Introducción
Los constantes movimientos humanos han gestado la emergencia del paradigma de las nuevas movilidades en las ciencias sociales, el cual involucra contribuciones de la antropología, los estudios culturales, la geografía, los estudios de ciencia y tecnología, de turismo y transporte y la sociología (Sheller y Urry, 2006). Este paradigma implica un proyecto teórico amplio destinado a ir más allá de las imágenes de los espacios como contenedores geográficos estáticos y fijos donde se desarrollan los procesos sociales. Además, cuestiona las lógicas escalares como local-global como descriptores de extensión regional e intenta dar cuenta de los patrones concomitantes de concentración que crean zonas de conectividad, centralidad y empoderamiento en algunos casos, y de desconexión y exclusión en otros (Graham y Marvin, 2001). Aunque se suele hacer distinción entre los espacios y quienes los habitan, el nuevo paradigma de la movilidad se opone a esta separación y propone la existencia de una compleja relación de lugares y personas conectadas a través de actuaciones que se influyen mutuamente (Sheller y Urry, 2006).
La migración puede darse de manera individual o colectiva, voluntaria o forzadamente. La migración forzada es uno de los tipos más estudiados en las últimas décadas e involucra un conjunto de categorías legales o políticas, tales como el refugio, el asilo, el desplazamiento forzado interno, el desplazamiento por el desarrollo, el desplazamiento ambiental y por desastres, el tráfico y el contrabando de personas (Castles, 2003).
En contraste con lo anterior, existen otros tipos, como la migración por amenidades, la cual permite a los individuos hacer elecciones sobre sus vidas que evidencian un deseo consciente de emigrar a otras localidades para seguir objetivos y aspiraciones personales, ajeno a necesidades económicas o razones forzadas (por ejemplo, por conflictos humanos o desastres naturales). Este tipo de migración es motivada por el deseo y la capacidad para buscar condiciones de vida específicas que se encuentran, en este caso, en las zonas rurales de ciudades grandes, intermedias o de áreas metropolitanas (Matarrita-Cascante et al., 2015; Ruiz-Ballesteros y Cáceres-Feria, 2016).
Las migraciones por amenidades o amenity migration (Moss, 2006) se refieren al traslado de las personas hacia zonas, especialmente rurales, con notoria presencia ambiental-paisajística, las cuales son elegidas como asentamiento residencial permanente por ser sitios ideales para vivir. El movimiento de estas personas al campo tiene diversas acepciones: migración de servicios, segundas residencias o migración por comodidades. Pese a los distintos términos, el concepto incluye el acceso o la propiedad de una segunda vivienda por parte de las personas cuya residencia principal se encuentra fuera del sitio de interés, es decir, las personas en realidad no son turistas. Aunque se estima que el turismo juega un papel causal en la migración por amenidad, algunos estudios sugieren que esta migración puede ocurrir de manera bastante independiente del turismo (Chipeniuk, 2004).
En virtud de lo anterior, las categorías de migración y turismo están interrelacionadas y superpuestas. El turista, motivado por el consumo de servicios, productos locales, paisajes y experiencias, llega y reside en el territorio por un tiempo limitado. Sin embargo, el atractivo psicológico y emocional de las comodidades en la ruralidad pueden contribuir a que este aspire a la residencia estacional o permanente en dicha espacialidad (Rode, 2008).
Por su parte, la migración por amenidad es un fenómeno que se asocia con los desplazamientos de poblaciones, de renta media-alta, a zonas rurales o periurbanas. Estas zonas ofrecen bienes y servicios tales como electricidad, acueductos y alcantarillados, infraestructura vial y de telecomunicaciones, cercanía al comercio, pero también brindan el acceso a espacios con riquezas naturales como fuentes hídricas, ambiente natural, bosques, clima agradable, etcétera. La decisión de la movilidad se toma sin estado de necesidad, pero se busca acceder a espacios donde los servicios de salud y de educación estén satisfactoriamente cubiertos, que cuenten con vías pavimentadas y que haya acceso a la recreación y al ocio. El migrante por amenidad, a diferencia del turista, no busca exclusivamente el consumo del paisaje rural, sino establecerse y consolidar su proyecto de vida en este nuevo espacio (Gosnell y Abrams, 2011; McCarthy, 2008).
Las principales motivaciones de la migración por amenidades se relacionan con el deseo de la gente de vivir lejos de los grandes centros urbanos y en estrecha proximidad a la belleza natural, a la diversidad de la vida campestre y de los ecosistemas; los migrantes dejan el ajetreo de la ciudad y van en busca de la vida sencilla y de la cultura que se encuentra en las localidades rurales (Beyers y Nelson, 2000; McGranahan, 1999; Shumway y Otterstrom, 2001). Se evidencia a la par, una demanda cultural y de crecimiento artístico y, en algunos casos, de opciones de empleo.
El perfil de los sujetos migrantes puede ser nacional o internacional; varían también en cuanto a la duración de su estancia. Algunos migrantes se trasladan a esas zonas de manera temporal, mientras que otros migran permanentemente. Los migrantes temporales han sido objeto de considerables investigaciones porque se consideran un punto medio entre quienes visitan las zonas rurales (turistas) y los migrantes que permanecen (ex urbanitas o jubilados) (Matarrita-Cascante y Stocks, 2013).
