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Política, globalidad y ciudadanía

versión On-line ISSN 2395-8448

Polít. globalidad. ciudad. vol.9 no.17 Monterrey ene./jun. 2023  Epub 06-Oct-2023

https://doi.org/10.29105/pgc9.17-09 

Artículos

Elementos clave del socialismo con características chinas: desarrollo intelectual hasta el mandato de Xi Jinping

Key elements of socialism with Chinese characteristics: intellectual development up to Xi Jinping’s presidency

Borja García-Vázquez1  , Responsable Académico del Grado en Derecho
http://orcid.org/0000-0003-0055-6917

1Doctor en Métodos Alternos de Solución de Conflictos, por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Responsable Académico del Grado en Derecho en Centro de Estudios Garrigues, España, email: borjagarcia131@gmail.com


Resumen

El socialismo con características chinas es un cuerpo doctrinal conformado por el aporte ideológico de los dirigentes políticos de República Popular China desde Mao Zedong hasta Xi Jinping, en un compendio intelectual flexible, que sin olvidar sus raíces ha sabido adaptarse a las nuevas necesidades del país, combinando elementos del saber tradicional chino, presentando una interpretación del marxismo-leninismo netamente original. Este artículo tiene por finalidad identificar los elementos que dan sustento al modelo ideológico promovido por el Partido Comunista de China, por medio de la revisión documental del discurso de sus líderes, de acuerdo a lo contenido en los volúmenes publicados por la Editorial Lenguas Extranjeras, que en conclusión muestra cómo se ha originado un sistema teórico que es flexible y adaptable, fundado en un partido único de ideología marxista que defiende la coexistencia con el capitalismo, la apertura económica para la obtención de inversión extranjera, la integración de los distintos estratos sociales y la reducción de la desigualdad entre ellos, como medio con el que vertebrar la actividad de esta institución, que ostenta su primacía como guía del pueblo de la China continental.

Palabras claves: Partido Comunista de China; socialismo con características chinas; socialismo del siglo XXI

Abstract

The doctrinal body of socialism with Chinese characteristics is made up of the ideological contribution of the political leaders of the People's Republic of China from Mao Zedong to Xi Jinping, in a flexible intellectual compendium, which without forgetting its roots has been able to adapt to the new needs of the country, combining elements of traditional Chinese knowledge, presenting a completely original interpretation of Marxism-Leninism. The purpose of this article is to expose and identify the elements that support the ideological model promoted by the Communist Party of China, through the documentary review of the speech of its leaders, according to what is contained in the volumes published by Foreign Languages Press, that together has originated a theoretical system that is flexible and adaptable, founded on a single party of Marxist ideology, which defends coexistence with capitalism, economic opening to obtain foreign investment, the integration of the different social strata and the reduction of inequality between them, as a means with which to structure the activity of this institution, which holds its primacy as a guide to Chinese society.

Keywords: Communist party of China; socialism of the 21st century; socialism with Chinese characteristics

1. Introducción

Socialismo con Características Chinas

Con una historia aproximada de 4.500 años y una amplia variedad étnica y regional, las transformaciones vividas en China, sus movimientos revolucionarios y las nuevas tecnologías, hacen que sea un país complejo y múltiple (Lin, 2015, p. 15-16). Por estas razones, interpretar República Popular China -en adelante RPCh-, el Partido Comunista de China -en lo sucesivo PCCh-, y su guía basada en el marxismo como elementos estancos e inamovibles, constituiría un error si no se tratase de empatizar con la mentalidad del país. Es la idea sostenida por Borón (2006: 38) quien rehúsa ver el marxismo como un cuerpo teórico acabado, muerto y arcaico, opuesto al efecto negativo causado por la imposición doctrinal de la inefabilidad soviética, y su descrédito desde 1991, con la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas -en lo ulterior, URSS-.

Este abrupto final permite recuperar la teoría de la sociedad oriental, por la que se estimaba que los países de esta región alcanzarían el socialismo por vías y medios diferentes a los del resto del mundo; contradiciendo así la doctrina general soviética, que preconizaba el socialismo como fruto de un proceso universal y unidireccional de procesión de etapas en pos de este destino final (Brodersen, 1963: 162 .

Si limitamos el marxismo a la creatividad escrita por Marx y Engels, efectivamente el sistema ha evolucionado materialmente desde la redacción de sus trabajos, a nivel social y tecnológico; y habrían de considerarse obsoletas estas doctrinas, y declinar cualquier posición que se denomine continuadora de esta corriente de pensamiento. Por el contrario, si se concibe el marxismo como un sistema inspirado en el pensamiento de Marx, pero inacabado ante el constante desarrollo de las denominadas fuerzas productivas, y el inconcluso logro de la consumación del comunismo, evidentemente China se entendería como un país socialista.

Junto a la comprensión del marxismo como un sistema filosófico que ofrece una concepción del mundo, debe integrarse la visión del marxismo como una corriente política destinada a lograr la emancipación del individuo. En opinión de Arendt (2020: 96) “su contribución más explosiva, y sin duda la más original”, fue comprender la incompatibilidad entre pobreza y libertad, permitiendo interpretar las revoluciones no como levantamientos destinados a satisfacer únicamente necesidades materiales, sino como procesos consagrados a obtener la libertad.

Así, el marxismo se configura como un plan de gobierno a través de la aplicación de su doctrina, fundada en el método dialéctico (la oposición de tesis sobre hechos materiales, y no pensamientos basados en el razonamiento subjetivo, cuya confrontación permite avanzar el conocimiento hacia la verdad de los hechos, en paralelo al propio movimiento constante de la realidad) y una sociología propia (destinada a estudiar las relaciones de la sociedad, determinadas por la relación de los individuos respecto de los propietarios de los medios de producción), para acabar con las posibles clases sociales y cualquier grado de explotación entre las personas.

En el pensamiento marxista, la historia obedece a una constante propiciada por la acción creadora de los conflictos surgidos de los antagonismos, y las contradicciones dadas en toda sociedad (Borón, 2006: p.43); mientras que las relaciones internacionales no responden a una única concepción, como consecuencia de la disparidad de perspectivas políticas (Castells Mendivil, 1977, p.93 ) realidad corroborada en la Guerra Fría con las continuas fricciones entre la URSS y RPCh.

