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Perfiles latinoamericanos

versión impresa ISSN 0188-7653

Perf. latinoam. vol.31 no.62 México jul./dic. 2023  Epub 31-Mayo-2024

https://doi.org/10.18504/pl3162-008-2023 

Artículos

El desplome electoral de la democracia cristiana chilena, 1989-2021

The electoral collapse of the Chilean Christian democracy, 1989-2021

*Doctor en Estudios Americanos por la Universidad de Santiago de Chile. Académico en la Universidad de Talca, Campus Santiago (Chile). Investigador del Millennium Nucleus Center for the Study of Politics, Public Opinion and Media in Chile (MEPOP, NCS2021_063) mherreram@utalca.cl

**Doctor en Ciencia Política por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Académico en la Universidad de Talca, Campus Santiago (Chile). Investigador del Millennium Nucleus Center for the Study of Politics, Public Opinion and Media in Chile (MEPOP, NCS2021_063) mmoralesq@utalca.cl

***Doctor en Estudios Políticos por la Universidad de Grenoble (Francia). Académico de la Universidad de Talca, Campus Santiago (Chile) grayo@utalca.cl


Resumen

En este artículo se analiza el deterioro electoral del Partido Demócrata Cristiano (PDC) chileno, que cayó del 26% de los votos en las elecciones inaugurales de la democracia en 1989, al 4.2% en las legislativas de 2021. Sugerimos tres factores explicativos. Primero, que si bien la base electoral del PDC siempre fue predominantemente católica, desde mediados de la primera década de los dos mil, los partidos de derecha han competido con dicho partido y con éxito parcial en este núcleo de electores. Segundo, que dicho partido ha sido históricamente de centro, pero desde fines de los noventa ha enfrentado la competencia de los partidos de izquierda por estos votantes. Tercero, que las facciones iernas del PDC pasaron de una dinámica cooperativa a una disruptiva, con acelerados cambios de directivas y fuga de militantes. Todo esto anticipó malos resultados para las elecciones presidenciales de 2017 y 2021, con un 5.9% y un 11.6%, respectivamente.

Palabras clave: democracia cristiana; partidos políticos; elecciones; católicos; facciones; militantes; encuestas; Chile

Abstract

We explain the electoral deterioration of the Chilean Christian Democratic Party (PDC, by its acronym in Spanish), which fell from 26% of the votes in the inaugural elections of democracy in 1989, to 4.2% in the legislative elections of 2021. We suggest three explanatory factors. First, the PDC’s electoral base has always been predominantly Catholic; since the mid-2000s, right-wing parties have competed with the PDC in this core constituency partially successfully. Second, the PDC has been a centrist party, but since the late 1990s, it has faced competition from left-wing parties for these voters. Third, the internal factions of the PDC went from a cooperative dynamic to a disruptive dynamic, with accelerated changes of leadership and militant flight. All these anticipated poor results for the 2017 and 2021 presidential elections, with 5.9% and 11.6%, respectively.

Keywords: Christian democracy; political parties; elections; Catholic; factions; militants; public opinion polls; Chile

Introducción1

Los partidos democratacristianos son prácticamente una especie en extinción en América Latina, con excepción de Chile, Costa Rica y México. Al igual que en otros países de la región, en Chile fue el Partido Demócrata Cristiano (PDC) el que encabezó la transición a la democracia, e incluso fue partícipe del primer gobierno de la redemocratización con la presidencia de Patricio Aylwin (1990-1994). La popularidad que acompañó a este tipo de partidos en los primeros años de la nueva democracia contrasta con el derrotero de muchos de ellos. Algunos terminaron en la irrelevancia política producto del escaso apoyo electoral, como en El Salvador y Venezuela, y otros simplemente desaparecieron, como el Democracia Cristiana Guatemalteca. ¿Cuáles son las causas de este resultado?

Mainwaring (2003) atribuye parte de la explicación al exceso de pragmatismo de los PDC; su argumento es que cuando comenzaron a participar de los procesos electorales y a cosechar éxito, formaron coaliciones con otros de distinto color político, renunciando con frecuencia a su rol moderador o de centro. Esto habría contribuido al proceso de dilución de esa etiqueta partidaria (Lupu, 2016), lo que llevó a los votantes a no distinguir la singularidad de sus propuestas programáticas respecto de las de otros partidos. Williams & Seri (2003), por ejemplo, argumentan que en El Salvador el PDC prácticamente cogobernó con la élite militar saliente; entonces, más que consolidar una etiqueta democrática, a juicio de la opinión pública, se habría transformado en un bloqueador del cambio político. Adicionalmente, y como el mismo Mainwaring (2003) subraya, en varios países de la región -especialmente en Guatemala, Venezuela y El Salvador-, los titulares del Poder Ejecutivo que militaban en el PDC fueron vinculados a publicitados escándalos de corrupción, lo que erosionó aún más esa etiqueta partidaria.

Estas explicaciones desde América Latina son diferentes a las que suelen darse para los países europeos. El fin de la Guerra Fría y el retroceso del comunismo habrían impactado en el caudal electoral de los PDC -que, en parte, surgieron como respuesta al avance de los partidos comunistas-, a lo que se añadió un acelerado proceso de secularización social (Kselman & Buttigieg, 2003; Gottfried, 2007). Dado que la fuerza electoral de estos partidos, en particular en Europa Occidental, se encontraba en los votantes católicos (Botterman & Hooghe, 2012; Duncan, 2015), la agenda valórica liberal habría contribuido al deterioro de su votación. En el caso de Italia, además, explotaron casos de corrupción que afectaron a importantes líderes democratacristianos, perjudicando irremediablemente su etiqueta partidaria (Golden & Chang, 2001). La situación del PDC alemán es diferente. Huneeus (1997) destaca el rol de Helmut Kohl en la renovación y organización de ese partido, mientras que Gottfried (2007) subraya su actualización programática, que tomó distancia de las propuestas de la Iglesia católica. Y más contemporáneamente, Dostal (2019) destaca el liderazgo de Angela Merkel como factor importante para explicar el éxito electoral de dicho partido.

¿Qué ha pasado en Chile? El PDC ha gobernado el país en tres ocasiones hasta totalizar 16 años. Y aunque su fundación se dio en 1957, sería en las elecciones legislativas de 1941 cuando tuvo su primera experiencia electoral bajo el nombre de Falange Nacional. En 1964, con el liderazgo de Eduardo Frei Montalva, llegaría por primera vez a la Presidencia de la República, pero fracasando en su intento por elegir nuevamente a un candidato del PDC en las elecciones de 1970. El gobierno reformista de Frei Montalva (Couso & Huneeus, 2016) concluyó con altos niveles de popularidad presidencial, aunque fue incapaz de transferir esa popularidad a su potencial sucesor: Radomiro Tomic, representante del ala más de izquierda de ese partido (Morales & Rubilar, 2016; Herrera et al., 2019). Luego del régimen de Pinochet (1973-1990), del PDC emergieron dos presidentes de manera consecutiva, Patricio Aylwin (1990-1994) y Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), lo que lo transformó en el partido más exitoso de la historia reciente de Chile. Sin embargo, a mediados de la década de 1990 comenzó a dar claras señales de fatiga electoral, tendencia que se ha agudizado a tal punto que en 2017 su candidata presidencial obtuvo menos del 6%, mientras que su lista parlamentaria apenas sobrepasó el 10%. En 2021, la situación no mejoró. Su candidata presidencial alcanzó el 11.6% y su lista parlamentaria el 4.2%. Este debilitamiento fue acompañado de su menor incidencia a nivel ministerial en los gobiernos de centro-izquierda desde 1990 en adelante (Gallo et al., 2020).

