Señor editor: Varios casos de neumonía comunitaria causada por un nuevo virus, llamado Síndrome Respiratorio Agudo Severo asociado con Coronavirus tipo 2 (SARS-CoV-2), se reportaron inicialmente en Wuhan, China, en la segunda mitad del mes de diciembre de 2019. Hasta el 21 de diciembre de 2020, poco más de 75 millones de casos confirmados de Covid-19, los cuales incluyen más de 1.69 millones de muertes, han sido reportados a la Organización Mundial de la Salud (OMS).1 Aunque se han hecho múltiples comparaciones con otras pandemias por coronavirus, el impacto de la actual pandemia se desconoce.
Los coronavirus se propagan principalmente por aves y mamíferos. Las variedades genéticas más amplias infectan murciélagos, sin embargo, dos subtipos afectan al ser humano: los alfa y beta coronavirus.2 Entre los coronavirus tipo beta se incluyen el SARS-CoV, el síndrome respiratorio de Medio Oriente asociado con coronavirus (MERS-CoV) y la nueva variante de Covid-19; todos estos son miembros de la familia Coronaviridae de la orden Nidovirales.3
Sin embargo, es obvio que existe una gran incertidumbre y que aún no se toca fondo en materia financiera y de salud pública.
Entre los factores de riesgo para severidad y muerte por Covid-19 se incluye edad avanzada, diabetes, hipertensión y enfermedad cardiovascular. Existe una gran variedad de estudios de Covid-19 en personas con neoplasias sólidas, incluyendo aquellas que son hospitalizadas por razones diferentes a Covid-19, por lo que existe mayor riesgo de desarrollar infección por este nuevo virus, pero con resultados controversiales en relación con el peor pronóstico que esta población de pacientes puede tener.4,5 Sin embargo, hay pocos datos disponibles sobre el riesgo de desarrollar Covid-19 en pacientes con neoplasias hematológicas o pacientes sometidos a trasplante de progenitores hematopoyéticos. La mayoría de ellos recibe fármacos con funciones supresoras de la médula ósea y sistema inmune, lo cual los pone en particular riesgo para el desarrollo de infecciones comunitarias y nosocomiales.6,7
Se han descrito algunos casos de infección por Covid-19 después de un trasplante de médula ósea. En Birmingham, Kanellopoulos y colaboradores reportaron siete pacientes (tres con leucemia mieloide aguda, un paciente con mielofibrosis, otro con leucemia linfocítica aguda, uno más con síndrome mielodisplásico y otro más con linfoma de Hodgkin) que cursaron con infección por Covid-19, la mayoría alogénicos, de los cuales cinco estaban en remisión y dos en recaída de leucemia mieloide aguda. Todos presentaron linfopenia. La mortalidad fue de 43% (3/7) secundaria a tromboembolismo pulmonar, sangrado intracraneal y síndrome de insuficiencia respiratoria aguda, aunado a enfermedad injerto contra huésped (EICH).8 Es de gran importancia la vigilancia estrecha de los pacientes después de trasplante de médula ósea para la detección temprana de infecciones y otras patologías como síndrome metabólico y enfermedades endócrinas, así como para asegurar la mejor calidad de vida posible. Recientemente, Waghmare y colaboradores publicaron las guías para el manejo de Covid-19 en receptores de trasplante de células hematopoyéticas y terapia celular, en las que se proponen estrategias y algoritmos para la evaluación de estos pacientes.9 Destaca la necesidad de diferir el trasplante/infusión de 14 a 21 días o hasta que el paciente, perteneciente a aquellos PCR positivos a SARS-CoV-2, se encuentre asintomático, siempre anteponiendo la necesidad de realizar dichos procedimientos en pacientes que realmente lo ameriten.9
La presente pandemia representa un reto sin precedentes para los departamentos de trasplantes. Uno de los desafíos más importantes es encontrar la manera de minimizar el riesgo de infección y, al mismo tiempo, asegurar la atención de los cuidados clínicos esenciales de los pacientes hemato-oncológicos postrasplantados de médula ósea con intención curativa, quienes obviamente se encontraban en un alto riesgo de desarrollar infección por Covid-19 clínicamente significativa.9
En la actualidad, una de las opciones es el uso de telemedicina, la cual puede facilitar la interacción entre pacientes y profesionales de la salud; sin embargo, existe la gran interrogante de si ésta pudiera ser usada para el manejo de pacientes receptores de trasplante de médula ósea, quienes, por lo general, tienen múltiples comorbilidades y son especialmente frágiles. Algunos programas similares de telemedicina han sido de utilidad en el manejo de pacientes con leucemia aguda o linfoma con resultados prometedores.9