Ante la posición dogmática que sustentaron un gran número de regímenes del socialismo realmente existente, el propio pensamiento de Mao Zedong incluyó una cláusula de revisión de todo cuerpo doctrinal al final de su trabajo “De la práctica”, escrito en 1937, en el que exhortaba al lector a desarrollar una constante en su vida: descubrir la verdad por medio de la práctica, y a través de ella, comprobar y desarrollar la verdad, empleando la razón y la revolución para transformar el mundo objetivo y subjetivo (Mao, 1937b).

El mejoramiento continuo y la búsqueda de la verdad podrían verse como el elemento que da cabida a la especial flexibilidad del socialismo chino, cuyos cambios responderían así a la visión marxista contenida por el PCCh. Un constante cambio apreciado en las políticas de Mao, que rechazó en 1956 el principio estalinista de intensificar la lucha de clases en tanto que se desarrollaba la revolución, para volver a reestablecerlo en 1957 con motivo de su campaña anti derechista (Li, 2010, p. 115).

Como defendía Poulantzas (2005, p.16-19) en las obras clásicas marxistas no se contiene una teoría general del Estado, no por incapacidad, sino porque no es posible su existencia, ya que la ausencia de reglas comunes sobre las transformaciones de los modos de producción, imposibilita explicar “la transición de un Estado a otro”, del capitalismo al socialismo. Este razonamiento impediría analizar China dentro del proceso evolutivo de los sistemas políticos del resto del mundo, no siendo posible tampoco el empleo de términos y conceptos genuinamente occidentales, como la democracia.

En el contexto de la lucha contra Japón, Mao Zedong, entrevistado por el periodista británico James Bertram, definía la democracia como el gobierno centralista surgido de la alianza de campesinos, trabajadores y pequeña burguesía, que permitiría al pueblo organizarse, entrenarse y armarse libremente para la autodefensa (Mao, 1937c). Mao propugnaba un modelo propio de Estado, genuinamente chino, distinto de las democracias parlamentarias de occidente, y de la dictadura del proletariado defendida por la URSS.

Su idea sustentaba el liderazgo del PCCh sobre el proletariado como motor de la revolución socialista (Mao, 1937, a), mediante la subordinación del individuo al Partido (Mao, 1938). A su vez, concebía la libertad de los miembros del mismo para expresar libremente sus iniciativas, fomentando la creatividad, su puesta en práctica y la asunción de responsabilidad por sus integrantes, lo que era visto un acto de democracia (Mao, 1938). Por ello, Mao había advertido que como consecuencia del proceso revolucionario surgiría en China una nueva república democrática, distinta del modelo estadounidense-europeo y de la auspiciada por la URSS, dadas las especiales características de los países coloniales (Mao, 1940).

Así, acabada la guerra contra Japón y finalizada la guerra civil china, Mao propuso un sistema de “dictadura democrática popular”, que permitiría al país transitar desde su posición eminentemente agrícola hasta convertirse en una sociedad plenamente industrializada, bajo el liderazgo de la alianza del proletariado y el campesinado, con el que alcanzar la unidad, la democracia, la paz y una sociedad socialista (Mao, 1948).

Estas ideas forman parte del denominado “pensamiento de Mao Tse-Tung” donde a través de la práctica del pensamiento marxista adaptado a la realidad china, pretendía conseguir la revolución y el triunfo del socialismo con la creación del PCCh y el Ejército Popular de Liberación (Xiaome, 2018, p.149). Un proceso de lucha para obtener un Estado socialista, a través de “industria, agricultura, ciencia y cultura modernas” (Mao, 1957).

Fue a partir de los últimos años de la guerra sino-japonesa, cuando comienza el movimiento ideológico de Yan´an, a partir de dos trabajos de Mao Zedong publicados en 1942, “Rectifiquemos el estilo de trabajo del Partido” y “Oponeros a los escritos estereotipados del Partido”, en los que a través de la crítica al burocratismo comienza a desarrollarse un marxismo distanciado del modelo soviético, el conocido maoísmo.

El maoísmo representa la adecuación del marxismo a las condiciones autóctonas de China, atendiendo a la base eminentemente agrícola de la nación, priorizando el espíritu revolucionario del campesinado como principal fuerza de cambio; siendo las masas de agricultores el sostén que permitió el triunfo de las fuerzas comunistas en el periodo de la Guerra civil china, y presentó un modelo guía que fue seguido en todo el mundo por diferentes movimientos de liberación nacional.

Con posterioridad, su pensamiento fue llevado al extremo durante la Revolución Cultural, un periodo en el que, para combatir las posibles contradicciones entre la dirección y las masas, se implementó la política de la revolución ininterrumpida, con que sostener la crítica constante para evitar el revisionismo, el burocratismo y las tendencias derechistas.

Tras el fallecimiento de Mao, y no obstante a los desmanes cometidos en sus últimos años de gobierno, en el periodo de la Revolución cultural entre 1966 y 1976 su pensamiento se mantuvo como uno de los fundamentos del cuerpo ideológico del PCCh, habiéndose enriquecido con los sucesivos aportes de sus sucesores, constituyendo en la actualidad los elementos de guía del Partido, de acuerdo con lo reconocido en el preámbulo de la Constitución vigente hoy en RPCh:

Nosotros, el pueblo chino de todos los grupos étnicos, continuaremos, bajo la dirección del Partido Comunista de China y la guía del marxismo-leninismo, el pensamiento de Mao Zedong, la teoría de Deng Xiaoping, la teoría de la triple representatividad, la perspectiva científica del desarrollo, y Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con peculiaridades chinas para la nueva era, para defender la dictadura democrática popular, mantener el camino socialista. (Congreso Nacional Popular de República Popular China, 2019)

A fin de distinguir aquellos elementos clave que componen el socialismo con características chinas, se exponen los principales aspectos identificados en los discursos pronunciados por los sucesores de Mao Tse-Tung, explicando las líneas maestras del pensamiento correspondiente a cada gobierno, desde su fallecimiento hasta el presente mandato de Xi Jinping, finalizando con el apartado de conclusiones.

