Clasificación JEL: C67, O10, O14.
JEL Classification: C67, O10, O14.
Introducción
Este artículo se centra en la literatura que estudia los procesos económicos que ocurren a nivel regional o nacional. Su principal objetivo es avanzar en el conocimiento sobre los procesos de desarrollo relacionando las características estructurales de los sistemas interindustriales con el crecimiento económico y el desarrollo. En este artículo se utiliza información sectorial para analizar las relaciones de ventas y compras intermedias teniendo en cuenta el papel protagonista de los sectores productivos en el cambio económico y su incidencia en el desarrollo del territorio mediante las estructuras de producción que lo conforman.
La principal motivación de este trabajo radica en la convicción de que los resultados y conclusiones de los análisis input-output (AIO) no consideran suficientemente la dimensión relacional de los datos que utilizan y, por ello, el análisis de redes, aplicado a esta misma información, proporciona una visión nueva, así como resultados interesantes y útiles. Tradicionalmente, el estudio de las estructuras input-output (IO) se ha utilizado para explicar sus características, evolución y diferencias, tanto a nivel nacional como global, y para distinguir sectores económicos clave en las intervenciones de política industrial, por ejemplo. La aproximación convencional del AIO se centra en las relaciones comerciales que se dan, en una región o país concreto, entre los sectores productivos que participan en la actividad económica. Las relaciones IO son analizadas para estudiar las estructuras interindustriales y también para comprender la capacidad de cada sector para estimular y conducir el crecimiento económico y el desarrollo. La metodología más apropiada para llevar a cabo tales análisis ha sido motivo de controversia, aunque existen algunos indicadores ampliamente utilizados en los estudios de las estructuras IO para llevar a cabo comparaciones internacionales (Chenery y Watanabe, 1958; Robinson y Markandya, 1973; Deutsch y Syrquin, 1989). Esos indicadores también han sido utilizados para seleccionar sectores clave con el objetivo de estimular el tejido productivo en un lugar determinado (Bharadwaj, 1966; Hazari, 1970; Beyers, 1976; Schultz, 1977; McGilvray, 1977; Meller y Marfán, 1981; Dietzenbacher, 1992). Para cualquiera de estos objetivos las medidas de las relaciones interindustriales “hacia atrás” y “hacia delante” tienen una larga tradición en el ámbito del análisis IO. La relación “hacia atrás” de un sector se refiere a su dependencia respecto a los inputs que son producidos dentro de un proceso productivo. Las relaciones “hacia delante” miden la dependencia de la rama vendedora con respecto a sus demandantes.
Los indicadores IO citados miden el peso de cada transacción intermedia (considerando sólo las relaciones directas o incluyendo también las relaciones indirectas) sobre la producción o sobre la demanda final. Miden, por tanto, el valor de las transacciones intermedias en términos relativos y no consideran el número de relaciones comerciales ni la posición de los sectores en la estructura IO. Por esta razón, cabe la posibilidad de que a partir del análisis IO se concluya que un sector está altamente interrelacionado si el volumen de sus transacciones intermedias es elevado aun en el caso de que se relacionara sólo con un sector. Esta problemática conclusión ha sido parcialmente corregida cuando se incluyen, en algunos análisis, los coeficientes de variación.
En este artículo se afirma que el análisis estructural IO debe ser complementado aplicando análisis de redes (AR), con el fin de mejorar las conclusiones sobre las estructuras interindustriales y recomendar políticas más apropiadas para alcanzar un mayor crecimiento y desarrollo. La perspectiva de redes1 implica un análisis estructural que considera la dimensión relacional, esto es, la existencia y la intensidad de las relaciones entre los sectores económicos, así como sus posiciones en la red IO. La escasa presencia del AR en los estudios IO resulta llamativa, puesto que analizan la información relacional sobre la que se construyen las estructuras interindustriales.
En este artículo, ambas metodologías, AIO y AR, se han aplicado a las matrices IO de 21 países para relacionar el crecimiento económico y el desarrollo con características estructurales a nivel nacional. Los países han sido seleccionados considerando la mayor desagregación sectorial posible y evitando problemas metodológicos. La sección I resume la literatura sobre AIO y AR centrada en las relaciones entre las estructuras interindustriales y los procesos de desarrollo. La sección II presenta los datos y la metodología aplicada en esta investigación, mientras que la sección III incluye el análisis empírico. Por último, en las conclusiones se presentan los resultados obtenidos.
I. La evolución de la estructura interindustrial en los procesos de desarrollo
Las transformaciones estructurales que tienen lugar en los procesos de desarrollo han sido estudiadas, entre otros, en Chenery-Watanabe (1958), Hirschman (1958), Hoffmann (1958), Kuznets (1966) y Chenery y Syrquin (1975, 1979). Estas investigaciones han remarcado las características estructurales del crecimiento, las regularidades del cambio estructural y la fenomenología del desarrollo.