Aquí sugerimos que tal declive electoral responde a tres factores. Primero, a un proceso de “descatolización” del país que se ha caracterizado por el descenso de la población católica y la caída en los niveles de religiosidad, medidos como la asistencia a oficios religiosos. Dado que parte importante de la base electoral del PDC se cultivó en el mundo católico, es razonable pensar que estos cambios contribuyen a explicar, al menos parcialmente, su descenso electoral. Por otro lado, desde fines de los noventa, ha enfrentado la competencia de los partidos de derecha por los electores católicos, en especial de la Unión Demócrata Independiente (UDI), que de a poco ha conquistado a estos votantes.

Segundo, interpretamos el declive electoral del PDC como parte del debilitamiento del centro político. Si en 1990 más del 60% de los chilenos se definía de “centro”, en 2017 bordeó el 12%. Aunque las alternativas de izquierda y derecha también han retrocedido, el “centro” es el que más ha decaído como opción política. Esto ha perjudicado al PDC, que en los noventa fue la oferta exclusiva para estos votantes. Desde fines de esa década, este partido ha competido con los de izquierda por este núcleo de votantes, cediendo espacio y recibiendo fuertes derrotas electorales.

Tercero, asociamos el declive electoral del PDC con la faccionalización interna. Utilizando la conceptualización de Boucek (2009), sostenemos que, paulatinamente, el partido pasó de la “faccionalización cooperativa” a la “faccionalización degenerativa”, lo que se ha reflejado en el incremento de sus tendencias internas y en la alta rotación de directivas nacionales. Este partido sufrió dos grandes fugas de militantes en 2008 y 2018. La faccionalización degenerativa ayuda a entender la fatiga de sus liderazgos nacionales. Si en la década de 1990 contaba con seis líderes reconocidos por la opinión pública, según la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), entrada la primera década de los dos mil, esa cifra se redujo a solo un líder.

Hemos dividido el artículo en cuatro secciones. La primera indaga en la teoría disponible para explicar las caídas de los PDC, antecedentes útiles para justificar nuestras hipótesis. En segundo lugar, presentamos la metodología utilizada. En tercero, describimos histórica y electoralmente al PDC chileno, sometiendo a prueba las tres hipótesis señaladas. La cuarta sección es para ofrecer nuestras conclusiones.

Teoría e hipótesis: los determinantes del apoyo a los partidos demócratas cristianos en América Latina

En esta sección ofrecemos tres dimensiones teóricas que identifican los determinantes de apoyo al PDC, desarrolladas para Europa y América Latina. Primero, el “catolicismo”. Segundo, el “centrismo”. Tercero, el “faccionalismo”. La literatura comparada ha hecho un uso intensivo de estas variables para explicar el descenso electoral de este tipo de partidos. Nuestro objetivo es vincular estas variables con la evidencia recolectada del PDC chileno, específicamente en cuanto a su desempeño electoral y apoyos en la opinión pública.

Existe cierto consenso sobre las olas de emergencia de los PDC a nivel mundial (Kalyvas, 1996, 1998; Lamberts, 1997). Algunos surgieron a mediados del siglo XIX bajo el alero de la Iglesia católica como partidos conservadores (Kalyvas, 1996), otros lo hicieron luego de la publicación de la encíclica Rerum Novarum en 1891 (Fogarty, 1957; Hawkins, 2003; Gehler & Kaiserm, 2004; Ulianova et al., 2021), y un grupo importante nació tanto en Europa como en América Latina luego de la Segunda Guerra Mundial. Respecto al desarrollo de estos partidos, suele destacarse al italiano como caso de “derrumbe” (Warner, 2012), y al alemán como caso de éxito (Conway, 2003). Desde América Latina, la literatura es menos abundante. Destaca el estudio de Mainwaring (2003) sobre los más importantes de la región. También hay estudios de caso para México (Loaeza, 1999; Mantilla, 2016), Chile (Morales & Poveda, 2007; Navia & Osorio, 2015), y sobre el colapso del sistema de partidos en Venezuela que incluye el desplome del Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) (Morgan, 2007).

Según Mainwaring (2003), una de las razones que explica el deterioro electoral de los PDC fue su progresivo pragmatismo. Ellos emergieron como partidos ideológicos con principios bien definidos. No obstante, en su afán de ganar votos, transgredieron esos principios, formando alianzas con otros que eran distantes ideológicamente o, como en Guatemala y El Salvador, haciendo concesiones a la élite autoritaria saliente en el marco de las transiciones a la democracia. En otros países, como en Chile, el PDC construyó coaliciones electorales, políticas, e incluso de gobierno con el Partido Comunista (PC), que se le alejaba en términos ideológicos y valóricos (Walker, 2018).2

Mainwaring (2003) descarta la hipótesis de la secularización para explicar el deterioro de los PDC latinoamericanos. Visto así, la legislación en favor del divorcio, el aborto y el matrimonio igualitario no habrían incidido en su desplome electoral. En efecto, su crisis en el mundo está acompañada por un proceso de globalización política y de un aumento de las ideologías seculares (Forlenza & Thomassen, 2022). Entonces, mirando a Chile y siguiendo a Mainwaring (2003), el descenso de la población católica tampoco habría sido relevante para explicar su evolución electoral. Según el censo de 1992, el 76.7% de la población era católica, cifra que cayó al 69.9% en 2002, y al 67.4% en 2012. A esto se añade el brusco descenso de la población autodefinida como católica comparando la encuesta del Latinobarómetro de 2007 y 2017, que varía del 73% al 45%. A nivel de élite parlamentaria, Bargsted & Somma (2016) -con base en las encuestas del PELA- constatan un decrecimiento general de los diputados identificados como “católicos” que pasaron del 98% en 1993 al 85% en 2006; y un incremento de los diputados identificados como “cristianos”, que fueron del 0% en 1993 al 17% en 2006.

¿Incidió el descenso de la población católica en la caída electoral del PDC? Fundado este formalmente en 1957, se desarrolló al alero de la Iglesia católica, constituyéndose en una propuesta política distante de izquierdas y derechas (Scully, 1992; Torcal & Mainwaring, 2003). No se definió como un partido confesional, pero tuvo un vínculo histórico con la Iglesia católica, que tuvo sus raíces en la Falange Nacional, partido que precedió al Democracia Cristiana (DC). Una característica distintiva de este partido fue la confluencia de parroquias y movimientos pastorales, con colegios católicos como Sagrados Corazones, Padres Alemanes del Verbo Divino, Hermanos Maristas, y colegios jesuitas. Así se forjó la denominada “familia democratacristiana”. El influjo de la doctrina social de la Iglesia (DSI), en particular de las enseñanzas de las Conferencias Episcopales Latinoamericanas de Medellín y Puebla, las encíclicas de Paulo VI y Juan XXIII, en el marco del Concilio Vaticano II, fue gravitante en la formación de los cuadros democratacristianos (Grayson, 1969; Hofmesiter, 1995). Las escuelas de formación política del partido y de su juventud, situaban el estudio de la DSI como eje fundamental del programa de formación doctrinaria. Asimismo, la adhesión a movimientos pastorales, o simplemente, el encuentro alrededor de la misa dominical, fue una práctica ritual característica de una amplia mayoría de militantes democratacristianos. En las décadas de 1970 y 1980, en plena dictadura del general Pinochet (1973-1990), la Parroquia Universitaria, bajo la guía espiritual de los sacerdotes Percival Cowley y Beltrán Villegas, fue un espacio de celebración eucarística, reflexión y acción libertaria, en la que centenares de jóvenes estudiantes y académicos profundizaron en su fe y en sus opciones políticas y sociales.

