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Estudios de Asia y África

versión On-line ISSN 2448-654Xversión impresa ISSN 0185-0164

Estud. Asia Áfr. vol.58 no.1 Ciudad de México ene./abr. 2023  Epub 27-Mar-2023

https://doi.org/10.24201/eaa.v58i1.2793 

Artículos

Posibilidades literarias del recuerdo: las voces de los refugiados vietnamitas en Ru de Kim Thúy1

Literary Possibilities of Memory: The Voices of the Vietnamese Refugees in Kim Thúy’s Ru

Alba De Diego Pérez De La Torre1 
http://orcid.org/0000-0001-6664-4966

1Universidad de Waseda, Japón


Resumen:

La guerra de Vietnam marcó el sentir histórico-cultural de una época y dio lugar a un fértil movimiento literario que aunó testimonios verídicos y revisiones del conflicto por parte de autores de diversos países. Hoy en día, el carácter más realista de los primeros textos se ha combinado, desde el punto de vista creativo, con propuestas muy innovadoras. En este ámbito sobresale la novela Ru, de Kim Thúy, donde a través de la autoficción y de un estilo narrativo híbrido, entre la prosa y la poesía, se explora la complejidad que entraña el fenómeno del exilio y el desarraigo. El objetivo del presente artículo es analizar la profundidad de esta obra, que proporciona al lector una valiosa materia de reflexión sobre cuestiones históricas, literarias, sociales y psicológicas.

Palabras clave: literatura; exilio; desarraigo; Vietnam; infancia

Abstract:

The Vietnam War defined the historical and cultural sense of an era and produced a fertile literary movement that brought together true testimonies and reflections on the conflict, written by authors from various countries. The more realistic approach of the early texts has now been creatively combined with innovative literary mechanisms. An outstanding example is Kim Thúy’s Ru, a novel in which the author uses self-fiction and a hybrid narrative style that mixes prose and poetry in her exploration of the complex phenomenon of exile and uprooting. This article offers an in-depth analysis of this book, which contains valuable insights into historical, literary, social, and psychological issues.

Keywords: literature; exile; uprooting; Vietnam; childhood

Introducción

Ru, la novela que inaugura la carrera de Kim Thúy (escritora de origen vietnamita que actualmente reside en Canadá), fue publicada en el año 2009. Su éxito editorial, que impulsó su traducción a otras lenguas, entre ellas el español,2 y los premios que ha recibido en los círculos literarios (González Menéndez 2014, 182), confirman la pervivencia de un interés por la guerra de Vietnam. De entre todos los libros y las novelas que se han escrito sobre este tema, Ru destaca por un singular planteamiento, pues la estructura de la novela, e incluso la ambivalencia entre poesía y prosa que se desprende de sus páginas, parecen haber sido moldeadas por la impronta del recuerdo. Un recuerdo que, al ser compartido con el lector como una confidencia amistosa, logra transmitir con singular viveza la tragedia que supone el exilio, y revela al mismo tiempo que los planos que en un principio podríamos pensar contradictorios (el presente y el pasado, la prosa y la poesía, la realidad y la ficción, Oriente y Occidente, el autor y el escritor), en verdad se encuentran estrechamente ligados por el hilo conductor que supone precisamente el recuerdo o, por utilizar un término que aparecerá más adelante, la palabra.

El presente artículo intenta ceñirse al enfoque poliédrico de Ru. Así, para empezar, se procede a esbozar un marco teórico que se escinde en dos secciones dedicadas respectivamente a las dimensiones literaria e histórica de la guerra de Vietnam y del exilio. A continuación, se pasa al análisis literario de Ru, que se ha dividido a su vez en tres pilares fundamentales: realidad y ficción, voz de la autora y, por último, voz de la narradora.

Marco teórico

Al examinar el contexto al que se circunscribe la novela, es necesario abordar el estudio desde dos perspectivas complementarias, pero conectadas entre sí: por un lado, la literaria, deudora del influjo que la guerra de Vietnam tuvo (y aún tiene) en la cultura de diversos países de Occidente, y, por otro, la histórica. En este caso, y puesto que Thúy concede prioridad a sus vivencias como refugiada, me centraré en cuestiones relativas al exilio (por ejemplo, la crisis de los llamados boat people) y al complejo proceso psicológico de adaptación o integración que experimentaron los refugiados en sus nuevos países de acogida.

Impacto cultural y “narrativas bélicas”: el origen de un movimiento literario

La guerra de Vietnam, que se desarrolló entre 1965 y 1975, constituyó uno de los hitos históricos más importantes del siglo veinte. Más allá de cuestiones orientalistas, que no se tratarán en este artículo, hay que reconocer que el conflicto ejerció una enorme influencia en la cultura occidental, especialmente en Estados Unidos. Después de todo, dicho enfrentamiento recibió una cobertura mediática sin precedentes que permitió conocer de primera mano la realidad de la guerra a los que no habían tomado parte activa en ella (Hallin 1989, 3). No es una casualidad, en consecuencia, que en las décadas de 1960 y 1970 surgieran numerosos movimientos sociales: manifestaciones pacifistas, las protestas estudiantiles y obreras del mayo de 1968 (Duncan y Stewart 1995, 915), el problemático exilio de disidentes estadounidenses a Canadá y a otros países de Europa (Cruz 2002, 37-38) y corrientes culturales alternativas, como el movimiento hippie (Nugroho, Firdaus y Wijaya 2020, 301).

