Al editor:
Hemos leído con mucha apreciación el artículo publicado por Pérez-Cano, et al.1 titulado Ansiedad, depresión y estrés como respuesta a la pandemia de COVID-19, cuyas conclusiones muestran que en población mexicana, de un total de 613 participantes, más del 40% presentaron ansiedad, el 41.3% depresión y menos del 30% estrés. Consideramos este estudio muy importante, ya que la salud mental es un tema fundamental en el contexto actual. En nuestro país se encontró, en 1064 participantes, que el 88.3% presentaron síntomas como preocupación, temor e impotencia, y el 56.4% tuvieron estrés debido al aislamiento social2, cifras mayores en comparación con las del citado estudio1. En otro estudio con 67 participantes, el 43.3% presentaron ansiedad y el 20.9% tuvieron ansiedad leve, el 13.4% moderada y el 9% grave durante el aislamiento social3.
De la misma forma, un documento técnico del Plan de Salud Mental del Perú menciona que se realizó una encuesta sobre la salud mental de la población en el transcurso de la pandemia de COVID-19 y toque de queda, y de los 58,349 encuestados, el 28.5% presentaron síntomas asociados a la depresión; de ellos, se presentó mayormente en los de 18-24 años, siendo un 30.8% mujeres y un 23.4% hombres. Estas cifras son menores que las obtenidas en el estudio de Pérez-Cano, et al.1, en el que un 41.3% de la población presentó síntomas asociados a la depresión. Asimismo, el Ministerio de Salud del Perú brinda un Plan Estratégico para prevenir, vigilar, controlar y reducir el impacto de la pandemia que afecta la salud mental de la población4. Entre los factores asociados a estas manifestaciones se han reportado los problemas económicos para comprar alimentos y medicinas durante la pandemia, familiares con COVID-19 y el tiempo de aislamiento social2. El uso inadecuado de los medios de comunicación puede generar desinformación, estigmatización del personal de salud, pánico de compra y aumentar el riesgo de ansiedad; motivo por el cual las personas deberían ser más selectivas con las noticias de televisión y el uso de las redes sociales no oficiales1. Por último, las recomendaciones que nos da la Organización Mundial de la Salud incluyen mayor inversión de recursos económicos en el sector de la salud mental, pues de seguir el curso que lleva la pandemia aumentará la demanda de estos servicios5.