SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.38 número151Abuelas en la migración. Migración circular, servicios de cuidados y reunificación familiar en una localidad del occidente michoacanoW. George Lovell, Christopher H. Lutz y Wendy Kramer. Atemorizar la tierra: Pedro de Alvarado y la conquista de Guatemala, 1520-1541 índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versão On-line ISSN 2448-7554versão impressa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.38 no.151 Zamora Set. 2017

https://doi.org/10.24901/rehs.v38i151.333 

Documento

Informe con relación al movimiento revolucionario en Michoacán

Luis Sánchez Amaro 1  

1Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, sanchezamaro@hotmail.com


Descripción, localización e importancia

El documento que lleva por título “Asunto: Rinde informe relativo al movimiento revolucionario en Michoacán” es un escrito marcado como copia del original, mecanografiado, de 9 hojas enumeradas, tamaño oficio, dirigido al “Ciudadano General de División en Jefe Don Álvaro Obregón” y firmado por el general José Rentería Luviano,1 el 5 de junio de 1920 en la ciudad de México, D. F., lleva al lado superior izquierdo un membrete que dice: “Ejercito Liberal Constitucionalista, Jefatura de Operaciones en Michoacán, Cuartel General” y tres sellos en color azul, el primero de la Secretaría de Guerra y Marina, el segundo del Departamento de Justicia, Archivo y Biblioteca y el tercero del fondo Cancelados. Se encuentra integrado en el expediente personal del revolucionario huetamense, en el Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional (AHSDN), Fondo Cancelados, con el número X/III/3-2624, fojas 264-272.

Este escrito fue redactado por Rentería Luviano, en su calidad de jefe de las Operaciones Militares de las Fuerzas Rebeldes que apoyaron el movimiento obregonista en Michoacán, tuvo como finalidad informar de manera puntual al general Obregón sobre las actividades militares que se habían llevado a cabo y reconocer las acciones de los jefes y oficiales que habían secundado el movimiento en el estado.2

Gran parte de su valor, como fuente de primera mano, consiste en el hecho de ofrecer una versión del desarrollo de la rebelión obregonista en Michoacán, por parte de un protagonista de este acontecimiento, asunto que también expuso Pascual Ortiz Rubio en sus Memorias3 y Rodrigo Pérez López en su obra El movimiento obregonista en Michoacán,4 ambos autores pertenecientes a una corriente política opuesta a la del general José Rentería Luviano y que, por lo tanto, intencionadamente trataron de disminuir la importancia de su participación.

Contexto histórico en el que se inscribe el documento

Venustiano Carranza y Álvaro Obregón iniciaron su enfrentamiento insertos ya en la dinámica de la sucesión presidencial, hacia el verano de 1919, cuando el general Francisco Serrano lanzó públicamente la candidatura de Obregón y dio a conocer, el 1 de junio, su “Manifiesto de Nogales” en el que se deslindó de Carranza y acusó a su gobierno de inmoral.5 Los apoyos a la candidatura de Obregón se desataron imparables en todo el país y, pese a ello, Carranza se empeñó en fabricar su propio candidato “civilista” que fue Ignacio Bonillas6 para oponerlo al caudillo sonorense. Luego para reforzar esta candidatura de continuidad, Carranza convocó a los gobernadores de los estados a una reunión en la Ciudad de México, del 6 al 7 de febrero de 1920, y a la cual asistieron 17 invitados. Entre los ausentes estuvieron Enrique Estrada de Zacatecas, Adolfo de la Huerta de Sonora, Carlos Greene de Tabasco y Pascual Ortiz Rubio de Michoacán. Todos obregonistas definidos.7 A principios de abril de 1920, Carranza desconoció a De la Huerta como gobernador de Sonora y nombró un gobernador provisional, Ignacio Pesqueira, acto seguido envió 8,000 soldados federales a someter al gobernador destituido de Sonora.8 Según Pedro Castro, el presidente Carranza actuó contra Sonora basado en la presunción de que la rebelión preparada por Obregón tendría a este estado como punto nodal de su organización.9 Sonora, en correspondencia con la actitud punitiva de Carranza, se puso en pie de guerra y su gobierno lanzó el 13 de abril el llamado “Manifiesto de los tres poderes” en el que se explicaban las razones del rompimiento con Carranza y se pretendía darle una perspectiva al movimiento más allá del ámbito estatal. Este manifiesto reflejó la gama de compromisos políticos que los sonorenses tenían ya a lo largo y ancho de la geografía nacional.10 El Plan de Agua Prieta lanzado el 23 de abril de 1920, que se proclamó solemnemente, recogió, en lo fundamental, lo planteado por el “Manifiesto de los tres poderes”, pero también dio cauce e impulso a un movimiento militar que ya había estallado en Sinaloa, Michoacán y Zacatecas.11

Mientras estos sucesos se desarrollaban en el norte, Obregón se encontraba en la capital del país y ahí recibió las noticias enviadas por Calles sobre la difícil situación en Sonora y sus preparativos para defender la soberanía estatal ante el embate de Carranza. Obregón se sintió en peligro en la capital, pues, era cierto que había venido tejiendo una conspiración de alcances nacionales para iniciar un levantamiento armado contra Carranza. Para iniciarlo, debía llegar por cualquier medio a Guerrero, donde ya lo esperaban algunos de sus asociados en el levantamiento. Sobre el escape de Obregón, Dulles relata lo siguiente

Después de cenar, el 11 de abril, Obregón abandonó la casa en que había estado residiendo y salió en automóvil en compañía de los licenciados Alessio Robles, y Rafael Zubaran, y el líder laboral de cara de luna, Luis N. Morones. Percatándose de que cuatro o cinco motociclistas del gobierno seguían el automóvil, Obregón cambió su conspicuo sombrero de paja por el sombrero de Zubaran. Cuando llegaron a uno de los parques, Obregón saltó del automóvil en marcha y se ocultó entre los árboles. Poco después subió a un Ford que allí esperaba listo para partir, preparado por Margarito Ramírez y Faustino Gutiérrez, dos ferrocarrileros que trabajaban en el tren México-Iguala. Obregón fue a casa de Margarito Ramírez, donde cambió de indumentaria, calando sombrero de ferrocarrilero y llevando en la mano una linterna de mecha. Un abrigo grande hizo imperceptible la falta del brazo. Con la ayuda de sus amigos ferrocarrileros, encontró lugar para esconderse tras de algunos guacales con gallinas en un furgón de ferrocarril que salió de la estación de Buenavista para Iguala, Guerrero, a las 6 de la mañana del 12 de abril.12

La huida de Obregón de la Ciudad de México fue la señal del inicio de la rebelión para los gobernadores y militares conjurados con el caudillo. No había ya nada que esperar sino tomar las armas. En el caso de Michoacán, la rebelión obregonista fue organizada e iniciada por el gobernador Pascual Ortiz Rubio, quien era uno de los apoyadores más fieles a la candidatura presidencial de Obregón. Desde su paso como funcionario en la Secretaría de Guerra y Marina, Ortiz Rubio tenía una excelente relación con Obregón, quien era el titular.13 También era consciente del apoyo que tenía el héroe de Celaya entre los jefes militares, las milicias y gran parte del pueblo, además, cómo estaba enfrentado con el presidente Carranza, su inclinación hacia el proyecto político de Obregón era inobjetable.