Lo anterior se reflejó en la composición de la élite del PDC; un porcentaje muy significativo egresó de colegios católicos. Al menos así sucedió con la totalidad de los fundadores de la Falange Nacional, y con el 70.4% de los presidentes de este partido. En 1965, año de las elecciones en las que tuvo mayor éxito, casi la mitad de sus diputados provenía de colegios católicos, porcentaje que, con algunas variaciones, se repitió para los comicios de 2017. Estas cifras indican que la composición de la élite parlamentaria del PDC no ha experimentado cambios significativos en cuanto a la procedencia católica de sus miembros, lo que contrasta con la secularización o, más bien dicho, la “descatolización” de la población chilena.

Otro factor que pudo contribuir al deterioro electoral de la DC fue la crisis de la Iglesia católica. En Chile, según el Latinobarómetro 2018, los niveles de confianza en dicha institución son los más bajos en América Latina: 36% frente al 67% del promedio en la región; mientras que el porcentaje de chilenos que se declara católico ha retrocedido del 73% en 2007 al 45% en 2018. En paralelo, la práctica religiosa llegó a mínimos históricos. Según la Encuesta Nacional Bicentenario de la Universidad Católica para 2017, solo el 10% de los católicos declaró participar en servicios religiosos semanalmente, cifra que contrasta con el 18% en 1998, según las encuestas del CEP, y el 33% en 1958, según las de Eduardo Hamuy. A su vez, Chile y Uruguay son los dos únicos países sudamericanos donde el porcentaje de personas que se declaran católicos es inferior al 50% de la población del país, y donde ateos y agnósticos alcanzan igualmente los mayores porcentajes, 39 y 41%, respectivamente (Latinobarómetro, 2018).

Esta evidencia contribuye a replantear una de las preguntas centrales de este artículo. ¿En qué medida el descenso de la población católica y de la religiosidad contribuye a explicar el deterioro electoral del PDC? Para responder, planteamos la siguiente hipótesis:

H1: El descenso de la población católica y de la religiosidad contribuye a explicar el deterioro electoral del PDC entre 1989 y 2021.

La segunda aproximación explicativa sobre el deterioro electoral del PDC corresponde al debilitamiento del centro político en Chile. Al igual que en otros países de América Latina -El Salvador, Guatemala-, ese partido lideró en Chile la transición a la democracia luego del régimen autoritario. Tal como sugiere Przeworski (1991) al analizar el juego transicional, en esta nación las negociaciones para avanzar hacia la democracia se desarrollaron entre los “blandos” del régimen autoritario y los “moderados” de la oposición. Los moderados correspondieron, principalmente, a los líderes del PDC. Esta transición pactada con los militares excluyó a los partidos de izquierda, y mantuvo una importante cuota de poder para los militares, consolidando una “democracia protegida y autoritaria”. En ese contexto, más de la mitad de los chilenos se definió como de “centro” en la escala ideológica. Probablemente, el miedo a una regresión autoritaria o a un clima de polarización política (O’Donnell, 1997) contribuyó a que los ciudadanos escogieran alternativas moderadas. Fue así que el PDC se constituyó en la alternativa que más garantizaba un tránsito ordenado a la democracia (Walker, 2003). Sin embargo, en la medida en que esta alcanzó niveles razonables de consolidación y se disiparon los temores a una regresión autoritaria -en particular con la detención del general Pinochet en Londres en 1997-, los chilenos comenzaron a abandonar las posturas de centro, lo que fue de la mano con un incremento en la desafección partidaria. Junto con la recuperación electoral de la derecha y la unión de la izquierda bajo un liderazgo con claras opciones presidenciales, el PDC vio disminuir sus apoyos. Los partidos de izquierda avanzaron hacia votantes moderados y, a la par, comenzó un lento pero permanente proceso de desafección partidaria que perjudicó principalmente al PDC. De acuerdo con este argumento, planteamos la siguiente hipótesis:

H2: El descenso del “centro” como opción política y la competencia de los partidos de izquierda por los votantes de centro, contribuyen a explicar el deterioro electoral del PDC entre 1989 y 2021.

La tercera dimensión es la faccionalización interna del partido. Si entendemos por facción a un grupo de militantes organizados y unidos para acceder al control de un partido político (Beller & Belloni, 1978; Gillespie et al., 1995), la DC -tanto en países como Italia (Zariski, 1965; Zuckermann, 1979; Leonardi & Wertman, 1990) y Chile (Grayson, 1969; Fleet, 1988; Hofmeister, 1995; Navarrete, 2003; Sigmund, 2003)- ha estado marcada por profundos conflictos derivados de esa faccionalización (Walker, 2003). Estas facciones están organizadas, perduran por largo tiempo, funcionan de acuerdo a intereses comunes, y distribuyen poder tanto dentro del partido como en el gobierno en caso de que el partido gane las elecciones (Hine, 1982; Reiter, 2004). Dado que las facciones pueden desestabilizar la organización interna de los partidos y alterar sus niveles de cohesión, un exceso de conflicto también puede perjudicar el rendimiento electoral de un partido, dando paso a una desintegración partidaria. Un ejemplo muy claro es la DC italiana. De acuerdo con Boucek (2009), las facciones del partido pasan por tres etapas. La fase cooperativa se caracteriza por facciones que, aunque separadas entre sí, tienden a priorizar la integración del partido y promover el consenso. En la fase competitiva, en cambio, aumenta el número de facciones y la pugna por el poder interno. En el faccionalismo degenerativo, la tercera etapa, se debilita la organización partidaria, se abre espacio para fugas de militantes y se diluyen las diferencias programáticas entre las facciones. De acuerdo con esto, nuestra hipótesis es la siguiente:

H3: El avance desde una faccionalización cooperativa hacia una faccionalización degenerativa contribuye a explicar el deterioro electoral del PDC entre 1989 y 2021.

Metodología

Utilizamos como fuentes de datos principales la documentación oficial que ofrece el Servicio Electoral de Chile (Servel) sobre la composición de las directivas de los partidos y la evolución de su masa de militantes, y las encuestas nacionales que incluyen la pregunta sobre identificación con partidos. Específicamente, las encuestas del Centro de Estudios Públicos (CEP) de 1990 a 2021, y las del Latinobarómetro. La variable dependiente tiene dos dimensiones. Primero, la evolución en votos y escaños. Segundo, la evolución en apoyos desde la opinión pública medidos como identificación partidaria.

Luego de presentar el material descriptivo, sometemos las dos primeras hipótesis - “descatolización” y debilitamiento del centro- a un test estadístico mediante modelación probit. En estos modelos utilizamos como variable dependiente la identificación partidaria, colocando especial atención a la identificación con el PDC, pero también modelando la identificación con otros partidos en función de las variables independientes indicadas en las hipótesis: religión, religiosidad y “centro” político. Añadimos algunas variables de control: sexo, edad y educación.

Adicionalmente, describimos y analizamos en términos históricos la evolución de la faccionalización del partido y, como señalamos, la rotación de las directivas. Como medida de éxito de cada directiva -más allá del desempeño electoral- contabilizamos el volumen de militantes activos. Para finalizar, caracterizamos esta militancia de acuerdo a su edad. Por cierto, comparamos ambas dimensiones -rotación de directivas y evolución de la militancia- con otros partidos, a fin de identificar las eventuales particularidades del PDC.

