Introducción
Los parques públicos se caracterizan por presentar una composición de especies vegetales en la que los árboles suelen dominar el paisaje (Semeraro et al., 2021; Jiménez et al., 2022). Desde la creación de las primeras zonas urbanas, el hombre fomentó el uso del arbolado para su propio bienestar, ya que le proporcionan sombra, alimento, medicina o son simplemente ornamentales (Johnston, 2015; Camou-Guerrero et al., 2016). Este principio de utilizar especies arbóreas en propiedades privadas y públicas, se ha extendido hasta la actualidad en las zonas urbanas de todo el mundo (Sadler et al., 2010; Zhao et al., 2023).
El hecho de que 74.73 % de la población de Europa y más de 80 % de la que habita en América del Norte se ubican en áreas urbanas, confirma la importancia de los espacios verdes, sobre todo al considerar que constituyen uno de los principales indicadores de calidad de vida en una ciudad (Hernández y Cruz, 2020). Soloaga et al. (2021) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi, 2022) señalan que el número de habitantes de una localidad determina si es rural o urbana. Una población se considera rural cuando tiene menos de 2 500 habitantes y urbana si supera los 2 500.
En la Figura 1 se muestra cómo el porcentaje de población urbana en México se ha incrementado logarítmicamente (R 2 =0.9634), mientras que el porcentaje de la población rural decrece logarítmicamente (R 2 =0.9634). En 1950 había un mayor porcentaje de población rural (57 %), la cual para 2020 disminuyó a 21 % y la urbana aumentó hasta representar 79 % del total.
Las decisiones en el uso y manejo de especies para arborizar las áreas urbanas son tomadas por ciudadanos, desarrolladores urbanos o funcionarios públicos (Andrade et al., 2021). Sin embargo, los estudios ecológicos de estas zonas arboladas ayudan a conocer el estado actual de las mismas. Por ejemplo, la evaluación del arbolado permite entender diversos elementos como el número de árboles por superficie, la altura total o de la copa, el área de la copa, el área basal o el volumen maderable (Alanís et al., 2020; García-García et al., 2022), información importante para entender cómo se modifica la composición y estructura del arbolado a través del tiempo, y sienta las bases para proponer mejores estrategias de gestión (Andrade et al., 2021; Zhao et al., 2023).
De manera general, se ha observado que la composición florística y el origen de los árboles ha cambiado a través del tiempo. Un caso bien documentado es la Alameda Central de la Ciudad de México, la cual modificó el uso de las especies de acuerdo a las necesidades urbanas en un lapso de tres siglos (Benavides, 2023). En el noreste de México también han ocurrido cambios temporales respecto al uso y origen de los árboles en las principales ciudades (Zamudio, 2001; Leal et al., 2018). Por lo tanto, el objetivo es documentar las tendencias del uso de especies en la arborización de áreas verdes urbanas en el noreste de México. Específicamente, se plantearon las siguientes preguntas: ¿Existen cambios en el uso de especies?, ¿A qué se deben estos cambios?, y ¿Cuál es la tendencia futura en el uso de especies?
Desarrollo y Discusión
Se efectuó una búsqueda de artículos científicos y tesis que describieran o evaluaran el arbolado de áreas verdes urbanas en el noreste de México; para ello, se emplearon los siguientes sitios de internet: ISI Web of Knowledge, EBSCO, SCOPUS, Google académico. Las palabras clave utilizadas fueron: dasonomía urbana, áreas verdes urbanas, arboricultura y arbolado urbano.
Se registraron investigaciones cualitativas de Alanís y González (2003), Alanís et al. (2004), Alanís (2005), Zurita y Elizondo (2009), y Mora-Olivo y Martínez-Ávalos (2012) en las que se citan y describen las especies características de las áreas de interés y algunas fechas de su introducción. Además, se registraron las investigaciones cuantitativas de Zamudio (2001), Alanís et al. (2014), Leal et al. (2018), Canizales et al. (2020), López (2020) y Alanís et al. (2022) que consideraron en el inventario los taxa con mayor abundancia y el Índice de Valor de Importancia. De acuerdo con la información recabada, se definieron tres etapas contrastantes: de 1850 a 1980, 1980 a 2000 y del 2000 a la actualidad (Cuadro 1).