2. Fundamento teórico

Deng Xiaoping, el reformador y padre del socialismo con características chinas

La década de 1970 supuso una transición entre el Estado chino revolucionario y aislado construido por Mao Zedong -tras la supresión de sus colaboradores, la conocida como “banda de los cuatro”-, y su paulatina moderación y aperturismo al exterior debido a las políticas reformadoras de Deng Xiaoping, las cuales, de acuerdo con Márdero Jiménez (2017, p. 855) pueden sintetizarse en el comercio, la recepción de inversiones extranjeras y el impulso del sector privado.

El objetivo era lograr la modernización del país con la separación de poderes entre las instituciones del Estado y el PCCh, y establecer un mercado socialista basado en la propiedad pública (Xiaomei, 2018, p.148). Para ello se pusieron en práctica las cuatro modernizaciones planeadas por el primer ministro Zhou Enlai -agricultura, ciencia y tecnología, defensa, e industria-, dirigidas por los cuatro principios planteados por Deng Xiaoping: la defensa de la dictadura del proletariado, bajo el liderazgo del PCCh, manteniendo como elementos guía el pensamiento de Marx, Lenin y Mao, con el objetivo último de sostener la vía socialista (Bregolat, 2008, p. 36).

El planteamiento fundamental de toda la línea de pensamiento de Deng Xiaoping, estaba dirigida principalmente a tratar de responder qué es el socialismo y cómo se construye una sociedad acorde a este sistema (Xiaomei, 2018, p. 150), dejando conscientemente las políticas del periodo revolucionario previo, en favor de la modernización a semejanza de Taiwán (Mansilla, 1986, p. 376,), evitando los dogmatismos que lastraban al país.

Así lo defendió veladamente en 1977, al argumentar como era “inaceptable trasplantar lo que dijo el camarada Mao Zedong sobre un problema determinado a otro lugar distinto y lo que dijo bajo determinadas condiciones a otras condiciones distintas” (Deng, 1984); aunque a posteriori criticó expresamente los errores cometidos por Mao al final de su mandato: “Lamentablemente, en la noche de su vida, particularmente durante la Revolución Cultural, cometió errores -y no fueron menores- que trajeron muchas desgracias a nuestro Partido, a nuestro Estado y a nuestro pueblo” (Deng, 1980).

En todo caso, pese al reconocimiento expreso a los errores cometidos por Mao, restó importancia a los mismos, repartiendo las culpas entre sus colaboradores, explicando a continuación desde el marxismo, cómo el socialismo es una primera etapa que abarca un largo periodo de tiempo, destinada a que converjan los intereses colectivos e individuales, para desarrollar la producción y transitar posteriormente al comunismo donde los intereses respondan a las necesidades a satisfacer (Deng, 1980).

La síntesis de la visión socialista de Deng Xiaoping puede formularse a través de sus distintas manifestaciones públicas. En su discurso “Construir una civilización socialista con unos altos estándares materiales, culturales e ideológicos” pronunciado el 29 de abril de 1983, enmarcado en pleno proceso de reformas, se cimentan las ideas de progreso que marcarían a China hasta la fecha: un Estado socialista, guiado por un partido que sigue con devoción el marxismo con el propósito de lograr el desarrollo de las fuerzas productivas para conseguir el perfeccionamiento de los niveles de vida de la población (Deng, 1985, p. 16).

La acuñación del concepto “socialismo con características chinas” se encuentra en un discurso dado por Deng el 30 de junio de 1984, que sirvió para denominar todo el pensamiento de su era. En él, defendía cómo el marxismo había permitido a China levantarse de las agresiones y humillaciones que había sufrido del extranjero desde las guerras del opio (Deng, 1985, p. 35), percibiendo en el socialismo el sistema que permitiría al país conseguir una distribución igualitaria, a la par que evitaría la polarización de la sociedad, mientras se configuraba la capacidad productiva durante las siguientes tres décadas (Deng, 1985, p. 37).

Por este motivo se planeaba la apertura económica a la recepción de capitales extranjeros, siendo estos la raíz sobre los que se desarrollaría el socialismo en el país, requiriéndose a tal fin, la flexibilidad y el aprendizaje durante su proceso de creación:

nuestra economía socialista es tan grande que puede absorber decenas de miles de millones de fondos extranjeros sin afectar a los fundamentos de nuestra economía (…) la inversión extranjera servirá a la construcción del socialismo en nuestro país (…) debemos acumular experiencia e intentar nuevas soluciones a los problemas que surjan (Deng, 1985, p. 39).

Deng planteaba así la primera etapa de construcción del socialismo en China, con la finalidad de obtener mejores condiciones educativas y materiales para la población en el año 2000, y cuadruplicar el producto interior bruto en un plazo de 30 a 50 años (Deng, 1985, p. 60).

A su vez, en un ejercicio tendente a garantizar la juventud de los gobernantes, Deng defendió cómo los dirigentes de mayor edad debían ir cediendo el testigo a los jóvenes, más capaces por su flexibilidad y cualificación que los veteranos del Partido, con la finalidad de poder darles un lugar desde el que aportar su conocimiento (Deng, 1985, p. 63); e igualmente, con intención de acabar con los paternalismos en el seno del PCCh, criticados por Deng al generar situaciones de vasallaje que impedían la creación de una democracia socialista (Deng, 1984, p. 357).

Otro elemento al que prestó atención Deng Xiaoping fue la coexistencia con el capitalismo en el mismo territorio chino, bajo la acuñación del concepto “Un país, dos sistemas” en alusión a la problemática existente en los territorios de la ciudad de Hong Kong y la isla de Taiwán. Para él RPCh debía mantener el socialismo, al igual que Taiwán y Hong Kong estaban obligados a continuar con el capitalismo, para no poner en peligro el conjunto de la economía del país (Deng, 1984, p. 41).

En síntesis, atendiendo a la explicación de Lin Chun, el socialismo se construye (opuesto al capitalismo, basado en la producción con ánimo de lucro) como el sistema que fundamenta su producción en las necesidades (Lin, 2006, p. 84), para acabar con todo tipo de explotación, y males sociales como son la alienación, el analfabetismo y el hambre (Deng, 1984, p. 117), donde el medio para lograrlo sería a través de un Estado que permita alcanzar la igualdad (Deng, 1984, p. 103), el bien común de acuerdo con la máxima “a cada cual según su trabajo” (Deng, 1984, p. 84), y en último término suprimir las clases y la burocracia propugnando la autogestión (Deng, 1984, p. 103).

