Este texto examina y reflexiona acerca de uno de los procesos políticos y sociales más complejos y extensos de la época contemporánea de México. Toma como hilo conductor el origen y desarrollo del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y su participación protagónica en el acontecer político nacional. Sin embargo, ofrece una visión amplia e integral del proceso político nacional en el que tuvo lugar el desenvolvimiento del PRD, como un largo periodo en el que ocurrieron relevantes ajustes y transformaciones políticas, institucionales y legales, a partir de las cuales se experimentó un avance sustantivo en la construcción de un régimen político democrático-representativo, principalmente en el ámbito del sistema electoral y de partidos. Uno de los atributos más valiosos del libro es la reconstrucción pormenorizada de este proceso, tanto desde el acontecer interno de esta fuerza política como desde el entorno político nacional, así como su contribución para explicar y comprender un proceso político denso, complejo y de largo alcance, que en muchos sentidos ha sido decisivo para la transición democrática mexicana.
El propósito del autor no está centrado en analizar a profundidad el devenir y los derroteros de este proceso, sino, más bien, en sus propias palabras: en “contar una historia compuesta por varios episodios” que parten de la formación del Frente Democrático Nacional, en el proceso electoral de 1988 (a la postre el PRD) hasta el 2018. Este propósito cobra sentido primordialmente, para el autor, en función de “registrar las distintas aportaciones que este partido realizó al proceso de democratización experimentado en México en décadas pasadas”, y “mostrar el origen, desarrollo y decadencia del PRD durante ese mismo proceso” (p. 13). De este modo, más que ofrecerse como un ejercicio analítico con una nueva interpretación acerca del significado de este largo periodo de transición democrática, el libro puede leerse y valorarse como un trabajo de reconstrucción histórico-política, con importantes insumos para la comprensión del papel de este partido en la vida política reciente en nuestro país, así como también para explicar su incapacidad para consolidarse y sostenerse como fuerza política representativa de la izquierda mexicana. De este modo, abona a entender el potencial político del que fue depositario el PRD en su primera década, al mismo tiempo que las causas de su descomposición interna, la pérdida de su liderazgo y su declive; en suma, su tránsito de la cima a la sima.
La intencionalidad de contar esta historia tiene sentido para Torres-Ruiz en función de analizar y tomar nota del contexto y de los acontecimientos relevantes que caraterizaron los distintos procesos electorales por la presidencia del país en los que tomó parte el PRD y, en este marco, rastrear en cada momento y episodio del proceso los aciertos, errores y obstáculos que tuvo que sortear este partido para convertirse, primero, en “la” fuerza política institucional representativa de la izquierda mexicana y, más tarde, para sostenerse en esta posición y continuar siendo un referente político reconocido por las propias fuerzas que le dieron origen.
En el trasfondo de la reconstrucción de esta historia, el autor pretende poner de relieve dos cuestiones: en primer lugar, documentar un proceso que él reconoce como de cambio político, entendiendo esto -parafraseando a Fernández Santillán a quien Torres menciona en su libro-, como un “conjunto de reformas legales e institucionales que se llevan a cabo para transformar un régimen autoritario en uno democrático-electoral”, mediante un cambio que ocurre en términos pacíficos. En segundo término, proponer una visión integral del significado y las implicaciones de los procesos electorales, en la que éstos no son vistos como acontecimientos “aislados”, en sí, sino como una “síntesis de procesos políticos y sociales mucho más extendidos en el tiempo”, y que son resultado de interacciones, conflictos, aciertos y errores entre muy diversos actores (p. 26-27).
En uno y otro aspectos interesa de manera particular escudriñar en el papel desempeñado por la izquierda institucional, y en específico por el PRD, pero donde el autor reconoce también que se trata de un proceso de larga data en el que tomaron parte muy diversos actores sociales y políticos, encaminados a instituir en México la democracia procedimental. En este largo tránsito a Torres-Ruiz le interesa destacar de manera particular el protagonismo de la izquierda partidista que abrió brecha desde los años 70 con la participación electoral del Partido Comunista Mexicano (PCM), siguiendo una línea de continuidad con el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), con el Partido Mexicano Socialista (PMS) y con el Partido de la Revolución Democrática. Desde el punto de vista del autor, la presencia de la familia político partidista de esta izquierda ha sido un factor determinante para entender los cambios institucionales y normativos en materia electoral, y la construcción de la democracia electoral en nuestro país.