La literatura sobre el tema se destaca predominantemente en América del Norte y en Reino Unido (Abrams et al., 2012; Bertuglia et al., 2013; Moss, 2006), y está focalizado en los migrantes que se desplazan desde las ciudades a las zonas rurales buscando principalmente servicios naturales. El oeste estadounidense es quizás el ejemplo más citado de una región que experimenta altas tasas de crecimiento demográfico relacionados con la migración de amenidad (Gosnell y Abrams, 2011).
En los últimos años, varios académicos han comenzado a notar el rápido crecimiento de un patrón de movilidad de migrantes acomodados de Estados Unidos y Canadá hasta América del Sur, no solo hacia las áreas rurales, sino también a las ciudades latinoamericanas. En estas latitudes las fronteras entre el turismo y la migración por amenidades se vuelven cada vez más difusas, ya que, a través de diferentes opciones de alquiler o propiedad, la inversión inmobiliaria se ha convertido en el principal motor económico. Dado que los migrantes norteamericanos están en mejor situación financiera que la sociedad de acogida, en muchos países latinoamericanos no solo les dan la bienvenida, sino que también han desarrollado estrategias para atraerlos a fin de aprovechar su potencial y fomentar el crecimiento económico local y regional (Rainer, 2019).
El migrante se cambia de residencia buscando un estilo de vida asociado con el acceso a servicios de menor costo como playas, grandes propiedades, servicios domésticos y ritmos diarios más lentos en países como Argentina (Morales Gaitán y Rainer, 2013; González, 2011; Medina, 2017; Rainer y Malizia, 2015; Sánchez y González, 2011; Trivi, 2018; Merlos y Otero, 2013), México (Lorenzen, 2021; Sunil et al., 2007), Costa Rica (Emard y Nelson, 2020; Janoschka, 2009; Matarrita-Cascante, 2017; Van Noorloos y Steel, 2016; Winkler y Matarrita-Cascante, 2020), Ecuador (Gascón, 2016; Hayes, 2015a, 2015b; Van Noorloos y Steel, 2016); Panamá (McWatters, 2008; Spalding, 2015, 2017) y Chile (Hidalgo y Zunino, 2011, 2012; Marchant Santiago y Rojas, 2015; Marchant Santiago y Aros Navarro, 2018; Marchant Santiago, 2017; Matarrita-Cascante et al., 2017; Otero et al., 2017; Sánchez y González, 2011; Vergara et al., 2019).
El objetivo del presente artículo es analizar la investigación producida acerca de la migración por amenidades en la ruralidad en América Latina entre 2011 y 2021 para visibilizar los países, las características de los migrantes y las tendencias en dichos estudios. Para este caso se asumen las ruralidades desde las reelaboraciones teóricas de la nueva ruralidad abordando los postulados de la teoría clásica, donde el espacio rural no es exclusivamente agrícola o extractivista (Baigorri, 2007; Kayser, 1996; Lefebvre, 1971), sino que también incluye una serie de usos del suelo como los residenciales, industriales, recreativos y ecológicos. La inclusión de servicios distintos al uso agrícola y el aumento de amenidades ha llevado a muchos autores a reelaborar un análisis centrado en los flujos económicos, culturales y tecnológicos que circulan (Agudelo Patiño, 2012; Arango- Escobar, 2008; Ávila Sánchez, 2015; Baigorri, 2007; Barros, 2006; Bonilla Rodríguez, 2008; Cadavid Arboleda, 2009; Entrena Durán, 1998, 2012; Llambí Insua y Pérez Correa, 2007; Pérez Correa, 2004; Pérez Correa et al., 2008; Perrier-Cornet, 2002; Pradilla, 2002).
Metodología
La pregunta que guio la revisión bibliográfica fue: ¿Cuáles son las tendencias en la investigación sobre la migración por amenidades en la ruralidad de América Latina? Se realizó una revisión documental cualitativa para analizar la evidencia y responder a la pregunta de forma estructurada, explícita y ordenada, sin análisis estadístico (Montero y León, 2007).
La búsqueda, selección y revisión de los artículos originales se llevó a cabo en seis bases de datos -Scopus, Science Direct, Web of Science, Redalyc, Scielo y Dialnet-, las cuales se privilegiaron por agrupar un mayor número de estudios relacionados con las ciencias sociales a nivel internacional y en Iberoamérica. Los términos de búsqueda y los operadores booleanos fueron en español y en inglés para contar con artículos de diferentes contextos y culturas académicas: amenity migration and rural, lifestyle migration and rural, migración por amenidades and rural, migración por estilo de vida and rural.
La búsqueda se delimitó a los estudios realizado en los últimos diez años. Los criterios de inclusión implementados fueron:
Tipo de estudio: trabajos primarios y de revisión de literatura que incluyeran las categorías migración por amenidades y ruralidad, cuya recolección de campo se hubiera realizado en países de América Latina.
Publicaciones: solo se incluyeron artículos de revistas especializadas. Se descartó literatura gris, tesis doctorales, libros y capítulos de libros.
Año de la publicación: se incluyeron estudios publicados entre enero de 2011 y octubre de 2021.
Se descartaron las investigaciones que abordan la migración por amenidades en contextos fuera de América Latina.
Procedimiento
Los metadatos se descargaron en Mendeley y, a partir de allí, se revisaron para el cumplimiento de los criterios de evaluación, primero a partir del título y el resumen, y posteriormente, con base en el texto completo, identificando y eliminando los duplicados. La búsqueda de las investigaciones fue delimitada a aquellas relacionada con las ciencias sociales (figura 1).