Si bien la relación entre la guerra de Vietnam y el periodismo es, al fin y al cabo, inseparable de cuestiones como la política o la propaganda, no se puede negar el impacto de la guerra a través de los medios de comunicación (Hallin 1989, 3-4), que dio pie a que, incluso después de la derrota de las tropas estadounidenses, perdure un interés notable por aprehender la realidad del enfrentamiento. Esto fomentó un acercamiento “narrativo”, que se materializó en los años subsiguientes y para el cual fueron fundamentales los testimonios de los soldados estadounidenses que acababan de regresar (Ha 2016, 467-468) y de los exiliados vietnamitas. La prevalencia de la palabra se encuentra respaldada, a su vez, por el cambio filosófico que parecen acusar a un tiempo las sociedades occidentales y que De Certeau define como una suerte de “desmitificación” condensada en torno a dos sucesos clave. El primero de ellos es el resultado de las mencionadas protestas de 1968: “Mayo del 68 ha supuesto a la vez la desmitificación del discurso y el deseo de rehacer una sociedad a partir de la palabra”. El segundo tiene que ver con la publicación del libro Archipiélago Gulag de Aleksandr Solzhenitsyn en 1973, que, de acuerdo con De Certeau, motivó “la gran desmitificación de la referencia Este, es decir, de los países revolucionarios situados al este (la Unión Soviética, China, Vietnam), que autorizaban hasta el momento el espíritu revolucionario” (Willet 1983, 5).

Era de esperar, por tanto, que un acontecimiento histórico de tal repercusión en el panorama político, filosófico, social y cultural de la mayoría de los países occidentales no tardara en cristalizar, como se apuntó en el párrafo anterior, en un fenómeno multidisciplinar. Quizás el caso más sobresaliente (y más conocido en el mundo) sea el de la extensa filmografía bélica (principalmente desde la perspectiva estadounidense) que floreció a lo largo de la década de 1970. Sin embargo, no hay que olvidar el desarrollo casi simultáneo de un movimiento equivalente en el campo literario, que cuenta además con dos particularidades relevantes. Por un lado, su carácter internacional, y, por otro, la conservación más o menos intacta de su influencia a principios del siglo XXI.

En lo que concierne a la acogida de este acontecimiento por parte de escritores y eruditos de distintos países, cabe señalar que, en efecto, un estudio de los títulos inspirados en la guerra de Vietnam confirma un movimiento literario que reúne las voces no sólo de los propios protagonistas, los refugiados vietnamitas, sino también de autores extranjeros, como la escritora estadounidense Gloria Wehlan, autora del libro Goodbye, Vietnam (1993), o la poeta polaca Wislawa Szymborska, que reflexiona sobre la experiencia traumática del enfrentamiento bélico en su composición lírica “Vietnam” (1998).

En cuanto al análisis temporal de este fenómeno, destaca la producción de un notable número de obras que reflejan la realidad polisémica de la guerra al ahondar en temas como el conflicto en sí, la época colonial bajo el dominio francés y el exilio. Quan Manh Ha (2016, 469) observa que la difusión de la literatura vinculada a la guerra de Vietnam adquirió un impulso definitivo tras la publicación, en 1989, de la novela When Heaven and Earth Changed Places: A Vietnamese Woman’s Journey from War to Peace, de Le Ly Haislip,3 que incentivó tanto la traducción de títulos originalmente escritos en vietnamita y censurados en Vietnam -por ejemplo, Novela sin nombre, de Duong Thu Huong (1991), o The Sorrow of War, de Bao Ninh (1994)-4 como la publicación de otros testimonios en inglés o en francés de los refugiados o sus descendientes, tal es el caso de The Sacred Willow: Four Generations in the Life of a Vietnamese Family, de Duong Van Mai Elliot (1999).

La entrada en el nuevo milenio no ha mermado ni un ápice el interés internacional por la guerra de Vietnam, pues aparte de facilitar nuevamente la traducción de libros escritos en ese momento histórico, como Last Night I Dreamed of Peace, de Dang Thuy Tram (2005), oMourning Headband for Hue, de Nha Ca (2014), ha dado lugar a una novedosa corriente que conjuga la realidad de la contienda con un componente literario o ficcional. Entre los títulos más representativos pueden citarse The Book of Salt, de Monique Truong (2003),5The Simpatizer, con el que Viet Thanh Nguyen ganó el premio Pulitzer de literatura en 2016,6 o la novela epistolar On Earth We’re Briefly Gorgeous, del también poeta Ocean Vuong (2019).

Ru (2009) se inscribe en este último “periodo” literario por razones temporales y también, como veremos, creativas, ya que emplea magistralmente la autoficción. González Menéndez (2014, 185) señala, además, que esta obra sobresale por estar escrita en francés y no en inglés o en vietnamita, y por otorgar un completo protagonismo a las voces de los refugiados.

Teniendo en cuenta los datos mencionados, en las secciones subsiguientes se estudia más exhaustivamente la dimensión histórica de Ru con objeto de valorar tanto su conexión con la vida de la autora y su percepción de la guerra y el exilio, como su originalidad literaria.