En Chenery-Watanabe (1958) se propone una clasificación en la que se indican las etapas de producción que se dan. De este modo, en un proceso de desarrollo, los países empezarían en una etapa con relaciones débiles hacia atrás; en una segunda etapa los sectores mostrarían elevadas relaciones hacia delante y hacia atrás y, finalmente, en las economías más desarrolladas predominarían los sectores con elevadas relaciones hacia atrás y bajas hacia delante. Partiendo de los datos y de la perspectiva de la clasificación de Chenery-Watanabe y Hirschman (1958) modifica el orden de ésta estableciendo que los sectores con bajas ligazones hacia atrás y hacia delante son los que tienen una menor capacidad para incidir en el conjunto de la economía, seguidos por los sectores con bajas ligazones hacia atrás y elevadas ligazones hacia delante. Así, pues, en un nivel superior se encuentran los sectores con elevadas ligazones hacia atrás y bajas hacia delante y, por último, los sectores con mayor capacidad, los que tienen ligazones hacia atrás y hacia delante elevadas.2
Los déficits de interdependencias y de relaciones son, por supuesto, una de las típicas características de las economías menos desarrolladas. Si dispusiéramos de estadísticas input-output homogéneas para todos los países sería ciertamente instructivo ordenar a los países de acuerdo con la proporción de las transacciones intersectoriales sobre el total del output; es probable que esta clasificación muestre una estrecha correlación con el ingreso per cápita y también con la proporción de la población ocupada en el sector manufacturero (Hirschman, 1958: 109).
Así como los sectores con fuertes ligazones hacia atrás y hacia delante tienen capacidad para inducir la expansión de otros sectores, la inversión en sectores muy interrelacionados iniciaría, o conduciría, con mayor intensidad los procesos de desarrollo económico.
Yotopoulos y Nugent (1973, 1976) contrastan la relación entre los vínculos interindustriales y el crecimiento en países en desarrollo y menos desarrollados, con lo que concluyen que no hay diferencias entre las estructuras productivas de ambos grupos de países. De acuerdo con estos autores, no existe una relación positiva entre la tasa de crecimiento y su estructura.3 Con una metodología también basada en medidas IO tradicionales, Boucher (1976) obtiene como resultado principal que la media de las ligazones hacia atrás y hacia delante es mayor en los países desarrollados que en los menos desarrollados. Además, los coeficientes de variación son menores en los países desarrollados que en los países menos desarrollados. Por lo tanto, un mayor desarrollo estaría relacionado con vínculos intermedios más intensos mantenidos con un elevado número de sectores, lo cual revela un nivel más elevado de integración industrial (Semitiel-García y Noguera-Méndez, 2012). En Dietzenbacher y Van der Linden (1997) se miden ligazones hacia atrás y hacia delante aplicando un método modificado de extracción a siete países europeos, y se concluye que no hay diferencias significativas entre los países analizados, puesto que las relaciones están más determinadas por cuestiones tecnológicas que por factores nacionales.
Todos los trabajos de investigación mencionados consideran el grado de interdependencia, las relaciones, la selección de sectores clave o la difusión de distintos efectos, pero siempre a partir de un análisis no relacional. Sólo se tienen en cuenta los pesos o la importancia de las transacciones intermedias y no se llega a ningún consenso sobre la relación entre las ligazones interindustriales y el desarrollo. Sin embargo, esos trabajos pretendían lo siguiente:
Determinar patrones estructurales para concluir qué sectores mantienen el mayor número de relaciones. En Meller y Marfán (1981) se señala que la interdependencia entre los sectores es la característica esencial de la producción moderna y que el patrón y la medición de estas interdependencias indican la capacidad de un sector para estimular a otros sectores, siendo los sectores clave aquellos que tienen la mayoría de los enlaces.
Definir el grado de interdependencia. Esto se puede abordar a partir de comparaciones interindustriales, considerando el grado de interdependencia de una industria respecto al valor correspondiente al conjunto de todas las industrias. Laumas (1976) destaca que esto es especialmente deseable cuando se comparan los patrones de ligazones de países desarrollados con los de países menos desarrollados, puesto que en estos últimos el grado de interdependencia es menor.
En el presente artículo se afirma que la metodología utilizada en las publicaciones citadas anteriormente no está de acuerdo con sus objetivos. Todos los estudios revisados destacan las transformaciones estructurales de la producción, del empleo, de la demanda final, de la composición de la industria, etc. Esas transformaciones, identificadas con cambios en los pesos relativos de los sectores y con la composición de los productos ofertados, de la industria y de la demanda, habitualmente se denominan estructurales. Sin embargo, Chenery y Syrquin (1979) definen la estructura como las relaciones estables que subyacen en un sistema económico y social. De acuerdo con esta fundamentación metodológica Kubo, et al. (1986) critican la utilización de los tradicionales indicadores IO para medir las relaciones interindustriales, puesto que tales indicadores deberían captar la naturaleza sistémica y la complejidad creciente de las estructuras económicas. Sin embargo, de acuerdo con el AIO tradicional, esos mismos autores usan un indicador ponderado de los coeficientes en la matriz inversa de Leontief para medir el cambio estructural. Tras analizar nueve países, concluyen que existe una relación positiva entre desarrollo e interonectividad.4 Kubo, et al. (1986) asocian este resultado con el creciente uso de los inputs intermedios que conforman sistemas económicos crecientemente complejos y explican el aumento de las relaciones intermedias a partir de los cambios en la estructura de la producción. Esto implica una mayor concentración en los sectores manufactureros que son grandes consumidores de inputs intermedios. Los cambios mostrados también se deben a los avances tecnológicos, que dan lugar a una economía más especializada y compleja.