Obregón visitó Michoacán durante la segunda fase de su campaña electoral y para el 17 de diciembre de 1919 estuvo en Tlapujahua donde fue vitoreado por más de 8,000 personas, luego visitó Maravatío, Zitácuaro, Acámbaro, Guanajuato y finalmente llegó a Morelia, el 21 de diciembre, para continuar hacia Pátzcuaro y Uruapan. El día 1 de enero de 1920 regresó a Morelia donde lo recibió el gobernador Ortiz Rubio, quien hospedó al ilustre visitante en su propia casa.14 La incursión de Obregón en campaña electoral por Michoacán abarcó 26 días y demostró el gran arraigo y simpatía generalizada que tenía su candidatura en el estado. Por su parte, Ortiz Rubio “brindó toda clase de seguridades al candidato sonorense demostrando su franca militancia y desafiando al poder central; la reiterada afinidad y amistad entre ambos políticos fue manifiesta para todos”.15

Entre la campaña de Obregón en Michoacán y el recrudecimiento del conflicto entre el gobierno federal y el de Sonora, Carranza convocó a la famosa reunión de gobernadores en la Ciudad de México, para pedirles su apoyo para él y su candidato Bonillas, y a la cual Ortiz Rubio no asistió, pues, para ese momento el gobernante michoacano se jugaba ya el todo por el todo con el general Obregón.16

Después de la abierta rebelión del gobierno de Sonora contra Carranza con el “Manifiesto de los Tres Poderes” y de la huida de Obregón de la Ciudad de México, en Michoacán los sucesos políticos se aceleraron. Para ganar posiciones en el estado, el presidente Carranza nombró al general Bruno Neira como jefe de las operaciones militares en sustitución de José Rentería Luviano. La inminente llegada de Neira con un gran número de tropas a Morelia obligó a Pascual Ortiz Rubio a salir de la capital del estado, el 15 de abril, a las siete de la noche, acompañado de sus partidarios que no pasaban de unos 200 hombres. Con esta acción, Ortiz Rubio rompía desde ese momento con el Pacto Federal.17 Y como no tenía fuerzas suficientes para defender la capital decidió internarse en la Tierra Caliente, por el rumbo de Nocupétaro y Huetamo, para organizar sus apoyos. En el campamento de Chirimo, en San Antonio de las Huertas, municipio de Nocupétaro, el 16 de abril, Ortiz Rubio emitió un manifiesto justificando su rebeldía ante Carranza y declarando la soberanía de Michoacán.18

Algunos comentarios derivados del análisis del documento

El general José Rentería Luviano, según lo señala en el documento que presentamos, desde el 5 de abril había sido notificado de su remoción de la jefatura de operaciones militares y comisionado para marchar al norte con sus fuerzas integradas por los elementos del 100º y 13º regimientos, lo anterior por una “marcada desconfianza” que se le tenía por parte del gobierno del centro. Al enterarse de estas decisiones que le fueron notificadas por el general Diéguez, Rentería se desplazó a Huetamo para traer al 100º regimiento que se encontraba localizado en aquella plaza y, a la vez, aprovechó para llevar armamento a su pueblo natal ante la probable rebelión que se avecinaba y en el cual dejó con “instrucciones reservadas” al ingeniero Salvador Alcaraz, su fiel partidario, para que se levantara convenientemente en los próximos días. El día 16 de abril, José Rentería Luviano y Pascual Ortiz Rubio se encontraron en Arroyo Hondo, ranchería cercana a San Antonio de las Huertas, ahí el gobernador le enteró de la situación del estado y de la escapada de Obregón de la Ciudad de México, José Rentería, a su vez, aún y que “se sintió por completo desorientado” con estas noticias y, en particular, por “no haber recibido ninguna indicación de Obregón” sobre el inicio de la rebelión cuando “ya había compromisos que los ligaban”, resolvió apoyar la rebelión de Pascual Ortiz Rubio; pero prosiguió hacia Morelia para cerciorarse personalmente de la situación y tratar de acarrear más contingentes para el movimiento. Ciertas o no estas intenciones, Rentería Luviano llegó a Morelia el 17 de abril y desde allí envió dos mensajeros a buscar a Obregón al estado de Guerrero, donde se presumía que se encontraba, para que el general invicto de Celaya le enviara “sus superiores instrucciones”. Los mensajeros fueron el capitán Alejo García Márquez y el civil Justino Bermúdez, ninguno pudo cumplir su cometido.19 Ese día 17 de abril llegó también el general Bruno Neira a Morelia y asumió el mando de la jefatura de operaciones militares ordenándole a Rentería Luviano que se presentara en la capital para recibir instrucciones de sus superiores. El general huetamense cuenta que acudió el 19 de abril a la Ciudad de México, permaneciendo estrechamente vigilado hasta el día 26 en que se regresó a Morelia a donde llegó el 28 de abril en la madrugada. Para esta fecha, la Ciudad de las Canteras Rosas ya estaba ocupada por las fuerzas rebeldes del general Anacleto López y del gobernador Ortiz Rubio. Ese mismo día por acuerdo del gobernante michoacano y los principales jefes rebeldes se nombró a Rentería jefe de operaciones revolucionarias en el estado y con ese cargo dirigió las acciones militares en el territorio de Michoacán y estados aledaños hasta el triunfo del movimiento obregonista. Sobre cómo se llevaron a cabo estas acciones, la participación de los distintos jefes y contingentes, los movimientos que se hicieron y los triunfos que se lograron, es lo que trata el contenido del informe que José Rentería Luviano envió al general Obregón, para que él, en su calidad de jefe de las fuerzas del ejército liberal constitucionalista, estuviera debidamente enterado de cómo se había llevado a cabo la rebelión obregonista en Michoacán.