La guerra y el exilio: consideraciones sociohistóricas

Un libro de historia y unas memorias nos ofrecen percepciones diametralmente distintas. Uno parte de una visión externa y, a priori, teóricamente objetiva, apoyada en fechas y eventos destacados, mientras que el otro muestra una aproximación interna a la tragedia humana que siempre supone un enfrentamiento bélico. Antes de comenzar con el estudio de Ru, me gustaría revisar algunos hechos sobre la guerra de Vietnam y sus consecuencias a partir de este enfoque sociológico, que es precisamente el que nos ofrece Kim Thúy en su novela.

El vacío de poder suscitado por la independencia de Francia dio paso a un escenario dividido entre dos modelos políticos que eran reflejo de la tensión originada por la Guerra Fría. Dicha tensión no tardó en estallar en un cruento conflicto, en forma de guerra ideológica y civil (Wiest, 2003), que acabó truncando para siempre la vida de los vietnamitas.

Esta rutina diaria, marcada por el miedo y la violencia, dio lugar a una huida masiva que se concentró primordialmente en dos periodos: el primero a partir de 1954, es decir, durante la lenta gestación de la guerra de Vietnam después de la derrota francesa, y el segundo, que se agudizó después de 1975 (Vo 2005, 1). A su vez, es posible establecer una nueva diferenciación en este último, concretamente entre el éxodo de 1975 y el de 1979.

El primer ciclo estuvo determinado por la tragedia de los boat people, es decir, la huida desesperada de un elevado número de personas por vía marítima que, pese a sus peligros (piratas, naufragios…), era la opción más comúnmente elegida (Parsons y Vézina 2018, 128). La aplicación del Orderly Departure Pro-gram, a raíz del encuentro internacional en Génova en julio de 1979, cambió de manera notable las condiciones en las que se produjo el exilio. Fruto de un acuerdo puntual entre el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el gobierno comunista de la república de Vietnam, hubo un éxodo más regulado en el que se trató de facilitar en lo posible la huida de los migrantes: primero se mejoraron las condiciones de su estancia en los campos de refugiados y después se les ofreció la posibilidad de viajar directamente a los países de acogida (Robinson 2004, 219).7 Cabe mencionar que, tal como advierte Komar, esta iniciativa contaba con la particularidad de que se gestó en un contexto marcado en general por “la falta de relaciones diplomáticas entre Vietnam y Estados Unidos” (Komar 2012, 63).

En cuanto al drama de los boat people, que ocupa un papel central en la novela de Thúy, es interesante citar la reflexión que realiza al respecto Viet Thanh Nguyen, que también escapó de Vietnam con su familia cuando apenas contaba con cinco años:

la guerra había dejado sin hogar a millones de vietnamitas del sur en su propio país, pero aquella humanidad desastrada era una especie nueva […] Dependiendo del punto de vista de cada cual, aquella gente de las barcas eran o bien fugitivos de su patria o bien personas a quienes su país había dejado huérfanas (Nguyen 2017, 191).

La asociación del exilio con una suerte de orfandad resulta muy acertada. Antes se ha hablado del desarraigo que muchos vietnamitas ya padecían durante la guerra en su propio país. La huida y la posterior estancia en campos de refugiados (en Indonesia, Hong Kong, Malasia…), que a menudo podía extenderse a varios años (Thúy y Simon 2012), tampoco les ofreció la ansiada seguridad, pues se debatían entre la incertidumbre de la espera y el temor de ser devueltos a Vietnam. El conjunto de estas vivencias se consolidó en la marca indeleble de un pasado traumático que les hizo sentir que no pertenecían a ningún lugar y que también les deparó nuevos retos y dificultades tras su llegada a los países de acogida.

Kalervo Oberg (1960, 178-179) defiende que todo inmigrante, con independencia de las circunstancias que le hayan llevado a abandonar su país de origen, se ve, por lo general, obligado a pasar cuatro sucesivas fases de adaptación (admiración, rechazo, resignación y aceptación). Sin embargo, en lo que concierne específicamente a los exiliados, el inevitable shock cultural se combina con otros factores derivados de las situaciones de violencia vividas, la pérdida de seres queridos o la ruptura definitiva con su pasado y sus raíces, lo que lleva a alargar su proceso de integración (Gold 1992, 290). Dicho de otro modo, los exiliados, expulsados de sus propios orígenes, se encuentran en la tesitura de tener que romper los lazos con aquello que constituía una parte indisoluble de sí mismos para someterse a una adaptación imperativa que entraña, a su vez, nuevos desafíos:

El éxodo de los refugiados de Indochina ha sido una fuente de continuos problemas humanos y políticos. Para los propios refugiados suponía un sufrimiento intenso y, en ocasiones, la muerte, particularmente durante las travesías en barcos atestados por las peligrosas aguas del mar del sur de China. Para los países que los recibían, estos mismos refugiados constituían, mientras esperaban su asentamiento definitivo, un motivo de tensión política y, a veces, racial, una amenaza a la seguridad y una carga administrativa y económica (Frost 1980, 347).

Aunque este fragmento del investigador Frank Frost describe en concreto la recepción de los migrantes del sudeste asiático durante la segunda mitad del siglo XX, se puede aplicar perfectamente a otros contextos de la actualidad. De hecho, así como los motivos que justifican el éxodo apenas han variado, hoy en día siguen presentes con muy pocas alteraciones los desencuentros que provoca la llegada de migrantes en las sociedades de acogida que, de acuerdo con Frost, son vistos como una potencial amenaza a la seguridad y a la economía del país. Al mismo tiempo, una de las fuentes de ansiedad o preocupación que más afectó a los vietnamitas en su proceso de adaptación fue justamente la pobreza (Gold 1992, 290). Muchos de ellos ocupaban posiciones privilegiadas antes del comienzo de la guerra, y en el horizonte de posibilidades que les ponían al alcance sus nuevos países de residencia, se encontraban con que no eran capaces de abrirse camino.