El análisis de los cambios estructurales aplicando una metodología relacional es coherente con la pretendida perspectiva sistémica. La estructura se refiere al patrón de las relaciones entre los sectores que conforman la red interindustrial. De esta manera, los cambios en las relaciones afectarían al conjunto de la red, modificando sus principales características estructurales (densidad, centralización y forma de la red), así como la posición de los actores en ésta.5 Las matrices IO ofrecen la información relacional necesaria acerca de las relaciones comerciales intermedias entre los sectores que constituyen la red IO para llevar a cabo un análisis estructural. En una tabla IO los sectores definen una red que muestra los cambios en los procesos de desarrollo y pueden, por tanto, ser analizados a partir de la teoría de redes.
La aplicación de la teoría de redes al estudio de las relaciones interindustriales y al desarrollo se encuentra todavía en sus etapas iniciales (Semitiel, 2006). Sin embargo, ya se han alcanzado resultados muy valiosos. Hausmann y Klinger (2006) conciben el proceso de desarrollo como una transformación estructural que implica un movimiento desde la producción de bienes simples, característicos de países de bajos ingresos, a bienes más complejos, propios de países de elevados ingresos. Estos autores estudian las relaciones entre 1 006 productos en 72 países para analizar la “proximidad de los productos” y construyen el “espacio del producto” utilizando datos de comercio internacional. El espacio del producto es muy heterogéneo y, por tanto, la velocidad de transformación estructural dependerá de la densidad del espacio próximo al área donde cada país ha desarrollado sus capacidades productivas. Los autores identifican en el espacio del producto un centro constituido por las partes más densas de la red y una periferia. Los países más ricos, especializados en productos más localizados en las zonas centrales del espacio del producto, tienen más oportunidades para transformar su estructura productiva, moviéndose hacia bienes con mayor valor y a una velocidad superior. Considerando el planteamiento de Hidalgo (2008), la principal cuestión es que la densidad del espacio del producto no es uniforme, ni tampoco la red interindustrial, por lo que las oportunidades económicas para los países especializados en productos localizados en áreas periféricas difieren de manera significativa de aquellos países especializados en productos localizados en áreas más densamente conectadas. La explicación es que los países tienden a “saltar”, es decir, empiezan a elaborar productos que requieren capacidades similares a las requeridas por productos ya fabricados y comercializados (Hausman y Klinger, 2006; Hidalgo, Klinger, Barabási y Hausmann, 2007). De acuerdo con los resultados obtenidos por los autores, los análisis tradicionales podrían conducir a seleccionar como claves los sectores localizados en la periferia del sistema, limitando e, incluso, impidiendo las posibilidades de expansión y, en consecuencia, también el camino hacia el desarrollo. Estas conclusiones se obtienen de la perspectiva de los sistemas complejos, donde el desarrollo es comprendido como un proceso evolutivo.
Estos resultados suponen una crítica importante a las teorías tradicionales del desarrollo y permiten reinterpretar, según Hausman y Klinger (2006: 25), la intuición de los padres del desarrollo económico; sus creencias de que la industrialización creaba externalidades que podrían conducir a un crecimiento acelerado, pueden ser interpretadas no como algo relacionado con las ligazones hacia delante y hacia atrás (Hirschman, 1958) ni con las complementariedades en inversión que “requieren un gran empujón” (Rosenstein-Rodan, 1943), sino en términos de la mayor flexibilidad con la cual los activos y capacidades acumulados pudieran ser reubicados de un sector a otro.
En Hidalgo y Hausmann (2008) se afirma que es necesario comprender la evolución de la especialización productiva de los países para disponer de una detallada visión del desarrollo. Además, se debería adoptar una perspectiva de redes para describir las relaciones de los productos, en la medida en la que esto ilumina varios aspectos de los procesos de desarrollo. Cuando la especialización de un país se concentra en productos ubicados en las partes menos densas de la red interindustrial, la difusión del producto y la diversificación económica son limitadas. Sus análisis empíricos han sido realizados utilizando datos de comercio internacional; sin embargo, lo relevante es que la metodología de redes es apropiada para llevar a cabo un análisis estructural y que los países especializados en productos localizados en las áreas más densas del espacio del producto -cualquiera que sea el criterio relacional- facilitan la difusión del conocimiento y de la innovación, con lo que se impulsan los procesos de desarrollo. En Hidalgo y Hausman (2009) se establece que las diferencias internacionales en términos de ingreso y desarrollo pueden ser explicadas por la complejidad económica, la cual es medida por la diversidad de capacidades e interacciones presentes en un país. Las capacidades son reveladas a partir de los intercambios comerciales internacionales de productos. Los autores proponen un “método de reflexión” para tener descriptores que pueden ser interpretados como medidas de los tipos de productos que los países serán capaces de desarrollar en el futuro, de acuerdo con sus capacidades disponibles en el presente. Los datos de comercio internacional permiten construir redes de modo 2 (países por productos) que, una vez transformadas para aplicar el método de la reflexión, se hacen binarias para calcular la diversificación del país y la ubicuidad del producto en términos de sus relaciones directas e indirectas.6 Una de sus principales conclusiones es que la mayoría de países no diversifica y está especializada en productos estandarizados, mientras que los países más ricos presentan ofertas muy diversificadas y una especialización basada más en productos exclusivos. Los países con muchas capacidades podrán combinar las nuevas capacidades adquiridas con las anteriores, lo que les permitirá la elaboración de productos de una creciente complejidad.
