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Estudios de historia novohispana

versión On-line ISSN 2448-6922versión impresa ISSN 0185-2523

Estud. hist. novohisp  no.70 Ciudad de México ene./jun. 2024  Epub 05-Abr-2024

https://doi.org/10.22201/iih.24486922e.2024.70.77805 

Reseñas

Christina H. Lee y Ricardo Padrón, eds., The Spanish Pacific, 1521-1815. A Reader of Primary Sources

Guadalupe Pinzón Ríos* 
http://orcid.org/0000-0003-1075-9371

* Universidad Nacional Autónoma de México (México), Instituto de Investigaciones Históricas gpinzon@unam.mx

Lee, Christina H.; Padrón, Ricardo. The Spanish Pacific, 1521-1815. A Reader of Primary Sources. Ámsterdam: Amsterdam University Press, 2020. 249p.


En los últimos años se ha reducido el interés por publicar fuentes primarias, tal vez por considerarse una práctica menos necesaria debido a la multiplicidad de plataformas electrónicas donde éstas pueden consultarse e incluso descargarse. No obstante, la publicación de documentos, más que un mero ejercicio de reproducción, traducción o actualización de materiales, es un esfuerzo por replantear temáticas, investigaciones, metodologías y discusiones académicas en curso. Un ejemplo claro de este tipo de ejercicios es el libro que presentan Christina H. Lee y Ricardo Padrón, The Spanish Pacific, 1521-1815. A Reader of Primary Sources.

Lee y Padrón se dieron a la tarea de convocar a académicos que, desde distintas miradas, disciplinas y perspectivas geográficas, expusieran, a partir de sus propias experiencias de estudio, fuentes primarias que consideraran relevantes para compartir a un público de habla inglesa. Su convocatoria derivó en una reunión académica celebrada en Princeton, en 2018, y posteriormente en este libro colectivo. Luego de delimitar lo que consideran Pacífico hispánico, Lee y Padrón explican que su trabajo se sumó a una serie de esfuerzos que intentaron rebasar los análisis de las redes transpacíficas -muchas veces centrados en aspectos económicos- además de llamar la atención del público anglohablante sobre ellas.1

Así también, importó destacar la historia de las islas Filipinas más allá de la administración estadounidense en la que el inglés paulatinamente se convirtió en idioma oficial que, además, se extendió a los estudios sobre dicho archipiélago.2 Ejemplo de lo anterior es la colección de documentos editada por Emma Blair y James Robertson, The Philippine Islands 1493-1898,3 la cual se elaboró cuando Filipinas estaba bajo el protectorado estadounidense y por tanto buena parte de los documentos traducidos tuvo por intención mostrar cómo la presencia hispana en el archipiélago fue despótica y fanática. Posteriormente, surgieron investigaciones en inglés sobre las Filipinas que se convirtieron en estudios clásicos ya que no había otros en ese idioma. Ése fue el caso del libro de John Leddy Phelan, The Hispanization of the Philippines: Spanish Aims and Filipino Responses, 1565-1700 (1959)4 que remite al proceso de conquista y ocupación hispánica del archipiélago pero que dejó de lado aspectos que poco interesaban en su época como era el de la sociedad, los sincretismos, los mestizajes y la agencia indígena, entre otros temas. Más tarde, el trabajo de William Schurz, The Manila Galleon (1939),5 por primera vez se centró en los galeones de Manila y en las conexiones del archipiélago con Acapulco, trabajo que, además de convertirse en un clásico, dio pauta para otros estudios como fue el caso de los trabajos de Oskar Spate en los que se lanzaron nuevas propuestas de estudio sobre los encuentros europeos a lo largo del Pacífico.6