El PDC chileno: votos, escaños e identificación partidaria

Si bien el PDC se fundó oficialmente en 1957, sus orígenes se remontan a la década de 1930 con la Juventud del Partido Conservador y posteriormente con la Falange Nacional, que compitió en las elecciones legislativas de 1941 a 1957. En 1964, el PDC ganó la Presidencia de la República con su líder histórico, Eduardo Frei Montalva, pero no pudo reeditar ese éxito en las elecciones de 1970. Luego del golpe de Estado encabezado por el general Pinochet en 1973 y el régimen autoritario que se extendió hasta 1990, ese partido reapareció como competitivo y vibrante, con figuras políticas de alta visibilidad pública. Logró nuevamente la Presidencia con Patricio Aylwin en 1990 y con Eduardo Frei Ruiz-Tagle en 1993. El PDC dirigió la primera fase de la redemocratización en Chile, caracterizada por la presión militar y por el protagonismo del general Pinochet, que se mantuvo como comandante en jefe del Ejército hasta 1997 (Huneeus, 2000). Por lo mismo, los gobiernos de la redemocratización se vieron obligados a realizar concesiones a los militares. A juicio de Huneeus (2003), por estos motivos, el PDC pagó los “costos de la re-democratización”, ya que apareció como condescendiente con las Fuerzas Armadas y poco dispuesto a avanzar de manera más decidida en la consolidación democrática, a pesar de mostrar una gestión económica con buenas cifras de crecimiento y con un claro retroceso de la pobreza.

El PDC ha descendido electoralmente a gran velocidad. En las elecciones de 1989 obtuvo cerca del 25% de los votos y casi el 32% de los escaños, mientras que en 2017 apenas alcanzó el 10% de los votos y el 9% de los escaños, y en 2021 el 4.2 y el 5.2% de los escaños (Gráfico 1). Hasta 2013, este partido compitió en coalición junto a algunos de izquierda (socialistas, radicales e incluso con comunistas) con los que formó no solo alianzas electorales, sino también coaliciones de gobierno. El Partido Comunista (PC) ingresó a esta coalición formalmente en 2013, lo que generó un intenso debate en el PDC. Dado que esta nueva coalición era encabezada por Michelle Bachelet, militante del Partido Socialista (PS) y favorita para ganar la elección presidencial de 2013, el PDC no tuvo más que aceptar la inclusión del PC como miembro de la coalición. En 2017, el PDC decidió emprender un camino más autónomo. Para esas elecciones compitió con una candidata presidencial propia y con una lista parlamentaria acompañado de dos pequeños partidos de izquierda. El resultado fue negativo. Su candidata presidencial no alcanzó el 6%, y consiguió solo 14 de los 155 escaños para la Cámara. En 2021 -posterior al “estallido social” que enfrentó Chile y de cara al nuevo proceso constitucional (Morales, 2020, 2021)-, el PDC retomó el pacto con el Partido Socialista y el Partido por la Democracia, pero su candidata no alcanzó el 12%, y quedó en el quinto lugar.

Fuente: Elaboración propia con datos de Servicio Electoral (2021).

Gráfico 1 Porcentaje de votos y escaños del PDC (Cámara), 1990-2021 

En la opinión pública, el PDC también ha retrocedido en sus apoyos. Si bien todos los partidos han sufrido una caída en los niveles de identificación partidaria, el caso de aquel ha sido más dramático. A inicio de los noventa cerca del 40% de los encuestados se identificaba con él, cifra que para 2017 apenas sobrepasó el 4%, para luego descender a 2.2% en 2021 (Gráfico 2). ¿Qué explica este retroceso? De acuerdo a Herrera et al. (2019), la base electoral del PDC ha tenido tres características. Suelen ser votantes de áreas rurales, con posturas ideológicas de centro, y con preferencia por la religión católica. El gran problema, sostienen los autores, es que en Chile la población rural ha venido en retroceso, la preferencia por el centro se ha difuminado, y el volumen de católicos ha disminuido. Este argumento se basa fundamentalmente en datos de encuestas de opinión y de resultados electorales agregados. Es una aproximación útil para caracterizar las bases de apoyo, pero insuficiente para explicar la caída electoral del PDC.

Fuente: Elaboración propia con datos de CEP (2021).

Gráfico 2 Identificación con el PDC, 1990-2021 

Católicos y centristas

A nivel comparado, suele señalarse que el proceso de secularización afectó a los PDC particularmente en Europa (Duncan, 2015). Dado que la secularización ha sido intensa en los segmentos más jóvenes de la población, la base electoral natural de ese partido ha ido envejeciendo, afectando su volumen de apoyo (Botterman & Hooghe, 2012). El Gráfico 3 muestra el porcentaje de chilenos que se define como católico, evangélico, y ateo, agnóstico o sin religión, de acuerdo con los datos del Latinobarómetro. Se advierte un descenso significativo de los católicos, en particular desde 2010, aunque eso ya se venía observando a partir de 2001. La población evangélica, entre tanto, ha bordeado el 15%, mientras que los ateos, agnósticos o sin religión, presentan un ascenso importante desde 2011.

Fuente: Elaboración propia con datos de Latinobarómetro (2021).

Gráfico 3 Porcentaje de católicos, evangélicos y no religiosos en Chile, 1995-2020 

Los niveles de religiosidad también han variado desde 1995, mostrando una evolución distinta para católicos y evangélicos (Gráfico 4). En cuanto a los católicos, la frecuencia de su asistencia a oficios religiosos pasó del 41.9% en 1995 al 8.1% en 2021, en tanto que para los evangélicos, las variaciones han sido mínimas con un promedio del 54%.3 Lo que se advierte no es solo un decrecimiento en el volumen de católicos, sino también de su intensidad en la práctica religiosa comunitaria. Como hemos señalado, una de las estructuras que dio vida al PDC fue la tríada colegio-parroquia-partido. En un contexto general de debilitamiento del catolicismo, sostener esa tríada se hacía prácticamente inviable. Es más, en el caso de los evangélicos, la evolución de la religiosidad va en una dirección distinta. Siempre ha sido superior respecto a los católicos, pero si en 1995 la diferencia entre ambas religiones era de casi 15 puntos, en 2021 dicha diferencia se estiró a 30 puntos. Dado que el PDC es más proclive a conquistar electores católicos que electores evangélicos (Morales & Poveda, 2007), la disminución de la población católica impactó directamente en el volumen de su base de apoyo. Adicionalmente, y tal como sostienen Bargsted & De la Cerda (2019), los católicos más intensos -es decir, aquellos que asisten en mayor medida a oficios religiosos- tienden a identificarse más con la derecha como opción política.

Fuente: Elaboración propia con datos de CEP (2021).

Gráfico 4 Asistencia a oficios religiosos de católicos y evangélicos, 1995-2021 

Asimismo, el retroceso de la confianza en la Iglesia católica ha debilitado al PDC. La confianza en esa institución, de acuerdo con Latinobarómetro, ha bajado de 80% en 1995 a 31% en 2020 (Gráfico 5); un retroceso mucho más acelerado en comparación con el promedio de América Latina: del 73 al 59.9%. La Iglesia tuvo altos niveles de confianza (cercanos al 80%) entre 1995 y 2001, iniciando entonces con algunas variaciones y un descenso sistemático. El desplome de la confianza en la Iglesia católica se produjo en 2015, cuando salieron a la luz pública casos de abuso sexual a menores por parte de sacerdotes. En consecuencia, para el PDC ha sido muy difícil enfrentar la caída en el volumen de católicos, el declive de la religiosidad de los católicos -lo que no ha sucedido con los evangélicos- y el desplome de la credibilidad de la Iglesia católica como institución clave.

Fuente: Elaboración propia con datos de Latinobarómetro (2021).