La política de Deng Xiaoping emplea el capitalismo (en una versión controlada ampliamente por el PCCh), como método para obtener la expansión del socialismo y una vez alcanzado, conseguir la transformación al comunismo. Considerando el pensamiento de Deng Xiaoping, centralizado en los aspectos económicos, sus políticas de renovación podrían interpretarse en un triple sentido:

Primero, como medio de mejorar el bienestar de la sociedad china, al pensar que no es posible el socialismo mientras exista la penosidad en el trabajo fruto de la explotación; entendiendo está en el sentido amplio expuesto por Douglass C. North y Roger LeRoy Miller: “no recibir una paga suficiente por lo que se vende” y “tener que pagar demasiado por lo que se compra” (North y LeRoy, 1976, p. 158). Así, la política del PCCh tendría que estar dirigida a mitigar esta brecha, consiguiendo la paridad entre ambas y suprimiendo finalmente la explotación.

Segundo, como forma de lucha contra su sistema antagónico, el capitalismo burgués. Este punto coincidiría con la propuesta de Wallerstein, recogida por Lin (2006, p. 44), por la cual el único medio posible de cambiar el sistema es sobrecargándolo, lo que llevaría a la desaparición del capitalismo.

Tercero, como vía para mantener actualizada la religión comunista, si es que es entendida como tal, de acuerdo con la crítica efectuada por Losurdo (2021: p. 224) “por dolorosa que sea”, de ver el comunismo “como una religión de evasión”. Partiendo del supuesto religioso, si utilizamos el criterio de Rudolph Bultmann sobre la necesidad de desmitologización y olvido de las cosmologías antiguas (en referencia al Nuevo testamento, que podría hacerse extensible al marxismo) si se quiere que la religión tenga sentido ante la evolución y los cambios sociales (Caputo, 2005, p. 105), la forma que tiene el PCCh de mantener con vitalidad su dirección a través del marxismo-leninismo, es desacralizando sus dogmas (relativos a una época cuyos procesos de producción han sido ya superados), y adaptándolos al devenir de los tiempos sin incurrir en anacronismos.

Pese a su denominación comunista, los cambios económicos experimentados en las últimas décadas hacen ver a este país como una economía capitalista. Con la apertura económica de 1979, se produjo la decepción generalizada de la población, al presenciar que el nuevo sistema producía mayor bienestar que durante el régimen de Mao, lo que llevó a solicitar mayor libertad para el pueblo, dando lugar a las manifestaciones de Pekín de mayo de 1989, y a la posterior masacre ocurrida en la plaza de Tiananmen, que desde el extranjero fueron percibidas como una contradicción a los principios del PCCh, al defender su poder antes que atender a las demandas de la ciudadanía (Fernández Bermejo, 2010, p. 107-108), mientras que desde el interior fueron identificadas como fuerzas conspiradoras contra el país.

Los intelectuales chinos de mediados de 1980, pedían mayor libertad para el pueblo y la creación de un Estado moderno, reposicionando sus aspiraciones en 1990 hacia la promoción del nacionalismo (Jilin, 2018, p. 22). La búsqueda de mayor democracia por la población china se saldó con unos 1.500 muertos y 5.000 heridos en las inmediaciones de la plaza de Tiananmen, un “trauma político” que afectó a la economía del país, sin que ello alterase el continuismo del PCCh, a diferencia de su homólogo ruso frente a las reformas de Mijail Gorbachov (Tamames y Debasa, 2013).

La triple representatividad de Jiang Zemin

El secretario general del PCCh entre 1989 y 2002, y presidente del gobierno entre 1993 y 2003, Jiang Zemin, constituye el representante de la etapa posterior del pensamiento oficial del régimen chino, acuñado bajo la formulación oficial de la denominada “Triple Representatividad” (Xiaomei 2018, p. 150). Esta renovación política modificó elementos que habían sido centrales desde tiempos de Mao, como el concepto de dictadura del proletariado o la lucha de clases (Bregolat, 2008, p. 50).

El pensamiento de Jiang Zemin se ubica alrededor de cuál es la función que desempeña el PCCh, considerándolo un modelo de representación del bien común, la cultura y las fuerzas productivas de la sociedad china (Xiaomei, 2018, p. 151). En él se dejó de hablar de clases sociales, sustituyéndolo por estratos sociales, lo que dio al régimen chino una mayor flexibilidad, permitiendo la inserción en el PCCh de empresarios surgidos de las reformas económicas (Bregolat, 2008, p. 50-51).

Con esto hubo una ruptura con la doctrina marxista, que sostenía que el motor de la historia siempre ha sido la lucha de clases, tal y como contemplaba el Manifest der Kommunistischen Partei, al defender la célebre premisa grabada en las bases de esta corriente de pensamiento, por la cual “Die Geschichte aller bisherigen Gesellschaft ist die Geschichte von Klassenkämpfen” (Marx, 1848).

El concepto de clases fue recogido de un borrador de Marx, quien esperaba redactar su versión definitiva cuando se diesen los cambios sociales que él preveía, y que fue publicado póstumamente por Engels al final del libro tercero de El Capital (Marx, 2009ª, p. 10); en el que Marx, expuso un bosquejo de tres clases conforme al origen de su fuente de ingresos, basada en su método de producción: asalariados, del salario adquirido de su fuerza de trabajo; capitalistas, de las ganancias obtenidas de su capital; y terratenientes, de las rentas recabadas de la propiedad de sus tierras (Marx, 2009b, p. 1123-1124).

