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Estudios demográficos y urbanos

versión On-line ISSN 2448-6515versión impresa ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.24 no.2 Ciudad de México may./ago. 2009

 

Reseñas y comentarios bibliográficos

Esteinou, Rosario (ed.), Fortalezas y desafíos de las familias en dos contextos: Estados Unidos de América y México,

Olga Lorena Rojas* 

*Profesora investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México. Correo electrónico: olrojas@colmex.mx.

Esteinou, Rosario. Fortalezas y desafíos de las familias en dos contextos: Estados Unidos de América y México, México: Casa Chata, 2006.


Introducción

Este libro es el resultado de una interesante recopilación de diversos materiales de investigación sobre la familia con un enfoque innovador. Esta nueva mirada sobre las cuestiones familiares trata de evitar la estigmatización y se propone más bien rescatar las fortalezas de las familias, al mismo tiempo que reconocer los desafíos más importantes que enfrentan. Con este enfoque se presentan once trabajos que abordan tanto teórica como empíricamente diversos aspectos de la vida familiar en dos contextos culturalmente diferenciados: Estados Unidos de América y México. La exposición de estos trabajos se ha ordenado en dos partes. La primera se concentra en reflejar un panorama general de las fortalezas y desafíos que encaran las familias en los dos países, y además presenta algunas reflexiones conceptuales sobre el proceso de socialización y el estrés familiar. La segunda parte está orientada a presentar trabajos que abordan muy particulares fortalezas y desafíos de las familias.

Abordar el análisis de los cambios y las permanencias en la vida familiar -sea estadounidense o mexicana- desde esta perspectiva es un acierto y a la vez un reto que nos obliga a mirar con otros ojos la vida cotidiana y a cuestionar el planteamiento de estigmas, déficits, problemas y hasta culpas relacionadas con la vida doméstica.

En particular la sociedad mexicana se destaca por la importancia que le otorga a la familia como unidad económica y organizativa de la vida cotidiana y de las redes de parentesco, lo cual pone en marcha diversos mecanismos de cooperación, solidaridad y reciprocidad encaminados a fortalecer la cohesión entre sus miembros, aun en la distancia geográfica por la migración, haciendo prevalecer los intereses del grupo familiar sobre las individualidades. Estos rasgos familiares mexicanos pueden ser vistos como claras fortalezas, sin embargo coexisten con evidentes desafíos relacionados con la rigidez de las desigualdades de género y con el reparto inequitativo del trabajo y del poder entre sus miembros.

La importancia de la consideración de la atmósfera familiar para la comprensión de las transiciones tempranas a la adultez

Gonzalo Saraví sostiene en su estudio que más que la pobreza o una escolaridad deficitaria, las relaciones intrafamiliares y los estilos de parentalidad, es decir, la “atmósfera familiar”, definen los destinos de los jóvenes en una suerte de acumulación de desventajas que se expresan en muy tempranas transiciones a la adultez.

Si bien es cierto que en los sectores sociales mexicanos con bajos niveles educativos los jóvenes tienden a apresurar su unión conyugal y la llegada de su primer hijo, estas transiciones (e incluso la apresurada salida -o más bien huída- de la casa de los padres) son también efecto de una atmósfera familiar hostil que se manifiesta en la violencia como forma de resolución de los conflictos y corrección de los comportamientos de los hijos, y en la falta de comunicación entre padres e hijos.

El ambiente familiar violento es más determinante en el caso de las jovencitas, que en su deseo de abandonar el hogar paterno buscan una salida por medio de un embarazo precipitado que las lleve a unirse eventualmente con su pareja. Con la investigación de Gonzalo Saraví queda expuesta en toda su magnitud la “parentalidad deficitaria”, como yo le llamaría a la relación violenta y de escasa comunicación entre padres e hijos, como un claro referente explicativo para la salida temprana del hogar paterno de los jóvenes mexicanos, quienes buscan en la paternidad y maternidad tempranas nuevos vínculos que los distancien del autoritarismo y de la incomprensión e incomunicación con sus padres. Urge por tanto poner atención en este desafío que atañe sobre todo a los padres y a las madres mexicanas.

Cambios y permanencias en la vida conyugal de los mexicanos

Paz López y Vania Salles observan muy de cerca la vida conyugal a la mexicana y dan cuenta de algunas transformaciones significativas, pero también de algunas permanencias (o más bien resistencias) que terminan perjudicando a las mujeres. Producto del juego entre ciertas fuerzas transformadoras y conservadoras es la gran diversidad de organizaciones familiares que se observan en el país.

Entre las fuerzas transformadoras destaca el significativo incremento en la esperanza de vida de la población mexicana, que provoca que las parejas ya no se disuelvan tanto por la viudez sino por las separaciones, los divorcios o los abandonos. Estas rupturas matrimoniales propician la conformación de nuevas familias, llamadas reconstruidas, y por tanto una gran diversidad de arreglos conyugales y familiares.