Todos los trabajos de investigación revisados señalan que la complejidad es una de las principales explicaciones de las grandes diferencias internacionales en los ingresos per cápita. El desarrollo está asociado con la complejidad de la economía de un país y los países tenderán a converger en el nivel de ingreso asociado a su nivel de complejidad económica. La riqueza no es una propiedad de la actividad económica, sino que se entiende como una propiedad emergente de las interacciones que tienen lugar en la economía de un país que son, a su vez, el resultado de las relaciones entre las actividades económicas individuales. Según Hidalgo y Hausman (2009) se deben impulsar las condiciones que permitan que emerja la complejidad con el fin de avanzar en los procesos de desarrollo.
Por lo tanto, la cuestión relevante no es sólo si un sector particular tiene un mayor o menor peso en la producción, o si su peso se ha reducido o se ha incrementado. La cuestión relevante concierne también a las posiciones estructurales de los sectores y a los sistemas que conforman sus relaciones, a la complejidad de las cadenas y de los sistemas de producción así como a la diversidad de las estructuras productivas. No obstante, ambas informaciones pueden ser utilizadas de forma complementaria.
II. Datos y metodología
1. Los datos
Los datos seleccionados para llevar a cabo el estudio de las relaciones interindustriales han sido los intercambios nacionales IO en términos interiores, considerando sólo las relaciones intersectoriales y, por tanto, eliminando la información intrasectorial. Esta elección presenta ventajas y desventajas. La elección prioriza la formación de sistemas nacionales de producción respecto al estudio de las relaciones técnicas.7 La principal deficiencia de la información utilizada, en relación con los objetivos propuestos, es la inexistencia de datos sobre los intercambios intersectoriales de capital.
Los datos utilizados en este trabajo corresponden a la información ofrecida por la OECD Input-Output database (2006) que incluye 37 países. De éstos han sido seleccionados 21, pues son los que ofrecen información interior para el año 2000. Todas las tablas IO han sido homogeneizadas y, por tanto, la clasificación original de 48 sectores ha sido reducida a 34. En el Apéndice se muestra la clasificación final utilizada y su correspondencia con la de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) a 48 ramas.8 Los países se han clasificado en cuatro grupos (Centro, Periferia, Transición y Sur) considerando criterios económicos y geográficos. En el Centro se encuentran los Estados Unidos, Noruega, Dinamarca, Suecia, Austria, Holanda, Alemania, Finlandia, Bélgica, Reino Unido y Francia; al grupo Periferia pertenecen Irlanda, Italia, España y Portugal; los países en Transición son la República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia; y el grupo Sur está integrado por Brasil e Indonesia.
2. Metodología
Los indicadores IO aplicados en esta investigación son las ligazones hacia atrás (backward linkages) y hacia delante (forward linkages) de las ecuaciones (1) y (2), respectivamente. Son una variación de los coeficientes de Chenery-Watanabe, ya que ambos se han calculado respecto a la producción y considerando en los numeradores sólo las transacciones interiores intersectoriales:
Para la aplicación de la teoría de redes, las estructuras interindustriales han sido estudiadas seleccionando las relaciones input-output que son importantes desde la perspectiva de los sectores implicados en la transacción (para el sector vendedor y para el sector comprador). Los cálculos y el análisis de redes se han realizado con la ayuda del programa UCINET (Borgatti, Everett y Freeman, 2002), y la visualización de las redes con el programa PAJEK (Batagelj y Mrvar, 1998). Cada matriz ha sido transformada para disponer de dos versiones de sus transacciones intermedias interiores. La matriz de ventas intermedias considera el peso de cada relación entre dos sectores con respecto al total de las ventas intermedias del sector oferente -ecuación (3)-. La matriz de compras intermedias considera la importancia de cada relación respecto a las compras intermedias de cada sector demandante -ecuación (4)-. De esta forma, las ligazones seleccionadas representan relaciones mutuamente dependientes de los nodos o ramas implicados.9
Las matrices intermedias propuestas han sido dicotomizadas seleccionando los vínculos IO importantes desde la perspectiva de cada sector, considerando varios filtros. De esta forma, las relaciones escasamente relevantes son eliminadas y emerge la estructura básica, el esqueleto de la red. El principal filtro, F1, está determinado por el tamaño de la red, n, de la siguiente manera: las ventas de cada sector representarían exactamente 1/(n − 1) en el caso hipotético de que las ventas de cada sector a todos los demás sectores, n − 1, tuvieran exactamente el mismo valor. F1 corresponde a ese valor, y el doble también ha sido aplicado, F2. Las relaciones seleccionadas superan el valor del filtro desde la perspectiva de las compras, MCI, o de las ventas, MVI.