En cualquier caso, la clasificación de Marx se muestra incompleta, reconociendo el propio autor, cómo la existencia de infinitos intereses y posiciones dentro de las clases anteriores, provoca la interminable aparición de estas (Marx, 2009b: 1124). Frente a ellos, a través de diversos escritos encontramos el lumpenproletariado o el proletariado andrajoso, cuyas condiciones de vida le mantienen ajeno a la revolución (Marx, 1848) y que Marx identificaba con lo que los franceses denominaban la bohéme, es decir:

Neben zerrütteten Roués -Wüstlingen- mit zweideutigen Subsistenzmitteln und von zweideutiger Herkunft, neben verkommenen und abenteuernden Ablegern der Bourgeoisie Vagabunden, entlassene Soldaten, entlassene Zuchthaussträflinge, entlaufene Galeerensklaven, Gauner, Gaukler, Lazzaroni, Taschendiebe, Taschenspieler, Spieler, Maquereaus -Zuhälter-, Bordellhalter, Lastträger, Literaten, Orgeldreher, Lumpensammler, Scherenschleifer, Kesselflicker, Bettler, kurz, die ganze unbestimmte, aufgelöste, hin- und hergeworfene Masse, die die Franzosen la bohème nennen. (Marx, 1852)

Atendiendo a los grupos expuestos, se observa cómo la clasificación de las clases responde, desde la esfera jurídica, a la propiedad que tiene el individuo sobre los medios de producción, siendo este el elemento condicionante del resto de relaciones sociales, contrarios por la disparidad de estados que llevarán a la lucha de los individuos por la incompatibilidad de intereses existentes (Roll, 1955, p. 266-267).

La clasificación por estratos de Jiang Zemin provocó una evolución social del PCCh, y una restitución histórica con los efectos nocivos que arrastraba el país desde la Revolución Cultural. Previo a estos incidentes la nación se había desarrollado bajo la idea del “frente unido”, razón por la que los miembros de la burguesía habían sido respetados, gracias a la ayuda prestada a la causa revolucionaria (Lin, 2006, p. 112).

Por este motivo, la maniobra de Jiang Zemin buscaba retornar a esa unidad, en beneficio del conjunto de China, teniendo por meta unificar a todos los estratos sociales del país, para lograr un país fuerte y próspero (Bregolat, 2008, p. 53). Esta era una de las claves de su política, por la cual el PCCh representaba a la cultura china, los intereses principales de su pueblo y sus empresarios (Rodríguez, 2006, p. 168).

En conjunto, esta política estaba destinada a conseguir que el PCCh, “la piedra angular del sistema” (Jiang, 2002, p. 14) se mantuviese como vanguardia social, no exclusivamente de la clase trabajadora, sino de toda la población (Jiang, 2002, p. 7), canalizando el entusiasmo y las iniciativas de emprendimiento (Jiang, 2002, p. 20), mientras se producía la apertura y consolidación de la economía de mercado socialista (Jiang, 2002, p. 7).

Jiang Zemin mantenía la posición de internacionalización y desarrollo iniciado por Deng Xiaoping, junto con un retorno al tradicionalismo marxista-leninista. Asimismo, su pensamiento rescataba las ideas de Lenin en su obra “¿Qué hacer?”, donde no solo bastaba autodenominarse vanguardia, sino que era necesario que se obrase como tal, para lo que era necesario exactamente una política de vanguardia, cumpliendo con la máxima leninista por la cual no puede haber un movimiento revolucionario sino hay teoría revolucionaria (Lenin, 2010, p. 40).

El PCCh debía ser la vanguardia del pueblo y del propio Partido (Jiang, 2002, p. 25) pero adaptándose a los nuevos tiempos, defendiendo la posición expuesta por Deng Xiaoping al decir que:

Si un partido, un país o una nación se apega a los dogmas, actuando por un pensamiento anquilosado, y es superado por la superstición, no podrá nunca avanzar, morirá su esperanza de vida, y tanto el partido como el país estarán condenados (…) solo emancipando la mente, perseverando en la búsqueda de la verdad a partir de los hechos, actuando de acuerdo a la realidad y vinculando la teoría con la práctica, nuestro impulso de modernización socialista podrá funcionar sin problemas, y las teorías de nuestro partido, basadas en el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao, podrán desarrollarse sin problemas. (Jiang, 2002, p. 27-28)

No bastaba con que el Partido constituyese el elemento de control del Estado, sino que debía cumplir eficazmente librándose de los dogmas que se lo impidiesen. Una dinámica continuista y agravada hasta la actualidad.

La Concepción Científica del Desarrollo de Hu Jintao

Hi Jintao es el creador del pensamiento denominado Desarrollo Científico, generado durante su etapa como secretario general del PCCh -2002 a 2012- y presidente del gobierno de RPCh -2003 a 2013-, presentado como vía reflexiva con la que buscar solución a las contradicciones internas generadas en el país debido a su éxito económico, con lo que perseguía conseguir “una sociedad moderadamente próspera” (Xiaomei 2018, p. 151).

La política de Hu Jintao, al igual que ocurrió con Jiang Zemin, se apoyó en la labor de profesores universitarios como Wang Huning (académico de la Universidad de Fudan) y Li Jinru (miembro de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghai), que acuñaron la triple representatividad y otros eslóganes para el PCCh (Noesselt, 2016, p. 174). Tras la elección de Hu Jintao, la idea de la triple representatividad -un concepto originalmente elitista-, comenzó a ser aplicada de forma populista al cambiar el énfasis entorno a las fuerzas productivas sociales en favor de la expresión de los intereses generales de la población (Duchâtel y Godement, 2009, p. 8); fundándose en la obtención del crecimiento económico, pero no a cualquier precio. Su objetivo principal era ayudar a los desfavorecidos y lograr una sociedad próspera y armoniosa para el año 2020 (Bregolat, 2008, p. 148-149).

Se trataba de no agrandar la brecha social existente en China para que pudiese continuar el avance del país, deteniendo el crecimiento de las diferencias y la ineficiencia que estas podían crear. Asimismo, Hu Jintao amplió en 2005 el concepto de “sociedad armoniosa” a “mundo armonioso”, siendo la primera manifestación de las aspiraciones de RPCh a la gobernanza global (Gottwald, 2016, p. 128). Esta visión encajaría con la postura que mantenía en el siglo XIX Proudhon, quien consideraba que el uso pleno de las capacidades de una sociedad exclusivamente podía darse cuando están en equilibrio todas las fuerzas que la componen (Roll, 1955, p. 250) (figura 1).

Fuente: Información obtenida del Banco Mundial (2022).

