En la exposición de este trabajo de investigación se presentaron algunos avances preliminares, ya que se trata de una tarea que se encuentra en proceso de construcción. Se observa que la dinámica migratoria y la decisión de migrar están inmersas en una serie de relaciones sociales que se ven reflejadas en las trayectorias individuales y en las distintas etapas del ciclo de vida familiar. Tal cuestión ha sido poco analizada hasta ahora en los estudios migratorios.
En este sentido, ¿cuál es el principal aporte de la investigación de Giorguli y Lindstrom a los actuales estudios migratorios? Considero que es un avance en la generación de conocimientos sobre la conexión entre la migración y el ciclo de vida familiar, ya que lo conceptúan como un sistema dinámico en el cual las necesidades, los recursos y la capacidad de respuesta cambian con el tiempo. Pessar (1999)1 plantea que es necesario incluir elementos familiares y de género en los estudios de migración para entender cómo y por qué difieren las experiencias migratorias de los hombres y de las mujeres. Otra aportación del trabajo es que se considera en forma integral -y no aislada- a la pareja en el momento de tomar las decisiones sobre migrar o no hacia Estados Unidos. Esta visión resulta dinámica, ya que se traduce en una riqueza analítica que nos permite en cierta forma mostrar y descifrar las relaciones que se desarrollan dentro del seno familiar y conocer su interacción con el proceso migratorio; en el trabajo se privilegia el análisis de los hombres y de las mujeres en parejas.
Al tomar a la pareja como unidad de análisis se establece un contraste con la forma tradicional de estudiar la migración de hombres y mujeres por separado, donde está implícita la idea de un “modelo tradicional” de migración que supone que el hombre migra y la esposa lo espera. En este trabajo se cuestiona dicha visión unidimensional y se aceptan diversas trayectorias en que la mujer puede o no desempeñar un papel activo en el proceso; sin embargo de alguna manera no se logra romper con la visión tradicional donde ella es sólo la acompañante del esposo en los flujos migratorios, y en ese sentido no se coadyuva a entender la migración femenina que ocurre fuera del contexto de la pareja, ya que también suele presentarse la incorporación de las mujeres en los procesos migratorios en “forma independiente”, es decir, la decisión de migrar puede surgir en contextos familiares más amplios, como cuando las hijas, madres o jefas de hogar lo deciden, y tal decisión podría ser la respuesta de la unidad doméstica a los cambios en las necesidades de la misma.2
La investigación intenta insertarse en un debate más amplio, ya que en cierta forma cuestiona algunas proposiciones clásicas teóricas sobre los procesos migratorios planteadas desde distintas posiciones. En este sentido, con base en la teoría neoclásica se plantea que las decisiones migratorias se toman de manera individual, en función de la relación del “costo-beneficio” que las personas pueden experimentar a partir del acto migratorio per se, de tal suerte que no se acepta la idea de que tales decisiones surjan en unidades más amplias, como la familia o las comunidades de origen de los individuos. Sin embargo la corriente teórica de “la nueva economía de la migración” avanza en este sentido, es decir en la inclusión de lo familiar, ya que sugiere que las decisiones no se toman de manera aislada, sino que se fraguan en unidades más grandes donde las personas están relacionadas y actúan de manera colectiva con el afán de minimizar los riesgos y maximizar los ingresos. No obstante, aparentemente las decisiones familiares llevan tiempo y suponen que no existiera la posibilidad de conflictos entre los miembros de los grupos familiares. Giorguli y Lindstrom sugieren que las decisiones de migrar corresponden a unidades familiares y que cambian durante el tiempo; de ahí que puedan ser diferentes en los distintos ciclos de vida familiar en que se encuentran el individuo y su familia, dado que las necesidades básicas de ésta se modifican en el tiempo. Aceptado lo anterior, los resultados de la investigación cobran fuerza interpretativa, de tal suerte que los autores exponen que las decisiones migratorias de los esposos -hombres- están asociadas a la etapa de expansión de la familia, es decir, cuando la unidad doméstica está creciendo, con niños e hijos adolescentes. En cambio, en el caso de las mujeres la decisión de migrar a Estados Unidos se relaciona principalmente con haber parido un hijo en dicho país o con que su cónyuge se encuentre allí.
Empero, ¿cómo intentan aproximarse a lo familiar y a las posibles transformaciones de las decisiones migratorias de las parejas en el tiempo? Ésta es otra de las aportaciones de los expositores a los estudios migratorios, ya que para alcanzar sus objetivos de investigación emplean la perspectiva de curso de vida. Las ciencias sociales han empezado a interesarse por el análisis de los distintos patrones de desarrollo, crecimiento y cambios en las vidas de las personas, y por incorporar el tiempo (social, histórico, individual y familiar) y la secuencia de los eventos que experimentan los propios individuos (Freedman et al., 1998).3 Al introducir la perspectiva de curso de vida en las futuras investigaciones sobre los procesos migratorios podremos dilucidar en ciertos casos cómo se puede intersectar la migración con algunos otros eventos sociodemográficos en la vida de los individuos, tales como la salida o el abandono de la escuela, la unión conyugal, el divorcio, etc. Al utilizar dicha perspectiva teórica será posible discernir si algunos eventos sociodemográficos pueden incentivar o no la decisión de migrar o no migrar, y además identificar asociaciones interesantes entre los eventos sociodemográficos. Como ejemplo se podría ver en qué forma interactúa la migración con las trayectorias ocupacionales de los individuos, pues podría representar para ellos movilidad ocupacional en los lugares de origen o destino.
Sin embargo el curso de vida como perspectiva teórica y metodológica no podría haber sido incluido en las actuales investigaciones sociales sin el desarrollo de técnicas estadísticas más elaboradas que permiten capturar nuevos elementos analíticos -intensidad y calendario- y de fuentes de datos que recuperan mayor información de los individuos a través del tiempo. Los autores emplean los datos del Mexican Migration Project (MMP), una fuente especializada en materia de migración mexicana a Estados Unidos que se considera ideal para realizar estudios de curso de vida, ya que valiéndose de la aplicación de una etnoencuesta acopia información del individuo desde que nace hasta el momento de la encuesta sobre las historias migratorias y laborales del jefe de hogar y de su cónyuge.4 Además, proporciona datos de los demás miembros de la unidad doméstica que están presentes en el momento del levantamiento de la misma en hogares ubicados en algunas comunidades mexicanas.5
Cabe destacar que esta fuente de información ha sido poco utilizada en las investigaciones de las instituciones académicas y las dependencias gubernamentales mexicanas. El MMP abre la posibilidad de iniciar nuevos estudios que exploren las implicaciones, las intersecciones o la presencia alterna de eventos sociodemográficos y los desplazamientos migratorios de mexicanos a Estados Unidos, tanto en las comunidades de origen como en las de destino.6 Además de que ofrece información de los ámbitos individual, familiar y de la comunidad de origen, también permite consultar evidencias sobre los lugares de Estados Unidos donde se encuentran los migrantes mexicanos, y esto constituye una ventaja adicional de dicha fuente de información.
Los resultados finales de la investigación de Lindstrom y Giorguli formarán parte de un proyecto más ambicioso coordinado por Emilio Parrado y el mismo David Lindstrom que pretende dar cuenta de cómo interactúan los procesos migratorios en las diferentes etapas o transiciones del curso de vida de los individuos. En suma, este trabajo de investigación contribuye a generar conocimientos respecto a las inter-relaciones del ciclo de vida familiar y la migración internacional; plantea nuevas preguntas y abre otras vetas de exploración para los interesados en el proceso migratorio entre México y Estados Unidos.