Existen varias medidas y conceptos para estudiar y caracterizar, desde una perspectiva relacional, tanto las redes IO como sus nodos o sectores. En este trabajo se utilizan dos medidas: la centralidad de grado y la estructura centro-periferia. Las razones son que las medidas: i) se ajustan a los fundamentos metodológicos -tal y como se explicará en la próxima sección- y ii) son compatibles con el análisis IO tradicional. La centralidad de grado se ha calculado a partir del número de relaciones que cada sector mantiene con los demás, distinguiéndose entre el grado de entrada (indegree), que se refiere a las relaciones que implican compras, y el grado de salida (outdegree), que son los vínculos hacia delante de cada sector o ventas. En el caso de relaciones no dirigidas, el grado de cada nodo es simplemente su número de relaciones. El grado se expresa en términos absolutos o en valores normalizados cuando se precisa comparar redes de diferente tamaño, relativizando por el máximo número posible de relaciones. Con valores normalizados, el grado varía entre 0, para un nodo aislado, y 1, para el nodo central conectado con todos los nodos de una red en forma de estrella, por ejemplo.
El procedimiento para determinar los sectores que forman el centro en una posible estructura centro-periferia se basa en un algoritmo propuesto en Borgatti y Everett (1999) que ajusta la matriz de datos a otra, la cual representaría una estructura centro-periferia ideal. En esa estructura ideal todos los nodos del centro están relacionados entre sí. La periferia está integrada por nodos que sólo están relacionados con el centro. En sistemas socioeconómicos esta estructura idealizada es difícil de encontrar, pero es posible estimar el nivel de aproximación de una estructura determinada con respecto a la teórica. Por otra parte, en muchos casos resulta posible, incluso conveniente, indicar la existencia de grupos de nodos en posiciones intermedias, entre el centro y la periferia (semiperiferia). Borgatti y Everett (1999) proponen comprobar la existencia de una estructura centro-periferia aplicando un algoritmo que maximiza la correlación entre la matriz con los datos originales y la que se postule ideal -ecuación (5)-.10
La posición en la estructura centro-periferia se puede determinar calculando para cada sector el grado de cercanía (closeness) al centro, denominado coreness, c i (Borgatti y Everett, 1999; Borgatti, et al., 2002). Estas puntuaciones permiten establecer un orden jerárquico que distingue diferentes áreas en la red, como el centro, una primera semiperiferia, una segunda semiperiferia más débil y la periferia. El índice de concentración -ecuación (6)- aumenta a medida que las diferencias entre el coreness del centro y de la periferia son mayores, indicando que los primeros nodos j componen el centro (Everett y Borgatti, 2005: 73). El número de sectores que maximiza el índice de concentración sería seleccionado como perteneciente al centro.
Aunque puede parecer que ambos conceptos, grado y coreness, miden la misma característica, son diferentes. El grado es una propiedad de cada sector y el coreness es una propiedad del conjunto de la red. Mientras que todos los actores que forman parte de un centro son necesariamente centrales, no todos los actores más centrales forman parte del “centro” de la red. Tal y como se indica en Borgatti y Everett (1999: 393), desde un punto de vista teórico, la diferencia clave entre ambas medidas (centralidad y coreness) es que el coreness implica un modelo de comportamiento de las relaciones en la red. La medida coreness sólo se puede interpretar en el ámbito del modelo que se propone. Por el contrario, señalan estos autores, la medida de centralidad es interpretable sin importar la estructura de la red.
III. El análisis
Tres cuestiones, expresadas como hipótesis en esta sección, han construido el hilo conductor para alcanzar el principal objetivo de este estudio: analizar los cambios estructurales en las relaciones intersectoriales de diferentes países cuando se consideran distintos niveles de ingreso per cápita.
Hipótesis 1.Una parte importante de la estructura interindustrial, y la posición de algunos sectores en ella, tiene un carácter permanente, independientemente del nivel de desarrollo del país. En otros términos, la posición estructural de los sectores no se ve alterada con el nivel de renta de los países.
Hipótesis 2.El progreso tecnológico implica un aumento de la interconexión de algunos sectores, en particular de los servicios.
Hipótesis 3.El desarrollo implica una creciente concentración de la producción en sectores de elevada conectividad. La especialización y la conectividad no coinciden en países de bajos ingresos. Por el contrario, en países de altos ingresos, los sectores con mayor conectividad alcanzan los mayores pesos.
El carácter permanente de la estructura interindustrial se examina en las Gráficas 1, 2 y 3. Desde la perspectiva del análisis IO tradicional, esto implica que los sectores mantienen su carácter de altos o bajos vínculos hacia atrás o hacia delante. Esto ha sido explicado en términos de las restricciones tecnológicas que actúan en los procesos de producción. Desde la perspectiva de redes, supone que la posición de los sectores varía en un rango limitado. Muchos vínculos tienen un carácter permanente y también se mantienen los altos o bajos indegree u outdegree de los sectores, incluso si se impone un valor de filtro y considerando países con diferentes niveles de ingreso.
a En los ejes de la Gráfica 1a se representan, en abscisas, las posiciones de los sectores respecto a los promedios de los coeficientes hacia delante; en ordenadas, las posiciones respecto a los coeficientes de las ligazones hacia atrás. Los datos utilizados son totales y las líneas interiores representan los valores medios de las variables. En la Gráfica 1b estos ejes representan las posiciones de los sectores respecto al outdegree y al indegree medios, respectivamente. Los sectores que aparecen en ambas gráficas son los que tienen características, en cuanto a los coeficientes y a los grados, comunes en la muestra de países. Si el nivel de coincidencia alcanza a 20 países se indica con *; si coinciden en 19 países con **. Siguiendo estos criterios, no se identifica en la Gráfica 1a ningún sector clave (sectores que simultáneamente presenten elevadas ligazones hacia delante y hacia atrás en todos los países). Por el contrario, sí se identifican, en la Gráfica 1b, dos sectores que presentan elevadas conexiones de entrada y de salida en todos los países: Comercio y reparación e I+D.