Gráfico 1: Evolución demográfica china 1990-2015. 

Desde 1990 prácticamente 800 millones de personas han abandonado la pobreza. En 2009, más de 825.000 personas disponían de media 1,5 millones de dólares, y unas 51.000 contaban con 14,7 millones de dólares (Bloomberg News, 2009), a finales de 2011 el país tenía 7.905 multimillonarios (un 78% más que en los cuatro años anteriores) (Burn-Murdoch, 2012) y en 2017, 55 personas se convirtieron en archimillonarias (The New York Times, 2018).

Su población ha aumentado hasta los 1.400 millones en 2018, al igual que ha ocurrido con el PCCh, que ha visto crecer sus filas en las últimas décadas, en la siguiente proporción (Figura 2):

Fuente: Información obtenida de la página web del periódico del PCCh.

Gráfico 2: Evolución del PCCh (1945-2007). 

El crecimiento del número de miembros del PCCh es reflejo del aumento demográfico experimentado por China durante todo el siglo XX, que pasó de una población aproximada de 667 millones en 1960, primer año del que hay registro en la cuantificación realizada por el Banco Mundial (2022) a algo más de 943 millones en 1977, 1.318 millones en 2007, y 1.393 millones en 2018.

Por otra parte, se considera que el liderazgo del PCCh, tradicionalmente en poder de ingenieros, se ha flexibilizado, descentralizado en la figura de otros profesionales, principalmente abogados, emprendedores y aquellos que han estudiado en universidades extranjeras, como medio para ampliar la capacidad de guía del Partido (Duchâtel y Godement, 2009, p. 7). Por ello, la concepción científica del desarrollo estaba concentrada en el crecimiento coordinado y sostenible del bienestar de la población, a través de la indiscutible dirección del PCCh, con la inclusión de nuevos perfiles profesionales en la cúpula de este.

A pesar de la presencia omnímoda del PCCh, se estaba produciendo una despolitización de la ciudadanía, fundamentalmente entre los jóvenes, que estaba llevando a un vacío ideológico, aunque sin que ello supusiese una pérdida de apoyo hacia el gobierno, temido y admirado, pese a sus imperfecciones (Tamames y Debasa, 2013). Como resultado de esta situación, Hu Jintao proclamó en marzo de 2006, en un acto de paternalismo estatal, la nueva moral del Partido conocida en español como “Ocho honores y ocho deshonras”, con la finalidad de dotar de una guía ética a la sociedad por medio de las siguientes máximas:

  1. Ama el país; No hagas daño.

  2. Sirve a la gente; no perjudiques.

  3. Sigue a la ciencia; rechaza la ignorancia.

  4. Se diligente; no indolente

  5. Estemos unidos, ayudémonos unos a otros; no hagas ganancias a expensas de otros.

  6. Sé honesto y confiable; No niegues la ética para obtener ganancias.

  7. Sé disciplinado y respetuoso de la ley; No seas caótico y anárquico.

  8. Vive con sencillez, lucha duro; no te ciegues por lujos y placeres.

Las peculiaridades chinas de Hu Jintao pueden resumirse a partir de su informe presentado en el dieciocho Congreso Nacional del PCCh, donde si bien pudo reconocerse la senda teórica de sus predecesores y la preminencia del Partido en el conjunto del país, estructuró la vía destinada a la consecución del socialismo sobre cuatro principios fundamentales: 1) desarrollo y emancipación de las fuerzas productivas de la sociedad; 2) construcción de una civilización ecológica socialista, una cultura avanzada, una economía de mercado y una política democrática; y 3) promoción del desarrollo humano, con la finalidad de conseguir la prosperidad común de toda la población china, con el propósito de crear un país socialista armonioso, civilizado, democrático, moderno, poderoso y próspero (Hu, 2012).

El socialismo con peculiaridades chinas de la nueva época de Xi Jinping

Xi Jinping, considerado como el político más poderoso que conoce RPCh desde Mao Zedong, es un continuador de las reformas iniciadas por Deng Xiaoping (Márdero Jiménez, 2017, p. 857). El 15 de noviembre en el marco del dieciocho Comité Central del PCCh, fue nombrado su secretario general y presidente de la Comisión Militar Central del Partido (Wong, 2012), siendo elegido el 14 de marzo de 2013 a su vez como presidente de RPCh, durante la celebración de la doce Asamblea Popular China (Buckley, 2013).

El ascenso de Xi Jinping marca una nueva etapa en la política de su país, dando continuidad a la tradición del PCCh, apoyado por su defensa a ultranza del mismo. Si bien el Partido se limita al liderazgo ideológico, político y organizativo, es percibido como el rector de la sociedad, de acuerdo con lo expresado durante el diecinueve Congreso del PCCh: “Partido, gobierno, militares, civiles, académicos; este, oeste, sur, norte y centro, el partido dirige todo" (Tiezzi, 2019).

Se podría creer que trata de continuar el pensamiento de Jiang Zemin, readaptado en lo que se ha denominado “las tres responsabilidades de la dirigencia”, es decir, el PCCh es el encargado de dirigir al conjunto de la nación, el pueblo y el Partido, siendo a su vez responsable ante los mismos (Navarrete, 2013, p. 49); pero su origen se remonta a las ideas de influencia maoísta y soviética, de control a través de relaciones de dominación (Trevaskes, 2019, p. 254).

Bajo esta premisa se da una ruptura del proceso de separación entre el Partido y las instituciones de gobierno, que venía siendo alentado por los predecesores de Xi Jinping, dándose una reversión dirigida a la reunificación (Stephan y Muscat, 2018); siendo un retorno al tradicionalismo marxista-leninista, donde el Partido representa el centro de todo el sistema, sin que exista nada por encima del mismo.

De acuerdo con la última versión de los Estatutos del PCCh, aprobados en el diecinueve Congreso del PCCh, celebrado en Beijing el 24 de octubre de 2017, se establece un triple campo de acción: 1) El PCCh es vanguardia de la clase obrera y el pueblo chino; 2) Representa el núcleo dirigente de la causa del socialismo; 3) Su propósito superior es la consecución del comunismo, que solo será posible si la sociedad se desarrolla en su plenitud.