Y ya desde la década de 1990 nuevas discusiones vinculadas al emergente capitalismo dieron pauta a estudios como el de Dennis Flynn y Arturo Giráldez sobre la circulación de la plata en los procesos de globalización desde el siglo XVI, así como las inclusiones de China, Japón, Filipinas y los territorios hispanoamericanos en esos procesos.7 Es decir, que no hay duda de que las problemáticas de cada época o momento se reflejan en las nuevas perspectivas y los estudios que van surgiendo. En ellas, las redes transpacíficas fueron replanteadas, lo que conllevó que las islas Filipinas se resignificaran como zona central de contacto de varias etnicidades y agencias que pueden verse no únicamente a través de la circulación de géneros, sino también de las distintas sociedades y los grupos lingüísticos que se conectaron a través del archipiélago.8 Es decir que, aunque el título de este libro alude al Pacífico hispánico -por centrarse en territorios bajo la administración hispana durante la época moderna-, en realidad se intentó destacar la pluriculturalidad de las Filipinas, que además se extendía a las otras sociedades con las que convivía, ya fuera por tratos, migraciones o ataques en unas fronteras maleables y poco controladas por las autoridades hispanas.

Para mostrar al público anglohablante los alcances y la agencia de las Filipinas y sus sociedades locales en las redes tanto de Asia, el Pacífico e incluso del mundo atlántico durante la época moderna, Lee y Padrón buscaron que los académicos que participaron en este proyecto expusieran documentos traducidos al inglés a los que harían estudios introductorios que, además de diversificar las fuentes existentes en ese idioma sobre las Filipinas, debían reflejar las nuevas interpretaciones y los estudios que sobre la historia del archipiélago se han desarrollado. Y a diferencia de otras compilaciones documentales, se buscó que en este libro se incluyeran materiales que no se centraran en personajes, autoridades o tópicos comúnmente abordados. Así también, los documentos expuestos no necesariamente son de carácter oficial o incluso totalmente manuscritos, pues también se incluyó poesía, mapas o materiales considerados como ejemplo de primeras novelas. Por otro lado, no todos los documentos expuestos fueron traducidos del español, para con ello evidenciar la diversidad lingüística que existía en las Filipinas. Podría decirse, entonces, que los documentos analizados en este libro reflejan diferentes comportamientos sociales, diversidad racial y lingüística, prácticas religiosas o situaciones de contacto en torno a las Filipinas. Los 15 documentos incluidos en este trabajo colectivo, según explican Lee y Padrón, fueron ordenados de forma cronológica, aunque también se nota una cierta organización temática.

Jorge Mojarro expone la relación sobre el viaje de Andrés de Urdaneta en la expedición comandada por García Jofre de Loayza y Juan Sebastián Elcano (1536). Este personaje, conocido por el encuentro del “tornaviaje” a la Nueva España, en esta ocasión más bien aporta un testimonio de sobrevivencia y primeros registros de los navegantes hispanos en el Pacífico, Mindanao y las Molucas. Por su parte, Christina Lee analiza una carta del obispo de Manila Domingo de Salazar (1582) en la que critica los abusos cometidos por funcionarios y encomenderos sobre los naturales de Filipinas que afectaban su conversión; por otro lado, se incluyen algunos problemas que generaba la población china y los maltratos que también recibían; todo ello en aras de llamar la atención de las autoridades metropolitanas. Ricardo Padrón analiza un par de mapas que representaban al mundo redondo con cinco zonas climáticas y los dos lados del Pacífico, que además fueron de los primeros trabajos impresos en Manila en papel arroz y que fueron hechos por el fraile dominico Juan Cobo, conocido traductor del español al chino y viceversa. Entre los objetivos de esos mapas estaba el mostrar a las autoridades chinas la sofisticación de la ciencia cristiana, aunque rápidamente los mapas fueron usados para reforzar el sinocentrismo, lo cual es ejemplo de las dificultades culturales de contacto y diálogo que los europeos tuvieron en sus primeros encuentros con autoridades chinas. Por su parte, Natalie Cobo y Tatiana Seijas estudian un real decreto de Felipe iii (1604) con el que se intentaba establecer más regulaciones al comercio transpacífico en aras de proteger a los nuevos comerciantes de Manila para evitar la participación de los mexicanos, lo cual deja ver cómo se construía esa red comercial y a quienes se apropiaban de ella.