Las Gráficas 1a y 1b presentan una clasificación de los sectores que tienen un carácter estructural, en el sentido de que sus posiciones son las mismas en todos o en casi todos los países (véase la nota al pie de la Gráfica 1). Este criterio es muy exigente, pues en los cuadros sólo se han incluido sectores que simultáneamente cumplen los criterios que se desprenden de los dos ejes. Por ejemplo, el sector 3 (I. Alimentación) presenta en todos los países ligazones hacia atrás por encima de la media y ligazones hacia delante por debajo de la media. Las diferencias se aprecian cuando los datos son analizados en términos totales o interiores. Considerando sólo datos interiores de la clasificación anterior, quedarían fuera los sectores 2, 4, 13, 14 y 19, y aparecería, con una coinicidencia en 19 países, el sector 9 (Minerales no metálicos) como un sector clave (elevadas ligazones hacia delante y hacia atrás). Cuando se examinan las transacciones totales se incluyen las importaciones y aumentan los sectores que presentan un carácter estructural común en los 21 países. En este sentido este resultado estaría de acuerdo, en parte, con Dietzenbacher y Van der Linden (1997) que no encuentran, para un número menor de países, diferencias significativas en las ligazones hacia atrás y hacia delante. Cuando el análisis se realiza con datos totales, el carácter técnico de las relaciones interindustriales pesa más y puede prevalecer sobre las diferencias nacionales, en especial cuando sólo se consideran siete países europeos desarrollados, como es el caso del citado trabajo.
La Gráfica 1b muestra la clasificación estructural de los sectores de acuerdo con los indegree y outdegree. Como ejemplo, el sector 20 (Comercio y reparación) tiene elevados indegree y outdegree, superiores a la media en los 21 países analizados. Desde este punto de vista, 11 sectores presentan un carácter estructural. No obstante, considerando de forma independiente los grados de entrada y de salida, la lista de sectores con un carácter común en todos los países se amplía considerablemente. Por ejemplo, se pueden destacar, entre otros, el sector 19 (Construcción), que tiene un indegree elevado en todos los países; o los sectores 1 (Agricultura), 2 (Minería), 3 (Industria alimentación), 4 (Textil) y 5 (Madera) con un outdegree reducido, y los sectores 22 (Transporte terrestre) y 26 (Intermediación financiera) con elevados outdegree.
Examinando con más detenimiento los resultados, se puede comprobar que cuatro sectores tienen un carácter estructural desde ambas perspectivas, y coincide en uno de ellos la posición (Gráficas 1a y 1b): i) Maquinaria de oficina es una rama con pocos vínculos de bajo volumen, ii) Administración pública es una rama con muchas relaciones de compra de bajo volumen, iii) I+D tiene muchas relaciones de compra y de venta, siendo de elevado volumen las de venta, y iv) Minería presenta pocas relaciones, pero son de elevado volumen cuando actúa como vendedor.
Las Gráficas 2 y 3 muestran desde la perspectiva relacional las estructuras fundamentales del promedio de todos los países y de los cuatro grupos de países considerados. El tamaño de los nodos indica el peso de cada sector en el valor añadido y la coloración oscura sirve para identificar los sectores que integran el centro, siguiendo el criterio que se deriva de la ecuación (6). Los cuatro sectores pertenecientes al centro de la estructura fundamental promedio son Comercio y reparaciones, Construcción, Intermediación financiera e I+D, variando significativamente el grupo de sectores que forman el centro en cada uno de los grupos considerados, pero manteniéndose, en general, con elevados coreness los citados sectores en todos los grupos. También presenta un carácter permanente la posición periférica, o más alejada del centro, de determinados sectores como Minería, Textil, Madera, Caucho y plásticos, Maquinaria y Maquinaria de oficina, Vehículos de motor, Otro material de transporte, Transporte por mar y aéreo, Actividades complementarias y auxiliares de Transporte, Educación y Servicios sociales y salud. En consecuencia, se puede aceptar la primera hipótesis, que hace referencia al carácter permanente o estructural de una parte del orden interindustrial, lo que no significa que no existan importantes diferencias en las estructuras interindustriales y las posiciones de determinadas ramas en los sistemas económicos nacionales.
Una de las diferencias más apreciables al comparar grupos de países es la reducción del peso de I+D y su alejamiento del centro en los países periféricos y del sur. Esto se puede examinar con una mayor claridad en la Gráfica 4, donde a representa la red del grupo Centro menos la red del grupo Sur y b sólo muestra aquellas relaciones comunes a los países del Centro que no se encuentran en los países de la Periferia ni tampoco en los del Sur. En esta última gráfica aparece muy destacada la rama I+D como un nodo que concentra una gran parte de las relaciones que distinguen a los países más desarrollados del resto.
a A partir de las estructuras fundamentales de los agrupamientos considerados (véase la Gráfica 3), se ha calculado la estructura distintiva de relaciones del “Centro” considerando las relaciones de este grupo, las cuales no están presentes en el grupo “Sur” a) ni en los grupos “Periferia” ni “Sur” b).