El PCCh sigue indudablemente liderando la sociedad, guardián y constructor del ideal socialista impulsado por la economía diseñada por Deng Xiaoping, favorecido por el proceso de deslocalización de la industria occidental de las últimas décadas, que ya había advertido Lenin ante la descarga del trabajo agrícola e industrial de occidente en otros países, como vía a alcanzar “la emancipación económica y, más tarde, política de las razas de color” (Lenin, 2016, p. 143), y por el apoyo a un eficaz sistema de control de la población potenciado por los adelantos tecnológicos, sirviendo de ejemplo los dos millones de cámaras de vigilancia instalados en la ciudad de Chongqing, donde hay una cámara por cada seis personas (Campbell, 2019).

Ante los cambios productivos y el desarrollo social, Xi Jinping ha promovido la disciplina del Partido, recriminando los denominados “cuatro hábitos malsanos” -burocracia, derroche, formalismo y hedonismo-, buscando la pureza del mismo, para ser en todo momento marxista (Xi, 2017); lo que podría interpretarse como una actualización del movimiento contra los tres males identificados por Mao en 1952 -burocracia, corrupción y despilfarro-, contra los pequeños y grandes tigres, calificativo con que se apodaba a los delincuentes -depredadores- del erario público, y que es empleado en la actualidad en los discursos de Xi Jinping.

El diecinueve Congreso permitió presentar la idea del presidente Xi para la consecución del socialismo a partir de 2020, distinguiéndose dos etapas: la primera, hasta 2035, estará centrada en perfeccionar el pensamiento de Hu Jintao, en virtud de la creación de una sociedad que consiga ser moderadamente próspera; la segunda, hasta 2050, más ambigua, está planeada para convertir China en un país avanzado, próspero y democrático (Xiaomei 2018, p. 152).

Xi Jinping es consciente que el gran problema que afronta su país -y la interpretación autóctona del socialismo- es la contradicción existente entre las exigencias de su población demandando mejores niveles de vida ante un crecimiento desequilibrado (Xi, 2017). No puede consolidarse el proyecto chino si no se consigue dar solución a la disparidad existente entre los multimillonarios, beneficiados por el aperturismo económico, y las personas que se encuentran como mano de obra en condiciones de cuasi esclavitud.

Consecuente con esta realidad, Xi Jinping proclamó “las cuatro conciencias” que ha de cumplir el PCCh, para reforzar su capacidad de administración “sobre la política, los intereses generales, el núcleo dirigente y el alineamiento”; y complementariamente “las cuatro integralidades”: consumar la construcción de una sociedad modestamente acomodada; profundización de la reforma; gobernar el país de acuerdo con la ley; y conseguir una disciplina rigurosa en el PCCh (Xi, 2017).

Para alcanzar estas metas, en el marco del XIX Congreso se expusieron “las cuatro convicciones” -camino, teoría, sistema y cultura- que ha de mantener el PCCh en la vía socialista (Xi, 2017). Garantizando estas líneas de pensamiento en el Partido, se pretende evitar el abandono de las doctrinas marxistas, sin degenerar en la osificación ideológica, con el compromiso para conseguir la culminación del socialismo chino.

Aunque la mayor parte de la población china considera el comunismo como el nombre del partido de gobierno y no como un ideal que alcanzar (Westad, 2019: 91), si se es consecuente con el pensamiento sostenido por los principales líderes del PCCh, tendría que replantearse la visión internacional respecto de la política china como verdaderamente socialista.

RPCh ha mantenido e incrementado progresivamente los lineamientos de Deng Xiaoping, encontrándonos hoy con la política del “desarrollo pacífico”, formalizada durante el gobierno de Hu Jintao, el 22 de diciembre de 2005 (Rocha Pino, 2006, p. 694), con el propósito de explicar el crecimiento de China, como una oportunidad pacífica y no amenazante para la comunidad internacional, sin que ello supusiese una renuncia a los derechos y responsabilidades del país asiático como nueva potencia mundial (Rocha Pino, 2006, p. 706).

Su origen se remonta al Tratado de Panchsheel, firmado el 29 de abril de 1954 entre RPCh y la República de India, en el que se establecieron los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica, destinados a garantizar la paz entre ambos países por la disputa territorial del Himalaya, por medio de la formulación de 5 principios: (1) respeto mutuo por la soberanía e integridad territorial de cada Estado; (2) no agresión entre países; (3) no injerencia en los asuntos internos de cada uno; (4) beneficio e igualdad mutuo, y; (5) coexistencia pacífica.

Xi Jinping sustentó esta vía desde antes de ser presidente de China, como se pudo apreciar durante su etapa de vicepresidente en una visita efectuada a México en 2009, en la que dio muestras de la postura que tenía respecto de la posición que ocupa su país en el mundo:

En medio de la crisis financiera internacional, China pudo resolver el problema de alimentar a sus 1.300 millones de personas, siendo esta nuestra mayor contribución a la humanidad (…) algunos extranjeros, con sus estómagos llenos y sin nada mejor que hacer nos señalan con el dedo (…) primero, China no exporta revolución; segundo, no exporta hambre y pobreza (Blanchard, 2012) ni causa dolores de cabeza (Moore, 2009); y tercero, no te hace perder el tiempo. Entonces ¿qué más se puede decir?. (Blanchard, 2012)

En el seno del PCCh se ha exhortado al empleo del marxismo como elemento de guía por el propio Xi Jinping (Observatorio de la política china, 2013), como expresó durante el 200º aniversario del natalicio de Karl Marx, al abogar por la necesidad de continuar aprendiendo de su pensamiento (Observatorio de la política china, 2018); pero en la realidad social se ha originado una situación contradictoria (aunque minoritaria) con la detención de estudiantes chinos autodenominados marxistas y maoístas, que han apoyado protestas por la mejora de condiciones laborales de obreros en la ciudad de Huizhou (Hernández, 2018).