Otra importante modificación es la mayor escolaridad de las mujeres y su sostenida incorporación al mercado de trabajo como detonantes que pueden contribuir a situar a las mujeres, y a sus parejas, en distintas condiciones respecto a las generaciones pasadas en el ejercicio de su vida conyugal. Esto es particularmente evidente en los hogares que cuentan con doble proveeduría: la femenina y la masculina, y que van en aumento en el país en detrimento de aquellos que tienen un solo proveedor varón.

En particular, las mujeres con mayor escolaridad tienden a retrasar su primera unión y también su entrada a la maternidad. En este sentido hay que hacer notar que las principales protagonistas de estos cambios son las nuevas generaciones de mujeres, quienes se están esforzando por construir con sus cónyuges pautas más democráticas de convivencia y formas de interacción basadas en un relajamiento de las asimetrías de género. Pero cuando ellas no logran estos cambios en su vida conyugal, suelen optar por la separación o el divorcio.

Estas importantes transformaciones coexisten, sin embargo, con cierta rigidez en las estructuras dentro de las cuales se relacionan los cónyuges, que todavía están vigentes en amplios sectores de la población y se basan en la subordinación femenina y en una clara separación de las esferas de actividad de hombres y mujeres. Tales cuestiones son desafíos urgentes de atender.

Las mujeres que escapan de la violencia doméstica terminan viviendo solas y haciéndose cargo de sus hogares

Brígida García y Orlandina de Oliveira dedican su capítulo al estudio de la vida familiar en los hogares monoparentales encabezados por mujeres que han quedado solas y a cargo de sus hijos por rupturas en sus uniones conyugales debido a la viudez, la separación, el divorcio o el abandono.

Estas investigadoras nos hacen notar que estas mujeres jefas de sus hogares provienen por lo general de ambientes familiares violentos -de origen y de procreación-, en donde ellas fueron maltratadas y buscaron una salida (literalmente) valiéndose de la separación o el divorcio, prefiriendo quedarse solas con la responsabilidad de la manutención de sus hogares antes que continuar viviendo en el maltrato cotidiano.

Sin embargo, hay que poner cuidado también en los significativos y crecientes efectos de la continua migración masculina hacia Estados Unidos en la desestructuración de un número cada vez mayor de hogares mexicanos, que terminan siendo monoparentales y encabezados por mujeres.

En algunos casos esa soledad de las jefas de hogar es relativa, pues se observa que en ocasiones cuentan con redes familiares que las ayudan con el aprovisionamiento y los cuidados para sus hijos. Pero en los casos en que no ocurre así, estas mujeres se hacen cargo de la manutención de los hijos y de muchas tareas reproductivas, manteniendo así una clara división genérica del trabajo en sus hogares. Ellas dicen la última palabra en las decisiones que atañen a la organización y a la reproducción de sus hogares.

A pesar de que estas mujeres estuvieron expuestas a la violencia conyugal, una vez que han constituido sus hogares como cabezas de los mismos, los niveles de violencia a los que ellas y sus hijos están expuestos disminuyen de manera significativa. Además de ser un hallazgo importante, constituye una clara fortaleza digna de subrayarse.

La reciprocidad como fortaleza y garantía para el funcionamiento del sistema familiar mesoamericano

Los hallazgos de David Robichaux respecto a la permanencia de relaciones de cooperación y solidaridad comunitarias y familiares, así como los importantes principios culturales de la reciprocidad y el intercambio, además de las obligaciones rituales que caracterizan y permiten el cabal funcionamiento y reproducción del sistema familiar mesoamericano, constituyen indudables fortalezas que adquieren particular importancia hoy en día en las áreas rurales y en las urbanas frente a las crecientes oleadas de migrantes mexicanos que salen hacia Estados Unidos y Canadá, muchas veces sin posibilidad de volver.

Conclusión

El libro ofrece un panorama bastante completo y complejo de la actual situación de las familias mexicanas en dos contextos, y al hacerlo se constituye en un semillero de nuevas interrogantes de investigación y de propuestas teórico-analíticas novedosas.

Su principal aporte es que rescata las virtudes solidarias de la vida familiar a la mexicana, pero también pone el dedo en las llagas que urge atender y modificar. Los jóvenes -pero sobre todo las jóvenes- no deben comenzar una vida adulta llena de dificultades huyendo de los conflictos de la casa paterna, ni las mujeres tienen que vivir solas con sus hijos como alternativa para librarse de la violencia conyugal.

Me parece que en este escenario el desafío fundamental es tratar de hacer compatible el “familismo” mexicano -caracterizado por su alto nivel de cohesión y solidaridad- con el desarrollo de las libertades individuales y la democratización de los vínculos familiares, en particular en favor de las mujeres, los jóvenes y los más pequeños.

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