El testimonio literario de Thúy resulta, en consecuencia, extremadamente valioso, ya que nos permite reflexionar sobre el fenómeno de los refugiados como un suceso atemporal y estudiar la dimensión psicológica y social que va ligada al fenómeno del exilio tras la guerra de Vietnam, tema que resulta un tanto espinoso para los vietnamitas (no sólo para los que huyeron de Vietnam, también para los que decidieron permanecer en el país tras el conflicto) y para la sociedad de los países de acogida.

Contrastes entre realidad y ficción en Ru: la ficción como refugio ante lo traumático

Se revisó el fenómeno del exilio durante la guerra de Vietnam y se analizó el complejo proceso psicológico que experimenta todo migrante durante su adaptación al país de acogida. Con esta información a modo de marco contextual, se hace enseguida un estudio más detallado sobre Ru, a fin de subrayar su importancia en el plano literario y también sociológico. Para ello, en primer lugar, se procede a esbozar brevemente la vida de la autora, Kim Thúy, y, a continuación, se comentan algunas de las características literarias de su novela, en la que se profundizará más adelante.

Kim Thúy,8 escritora nacida en Saigón (hoy Ho Chi Minh), huyó con su familia a Canadá al final de la guerra de Vietnam. Su experiencia como exiliada (y como refugiada) ha sido una continua fuente de inspiración en su obra y, de hecho, enlaza varios de sus libros: À toi, Mãn, Vi, e incluso Le secret des vietna-miennes, en el que ahonda en los aromas y los sabores de su ciudad natal. De entre ellos, destaca Ru (2009), que inaugura su carrera literaria con inigualable éxito (Dusaillant-Fernandes 2012, 76) y que ha sido traducido a diversas lenguas.

Algo que llama la atención en Ru es que juega con el contraste entre la realidad y la ficción. Kim Thúy no utiliza su nombre real en la obra ni tampoco el de sus familiares; sin embargo, es evidente que los sucesos que se relatan proceden en buena medida de sus propias vivencias (Nohe 2019, 153). En otras palabras: muchos de los eventos narrados son reales, pero se percibe cierto componente ficcional en los nombres, los personajes o las fechas. Nos hallamos ante lo que se puede considerar una forma de autoficción, que juega con los conceptos de “la verdad” y “lo verosímil”. Kalenić Ramšak, al centrarse en el caso concreto de la narrativa española, apunta:

Lo verosímil no es una propiedad de objetos o de historias sino de su construcción artística, como lo definió Aristóteles en su Poética. Este axioma parecía hasta ahora intocable y excluyente, porque lo verdadero era y sigue siendo una categoría de la realidad que carece de valor literario, y la verosimilitud de un relato es lo que le otorga la razón de existencia -la labor principal de un novelista es hacer creíble su relato-. Sin embargo, la nueva novela invierte esas relaciones y el nuevo género híbrido amplía la ficción con lo verdadero con intención de que lo verosímil también influya sustancialmente sobre lo verdadero hasta que se borren los límites entre ellos (2013, 113-114).

En Ru, la autoficción no sólo es un recurso literario producto de la “libertad creativa”, sino que, además, funciona como un interesante mecanismo psicológico y sociológico (Nohe 2019, 153).

La correlación psicológica entre el trauma y la literatura es un tema fascinante que constituye en sí mismo un objeto de investigación. Aunque no es el objeto principal del presente artículo, se puede afirmar, grosso modo, que el trauma opera como un recuerdo especialmente significativo, aunque doloroso, que necesita ser “compartido” con otros oyentes para crear así una especie de memoria colectiva (Navarrete 2018, 4). Villalobos (2012, 182), en un artículo que explora la reelaboración metafórica de la experiencia traumática en la neurociencia, lo explica así: “Todas las personas requerimos de lo narrativo, alegórico o poético, pues es uno de los modos en los que podemos acceder y comunicar, en especial, lo afectivo, que constituye un aspecto central en el ser humano como organismo relacional”. No es una casualidad, por lo tanto, que Ru esté construida en capítulos muy breves en los que conviven prosa y poesía, pues, al fin y al cabo, constituyen una aprehensión literaria de la intensidad de ese recuerdo (Everett-Green 2018).

En lo que concierne a la proyección social, habría que indicar que la autoficción en Ru se encuentra emparentada con corrientes psicológicas centradas en la dimensión social del ser humano, como el constructivismo y el construccionismo (Villalobos 2012, 179-181), que habrían moldeado el doble planteamiento que da forma al libro.

Por un lado, en el mero acto de escribir se cifra la conexión interpersonal que se produce a raíz de todo intercambio comunicativo. Algo que, según reconoce Thúy, fue lo que la movió en un principio a dejar constancia escrita de sus recuerdos, pues pensaba que podrían interesarle a su hijo o a sus futuros nietos. Es muy elocuente que, en efecto, a partir del éxito internacional con el que ella no contaba en absoluto (Thúy y Simon 2012), su pasado haya supuesto una continua fuente de inspiración para sus obras posteriores (À toi, Mãn, Vi, Le secret des vietnamiennes y Em, publicada en 2020), donde vuelve a ahondar en el abigarrado conjunto de matices que constituye el exilio.