Acerca de las razones por las cuales Rentería Luviano, estando en Morelia, prosiguió su camino hacia la Ciudad de México en lugar de reunirse con Pascual Ortiz Rubio en la Tierra Caliente, donde se encontraba en plan rebelde y apoyarlo, hay varias suposiciones. El historiador nicolaíta Eduardo N. Mijangos, y otros autores, señalan como una de las causas la “ambigüedad de la conducta” de José Rentería Luviano;20 yo creo, sin embargo, que mucho tuvo que ver, en primer lugar, la mutua desconfianza y enemistad que se profesaban con el gobernador Ortiz Rubio; en segundo lugar, la vertiginosidad con que fueron ocurriendo los acontecimientos desde la repentina huida de Obregón de la Ciudad de México; y, por último, aunque no menos importante, el hecho de no haber recibido de parte de Obregón ninguna instrucción al respecto de iniciar el movimiento armado, cuando él y Múgica ya habían tenido reuniones con el caudillo y estaban comprometidos. A lo anterior, que ya de por sí eran causales suficientes, se agrega la situación de que José Rentería Luviano tenía una relación muy cercana con Múgica, amistosa y política, y necesitaba conocer la posición final del general de Tingüindín, pues, él todavía, hacia el 21 de abril, intentaba convencer a Carranza de cambiar de actitud frente Obregón y evitar la guerra entre los revolucionarios.21 Así, pues, el general huetamense, desde mi interpretación, creyó necesario llegar hasta la Ciudad de México para acordar con Múgica, tal y como afirma en su escrito que lo hizo, y habiendo conocido el resultado fallido de la reunión de Múgica y otros generales con Carranza, ambos coincidieron, en definitiva, apoyar, con todo, la rebelión obregonista, para lo cual Rentería Luviano regresó a Morelia y Múgica salió furtivamente de la Ciudad de México, por el norte del Distrito Federal hasta el Estado de México. En el poblado de El Oro, Múgica sumó sus fuerzas a las del mayor Francisco Cárdenas y el 3 de mayo en Tlalpujahua lanzaron un manifiesto dando a conocer los motivos de su rebelión contra Carranza.22 Luego, el 9 de mayo, se incorporó en Acámbaro, Guanajuato, con el general Rentería Luviano quien lo nombró jefe de su Estado mayor.

El triunfo del movimiento fue rápido, la mayoría de los jefes militares a nivel nacional desconocieron a Carranza, quien tuvo que salir de la capital el 7 de mayo pretendiendo instalar su gobierno en el estratégico puerto de Veracruz como lo había hecho en 1914. El 9 de mayo, Álvaro Obregón y Pablo González, ambos anticarrancistas, entraron triunfantes a la capital de la República. Por su parte, Pascual Ortiz Rubio llegó a la Ciudad de México el 20 de mayo, con 2,000 hombres, para reforzar a Obregón.23 Carranza luego de varias deserciones en su contingente y algunas derrotas en el camino encontró la muerte el 21 de mayo en Tlaxcalaltongo, Puebla, en circunstancias poco claras, acribillado por la gente del general Rodolfo Herrero, quien se había hecho pasar por su aliado y lo había llevado hasta ese lugar a pernoctar. El 24 de mayo, Adolfo de la Huerta fue designado presidente interino de México por el Congreso de la Unión, con un resultado de 224 votos en su favor frente a Pablo González con 29 y Fernando Iglesias Calderón y Antonio I. Villareal con uno respectivamente.24 El 2 de junio de 1920 se llevó a cabo un desfile militar ante el presidente De la Huerta, quien desde el balcón central del Palacio Nacional pasó revista a las tropas que habían apoyado el Plan de Agua Prieta y que sumaban más de 20, 000 soldados. Sobre el desfile militar apunta Dulles:

A la cabeza iban los generales Obregón, Hill, Manuel Peláez y Jacinto Treviño, seguidos por sus hombres. Después apareció el general Pascual Ortiz Rubio al frente de las fuerzas de Michoacán. A continuación iban los generales Guadalupe Sánchez y Rentería Luviano y sus tropas y, tras de ellos, los indios yaquis, sin uniforme pero con banda de música. Finalmente iban las tropas de los generales Benigno Serrato y Enrique Estrada, seguidas por los cadetes del Colegio Militar.25

El movimiento obregonista en Michoacán, como consta en el informe motivo de análisis, había sido respaldado desde un inicio por el gobernador del estado, ingeniero Pascual Ortiz Rubio, y secundado por el general Rentería Luviano y otros jefes. En esta ocasión, a pesar de que ambos personajes habían tenido anteriormente fricciones políticas, se logró unificar las acciones, pero al conseguirse el triunfo los reconocimientos fueron casi exclusivamente para el gobernador Ortiz Rubio, quien fue incorporado al gabinete del presidente interino Adolfo de la Huerta. Rentería Luviano se sintió menospreciado en su actuación, sobre todo, porque no se concedió el ascenso militar a sus oficiales que lo secundaron en el movimiento, tal y como se había prometido en el decreto del 4 de abril firmado por el gobernador Ortiz Rubio en el pueblo de Nocupétaro, al convocar el apoyo al movimiento rebelde. Al mismo general José Rentería Luviano, previo a dicho movimiento y un poco después, le pusieron muchas trabas de carácter burocrático para reconocer oficialmente su grado de general de brigada por parte de la Comisión Revisora de las Hojas de Servicio de la Secretaría de Guerra y Marina.26

Este desanimo por la actitud de las autoridades militares y del mismo general Obregón de falta de reconocimiento, a pesar de su participación como jefe militar de la rebelión obregonista en Michoacán, y de la cual dio cuenta en este informe, fue una de las causas, entre otras las que lo llevaron a pedir licencia absoluta del ejército en junio de 192027 y, pocos años después, a sumarse a la rebelión delahuertista en contra del gobierno del presidente Álvaro Obregón.28

Fuentes y bibliografía

Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional (AHSDN) , fondo Cancelados, Ciudad de México. [ Links ]

BERMÚDEZ CORTÉS, Justino. Verdades, no adulación. Callismo y obregonismo revolucionarios. México: s.e., 1935. [ Links ]

CASTRO, Pedro. Álvaro Obregón fuego y cenizas de la Revolución mexicana. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Ediciones Era, 2009. [ Links ]

DÍAZ BABÍO, Francisco. Actividades del Ing. Pascual Ortiz Rubio. México: UMSNH, 1992. [ Links ]

DULLES, John W. F. Ayer en México. Una crónica de la Revolución (1919-1936). México: Fondo de Cultura Económica, 2003, 34. [ Links ]

Excélsior, México D. F., 6 de febrero de 1920. [ Links ]

MARÍA Y CAMPOS , Armando de. Múgica. Crónica biográfica. México: Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, 1984. [ Links ]

MIJANGOS DÍAZ , Eduardo Nomelí , La Revolución y el poder político en Michoacán 1910-1920. Morelia: UMSNH, 1997. [ Links ]

ORTIZ RUBIO, Pascual, Memorias. Morelia: Centro de Estudios sobre la Cultura Nicolaita, UMSNH, 1981. [ Links ]

