Introducción
Pocas investigaciones han tomado como base el estudio cuantitativo y demográfico de las víctimas mortales de la pandemia de influenza A (H1N1), la mal llamada gripe española, que vivió el país en 1918.1 La aportación de este artículo es haber tomado como punto de partida los datos de las defunciones del Registro Civil entre 1913 y 1923 -la evidencia más cercana de las repercusiones de la enfermedad en términos de fallecimientos en la municipalidad de Morelia, que incluía la capital del estado de Michoacán-, así como medir el impacto de la pandemia y de otros padecimientos a partir de un análisis estadístico y demográfico. A diferencia de la ciudad de Morelia, en donde se obtuvieron registros consistentes, para el caso de sus tenencias no se encontraron datos que reunieran las condiciones de abundancia, homogeneidad y continuidad para el periodo de estudio.2 De la municipalidad, se capturaron los datos encontrados en Family Search (FS) de un quinquenio anterior (1913-1917) y otro posterior (1919-1923) a 1918, para calcular el grado de afectación de la epidemia en la ciudad. En el caso de las tenencias, sólo se analizó el año de la influenza.3
Con la información del Registro Civil de Morelia se construyó una base de datos en Excel, de poco más de 34 mil registros, la cual proporcionó doce variables que permitieron conocer la afectación de la epidemia de influenza de 1918 sobre la población. En el proceso se encontró otro contagio, el tifo en 1916 que no era nuestra meta, pero no quisimos dejar de lado esta importante patología. Aunque ambas enfermedades no fueron simultáneas, sí coincidieron en un momento y dejaron un rastro de muerte. Nuestro objetivo principal fue el análisis de la influenza y sus consecuencias, para lo cual se dividió el artículo en siete apartados, que presentan, respectivamente: las características de la influenza y del tifo; las condiciones políticas, sociales y económicas que precedieron a 1918; el bandolerismo y la inseguridad; once años de defunciones y las consecuencias de la influenza sobre la población; el fatídico trimestre de octubre-diciembre de 1918 y sus efectos en la capital michoacana; un análisis parcial de las tenencias del municipio, y las consideraciones finales del texto.
En el Censo de 1910, Morelia era una ciudad importante; se ubicó en el decimotercer lugar de población a nivel nacional, con 40 042 habitantes.4 En el recuento de 1921 reportó un total de 31 148 pobladores, es decir, se dio una reducción de 22.21 por ciento.5 Parte de ese decrecimiento seguramente se debió a las enfermedades, los estragos de la Revolución y la emigración a lugares más seguros. Era una ciudad que había comenzado a crecer en la segunda mitad del siglo XIX, no sólo en cuanto a población, sino también en dimensiones.6 Pese a su crecimiento, no era una urbe con industrias; estaba más ligada a su entorno rural, dedicada a los servicios y a la comercialización local y regional.7 Ese crecimiento del impulso decimonónico se vio frenado en la segunda década del siglo XX.
Esta ciudad, al igual que buena parte del país en 1918, aún estaba inmersa en el proceso de la Revolución. El panorama de cada día lo constituían las luchas entre revolucionarios para tomar el poder y la inseguridad generada por bandoleros y asaltantes que asolaban las localidades michoacanas ante la debilidad institucional del Estado. El conflicto político por controlar el poder y el territorio fue la prioridad de los gobernantes. Las enfermedades y otros problemas sociales aparentemente quedaron en segundo plano. Muestra de ello lo encontramos en los periódicos michoacanos, pues la mayoría se enfocaban en la política, en apoyar a cierto candidato o en atacar a alguien en particular, por lo que casi no hay mención de la gripe española en Morelia o en Michoacán. Las escasas notas sobre la pandemia en la entidad eran publicadas en periódicos de otros estados. Por otra parte, existen vacíos documentales; no se conserva información del poder ejecutivo estatal, en particular referente a la cuestión sanitaria. Situación similar presenta el Archivo Municipal de Morelia, pues el ramo de Salud daría la impresión de una indiferencia ante la epidemia; las pocas notas que existen están relacionadas de manera indirecta con el padecimiento.
No obstante, en el Archivo Histórico de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México se encontró evidencia de que tanto el gobernador, Pascual Ortiz Rubio, como el director del Consejo de Salubridad de Michoacán, el médico Alberto Oviedo Mota, mantuvieron correspondencia con el general y médico José María Rodríguez, director del Consejo Superior de Salubridad. En las cartas y telegramas se deja ver la preocupación por atacar el tifo y la influenza, padecimientos que se sufrieron casi al mismo tiempo en prácticamente todo el estado, aunque los telegramas se suscribieron a unas cuantas ciudades (Zamora, Pátzcuaro, Apatzingán, Zitácuaro, Parácuaro y Morelia). Llama la atención la disminución de la correspondencia en noviembre, cuando se vivió la etapa más álgida del flagelo, por lo menos en Morelia y sus tenencias.
La presidencia de Venustiano Carranza transcurría enfrentando problemas sociales y económicos, y continuaban los enfrentamientos entre grupos de revolucionarios, contrarrevolucionarios, rebeldes y bandoleros. Desde 1915, Michoacán vivía un permanente estado de emergencia: sequía, encarecimiento de alimentos, hambre, además de una serie de epidemias locales (fiebre amarilla, tifo, viruela, fiebre tifoidea y sarampión). A este conjunto de calamidades se añadió la influenza de 1918, que llegó al país en dos oleadas: la primera en la primavera, considerada suave, y la segunda en otoño, la más mortífera, que entró al país por la frontera norte y por Veracruz.8 En Michoacán, las infecciones respiratorias se incrementaron en marzo y abril. Otro efecto de la primera oleada de la influenza aparece en dos actas del Consejo Superior de Salubridad de Michoacán, publicadas en el Periódico Oficial del estado. En la primera, del 17 de abril de 1918, el coronel en jefe de las fuerzas del estado dijo que era inexacta la noticia de que en el cuartel hubiera algunos enfermos ingresados al hospital por ser infecto-contagiosa su enfermedad. En la del 27 de abril de 1918, el inspector de policía pidió una desinfección del cuartel por haberse encontrado algunos enfermos de gripa, la cual se llevó a cabo.9
Por lo regular, se establece una relación entre las enfermedades respiratorias, como la influenza, y las bajas temperaturas. El reporte meteorológico en marzo y abril se presenta en el Cuadro 1.
MARZO | A LA SOMBRA | A LA INTEMPERIE |
Temperatura media mensual | 15.5 | 16.3 |
Máxima extrema | 26.7 | 31.7 |
Mínima extrema | 5.8 | 2.6 |
ABRIL | A LA SOMBRA | A LA INTEMPERIE |
Temperatura media mensual | 18.0 | 19.5 |
Máxima extrema | 30.8 | 35.7 |
Mínima extrema | 7.6 | 2.3 |
Fuente: Elaboración propia con base en “Observatorio Meteorológico-Morelia. Nota mensual del observatorio Meteorológico del Estado correspondiente al mes de marzo de 1918”, Periódico Oficial, 11 de agosto de 1918, 9 y “Observatorio Meteorológico-Morelia. Nota mensual del observatorio Meteorológico del Estado correspondiente al mes de marzo de 1918”, Periódico Oficial, 15 de agosto de 1918, 2.