El Partido y su dirección mantienen el ideal de culminación de una nueva sociedad, la socialista, pero en su propia percepción, sin permitir la irrupción de cualquier doctrina que contradiga su posición. Reconociendo la falta de experiencia de comprensión de funcionamiento de un gobierno por Marx y Engels, la incapacidad de abordar esta cuestión por Lenin (dada su pronta defunción pocos años después de la revolución de octubre) y los errores cometidos por la URSS, ha hecho que el PCCh, en opinión de Xi Jinping (2014), haya acumulado una vasta experiencia (aprendiendo de los errores del pasado) mejorando su capacidad de gobierno mediante las reformas y el aperturismo.

Como decía Mao Zedong, “las cosas se desarrollan sin cesar” refiriéndose a cómo China había cambiado entre 1911 y 1956, agregando que “al cabo de otros 45 años, esto es, para el año 2001, a comienzos del siglo XXI, China habrá experimentado cambios aún mayores. Será un poderoso país industrial socialista” (Mao, 1977); como efectivamente demostró el ingreso del país a la Organización Mundial del Comercio ese mismo año.

Ahora bien, en el caso de tomar por cierto el convencimiento actual, si China se haya hoy en la denominada primera etapa del socialismo, teniendo en cuenta su proyección centenaria, Bregolat (2008, p. 33) sitúa hipotéticamente el final de esta etapa en torno a 2050; y si posteriormente fuese continuada por un ciclo intermedio y avanzado, el establecimiento del comunismo sería entre los años 2300 o 2400.

De acuerdo con esta reflexión, se trata de un plan a muy largo plazo, difícil de garantizar y de cumplir, demasiado alejado como para considerarlo creíble, no solo por su amplitud cronológica, sino porque China no es el único país que conforma un mundo en el que la mayoría de los actores internacionales no comparten sus aspiraciones futuras.

3. Método

Diseño

La investigación ha empleado una metodología cualitativa, por medio del análisis del discurso de los dirigentes comunistas, sucesores de Mao Zedong: Deng Xiaoping, el iniciador de las reformas económicas y el aperturismo internacional de RPCh; Jiang Zemin, un punto de transición entre la anterior política comunista ante la nueva era capitalista; Hu Jintao, un líder moderado; y Xi Jinping, que ha logrado eclipsar a sus predecesores. La interpretación de sus escritos, contenidos en las obras seleccionadas de estos mandatarios, se ha practicado con la finalidad de delimitar los aspectos centrales que han configurado cada periodo de evolución del socialismo en las diferentes presidencias de RPCh.

Instrumentos

Para la construcción de la base de datos, se han consultado las obras seleccionadas de los principales dirigentes chinos que sucedieron a Mao Zedong en la posición de máximo director del Estado chino, que han sido publicadas por la editorial Lenguas Extranjeras, como exponentes de la construcción de esta interpretación genuinamente original del socialismo adaptado a las características de RPCh, unido a la labor de reconocidos especialistas en la materia.

Procedimiento

El sistema empleado ha respondido a la revisión documental de los cuatro lideres de RPCh posteriores a Mao Zedong, con el propósito de identificar aquellas ideas y razonamientos expresados por los dirigentes chinos, empleando como sustento interpretativo el aporte académico, con el objetivo de exponer los elementos sobre los cuales se ha construido el socialismo con características chinas, como cuerpo ideológico del PCCh.

4. Conclusiones

El pragmatismo concebido por Deng Xiaoping con su máxima destinada a primar la eficacia de cazar ratones de un gato, antes de juzgar cuestiones banales como el color de su pelaje, ha impregnado el PCCh, logrando una dictadura formada por un cuerpo ideológico flexible y mutable de acuerdo a las exigencias, pero crítico con su pasado sin caer en revisionismos; con lemas que van surgiendo para explicar los cambios de dirección política con la elección de cada nuevo dirigente, aunando la ideología derivada del pensamiento de Marx, Lenin y Mao, sin incurrir en fundamentalismos, y sumando a ellos el diálogo con el pensamiento tradicional chino, atendiendo a la propia naturaleza social del país, fundado en unos valores de mérito, orden y armonía, sin que ello obstaculice el convencimiento de sus líderes por la defensa a establecer el comunismo en China, y garantizar sus intereses nacionales en el mundo.

Los éxitos económicos alcanzados y la disminución de la pobreza, podrían hacer pensar erróneamente que el PCCh olvidaría sus principios y perdería su objetivo final, hasta modificar su estructura interna, con cambios políticos que le condujesen a una transición hacia la creación de una democracia parlamentaria. Esta situación está lejos de producirse, por las contradicciones que se dan al defender desde el Partido el estudio del marxismo, la represión de cualquier elemento discordante con los axiomas y la interpretación oficial, y por el desinterés y despolitización de la sociedad china, salvo por la élite en el gobierno, que vela por la misión de sus predecesores.

Jiang Zemin alteró la línea oficial, alejándose de conceptos clave del marxismo, huyendo de cualquier posición cuya rigidez se interpretase como dogma, con la misión de favorecer la incorporación de sectores que tradicionalmente quedaron excluidos de la vida política china, como ocurría con los empresarios, al objeto de representar las nuevas condiciones del país asiático. Con Hu Jintao, el Partido comenzó a ver cambios entre sus líderes, algunos de los cuales provenían del mundo del emprendimiento. A su vez, consciente de los cambios económicos y el desarrollo que vivía la población, temía la irrupción de notorias desigualdades en un sistema que pretendía no dejar a nadie atrás, razón por la que abogaba por las mejoras equilibradas y sostenidas, sin permitir que todo acto destinado al crecimiento estuviese legitimado. Xi Jinping ha mantenido una línea continuista sobre el particular, con campañas destinadas a combatir los excesos del personal al servicio del sistema, sin olvidar nunca que la meta última del Partido es la consecución del socialismo.

Nunca ocurrió un fin de la historia como vaticinó Fukuyama con la desaparición de la URSS. Actualmente nos encontramos en un periodo de nueva guerra fría con características chinas, determinada por la ambigüedad y la practicidad en su fundamentación discursiva frente a los valores promovidos por el rival geopolítico que representa EE. UU., con unos resultados económicos visibles desde RPCh, que presentan en conjunto una alternativa de modelo político al American Way of Life en forma de Chinese Way of Life.

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Recibido: 15 de Junio de 2022; Revisado: 01 de Julio de 2022; Aprobado: 28 de Octubre de 2022; Publicado: 26 de Diciembre de 2022

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