Por otro lado, la autoficción le permite reunir las diversas voces de los refugiados (la suya propia y la de otros vietnamitas) en la protagonista, An Tịnh, que metafóricamente constituye una personificación general del exilio (Nohe 2019, 153-154). Las dos palabras que componen el nombre de An Tịnh, que por cierto no es común en Vietnam, equivalen respectivamente a los términos “paz” y “comunidad o unidad”.

En una novela en la que todo detalle es producto de una cuidada reflexión creativa por parte de la autora, habría que señalar asimismo que el título, Ru, tampoco fue elegido al azar. Esta palabra, que se puede traducir como “arrullar, cantar una nana”, alberga en sí misma referencias al pasado y al presente de la narradora, al conjugar su visión del exilio como niña y, más tarde, sus reflexiones y sus recuerdos como madre en Canadá. Por otro lado, en francés arcaico ru significa “pequeño arroyo” o, con una valoración connotativa, “flujo” de tiempo, de dinero… (González Menéndez 2014, 186), lo que podría hacer alusión bien a la identidad fluctuante del exiliado entre dos culturas, bien a su capacidad de resiliencia o de adaptación, similar a la de un curso de agua que, pese a las adversidades, logra al fin abrirse camino.

A pesar de que la diáspora que se produjo tras la guerra de Vietnam se considera un caso cerrado, hoy día la historia parece repetirse y los vietnamitas continúan marchándose a otros países.

En esta ocasión no se trata tanto de un exilio político, como sucedía en la segunda mitad del siglo XX, sino más bien económico, en el que los migrantes abandonan su país de origen con objeto de mejorar su futuro y el de sus familiares. Es verdad que los medios en los que se produce la salida del país han mejorado, pero por desgracia hay un elevado número de personas que lo hace de forma ilegal, en trayectos donde a menudo se juegan la vida, como lo puso de manifiesto la sobrecogedora muerte de 39 migrantes que el 23 de octubre de 2019 fueron hallados asfixiados en el interior de un contenedor en Londres (Vidal Liy, 2020).

Por otra parte, la integración en la sociedad de acogida tampoco resulta sencilla y conlleva desafíos y dificultades. Mientras que unos logran adaptarse y prosperar, otros trabajan como mano de obra barata en condiciones semejantes a la esclavitud, o bien se dedican a actividades delictivas. Sin embargo, todo riesgo parece merecer la pena por las promesas de un sueño: sea el sueño americano, sea el de otros países asiáticos (como China, Corea y, sobre todo, Japón) o sea el sueño de Europa.

Hay que matizar, no obstante, que al contrario de lo que sucede con los testimonios de los refugiados de la guerra, las vivencias de los migrantes vietnamitas de la actualidad, ignoradas y olvidadas, sólo son accesibles para ellos mismos, que comparten sus esperanzas y sus desencuentros en cuentos, poemas y canciones. En este último campo destaca la conmovedora canción “Nuoc ngoai” (que podría traducirse como “En el extranjero”), en la que el autor, Phan Manh Quynh (2015), sirviéndose de una adaptación de lo real verosímil análoga a la de Thúy, relata sus contratiempos en Corea en una carta dirigida a su madre. En ella habla de las largas jornadas laborales, la soledad, el frío, la distancia y el pasado irrecuperable que ha dejado en Vietnam, temas que, curiosamente, también aparecen en Ru.

En resumen, se puede afirmar que la autora y la protagonista de Ru funden sus voces en una convivencia entre realidad y ficción, pasado y presente y, también, prosa y poesía. La conjunción poliédrica de distintas perspectivas incide en la imagen del exilio como una suerte de fragmentación que acaba condicionando para siempre la propia vida del refugiado, tanto en lo externo, relacionado con los acontecimientos vividos, como en lo interno. En los siguientes apartados se realiza un estudio contrastivo de las dos voces femeninas que se entrecruzan en la obra: por un lado, la de la autora, Kim Thúy, y, por otro, la de la protagonista de la novela, Nguyen An Tịnh.

La voz de la realidad: Kim Thúy

En sus célebres Cartas a un joven poeta, Rilke ya observaba que la infancia podía considerarse una fuente de inspiración para el escritor (Rilke y Thomas 1976, 19). Thúy no sólo convierte sus recuerdos en materia literaria para sus obras, sino que además los utiliza para hablar de sucesos traumáticos. Por ello, se ha elegido contraponer en estas secciones la voz de Thúy y la voz de la narradora de Ru, ya que sólo una lectura conjunta de ambas perspectivas puede darnos una visión completa de los espacios en blanco que podemos intuir en la biografía de la autora y en la de cualquier refugiado.