Durante el primer brote es notoria la variación mensual entre las temperaturas máximas y mínimas, sobre todo a la intemperie: de 2° C subió hasta casi 36º C; el promedio puede parecer agradable, pero el cambio fue muy intenso. El mismo Periódico Oficial del estado publicó los registros meteorológicos mensuales de 1918, pero se interrumpieron justo en los meses críticos de la epidemia, entre noviembre y diciembre de 1918 y los primeros dos meses de 1919.10
Las características de la influenza y el tifo
La influenza ha estado presente desde la antigüedad. Es una enfermedad viral aguda que ataca principalmente al sistema respiratorio. Existen tres tipos de virus de influenza: A, B y C; según el tipo de proteína que recubre al núcleo, NA (neurominidasas) y HA (hemaglutininas). Entre ambos grupos se dan una serie de combinaciones que corresponden a sus mutaciones.11 Las más peligrosas para los humanos son la A y B; la C produce infecciones moderadas.12 Hoy se sabe que la pandemia de 1918 fue la de A (H1N1).
Los síntomas principales son fiebre alta, náuseas, dolor de cabeza y de garganta, malestar generalizado, tos intensa, vómito, diarrea. Afecta nariz, garganta, bronquios y pulmones, y puede llegar a provocar la muerte por asfixia. A este grave padecimiento se podían asociar otro tipo de enfermedades virales y bacterianas oportunistas, como neumonía, bronquitis hemorrágica, pulmonía, etcétera.13 El principal medio de contagio es el estornudo, que disemina miles de microscópicas gotas de saliva infectadas, las cuales, al ser respiradas por otras personas o depositadas en superficies, provocan la transmisión. Tanto el tifo como la influenza estaban lejos de ser atacados por la medicina del periodo, pues aún no se descubrían los antibióticos y tampoco se sabía de la existencia de los virus, resistentes a éstos.
El tifo (o tabardillo, como se conocía popularmente) era una enfermedad endémica en el país, causada por una bacteria de la familia de las rickettsias. Desde la época colonial se habían dado diversas epidemias de enfermedades desconocidas por los naturales de este país, que genéricamente eran llamadas cocoliztlis. Una de las más temidas fue el matlazahuatl, que se presentó en diversas ocasiones; una de las más funestas fue la epidemia de 1737. Se conocen las manifestaciones por las descripciones de los síntomas; después de largas discusiones entre especialistas, la mayoría de los estudiosos ha coincidido en que se trató de tifo.14 La sintomatología puede variar, pero, en general, se presentan fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, dolor muscular y abdominal, sangrado de encías, diarrea, vómito, tos, además de una característica muy particular: una erupción cutánea en diversas partes del cuerpo.15
El tifo se presentó principalmente en dos de sus modalidades: el tifo murino, también conocido como mexicano, que era endémico, y el tifo epidémico. El murino se infecta a través de la picadura de las pulgas de rata. El epidémico se transmite por el piojo del cuerpo humano; cuando el piojo pica, también defeca, y al rascar la picadura las heces penetran la piel, lo que produce el contagio.16 Así, las condiciones de pobreza, hambre, hacinamiento, guerra y falta de higiene de gran parte de la población eran favorables para que esta enfermedad se desarrollara.
La desgracia en Michoacán y Morelia
En Michoacán, durante 1915, a la profunda afectación de la economía se añadió una sequía que redujo la producción agrícola. A esto se sumó el bandolerismo que castigaba a la población y acrecentaba el malestar social. El general Alfredo Elizondo fue nombrado gobernador del estado desde mediados de abril de 1915 hasta febrero de 1917. Entre sus primeras medidas estuvo la organización de una ofensiva contra las partidas de “villistas” y “zapatistas”. A partir de las campañas militares se desmembraron estos contingentes y quedaron pequeños núcleos aislados, sin bandera política, dedicados al asalto y al pillaje. Uno de ésos fue el de Inés Chávez García, que con un numeroso ejército de bandoleros y una violencia extrema sembró pánico y desolación entre la población. La banda del Atila Michoacano llegó a tener entre 800 y 1 000 hombres armados.17
Para 1916, las cosas no mejoraron en el estado, pues se vivió una temporada calamitosa en el agro; una epidemia de tifo se propagó por todo Michoacán; comenzó la circulación de billetes sin valor, y la producción maicera decayó, con lo cual se incrementó el precio del grano de 17 a 40 pesos el hectolitro.18
A partir de las polémicas elecciones de 1917 se dieron algunos cambios políticos. Se dice que, por medios fraudulentos, el triunfador para gobernar el estado fue Pascual Ortiz Rubio; tomó posesión del cargo el 6 de agosto de 1917.19 Ortiz Rubio enfrentó varios problemas, quizás el más evidente fue la inseguridad por el bandolerismo que se vivía en amplias zonas. Los bandidos más conocidos fueron José Altamirano, Jesús Cíntora, Jesús Cepeda Madrigal (El Tejón), Luis Gutiérrez (El Chivo Encantado) y, el más temible, el ya mencionado Inés Chávez García. Este último, entre 1917 y 1918, intensificó los asaltos a importantes haciendas, pueblos y ciudades de Michoacán, y llevó a cabo incursiones en los estados colindantes de Jalisco y Guanajuato. En 1917, atacó Taretan, Tingüindín, Los Reyes, Ecuandureo, Paracho, Santiago Undameo, La Piedad, Tacámbaro (dos veces), Zamora, Yurécuaro, Villa Madero, Tangancícuaro, así como las haciendas de San Antonio y Guaracha, Ixtlán, Degollado, Acuitzeramo. En 1918 tan sólo en enero libró combates en San Ana, Huandacareo y Numarán; otros asaltos fueron a Cuitzeo, Acuitzio, Acámbaro, Cotija, Sahuayo, Quitupan, San José de Gracia, Uriangato, Abasolo, Pátzcuaro y, nuevamente, Tangancícuaro, a comienzos de julio. Según el médico Oviedo Mota, García Chávez había quedado trastornado por un tifo exantemático y el fusilamiento injusto de su jefe Anastasio Pantoja, lo que se reflejó en el incremento de su cruel comportamiento.20 Se decía que Ortiz Rubio sólo gobernaba Morelia, el resto de la entidad estaba en manos de los facinerosos. Para marzo de 1918, Cotija fue incendiada y tomada; en los siguientes meses, las incursiones se incrementaron y sus fuerzas llegaron a sumar hasta 2 500 hombres.21
En la portada del periódico La Opinión, del 25 de junio de 1918, apareció una foto de Chávez García con el título: “He ahí el monstruo”, “El feroz bandolero José Inés Chávez García”; la nota daba cuenta de sus hechos:
Lo exhibimos para decirle al mundo: míralo es el ladrón más grande que ha nacido de hembra alguna; el que mata porque el martirio de sus víctimas le proporciona un placer; el que incendia porque el espectáculo de un hogar que se consume y las riquezas que se convierten en montón de escombros, le ofrecen las voluptuosidades que hicieron cantar a Nerón, a los acordes de su lira de oro, contemplando la destrucción de Roma, soberana del orbe.22
En la entidad aumentó la agitación social, aunada a la represión por parte del ejército carrancista, que dejaba secuelas a su paso, y con ello se incrementaron las acciones de los gavilleros.23 La desastrosa situación económica y social se vio agravada por pugnas del poder y del dominio político entre Ortiz Rubio y Francisco J. Múgica, así como por las desavenencias del gobernador obregonista con el presidente Carranza, que se reflejaron en rivalidades con los jefes de operaciones militares.24
Mientras en otras localidades se trataba de combatir a los facinerosos, en Morelia se recibieron noticias de la presencia de una epidemia en el norte del país. Alberto Oviedo ofreció organizar una brigada sanitaria para ir a Coahuila a enfrentar el flagelo.25 Conforme avanzaba octubre, el número de enfermos comenzó a crecer, y los suministros, desinfectantes y medicamentos, a escasear. La influenza no se había detenido en el norte; Michoacán empezó a reportar casos, primero aislados y después más frecuentes. Civiles y tropa se enfermaban por igual, según se informaba desde Zitácuaro.26
Sobre la influenza, el periódico El Informador, del vecino estado de Jalisco, en su número del primero de noviembre, publicó una declaración del gobernador Ortiz Rubio, en la cual afirmaba que en Michoacán había pocos casos de gripe, todos de carácter benigno; que la influenza no había invadido a las poblaciones del estado, y que se habían tomado enérgicas medidas para evitar su expansión a otros lugares.27 Si bien en octubre los casos no habían alarmado a las autoridades, en el undécimo mes las cosas cambiaron drásticamente. El 8 de noviembre, el mismo diario daba cuenta de que cerca de Zitácuaro había muerto por la influenza el salteador José Altamirano, lo que facilitaría la pacificación de la entidad.28
Prácticamente al mismo tiempo, el bandolero Inés Chávez García -ya enfermo y huyendo del vecino estado de Guanajuato- llegó a Purépero, en donde un médico le diagnosticó influenza. A mediados del mes, durante la fase más fuerte de la epidemia, se habían terminado las medicinas, los ataúdes y los petates,29 y los cuerpos de los hombres de Chávez García, víctimas de la “gripe española”, eran enterrados en la fosa común.30 Murieron tirados a media calle, en las banquetas, en las bancas de la plaza y alrededor del quiosco. Inés Chávez García falleció el 11 de noviembre.31 La influenza española había dado cuenta de él, como se notificó en la Jefatura de Operaciones del estado. El general Ferreira declaró que con este acontecimiento la Revolución en el estado estaba por terminarse. Varios chavistas dejaron las armas, otros rebeldes se entregaron con sus hombres.32 Dicho bandido se había disputado el primer puesto entre los rebeldes de Michoacán; no obstante, aún seguían vivos De la Peña y Cíntora.