PÉREZ LÓPEZ, Rodrigo. El movimiento obregonista en Michoacán. México: s.p.i., 1920. [ Links ]

Planes de la Nación Mexicana, libro siete: 1910-1920. México: Cámara de Senadores de la República Mexicana, 1987. [ Links ]

SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Martín. Grupos de poder y centralización política en México. El caso Michoacán 1920-1924. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1994. [ Links ]

SÁNCHEZ AMARO, Luis. “El general José Rentería Luviano y el inicio de la rebelión delahuertista en Michoacán (1923-1924)”. Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación, octava época, año 1(3) (julio-septiembre 2014): 13-44. [ Links ]

1José Rentería Luviano nació el 24 de mayo de 1885 en Huetamo, Michoacán. Maderista en 1910. En marzo de 1913, siendo comandante del 41 cuerpo rural en Huetamo se levantó en armas contra Victoriano Huerta como segundo del general Gertrudis G. Sánchez, ya con el grado de general. Fue gobernador provisional de Michoacán de febrero a agosto de 1917. Jefe de Operaciones Militares en Michoacán en 1919-1920. Pidió licencia definitiva al ejército en junio de 1920. Diputado al Congreso Local en 1922. Rebelde delahuertista en 1924, murió el 25 de junio de 1925 en la colonia San Álvaro, de la Ciudad de México. Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional (AHSDN), fondo Cancelados, exp. del general José Rentería Luviano núm. X/III/3-2624.

2En el Informe se destaca la participación de varios regimientos y sus jefes militares en el levantamiento contra Carranza en Michoacán entre ellos los siguientes: 6º Regimiento de caballería al mando del entonces capitán 1º Antonio Arredondo; 8º Regimiento al mando del general Anacleto Gómez; 100º Regimiento a las inmediatas órdenes del teniente coronel Neftalí Herrera; 39º Batallón a las órdenes del general Benigno Serrato; Cuerpo Regional “Libres de Michoacán” formado por el ciudadano Silviano Hurtado en Uruapan y los jefes militares general Francisco J. Múgica, mayor Francisco Cárdenas, general Cecilio García, ingeniero Salvador Alcaraz Romero.

3Pascual Ortiz Rubio, Memorias (Morelia: Centro de Estudios sobre la Cultura Nicolaita, UMSNH, 1981).

4Rodrigo Pérez López, El movimiento obregonista en Michoacán (México: s.p.i., 1920).

5Pedro Castro, Álvaro Obregón fuego y cenizas de la Revolución mexicana (México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Ediciones Era, 2009), 65.

6Ignacio Bonillas era embajador de México en Washington y recién había regresado al país en marzo de 1920, ibid., 70.

7Excélsior, México D. F., 6 de febrero de 1920.

8Castro, Álvaro Obregón, 77.

9Ibid., 79.

10Ibid., 81

11Véase el texto íntegro del “Plan de Agua Prieta” en Planes de la Nación Mexicana, libro siete: 1910-1920 (México: Cámara de Senadores de la República Mexicana, 1987), 463.

12John W. F. Dulles, Ayer en México. Una crónica de la Revolución (1919-1936) (México: Fondo de Cultura Económica, 2003), 34.

13Francisco Díaz Babío, Actividades del Ing. Pascual Ortiz Rubio (México: UMSNH, 1992), 31.

14Véanse los detalles de esta gira en Eduardo Nomelí Mijangos Díaz, La Revolución y el poder político en Michoacán 1910-1920 (Morelia: UMSNH, 1997), 234-239.

15Ibid., 240.

16Ibid., 243.

17Ortiz Rubio, Memorias, 85.

18El texto completo del manifiesto de Ortiz Rubio en Planes de la Nación Mexicana, 476 y Díaz Babío, Actividades, 163-165.

19Justino Bermúdez asevera que no pudo pasar de Huetamo a Pungarabato, Guerrero, para cumplir la misión que le había encomendado Renteria Luviano por la gran cantidad de gavillas de salteadores que merodeaban la región y, posteriormente, en una carta escrita en septiembre de 1920 le informó a Obregón que la comisión que había recibido del general huetamense era de “hacerle saber que si en algo fracasaba el movimiento que tenía preparado, debería ser sólo por la impremeditación y anticipación de Ortiz Rubio” de haber adelantado el inicio de la rebelión y de “entregar la Capital al enemigo, antes de pedirla y sin saber siquiera la distancia a que se encontraba, desbaratando así los planes que se tenían preparados para el mejor éxito”. Justino Bermúdez Cortés, Verdades, no adulación. Callismo y obregonismo revolucionarios (México: s.e., 1935), 122 y 153.

20Mijangos, La Revolución, 247.

21Francisco J. Múgica junto con Esteban B. Calderón, Jacinto B. Treviño, Alberto M. González, Rafael Vargas e Isidro Aguilar, se entrevistaron con Carranza para hacerlo desistir de imponer a Bonillas y de aprehender a Obregón. La entrevista se produjo el 21 de abril seis días después de que el gobernador Ortiz Rubio ya se había rebelado. Martín Sánchez Rodríguez, Grupos de poder y centralización política en México. El caso Michoacán 1920-1924 (México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1994), 114.

22 Idem.

23Ortíz Rubio, Memorias, 86 y Dulles, Ayer en México, 43.

24Ibid., 60.

25Ibid., 64.

26Desde 1919 la Comisión Revisora de Hojas de Servicio de los militares sugería que “salvo el buen criterio de la superioridad” al general Rentería Luviano “se le dieran las gracias por el tiempo de sus servicios […] en vista de estar comprobada su deslealtad, así como por demostrar con desagrado poco amor al servicio de las armas”, Memorándum del 17 de julio de 1919 donde se emite la opinión de la Comisión Revisora de la Hoja de Servicios con respecto a la trayectoria militar del general de brigada José Rentería Luviano, AHSD, Cancelados, expediente personal del general José Rentería Luviano, núm. X/III/3-2624, fs. 203-204.

27El reencuentro “amistoso” entre Ortiz Rubio y Rentería durante el movimiento obregonista contra Carranza no duró mucho. Al restablecerse la paz, el gobernador solicitó al presidente provisional Adolfo de la Huerta la remoción del huetamense debido al inicio del proceso electoral para elegir sucesor y alegando que Rentería actuaría a favor del candidato Francisco J. Múgica. Rentería, en cuanto supo de la petición, le dirigió una carta al presidente para protestar por las acusaciones de parcialidad, y presentó su renuncia al cargo. Poco más adelante pidió licencia absoluta del ejército, la cual le fue concedida desde junio de 1920, aprobada directamente por el Ejecutivo. Rentería se retiró a la vida privada hasta 1922 en que compitió como candidato a diputado local por el distrito de Huetamo y a senador por Michoacán. La carta de renuncia de Rentería al presidente De la Huerta, fechada el 26 de junio de 1920, puede verse en Armando de María y Campos, Múgica. Crónica biográfica (México: Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, 1984), 147-148.