Según se ha indicado, Kim Thúy nació en Saigón (Vietnam del Sur) el 18 de septiembre de 1968. Su familia, de alto poder adquisitivo, se vio forzada a huir una vez acabada la guerra, y el medio elegido fue, como lo fue para tantos otros vietnamitas, el barco. Después de una estancia en un campo de refugiados de Malasia, Kim Thúy (que entonces tenía 11 años) y sus padres llegaron en 1979 a Quebec, Canadá, donde hubieron de habituarse a una nueva forma de vida, a un nuevo idioma (en el caso de la escritora, que, al contrario que sus progenitores, no hablaba francés), e incluso a un clima diametralmente opuesto al de Vietnam. En el transcurso del tiempo, Thúy estudió traducción y derecho, se interesó por la literatura y desarrolló un particular enfoque literario que, como hemos visto, culminó en un imaginativo acercamiento a las posibilidades literarias de la autoficción. Además, en los últimos años, Thúy viró profesionalmente hacia el ámbito gastronómico: publicó un libro de recetas, Le secret des vietnamiennes (2017), y abrió un restaurante en Montréal: Ru de Nam.

De nuevo, este breve esbozo nos proporciona una visión distante y objetiva sobre la vida de la autora, que es necesario combinar con la lectura de su obra. Las sensaciones de tipo sociológico y psicológico, que no se mencionan en el párrafo precedente, afloran en sus diversas novelas, cuya naturaleza confesional es resultado de la convivencia, articulada bajo el género narrativo de la autoficción, que se produce entre psicología y literatura. Sólo después de su éxito literario, Thúy compartió sus experiencias vitales en entrevistas, con lo que, en este caso, se puede decir que la palabra escrita sirve de preámbulo o de aliciente a la comunicación oral.

Precisamente en una de estas entrevistas, Thúy comentó que, pese a que en su infancia el desapego se debió sobre todo a las inevitables fricciones culturales que surgen en toda convivencia social, se produjo, en el transcurso del tiempo, un rechazo creciente ligado a una percepción del exiliado como una persona inferior, de segunda clase, dentro de la sociedad de acogida (Thúy 2019). Sin embargo, no hay que olvidar, de acuerdo con la canción “Nuoc ngoai”, que tales problemas también se reproducen íntegramente en otros países de Asia, donde los recién llegados también son vistos como mano de obra barata. En cualquier caso, la reflexión de Thúy añade un nuevo matiz al complejo proceso psicológico que experimentan los refugiados, ya que además de los problemas que suponen el shock cultural, los recuerdos traumáticos y las situaciones de vulnerabilidad, se enfrentan a una percepción inconsciente de su propia “inferioridad”, lo cual les impide crear un vínculo inmediato con su nuevo entorno.

Después de la sucinta exposición de algunos datos biográficos de la autora y de sus consideraciones sobre las dificultades intrínsecas que entraña el exilio forzoso que padecen los refugiados, enseguida se analiza cómo Thúy reelabora y amplía su pasado en las páginas de la novela.

La voz de la ficción: Nguyen An Tịnh

Recordemos que la vida de Thúy está determinada por varios aspectos decisivos: la infancia en Vietnam en el seno de una familia acomodada, las impresiones difusas de la guerra, la larga huida en barco, la llegada a Quebec, los retos de la adaptación al país de acogida, los frutos positivos de su capacidad de resiliencia y la búsqueda de su propia identidad, de su propia voz, a través de la literatura… Todo eso está presente en Ru, aunque, como veremos, sometido a alteraciones.

En lo relativo a los hechos cronológicos que rodean la vida de la narradora, Nguyen An Tịnh, se percibe, ya desde las primeras líneas de la obra, la presencia ubicua del miedo y del desamparo ante la violencia sin sentido. No en vano su nacimiento se sitúa en un momento clave de la guerra de Vietnam: la ofensiva del Tet (1968), en la que las tropas norvietnamitas, aprovechando la festividad del año nuevo lunar, atacaron las principales ciudades de Vietnam del Sur (Pribbenow 2008, 3), recurso que sirve para insistir en el desarraigo (Thúy 2010, 54-58), reflejo de la división interna del país, que se va a ir estrechando más y más en torno a la vida de la protagonista. Así, pronto comienza a darse cuenta de que, pese a ser una niña, se encuentra automáticamente vinculada a uno de los bandos, ya que su familia pertenece a la clase alta y, desde el punto de vista cultural, se hallan más cercanos a Estados Unidos que a Vietnam del Norte (38-42).

Tras la victoria del bando comunista, An Tịnh y sus padres se ven obligados a exiliarse, pues, parafraseando a la narradora, todos aquellos que habían colaborado con los americanos o procedían de un estrato social elevado pasaron a contar sólo con dos posibilidades: huir o suicidarse (Thúy 2010, 16). La huida, tal como la recoge An Tịnh, es un proceso largo y peligroso, en el que los migrantes encadenan esperas en campos de refugiados con arriesgadas travesías en barco, sin apenas equipaje, pero llevando en su conciencia una pesada carga de temor, expectativas e inquietud ante el posible rechazo. A partir de este momento, An Tịnh tenderá siempre a viajar con lo esencial, marca metafórica de su condición de exiliada, pues ser un exiliado es, a fin de cuentas, “viajar ligero de equipaje” (108), porque no se pertenece realmente a ningún sitio en particular.

Canadá supone una nueva etapa para An Tịnh y sus familiares, que, aunque conscientes de su papel de “extranjeros”, se van adaptando casi sin percatarse a una forma de vida y a una cultura distintas. De hecho, la propia An Tịnh se da cuenta de su transculturación sólo varios años más tarde, cuando regresa a Vietnam por motivos de trabajo.