Nombre científico | Nombre común | Origen | Distribución natural | Periodo de plantación |
---|---|---|---|---|
Carya illinoinensis (Wangenh.) K. Koch |
Nogal | Nativa | Sureste de Estados Unidos de América, noreste, centro y sur de México | 2000-2020 |
Cordia boissieri A. DC. | Anacahuita | Nativa | Sur de Texas, noreste de México | 2000-2020 |
Ebenopsis ebano (Berland.) Barneby & J. W. Grimes |
Ébano | Nativa | Sur de Texas, noreste de México, San Luis Potosí, Sinaloa, Durango, Jalisco, Zacatecas, Veracruz y Península de Yucatán | 2000-2020 |
Ehretia anacua (Terán & Berland.) I. M. Johnst. |
Anacua | Nativa | Sur de Texas, noreste de México, Querétaro, San Luis Potosí, Jalisco, Michoacán, Guerrero y Veracruz | 2000-2020 |
Fraxinus berlandieriana A. DC. | Fresno | Nativa | Sureste de Estados Unidos de América, noreste de México, Durango, San Luis Potosí, Michoacán, Estado de México y Veracruz | 1950-1960 |
Fraxinus uhdei (Wenz.) Lingelsh. | Fresno americano | Nativa | México a Bolivia | 1950-1960 |
Populus mexicana Wesm. ex DC. | Álamo | Nativa | Endémica de México (Sonora, Sinaloa, Durango, Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo, Veracruz, Puebla, Oaxaca y Chiapas) | 2000-2020 |
Populus tremuloides Michx. | Alamillo | Nativa | Canadá, Estados Unidos de América, norte y centro de México | 1920-1940 |
Quercus fusiformis Small | Encino siempre verde | Nativa | Estados Unidos de América (Oaklahoma y Texas), noreste de México (Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas) | 1990-2000 |
Salix nigra Marshall | Sauce | Nativa | Canadá, Estados Unidos de América, norte y centro de México | 1920-1940 |
Araucaria columnaris (J. R. Forst.) Hook. |
Araucaria | Introducida | Asia | 1960-1970 |
Broussonetia papyrifera (L.) L'Hér. ex Vent. |
Morera de papel | Introducida | Asia | 1980-1990 |
Casuarina equisetifolia L. | Casuarina | Introducida | Australia | 1960-1970 |
Ficus benjamina L. | Ficus | Introducida | Asia | 1980-1990 |
Ficus elastica Roxb. ex Hornem. | Árbol del hule | Introducida | Asia | 1950-1960 |
Fraxinus americana L. | Fresno | Introducida | Este de Estados Unidos de América | 1950-1960 |
Koelreuteria bipinnata Franch. | Jabonero | Introducida | Asia | 1950-1960 |
Lagerstroemia indica L. | Crespón | Introducida | Asia | 1950-1960 |
Leucaena leucocephala (Lam.) de Wit |
Huaje | Introducida | Sureste de México, Centroamérica y Las Antillas | 1980-1990 |
Ligustrum japonicum Thunb. | Trueno | Introducida | Asia | 1920-1940 |
Pinus eldarica Medw. | Pino afgano | Introducida | Europa | 1950-1960 |
Populus nigra L. | Álamo negro | Introducida | Europa | 1920-1940 |
Quercus macrocarpa Michx. | Encino macrocarpa | Introducida | Canadá y este de Estados Unidos de América | 1989-2000 |
Quercus rubra L. | Encino rojo | Introducida | Sureste de Canadá y este de Estados Unidos de América | 1990-2000 |
Quercus virginiana Mill. | Encino siempre verde | Introducida | Sureste de Estados Unidos de América | 1990-2000 |
Triadica sebifera (L.) Small | Chinese | Introducida | Asia | 1970-1980 |
Syagrus romanzoffiana (Cham.) Glassman |
Palma coco plumoso | Introducida | Sudamérica | 1950-1960 |
Thuja occidentalis L. | Tuya | Introducida | Sureste de Canadá y noreste de Estados Unidos de América | 1950-1960 |
Washingtonia filifera (Gloner ex Kerch., Burv., Pynaert, Rodigas & Hull) de Bary |
Palma Washingtonia | Introducida | Suroeste de Estados Unidos de América, México (Baja California) | 1950-1960 |
Washingtonia robusta H. Wendl. | Palma blanca | Introducida | Baja California y Sonora | 1950-1960 |
Etapas de la plantación en zonas urbanas del noreste de México
Periodo de 1850-1980. El primer registro de especies utilizadas en las áreas verdes urbanas de la ciudad de Monterrey fue en 1850, con el establecimiento del parque público Alameda. Alanís et al. (2004) citan que se plantaron sauces (Salix nigra Marshall), álamos (Platanus spp.) y fresnos (Fraxinus spp.). Entre 1920 y 1940 en las ciudades del noreste de México se utilizaron taxones adquiridos en viveros del centro de México y algunos locales, donde se producían especies introducidas de rápido crecimiento como fresnos (Fraxinus americana L.), álamos (Populus nigra L.), alamillos (Populus tremuloides Michx.) y truenos (Ligustrum lucidum W. T. Aiton).