El análisis de los textos permitió la emergencia de las siguientes categorías analíticas: la terminología conceptual de la migración por amenidades, la ubicación de los estudios, el perfil de los migrantes y el abordaje teórico y metodológico de los estudios. Dichas categorías se analizaron y detallaron a través del software ATLAS.ti, versión 8.0.
Los recuadros de la figura 1 representan cada una de las etapas del ejercicio de búsqueda bibliográfica. En el primero se muestra que se encontraron (con las palabras clave y el booleano and) 1 378 artículos, de los cuales se eliminaron 868 por duplicidad. Se procedió a hacer lectura del título, las palabras claves y el resumen quedando 170 artículos, de los cuales se eliminaron 132 porque se escapaban del área geográfica priorizada en la revisión, en este caso América Latina. De esta forma metodológica se indica que el proceso fue de lo general a lo particular, encontrando un universo de 1 378 artículos. Gracias al uso del lenguaje programático fue posible seleccionar 38 artículos especializados en el tema de migración por amenidades a través del empleo de las palabras clave entre comillas para adaptar la revisión bibliográfica a dicho lenguaje.
Resultados
Terminología conceptual acerca de la migración por amenidades
La migración por amenidades se ha estudiado utilizando una variada terminología conceptual que demarca las diferentes formas de dicha migración (Hayes, 2015b). En los estudios revisados se destaca el uso de términos como migración por amenidades, migración de estilo de vida, migración de servicios económicos y neorruralidad. Aunque los conceptos pueden ser variados, en la mayoría de los estudios se usan de forma indiscriminada como sinónimos.
Migración por amenidades (amenity migration)
La noción de migración por amenidad se utiliza para hacer referencia a un fenómeno migratorio localizado en áreas metropolitanas, ciudades pequeñas, intermedias y zonas rurales cercanas o circundantes a estas, especialmente en zonas de montaña o localidades con un fuerte atractivo turístico que permite el desarrollo de actividades de recreación (Trivi, 2018). Este proceso de movilidad generalmente comienza con una primera visita al lugar, probablemente como turista; luego, se pasa a la adquisición de inmuebles y/o a la construcción de una segunda residencia; y termina con un cambio residencial atraído por la calidad natural del ambiente y la tranquilidad que este les puede ofrecer (Medina, 2017; Sánchez, 2019).
Un elemento diferencial que es clave en el concepto de la migración por amenidades es que los sujetos se sienten atraídos por espacios naturales, en este sentido, el motor para hacer el cambio de residencia es la búsqueda de experiencias donde existan amenidades-comodidades como montañas, volcanes o lagos a menudo presentes en las zonas rurales (Matarrita-Cascante y Stocks, 2013).
A pesar de las conexiones significativas entre el turismo y la migración por amenidades, una diferencia fundamental entre el impacto económico, político y cultural de los turistas a corto plazo y el los de los migrantes, es que estos últimos pueden poseer propiedades, trabajar localmente e influir directamente en la política y en las decisiones locales, aspectos que no son posibles para los turistas (Emard y Nelson, 2020).
Aunque en gran parte de la literatura se suele asociar a la migración por amenidades con la ruralidad, se encontró que algunos autores no hacen distinción entre el lugar de residencia, sea rural (Marchant Santiago y Rojas, 2015; Matarrita-Cascante et al., 2015, 2017; Matarrita-Cascante y Suess, 2020; Rainer, 2019; Sánchez, 2019), o ciudad (González, 2011; Otero et al., 2017).
Migración por estilo de vida (lifestyle migration)
La migración por estilo de vida hace referencia al fenómeno por el cual los migrantes relativamente privilegiados o de renta alta se desplazan en busca de una vida más plena. Estos migrantes buscan escapar de las cargas de su vida anterior, a menudo asociadas con vivir en áreas urbanas de naciones más desarrolladas bajo condiciones de alto estrés, alto costo de vida y un acelerado ritmo de vida. Muchos se establecen en países menos desarrollados y buscan comunidades rurales debido a su proximidad con la naturaleza, a las experiencias asociadas (recreación al aire libre, esparcimiento), a que perciben menores riesgos para la salud, porque buscan un ritmo de vida más lento en comparación con sus lugares de origen y debido a que los costos de vida son más bajos (Winkler y Matarrita-Cascante, 2020).
El concepto lifestyle migration es un término que viene de la sociología y se enfoca en movimientos hacia el espacio rural (Rainer y Malizia, 2015). Según Benson y O’Reilly (2009), la decisión de migrar se basa en la creencia de que hay una forma de vida más satisfactoria disponible para ellos en otro lugar. Los migrantes son personas muy acaudaladas que por varias razones se mueven temporal o permanentemente hacia entornos que les ofrecen una mejor calidad de vida, mejor clima o la posibilidad de vivir más cerca de naturaleza.
La migración por estilo de vida describe de manera amplia la reubicación de personas de países desarrollados que buscan una mejor forma de vida. En este caso la migración no se basa generalmente en una necesidad económica, como la búsqueda de empleo o trabajos mejor pagados, ni es una migración forzada, como la generada por disturbios civiles o desastres naturales (Matarrita-Cascante, 2017).
Los conceptos de migración por amenidades como por estilo de vida ponen en evidencia, en primer lugar, el vínculo entre la ciudad y la ruralidad y, en segundo, la percepción de la calidad de vida en ambos lugares. Dichos conceptos se utilizan de manera indistinta en la mayoría de los estudios que abordan factores o imaginarios culturales (Emard y Nelson, 2020; Kordel y Pohle, 2018; Sánchez y González, 2011; Winkler y Matarrita-Cascante, 2020).