Los cambios estructurales que tienen lugar en los procesos de desarrollo implican cambios cuantitativos y cualitativos de los intercambios intermedios. Algunas relaciones intersectoriales emergen o incrementan su presencia en la actividad económica y al mismo tiempo otras relaciones reducen su importancia o incluso desaparecen. Estos procesos de transformación tienen su origen en las empresas, pero sus efectos se manifiestan en los sectores económicos y en el conjunto de la red interindustrial (Semitiel-García, Noguera-Méndez, 2012).
La evolución de los patrones de consumo y el progreso técnico conducen la dinámica de las relaciones IO. En efecto, los cambios en las tecnologías y en las pautas de consumo afectan las relaciones directas e indirectas entre los sectores y la demanda final. Los productos son el resultado de tecnologías de creciente complejidad; al mismo tiempo las preferencias individuales y colectivas pueden ir aumentando su nivel de sofisticación. Como consecuencia de ello aparecen relaciones más intensas con otros sectores, en particular con los sectores de servicios, y con la demanda final. Una de las principales consecuencias de este proceso es la creciente complejidad que resulta de la integración de los sectores en el sistema interindustrial (Noguera-Méndez y Semitiel-García, 2011).
Por lo tanto, la creciente interconexión del sistema interindustrial es una característica del progreso económico y del desarrollo. Esto debería dar como resultado que un creciente número de sectores incremente su interdependencia y, al mismo tiempo, un aumento de la densidad de los sistemas productivos, tal y como señala la segunda hipótesis. El Cuadro 1 muestra que la renta per cápita (PIBpcPPA) y el Índice de Desarrollo Humano (IDH) están positivamente correlacionados con el grado. Esto es, cuanto mayor es el nivel de desarrollo, mayor es el número de relaciones intersectoriales. Esta correlación positiva es particularmente significativa para los sectores de servicios. I+D (que es en realidad la combinación de los sectores Investigación y Desarrollo, y Otras actividades empresariales, sectores 42 y 43 de la clasificación de la OCDE) constituye un caso destacable, pues presenta una muy elevada correlación positiva con el ingreso y el desarrollo, y mantiene muchas relaciones en la estructura interindustrial de los países de altos ingresos, que no es el caso de los países de bajos ingresos.
a MCVI incluye todas las relaciones que son “importantes” desde la perspectiva del sector vendedor o del comprador. MCVI corresponde a la suma de las relaciones contenidas en MCI y MVI; F1 es el filtro principal utilizado. Ambos conceptos son explicados en la subsección 2 de la sección II. En la columna Países se correlacionan el grado promedio de los 21 países, considerando F1 y MCVI, con el PIBpc y el IDH. En las columnas siguientes, el grado corresponde al de los sectores que se indican.
Las Gráficas 5 y 6 indican una reducción de la dispersión de las ramas, en particular de las ligazones hacia delante, cuando se compara el grupo de países que conforma el Centro con los otros grupos, sobre todo respecto al grupo Sur (Gráfica 5), y también cuando se compara una muestra de países con mayores ingresos (Holanda y Austria) respecto a los países del Sur, Brasil e Indonesia (Gráfica 6).
a En abscisas se muestran los coeficientes de ligazones hacia delante; en ordenadas aparecen los coeficientes de ligazones hacia atrás.
La tercera hipótesis, que hace referencia a la concentración creciente de la producción de los países de altos ingresos en sectores de elevada conectividad, conformando áreas de elevada densidad, es examinada a partir del Cuadro 2 y de las Gráficas 7, 8 y 9. El Cuadro 2 muestra una fuerte correlación entre el coreness y la especialización. Esta correlación es menor en los países de bajo ingreso y se incrementa significativamente con el ingreso hasta alcanzar un valor máximo de 0.821 en los países de ingresos altos. El caso de Noruega es, en este contexto, excepcional, y merece un comentario. La reducida correlación entre coreness y especialización, menor incluso que en los países menos desarrollados, se explica por el peso de los recursos naturales en su producción y en sus exportaciones. En efecto, las manufacturas sólo representaban en 2000 18% del total de sus exportaciones de mercancías, cuando el promedio de los países de alto ingreso fue de 83% (Banco Mundial, 2003). En el Cuadro 2 también se ofrecen las correlaciones con el modelo centro-periferia indicando la emergencia de esta estructura, y esas correlaciones aumentan con el ingreso, aunque débilmente. En consecuencia, la correlación entre el nivel de pertenencia al centro y la especialización debería incrementarse con el ingreso, lo que está de acuerdo con los resultados de la literatura de perspectiva de redes revisada. Es decir, conforme se eleva la renta, aumenta el peso relativo de los sectores con mayor grado y mayor coreness. Esto es particularmente destacable en el caso de los sectores más centrales (servicios) que incrementan más su peso conforme las economías se desarrollan (Gráficas 7 y 8). Este resultado es consistente con los obtenidos por Hausmann y Klinger (2006), e Hidalgo, et al. (2007), que señalan cómo los procesos de desarrollo implican, entre otros cambios, producir más bienes localizados en áreas más densas del “espacio del producto”.
