable y la publicación de su distribución en el territorio nacional, como lo es este reporte para la ciudad de Morelia, constituyen según la estrategia nacional de especies invasoras (CANEI 2010, CONABIO 2016), uno de los primeros pasos de acción. Desarrollar trabajos de investigación sobre esta especie exótica invasora en el país permitiría proveer conocimiento básico y útil, actuando no sólo como detecciones tempranas y confiables, sino aportando información básica sobre su biología, comportamiento y requerimientos de hábitat, todo lo cual permitiría a mediano plazo desarrollar estrategias de manejo y control bien sustentadas en datos locales (CANEI 2010, Pineda-López et al. 2013).