Migración de servicios económicos (economic migration)
La migración por servicios ha sido nombrada también como contraurbanización, migración de jubilación, migración de ocio, migración estacional y migración de estilos de vida (Matarrita- Cascante, 2017). Existen diferentes enfoques para la definición de migración de servicios. Janoschka (2009) la define como un tipo de movilidad que se encuentra en un continuo conceptual entre migración y turismo; está íntimamente relacionada con la búsqueda de mejores oportunidades económicas y sociales, mejores sistemas de salud, así como el ocio y la calidad de vida.
Dentro de los hallazgos, priman los estudios sobre migración de servicio trasnacionales sobre las investigaciones de servicios nacionales (migración de servicios de residentes del mismo país) (Matarrita-Cascante et al., 2015). Las pesquisas transnacionales han arrojado luz sobre una variedad de impactos negativos en las comunidades de acogida. Estos incluyen modificaciones sustanciales del paisaje, segregación residencial, desplazamiento de poblaciones locales, apropiación simbólica, conflicto entre extranjeros y locales, aumento de los precios de la tierra y el costo de vida, y aumento de las cargas sobre los servicios públicos (Hayes, 2015b).
Neorruralidad
El concepto de neorruralidad se deriva de la antropología y hace énfasis en el desplazamiento progresivo de las clases medias urbanas a localidades rurales. El foco de estudio, a diferencia de los anteriores conceptos, es la migración nacional y no la trasnacional (Quirós, 2019).
Contrario al migrante de servicios económicos, la motivación en este caso no es la búsqueda de oportunidades económicas, sino la búsqueda de una mejor calidad de vida, más tranquila y en armonía con la naturaleza. Otro factor diferencial con la migración por amenidades o estilo de vida, es que el sujeto no posee una capacidad económica alta o acaudalada, sino que pueden ser personas de renta media.
Ubicación de los estudios
Los hallazgos muestran que en los últimos años en América Latina se ha incrementado el flujo de migrantes provenientes de Norteamérica. Aunque faltan datos que precisen el volumen cambiante o la configuración geográfica de los migrantes, se ha registrado un crecimiento de jubilados en el extranjero que proporciona algunos indicios del aumento en los movimientos motivados por el estilo de vida (Emard y Nelson, 2020).
Por otro lado, el aumento del marketing de destinos y de proyectos concretos es global, tanto en su contorno como en su alcance, al atraer a las empresas de mudanzas nacionales e internacionales que buscan y comparan las mejores opciones de reubicación. En poco tiempo, estas publicaciones han creado una plataforma publicitaria que se ha convertido en un motor de la migración de estilo de vida y ha canalizado movimientos hacia ciertos destinos que son fuertemente promocionados en América Latina (Rainer, 2019).
En las últimas tres décadas, los espacios rurales latinoamericanos han sido escenario de profundos cambios debido a los efectos de la globalización; nuevas formas de circulación e intercambio de bienes, personas e ideas han impactado en las dinámicas, y procesos socioeconómicos de estos espacios (Rosas-Baños, 2013). Una primera manifestación de estas transformaciones, son las intensas modificaciones de las economías campesinas tradicionales, las cuales han apuntado a la des-agrarización y han evolucionado hacia otras actividades productivas (Camarero y Oliva 2016: 100). Según (Berdegué et al., 2000: 2), a comienzos del decenio de 1980 el ingreso rural no-agrícola era un 25% a 30% del total del ingreso rural, mientras que en la segunda mitad de los noventa esta razón se elevó por encima del 40% (Marchant Santiago y Aros Navarro, 2018, p. 10).
En los estudios revisados priman, en mayor medida, las migraciones trasnacionales que incluyen los desplazamientos desde las grandes urbes hacia localidades menos densas, en busca de mejores apuestas profesionales y familiares (Otero et al., 2017). Los países con una mayor tendencia a la migración por amenidades en la actualidad son Argentina, Chile, Costa Rica, Ecuador, México y Panamá (cuadro 1).
País | Atractivo, paisaje, ecosistema | Ubicación | Estudios |
Argentina | Montañas | San Carlos de Bariloche; Caviahue, provincia de Neuquén; Tafi del Valle, Norpatagonia, Villa la Angostura-Patagonia; Valle del Conlara, provincia de San Luis; Valles Calchaquíes | Morales Gaitán y Rainer, 2013; González, 2011; Merlos y Otero, 2013; Rainer y Malizia, 2015; Sánchez y González, 2011; Trivi, 2018 |
Chile | Montañas | Malalcahuello, los valles del Elqui y Limarí, Pucón, Araucanía andina, Patagonia | MacAdoo Espinoza et al., 2019; González, 2011; Marchant Santiago, 2017; Matarrita-Cascante et al., 2017; Matarrita-Cascante y Suess, 2020; Otero et al., 2017; Sánchez, 2019; Vergara et al., 2019. |
Costa Rica | Zonas costeras | Talamanca, Nuevo Arena, Bahía Ballena, Provincia de Guanacaste, Nuevo Arenal | Matarrita-Cascante, 2017; Matarrita-Cascante et al., 2015; Matarrita-Cascante y Stocks, 2013; Van Noorloos y Steel, 2016; Winkler y Matarrita-Cascante, 2020. |
Ecuador | Altiplano, valle | Cuenca, Vilcabamba, Cotacachi | Gascón, 2016; Hayes, 2015a, 2015b; Kordel y Pohle, 2018; Van Noorloos y Steel, 2016. |
México | Montaña, ciudades intermedias | Jiutepec, Yautepec y Tlayacapan, Mazatlán | Lizarraga et al., 2015; Lorenzen, 2021 |
Panamá | Zonas costeras | Boca del Toro | Benson, 2013; Spalding, 2015, 2017. |
Fuente: Elaboración propia.
