Dicen que no debe salir una en pantuflas porque nunca se sabe cuándo aparecerá el amor de la vida.
Apenas hace una semana que fui a la farmacia, en pantuflas, por toallas sanitarias. Sentí una corriente eléctrica. Un tipo reclamaba a otro, entre risas, que casi le había roto un dedo. Miré de reojo y noté bajo una manga corta unos bíceps deliciosos y una melena oscura, brillante. Pagué muy, pero muy turbada.
Tomé el paquete y me dispuse a desaparecer a toda prisa.
De a cincuenta la máscara pa’l chavito, jefa.
El tipo me extendió entonces un feísimo papel amarillo, impreso en tinta azul barata:
- Para ti, la entrada es gratis, nada más con mi firma.
“Es que no me gustan las luchas”, “es que ese día tengo un cumpleaños”, “es que soy casada”, “es que no me gustan los güeyes”, pensé como relámpago, pero al notar el brillante entre dulce y pícaro de sus ojos, el lustre de su piel y el escote en el que sus senos se dibujaban apenas, ya tranquila, solo farfullé un “¿de veras?”
¡Lucharaaaaaán a dos de tres caídas, sin liiiiiiiímite de tieeeempo!
Volar, caer contra las butacas, golpes y bofetones perdidos al aire. ¡El gran inconsciente colectivo? ¿El circo que reclama el pueblo cuando no hay mucho pan? ¿Resabios de la antigua Roma? En medio, la Pantera Púrpura me ha guiñado un ojo. Su rival en el ring, la Guerrera Sureña, sonríe cómplice.
¡Ya vete a cuidar a tus nietos!
Seguro que la Guerrera ya sabe lo de nosotras. ¿Perderá su cabellera frente a su máscara? Lentejuelas, acrobacias, el golpe seco de las caídas sobre la lona. Rechiflas, vítores, mentadas.
Pantera… ¡Minina! Saco mi espejo de mano y me retoco el labial bien rojo. Apoyo en la silla de enfrente mis tacones azules nuevos.
¡Guerrera, Guerrera!
Pantera… Ayer decía que no quería ni que la mirara. “Ni que fueras torera, que con una cogidita se te vaya a ir la fuerza o la suerte”.
Pantera… una Pantera no te contesta “ay, no digas tan feo”.
Pantera… Si es una gatita ronroneando alrededor de mi pierna. ¿O será que una pantera se tira plena en tu cama y espera a que le devores el cuello, a que deslices tu mano bajo su camisa y luego a besos le acabes los pezones?
¡Pinche vieja, tramposa, culeeera!
Pantera… Que te llevas las manos a la nuca mientras desato tu cinturón hebillado y bajo tu pantalón de hombre.
Pantera… ¡Retuércete de gozo, gime, ábrete a mi lengua que mueve tus pliegues y estalla! ¡Estalla cuando mis labios que besan y rebesan el centro de tu sexo y esta diminuta yema te dejan exhausta, vuelta toda una carcajada!
Pantera… ¿De veras crees que tus zarpazos pueden impedir mis mordisquitos en tu cintura?
¡Mejor aviéntame a tu hermana!
Máscaras tras otras máscaras, el bien que sí derrota al mal, venganzas cumplidas, injusticias saldadas. Enemigas a tres caídas, hermanas sin feminismos.
Pantera… que mientras me haces el desayuno sueñas con la buena paga, con aparecer en la tele. Pantera… cuídate: tengo perfectamente tramada tu tercera y última caída.