En un aspecto más social y cultural, el documento expuesto por Miguel Martínez da cuenta de parte de una relación hecha por el escribano Diego Rueda y Mendoza donde, en el marco de un texto donde se habla de las exequias celebradas en Manila luego de la muerte de Felipe iii (1625), se incluye la descripción de una boda entre sangleyes cristianizados, lo cual deja ver tanto los grupos que convivían día a día en ese lugar, las prácticas culturales, las relaciones interétnicas y las actividades evangelizadoras de los dominicos. Así también, Regalado Trota José expone cómo un miembro de la principalía o élite local -Luis de Castilla- vendió parcelas de tierra al Colegio de Santo Tomás de Manila (1629). La relevancia de este expediente es que incluye un manuscrito en “baybayin” -que era la forma de referir a un tagalo más bien prehispánico- y dos en tagalo romanizado que además incluyeron una anotación en chino y la referencia a una dueña japonesa, pero todo bajo los nuevos estándares legales de la administración hispana, lo cual evidencia las nuevas interacciones y las adaptaciones que se daban entre las poblaciones locales, así como su diversidad. John Blanco expone una misiva (1633) escrita por el procurador fray Juan de Bueras a su superior general, y que en realidad se considera parte de los informes anuales que los misioneros solían remitir. En dicha carta, Bueras denuncia las diversas apostasías que continuaban practicándose en Mindoro, lo que evidencia -además de las costumbres locales- que la cristianización y la hispanización de la zona en realidad eran pobres, situación que al parecer era normal en las periferias del archipiélago.

Ejemplo de los alcances de los contactos transpacíficos es el estudio de Leo J. Garofo, quien registra un testamento hecho en Perú por Leonor Álvarez, natural de la India y viuda del chino Hernando Álvarez. En dicho documento se otorgó la libertad de sus esclavos de origen africano y asiático, y el documento es aprovechado por Garofo para señalar que la población asiática participaba en gran diversidad de actividades y niveles de la sociedad peruana. Así también el documento analizado por Ana M. Rodríguez expone partes del libro del jesuita Francisco de Combés sobre la Historia de Mindanao y Joló (1667) en respuesta al abandono del fuerte de Zamboanga por parte de las huestes hispanas debido a que se prestó más atención al peligro que representaba un posible ataque del pirata chino Coxinga, cuando el sur requería mayor defensa debido a las frecuentes agresiones de navegantes musulmanes. Y Nicole D. Legnani analiza una parte de los Infortunios de Alonso Ramírez, publicado en Nueva España por Carlos de Sigüenza y Góngora (1690) para mostrar una posible intención de exponer la centralidad de ese virreinato en las redes marítimas y los contactos con enemigos también en los mares de Asia, además de discutir las condiciones novelescas de este manuscrito.