a En el eje de abscisas se muestra el grado normalizado, en ordenadas aparece el coreness. El peso de las ramas en el VAB determina sus tamaños.
a En obscisas se muestra el grado normalizado, en ordenadas aparece el coreness. El peso de las ramas en el VAB determina su tamaño.
a Con el fin de calcular las diferencias entre el VAB acumulado según el orden descendente del VAB y del coreness, es preciso calcular: i) el ordenamiento de los sectores en función del VAB, de mayor a menor, y después se calcula la serie acumulada; ii) ordenados los sectores en función del coreness, de mayor a menor, se calcula la suma acumulada del VAB. Las series representadas en la gráfica se obtienen restando los datos obtenidos procediendo como se ha indicado en ii) de los datos que se derivan de i). Que la serie correspondiente al grupo Sur se encuentre por encima de las restantes indica que los sectores con mayor peso en el VAB no son las que tienen una mayor puntuación coreness. Es decir, que la correspondencia entre la ordenación de los sectores según el VAB y el coreness es significativamente inferior en el agrupamiento Sur que en los restantes grupos.
La Gráfica 9 complementa el análisis a partir de un ejercicio cuantitativo, permitiendo aceptar claramente la hipótesis 3. Para ello se han ordenado los 34 sectores de mayor a menor peso, según el Valor Agregado Bruto (VAB) y se han calculado los porcentajes acumulados de VAB para cada grupo de países. También se han calculado los porcentajes acumulados de este valor a partir de los 34 sectores ordenados según el coreness. La diferencia o distancia entre el primero y el segundo es lo que se ha representado en esta gráfica. La idea es muy sencilla: si los sectores que más pesan en términos de VAB son también los sectores con mayor coreness, y esto es así independientemente del nivel de desarrollo, no podremos identificar diferencias entre un grupo de países y otro. Pero si algunos sectores presentan de manera sistemática elevados coreness, independientemente de su peso en el VAB, entonces el cálculo propuesto puede servir para comprobar que, efectivamente, en los países del Sur, la especialización productiva se encuentra menos concentrada en las ramas más centrales (con mayor coreness) que en los países del Centro.
Conclusiones
A partir del estudio de las relaciones interindustriales de 21 países con diferentes niveles de desarrollo, se han examinado, en este artículo, haciendo uso de las metodologías input-output y de redes, características estructurales asociadas a los procesos de desarrollo. Conviene destacar que los resultados difieren significativamente entre ambas metodologías, pues siguiendo sólo una de estas perspectivas (IO o redes) la selección de sectores para implementar estrategias de desarrollo conduciría a decisiones diferentes en la medida en que los sectores que presentan elevadas ligazones hacia delante y hacia atrás (como Minerales no Metálicos, con datos interiores) tienen bajos degree, y los sectores con elevados degree, como I+D y Comercio, no presentan elevadas ligazones hacia atrás y hacia delante en todos los casos. La complementariedad de la información que proporcionan ambas metodologías, cuando se aplican a los mismos datos, constituye una razón básica para que las dos perspectivas sean utilizadas de manera simultánea.
Las principales conclusiones de este trabajo son las siguientes, ordenadas a partir de las tres hipótesis formuladas:
Una parte importante de los sectores presenta características similares en todos los países, tanto desde la perspectiva de los indicadores IO como en la aplicación el análisis de redes. El carácter permanente de las estructuras interindustriales puede explicarse por condicionantes técnico-productivos que dan lugar a variaciones limitadas en las posiciones de los sectores, en sus respectivos sistemas nacionales interindustriales. En concreto, las características estructurales de 13 y 11 sectores, según la metodología IO o redes, respectivamente, se mantienen similares, con independencia de los niveles de ingreso.
Los procesos de desarrollo implican cambios en las relaciones interindustriales, lo cual aumentó significativamente las relaciones de algunos sectores, en especial de los servicios, que tienen una mayor importancia en las compras y ventas intermedias de los sistemas productivos. La interconexión de los sistemas interindustriales aumenta con el progreso tecnológico y el desarrollo, al igual que la interdependencia de los sectores y la densidad de las redes de relaciones intersectoriales de los sistemas productivos.
Conforme el desarrollo avanza, la creciente complejidad de la economía, y en particular de sus sistemas interindustriales, no sólo tiene su origen en el aumento de las relaciones intersectoriales, sino también en la mayor presencia de sectores productivos con mayor conectividad, como es el caso de las actividades de servicios. El desarrollo implica una creciente concentración de la actividad económica en sectores más y mejor conectados. No es una casualidad que la especialización y la conectividad coincidan mucho más en los países desarrollados que en los países menos desarrollados. Este argumento no es trivial y significa también que conforme se eleva la renta aumenta el peso de los sectores con mayor conectividad.
Las conclusiones anteriores permiten ampliar nuestro conocimiento sobre los sistemas interindustriales y su papel en los procesos de desarrollo. También ayudan a entender mejor las diferencias que se observan en los procesos de desarrollo a nivel internacional. Se trata, además, de conclusiones que resultan útiles a la hora de seleccionar, de forma más precisa y fundamentada, los sectores que la literatura ha denominado como clave y que se consideran cruciales para la política industrial y los planes de desarrollo.