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Contaduría y administración
versão impressa ISSN 0186-1042
Contad. Adm no.226 Ciudad de México Set./Dez. 2008
Editorial
La raza humana evoluciona gracias a que es capaz de superar situaciones críticas. Hemos desarrollado la ciencia y la tecnología a niveles insospechados, pero las enfermedades y el hambre nos siguen asechando. El desarrollo de la ciencia y la tecnología nos han aportando la biología molecular, la cibernética y las tecnologías de la comunicación e información que están cambiando de manera radical la forma de vida de una parte de la población; sin embargo, la contaminación ambiental y las enfermedades relacionadas con el desarrollo económico se incrementan.
La biología y las diversas técnicas de manipulación genética están cambiando radicalmente la forma en que producimos y consumimos alimentos, curamos, prevenimos y diagnosticamos enfermedades, ofreciendo un panorama de bienestar extraordinario para el ser humano. La informática y las telecomunicaciones han contribuido a la generación y difusión del conocimiento a una velocidad nunca antes imaginada; todas las disciplinas del saber humano se han beneficiado de éstas. Además, esta tecnología ha permitido la interconexión de las actividades humanas en el mundo, produciendo un cambio estructural y nuevas formas de organización de las actividades económicas, políticas y sociales.
En contraste, el medioambiente está cada vez más deteriorado. La contaminación de origen industrial y la producida por los vehículos automotores han provocado graves daños al ambiente. Se habla de incremento de temperatura promedio de la tierra, cambio climático, pérdida de casquetes polares, elevación del nivel del mar afectando tierra y población, sequía, erosión y desertificación de regiones y desaparición masiva de especies animales y vegetales. Además, las enfermedades típicas de zonas tropicales, como el paludismo y el dengue están expandiendo sus fronteras.
Por otro lado, padecemos una epidemia mundial de obesidad y diabetes tipo 2, de la cual son en muy buena parte responsables las grandes industrias que producen alimentos procesados. Esto sin restar importancia a factores como los patrones de consumo de alimentos y la vida sedentaria típica de la era posindustrial.
El costo social y económico que representa enfrentar y resolver estos problemas es inimaginable, no obstante estos problemas crean grandes ventanas de oportunidad. Si podemos generar empresas más responsables con la raza humana y con el medioambiente, podremos hacer una diferencia en nuestro futuro.
Se ha dicho que el reto del administrador en este nuevo siglo es administrar el cambio y la diversidad en un ambiente muy competitivo y a la vez extremadamente frágil. Sin embargo, es aún más importante aprender a enfrentar problemas morales relacionados con la responsabilidad social y la justicia debido a que los gobiernos y las empresas se centran en lograr competitividad, privilegiando la conquista de mercados y dejando de lado el bienestar social.
En este contexto temas como la responsabilidad social corporativa, el desarrollo sustentable, el comportamiento ético toman relevancia en la investigación en el campo de la administración. En este número de Contaduría y Administración se presentan tres artículos que se abocan a algunos aspectos de esta problemática. En primer lugar, Luis Ángel Castillo y Juan Manuel San Martín abordan el problema de las prácticas oportunistas de los gerentes de empresas que toman decisiones procurando aumentar su ganancia aún en detrimento de los intereses de la empresa. Los autores afirman que para proteger los derechos de los accionistas ha sido necesario establecer diferentes procedimientos para detectar la discrecionalidad directiva que se traduce en prácticas deshonestas y manipulación de los reportes de utilidades.
Con respecto al concepto de responsabilidad social empresarial sabemos que ha tomado gran relevancia, especialmente en las últimas décadas en que algunas empresas trasnacionales se han vuelto más poderosas que algunos países y la competencia por los mercados mundiales se ha incrementado. En el centro del debate se encuentra, por un lado, la solicitud de compromiso a largo plazo con accionistas, clientes, proveedores, empleados y comunidad que les ayuda a tener una mejor imagen y redunda en su propio provecho; y, por otro, opositores que señalan mayores costos que resultan de actuar responsablemente y que causan pérdidas en la competitividad. En este rubro, Francisco Barroso en su artículo investiga qué es lo que entienden cuarenta directivos por responsabilidad social empresarial, cuáles son las acciones que la conforman y cómo la relacionan con el éxito de las empresas. El autor concluye que el concepto de la responsabilidad empresarial es poco comprendido, se confunde con las prácticas de calidad total y de servicio al cliente y no se relaciona necesariamente con el éxito empresarial.
Por otra parte, la práctica de evaluación en el sector público ha tenido una gran difusión y aplicación en los últimos años. Se establece que ésta ayuda a generar información para una sociedad que demanda respuestas de la intervención del gobierno, esperando saber sobre la eficacia, eficiencia y transparencia de la gestión. Miguel Ángel Magaña y Carlos Leyva analizan el sistema de evaluación para un programa de fomento agrícola encontrándolo poco confiable por falta de rigurosidad en su aplicación. Sin embargo, de la investigación se desprende que es necesario que la práctica de evaluación de las políticas públicas y el desempeño de los proyectos derivados de las mismas se mantenga y perfeccione para proteger los derechos de la sociedad.
De igual forma, se presentan dos artículos con temas del área de finanzas: Ángel Samaniego propone una metodología para el cálculo de un indicador relativo del comportamiento psicológico del conjunto de inversionistas que participan en un sector del mercado de valores. Este indicador ajustó la valoración financiera para que converja con la valoración del mercado de valores con un 84% de efectividad. Por su parte, Édgar Sansores, determina, desde el punto de vista estadístico y financiero, que los supuestos básicos del modelo de valuación de activos de capital (CAPM) son inadecuados para su aplicación como modelo de formación de carteras de inversión en el mercado de valores mexicano porque existen otros factores de riesgo que afectan los rendimientos de las acciones que no son considerados como inflación, inseguridad y clima político.
Finalmente, esperamos que los diversos temas presentados en este número no solamente sean de interés para nuestros lectores, sino que sirvan de material de reflexión que nos permitan avanzar en el conocimiento científico y técnico de la contaduría, la administración y de su investigación.
María de Lourdes Álvarez Medina