Gráfico 5 Confianza en la Iglesia católica y otras instituciones, 1995-2020 

Estos factores de contexto que han contribuido a debilitar las bases sociales del PDC conviven con un factor electoral clave: la competencia de los partidos de derecha por el voto católico. El PDC fue el que cosechó más apoyos en el mundo católico. El Gráfico 6 indica que para 1990 y 1995, según las encuestas del CEP, cerca de un tercio de los católicos se identificaba con él, cifras que decrecieron a 16.1% en 1999, 13.2% en 2005, 11.3% en 2009 y 7.0% en 2013. En el grupo de no católicos, el descenso ha sido más lento, pasando del 24% en 1995 al 12.6% en 1999, al 8.3% en 2005, al 7.9% en 2009, y al 4.5% en 2013. En la medición de 2017, el apoyo para este partido entre católicos y no católicos es casi indistinguible.

Fuente: Elaboración propia con datos de CEP (2021).

Gráfico 6 Porcentaje de católicos y no católicos identificados con el PDC y con partidos de derecha (UDI y RN), 1990-2021 

Por otro lado, los partidos de derecha han incrementado sus apoyos en el mundo católico, ejerciendo clara competencia frente al PDC. Por ejemplo, la UDI -un partido de extrema derecha formado bajo el régimen del general Pinochet (1973-1990)- sobrepasó el 10% de identificación partidaria entre los católicos para la medición de 1999, cifra que sostuvo en la de 2005. En tanto, Renovación Nacional (RN), un partido de derecha liberal, prácticamente empató al PDC en adhesión de los católicos para las mediciones de 2005, 2009 y 2013. Entonces, el debilitamiento de este partido no solo se explica por el retroceso de los católicos, la caída en la religiosidad de los católicos y el desplome institucional de la Iglesia católica, sino también por la mayor competencia electoral en el mundo católico desde la derecha. Más adelante probamos inferencialmente esta afirmación. Por ahora, solo agregar que la UDI, desde sus orígenes, se definió como un partido cercano al régimen de Pinochet (Huneeus, 2000), con fuerte orientación gremialista (Morales & Bugueño, 2001), y con apego a la doctrina más conservadora de la Iglesia católica, específicamente al Opus Dei (Monckeberg, 2017). La mayoría de la élite que dio origen a la UDI correspondió a profesionales egresados de la Pontificia Universidad Católica de Chile, la misma de la que egresó parte importante de los dirigentes del PDC. No sorprende entonces que la UDI se haya transformado en una seria amenaza electoral para el PDC, sobre todo a fines de los noventa, periodo en el que este último tuvo un retroceso electoral sin retorno: si en 1993 consiguió más de 1.8 millones de votos, en 1997 cayó a 1.3 millones.

Otro predictor de adhesión al PDC ha sido la identificación político-ideológica con el “centro”. Durante la postransición a la democracia inaugurada en 1990, gran parte de los chilenos se inclinó por posturas de centro. La fragilidad del nuevo régimen dada la influencia de los militares en política y el miedo a una regresión autoritaria, contribuyeron a que dicho partido se transformara en una oferta atractiva y confiable para los electores. Los partidos de izquierda cargaban con el colapso de la democracia en 1973, mientras que los de derecha seguían vinculados al régimen dictatorial de Pinochet. En consecuencia, el PDC era el único capaz de garantizar un tránsito ordenado a la democracia. Sus principales líderes encabezaron las protestas sociales contra la dictadura, y si bien algunos clamaban por una transición rupturista hacia la democracia, la mayoría optó por una transición pactada con los militares. Esto llevó a Patricio Aylwin a encabezar ese partido en 1987 y, posteriormente, a transformarse en el candidato presidencial único de la oposición.

El gradualismo y la moderación acompañaron el desarrollo político del PDC en la nueva democracia. La identificación con él se aproximó al 40% en los primeros años del gobierno de Aylwin, para luego iniciar un sistemático descenso. Este declive en los apoyos a la DC fue de la mano con un deterioro en las opciones de centro. A inicio de los noventa, cerca de la mitad de los ciudadanos se autodefinía como “centro”, cifra que fue decayendo lentamente hasta llegar a 11.9% en 2017. Sin embargo, las caídas en la identificación con el PDC y con el centro no van necesariamente de la mano. El Gráfico 7 muestra que el desplome del primero fue mucho más acelerado en comparación con el retroceso del segundo. De hecho, entre 2002 y 2004 la caída del centro se detuvo para retomar un ritmo similar al de fines de los noventa. Entre 2000 y 2006 gobernó Ricardo Lagos con apoyo del PS y del PDC más otros partidos de la Concertación, coalición histórica de gobierno en Chile. A pesar de que este presidente representaba a los partidos de izquierda del pacto, el centro recuperó apoyos en la opinión pública para mostrar un desplome significativo a finales del mandato de Lagos, lo que se explica en parte por la irrupción de Michelle Bachelet (PS) como candidata presidencial. Para entonces, en el PDC ya escaseaban los liderazgos nacionales, lo que consolidó a los partidos de izquierda.

Fuente: Elaboración propia con datos de CEP (2021).

Gráfico 7 Porcentaje de identificados con el “centro” y con el PDC, 1990-2021 

El incremento electoral de los partidos de izquierda y el hecho de encabezar dos gobiernos seguidos (Lagos y Bachelet), probablemente contribuyó a que votantes de centro se inclinaran por sus candidatos en desmedro de los candidatos democratacristianos. El Gráfico 8 muestra la identificación partidaria de esos votantes. En 1990 y 1995, se identificaron con el PDC en más del 45%, cifra que retrocedió fuertemente para 1999, cuando fue electo Ricardo Lagos. Para esa medición, ese porcentaje se redujo al 25%, mientras que los partidos de izquierda aumentaron muy significativamente su adhesión en el centro, superando al PDC en esa fecha.4 Lo mismo sucedió en 2005, año en que se eligió a Michelle Bachelet como presidenta. Entre 2009 y 2017, el PDC sacó ventaja a la izquierda en el centro, aunque para entonces este ya estaba muy debilitado como opción política. En 2021 esta tendencia se revirtió, pero ya era muy tarde para el PDC. Los partidos de izquierda capturaron un 6.6% de los votantes de centro, mientras que el PDC solo el 3.5%.

Fuente: Elaboración propia con datos de CEP (2021).

Gráfico 8 Porcentaje de centristas identificados con el PDC y con partidos de izquierda, 1990-2021 

Para evaluar inferencialmente las hipótesis 1 y 2, construimos una serie de modelos probit para identificar los predictores de apoyo al PDC, UDI y partidos de izquierda. Elegimos a estos dos últimos como parámetros de comparación porque, mientras la UDI tuvo los mismos orígenes que la DC en cuanto a la formación intelectual de sus líderes (Pontificia Universidad Católica de Chile), los partidos de izquierda, en histórica alianza con la DC, abandonaron posturas ideológicamente extremas, salvo el PC, intentando fidelizar electores de centro. Utilizamos las encuestas elaboradas por el CEP para 1990, 1995, 1999 y 2005. No utilizamos para el análisis inferencial las posteriores encuestas debido al descenso de la identificación partidaria y el consecuente bajo número de casos para cada opción política (partido), lo que obstaculiza este tipo de análisis. La evidencia descriptiva indicó que el PDC había recibido competencia electoral en dos dimensiones principales que caracterizaron sus bases de apoyo. Por una parte, la derecha -en especial la UDI- ha competido con el PDC en el mundo católico. Por otra, los partidos de izquierda han competido con este partido entre los votantes de centro. La variable dependiente de cada modelo es dicotómica, indicando con “1” si el encuestado se identifica con el partido analizado, y con “0” si no se identifica con el partido analizado. La primera variable independiente es sexo, codificada con “0” si la persona es hombre, y con “1” si es mujer. La segunda variable independiente es la edad, medida como el número de años de cada encuestado. La tercera variable independiente es la cuadrática de edad, con el fin de identificar posibles rendimientos marginales crecientes o decrecientes sobre la identificación con alguno de los partidos. La cuarta variable independiente es la posición política de los encuestados, codificando con “1” si la persona es de centro, y con “0” si es de otra opción. La quinta variable independiente es religión, codificando con “1” si la persona es católica, y con “0” si es de otra religión (incluyendo a agnósticos, ateos o encuestados que no tienen religión). La sexta variable independiente es la religiosidad. Acá codificamos con “1” la categoría más alta que establece el cuestionario de cada encuesta (en general la opción es “Frecuentemente”) y con “8” la categoría que indica un menor nivel de religiosidad (generalmente es “Nunca”).5 Por último, incorporamos como variable independiente la educación de los encuestados, codificando con “1” a quienes no tienen estudios, y con “6” a quienes tienen estudios de posgrado.