Argentina
Durante la década de 1990, en Chile y Argentina el crecimiento de la población se concentró en las zonas con mayor potencial turístico. La migración no solo fue impulsada por motivaciones laborales, sino compuesta, en parte, por migrantes de amenidad o de estilo de vida (Zunino et al., 2012).
Las montañas argentinas son un destino importante de los migrantes (Merlos y Otero, 2013; Morales Gaitán y Rainer, 2013; Sánchez y González, 2011; Trivi, 2018). Por ejemplo, San Carlos de Bariloche es un atractivo asociado al paisaje natural que ha motivado la migración a este país (Otero et al., 2017). Por su parte, las características naturales de Tafí del Valle han generado un auge tanto del turismo como de la migración, especialmente de amenidad; este proceso migratorio ha sido descrito como el proceso de globalización del espacio rural (Morales Gaitán y Rainer, 2013).
Chile
En el caso de Chile, “el aumento de las migraciones por amenidad en las últimas dos décadas puede ser interpretado como una continuación lógica de su desarrollo y como una nueva dimensión de segregación social” (Hidalgo et al., 2009, p. 94). El hecho de que personas de estratos socioeconómicos altos adquieran considerables dimensiones de tierra fuera del círculo urbano ha sido explicado como una nueva forma de macrosegregación (Hidalgo et al., 2009).
Las tierras de la frontera escasamente pobladas en Chile cambiaron de una economía basada en industrias extractivas a una basada en servicios, orientada hacia los migrantes y turistas que buscan oportunidades de recreación y cercanía con la naturaleza en la Patagonia (Blair et al., 2019). Similar a la tendencia argentina, los lugares de montaña son los privilegiados para el desplazamiento. Entre los destinos con mayor atractivo por su clima, paisaje, servicios, facilitadores naturales y culturales, se encuentran las zonas Malalcahuello, los valles de Elquí y Limarí, La Araucanía andina y la Patagonia.
Tanto Hidalgo y Zunino (2011) como Otero et al. (2017) analizaron el caso de la comuna de Pucón en Chile y conceptualizaron la noción de migrantes de amenidad existenciales para referirse a las personas que son atraídas por actividades como el reiki, el yoga o las terapias de luz. En este caso se trata de “factores no convencionales” que motivan la migración “para satisfacer la realización” personal “vinculada con actividades religiosas” como el Budismo Zen o “con movimientos místicos-espirituales de variado origen, o con la realización de ideales eco-centrista [sic]” (Hidalgo y Zunino, 2011, p. 321).
Costa Rica
Costa Rica es conocida internacionalmente por su compromiso con la protección del medio ambiente y la mitigación del cambio climático. En las últimas décadas, la reducción de la explotación de recursos naturales en dicho país ha significado un importante atractivo para los migrantes internacionales (Winkler y Matarrita-Cascante, 2020).
En este país el principal lugar de destino es la costa. Matarrita-Cascante (2017) analizó elementos pocos explorados en otros estudios, como son las interacciones entre los migrantes y la población local. También se examina la forma en que los residentes se sienten en torno al cambio, los roles de los migrantes en la economía local y la existencia de esfuerzos de desarrollo comunitario. Por el contrario, Van Noorloos y Steel (2016) señalan que la migración de estilo de vida en una región como Guanacaste introduce nuevas poblaciones privilegiadas y, por lo tanto, crea inevitablemente desigualdades sociales que están claramente marcadas en el paisaje. Esto es particularmente visible en la prevalencia de comunidades o grupos cerrados entre sí.
Ecuador
Las investigaciones detallan que el flujo migratorio hacia Ecuador es en mayor medida una migración de servicios. Los migrantes suelen llegar a ciudades intermedias o pequeñas, como es el caso de Cuenca o Vilcamba. Hayes (2015b) llama la atención sobre las motivaciones económicas de los migrantes estadounidenses a Ecuador, la narrativa principal es llegar a ciudades con bajo costo de vida a hacer tareas de teletrabajo o home office.
De igual manera, las investigaciones abordan también “las relaciones sociales de dominación y subordinación en el lugar receptor, donde se reproducen desigualdades históricas. El análisis se centra en las relaciones sociales de la propiedad de la tierra” (Hayes, 2015b, p. 81). El caso de Cantón de Cotacachi -ciudad al norte de Ecuador- se convirtió en un destino importante para turistas y gentrificadores, incluidos canadienses y estadounidenses jubilados que buscaban residencia permanente o estacional en un lugar con paisajes naturales escénicos, clima agradable y costos de vida comparativamente bajos. Esto aceleró la construcción de pequeños hoteles rurales y viviendas aburguesadas en antiguas tierras agrícolas, lo que a su vez provocó un aumento significativo en el precio de las tierras agrícolas que impidió que muchos agricultores compraran o alquilaran las tierras.