El proceso psicológico que experimenta la familia aparece ampliamente desarrollado en la novela. Desde la perspectiva infantil de la narradora (que llega a Quebec con unos diez años), dicha experiencia adquiere un matiz más amable y en ella se pone de relieve la importancia de los habitantes locales, como su profesora de francés, que la ayudan a establecer un nexo con el país de acogida: “No había comprendido ni una sola de sus palabras, sólo la melodía de su voz, pero eso bastaba. De sobra” (Thúy 2010, 19). Otras impresiones que forman parte de esa primera fase de admiración inicial incluyen su primer contacto con la nieve (18) o con tradiciones desconocidas, por ejemplo, la Navidad (50).

No obstante, An Tịnh también comienza a sentir pronto la sombra de rasgos que anuncian su condición de extranjera: hay costumbres habituales (palmotear la cabeza a un niño en señal de afecto) que, en Vietnam, se consideran una falta de respeto (Thúy 2010, 104); existen problemas de comunicación... A esto se añade la circunstancia de que sus padres, que habían disfrutado de un alto nivel de vida en Vietnam, deben trabajar ahora en puestos de escasa cualificación:

Mi madre libró tarde sus primeros combates, sin tristeza. Trabajó por primera vez cuando tenía treinta y cuatro años como mujer de la limpieza, primero, y a continuación como obrera en fábrica, manufacturas […] Antes, en aquella vida que perdió, era la hija mayor de su padre, prefecto (Thúy 2010, 72).

An Tịnh observa asimismo que, dentro del espectro de personificaciones de la pobreza y el desarraigo, los vietnamitas que han huido tras la guerra pertenecen a otro tipo, al de los exiliados, lo cual se deja traslucir incluso en un ámbito tan superficial como la vestimenta (Dusaillant-Fernandes 2012, 80). Es muy elocuente que la narradora, al advertir que en Canadá no se lleva ropa superpuesta en invierno, califique la forma de vestir de los exiliados vietnamitas de “itinerante” (Thúy 2010, 80), es decir, característica de personas sin raíces respecto a su país de origen, pero también sin vínculos en la sociedad de acogida. La falta general de tallas adecuadas a la complexión de los vietnamitas es otro signo indirecto de su desarraigo (por ejemplo, el jersey de segunda mano que tanto usa su padre en sus primeros meses en Canadá es, en realidad, de mujer). Sin embargo, la pragmática reacción de An Tịnh ante semejantes acontecimientos encierra en sí misma la semilla de la siguiente fase de aclimatación a un nuevo país: “A veces es mejor no saberlo todo” (36).

En efecto, a pesar de los obstáculos culturales que parecían insalvables, con el paso del tiempo los exiliados vietnamitas se van adaptando progresivamente y asumen rasgos de la cultura receptora, ya que, al haber perdido lo que conformaba su pasado, se percatan de que lo único que les queda es seguir avanzando. El motor de dicho avance es el que espolea a otras nacionalidades a arriesgar sus vidas por una promesa de prosperidad futura: el sueño americano (Dusaillant-Fernandes 2012, 86). Así, An Tịnh afirma que para sobrevivir se vieron obligados a dejar a un lado sus antiguas ilusiones para perseguir exclusivamente aquellas que les ofrecía el país de acogida (Thúy 2010, 180-185). En el caso de los vietnamitas de edad más avanzada, era medrar económicamente o aprender actividades que no habían podido desarrollar en su lugar de origen: la madre de An Tịnh, por ejemplo, decide aprender a bailar (72). Los más jóvenes, por su parte, sueñan con llevar el mismo tipo de vida que el resto de sus compañeros y se entregan con entusiasmo a la idea de proseguir sus estudios (independientemente de su género, lo que no sucedía en el Vietnam de entonces) en la universidad. La protagonista de Ru, igual que la propia Thúy, se forma en traducción, y uno de sus primos llega incluso a obtener el grado de doctor en estadística por la prestigiosa universidad de Princeton (93).

La integración social del exiliado se halla motivada en buena medida por la posibilidad de acceder a los sueños que les ofrece el país receptor y por la promesa de un renacimiento personal (Dusaillant-Fernandes 2012, 80). No obstante, al mismo tiempo que los exiliados se aclimatan a su nuevo entorno y adoptan nuevos rasgos culturales, acaban perdiendo, casi sin darse cuenta, otros que los ligaban a sus orígenes. Dicha pérdida se pone de manifiesto para An Tịnh durante un viaje de trabajo a Vietnam, cuando comprende que, pese a que en Canadá siempre se ha sentido extranjera, los propios ciudadanos de Vietnam han dejado de reconocerla como compatriota:

Ese sueño americano dio seguridad a mi voz, determinación a mis gestos […] velocidad a mis andares y fuerza a mi mirada […] Pero aquel joven camarero me recordó que yo no podía tenerlo todo, que no tenía derecho ya a proclamarme vietnamita porque había perdido su fragilidad, su incertidumbre, sus miedos (Thúy 2010, 86-87).

A la vez, An Tịnh se encuentra con un país que tampoco identifica con el Vietnam de sus recuerdos infantiles. Ante ella surgen los problemas de una realidad todavía resquebrajada en la que los hijos ilegítimos de los soldados estadounidenses llevan vidas miserables (Thúy 2010, 90-92) o en la que muchas mujeres se ven obligadas a entrar en la prostitución (129-132).