La Tabla 1 muestra los resultados. En primer lugar, que en la medición de 1990 -en la que el volumen de identificados con la UDI era muy bajo, de ahí su exclusión del análisis inferencial-, la DC conquistó preferentemente votantes de centro e identificados como católicos, mientras que los partidos de izquierda -parte de ellos recién saliendo de su etapa de renovación ideológica- tenían escasa aceptación entre los votantes moderados y entre aquellos electores con mayor asistencia a oficios religiosos (religiosidad). Por tanto, existía hasta ahí una clara distinción entre el votante por DC y el votante por los partidos de izquierda. En segundo lugar, para la medición de 1995 se mantienen las diferencias de la DC con los partidos de izquierda en las dimensiones ideológicas y religiosas. Lo que asoma es una inclinación de los electores con mayores niveles de religiosidad no solo hacia la DC, sino también hacia la UDI. En tercer lugar, que el año clave y la elección que marcaría el derrotero electoral de la DC es la presidencial de 1999. En estas elecciones, la DC fue ampliamente superada por la izquierda en las elecciones primarias presidenciales. Ricardo Lagos se impuso por más del 70% frente a Andrés Zaldívar, candidato de la DC. La encuesta de ese año muestra un evidente retroceso de esta última entre los votantes de centro, y compitiendo ya por esa posición histórica con los partidos de izquierda. Adicionalmente, se produjo la fractura en el mundo católico, que dividió sus apoyos entre la DC y la UDI. Tanto así que para esta medición, el predictor “católico” es significativo para la UDI y no para la DC. Por tanto, esta se vio acorralada en una competencia bilateral difícil de sostener. Los votantes de centro trasladaron sus preferencias a los partidos de izquierda, y los católicos comenzaron a identificarse en mayor proporción con la UDI. Por último, para la medición de 2005, la DC siguió perdiendo terreno frente a la UDI entre los votantes católicos, mientras que en la ya debilitada opción de “centro”, recuperó parte de sus apoyos frente a la izquierda.

Tabla 1 Predictores de identificación con el PDC, UDI y partidos de izquierda, 1990-2005 

1990 1995 1999 2005
VARIABLES PDC Izquierda PDC UDI Izquierda PDC UDI Izquierda PDC UDI Izquierda
Sexo (0=Hombre/1=Mujer) -0.0335 -0.660*** 0.0503 -0.0255 -0.330*** 0.142* -0.186* -0.238*** 0.00143 0.0149 -0.0422
(0.0844) (0.115) (0.0720) (0.121) (0.0862) (0.0849) (0.0967) (0.0772) (0.0890) (0.0938) (0.0707)
Edad 0.205* -0.350** -0.00550 -0.235 -0.244 0.00253 0.00418 -0.00501 -0.00178 0.00488 -0.00724
(0.118) (0.161) (0.134) (0.218) (0.157) (0.0133) (0.0155) (0.0122) (0.0129) (0.0137) (0.0105)
Edad2 -0.0322* 0.0371 -0.00250 0.0381 0.0272 3.04e-07 -4.38e-05 5.25e-05 2.90e-05 5.03e-05 2.21e-05
(0.0177) (0.0254) (0.0215) (0.0355) (0.0256) (0.0001) (0.0002) (0.0001) (0.0001) (0.0001) (0.0001)
Posición política (0=Resto/1=Centro) 0.825*** -0.952*** 0.477*** 0.102 -0.268** 0.439*** -0.170 0.225** 0.638*** 0.00147 0.0797
(0.0845) (0.166) (0.0964) (0.158) (0.127) (0.115) (0.154) (0.111) (0.105) (0.127) (0.0961)
Religión (0=Resto/1=Católicos) 0.433*** 0.0221 0.238*** -0.0643 0.0725 0.0966 0.286** -0.157* 0.267*** 0.291*** -0.213***
(0.0976) (0.130) (0.0886) (0.145) (0.105) (0.105) (0.132) (0.0943) (0.103) (0.111) (0.0758)
Religiosidad (1=Frecuentemente/8=Nunca) -0.0369 0.156** -0.0502** -0.0705* 0.0100 -0.0744** -0.0540 0.0493* -7.55e-05 -0.0450** 0.00876
(0.0474) (0.0717) (0.0245) (0.0415) (0.0291) (0.0309) (0.0359) (0.0281) (0.0205) (0.0215) (0.0158)
Educación (1=Sin estudios/6=Estudios superiores) -0.158*** 0.0894** -0.107*** 0.0962** -0.00300 -0.0431 0.0857** 0.0429 -0.0525* 0.101*** 0.0489**
(0.0311) (0.0417) (0.0221) (0.0381) (0.0262) (0.0297) (0.0344) (0.0276) (0.0303) (0.0327) (0.0246)
Constante -0.677** -0.467 -0.109 -1.635*** -0.210 -1.088*** -1.523*** -0.527 -1.277*** -2.082*** -0.340
(0.335) (0.427) (0.265) (0.433) (0.308) (0.394) (0.450) (0.359) (0.387) (0.429) (0.312)
Observaciones 1,163 1,163 1,389 1,389 1,389 1,396 1,396 1,396 1,457 1,457 1,457

Notas: Errores estándar entre paréntesis; *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1.

Fuente: Elaboración propia con base en las encuestas del CEP (2021).

Un factor adicional no considerado en las hipótesis, pero que surge del análisis de los datos es la educación. El PDC, preferentemente, ha recibido mayor apoyo de la población menos educada, tendencia que ratifican todas las encuestas salvo la de 1999. El problema para dicho partido es que la matrícula en la educación superior en Chile ha aumentado velozmente. Al iniciar los noventa, había cerca de 245 mil matriculados en la educación superior, los cuales crecieron a más de 435 mil en 2000, a 835 mil en 2009, y a más de un millón en 2017. Por tanto, si el incremento en los niveles de educación desfavorece los apoyos al PDC y, como indican los modelos, fortalece el apoyo a la UDI y a los partidos de izquierda, aquel otro partido tiene escaso margen de crecimiento electoral y débil resistencia para soportar la competencia desde la derecha y desde la izquierda.

La faccionalización

Los quiebres internos de la DC han impactado en su debilitamiento orgánico. El partido tiene una historia de fraccionamientos desde fines de la década de los sesenta. En 1968 y 1971 se desprendieron el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) y la Izquierda Cristiana, aduciendo razones estrictamente ideológicas (Valenzuela, 2011). Hoy tales escisiones desnudan la ausencia de identidad ideológica y programática en su interior. Conviven en ella “dos o más almas”, sostiene Walker (2018). El envejecimiento de la militancia o, en otros términos, la escasísima presencia de juventud adscrita a los partidos tradicionales de centro izquierda, es particularmente crítico en el caso del PDC (Morales & Poveda, 2007). El PS más que duplica a la DC en el número de militantes con edades entre los 18 y los 24 años. En este tramo etario, formaciones emergentes como el Partido Igualdad o el Partido Ecologista Verde multiplicaron entre 8 y 12 veces el número de militantes de la DC.