En general, los migrantes por estilo de vida evalúan positivamente su inmigración al Ecuador rural e interpretan su propia presencia como una valiosa contribución al desarrollo en términos de mejores oportunidades de ingresos para la población local (Kordel y Pohle, 2018).
México
En México, Lorenzen (2021) pone la mirada en los efectos de la gentrificación. Enfatiza que la construcción de viviendas gentrificadas afecta principalmente a las tierras agrícolas al generar el desplazamiento comercial de los agricultores, quienes alquilan las parcelas donde trabajan a los migrantes y pueden ser desplazados directa e inmediatamente cuando sus arrendamientos no se renuevan -generalmente cuando la tierra se vende para la construcción-. Este desplazamiento puede ser más gradual e indirecto cuando los aumentos de la renta los obligan a que empiecen a buscar tierra en otra parte.
En la ciudad de Mazatlán, Lizarraga et al., (2015) analizaron la migración por estilo de vida hacia México. En sus resultados encontraron que existe una mayor asimetría económica entre los ciudadanos estadounidenses y la mayoría de las personas de la comunidad receptora. En este caso las razones económicas pueden ser más importantes como factor de atracción que otros elementos como el clima o la infraestructura turística.
Panamá
La migración trasnacional por estilo de vida es la constante en este país. Existe un flujo continuo de personas relativamente acomodadas que migran desde países desarrollados atraídos por el clima cálido y los bajos costos para buscar una calidad de vida que perciben como más alta. Los residentes extranjeros se sienten atraídos por Bocas del Toro por su belleza física y por el ideal de vida en una isla tropical producido globalmente. Ahora bien, Spalding (2015, 2017) resalta las tensiones en torno al respeto a la tierra y a los recursos, a menudo exacerbados por las diferencias en la percepción de la propiedad entre grupos cultural y socialmente diversos, así como la falta de capacidad institucional para hacer cumplir las regulaciones existentes y una narrativa del desarrollo que respalda la hegemonía de la propiedad privada neoliberal.
Perfil del migrante
En las investigaciones sobre migración por amenidades se suele elaborar un subregistro donde se detalla el número de migrantes, sin embargo, se tiene poca claridad en torno a sus motivaciones para migrar (Matarrita-Cascante, 2017). En los estudios se expone con mayor claridad el perfil de la migrante trasnacional proveniente de Norteamérica y Europa, en la mayoría de los casos (Emard y Nelson, 2020; Hayes, 2015a), que el de los migrantes nacionales. Para Rainer (2019), lo que distingue a los migrantes que van del norte al sur de aquellos que se mueven en la dirección contraria, es su privilegio. Quienes migran al sur mejoran sus condiciones de vida ya que tienen costos de vida más bajos, sistemas de atención médica más accesibles económicamente y pueden cruzar las fronteras con pocas restricciones.
En general, los migrantes representan un grupo demográfico similar: con frecuencia son jubilados blancos de la generación del baby boom, bien educados y ricos (Janoschka, 2009). Aunque este perfil constituye una parte significativa de las investigaciones y son el foco de gran parte de la literatura sobre categorías de migrantes privilegiados, nuevos perfiles están siendo estudiados como los profesionales y comerciales, los viajeros y mochileros, así como migrantes más jóvenes -de entre 20 y 30 años- para residir en ciudades pequeñas, intermedias o zonas rurales circundantes a estas para vivir por períodos de meses o años, o que pueden tener la intención de quedarse por el resto de sus vidas. Los migrantes más jóvenes o los turistas de estadías prolongadas a menudo se involucran en actividades de pequeñas empresas, relacionadas con las artes y la artesanía, la agricultura o la salud (Hayes, 2015b).
Otros migrantes, por otro lado, se trasladan a comunidades rurales ricas en amenidades para desempeñar un empleo remoto usando tecnología, establecer negocios o buscar trabajo en la comunidad (Matarrita-Cascante, 2017).
MacAdoo Espinoza et al. (2019) refieren dos tipos de migrantes por estilo de vida: dominantes y reflexivos. Mientras que los dominantes están más interesados en los objetivos personales a expensas de la naturaleza, los reflexivos son más sensibles a la realidad cultural y ambiental de las comunidades anfitrionas. Los dominantes aprecian las transformaciones socioculturales y del paisaje físico fomentadas por su presencia, mientras que los reflexivos se integran más en las redes sociales preexistentes.
Efectos de la migración por amenidades en américa latina
Tanto en el ámbito social como en el económico, los impactos de la migración por amenidad pueden ser diversos. Los hallazgos evidencian más aspectos negativos que positivos.
Los beneficios de la migración de servicios o estilos de vida en los destinos de América Latina se distribuyen de manera muy desigual entre los diferentes grupos sociales. Si bien los grandes terratenientes, junto con los promotores inmobiliarios nacionales e internacionales, los inversores y los migrantes son agentes activos y obtienen beneficios, en muchos destinos la población local lucha cada vez más con el rápido aumento de los costos de la tierra y de la vida. En este sentido, la migración se basa en estructuras socioespaciales desiguales heredadas históricamente y al mismo tiempo las profundiza (Rainer, 2019).
Las desigualdades sociales que sustentan la estructura de la migración por amenidades engendran múltiples repercusiones. Por ejemplo, en la transición de las tendencias laborales se ha desplazado a los empleos centrados en la extracción o en la agricultura por aquellos orientados a la prestación de servicios. Otros efectos son: el aumento en el valor de la propiedad, los impuestos y los costos de vida; una mayor demanda de infraestructura, actividades comerciales y servicios públicos; el aburguesamiento emergente; los cambios en los niveles de capital social, la propiedad de la tierra y la conversión de uso del suelo; el incremento en los niveles de contaminación y degradación ambiental; el desplazamiento de las poblaciones locales; las modificaciones sustanciales del paisaje, y la segregación residencial (Matarrita-Cascante et al., 2015; Matarrita- Cascante y Stocks, 2013).