Un corrido, de los muchos que le hicieron a Chávez García, dejó testimonio de este hecho:
Castigo a tanta vileza
Por fin Dios le vino a dar
Y de Epidemia Española
Purépero lo vio enfermar
Sin médico y sin amigos,
Sin medicinas ni nada,
Se agravó su enfermedad
Y su fuerza vio acabada
Envió llamar a su madre,
Y entre sus brazos murió
Dejando horrible memoria
Por los daños que causó
Sus tropas se desbandaron
O murieron de la influencia
Terminando aquel azote
Que acabó con la paciencia.
Michoacán ha mejorado
Con la muerte de García
y aunque se quedaron otros,
no igualan su villanía.33
La prensa michoacana, como ya se comentó, no brindaba suficiente información sobre la epidemia; es probable que los problemas políticos y de inseguridad locales llamaran más la atención que una enfermedad, aunque también cabe la posibilidad de que se les pidiera minimizar la información para no alarmar a la población. El diario La Opinión del 1° de noviembre traía publicidad, así como un par de notas sobre la influenza. Un anuncio del médico Jesús Villalpando ofrecía “globulillos” para “evitar el contagio de la enfermedad”; se refería a la “influenza española, gripa”. En la primera nota se especificaba la necesidad de hacer públicos los nueve casos de “gripa” que se habían presentado en Morelia.34 Lo más destacado fue el escrito del jefe del Consejo de Salubridad michoacano, publicado en el mismo número y que se refería a la terrible epidemia de gripa, con sus antecedentes históricos. En los siguientes números se continuaba con el tema; lamentablemente, no se localizaron los ejemplares subsecuentes. A esto se sumaban los reportes de algunas autoridades, como el del presidente municipal de Zitácuaro, quien informó que se habían registrado 50 casos de influenza española, pero que ya estaban disminuyendo, pues entre las medidas adoptadas estuvo la clausura de los puntos de reunión.35
Es notorio el desconocimiento sobre la epidemia, pues varias notas señalaban que se trataba de tifo o fiebre amarilla, no de un padecimiento distinto. De acuerdo con lo publicado en Madrid, la gripa tenía características de tifo, como lo había comunicado el claustro de la Facultad de Medicina de San Carlos. Otra noticia, referida a la Ciudad de México, daba cuenta de una junta de eminencias médicas en la Escuela Nacional de Medicina para estudiar la funesta enfermedad; se trataba de dilucidar si era influenza o fiebre amarilla, aunque en ese momento no se pudo resolver nada.36 Parte de la confusión de los médicos proviene, como ya se mencionó, del hecho de que desde 1916 se había iniciado una epidemia de tifo que continuaba en el último tercio de 1918 y que coincidió con el brote de influenza.
Para atender a los enfermos se habían instalado lazaretos en Morelia y otras ciudades como Zamora, que sufría la falta de medicamentos y, en ocasiones, la hostilidad de los ciudadanos por el miedo a contagiarse.37 El gobierno michoacano debía enfrentar dos epidemias que se sucedieron en el tiempo: el tifo y la influenza, además de problemas de bandolerismo en toda la entidad, alza de precios, escasez de alimentos, medicinas y recursos económicos. En lo que debió ser una respuesta pronta y enérgica ante el suceso, se dio más bien una tibia y tardía por parte de las autoridades. Por supuesto, faltaban muchos años para que se conociera el padecimiento; la medicina no tenía con qué combatirlo, a lo que se sumaron otros factores como la indolencia.
Las actas del Congreso local michoacano muestran una tendencia a restarle importancia a la pestilencia, pese a que la correspondencia entre el Consejo Superior de Salubridad local y el federal muestra que ambas instancias sanitarias sí actuaron para combatir tanto el tifo como la influenza en algunos municipios de Michoacán. El Congreso local aprobó los gastos erogados por el ejecutivo durante la contingencia, pero cuando ya había pasado la etapa más severa. Pese a la urgencia y la gran cantidad de muertos, no fue motivo de preocupación por parte del legislativo. Una vez que terminó la emergencia, se actuó de manera pragmática, dejando que el ejecutivo mostrara las cuentas, pero nunca se involucró de manera activa en la resolución del problema.38 La indolencia del Congreso resulta difícil de entender; es probable que dejaran al Ayuntamiento y al Consejo Superior de Salubridad toda la responsabilidad para enfrentar el problema sanitario, como se había hecho en el pasado colonial y decimonónico. Al igual que en la prensa, las preocupaciones del legislativo local pasaban más por el terreno político.
A diferencia de lo que sucedió en otras ciudades, como el Distrito Federal, en Morelia, al parecer, no se aplicaron del todo las disposiciones de las instancias federales de salud para combatir la epidemia. En octubre, cuando inició la enfermedad, no se sabía a ciencia cierta qué era lo que pasaba; se minimizó el problema. Para mediados de noviembre, cuando los decesos por la influenza se habían incrementado, se terminó el dinero. Ortiz Rubio escribió a José María Rodríguez solicitando 5 000 pesos “para obtener medicamentos que se utilizarán para evitar la propagación de la epidemia de ‘Influenza Española’”.39 La respuesta del Consejo fue que la falta de fondos impedía atender la petición.40 Con el mismo fin, el 26 de octubre, Ortiz Rubio solicitó 10 000 pesos al Congreso local. Había propuesto un proyecto de ley: “Artículo único.- Se faculta al Ejecutivo del Estado, para que erogue hasta la cantidad de diez mil pesos, que se destinarán al ramo de salubridad en general y especialmente para combatir las epidemias del tifo e influenza española que han aparecido en el Estado”,41 iniciativa que tardó casi dos meses en ser aprobada.42
Otra posibilidad sobre la actuación de las autoridades es que a la falta de información se sumara la incapacidad de respuesta rápida de los mandos municipales ante la magnitud de la tragedia. También es factible que se dedicaran a resolver los asuntos inmediatos y urgentes, sin dejar evidencia de las medidas aplicadas. No debemos descartar que se guardara silencio para no causar alarma social, para no empeorar la imagen de una autoridad incapaz de resolver el problema de seguridad de una población azotada por el bandolerismo y las enfermedades, entre otros problemas.