28Sobre la participación de Rentería Luviano en la rebelión delahuertista véase Luis Sánchez Amaro, “El general José Rentería Luviano y el inicio de la rebelión delahuertista en Michoacán (1923-1924)”, Legajos, Boletín del Archivo General de la Nación, octava época, año 1(3) (julio-septiembre 2014): 13-44.

Transcripción del documento

ASUNTO: INFORME RELATIVO AL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO EN MICHOACÁN

Al Ciudadano General de División en Jefe

Don Álvaro Obregón,

PRESENTE

Tengo la honra de hacer del superior conocimiento de Ud. la relación de los últimos acontecimientos militares desarrollados en Michoacán, según el siguiente informe:

El día 5 de abril último, por disposición del C. General de División Don Manuel M. Diéguez, salí rumbo a la plaza de Huetamo con el objeto de traer el 100º Regimiento que era a mi mando, con el cual debería marchar al Norte, pues el Gobierno del Centro mostraba una marcada desconfianza sobre mí y mis fuerzas, motivo por el cual el General Diéguez se empeñó en que el 13º Regimiento, también de mi Brigada, saliera cuanto antes del Estado, como lo verificó.

Antes de salir a Huetamo había comisionado al Coronel Rafael Márquez, dependiente de la Jefatura de Operaciones de mi cargo para que se acercara al Señor Gobernador del Estado, Ingeniero Pascual Ortiz Rubio, ofreciéndole mi ayuda militar para en caso de romperse las hostilidades con el gobierno del Centro por la imposición que pretendía éste llevar a cabo, y para que lo alentara y no fuera a desmayar, pues el gobernador Ortiz Rubio era tenazmente hostilizado por su adhesión a Ud. Igualmente indique al jefe de mi Estado Mayor, Teniente Coronel Jesús Millán, a quien dejé al frente del despacho de la Jefatura, procurara obtener personalmente una impresión sincera acerca del sentir del Señor Gobernador y de sus intenciones a este respecto, con objeto de unificar nuestra acción llegado el momento, ya que él representaba la Legalidad, pues preveía y la inminencia del movimiento armado que poco después se inició, aunque no me figuraba que fuera tan violento.

Con éste fin y en vista de que mi separación del Estado era un hecho, aproveché mi viaje a Huetamo para conducir a aquella plaza varios elementos de guerra destinados a dicho movimiento, consistentes en armas, parque y dos ametralladoras, los que deposité en poder del C. Ingeniero Salvador Alcaraz R. a quien dí instrucciones reservadas sobre el particular, de conformidad con las cuales verificó su levantamiento el día 17 del mismo mes, según acta levantada entre los Jefes que tomaron parte y que debe obrar en poder de Ud.

Ya estando en Huetamo me estuvo informando el Teniente Coronel Millán desde Morelia, sobre el giro que tomaban los acontecimientos políticos por lo que creí conveniente regresar desde luego, lo que verifique el día 15 pernoctando un día en la Hacienda de San Antonio de las Huertas.

A las primeras horas del día siguiente recibí sobre la marcha un propio del mismo Teniente Coronel Millán en que me comunicaba la gravedad de la situación con motivo del conflicto de Sonora, así como el resultado de su entrevista con el Señor Gobernador en la cual, decía, llegaron a una mutua inteligencia, y me insinuaba la conveniencia, en su concepto, de que esperara allá que estallara el movimiento substrayéndome así, entretanto, a la acción del General Diéguez. Aún cuando consideré bien intencionadas las indicaciones del Teniente Coronel Millán, sus informes, sin embargo, lejos de hacer que detuviera mi marcha me hicieron violentarla, pues considere necesario preparar cuanto antes el ánimo de las fuerzas dependientes de la Jefatura de Operaciones de mi cargo para poder contar con ellas al iniciarse el movimiento. En tal virtud continué la marcha y poco después en el punto denominado El Chirimo encontré al C. Capitán 1º Martín Maldonado, quien con 100 hombres que llevaba yo de vanguardia se habían regresado manifestándome que una fuerza a las órdenes del Señor Gobernador Ortiz Rubio venía con el mismo camino en actitud de rebelión.

Tan intempestivo movimiento me causó alguna sorpresa y cierta vacilación, pues yo sabía que el General Diéguez pretendía a todo trance deponer del Poder a dicho funcionario y creí se trataba de un movimiento directamente contra él y no del movimiento general de la República, el cual, como antes digo, no esperaba se viniera con tanta precipitación, por lo que después de posicionar convenientemente mis fuerzas continué con ocho hombres a entrevistar al expresado Señor Gobernador, habiéndolo encontrado en Arroyo Hondo con su escolta y unos 200 hombres del 100º Regimiento que había yo dejado en Morelia a las órdenes del entonces mayor Neftalí Herrera. Allí me manifestó que iba rebelado y que deseaba nos pusiéramos de acuerdo para organizar nuestros movimientos, informándome sobre la salida de Ud. de ésta Capital.

Como yo no había recibido ninguna indicación de Ud., la cual tenía la seguridad de que me haría oportunamente, dados los compromisos que con Ud. me ligaban, quedé por completo desorientado, por lo que después de ponernos de acuerdo con el Señor Gobernador para llevar a cabo un movimiento en toda forma y de ordenar al entonces Capitán 1º Federico Pulido fuera a la Plaza de Tacámbaro a conferenciar con el Señor su hermano Coronel Pablo Pulido que tenía 300 voluntarios a su mando para que se adhiriera al movimiento, resolví seguir a Morelia, y así se lo manifesté al expresado Señor Gobernador, dejándole las fuerzas de mi mando que él traía, pues deseaba cerciorarme personalmente de la situación y de la actitud de Ud., y sobre todo había quedado decepcionado con la insignificante cantidad de hombres con que se iniciaba le revolución en el Estado y con la que era pueril emprender un movimiento de la magnitud del que se pretendía, máxime cuando yo había ofrecido a Ud. poner a su disposición todas las fuerzas de Michoacán, y nos habíamos comprometido mutuamente con el Señor General Fortunato Maycote a poner en pie de guerra veinte mil hombres en los Estados de Guerrero y Michoacán.