Durante su primer gobierno (1964-1970), el PDC experimentó un faccionalismo que tuvo consecuencias políticas significativas. La oposición interna del partido al gobierno de Eduardo Frei Montalva, el profundo antagonismo ideológico en su seno, y los intentos de configurar una plataforma común con la izquierda, sin excepciones (Unidad Política y Social del Pueblo), impactaron negativamente en parte del electorado que había llevado a Frei Montalva a la Presidencia del país (Hunneus, 2003). El eje central del conflicto estuvo en las discrepancias sobre los objetivos del proceso de cambios iniciado con la “Revolución en Libertad”, el lema de la campaña presidencial de Frei Montalva. “Oficialistas”, “rebeldes” y “terceristas” debatían sobre objetivos y estrategias de reforma entre posturas estatistas y opciones de economía mixta, el camino propio o la configuración de alianzas con la izquierda laica y marxista.

Este agrupamiento fraccional nació en la convención de agosto de 1966, la cual tenía como propósito conciliar posiciones, y proyectar los siguientes cuatro años de gobierno. Ella se enmarcó en un debate doctrinario ideológico sobre el carácter de la Revolución en Libertad y su relación con el proyecto de “sociedad comunitaria”, las relaciones partido-gobierno, y las políticas a implementar en el cuatrienio siguiente (Fleet, 1988). En las filas “rebeldes” se ubicaron figuras históricas del partido, como Rafael Gumucio, y miembros de la bancada parlamentaria, como Julio Silva Solar, Vicente Sotta y Alberto Jerez. El segundo grupo disidente o “terceristas” tuvo como figuras parlamentarias principales a Bosco Parra y Renán Fuentealba. El triunfo de la disidencia en las siguientes elecciones internas agravó el distanciamiento entre partido y gobierno. Ello se traducirá finalmente en el primer quiebre de la DC, provocando la emergencia del MAPU, que adheriría en 1970 a la candidatura presidencial de Salvador Allende, representante de la coalición izquierda, la Unidad Popular (UP). Posteriormente, durante el gobierno de la UP, específicamente en 1971, se produjo el segundo quiebre, nuevamente protagonizado por la juventud del partido, dando origen a la Izquierda Cristiana (IC). En síntesis, las tres facciones que cooperaron en la emergencia y consolidación del partido, que compitieron por el poder interno cuando la DC llegó al gobierno, y que luego asumieron una dinámica degenerativa y autodestructiva, tuvieron diferencias programáticas elocuentes. La Tabla 2 muestra una síntesis de aquello.

Tabla 2 Las facciones de la DC, 1957-1973 

Dimensiones Rebeldes Oficialistas Terceristas
Organización de la economía Vía no capitalista de desarrollo Economía mixta Vía no capitalista de desarrollo
Proyecto de sociedad Socialismo comunitario Socialismo comunitario Socialismo comunitario
Relación partidogobierno PDC Oposición marcada por la ausencia de radicalidad en las transformaciones Apoyo incondicional a la conducción presidencial Distanciamiento, evitando escenario de ruptura.
Estrategia política (Elecciones 1970) Alianza con partidos de izquierda Camino propio Alianza con partidos de izquierda

Fuente: Elaboración propia con base en Fleet (1988), Grayson (1969) y Hofmeister (1995).

El golpe militar de 1973 suscitó una nueva disyuntiva en el PDC. Para unos, era el momento del trabajo interno, la “protección de la organización” o “submarineo”, como algunos aducían, asumiendo de manera implícita el receso político. Serán reconocidos como la facción de los “guatones”, y ejercerán durante gran parte del periodo la dirección del partido. Frente a ellos, sectores de la juventud, del grupo sindical, así como importantes figuras históricas del partido, iniciarán tempranamente una labor de reorganización junto con partidos de la ex Unidad Popular. Sus líderes suscribieron la “Declaración de los 13”, condenando el golpe de Estado y desmarcándose del sector más conservador. A esta facción se le denominará como los “chascones”.

Ambas tendencias se proyectaron con desigual gravitación en el nuevo Congreso inaugurado en 1990. El sector de los guatones invariablemente más que duplicó al ala chascona en la Cámara de Diputados, al menos durante los noventa. De hecho, en ese primer congreso, solo 7 de los 26 diputados de la DC provenían del ala chascona. Una vez avanzada esa década y consolidada la democracia, ambas facciones comenzaron a perder su significado original, iniciando un debate en torno a los éxitos y fracasos de sus gobiernos encabezados por Patricio Aylwin (1990-1994) y Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000). Junto con el retroceso electoral de la DC, se produjo un reordenamiento interno, formándose grupos más autocomplacientes con los resultados políticos y económicos de los gobiernos democratacristianos, y otros más críticos de su gestión.

En este contexto, emergió la facción de los “colorines”, nombre que derivó del color de pelo de su principal líder, Adolfo Zaldívar. Esta facción superó en volumen de representantes a la Cámara a los guatones para los comicios de 2001. El eje discursivo de los colorines consistía en juzgar los liderazgos del partido, atribuyéndoles responsabilidad en el distanciamiento con las bases partidarias. Zaldívar ganó la elección interna del partido en 2002, y lo dirigió hasta 2006. Fue una presidencia marcada por el conflicto interno y las sucesivas derrotas electorales. En 2008, el senador Zaldívar sería expulsado del partido, acompañado por otros cinco diputados que ayudarían a formar una nueva colectividad: el Partido Regionalista de los Independientes.

Este incidente puntual denotó la grave crisis de convivencia interna del partido, caracterizada por las descalificaciones mutuas entre grupos de poder, debilitados todos, y cuyas discrepancias no eran doctrinarias o ideológicas, como sí ocurrió entre “oficialistas”, “rebeldes” y “terceristas” en la década de los sesenta, o en diversas posturas estratégicas en la oposición a la dictadura, en particular, entre 1973 y 1980. Más adelante, en 2018, se produjo otra fractura liderada por Soledad Alvear, precandidata presidencial del PDC en 2005, quien decidió abandonar este partido junto con un importante grupo de militantes.

Las fracturas del PDC se vieron reflejadas en la caída de su masa de militantes, muy probablemente derivada de estos conflictos internos y de la fuga de algunos importantes dirigentes. En la década de los noventa -de 1990 a 2000-, la DC promedió cerca de 84 mil militantes, representando el 18% del total (Gráfico 9). En la siguiente década, 2001-2010, la DC retrocedió a un 15.8%, para volver a caer al 12.3% en el periodo 2011-2017. En términos comparativos, la DC tuvo un descenso en su masa de militantes con una aceleración marginalmente superior a la UDI, pero sustantivamente mayor que la del PS, cuyas variaciones son mínimas al comparar las tres décadas.

Fuente: Elaboración propia con datos de Servicio Electoral (2021).

Gráfico 9 Porcentaje de militantes del PDC, UDI y PS respecto al total 

Junto con las variaciones en el porcentaje de militantes del PDC, también se advierten cambios en la composición de sus afiliados. El Gráfico 10 muestra el peso relativo de la DC en distintos segmentos etarios que constituyen la militancia. En 2005, acumulaba cerca del 18% de todos sus militantes entre el grupo de 18-29 años, lo que se redujo casi el 2% en 2017. Es el grupo que más desciende durante el periodo, a diferencia de los más longevos que pasan del 22 al 16% en idéntico periodo. Esto retrata de manera clara el envejecimiento de las bases sociales del partido.

Fuente: Elaboración propia con datos de Servicio Electoral (2021).