Adicionalmente, otra repercusión recurrente de las migraciones por amenidades que revelan los estudios es la gentrificación rural, la cual está ligada a patrones de contraurbanización, un fenómeno impulsado por una creciente movilidad residencial debido a las preferencias de estilo de vida en el campo de migrantes altamente educados, calificados y ricos. Por tanto, la contraurbanización -como un tipo de migración de servicios con connotaciones globales- cubre ampliamente las áreas costeras y montañosas, y esencialmente cualquier paisaje idílico (Rainer, 2019; Vergara et al., 2019; Yuan et al., 2021).
En contraste con los hallazgos anteriores, para Lorenzen (2021) el desplazamiento residencial directo no es un impacto predominante de la gentrificación rural. En primer lugar, la migración en entornos rurales con frecuencia es el resultado de una reestructuración rural más amplia que precede a la gentrificación y obedece a un cambio en los perfiles de los anteriores residentes. Las oportunidades económicas y de empleo nacientes que están vinculadas a la gentrificación pueden ayudar a disminuir la migración rural y con ello los residentes de mucho tiempo pueden beneficiarse si venden parte de su propiedad.
La segregación socioespacial constituye otro de los efectos negativos de la migración a destinos de América Latina. La mayoría de los migrantes del estilo de vida global eligen vivir en comunidades cerradas o en casas rodeadas de vallas altas que los separan espacialmente de otros residentes de la comunidad. La segregación espacial se ve agravada por las diferencias de idioma, los hábitos de socialización y la hipermovilidad de los migrantes de estilo de vida que viajan con frecuencia hacia y desde su país de origen. Por tanto, la segregación social por parte de este tipo de migrantes y de otros residentes a menudo resulta en una participación desigual en los procesos comunitarios de toma de decisiones (Emard y Nelson, 2020).
Entre los impactos de la migración por amenidad, tanto nacional como internacional, se encuentran la demanda de mano de obra poco cualificada, las desigualdades socioeconómicas y las socio-ecológicas. La agudización de la migración por amenidades y sus efectos colaterales (explosión de los precios de la tierra), así como la falta de planificación del crecimiento urbano, benefician a unos pocos actores mientras que se incrementa la privatización de recursos y la fragmentación socioterritorial. En este contexto de desigualdades toman fuerza las luchas de movimientos sociales y de comunidades indígenas por acceder a la tierra y al agua (Marchant Santiago y Aros Navarro, 2018; Rainer y Malizia, 2015; Spalding, 2017).
La solidaridad emocional ha sido descrita por Matarrita-Cascante y Suess (2020) como un impacto positivo en la migración por estilo de vida. Esta noción describe la percepción de un sentido de cohesión e integración que se desarrolla entre grupos sociales como resultado de acciones compartidas, creencias comunes e interacción. De igual forma, los migrantes pueden aportar una importante contribución económica, social y cultural a sus nuevas comunidades en forma de conocimiento, actitudes y comportamientos favorables al medio ambiente, participación, innovación y espíritu empresarial, todo lo cual puede estimular mejoras en la comunidad (Matarrita-Cascante, 2017). Por su parte, Sánchez (2019) rescata que la comunidad local muestra, en general, una actitud positiva hacia el turismo recreativo y la migración por amenidades, pero también reconoce que estos procesos pueden promover efectos de carácter socioeconómico, cultural, ambiental y social, lo que lleva a las personas a cuestionar sus beneficios reales.
Abordaje teórico y metodológico de los estudios
Las teorías en torno a la migración por amenidades pueden ser variadas. Una de estas es la de la alteridad como marco para analizar la migración, entendida como un encuentro de locales y migrantes que interpretan el contexto, al otro y a ellos mismos. Esta teoría permitió analizar cómo los locales y los migrantes desarrollan procesos de interacción y cohesión social, definiendo al otro y a sí mismos. La forma en que la búsqueda de reconocimiento revela las luchas por el poder se subraya por sus interacciones, valoraciones y conocimiento sobre el otro y sobre sí mismos en un contexto común (Matarrita-Cascante, 2017).
Otra de las apuestas teóricas se relaciona con un enfoque anticolonial en torno a la investigación sobre la migración por amenidades. Este enfoque aborda de manera crítica los estudios actuales realizando importantes aportes hacia el reconocimiento de la raza, la desigualdad y el poder en los sitios de destinos de estilo de vida, pero no sitúa por completo los impactos de la migración, las historias y las implicaciones raciales coloniales y neocoloniales (Benson, 2013; Emard y Nelson, 2020; MacAdoo Espinoza et al., 2019).
Es importante destacar también algunos tópicos temáticos similares o relacionados con los estudios de migración por amenidades, como la ecología política (Rainer, 2016), las actitudes y comportamientos proambientales (Matarrita-Cascante, 2017), la perspectiva del campo comunitario (Matarrita-Cascante y Stocks, 2013), las motivaciones para el cambio de residencia (Kordel y Pohle, 2018; Marchant Santiago y Aros Navarro, 2018; Rainer y Malizia, 2015; Sánchez y González, 2011; Winkler y Matarrita-Cascante, 2020).