Las consecuencias demográficas
Para medir el impacto de la influenza, como se mencionó al inicio, se capturaron los datos de once años de las partidas de entierros del Registro Civil de Morelia. La ciudad y las tenencias se trabajaron por separado, ya que en estas últimas la información no es homogénea; solamente mostramos los datos de 1918, año de la epidemia. Para medir la intensidad de la crisis en Morelia, se aplicó la fórmula de Lorenzo del Panta y Massimo Livi-Bacci, que arrojó un índice de 2.6, lo que indica una magnitud media, es decir, no llegó a tener la intensidad de gran crisis, pues apenas superó el rango de media que comienza en 2.5.43 Para poner en perspectiva el grado de afectación de la pandemia, podemos compararla con otras epidemias que sufrió la misma ciudad en el siglo XIX. Aplicando la misma fórmula de Del Panta-Livi Bacci en la población total, todas las enfermedades fueron menores a 1.5 y 2.5, como las viruelas de 1825 y 1830, al igual que las pandemias de cólera de 1833 y 1850.44
Como lo muestran el Cuadro 2 y la Gráfica 1, de los once años capturados, 1918 fue el que más defunciones presentó, evidencia de la funesta “gripe española”. No deja de llamar la atención 1916, con el tifo. La epidemia en Morelia se dio entre el 23 de octubre y el 10 de diciembre (última columna de Cuadro 2), y cobró más muertes que años completos, como lo fueron 1914 y el periodo comprendido de 1920 a 1923 (véase también Cuadro 4). En los años normales, se tiene una proporción un poco mayor de hombres muertos, la cual rebasa ligeramente la mitad; en los años de epidemia cambió la tendencia, y es evidente la mayor mortalidad de mujeres durante el flagelo. En 1916, 1918, 1919 y 1920, la muerte para las mujeres es un poco mayor que la de los varones. Por lo general, las mujeres eran las encargadas del cuidado de los enfermos, de ahí la mayor posibilidad de contraer las enfermedades contagiosas, a lo que se sumaba el desgaste físico que significaban las labores de la casa, el cuidado de los hijos, los embarazos que debilitaban sus cuerpos, además del trabajo que muchas efectuaban fuera de su casa, como el comercio o las labores del campo, para las que vivían en las tenencias del municipio de Morelia.
1913 | 1914 | 1915 | 1916 | 1917 | 1918 | 1919 | 1920 | 1921 | 1922 | 1923 | 23/Oct/1918 10/Dic/1918 | |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Hombres | 1 260 | 984 | 1 120 | 1 902 | 1 318 | 2 679 | 1 278 | 766 | 858 | 752 | 813 | 929 |
Mujeres | 1 018 | 899 | 1 078 | 2 164 | 1 291 | 2 901 | 1 345 | 868 | 780 | 690 | 729 | 1 147 |
% Hombres | 55.3 | 52.3 | 51.0 | 46.8 | 50.5 | 48.0 | 48.7 | 46.9 | 52.4 | 52.1 | 52.7 | 44.7 |
% Mujeres | 44.7 | 47.7 | 49.0 | 53.2 | 49.5 | 52.0 | 51.3 | 53.1 | 47.6 | 47.9 | 47.3 | 55.3 |
Total | 2 278 | 1 883 | 2 198 | 4 066 | 2 609 | 5 580 | 2 623 | 1 634 | 1 638 | 1 442 | 1 542 | 2 076 |
Fuente: Elaboración propia con base en Family Search (FS), Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-42, rollos 622, 623, 624 y 625.
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-42, rollos 622, 623, 624 y 625.
Para la influenza de 1918, nos centramos en el trimestre fatídico ya señalado, en particular en el penúltimo mes del año. Se calculó la tasa bruta de mortalidad (TBM) tomando como referencia los datos de población de cada año, obtenidos a partir del cálculo del crecimiento exponencial de la población, por medio de los datos censales de 1910, 1921 y 1930 (Cuadro 3).
AÑO | TBM |
---|---|
1913 | 60.8 |
1914 | 51.4 |
1915 | 61.5 |
1916 | 116.3 |
1917 | 76.4 |
1918 | 167.2 |
1919 | 80.4 |
1920 | 51.3 |
1921 | 52.6 |
1922 | 45.0 |
1923 | 46.9 |
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
Es notorio el aumento de la TBM en los años de la epidemia de tifo en 1916, y mucho mayor en 1918 por la influenza; también se presentan datos elevados en 1917 y 1919, debido a un rebrote de tifo e influenza, respectivamente. Los médicos de la época estaban acostumbrados a lidiar con enfermedades conocidas, como el tifo y la viruela, pero no con la influenza española.
En el Cuadro 4, durante los años “normales” o sin epidemia, es evidente la elevación de óbitos entre marzo y septiembre; la cúspide se presenta en julio, y un descenso que se prolonga hasta febrero, con el dato más bajo, seguido de una elevación, lo que contrasta con los años de la epidemia. Esto debido a que en épocas de calor predominaban las enfermedades gastrointestinales y en los meses de invierno las del aparato respiratorio. En noviembre de 1918 encontramos una gran elevación, cuando los fallecidos se cuadruplicaron respecto a 1916, año del tifo, y se multiplicaron por 12.1 en relación con el promedio de los años sin epidemias. En el trimestre octubre-diciembre de 1918 se presentó 45.22 por ciento de las defunciones del año, casi la mitad en sólo 92 días. Debe mencionarse que en enero y febrero de 1919 se siguieron reportando fallecimientos por causas pulmonares, pero disminuyeron sensiblemente los ocasionados por la gripa (tres casos) y la influenza (uno). El patrón presentado fue de enfermedades pulmonares estacionales, las cuales afectaron más a los niños menores de cinco años y a los adultos mayores de 50 años, un comportamiento esperado. No descartamos que algunas de las pulmonías o bronquitis pudieran haber sido complicaciones de la influenza.