En estas condiciones ordené al General Braulio Ramírez a quien traía con mis fuerzas de Huetamo, y que venía a una jornada de retaguardia, permaneciera a la expectativa mientras le comunicaba instrucciones y marché con rumbo a la Planta de San Pedro donde me enteré por teléfono que la Plaza de Morelia estaba sola por lo que continué a ella con sólo siete hombres por no exponer más gente pues no me era desconocido el peligro que corría, habiéndole mandado instrucciones al Señor Gobernador Ortiz Rubio con el Diputado al Congreso de la Unión Isaac Arriaga que me había encaminado hasta el mencionado punto de la Planta de San Pedro, para que avanzara a la Hacienda de San Antonio de las Huertas con la columna a su mando, como lo verificó, con el objeto de ponerse en contacto con el Ingeniero Salvador Alcaraz R., que como antes digo se encontraba en Huetamo, ya de hecho rebelado.

El día 17 a las 7 de la mañana llegué a Morelia desde donde mandé a Ud. dos comisionados con el fin de que trataran con Ud. lo relativo a la situación y me enviara con ellos sus superiores instrucciones. Dichos comisionados fueron el Capitán 1º Alejo García Márquez y el Ciudadano Justino Bermúdez, quienes espontáneamente se ofrecieron a desempeñar tal comisión, yendo el primero por los límites de Michoacán del Estado de México sin ningún resultado según informó y el segundo por el rumbo de Guerrero saliendo por el sur de Michoacán, puntos por donde me había indicado el Señor Gobernador Ortiz Rubio podría encontrarse Ud., habiéndose dirigido por escrito a esa Superioridad, de Huetamo, el señor Bermúdez, según informe que rindió de su cometido.

Una hora después de mi llegada a Morelia arribó con sus fuerzas el General Bruno Neira, quien había sido designado para sustituirme en la Jefatura de Operaciones, lo que me privó por el momento del éxito que me proponía, reservándome para la mejor ocasión que se me presentara. Enseguida fui llamado por el Gobierno del Centro, llegando a ésta Capital el 19 de abril, donde permanecí estrechamente vigilado hasta el día 26 en que logré volver a Michoacán, habiendo destruido a mi paso, desde Acámbaro, varios tramos de vía y de línea telegráfica y llegando en la madrugada del día 28 a Morelia, cuya plaza había sido ocupada un día antes por las fuerzas del General Anacleto López y el Señor Gobernador.

Mi venida al Centro después de la conferencia celebrada con el señor Ortiz Rubio, puede muy bien ser mal interpretada por algunos Jefes Correligionarios, lo cual me es indiferente, pues conociendo Ud. mi manera de ser podrá juzgarme con toda imparcialidad, con lo cual quedaré enteramente satisfecho.

El mismo día de mi arribo a Morelia, en junta celebrada entre los principales Jefes revolucionarios del Estado que se encontraban en la Capital, tuve el honor de ser designado por ellos como Jefe de las Operaciones revolucionarias, e inmediatamente procedí a la organización de nuestras fuerzas, contando ya entonces esta Jefatura con los contingentes que siguen; 6º. Regimiento de Caballería al mando del entonces Capitán 1º. Antonio Arredondo, 8º. Regimiento al mando del General Anacleto Gómez, 100º. Regimiento a las inmediatas órdenes del Teniente Coronel Neftalí Herrera, 39º. Batallón a las órdenes del General Benigno Serrato, Cuerpo Regional “Libres de Michoacán” formado por el patriota Ciudadano Silviano Hurtado en Uruapan y varias fracciones de voluntarios simpatizadores del movimiento.

Inmediatamente tuve el honor de dirigirme a Ud. a Guerrero explicándole mi actitud asumida al estallar el movimiento y el motivo que me hizo venir al Centro, participándole a la vez el haber quedado al frente de las fuerzas revolucionarias del Estado, así como mis operaciones proyectadas sobre Guanajuato y Jalisco, en que se encontraban las fuerzas del General Diéguez y solicitando respetuosamente sus superiores órdenes.

Al siguiente día, abril 29, movilicé por tierra sobre la Plaza de Acámbaro a donde se había replegado el General Bruno Neira con sus fuerzas después de una derrota que le infligió el General Anacleto López en la Hacienda de Coapa, una columna de mil hombres a las órdenes del expresado General López, quien a las 10:20 de la mañana del día 30 después de un ligero tiroteo, ocupó con sus fuerzas dicha Plaza, rindiéndosele 800 hombres y capturando varias ametralladoras y cañones, así como cien mil cartuchos y seis trenes con todo el equipo e impedimenta que traía el Genera Neira, quien logró escapar seguido de sus asistentes. De ésta acción tuve el honor de rendir a Ud. parte en mensaje de esa fecha por la vía de Huetamo y Teloloapan, insistiendo en recibir sus respetables órdenes para sujetar a ella mis operaciones.

El General Anacleto López, uno de los jefes que más se distinguieron por su actividad y arrojo en la campaña y que se encontraba en Guadalajara con el General Diéguez, poco antes de iniciarse el movimiento, logró obtener de éste Jefe que se le diera nuevamente el mando de 8º. Regimiento que se le había quitado para dársele al General Gabriel R. Cervera, y fue así como el día 16 de abril, momentos después de que dicho Cuerpo, se había rebelado en Uruapan a las órdenes de los entonces Mayor Gustavo Martínez y Capitán 1º. Avelino G. Núñez, llegaba a aquella Plaza con la maquina 506 del tren del General Diéguez poniéndose inmediatamente al frente de la expresada Corporación a la que dio el nombre de Columna expedicionaria “Álvaro Obregón” e iniciando su avance sobre la estación de Ajuno y la población de Zacapu cuyas guarniciones sorprendió haciéndolas que se rindieran y secundaran el movimiento y sosteniendo en el último punto citado una conferencia con el General Diéguez justificando su actitud e invitándolo a que se pusiera de parte de la Legalidad sin obtener resultado alguno por lo que continuó por las haciendas de Cantabria, Tariácuri, Bellas Fuentes, y demás de aquella región incorporándose las Defensas Civiles simpatizadoras del movimiento y desarmando las que no estaban de acuerdo, con cuyos elementos, formaba ya una columna regular, avanzó sobre Morelia llegando a cuatro kilómetros de la plaza sin haberla atacado por haber tenido conocimiento de que habían llegado suficientes refuerzos retirándose a la Hacienda de Coapa donde se presentó el enemigo en número de 200 hombres de las fuerzas del General Neira, a quienes después de media hora de combate y de hacerles catorce muertos logró hacerlos prisioneros en su totalidad y desarmarlos, lo cual determinó la evacuación de la plaza de Morelia por el mencionado General Neira, la que fue ocupada poco después por el General López, como me permito informar en párrafo anterior, habiendo comenzado a desarrollar desde entonces éste Jefe las operaciones que le encomendó este Cuartel General sobre el Estado de Guanajuato, en tanto que el General Benigno Serrato que se encontraba en Pátzcuaro con el 39º. Batallón de su mando y un considerable número de voluntarios, cubría la vía de Guadalajara por el ramal de Pénjamo vigilando los movimientos del enemigo y con instrucciones de esta Jefatura para destruirla y aislar al General Diéguez, que se encontraba en Irapuato, del resto de sus fuerzas, lo cual aún cuando no dio el resultado que se deseaba por haberse concentrado a tiempo el General Diéguez a Guadalajara, si fue de gran utilidad por haber distraído al enemigo protegiendo de esta manera el avance del General López sobre Guanajuato, cuyo centro ferrocarrilero era mi objetivo. Estos movimientos fueron ordenados para dar tiempo a la debida organización de nuestras fuerzas y emprender después definitivamente nuestro avance sobre los Estados de Guanajuato y Jalisco.