En términos metodológicos, hay un predominio de estudios cualitativos en las investigaciones mencionadas anteriormente, en particular desarrolladas desde el método etnográfico. Como estrategia se hizo revisión bibliográfica, análisis documental y se realizaron entrevistas en profundidad a informantes clave, con observación participante y grupos focales. Aunque poco común, algunos estudios usaron como estrategias metodológicas los censos de las localidades para analizar los flujos migratorios.
Discusión
El objetivo de este estudio fue analizar la investigación producida en torno a la migración por amenidades en la ruralidad en América Latina entre 2011 y 2021. Hasta hace poco, se había prestado relativamente poca atención a la migración de estilos de vida y amenidades dentro de las Américas, un flujo que se mueve principalmente de norte a sur. Sin embargo, como sugieren estudios recientes, la migración de norteamericanos a destinos en América Latina aumentará considerablemente en los próximos años (Hayes, 2015a; Rojas et al., 2014).
Para McCarthy (2008), algunos elementos que han contribuido a la migración por amenidades son la movilidad de las élites, el rápido crecimiento de los ingresos relativos y absolutos de ciertas clases de profesionales urbanos, la flexibilización de restricciones a la propiedad extranjera en muchos países, la reducción de la distancia gracias a la evolución de las tecnologías del transporte y las comunicaciones, y por el aumento de la publicidad en torno a la venta de paisajes rurales. Todos estos factores han servido a la formación de un mercado cada vez más globalizado. El cambio en el paisaje antropogénico se constituye como uno de los efectos de la expansión de los asentamientos prominentes en la periferia de las áreas metropolitanas y en las regiones rurales con atractivos recreativos y estéticos (Hammer et al., 2004).
Suelen usarse en algunos estudios como sinónimos los conceptos de migración por amenidades, migración por estilo de vida y migración de servicios económicos. Las tres concepciones tienen en común el cambio de residencia en particular a las ciudades pequeñas, intermedias o zonas rurales circundantes a estas por parte del migrante atraído por la naturaleza, por una mejor calidad de vida o por intereses económicos (Emard y Nelson, 2020).
Los estudios sobre el tema se registran en mayor medida en América Latina, específicamente en Argentina, Chile, Ecuador, México y Panamá. En estas zonas los atractivos principales en términos de paisajes son las montañas de los Andes y en Centroamérica, en el caso de Panamá y Costa Rica, las zonas costeras.
Los estudios sobre migración por amenidades se centraron inicialmente en la comprensión de sus causas, encontrando que las condiciones sociales cambiantes facilitan el traslado de las personas a esas comunidades. Por el lado de la “demanda”, los cambios en las condiciones y en el valor de la fuerza de trabajo, las mejoras en la comunicación y el transporte, y la adopción de un estilo relacionado con el ocio, el turismo y la calidad de vida, han influenciado las formas de vida de las personas que deciden romper los patrones “tradicionales” de vida en la ciudad (Beyers y Nelson, 2000; Krannich y Petrzelka, 2004).
Unos de los vacíos de las investigaciones revisadas es que pocos estudios abordan la forma en que los migrantes y los residentes rurales locales se influyen mutuamente en el medio. Aún se desconoce la manera en que se desarrollan las relaciones sociales entre los nuevos residentes y los habitantes locales (Matarrita-Cascante, 2017; Matarrita-Cascante y Stocks, 2013; Matarrita- Cascante y Suess, 2020). Son escasos también los estudios que ponen la mirada en los residentes de la ruralidad (Vergara et al., 2019). Hay brechas de conocimiento respecto a los perfiles y motivaciones de los migrantes nacionales que deciden optar por una segunda residencia motivados en la ruralidad.
Los acontecimientos mundiales alrededor de la emergencia del COVID-19 impactaron las dinámicas sociales de la ciudad y del campo. El confinamiento, el miedo al contagio y a las repercusiones en el estado de salud contribuyeron al aumento de la movilidad de grandes metrópolis hacia sectores menos poblados o rurales, como lo enuncia Jiménez Avilés (2020). Aunque los resultados no permiten visualizar la migración por efectos de desastre o epidemias, particularmente el COVID-19 es un tema a responder en un futuro cercano, cuyo impacto en los territorios se evidenciará a corto y mediano plazo.
Un desafío importante en la investigación de este flujo migratorio es la falta de datos que puedan evaluar con precisión su volumen cambiante o configuración geográfica. En algunos países no suele haber instrumentos que identifiquen la renta, propiedad o registro de nuevas personas, de ahí que sea difícil evaluar qué porcentaje se muda principalmente por motivos de ocio más que por motivos laborales, o cuántos son ciudadanos naturalizados o migrantes no motivados por un estilo de vida recreativo. Sin embargo, hay varios indicios tanto cuantitativos como cualitativos que señalan su creciente importancia y de ahí el reto para los investigadores de profundizar este tema
Conclusiones
Es probable que la migración por amenidades continúe aumentando debido a la jubilación de la generación del baby boom, así como a los cambios culturales y tecnológicos provocados por la globalización (Hayes, 2015a) y los efectos asociados a la pandemia. Por lo tanto, los estudios sobre el tema son oportunos e importantes en la comprensión de los patrones de movilidad geográfica contemporáneos y pueden proporcionar una comprensión teóricamente inclusiva tanto de los migrantes como de los miembros de la comunidad en los sitios de destino.