PROMEDIO | % | 1916 | % | 1917 | % | 1918 | % | 1919 | % | |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
(1913-1915) | ||||||||||
(1922-1923) | ||||||||||
ENERO | 135.80 | 7.27 | 210 | 5.16 | 214 | 8.20 | 236 | 4.23 | 242 | 9.23 |
FEBRERO | 111.40 | 5.96 | 209 | 5.14 | 190 | 7.28 | 214 | 3.84 | 188 | 7.17 |
MARZO | 144.40 | 7.76 | 248 | 6.10 | 191 | 7.32 | 357 | 6.40 | 212 | 8.08 |
ABRIL | 156.80 | 8.39 | 266 | 6.54 | 199 | 7.63 | 375 | 6.72 | 219 | 8.35 |
MAYO | 177.60 | 9.50 | 278 | 6.84 | 181 | 6.94 | 404 | 7.24 | 228 | 8.69 |
JUNIO | 180.80 | 9.68 | 300 | 7.38 | 159 | 6.09 | 272 | 4.87 | 208 | 7.93 |
JULIO | 188.80 | 10.10 | 446 | 10.97 | 217 | 8.32 | 400 | 7.17 | 212 | 8.08 |
AGOSTO | 170.20 | 9.11 | 496 | 12.20 | 264 | 10.12 | 421 | 7.54 | 267 | 10.18 |
SEPTIEMBRE | 148.00 | 7.92 | 425 | 10.45 | 283 | 10.85 | 378 | 6.77 | 251 | 9.57 |
OCTUBRE | 159.40 | 8.53 | 458 | 11.26 | 262 | 10.04 | 375 | 6.72 | 203 | 7.74 |
NOVIEMBRE | 144.00 | 7.71 | 426 | 10.48 | 240 | 9.20 | 1 743 | 31.24 | 199 | 7.59 |
DICIEMBRE | 151.40 | 8.10 | 304 | 7.48 | 209 | 8.01 | 405 | 7.26 | 194 | 7.40 |
TOTAL | 1 868.60 | 100.00 | 4 066 | 100.00 | 2 609 | 100.00 | 5 580 | 100.00 | 2 623 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia con base en FS, registro civilde Morelia, Mich., deFunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625
El impacto debido a las crisis también se reflejó en los grupos por edad (véase Cuadro 5). De acuerdo con el padecimiento, la población tuvo una afectación diferente según la etapa de vida que cursaba. En los años normales, el grupo de 0 a 9 años llegaba hasta 47.81 por ciento de las muertes anuales, cerca de la mitad. Es evidente la afectación diferenciada por el tifo y la influenza. Con la “gripa española”, el rango de 0 a 9 años presentó una disminución respecto a otros años, bajó a 34 por ciento. La incidencia de muerte aumentó a partir de los 10 años, con una marcada acentuación entre los 20 y 39 años, de 32.56 por ciento de los decesos; a partir de los 40 se observa una disminución. Con el tifo, el aumento fue a partir de los 40 años, cuando alcanzó 41 por ciento de las expiraciones; los mayores de 60 años fueron los principales afectados, personas que debieron tener un sistema inmune más débil. La influenza atacó a toda la gente, pero las personas jóvenes (aparentemente sanas, en edad productiva y reproductiva) fueron las víctimas fatales más frecuentes, debido a la exacerbada reacción inflamatoria del cuerpo al atacar al virus, teniendo como resultado una falla de diversos órganos.46
RANGO DE EDAD | AÑO NORMAL % | TIFO 1916 % | INFLUENZA 23 de oct./10 de dic. 1918 % |
---|---|---|---|
0-9 | 47.81 | 35.47 | 34.06 |
10-19 | 4.64 | 4.59 | 15.80 |
20-29 | 7.10 | 7.79 | 17.77 |
30-39 | 8.83 | 9.50 | 14.79 |
40-49 | 7.98 | 12.07 | 6.94 |
50-59 | 6.78 | 8.81 | 3.85 |
60 o más | 16.69 | 20.14 | 6.55 |
Sin dato | 0.16 | 1.62 | 0.24 |
Total | 100.00 | 100.00 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
Las causas de muerte durante los años sin epidemia nos muestran casi las mismas enfermedades en los primeros tres lugares: del sistema digestivo, del sistema respiratorio y de causa ignorada. Mención aparte merece esta última, es decir, casos en los cuales no se sabía con certeza el diagnóstico que llevó a un desenlace fatal. En el mismo Hospital General del Estado, la “causa ignorada” fue una constante; tal vez los pacientes llegaban en estado crítico, lo que no permitía hacer un diagnóstico más o menos certero. Las dos primeras causas muestran una presencia constante y muy por encima de las demás enfermedades, pues por sí solas constituían casi la mitad de las causas de muerte en los morelianos (véase Cuadro 6).
CAUSAS DE MUERTE | 1913 | % | 1914 | % | 1915 | % | 1922 | % | 1923 | % | 1918 | % | 23/oct-10/dic | % |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
AFECCIONES SENILES | 29 | 2.2 | 49 | 4.9 | 46 | 3.9 | 13 | 1.6 | 15 | 1.9 | 64 | 1.6 | 0 | 0.0 |
CAUSA IGNORADA | 175 | 13.3 | 62 | 6.3 | 323 | 27.6 | 247 | 30.8 | 124 | 15.5 | 1 132 | 27.7 | 571 | 28.2 |
CAUSAS EXTERNAS | 79 | 6.0 | 39 | 3.9 | 33 | 2.8 | 41 | 5.1 | 40 | 5.0 | 76 | 1.9 | 0 | 0.0 |
EPIDÉMICAS | 264 | 20.1 | 142 | 14.3 | 70 | 6.0 | 35 | 4.4 | 157 | 19.6 | 576 | 14.1 | 50 | 2.6 |
INFATILES Y PERINATALES | 45 | 3.4 | 93 | 9.4 | 44 | 3.8 | 20 | 2.5 | 24 | 3.0 | 51 | 1.2 | 0 | 0.0 |
NO CLASIFICADAS | 32 | 2.4 | 24 | 2.4 | 35 | 3.0 | 22 | 2.7 | 35 | 4.4 | 79 | 1.9 | 0 | 0.0 |
SISTEMA DIGESTIVO | 331 | 25.2 | 320 | 32.3 | 340 | 29.0 | 221 | 27.6 | 194 | 24.3 | 662 | 16.2 | 168 | 8.7 |
SISTEMA RESPIRATORIO | 331 | 25.2 | 253 | 25.5 | 273 | 23.3 | 195 | 24.3 | 199 | 24.9 | 1 443 | 35.3 | 1 154 | 60.5 |
TRANSTORNOS MENTALES | 30 | 2.3 | 10 | 1.0 | 8 | 0.7 | 7 | 0.9 | 11 | 1.4 | 7 | 0.2 | 0 | 0.0 |
TOTAL | 1 316 | 100.0 | 992 | 100.0 | 1 172 | 100.0 | 801 | 100.0 | 799 | 100.0 | 4 090 | 100.0 | 1 943 | 100.0 |
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
La Influenza De 1918
La epidemia inició en octubre, y para noviembre se presentó la fase más aguda; los días 16, 18, 19 y 20 fueron los más funestos. Al parecer, el elevado número de decesos no fue motivo de preocupación para el municipio, para la Cámara de Diputados e, incluso, para la prensa michoacana. Es posible que los efectos de la mortalidad de una epidemia como el tifo (con un ritmo más lento) pudiera pasar desapercibida, pero con un incremento tan drástico de fallecimientos, como se dio con la influenza, resulta extraña la poca información generada por las instancias sanitarias, municipales y estatales. ¿Qué los llevó a guardar silencio? La pregunta llama la atención. Las disposiciones del gobierno federal, a través del Consejo Superior de Salubridad, quedaron para uso exclusivo, aparentemente, de las autoridades. Para la prensa pasaron desapercibidas las medidas preventivas, pues tampoco dio cuenta del problema, como se manifestó en otros estados. Aun así, el gobernador Ortiz Rubio tomó una decisión extraordinaria al mandar construir un horno crematorio ante la imposibilidad de inhumar la cantidad de cadáveres que llegaban al panteón de la ciudad.48
Era indudable que la epidemia, la cual inició de forma discreta en octubre, a partir de noviembre comenzaba a ser implacable, como puede observarse en la Gráfica 2. Morelia, en 1918, había presentado una media mensual de 339 defunciones entre enero y septiembre. Si bien en octubre no se elevó gran cosa, para noviembre alcanzó 1 743 decesos; es decir, el número de fallecidos se multiplicó por 5.14.
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
Las enfermedades respiratorias subieron de forma dramática en noviembre. El desarrollo del pico de la influenza corresponde por entero al undécimo mes. Como ya se comentó, el arranque de la epidemia ocurrió lentamente en octubre; su zenit se dio el 16 de noviembre, con un total de 99 sepelios, e inició el descenso a partir del 21 de noviembre. En enero y febrero de 1919 se siguieron reportando algunos casos de “gripa española”, pese a que las ocurrencias ya se encontraban por debajo de la media de enfermedades del sistema respiratorio encontradas en los meses del año anterior sin epidemia, un comportamiento muy parecido al que se vivió en otros lugares de la República, como fue el caso de Puebla.49 Por días de afectación durante el trimestre fatal tenemos el siguiente resultado en la Gráfica 3.