Lo original de este libro consiste en la reconstrucción de un proceso de larga duración por abrir y construir la senda democrática en México, que en este caso es leído y articulado a partir de la trayectoria de los actores de la izquierda partidaria a quienes el autor atribu ye un papel central. Esta mirada resulta inte resante porque la sola reconstrucción del proceso permite documentar y tomar nota de varios fenómenos relevantes, entre otros, destaco tres:
Los distintos caminos a través de los cuales confluyó y se articuló en México la izquierda institucional, y también las muy diversas filiaciones de los numerosos actores que la conformaron. Desde un PCM de raigambre originaria bolchevique, hasta una corriente democrática desprendida del partido “oficial” hegemónico del país (PRI), arraigada en el nacionalismo revolucionario y heredera del autoritarismo, el presidencialismo y el corporativismo propios del “régimen político mexicano”. Se trata de un abanico muy amplio, nutrido por un gran número de actores sociales y políticos que de por sí representó desde siempre un gran desafío para la integración en una fuerza política representativa: partidos independientes, movimientos sociales, organizaciones civiles y ciudadanas, grupos de activistas, sindicatos y frentes de la izquierda social, “partidos satélites”, entre otros.
La función catalizadora de la izquierda institucional en la transición a la democracia, a través del FDN, primero, y del PRD, después, a partir del proceso electoral de 1988, que aceleró e imprimió un salto cualitativo en el cambio político en México en varias dimensiones paralelas: apelar y hacer valer la legalidad como vía para este cambio, generar importantes alianzas políticas con fuerzas partidarias y sociales, dar lugar a una amplia convocatoria para el ejercicio del voto y la participación electoral, acompañamiento de una amplia movilización social, en suma, propició el fortalecimiento de la oposición por la vía electoral. Este conjunto de nuevas condiciones transfor mó de manera sustantiva el sistema electoral y de partidos, al pluralizar el horizonte de las opciones políticas y la representatividad de la diversidad social.
El proceso de transformación, trastocamiento y perversión de una fuerza política que des pegó con un gran potencial y poder de convocatoria, que fue capaz de hacer confluir a muy variados actores políticos institucionales y sociales, y constituyó una suerte de visagra en la articulación entre el sistema político y numerosos movimientos sociales y ciudadanos. Esto es, de una fuerza política que emergió y contó con una gran base social y fuerte arraigo en la ciudadanía, y que se erigió por muchos años como representante genuina de intereses muy diversos, bajo el referente ideológico de “la izquierda”. La reconstrucción plasmada en el libro permite observar la descomposición de este referente, y su tránsito hacia un partido instrumento de sus élites y preso del facciona lismo de sus “tribus”, a través de la pérdida paulatina de su vocación democrática representativa, de su legitimidad sustentada en la agenda programática “de izquierda” y de su vínculo con sus agremiados y con las bases que le dieron sustento. El autor refiere este proceso como la conversión del PRD en un par tido electorero, catch all (atrapa todo) y cartel party (partido cartel), que reprodujo hacia su interior las prácticas clientelares y corporativas, los manejos discrecionales y corruptos y, adicionalmente, perdió también a sus líderes históricos y más representativos (Cárdenas y López Obrador). Un partido vaciado de los contenidos y principios que lo constituyeron, posicionaron y legitimaron como fuerza opositora alternativa en el sistema político mexicano.
Los tres puntos anteriores hablan por sí mismos de la importancia y pertinencia de la estrategia del autor de centrar el objetivo del libro en reconstruir el largo e intrincado trayecto de la senda democrática en México. Su apuesta por aportar información de primera mano y un cúmulo de piezas clave, secuenciado y articulado, para documentar el proceso del cambio político en México y, al mismo tiempo, ofrecer una visión integral del desenvolvimiento y las implicaciones de los proce sos electorales, provee, en sí mismo, un material privilegiado para la justa valoración de este trayecto. No obstante, considero que la riqueza condensada en este ejercicio de reconstrucción ofrece también información y elementos valiosos que dan luz sobre otros aspectos relevantes, que bien podrían explicar y documentar igualmente otras dimensio nes del proceso de democratización en el que se inscribe este trayecto. Me refiero tanto a los alcances mismos del cambio político y la transición democrática, como a las propias limitaciones que acusaron ambos procesos (hasta antes del 2018), obstaculizando su consolidación. Sobre esto último existen variables importantes sugeridas en el libro que apuntalan la relevancia de ciertos procesos que se entrecruzaron en este trayecto y se convirtieron en poderosos factores que jugaron en contra: hacia en interior del PRD, el rís pido desencuentro político ideológico de las distintas tribus que lo conformaban (persiguiendo metas claramente divergentes), el in salvable conflicto entre los liderazgos históricos (Cárdenas y AMLO) y la hegemonía que fue alcanzando la corriente de los Chuchos con una clara orientación pactista con los partidos del antiguo régimen. Hacia el exterior: la creciente polarización política, la alianza de la oposición de derecha (PRI-PAN) comprometida con la preservación de la élite gobernante, la afinación de la estrategia de los fraudes electorales y, finalmente, la escisión de la izquierda partidaria a partir del desprendimiento de AMLO y el surgimiento de MORENA.