En 1960, aún se continuaban utilizando, principalmente, árboles introducidos que se producían en viveros de la región central del país como el fresno (Fraxinus americana), árbol de la hoja de hule (Ficus elastica Roxb. ex Hornem.), araucaria (Araucaria excelsa (Lamb.) W. T. Aiton), casuarina (Casuarina equisetifolia L.) y rompevientos (Tamarix gallica L.), taxa que se caracterizan por presentar un desarrollo acelerado, así como por sus copas grandes que proporcionan una amplia cobertura de sombra. Sin embargo, son muy susceptibles a bajas temperaturas, lo cual originó que casi desaparecieran del noreste de México durante el invierno de 1967 debido a las heladas (Alanís, 2005).
Periodo de 1980-2000. En las décadas de 1980 y 1990 todavía eran comunes las plantaciones monoespecíficas con árboles introducidos. Durante esa época, en los parques y banquetas de los nuevos desarrollos habitacionales de las ciudades de Monterrey, Ciudad Victoria y Linares se realizaban plantaciones monoespecíficas de ficus (Ficus benjamina L.) (Zamudio, 2001).
Alanís et al. (2004) documentan que los primeros esfuerzos por realizar plantaciones urbanas con especies nativas fueron en la década de 1980, en el municipio San Pedro Garza García (Área Metropolitana de Monterrey). Este municipio es el de mayor ingreso per cápita en Latinoamérica, y tiene una gestión innovadora (Gobierno de México, 2023). En esa década, académicos e investigadores de la Universidad Autónoma de Nuevo León y los funcionarios municipales responsables de las áreas verdes urbanas iniciaron la plantación de especies nativas.
En la década de 1990, los viveristas de la región citrícola de Nuevo León se asesoraron con académicos de las universidades regionales y empezaron a producir especies nativas. Este tipo de sinergias entre productores y universidades se ha realizado con éxito en diversas partes del mundo (Verheyen et al., 2023).
La especie que más se produjo fue el encino siempre verde (Quercus virginiana Mill.), taxón perennifolio de copa densa y con una altura de 15 a 20 m (Conafor, 2010; Romero et al., 2015), características que ayudaron a su rápida aceptación, ya que uno de los atributos que buscan los habitantes de las ciudades es que los árboles mantengan el follaje y presenten copas densas que generen sombra (Alanís 2005, Lowry et al., 2012). La producción de esta especie se realizó con semillas provenientes de Texas y del noreste de México. De acuerdo con algunos estudios como el de Peña et al. (2012), se consideraba que Q. virginiana tenía variedades y la correspondiente para el noreste del país era Q. virginiana var. fusiformis (Small) Sarg. Sin embargo, investigaciones con mayor rigor taxonómico (Nixon, 1997; Pérez y Valencia, 2017) indican que son dos especies diferentes, la nativa del noreste de México es Q. fusiformis Small, mientras que Q. virginiana se distribuye en el sureste de Estado Unidos de América. Con base en la identificación de algunos ejemplares de Quercus plantados en las áreas verdes urbanas de Monterrey, Linares y Cd. Victoria, se determinó la presencia de ambos taxa.
Periodo de 2000-actualidad En la década del 2000 se promovió fuertemente y consolidó el uso de especies nativas en las ciudades debido a diversos factores, entre ellos:
La experiencia de la ciudadanía, funcionarios y gestores de los recursos naturales con las heladas ocurridas en 1997 y 2011 en el noreste de México, que causaron la muerte de un gran número de árboles de especies introducidas de origen tropical (Alanís, 2011).
Generación de evidencia por parte de los académicos e investigadores de las universidades regionales, en la cual se indican las ventajas del uso de especies nativas.
Consolidación de los viveristas en la región para la producción de especies nativas y naturalizadas adaptadas a la región.
Creación y gestión permanente de la Asociación Mexicana de Arboricultura para la promoción del uso de taxa nativos.
En este periodo se generó una sinergia entre los viveristas, los gestores de las áreas verdes, la academia y los funcionarios para trabajar e impulsar el uso de las especies nativas. Para ello, se implementaron asesorías, cursos, talleres, conferencias y la publicación de artículos científicos y libros (Alanís y González, 2003; Alanís et al., 2004; Zurita, 2009; Mora-Olivo y Martínez-Ávalos, 2012; Alanís et al., 2014; Leal et al., 2018; Canizales et al., 2020; Cavazos y Cavazos, 2021).