Los últimos documentos están más relacionados a prácticas culturales y religiosas, como se ve con el expediente que analiza Ryan Dominic Crewe sobre la remisión del soldado mestizo Alexo Castro a la Nueva España para que fuera procesado por la Inquisición de ese territorio ante la severidad del caso, pues Castro fue denunciado por su esposa por abuso sexual y prácticas heréticas que lo catalogaron como “cripto musulmán”, de lo cual fue juzgado en México y condenado a vivir en un convento el resto de su vida. El detallado y excepcional expediente (1623-1645), como dice Crewe, refleja la peligrosidad que significaban las poblaciones musulmanas del sur, pero también incluye descripciones sobre los contactos existentes. Kathryn Santner expone la conformación de la constitución de reglas de las beatas indias que se establecieron ante los esfuerzos de la india china-mestiza Ignacia del Espíritu Santo quien con otras mujeres solía reunirse en una iglesia jesuita. Santner explica que el beaterío era una casa de retiro para mujeres que no implicaba enclaustramiento y que además sirvió para instruir a niñas en actividades cristianas, coser, conocimientos básicos de lectura y escritura, y cuyo registro -como se hace con este documento- es una ventana que permite conocer cómo vivían las mujeres de Manila, así como la preocupación que había en torno a la instrucción femenina. Vicente L. Rafael analiza dos documentos diferentes, pero bastante relacionados, que son los “dalits”, que eran poemas devocionales usados por naturales tagalos y confesionarios usados en la evangelización. Ambos materiales fueron publicados en Filipinas pero tenían usos distintos, pues los dalits hacían del libro que los contenía un objeto más bien mágico o amuleto, mientras que los confesionarios eran un instrumento evangelizador, por lo que en realidad ambos documentos reflejan los problemas y los sincretismos de los procesos evangelizadores de Filipinas. Stuart M. McManus expone un poema del religioso Bartolomé Saguinsin sobre la invasión inglesa a Manila de 1762 para mostrar las lealtades de los indios y la poca confianza que había hacia los sangleyes luego de ese evento, así como la influencia que dicha postura tuvo en la expulsión de chinos que se dio posteriormente. Por último, Ino Manalo da cuenta de una prohibición para que los naturales dejaran de desenterrar los huesos de sus familiares, lo cual era sabido que se hacía para llevar a cabo otras ceremonias. Dicha práctica deja ver las tradiciones locales que en realidad a inicios del siglo XIX aún se conservaban.

Para concluir, puede decirse que indudablemente este libro refleja un esfuerzo que se ha dado para hacer replanteamientos y enriquecer las miradas y las posturas en torno a la historia del Pacífico hispánico. En este caso, se intentó poner al alcance de lectores de habla inglesa nuevas fuentes sobre Filipinas y sus conexiones de ultramar desde nuevas miradas y disciplinas que, sobre todo, dieran mayor agencia a las poblaciones locales. Se intentó también que los documentos analizados no fueran únicamente elaborados por funcionarios hispanos y en español, sino que sus muy diversos orígenes, tipos de registros y hasta lenguas evidencian la pluriculturalidad del archipiélago, del que es indudable falta mucho por conocer. Este libro es una invitación para continuar con esa labor.

Referencias

Blair Emma, Helen y James Alexander Robertson, eds. The Philippine Islands, 1493-1898: Explorations by Early Navigators, Descriptions of the Islands and their Peoples, their History and Records of the Catholic Missions, as Related in Contemporaneous Books and Manuscripts, Showing the Political, Economic, Commercial and Religious Conditions of those Islands from their Earliest Relations with European Nations to the Close of the Nineteenth Century. Cleveland: The Arthur H. Clark Company, 1903-1909. [ Links ]

Capistrano-Baker, Florina H. y Meha Priyadarshini, eds. Transpacific Engagements. Trade, Translation, and Visual Culture of Entangle Empires (1565-1898). Makati City; Los Ángeles; Florencia: Ayala Foundation Inc./Getty Research Institute/Max-Planck-Institut/Kunsthistorisches Institut in Florenz, 2022. [ Links ]

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Phelan, John Leddy. The Hispanization of the Philippines: Spanish Aims and Filipino Responses, 1565-1700. Madison: University of Wisconsin Press, 1959. [ Links ]

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2 Vicente Rafael, “Colonial Contractions: The Making of las Islas Filipinas, 1565-1946”, en Capistrano-Baker y Priyadarshini, Transpacific Engagements…, 33-47, explica el proceso de modificación administrativa y cultural que inició durante el protectorado estadounidense sobre Filipinas, donde uno de los cambios más fuertes se dio en torno al idioma.

5 William Lytle Schurz, The Manila Galleon (Nueva York: E. P. Dutton, 1939). El libro de Schurz —mal traducido al español como Shurtz— incluso fue traducido al español por Leoncio Cabrera en 1992.

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