Desde la toma de la plaza de Acámbaro se iniciaron trabajos de propaganda tanto por este Cuartel General como por el General Anacleto López, entre los Jefes militares del mencionado Estado de Guanajuato que no habían definido su actitud y habiendo dado resultados favorables, prosiguió el General López su avance al interior posesionándose de la plaza de Salvatierra el día 6 de mayo, y al día siguiente de la de Celaya en donde se unieron a nuestras fuerzas las del Coronel Regino González.

Entretanto, en los límites de Michoacán con el Estado de México se registraban otros levantamientos. El General Francisco J. Múgica, quien en cumplimiento del acuerdo que tuvimos en esta Capital durante mi permanencia en ella, según el cual debería de marchar a Michoacán por el Estado de México a impulsar la revolución en aquella zona, había llegado a su destino y es así como el día 3 de mayo recibí de él un telegrama en que me comunicaba que el Municipio de Tlalpujahua perteneciente a Michoacán y el Mineral del Oro del Estado de México, estaban en poder de la Revolución, informando que el General Francisco Cárdenas con el 46º. Regimiento a sus órdenes se había puesto del lado de la Legalidad substrayéndose a la obediencia del Gobierno federal.

Tanto el General Múgica como el General Cárdenas obraron con toda actividad, pues con las fuerzas de éste último Jefe, después de que hubo ordenado pequeñas guerrillas hacia los pueblos de la sierra que se le unieron inmediatamente, fueron movilizadas con toda rapidez sobre Toluca habiendo llegado sus avanzadas el día 4 hasta Ixtlahuaca en observación del movimiento de las fuerzas que aún ocupaban Toluca y que empezaron a evacuar la Plaza el día 5 en la mañana entrando enseguida las avanzadas del General Cárdenas. Posteriormente éste Jefe ha estado ocupando con sus fuerzas el Estado de México donde ha conservado el orden y ha dado amplias garantías, pues su labor, tanto militar como administrativa no ha dejado nada que desear.

Con objeto de poder dirigir más eficazmente y con mayor actividad las operaciones militares, y en virtud de que con la ocupación del Mineral del Oro y de la Capital del Estado de México por el General Cárdenas, quedaba Michoacán enteramente libre de enemigo, presentándoseme así la oportunidad para iniciar resueltamente las operaciones sobre el Bajío, movilicé personalmente las fuerzas que quedaban en el Estado incluso las procedentes de Huetamo que habían llegado ya a Morelia al mando del General Braulio Ramírez las pertenecientes al 100º. Regimiento de la Brigada que era a mi mando y los voluntarios a las órdenes del C. Ingeniero Salvador Alcaraz R., para reforzar la columna del General Anacleto López, con quien después de conferenciar en Acámbaro a donde lo cité, avanzamos sobre la plaza de Irapuato de la que nos posesionamos el día 9 sin resistencia alguna pues las fuerzas del General Diéguez que la ocupaban al sentir nuestro movimiento se replegaron a Guadalajara.

Como en el Estado de Guanajuato no había ya enemigo que combatir por haberse adherido al movimiento las fuerzas que allí operaban, acordó este Cuartel General emprender el avance sobre Guadalajara, contando para el efecto con un contingente de cuatro mil hombres que sumaba la columna expedicionaria. Con tal objeto había ordenado al General Francisco J. Múgica, Jefe del Estado Mayor de la Columna, quien el día 9 se había incorporado a este Cuartel General en Acámbaro con los Generales Esteban B. Calderón y Agustín Maciel, marchara a esta Capital a informar a Ud. sobre nuestras operaciones y a recibir sus respetables órdenes, las que ofreció Ud. darle por medio de un mensaje combinado, ya fuera para seguir sobre Guadalajara o para marchar a Apizaco donde se combatía entonces con las fuerzas que llevaba el Señor Carranza, regresando enseguida el Señor General Múgica quien se incorporó en la estación de Pénjamo y allí recibió el mensaje de Ud. del que se desprendía que debíamos seguir sobre Guadalajara a donde continuamos después de haber procedido a reparar la vía que había sido destruida por fuerzas del Gobierno federal, habiendo antes conferenciado telegráficamente el subscrito en la misma estación de Pénjamo el día 10 de mayo, con el General Enrique Estrada para ponernos de acuerdo en nuestras operaciones sobre la plaza de Guadalajara por haberlo así Ud. ordenado. Al día siguiente seguimos sobre Yurécuaro donde se encontraba posesionado con sus fuerzas el General Domínguez de la gente del General Diéguez, quien sintió nuestra aproximación y poco antes de nuestra llegada evacuó la plaza concentrándose en Guadalajara, hay que hacer notar que el General Domínguez había sido ya desalojado de la Barca dos días antes por el Coronel Ignacio Torres, otros de los Jefes más entusiastas y que se había sublevado en Sayula, Jal., en los últimos días de abril con el 4º. Regimiento de Caballería dependiente también de esta propia Jefatura y que por su adhesión a Ud. había sido sacado del Estado. Dicho cuerpo lo había tenido a su mando el General Rodolfo López, quien en la fecha de las salida de Ud. de esta Capital se encontraba también aquí saliendo inmediatamente a ponerse al frente de él, estando a su mando hasta la fecha.