Es cierto que el olvido de ciertos aspectos culturales es una característica intrínseca del proceso de transculturación (Ortiz, 1940, 5), pero también lo es el mantenimiento de otros rasgos que conforman la identidad del exiliado. Es esta suerte de equilibrio, de convivencia dicotómica, lo que permite la aceptación personal del individuo consigo mismo y con su situación intermedia entre dos culturas (Dusaillant-Fernandes 2012, 87), lo que coincide con la última de las fases señaladas por Oberg (1960, 179). De tal manera, a pesar de la sucesión de pérdidas que parecen condicionar su regreso a Vietnam, An Tịnh redescubre un antiguo vínculo con su propio pasado: la comida (Thúy 2010, 113-115).9

Es inevitable relacionar este dato en apariencia trivial, que cierra el proceso de adaptación a otra cultura, con la vida de Thúy, lo que pone de relieve la estrecha unidad entre todo autor y su obra, y que nos lleva a interpretar Ru como un espejo que es capaz de transmitir la imagen unívoca de su autora y de los refugiados en general.

Al aprovechar las posibilidades que le brinda la autoficción y a partir de un enfoque empático, Thúy reconstruye en Ru el mosaico fragmentario que constituyen los testimonios de los miles de vietnamitas que huyeron de su país en la década de 1970. Asimismo, hace hincapié en el complejo bagaje emocional que acompaña a cada uno de ellos, integrado por una mezcla de recuerdos traumáticos, dudas o conflictos internos y, a la vez, por una admirable capacidad de resiliencia, esperanza y lo que podríamos designar como “sensibilidad” o “conciencia” cultural, resultado de su conocimiento simultáneo de dos culturas distintas.

Conclusión

Según se ha observado, el estudio de la novela Ru, de Kim Thúy, resulta de especial interés en el contexto actual. Primeramente, por tratar con valentía acontecimientos que a menudo se diluyen en el silencio del trauma. En segundo lugar, por ahondar en la vertiente psicológica y social que acompaña a la historia y en la que también sería preciso detenerse. Y tercero, por proporcionar una necesaria materia de reflexión sobre los conceptos interconectados de exilio, refugiados y migraciones forzosas, que siguen siendo aplicables a otros casos del presente.

Thúy, por tanto, ofrece a través de su primera novela, Ru, un exhaustivo análisis de lo que se puede denominar la paradoja del exiliado, que es fruto de su naturaleza híbrida, a medio camino entre dos países, entre dos culturas y, a su vez, entre dos tiempos (el pasado y el presente). Finalizo con una frase en la que la autora y la narradora unen sus voces para definir, con un profundo lirismo, lo que significa ser un refugiado: “En un solo segundo, pudimos advertir nuestra ambivalencia, nuestro estado híbrido: a medias esto, a medias aquello, nada en absoluto y todo al mismo tiempo”.

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1Este artículo nace de mi más profundo interés por Asia y su cultura. Considero que es muy necesario fomentar los estudios en este ámbito, ya que hay muchos datos desconocidos que nos pueden ayudar a tener una mejor comprensión de nuestra historia. Para ello, me he centrado en la novela de Kim Thúy, Ru, que proporciona una valiosa materia de reflexión sobre el tema de los refugiados a través de una perspectiva que incide en los vínculos entre la historia, el recuerdo y su dimensión literaria.

2La edición en español de Santillana (2010) es la que se ha utilizado para el presente artículo.

3Más tarde adaptado a la gran pantalla como Heaven and Earth (Alcor Films, 1993).

4Esta obra, que en un principio se titulaba The Destiny of Love (Ha 2016, 472), estuvo censurada en Vietnam hasta 2006.

5La novela de Monique Truong resulta de notable interés por sus reflexiones sobre cuestiones de género y colectivos LGTBIQ en Oriente y Occidente.

6Nguyen publicó la segunda parte, titulada The Committed, en marzo de 2021.

7Courtland Robinson (2004, 320-321) señala que este proyecto no fue del todo exitoso, ya que las oleadas de migraciones volvieron a aumentar drásticamente a partir de 1987, lo que desembocó en un nuevo encuentro internacional en Génova dos años más tarde, en el que se aprobó la instauración del Comprehensive Plan of Action.

8Agradezco a la autora, Kim Thúy, por su amabilidad al proporcionarme extractos seleccionados de sus entrevistas para escribir este artículo.

9Curiosamente, la gastronomía tiene un papel esencial en la definición cultural de los refugiados vietnamitas.

Recibido: 01 de Septiembre de 2021; Aprobado: 07 de Diciembre de 2021

Alba de Diego Pérez de la Torre es doctora en estudios hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid; escribió su tesis sobre la imagen de la mujer japonesa en el modernismo latinoamericano. En la actualidad es profesora asistente de español y cultura hispánica en la Universidad de Waseda (Tokio). Su principal tema de investigación radica en los diálogos que se han establecido entre Oriente y Occidente a través de la literatura. De ahí su interés por la obra de Kim Thúy, que ha inspirado, además de este artículo centrado en los testimonios de los refugiados vietnamitas en la novela Ru, dos de sus ponencias: “Representaciones literarias de las mujeres vietnamitas migrantes tras la guerra de Vietnam” (2018) y “Diálogos del exilio más allá del tiempo y del espacio: Kim Thúy y Sylvia Aguilar Zéleny” (2020).

https://orcid.org/0000-0001-6664-4966

alba.diego@aoni.waseda.jp

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