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
En octubre se presentó un comportamiento cercano a la media diaria obtenida en los meses anteriores al contagio (véase Gráfica 2), es decir, doce muertes por día; sin embargo, los registros de defunciones ya informan de siete casos por gripa, siete por influenza, más otros casos de enfermedades del sistema respiratorio que pudieron ser influenza con sus complicaciones.
Respecto a las muertes por la pandemia, dudamos que los médicos supieran a qué se enfrentaban. El diagnóstico para ese momento era incierto, pues no había manera de hacerlo con exactitud; en muchos casos se identificaban los síntomas, pero no la causa. La primera anotación por “gripa española” en el Registro Civil se localizó hasta el 25 de octubre, en una mujer de 20 años; sin embargo, en los días anteriores se encontraron enfermedades del sistema respiratorio, que pudieron ser influenza mal diagnosticada. Es evidente el desconocimiento sobre la enfermedad; lo más parecido fue la gripe que comúnmente se hacía presente todos los años, aunque con datos de víctimas fatales muy bajos, por lo que en los años normales no aparece entre las diez primeras causas de muerte. Llama la atención que en el Hospital General de Morelia sólo reportaron doce casos de muerte por influenza y 146 por gripa. Las enfermedades del aparato respiratorio predominaron durante la pandemia, debido a las complicaciones bacterianas y virales que causaron fallecimientos, tales como neumonía, pulmonía o bronconeumonía.
En las defunciones por grupos de edad es notoria la diferencia entre los años sin epidemia, así como el efecto de la influenza en grupos de edad joven de entre 10 y 40 años, acorde con otros trabajos sobre influenza (véase Gráfica 4).50 Cambia la forma de la curva de una U a una W.
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
Por sexo, la mortalidad de la epidemia fue mayor en las mujeres (55.3%) que en los hombres (44.7%); el incremento fue superior respecto a 1918 (véanse Cuadros 2 y 7). La mortalidad fue más elevada en las mujeres casadas, debido, entre otras razones, a la atención que daban al resto de la familia, con lo que aumentaba el riesgo de contagio; esto se puede inferir al contabilizar los grupos de edad más afectados, que tuvieron mayor oportunidad de formar matrimonios, es decir, los conjuntos productivos y reproductivos más importantes de la sociedad, entre los 18 y 39 años. En estos rangos fue notorio que poco más de la mitad de las mujeres fallecidas eran casadas; después vienen las solteras, con 22.4 por ciento, y al final casi 20 por ciento sin reporte de estado civil. En el caso de los hombres, los fallecidos casados tuvieron datos inferiores, con casi 45 por ciento; los solteros fueron más de un tercio, y 14.5 por ciento se reportó sin estado civil. La menor cantidad de varones respecto de las mujeres en los números de este grupo de edad pudo ser efecto tanto de la participación masculina en la Revolución mexicana, con un alto costo de vidas, así como de la migración de mujeres del área rural a la ciudad de Morelia, situación que se ha verificado en diversos trabajos del periodo colonial.
HOMBRES | MUJERES | |||
---|---|---|---|---|
ESTADO CIVIL | FRECUENCIA | PORCENTAJE | FRECUENCIA | PORCENTAJE |
Solteros | 122 | 36.7 | 100 | 22.4 |
Casados | 149 | 44.9 | 233 | 52.1 |
Viudos | 13 | 3.9 | 25 | 5.6 |
Sin dato | 48 | 14.5 | 89 | 19.9 |
Total | 332 | 100.0 | 447 | 100.0 |
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
La mayor mortalidad por ocupación afectó a los grupos productivos de edades entre los 10 y 39 años, en los cuales se nota un incremento en los hombres dedicados al campo (véase Cuadro 8). Esto se explica por el entorno rural que tenía Morelia, así como por el tipo de economía que ocupaba más población en las actividades agropecuarias. Al incluir únicamente a quienes tenían una actividad, destacan los jornaleros, con casi la mitad de los fallecidos, y rebasan la mitad cuando se suman los agricultores y los labradores; después vienen las ocupaciones urbanas, como comerciantes, albañiles, empleados, sastres, herreros; mención aparte merecen los arrieros, que fungieron como portadores del virus entre las diversas localidades por donde transitaban con sus acémilas. Como parte de su riesgo profesional, también se registró la muerte de dos médicos; no aparecen en el cuadro pues se tomaron sólo los diez porcentajes más altos. Al tomar el total de hombres, se tiene 35.8 por ciento sin ocupación, en parte por la inclusión de menores de edad, pero también pudo ser por un registro deficiente, debido a la gran cantidad de muertes que se presentaron. En el caso de las mujeres, se tienen pocas ocupaciones; solamente aparecen 31, aunque no figuran anotadas las amas de casa. Sobresalen las sirvientas, quienes, al estar al cuidado de los enfermos, tuvieron mayor probabilidad de contagio; también se presentan mujeres dedicadas al campo y, por último, en oficios tradicionales, como tortillera, molinera, planchadora. Otro grupo profesional expuesto fueron las maestras de primaria, de las cuales murieron dos. Una forma de aproximarnos a la cantidad de amas de casa fallecidas fue obtener el dato de mujeres casadas, con 18 años o más y sin ocupación, que alcanzaron 221 (37%); si a eso le sumamos las 12 casadas con ocupación registrada, el número llega a 233 (39%).
Hombres | Mujeres | ||||
---|---|---|---|---|---|
OCUPACIÓN | FRECUENCIA | PORCENTAJE | OCUPACIÓN | FRECUENCIA | PORCENTAJE |
Jornalero | 122 | 60.70 | Sirvienta | 13 | 41.94 |
Comerciante | 20 | 9.95 | Jornalera | 4 | 12.90 |
Albañil | 10 | 4.98 | Tortillera | 3 | 9.68 |
Agricultor | 8 | 3.98 | Molinera | 3 | 9.68 |
Labrador | 8 | 3.98 | Planchadora | 2 | 6.45 |
Arriero | 7 | 3.48 | Profesora primaria | 2 | 6.45 |
Empleado | 7 | 3.48 | Empleada | 1 | 3.23 |
Sastre | 7 | 3.48 | Estudiante | 1 | 3.23 |
Herrero | 6 | 2.99 | Lavandera | 1 | 3.23 |
Panadero | 6 | 2.99 | Pastelera | 1 | 3.23 |
Total | 201 | 100.00 | Total | 31 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
Del origen de los fallecidos, destaca Morelia con su entorno. Casi dos tercios provenían de la zona (específicamente de la capital fue casi 38%), a los cuales seguían los nacidos en poblados cercanos a Morelia, como las tenencias, ranchos y haciendas de su jurisdicción. Les siguen las personas provenientes de otros estados, sobre todo de Guanajuato. Se encontró que 6.8 por ciento de las defunciones no reportan su origen, y, por último, otras localidades del estado de Michoacán. Sólo anotaron a siete extranjeros, un árabe, tres estadounidenses, dos españoles y un francés (véase Cuadro 9). Al parecer, parte del crecimiento de la urbe estuvo relacionado con la migración que se refleja en una quinta parte de los decesos.
UBICACIÓN | FRECUENCIA | PORCENTAJE |
---|---|---|
Municipio de Morelia | 481 | 23.22 |
Ciudad de Morelia | 784 | 37.85 |
Poblados fuera del municipio y a menos de 50 Km | 340 | 16.40 |
Michocán | 112 | 5.40 |
Otros estados de la República | 206 | 9.94 |
Extranjeros | 7 | 0.33 |
Sin origen o no localizado | 141 | 6.80 |
Total | 2 071 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
El Hospital General tuvo una situación distinta, desde los grupos de edad que acudían para ser atendidos hasta el origen de los fallecidos. Los niños tenían una presencia menor en los hospitales, como se deduce por el bajo porcentaje de fallecidos. No es que hubiera una mejor atención para ellos o que tuvieran una mayor supervivencia, sino que, en general, eran los adultos los que accedían a estos espacios. Si se comparan los grupos de edad durante la epidemia con el resto del año (1918), es notable el incremento entre los 10 y 19 años; también aumenta, aunque en menor proporción, entre los 20 y 39 años. Los grupos de mayor edad tuvieron una presencia menor de óbitos (véase Cuadro 10).
