Conocer los patrones de distribución de las aves en México ayuda a inferir los procesos que los generan (Rodríguez et al. 2017) y a mejorar la conservación de la diversidad de aves del país (Navarro-Sigüenza et al. 2014). Por lo tanto, documentar nuevos registros sobre la distribución de las aves permite incrementar nuestro conocimiento, y puede repercutir sobre otras áreas de la biología (Sánchez-González 2013). En esta nota presentamos información nueva sobre la presencia del chipe de pradera (Setophaga discolor) en el centro de México.
Como reproductor, el chipe de pradera se distribuye por el extremo sureste de Canadá y el este de Estados Unidos y, como especie migratoria neotropical, por la península de Florida e islas del mar Caribe hasta El Salvador. Generalmente habita por debajo de los 1200 msnm. (Alderfer 2014, BirdLife International 2016). En México es una especie poco común, que se puede observar en una franja costera estrecha al oeste de la península de Yucatán y, también, al sur de Veracruz (Fuentes-Moreno et al. 2016). Es un pájaro pequeño, con ligero dimorfismo sexual: el macho adulto presenta un diseño facial distintivo, con una línea ocular negra y un parche subocular en forma de media luna; la hembra adulta presenta este patrón menos marcado (Kaufman 2005, Alderfer 2014, Dunn y Alderfer 2017).
Reportamos aquí cinco observaciones de chipes de pradera fuera de su área de distribución conocida en México. Todos los registros los realizamos en un área muy pequeña del Jardín Botánico Universitario (en adelante, Jardín; 18°59’58’’ N, 98°11’51’’ O) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. El Jardín abarca cerca de 10 ha, se encuentra dentro de Ciudad Universitaria, la cual tiene alrededor de 100 ha y se ubica al sureste de la ciudad de Puebla, a una altitud promedio de 2140 msnm. El clima es templado subhúmedo, con lluvias en verano. Aunque la vegetación potencial de la zona corresponde al bosque de encinos (varias especies del género Quercus), la vegetación actual ha sido intensamente alterada por las actividades humanas (Rzedowski, 1978). En el Jardín se exhiben una gran diversidad de árboles nativos de Puebla, como encinos y pinos (varias especies del género Pinus), así como especies exóticas.
El 25 de marzo de 2017, 8:30 h, observamos un macho (Figura 1) sobre un pino (Pinus sp.) del Jardín. El 11 y 12 de octubre de 2018, de 12:30 a 14:00 h, observamos dos machos: el primero forrajeaba entre las ramas (0.5-3 m del suelo) de un pino piñonero (Pinus cembroides); el segundo, sobre un palo colorado (Ceanothus caeruleus). El 16 de octubre de 2018, 11:30 h, observamos un macho en un pino de Monterrey (Pinus radiata), a 2.5 m sobre el suelo. Finalmente, el 21 de octubre de 2018, de 14:00 a 14:40 h, observamos dos machos sobre las ramas (1-2.5 m del suelo) de un pino de Alepo (Pinus halepensis) (Figura 2).
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Figura 1 Macho de chipe de pradera (Setophaga discolor). Jardín Botánico Universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla (foto: Ariadna Tobón-Sampedro 25/3/2017).
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Figura 2 Macho de chipe de pradera (Setophaga discolor). Jardín Botánico Universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla (foto: José Antonio González-Oreja 21/10/2018).
Nuestras observaciones son los primeros registros publicados del chipe de pradera en el estado de Puebla (Sánchez-González 2013). Esta especie no fue reportada en los listados de la avifauna del estado (Mendoza-Cuamatzi et al. 2012, Hernández-Castán et al. 2013). No obstante, la aplicación web eBird (2012) registra una observación previa, el 16 de diciembre de 2013, en el mismo sitio (Jardín). Los registros que aquí reportamos se localizan a una distancia de ca. 1,000 km del área de distribución invernal (BirdLife International 2016), y ca. 150 km del área de distribución potencial invernal (Navarro y Peterson 2007) (Figura 3); por lo tanto, dichos registros amplían el límite altitudinal superior de la especie en ca. 1,000 m (BirdLife International 2016), y permiten conocer mejor su área de distribución en México.
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Figura 3 Distribución observada (BirdLife International 2016) y potencial (Navarro y Peterson 2007) del chipe de pradera (Setophaga discolor) en el Golfo de México. Con una estrella roja, se muestra el sitio donde hemos observado a la especie en Puebla.
La aplicación web eBird (2012) incluyó seis registros del chipe de pradera fuera de su área de distribución en México (conocida y potencial): 4 de octubre de 2000, en el Balcón de Moctezuma, Tamaulipas; 4 de octubre de 2009, en Nizanda, Oaxaca; 22 de febrero de 2010, en el Parque Ecológico Xochitla, Estado de México; 9 de marzo de 2014, en el Jardín Botánico El Charco del Ingenio, San Miguel de Allende, Guanajuato; 3 de enero de 2015, en el Cerro de las Campanas, Querétaro, Querétaro, y 13 de abril de 2018, en el Parque Nacional El Tepozteco, Morelos. Estos registros, y los publicados en esta nota, sugieren una ruta de migración lejos de la costa del Golfo de México, aparentemente a través del Eje Neovolcánico Transversal, y sobre altitudes muy superiores a las reportadas previamente (BirdLife International 2016).
La distribución espacial de los seres vivos es de naturaleza dinámica y cambia a lo largo del tiempo (Cox et al. 2016); por ello, podemos esperar nuevos registros de ciertas especies fuera de su área de distribución conocida (Sánchez-González 2013). Sin embargo, nuestras observaciones del chipe de pradera en ecosistemas urbanos, que son muy diferentes de los hábitats de América del Norte en los que se reproduce (como áreas cubiertas por vegetación secundaria densa, con arbustos de porte bajo) y de los referidos para la vertiente del Golfo de México por donde migra (como matorrales subtropicales y manglares; Kaufman 2005, Alderfer 2014, Dunn y Alderfer 2017), podrían revelar su tolerancia a las condiciones ambientales o los recursos naturales presentes en ecosistemas altamente modificados por las actividades humanas (véase Jiménez-Moreno et al. 2019). Nuevos registros de la especie, fuera de sus áreas de distribución real y potencial, ayudarán a mejorar nuestro conocimiento sobre las principales rutas migratorias utilizadas (vg., rodeando el Golfo de México vs. a través del mismo; Gauthreaux y Belser 1999) y de las preferencias de hábitat de este chipe durante su estancia en México.