Gráfico 10 Peso relativo de los militantes DC en cada grupo etario, 2005-2017 

El faccionalismo en el PDC también asoma al analizar sus directivas. De 1990 a 2021, se contabilizan 23 directivas. Las 23 presidencias han sido ocupadas por 18 personas distintas. Para mostrar comparativamente estos resultados, hicimos el siguiente ejercicio. Calculamos el peso relativo que tienen las personas que ocupan la presidencia en función del total de presidencias disponibles. La tasa de recambio ha sido, por tanto, del 78.2%. Replicamos el ejercicio con todas las directivas, incluyendo al primer vicepresidente y al secretario general. Lo hicimos también para el PS, PPD, Partido Radical Socialista Democrático (PRSD), UDI y RN de 1985 en adelante. Valores más altos de la tasa de recambio implican mayor rotación y, muy probablemente, mayor faccionalización. El Gráfico 11 retrata esta realidad. El PDC es el que más rota sus presidencias, aunque no necesariamente sus directivas. Esto puede responder a que muchas veces las facciones negociaron su participación en la mesa del partido, colocando al primer vicepresidente o al secretario general.

Fuente: Elaboración propia con datos de Biblioteca del Congreso (2021).

Gráfico 11 Porcentaje de renovación de presidencias y directivas, 1985-2021 

Estas renovaciones en las presidencias están relacionadas con los conceptos de faccionalismo de Boucek (2009). Aun cuando eran grupos diferentes entre sí, la organización de las facciones en el inicio del partido tenían un esquema cooperativo, propio de los procesos de transición a la democracia. En la década de los noventa, la presidencia y dirigencia del PDC fue ocupada alternadamente entre guatones, encabezados por Gutenberg Martínez, y los chascones, con Gabriel Valdés como presidente del partido. Esta estructura le permitió al partido ampliar sus bases, incorporando a militantes jóvenes y creando una red de dirigentes a nivel nacional (Huneeus, 2003). En la década siguiente comenzó a aparecer la competencia y la formación de alianzas inestables entre las facciones. Los chascones perdieron fuerza y se unieron a los colorines para instalar a Adolfo Zaldívar en la presidencia del partido entre 2002 y 2006. Esta alianza fue inédita porque reunió a dos facciones programáticamente distintas: los chascones, más proclives a mantener un pacto con los partidos de izquierda, y los colorines, inclinados mayoritariamente por el camino propio del partido. Entonces, si en los inicios de la transición la divergencia de posturas programáticas influyó en un aumento de militantes, las alianzas pragmáticas y los quiebres internos de las facciones contribuyeron a la caída en sus adherentes. Este fenómeno muestra un proceso de degeneración en las facciones del partido en las que sus miembros pierden los objetivos comunes, debilitándose la estructura partidaria (Boucek, 2009).

Conclusiones

En este artículo hemos identificado algunos factores que explican el deterioro electoral del PDC chileno. En primer lugar, advertimos que si bien ha existido un proceso de secularización que ha caracterizado a la sociedad chilena en general, más claro ha sido el proceso de “descatolización”. Es decir, que es el retroceso de la población católica y de su religiosidad -frecuencia de asistencia a oficios religiosos- lo que más ha impactado en las bases sociales del PDC. Dado que el partido cultivó una fuerte raigambre societal en el eje colegio-parroquia-partido desde su fundación, el declive de la población católica se constituye como un hito central para explicar el deterioro en su votación.

En segundo lugar, subrayamos el retroceso del PDC entre los votantes de centro. Al menos desde 1999, los partidos de izquierda lograron fidelizar votantes de centro. Presumiblemente, estos, que apoyaban al PDC, optaron por alternativas de izquierda. En consecuencia, la pérdida del centro se constituye en el determinante político más fuerte para explicar el retroceso electoral de dicho partido. A esto se adiciona un sistemático proceso de desafección electoral, lo que lleva a suponer que parte de la antigua votación por el PDC no solo desembarcó principalmente en los partidos de izquierda y en menor magnitud en los de derecha, sino que también fue a parar al mundo de electores que dejó de confiar en los partidos y para quienes el eje izquierda-derecha no tiene mayor sentido.

En tercer lugar, constatamos el proceso de faccionalización interna del partido y la caída en la base militante, caracterizada además por un mayor volumen de electores longevos y un descenso pronunciado de los militantes jóvenes. A nivel de directivas, advertimos que el PDC es el que exhibe la mayor rotación de sus presidentes, avanzando, entrada la primera década de los dos mil, en un proceso de faccionalización degenerativa que trajo como consecuencia dos importantes fugas de dirigentes y militantes en 2008 y 2018.

Finalmente, destacamos algunos elementos relevantes para la discusión teórica sobre el declive electoral de los partidos democratacristianos. Si bien Mainwaring & Scully (2003) señalan correctamente que es difícil teorizar sobre su emergencia, desarrollo y derrotero electoral en América Latina, por la diversidad de partidos, en este artículo ofrecemos una alternativa. Más allá de que los casos de corrupción en que se han visto involucrados líderes del PDC sea una razón suficiente para explicar su deterioro y, en algunos casos, su extinción, existen variables de largo plazo, internas o propias del partido, y externas, que permiten avanzar en una teorización más generalizable. Acá hemos destacado tres: descatolización, debilitamiento del centro y faccionalización. Sugerimos que un ambiente crítico hacia la Iglesia católica, la competencia bilateral que enfrentan los PDC desde la izquierda, por conquistar electores de centro, y desde la derecha, por avanzar hacia electores católicos, y las divisiones y fracturas internas -faccionalización degenerativa-, son condiciones que al presentarse de manera simultánea, anticipan el deterioro, desplome o extinción electoral del Partido Demócrata Cristiano chileno.

Referencias

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1Este artículo recibió apoyo del Proyecto FONDECY 1220004, CONICYT, Chile.

2A diferencia de América Latina, en Europa el descenso electoral de la democracia cristiana —más acelerado entre los jóvenes (Duncan, 2015)— se debió al proceso de secularización (Gottfried, 2007). La agenda valórica más liberal —con una opinión pública más proclive al divorcio, aborto, matrimonio igualitario— y una Iglesia católica con menos fuerza para conquistar nuevos fieles, se han convertido en fuertes predictores para explicar el derrumbe de los PDC. En Italia y Alemania, por ejemplo, la democracia cristiana deliberadamente tomó la decisión estratégica de debilitar el clivaje religioso; si lo hubiera activado, seguramente hubiera conquistado solo a electores católicos, bloqueando el avance electoral del partido. En cambio, un debilitamiento del clivaje religioso suponía que la democracia cristiana podría capturar electores de todo tipo, independientemente de su identidad religiosa (Mohseni & Wilcox, 2007).

3Para el cálculo, sumamos las opciones “Frecuentemente” y “Una o dos veces por mes” en las encuestas de 1995 y 1999. Para 2005, el CEP aumentó el número de opciones. Sumamos las opciones “Varias veces a la semana”, “Una vez a la semana”, “2 a 3 veces al mes”. Sobre la incidencia de la religión y la religiosidad en la conducta electoral de los votantes, véase Valenzuela et al. (2007).

4Los partidos de izquierda considerados en el análisis son Partido Socialista (PS), Partido por la Democracia (PPD), Partido Radical (PR), Partido Comunista (PC) y Partido Humanista (PH).

5La escala es la siguiente: Varias veces a la semana, Una vez a la semana, 2 o 3 veces al mes, Una vez al mes, Varias veces al año, Una vez al año, Menos frecuentemente, Nunca.

Recibido: 29 de Marzo de 2021; Aprobado: 10 de Mayo de 2023

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