EPIDEMIA | 1918 | |||
---|---|---|---|---|
RANGOS DE EDAD | FRECUENCIA | PORCENTAJE | FRECUENCIA | PORCENTAJE |
0-9 | 39 | 13.2 | 84 | 16.70 |
10-19 | 49 | 16.6 | 36 | 7.17 |
20-29 | 67 | 22.7 | 87 | 17.30 |
30-39 | 59 | 20.0 | 61 | 12.20 |
40-49 | 39 | 13.2 | 70 | 13.90 |
50-59 | 19 | 6.4 | 62 | 12.40 |
60 o más | 21 | 7.1 | 86 | 17.10 |
Sin dato | 2 | 0.7 | 16 | 3.20 |
Total | 295 | 100.0 | 502 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
En el origen de los fallecidos en el hospital, resalta la presencia de personas oriundas de otros estados (poco más de la quinta parte). Los datos de otras localidades michoacanas fuera del municipio, apenas llegan a 8.8 por ciento; sin origen especificado o no localizado alcanzan, casi 17 por ciento. La mayor cantidad de difuntos son originarios del municipio, la capital y sus alrededores en un radio de 50 km, con 53.10 por ciento (véase Cuadro 11).
UBICACIÓN | FRECUENCIA | PORCENTAJE |
---|---|---|
Municipio de Morelia | 47 | 15.93 |
Ciudad de Morelia | 77 | 26.10 |
Poblados fuera del municipio y a menos de 50 km | 33 | 11.20 |
Michoacán | 26 | 8.80 |
Otros estados de la República | 62 | 21.00 |
Sin origen o no localizado | 50 | 16.90 |
Total | 295 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
Las tenencias de la jurisdicción de Morelia en 1918
De las tenencias de Morelia, se tomaron siete por ser las más consistentes en los registros a lo largo de 1918 y los primeros dos meses de 1919, considerando que es una muestra representativa de las demás localidades cercanas a la capital (véase Gráfica 4). Contemplamos los meses de enero y febrero de 1919, pues, a diferencia de Morelia, se siguieron presentando como causas de muerte la influenza y la gripe, aunque debemos guardar reserva; como ya se comentó, el diagnóstico era incierto y en los pueblos cercanos a la capital del estado la atención médica debió ser escasa, cuando no nula.
En el espacio campirano elegido, perteneciente al municipio de Morelia, durante 1918 y los meses de enero y febrero de 1919 se registraron 660 defunciones, de las cuales 48.63 por ciento correspondió a hombres y 51.36 por ciento a mujeres, prácticamente igual a lo encontrado en la capital. En cuatro de las siete poblaciones, la muerte de los varones rebasa ligeramente a la de las mujeres, pero, en suma, estas últimas fueron más castigadas.
Cada una de las localidades mostró un comportamiento diferenciado ante la epidemia. Atécuaro fue la más diezmada, con 451 de TBM, poco más de la mitad de sus pobladores murió. San Miguel del Monte presentó 229.2 de TBM; llama la atención la hacienda La Huerta, que reportó la TBM más baja, 59.83.51 La falta de registros médicos nos impide observar la tasa de morbilidad que se dio tanto en la ciudad como en los pueblos del municipio. La densidad de población y las vías de comunicación debieron ser un factor importante para propiciar el contagio, de ahí que exista una disparidad tan grande entre las poblaciones (véase Cuadro 12).
LOCALIDAD | TBM |
---|---|
Hacienda de la Huerta | 59.83 |
Tenencia de Atécuaro | 451.29 |
Tenencia de San Miguel del Monte | 229.20 |
Tenencia de San Nicolás Obispo | 106.02 |
Tenencia de Santa María de los Altos | 219.32 |
Tenencia de Santiago Undameo | 185.05 |
Tenencia de Tacícuaro | 116.56 |
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
En el trimestre octubre-diciembre podemos encontrar coincidencia con lo que sucedió en Morelia. El contagio se esparció desde octubre, sin que fuera alarmante. A partir de noviembre las defunciones comenzaron a incrementarse; las causas referentes a enfermedades pulmonares fueron recurrentes, con un primer registro de “influenza” el 4 de noviembre. Diciembre presenta un comportamiento de subidas y bajadas en las defunciones; hasta 1919 se reportaron 17 muertes en enero y cuatro en febrero por gripa, pulmonía e influenza española, posiblemente los últimos casos de la contingencia en las tenencias (véase Cuadro 13).
MES | HOMBRES | % | MUJERES | % | TOTAL | % |
---|---|---|---|---|---|---|
Enero | 6 | 1.81 | 14 | 4.07 | 20 | 2.96 |
Febrero | 10 | 3.02 | 14 | 4.07 | 24 | 3.56 |
Marzo | 14 | 4.23 | 11 | 3.20 | 25 | 3.70 |
Abril | 13 | 3.93 | 10 | 2.91 | 23 | 3.41 |
Mayo | 14 | 4.23 | 15 | 4.36 | 29 | 4.30 |
Junio | 14 | 4.23 | 12 | 3.49 | 26 | 3.85 |
Julio | 14 | 4.23 | 15 | 4.36 | 29 | 4.30 |
Agosto | 12 | 3.63 | 8 | 2.33 | 20 | 2.96 |
Septiembre | 15 | 4.53 | 10 | 2.91 | 25 | 3.70 |
Octubre | 16 | 4.83 | 11 | 3.20 | 27 | 4.00 |
Noviembre | 127 | 38.37 | 145 | 42.15 | 272 | 40.30 |
Diciembre | 56 | 16.92 | 63 | 18.31 | 119 | 17.63 |
Enero 1919 | 16 | 4.83 | 12 | 3.49 | 28 | 4.15 |
Febrero | 4 | 1.21 | 4 | 1.16 | 8 | 1.19 |
Total | 331 | 100.00 | 344 | 100.00 | 675 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
En las tenencias seleccionadas la influenza perjudicó a todos, desde recién nacidos hasta ancianos, pero la mayor recurrencia se dio entre los grupos de edad que van de los 15 a los 40 años, un patrón semejante al de Morelia (véase Cuadro 14).
RANGO DE EDAD | HOMBRES | MUJERES | TOTAL | PORCENTAJE |
---|---|---|---|---|
0-9 | 120 | 132 | 252 | 37.33 |
10-19 | 42 | 54 | 96 | 14.22 |
20-29 | 65 | 68 | 133 | 19.70 |
30-39 | 42 | 35 | 77 | 11.41 |
40-49 | 17 | 21 | 38 | 5.63 |
50-59 | 13 | 11 | 24 | 3.56 |
60-69 | 14 | 13 | 27 | 4.00 |
70 y más | 15 | 11 | 26 | 3.85 |
Sin dato | 2 | 0 | 2 | 0.30 |
Total | 330 | 345 | 675 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
En la Gráfica 5 se observa que, al igual que en Morelia, el punto de arranque es el primer día de noviembre, aunque la curva tiene varios descensos y picos, como el 12 de noviembre, que repunta y después baja, para volver a subir a los pocos días. El descenso general se dio a partir del 3 de diciembre, aunque posteriormente aparece un alza de nueva cuenta, la cual termina en el último día del año.