Composición actual de los bosques urbanos
De acuerdo con las investigaciones cuantitativas de Alanís et al. (2014), Leal et al. (2018), López (2020), Canizales et al. (2020) y Alanís-Rodríguez et al. (2022), las especies nativas con mayor número de individuos son Carya illinoinensis (Wangenh.) K. Koch, Cordia boissieri A. DC., Ebenopsis ebano (Berland.) Barneby & J. W. Grimes, Ehretia anacua (Terán & Berland.) I. M. Johnst., Fraxinus uhdei (Wenz.) Lingelsh., Populus mexicana Wesm. ex DC., Populus tremuloides y Quercus fusiformis, taxones que tienen en común presentar una forma de crecimiento arbórea, y copas amplias y densas que proveen de sombra. Además de estas especies arbóreas, hay otras que también se encuentran en los bosques urbanos, pero son menos abundantes, por ejemplo: Acacia farnesiana (L.) Willd., Prosopis laevigata (Humb. & Bonpl. ex Willd.) M. C. Johnst., Diospyros texana Scheele y Parkinsonia aculeata L. (Mora-Olivo y Martínez-Ávalos, 2012).
Referente a las especies introducidas, muchas de las que se plantaron han desaparecido por las bajas temperaturas suscitadas en el noreste de México. Las heladas más significativas de los últimos 100 años corresponden a los años 1925, 1949, 1967, 1983, 1997 y 2011 (Guerrero, 2014). Zamudio (2001) y Alanís (2011) señalan a el árbol de la hoja de hule (Ficus elastica), araucarias (Araucaria excelsa), casuarinas (Casuarina equisetifolia), rompevientos (Tamarix gallica), ficus (Ficus benjamina) y chinese (Triadica sebiferum (L.) Small) como algunas de las especies que se plantaron a gran escala y perecieron con las heladas.
A partir de las investigaciones cuantitativas de Alanís et al. (2014), Leal et al. (2018), Canizales et al. (2020), López (2020) y Alanís et al. (2022) realizadas en áreas verdes urbanas del noreste de México, se identificaron como las especies introducidas con mayor número de ejemplares y un Índice de Valor de Importancia más alto al fresno (Fraxinus americana), trueno (Ligustrum japonicum Thunb.), cedro (Thuja occidentalis L.), sombrilla japonesa (Koelreuteria paniculata Laxm.) y las palmas Syagrus romanzoffiana (Cham.) Glassman y Washingtonia filifera (Gloner ex Kerch., Burv., Pynaert, Rodigas & Hull) de Bary, las cuales fueron plantadas antes del año 2000 y son tolerantes a las heladas.
Conclusiones
De acuerdo con la primera pregunta, se concluye que sí se determinaron cambios en el uso de las especies por su origen. Se identificaron tres periodos: 1) de 1850 a 1980 en el que se utilizaban principalmente especies introducidas provenientes de viveros del centro de México; 2) de 1980 a 2000 se inicia el uso de las especies nativas producidas en viveros locales; y 3) de 2000 a la actualidad se consolida la utilización de taxones nativos producidos en viveros locales.
Referente a la segunda pregunta, se propone que los cambios se deben a diferentes causas. Las situaciones detonantes fueron las experiencias de la ciudadanía, funcionarios y gestores de los recursos naturales con las heladas, y la evidencia generada por los académicos e investigadores de las universidades regionales, en la cual se indican las ventajas del uso de especies nativas, la consolidación de los viveristas en la región para producir tanto taxa nativos como naturalizados adaptados a la región, además de la creación y gestión permanente de la Asociación Mexicana de Arboricultura en la promoción del uso de especies nativas.
En relación con la tercera pregunta, y a partir de la sinergia observada entre los viveristas, los gestores de las áreas verdes, la academia y los funcionarios, la tendencia a futuro en la reforestación de las áreas verdes urbanas es mantener el uso de los taxa nativos, así como incrementar el número de especies que se producen con una mayor equidad de individuos de cada especie, es decir, se aumentará la diversidad tanto por la riqueza florística como por la equidad de individuos por especie. Para que se logre esto, es importante que se realicen inventarios forestales precisos y se estime a detalle la fitodiversidad y los elementos cuantitativos de la estructura arbórea.
Además de lo anterior, es fundamental considerar que no todas las especies arbóreas nativas se adaptan fácilmente a su cultivo en parques públicos. Ese es el caso de aquellas que de manera natural se desarrollan en ambientes riparios o acuáticos, como sucede con algunos taxones como fresnos (Fraxinus berlandieriana A. DC. y F. uhdei), sauces (Salix nigra) y sabinos (Taxodium mucronatum Ten.). Por lo tanto, se recomienda que estos se planten a orillas de lagos artificiales o donde exista una fuente constante de humedad.