Los anuros son elementos clave en el flujo de energía entre los medio terrestre y acuático (Regester et al., 2006). Particularmente, las larvas de anuros juegan un papel importante en los ambientes dulceacuícolas, por ser herbívoros, depredadores y detritívoros (Wilbur, 1997). Además, los anuros con frecuencia son presas de diversos invertebrados, particularmente durante las fases tempranas de su ciclo de vida (Wells, 2007). Entre sus depredadores en esta etapa se encuentran arañas, chinches acuáticas, larvas de libélulas y escarabajos acuáticos y sus larvas (p. ej. Álvarez & Nicieza, 2006; Müller & Brucker, 2015; Ceron et al., 2017; Vásquez-Cruz et al., 2017). Adicionalmente, los renacuajos recurren al canibalismo en situaciones cuando la disponibilidad de alimento es escasa y/o ante un gran número de renacuajos competidores (Jefferson et al., 2014). Como mecanismos de defensa para los huevos, las hembras eligen sitios seguros para ovopositar (p. ej. Touchon & Worley, 2015), ocultan la puesta (p. ej. Díaz-Paniagua et al., 2005), recubren los huevos con gelatinas compactas (p. ej. Portheault et al., 2007) o con sustancias tóxicas para los depredadores (p. ej. Hanifin et al., 2003; Gunzburger & Travis, 2005), entre otros. En la etapa larvaria, son escasas las especies con cuidado parental, por lo que, en la mayoría de los casos dependen de sus propios mecanismos antidepredatorios; se tiene evidencia que las larvas frente a depredadores suelen reducir considerablemente su tasa de actividad y comportamiento de huida (Anholt et al., 2000; Benard, 2004; Cabido et al., 2012). Lo anterior sugiere un retraso en la fecha de metamorfosis, asimismo, pueden experimentar alteraciones morfológicas en presencia de señales químicas provenientes de depredadores, como cuerpos más esféricos, colas más cortas y con crestas más altas, e incluso modificaciones en los patrones de color en la cola (p. ej. Álvarez & Nicieza, 2006; Buskirk, 2009; Vázquez et al., 2017). El cambio fenotípico y de comportamiento contribuye a aumentar la posibilidad de supervivencia.
Durante el trabajo de campo en un área de bosque mesófilo de montaña, a 4.7 km al suroeste del municipio de Huatusco, en el centro-oeste del estado de Veracruz, el 23 de junio de 2016, alrededor de las 11:50 h, localizamos un estanque temporal (19°7'51.12" N; 97°0'28.57" O; WGS 84, elev. 1,385 m), donde observamos una larva de escarabajo de agua depredando un renacuajo de Lithobates berlandieri (Baird, 1859). Durante los 10 minutos de observación, el coleóptero ocasionó múltiples heridas al renacuajo, minutos después otros dos renacuajos se acercaron para alimentarse del renacuajo herido (Fig. 1). El cuerpo de agua era pequeño, con una profundidad máxima de 40 cm, y un diámetro máximo de aproximadamente 7 m, con vegetación herbácea (Asteraceae, Poaceae) generando detritos en el estanque. Se observaron además numerosos renacuajos de Incilius valliceps (Wiegmann, 1833) y L. berlandieri y dos individuos adultos de L. berandieri. El renacuajo depredado y los que se alimentaron del mismo, así como la larva de insecto, fueron fotografiados y posteriormente se identificaron, los primeros como L. berlandieri y la segunda como perteneciente a la familia Dytiscidae. Los insectos acuáticos, en especial larvas de ditíscidos, son predadores recurrentes de renacuajos en los sistemas acuáticos (p. ej. Pérez-Rodríguez et al., 2003; Larson & Müller, 2013; Müller & Brucker, 2015) y también han sido registrados como depredadores de renacuajos de L. berlandieri (Ideker, 1979). Documentamos por primera vez este evento depredatorio junto con canibalismo, donde dos renacuajos de L. berlandieri se acercaron al cuerpo del renacuajo mientras era depredado por la larva de ditíscido y se alimentan de mismo (Fig. 1A). Considerando la disponibilidad de detritos como fuente de alimento, la presencia del depredador y principalmente de larvas de Incilius valliceps y de la misma especie, este caso de canibalismo sugiere una respuesta competitiva.