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
Las defunciones de los niños (de recién nacidos a los nueve años) alcanzó un porcentaje de 37.33; es decir, poco más de un tercio de los decesos ocurridos en 1918 afectó a los menores. Las condiciones de vida, la alimentación y la higiene debieron ser muy duras para que los pequeños sobrevivieran los primeros años de vida, y a todo esto se sumó la epidemia. Por otra parte, la población entre los 15 y los 44 años alcanzó prácticamente 45 por ciento de las defunciones; las principales causas de muerte reportadas fueron influenza, gripa y otras afecciones pulmonares que se concentraron en el fatídico trimestre, así como en enero y febrero de 1919. Los adultos jóvenes, al igual que en la ciudad y en otras partes del mundo, fueron las víctimas recurrentes de la epidemia.52
El tifo de 1916-1917
El tifo estaba presente en el discurso médico de la época; era el principal azote y motivo de preocupación junto con la viruela. Se tiene constancia de que el personal médico y las instituciones de gobierno señalaron que la influenza de 1918 en realidad era tifo. El tabardillo o tifo se presentó la mayor parte del primer año, comenzó en marzo y se prolongó hasta abril de 1917; en la segunda mitad del año hubo un rebrote, como se muestra en la curva de mortalidad (véase Gráfica 6).
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
La mortalidad por grupos de edad cambia respecto a los años normales, disminuye la proporción de cero a diez años en 12 por ciento; aumenta la proporción de los grupos de edad de 30 años en adelante; es más notable entre los 40 y 50 años, así como en el grupo de mayores de 60 años. De nuevo se presenta la curva de mortalidad en forma de W a diferencia de la U de la mortalidad normal (véase Gráfica 7).
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
En 1916, en la causa de muerte es notoria la prevalencia de “causa ignorada”; en segundo lugar aparecen diferentes tipos de enteritis, incluyendo la crónica y la aguda; el tifo aparece en tercer lugar, seguido de la viruela (véase Cuadro 15). Dominan las enfermedades del aparato digestivo; asimismo, se tiene la presencia constante de dos epidemias presentes desde hace siglos: el tifo, que era endémico y se incrementó por las condiciones ya mencionadas, y la viruela, que, pese a existir la vacuna, se seguía presentando, para marcar a los sobrevivientes y llevar a la tumba a muchos.
CAUSAS | NÚM. DE CASOS | % |
---|---|---|
Causa ignorada | 1 473 | 33.2 |
Enteritis | 665 | 15.0 |
Tifo | 433 | 9.8 |
Viruela | 95 | 2.1 |
Diarrea | 72 | 1.6 |
Inanición | 62 | 1.4 |
Pulmonía | 58 | 1.3 |
Fiebre tifoidea | 51 | 1.1 |
Neumonía | 45 | 1.0 |
Disentería | 43 | 1.0 |
Fuente: Elaboración propia con base en FS, Registro Civil de Morelia, Mich., Defunciones, Méx., 415-442, rollos 622, 623, 624 y 625.
Consideraciones finales
En Michoacán, la inestabilidad económica y la inseguridad eran algunos de los problemas más graves que enfrentaba la población en la década de 1910. A partir de 1915 se agravó la situación, debido a la carestía y problemas en el campo. En 1916 y 1917 se sumó otra complicación, una epidemia de tifo que cobró la vida, sobre todo, de las personas mayores de 30 años. Con el tiempo, no mejorarían las cosas: en la ciudad de Morelia y sus tenencias, de octubre a diciembre de 1918 se quintuplicó el número de decesos que regularmente se daban; la “gripe española” dejó sentir sus efectos sobre una población ya castigada por el tifo de los años anteriores. Como se mencionó al inicio, la ciudad había presentado un decrecimiento demográfico importante, muestra del contagio del tifo, y que se agravó con la influenza.
En 1918, el grupo de edad más afectado fue el de los jóvenes de entre 15 y 44 años, quienes se encuentran en la etapa productiva y reproductiva más importante para la sociedad. El grado de afectación se verificó al ser una crisis media con índice de 2.6, de acuerdo con el método de Del Panta-Livi Bacci, únicamente para la ciudad. Hemos considerado que, pese a que se tienen los datos del Registro Civil de Morelia, pudo existir un subregistro, pues las comunidades llamadas tenencias (pueblos con ranchos y haciendas) no aparecen regularmente de 1913 a 1923.
La influenza fue una enfermedad que tomó desprevenidas a las autoridades municipales, estatales, sanitarias y a la población en general. No sabían a qué se enfrentaban ni cómo atacar o prevenir el flagelo. Al parecer, las autoridades no tomaron las medidas adecuadas ni inmediatas con los habitantes de la ciudad en cuanto a disposiciones de prevención, pues estaban más preocupadas por combatir a las gavillas de “revolucionarios” que mantenían en vilo a la población del estado. La gripe española “colaboró” con las autoridades al cobrar entre sus víctimas a dos de los bandoleros más feroces y a sus secuaces, lo que al final ayudó al gobernador a legitimar su puesto.
La influenza agravó la mala situación social provocada por una epidemia de tifo que se padecía desde 1916. Las autoridades y los médicos, por su desconocimiento de la influenza, consideraban que esta epidemia era tifo o fiebre amarilla. El otro azote que enfrentaban los morelianos era la carestía y falta de alimentos que entre 1915 y 1916 llegó a ocasionar muertes por inanición.
Es interesante el vacío de datos que existe a nivel institucional y en la prensa michoacana sobre la influenza. Al parecer, fue falta de atención y prevención, quizás el ocultamiento para no causar alarma. Es posible que la influenza tomara completamente desprevenidas a las instituciones y a la prensa. Había periódicos contrarios al gobernador, que lo atacaban por asuntos menores, en comparación con las muertes que se dieron de cientos de morelianos en unos cuantos días. ¿Dónde quedaron sus comentarios? La gripe española comenzó su cabalgata fatídica el 23 de octubre, un presagio para el 1° de noviembre (Día de Muertos), y terminó el 10 de diciembre, con prácticamente 2 mil víctimas.
El desconocimiento de la pandemia se reflejó en la causa de muerte anotada en los óbitos: casi no aparece la influenza ni la gripe española; en mayor cantidad está la gripa de manera genérica y otros padecimientos del aparato respiratorio; resalta la fuerte proporción de “causa ignorada”, incluso en los fallecidos en el Hospital General del estado.
En el caso de las tenencias, ese espacio rural sujeto a la capital del estado, no tenemos evidencia de las acciones que se emprendieron, si es que se tomaron, para enfrentar el flagelo. La cantidad de defunciones encontradas en el Registro Civil son el único elemento con el que se cuenta. Aparentemente, el silencio que se guardó en la capital, pese a las acciones de algunas autoridades, en el caso del campo fue un olvido ante la muerte que los atacó.
Esta investigación se inició en 2017. Los primeros resultados fueron presentados en algunas reuniones académicas en 2018. Este artículo se terminó antes de que la pandemia de Covid-19 asolara al mundo, nunca pensamos vivir un evento de tal tipo. Aunque nuestro objeto de estudio son las epidemias en el pasado, llama la atención que, a más de un siglo, contando con grandes avances científicos y tecnológicos en materia de salud; teniendo una sociedad, en teoría, más informada, y haciendo uso de una comunicación extraordinariamente veloz, la respuesta en el país fuera tan deficiente. Es increíble que existan problemas para hacer frente a la enfermedad, como la falta de coordinación entre los gobiernos federal, estatal y municipal; la tardía aplicación de las medidas de sanidad, y la falta de cooperación de algunos sectores de la población. La desorganización y la improvisación entre los responsables del sector de la salud pública han dejado un saldo de dolor. Lo peor está a nivel internacional, cuando algunos mandatarios abiertamente han negado la existencia de la pandemia o menosprecian públicamente las recomendaciones de epidemiólogos y expertos en la materia, lo que ha causado una mayor cantidad de víctimas en sus países.