Ya estando en Yurécuaro tuve conocimiento de los acontecimientos que determinaron la prisión del General Diéguez y la sublevación de sus fuerzas, por lo que al siguiente día, después de ir dejando las caballerías en los puntos situados a lo largo de la vía, continué con un efectivo de 1500 hombres a Guadalajara, en donde permanecí hasta el día 14 en que recibí de Ud. el siguiente mensaje: “Es conveniente que active Ud. su viaje hasta la Ciudad de Celaya, pues es probable que tengamos que utilizar sus servicios en las operaciones que se están desarrollando en Rinconada contra la División del General Murguía que está sitiada por nuestras tropas. Su arribo a Celaya me lo comunicará inmediatamente para darle órdenes definitivas.” A lo que tuve el honor de contestar a Ud. lo siguiente: “Enterado con verdadera satisfacción del superior mensaje de Ud. relativo a operaciones que pueden desarrollarse en Rinconada por fuerzas a mi mando. Ya movilizo desde luego con rumbo a Celaya caballerías que tengo tendidas en la vía de esta a aquel punto, pudiendo levantar la mayor parte de ellas por tren si pudiera disponer de algún equipo del mucho que hay aquí. Esto violentaría mi marcha a aquel lugar, pero de cualquier manera me movilizaré con la mayor violencia posible. Ojalá mi General, que las fuerzas michoacanas puedan prestar a Ud. en alguna manera un servicio efectivo.” De conformidad con los mensajes insertos marché inmediatamente con mis fuerzas a Celaya, pero al llegar a este punto recibí otro mensaje de Ud. en que servía manifestar que mis servicios en Rinconada ya no eran necesarios por haber sido dominada la situación en aquella región.

No habiendo ya más operaciones que desarrollar se procedió a la organización de las diferentes Corporaciones dependientes de esta Jefatura, las que pasaron revista de Inspección en la citada plaza de Celaya el día 17 del propio mes de mayo, las cuales quedaron organizadas en la forma siguiente: Brigada “Álvaro Obregón” a las órdenes del General Brigadier Anacleto López, formada por los regimientos 6º., 8º., y 71º de caballería, 15º. Batallón de Infantería, Escolta del General Jefe de la Brigada, Sección de Artillería, Servicio Sanitario y Estado Mayor. Brigada “5 de mayo” a las órdenes del General Brigadier Rodolfo López, formada por los Regimientos 4º., 4º. Bis, Escolta del General Jefe de la Brigada y Estado Mayor. Brigada “Melchor Ocampo” a las órdenes del General Brigadier Benigno Serrato, formada por un Regimiento, un Batallón en cuadro de Infantería, Banda de música y excedentes. Brigada “Maclovio Herrera” a las órdenes del General Brigadier Francisco Cárdenas, formada por el 1º y 2º Regimientos de Caballería y Estado Mayor. 100º. Regimiento de Caballería a las órdenes del General Brigadier Braulio Ramírez. Estado Mayor del subscrito y Servicio Sanitario y Banda de Música del mismo Estado Mayor, formando todas un efectivo de cuatro mil ciento ochenta y un hombres.

En la citada plaza de Celaya solicitó y obtuvo de este Cuartel General, el Coronel Ernesto García, que tenía a su mando el 71º. Regimiento, licencia para retirarse a la vida privada, dejando por lo tanto el mando de la citada Corporación.

Allí mismo recibí orden de Ud. para venir con mis fuerzas a ésta Capital con objeto de tomar parte en el desfile que se organizó con motivo de la toma de posesión del Señor Presidente Substituto de la República, lo cual verifiqué y el día 2 recibí del Jefe del Estado Mayor de Ud. una Circular informando que con esa fecha dejaba Ud. el mando de las fuerzas del Ejercito Liberal Constitucionalista que eran a sus respetables órdenes y a las que tenía yo el honor de pertenecer por lo que cumple a mi deber rendir a Ud. el presente informe al pasar a depender directamente de la Secretaría de Guerra y Marina como se me ha ordenado.

Falta por relatar la digna actitud asumida por los Ciudadanos Generales Martín y Natalio Espinoza, Víctor V. Romo, Andrés G. Castro y el viejo revolucionario Cecilio García, así como el Coronel Gabriel R. Guevara, quienes se presentaron a esta Jefatura de Operaciones para tomar parte en la campaña, manifestando venían de orden de Ud. Al General Martín Espinoza le fueron proporcionadas por este Cuartel General 45 armas y se le autorizó para pasar al Distrito de Maravatío con objeto de que operara en aquella zona, pues no se tenía conocimiento entonces de las operaciones de los Generales Múgica y Cárdenas; al General Romo se le puso a disposición la Defensa Civil de Santa Ana Maya compuesta de 50 hombres con los que fue a operar a Guanajuato por haberlo así solicitado, yendo con dicho Jefe el General Natalio Espinoza; el General Castro marchó al Estado de México con el Coronel Guevara que se le incorporó con 15 hombres que había reunido de los que se rindieron en Acámbaro, llevando además otros elementos de poca consideración consistentes en armas y parque que le proporcionó éste Cuartel General y el General García, con la Defensa de Sindurio, fue al sur del Estado con autorización de levantar a su paso todas las Defensas del Distrito de Zitácuaro.

Réstame también hacer especial mención de los correligionarios licenciados Luis Sánchez Pontón, Diputados Ignacio Ramos Praslow y Senador Cutberto Hidalgo, quienes prestaron su importante colaboración intelectual con todo empeño y patriotismo, levantando la moral con su conocida actuación revolucionaria.

Por último, creo de justicia hacer constar que el movimiento revolucionario en Michoacán, por más que todos estábamos de acuerdo en sostenerlo, no tuvo ninguna preparación pues no hubo ningún acuerdo previo entre los diferentes Jefes que lo llevaron a cabo, ni con ésta Jefatura de Operaciones, ni con nadie, sino que cada Jefe por su propia iniciativa y por sus convicciones propias, verificaron aisladamente sus respectivos levantamientos, poniéndose espontáneamente a las órdenes de éste Cuartel General.

Por vía de aclaración me permito manifestar a Ud. que el tratamiento de Generales que se da a los antiguos Coroneles Jefes de Regimiento, obedece al decreto núm. 4 que expidió el Señor Gobernador Ortiz Rubio en Nocupétaro con fecha 4 de abril último, en que manifiesta que a reserva de lo que Ud. ordenara, todos los Jefes y Oficiales que tomaran parte en el movimiento revolucionario serían ascendidos al grado inmediato, habiéndoles expedido su respectivos nombramientos. Por mi parte creo de justicia hacer constar que en mi concepto bien merecen el ascenso estos jefes, quienes en su mayor parte son Coroneles desde 1914.

El Ciudadano Ingeniero Salvador Alcaraz R., a quien como se servirá Ud. ver sólo se le da en el presente informe su título profesional, por ser su carácter enteramente ajeno a ostentar grados militares y renuente a recibir su tratamiento jerárquico que es de Coronel también desde 1913 y actualmente figura como General Brigadier, grado que, en atención a sus servicios, creo igualmente de justicia le sea reconocido lo mismo que a los demás Jefes a quienes me refiero.

Tengo el honor mi General, de reiterar a Ud. mi respetuosa subordinación y adhesión sincera.

SUFRAGIO EFECTIVO, NO IMPOSICIÓN, México, D. F., junio 5 de 1920.

El General J. Rentería Luviano

Rúbrica.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons