Introducción
A comienzos del siglo XXI las provincias que integran el norte de Argentina1 presentaban los niveles de pobreza más elevados de todo el país, como se observa en el mapa 1.2
Las poblaciones de estas provincias han sufrido históricamente un profundo deterioro social y han sido afectadas por graves problemas de empleo. Estas dificultades se agravaron a partir de las transformaciones económicas que acontecieron desde los años sesenta del siglo pasado, cambios regresivos que se consolidaron con la irrupción de un nuevo orden mundial en el que predomina el modelo económico neoliberal.
En el norte argentino y a comienzos del siglo XXI la provincia de Catamarca se distinguía de las restantes por sus menores niveles de pobreza (mapa 2).
¿Qué procesos y qué articulación de factores posibilitaron a lo largo del tiempo que una provincia como Catamarca, caracterizada por tener una estructura productiva muy reducida y tradicional, alcanzara a comienzos del siglo XXI tal condición? A partir de esta pregunta, en este artículo compararemos dichos procesos y articulaciones con los propios de la provincia más pujante del norte, Tucumán, la cual tenía sin embargo mayores niveles de pobreza.
Entre estas dos provincias se advierten notables diferencias. Mientras en Catamarca, con una superficie de 102 602 km², habitaban solamente 333 661 personas en 2001, Tucumán concentraba una población de 1 336 664 habitantes en una superficie de 22 524 km². Si bien ambas provincias forman parte del conjunto de economías regionales o extrapampeanas,3 Tucumán experimentó una penetración más profunda de las formas de producción capitalista y el sector privado adquirió más relevancia en su estructura productiva en un contexto de mayor expansión de la economía de mercado. Por el contrario, Catamarca conservó una economía con importantes rasgos tradicionales, y apenas en las últimas décadas del siglo XX desarrolló algunas actividades modernas; mantuvo además como rasgo característico la mayor presencia del sector público en su estructura productiva.
En este artículo nos proponemos analizar las características que presentó la pobreza en Catamarca y Tucumán en el periodo 1980-2002,4 y examinar su relación con los problemas de empleo que afectaron a sus poblaciones.
Pobreza, problemas de empleo y economía: significados y relaciones
Dado que “los cambios en la pobreza resultan, en gran medida, de cambios que tienen lugar, a diferentes niveles, en el conjunto de la economía” (Lo Vuolo et al., 2004: 125), la presente investigación se estructuró con base en el reconocimiento de que los problemas de empleo constituyen un vínculo de enorme relevancia entre los procesos económicos y la pobreza. En particular desde las primeras fases del desarrollo capitalista las malas condiciones de trabajo, los bajos salarios, y sobre todo la desocupación, dificultaron que superaran la pobreza quienes la padecían (véase Bauman, 2005 [1998]).
Si bien la pobreza es un fenómeno multidimensional que aglutina aspectos económicos, políticos, sociales y culturales, en el presente estudio se le vincula con “la ausencia de satisfacción de ciertas necesidades consideradas básicas o esenciales, o bien a la carencia de medios que permitan lograr niveles de satisfacción considerados adecuados” (Osatinsky, 2009: 190).5
Una clasificación importante es la que distingue la pobreza estructural de la coyuntural. La primera incluye a los hogares que se encuentran afectados durante un largo periodo por carencias básicas relacionadas con la vivienda, la educación, la salud, etc. En ellos se prolonga en el tiempo el estado de insatisfacción de las necesidades elementales y muchas veces se transmite a las nuevas generaciones. Por otra parte están los que conforman la pobreza coyuntural, a quienes suele llamarse “nuevos pobres”. Son los que sufrieron una merma severa en sus ingresos y, por lo tanto, en su poder adquisitivo.
Los nuevos pobres se asemejan a los “no pobres” en una serie de aspectos socioculturales que incluyen el acceso a la enseñanza media y superior, en número de hijos por familia, más reducido que entre los “pobres estructurales”, etc. No ocurre lo mismo en lo que hace a variables asociadas a la crisis en las cuales su situación es similar a la de aquellos que han sido históricamente pobres, debido al desempleo, falta de cobertura de salud, precariedad laboral, etc. [Minujin, 1992: 39].6
Es importante analizar aquí los cambios que experimentó la actividad económica, pues es la que da origen a los bienes y servicios que posee una determinada sociedad y a la riqueza con que cuenta. Así, “la forma de distribuir y el destino dado a la riqueza generada no conforman un acto posterior a la producción: son una parte intrínseca de la actividad económica. Por lo tanto, es ésta una parte central de la explicación de la pobreza, la ocupación y la desocupación” (Lindenboim, 2005: 14).
La población con problemas de empleo abarca al conjunto de los desocupados y subocupados.7 Una persona sin ocupación no participa del proceso de creación de bienes y servicios y por lo tanto queda marginada de la distribución de riqueza que surge en el proceso de producción. A su vez, aquellos que se encuentran ocupados pueden sufrir condiciones precarias de empleo, o bien pueden no poseer una ocupación plena. En ese sentido, quienes conforman la población con problemas de empleo y sufren mayores limitaciones para alcanzar algún ingreso presentan severas restricciones en su consumo (Lindenboim, 2005).8
La desocupación es una característica del actual orden económico y social. En las últimas décadas de siglo XX se hizo evidente que el número de desocupados crecía debido a que se creaban fuentes de empleo con ritmos cada vez menores, y a que disminuía la mano de obra que se empleaba en la producción como consecuencia del aumento de la productividad debido a los avances tecnológicos y del quiebre de numerosas empresas de diversos rubros que no pueden competir en el mercado. De esa manera se tornó cada vez más difícil conseguir un empleo tanto para aquellos que habían tenido uno en el pasado como para los que se incorporaban recientemente a la población activa.9
El empleo informal y la precariedad laboral son problemas que también adquirieron notoriedad a fines del siglo XX. El primero de ellos agrupa al conjunto de trabajadores que no se encuentran registrados y que componen el denominado empleo “en negro”.10 Los “empleados de medio tiempo, temporarios, personal con contratos de tiempo establecido, subcontratados y aprendices públicamente subsidiados, con menos seguridad laboral” (Harvey, 1998 [1990]: 174), ejemplifican las relaciones de trabajo precarias que afectan sobre todo a quienes están empleados de manera informal, aunque también han ido adquiriendo más espacios en el mercado de trabajo formal.
Desde la perspectiva liberal y neoliberal, de gran influencia en los cambios socioeconómicos que acontecieron a fines del siglo XX, el mercado desempeña el rol de “asignador eficiente de los recursos” y el Estado no debe intervenir en la esfera de la producción. Ésta, así como el comercio, debe desenvolverse con total libertad. Para dicha corriente del pensamiento económico el problema de la pobreza no está vinculado a la distribución de los bienes y servicios que se producen, por lo que la acción del Estado en ese ámbito sólo puede generar inconvenientes al obstaculizar el libre funcionamiento de la economía (Espina Prieto, 2008). Por ello proponen como solución a la pobreza que se deje actuar con libertad al mercado y con el tiempo el aprovechamiento eficiente de los recursos generará un crecimiento que paulatinamente irá mejorando las condiciones de vida del conjunto de la población mediante un efecto derrame.
Sin embargo,
el crecimiento económico registrado en países y regiones no siempre se ve acompañado por una mejora paralela en las condiciones de vida que disfruta la mayor parte de su población, aspecto que tiene relación directa con las condiciones sociales y políticas que determinan la forma en que se reparte el excedente generado, tanto entre las personas como entre los territorios. Desde esa perspectiva […] el desarrollo se concibe, prioritariamente, como un concepto asociado de forma directa al […] bienestar social [Méndez, 1997: 329].
Las transformaciones socioeconómicas de numerosos países,11 como los de América Latina,12 permiten afirmar que si una economía crece, esto puede no traducirse en un mayor bienestar si en ese proceso de incremento de la actividad ha sido excluido un sector importante de la población.
En función de lo expuesto, la presente investigación parte del “reconocimiento de la estrecha relación entre los procesos de acumulación capitalista, el funcionamiento de la estructura socio-ocupacional y los fenómenos de la pobreza y la desigualdad social” (Salvia, 2007: 38), y se sitúa en el campo de los estudios que tienen una mirada crítica de la economía de mercado y que consideran que el deterioro social es un proceso ligado a la dinámica del actual orden económico. En ese sentido, concebimos la pobreza como la resultante “de un determinado tipo de desarrollo” (Guevara, 1981: 8-9).
En Argentina las transformaciones económicas neoliberales se expandieron en las últimas décadas del siglo XX y ocasionaron el incremento de los problemas de empleo como resultado de las crisis y los efectos regresivos que ellas mismas produjeron y que afectaron a un cúmulo de pequeños y medianos productores y empresas. Así, “la desocupación, el recorte salarial y la generalización de la precariedad laboral [se convirtieron] en fuentes de pobreza” (Mancebo, 1998: 186), y la población de Argentina experimentó un notorio agravamiento de sus condiciones de vida. Estos procesos presentaron particularidades en las distintas provincias del país.
Aspectos metodológicos
Los métodos de medición de la pobreza con que trabajamos en la investigación son: el de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), el criterio de la línea de pobreza y el Índice de Privación Material de los Hogares (IPMH).
El criterio de las NBI considera cinco indicadores de privación;13 es pobre todo hogar que presente al menos uno de ellos. Muestra serias limitaciones, pues solamente incluye la pobreza estructural y subestima la pobreza crónica urbana.14
El otro método tradicional de medición se construye a partir del valor de una canasta básica de bienes y servicios que determina la línea de pobreza: es pobre todo hogar cuyo ingreso se encuentre por debajo de dicho monto. Asimismo, el valor de la canasta básica alimentaria, la cual aseguraría la cobertura de las necesidades nutricionales mínimas de los individuos, fija la línea de indigencia. Este criterio también muestra notables deficiencias, pues está asociado a la pobreza coyuntural y solamente la mide en los aglomerados más importantes, por lo que no aporta mediciones provinciales.
Tanto el método de las NBI como la línea de pobreza brindan información relacionada con la incidencia del fenómeno, pero no realizan mediciones sobre su intensidad.
En vista de las limitaciones de los métodos mencionados, adquiere relevancia la información que brinda el IPMH, que es la metodología de medición más reciente elaborada por el INDEC (véase Álvarez et al., 2005 y Mario, 2002). Ésta clasifica los hogares en cuatro categorías: a) hogares sin privación; b) hogares con privación de recursos corrientes (asociada con la baja capacidad económica de los hogares);15c) hogares con privación patrimonial (relacionada con la existencia de viviendas o condiciones sanitarias precarias);16d) hogares con privación convergente (afectados por los dos tipos de privación mencionados).
El IPMH toma en cuenta variables vinculadas a la pobreza estructural (privación patrimonial) y a la pobreza coyuntural (privación de recursos corrientes). Por medio del mismo se puede conocer el porcentaje de hogares afectados por cada tipo de pobreza, y además el conjunto que sufre ambos tipos de carencias (privación convergente). De esta forma dicha metodología brinda un indicador de la intensidad de la pobreza,17 lo que constituye un avance respecto a los métodos tradicionales que se limitan a medir su incidencia.18
Para conocer qué población presentaba problemas de empleo y cuáles eran las características de la población ocupada trabajamos con las tasas de desocupación y subocupación19 de los aglomerados Gran Tucumán-Tafí Viejo y Gran Catamarca.20 Tomamos en cuenta las tasas de empleo21 y desocupación de Catamarca y Tucumán en 1991 y 2001, y de manera complementaria consideramos el empleo informal22 y el rol del sector público como demandante de mano de obra, cuyos análisis contribuyen al estudio del deterioro laboral.
En el plano económico se observaron ciertos indicadores que reflejan la dinámica de las actividades agropecuarias, la industria manufacturera y el sector terciario de ambas economías en aquellos años.23 Por la importancia de estas actividades económicas dentro de la estructura productiva de las provincias bajo estudio, su análisis nos permite conocer las características de las economías de Catamarca y Tucumán, y la manera en que fueron afectadas por las transformaciones estructurales que ocurrieron en aquellos años.
Para fundamentar este trabajo consultamos diversas fuentes de información. Sobre los diferentes aspectos de la estructura productiva de cada provincia recurrimos al Censo Nacional Agropecuario de los años 1988 y 200224 y al Censo Económico Nacional de los años 1974, 1985 y 1994.25 Los datos acerca de la población bajo la línea de pobreza y la población desocupada y subocupada en el aglomerado más importante de Catamarca y de Tucumán provienen de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH);26 asimismo, de los Censos Nacionales de Población y Viviendas de 1980, 1991 y 2001 tomamos información sobre los hogares con NBI27 y sobre las características de la población ocupada y desocupada en la provincia.28 El último de ellos es la fuente que utilizamos en la elaboración del IPMH.
Los elevados niveles de pobreza en Catamarca y Tucumán a fines del siglo XX
En el año 2001, según el IPMH, 39.2% de los hogares y 45.9% de la población de Argentina estaban afectados por la pobreza.29 Esta preocupante realidad social era el resultado del gran impacto negativo de las transformaciones neoliberales en Argentina en las últimas décadas del siglo XX y del deterioro laboral que generaron.
En efecto, la apertura económica, la desregulación de los mercados, la liberalización financiera, la reducción de la participación estatal en la economía por medio de las privatizaciones, y la preeminencia del mercado externo por sobre los procesos económicos orientados al mercado interno, ocasionaron la quiebra de numerosos establecimientos industriales pequeños y medianos, lo que se tradujo en una marcada desindustrialización. Asimismo muchas actividades agropecuarias que destinaban su producción al mercado interno fueron afectadas por profundas crisis. Además, con la desaparición de una gran cantidad de pequeños y medianos productores se produjo una mayor concentración en la distribución de la tierra (Rofman et al., 1997; Rapoport, 2000; Balsa, 2001; Ferrer, 2008).
Como consecuencia de estos cambios económicos regresivos, en las últimas dos décadas del siglo XX los crecientes problemas de empleo fueron característicos del mercado de trabajo argentino, y la expresión de ello fue el notable incremento de la desocupación y la subocupación.30
En 2001 las poblaciones del norte del país se encontraban afectadas por niveles de privación superiores al promedio del país, como lo muestra el cuadro 1.
De las provincias de dicha región dos presentaban los menores niveles de pobreza: Catamarca y Tucumán, aunque era relativamente peor la situación de esta última. En ellas la pobreza no evolucionó de la misma forma ni con las mismas características.
En 1980 Tucumán y Catamarca presentaban 36.6 y 37.6% de sus hogares con NBI, respectivamente. Mientras en Tucumán eran por entonces más críticos los niveles de hacinamiento y de viviendas caracterizadas como deficientes, Catamarca mostraba peores condiciones sanitarias (gráfica 1). En cuanto a los indicadores “asistencia escolar” y “baja capacidad de subsistencia”, las diferencias entre ambas provincias no eran sustanciales.
En 2001 Tucumán presentaba mayores niveles de pobreza.31 En efecto, 20.5% de los hogares tucumanos tenía NBI, mientras en Catamarca la insatisfacción de necesidades básicas afectaba a 18.4%. Cabe mencionar que el censo de 2001 no brinda información sobre el número de hogares que se encontraban afectados por cada una de las carencias de las NBI, como sí lo hace el de 1980. Sin embargo la información censal permite comparar la situación de los hogares de ambas provincias teniendo en cuenta dos de los indicadores que considera el criterio de las NBI: el hacinamiento y la vivienda inconveniente, así como otros indicadores semejantes (gráfica 2).
Nota: Hacinamiento: hogares con más de tres personas por cuarto. Vivienda inconveniente: incluye casilla, pieza de inquilinato u hotel/pensión, locales no construidos para habitación y vivienda móvil. Condiciones sanitarias deficitarias: hogares con inodoro sin descarga de agua o sin inodoro. Inasistencia escolar: población de 6 a 12 años que no asiste a educación general básica y/o primario, polimodal y/o secundario. Baja proporción de perceptores: hogares en los que el cociente entre la cantidad de miembros del hogar que se declaran como ocupados y jubilados y la cantidad total de personas es inferior o igual a 0.25.
Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda 2001.
En todos los indicadores seleccionados la situación de los hogares de Catamarca era mejor que la de los tucumanos; el hacinamiento y la inasistencia escolar eran los dos indicadores con menor brecha entre los hogares de ambas provincias. Es notable la gran diferencia en el caso de los hogares con baja proporción de perceptores, indicador vinculado al ingreso que percibe el hogar. En Tucumán casi 45% de los hogares tenía, de cada cuatro personas, una o menos ocupada o jubilada (que aporta su jubilación o pensión). Por el contrario, en Catamarca dicho valor era mucho más bajo: 35 por ciento.
El hecho de que en el año 2001 cerca de 20% de los hogares de ambas provincias estuviera todavía afectado por alguna carencia básica reflejaba una realidad más que preocupante si se tienen presentes los niveles mínimos de privación que empleaba esta metodología. Cabe asimismo resaltar que a diferencia de lo que ocurría en 1980 y 1991, en aquel año Catamarca tenía una menor proporción de hogares pobres.
En cuanto a la pobreza coyuntural, medida sólo en el aglomerado más importante de cada provincia, el Gran Catamarca presentó niveles menores que los del Gran Tucumán-Tafí Viejo, en un contexto en el que aumentó la población bajo la línea de pobreza en ambos aglomerados entre 1995 y 2002 (gráfica 3). En octubre de 2002 era pobre 71% de la población del Gran Tucumán-Tafí Viejo, mientras que para el Gran Catamarca ese valor era de 61 por ciento.
Los dos métodos de medición de la pobreza descritos, como se indicó en el apartado metodológico, brindan información bastante limitada acerca de las particularidades de Catamarca y Tucumán. De allí la importancia de considerar el Índice de Privación Material de los Hogares (IPMH), que cuenta con información acerca de la incidencia de la pobreza y también de su intensidad.
Los hogares con privación en Catamarca y Tucumán
A comienzos del siglo XXI más de la mitad de los hogares tucumanos y catamarqueños eran pobres, según el IPMH. Este deterioro social tuvo una mayor expansión y fue más acentuado en el caso de los hogares de Tucumán.
Según la última metodología que elaboró el INDEC, 51 y 59% de los hogares de Catamarca y Tucumán respectivamente eran pobres en 2001 (véase el cuadro 1 en el anexo estadístico). En los hogares de Catamarca con mayores niveles de pobreza,32 la categoría más importante era la privación patrimonial. Por el contrario, la privación de recursos corrientes sobresalía en los hogares de la capital provincial y de Valle Viejo, que eran los departamentos con menores proporciones de hogares pobres.
A diferencia de Catamarca, en Tucumán la privación convergente era la categoría que predominaba en los hogares pobres en prácticamente todos los departamentos.33 A su vez, al igual que en el caso catamarqueño, la privación de recursos corrientes era la que alcanzaba menor peso relativo en los hogares con privación de los departamentos con mayores niveles de pobreza (véase el cuadro 1 en el anexo estadístico).34
La privación convergente no sólo prevalecía como categoría entre los hogares tucumanos con privación, sino que alcanzaba valores superiores a los que tenía en Catamarca. De ahí que la pobreza mostrara también mayores niveles de intensidad en Tucumán, como lo refleja el mapa 3.
Fuente: Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001. Elaboración: Laboratorio de Cartografía Digital, IEG-UNT.
Si bien ambas provincias tenían en promedio el mismo porcentaje de hogares con privación de recursos corrientes y con privación patrimonial, 26.4% de los hogares tucumanos sufría ambos tipos de privaciones, mientras que en el caso catamarqueño la privación convergente afectaba a menos de 20% (véase el cuadro 1 en el anexo estadístico). Por ello la intensidad de la pobreza era mayor en Tucumán.35
Tucumán concentraba 9.3% de sus hogares en el nivel más crítico de privación,36 mientras que ninguno de Catamarca estaba en esa situación. Por el contrario en el primer cuartil, el de menores niveles de privación, era Tucumán el que no poseía hogares, mientras se agrupaba allí 55.6% de los hogares catamarqueños.37
El IPMH reflejaba niveles de privación elevados en ambas provincias, pero la pobreza afectaba más a Tucumán tanto en su incidencia como en su intensidad; allí había un número superior de hogares con privaciones y era mayor su intensidad.
Las diferencias respecto a la pobreza entre ambas provincias estaban vinculadas tanto a las características como a la evolución de sus respectivas economías y mercados de trabajo, aunque Tucumán experimentó más tempranamente un importante deterioro económico y laboral.
El ajuste estructural y su impacto desigual en Catamarca y Tucumán
El hecho de que Tucumán -cuya economía tradicionalmente fue la más dinámica del noroeste- y Catamarca -que históricamente mantuvo una estructura productiva tradicional- presentaran a comienzos de 1980 casi los mismos niveles de pobreza se relaciona en gran medida con los procesos económicos disímiles por los que transitaron.
Desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX las dos economías siguieron diferentes caminos. Tucumán alcanzó cierto desarrollo económico como consecuencia principalmente de la creciente expansión de la actividad azucarera.38 Su superficie cultivada, muy superior a la de Catamarca, creció notablemente, y a la vez logró una mayor expansión de su industria y un sector comercial de mayor dimensión. Por el contrario, Catamarca quedó como parte del interior más rezagado, pues diversas actividades económicas fueron afectadas por un retroceso notable. Su producción agropecuaria sufrió un declive y la industria, el comercio y los servicios prácticamente no se desarrollaron y mantuvieron un reducido tamaño (véase Denis, 1987 [1920]; Bunge, 1922; Bunge, 1984 [1940]; Rofman et al., 1997; Argerich, 2003; Ferrer, 2008; Gómez Lende et al., 2008; Bolsi et al., 2009; Osatinsky, 2011).
En los quince años que transcurrieron desde 1955 crecientes problemas afectaron la economía tucumana. En el marco de las políticas gubernamentales que se orientaron desde mediados de los cincuenta a fomentar una mayor eficiencia y competitividad entre los sectores partícipes de la actividad azucarera, la dictadura de Onganía impuso como respuesta a la crisis de sobreproducción de 1965 una serie de medidas regresivas39 que se tradujeron en un notable retroceso de las actividades agropecuarias y de la estructura productiva industrial de la provincia (Osatinsky, 2006).40 En Catamarca, por el contrario, en aquellos años se incrementó notablemente la superficie cubierta por las explotaciones agropecuarias (aunque partía de una superficie agropecuaria pequeña), la mayor parte dedicadas a la producción ganadera, aunque la industria mantuvo su nivel de atraso (Osatinsky, 2011: 144-145).
En la década de 1970 el crecimiento de Catamarca fue mayor que el de Tucumán tanto en el sector agropecuario como en la industria y la construcción, y con ello se acentuaron las diferencias entre sus dinámicas económicas (Osatinsky, 2011: 169-171).
En los ochenta y los noventa las transformaciones neoliberales que se consolidaron en Argentina tuvieron un efecto muy regresivo en la economía tucumana. El alcance de dichos cambios económicos fue menor en Catamarca debido a que se desarrollaron ciertas actividades en su estructura productiva.
Al igual que ocurrió en toda Argentina,41 en las dos provincias se redujo el número de explotaciones agropecuarias (EAP) y de la superficie que ocupaban entre 1988 y 2002, aunque la disminución fue más acusada en Tucumán. En esta provincia las EAP se redujeron 40% y la superficie que ocupaban 26%. En Catamarca las EAP disminuyeron 3% y se redujo 22% la superficie que ocupaban.42 Estas diferencias eran un reflejo del incremento de la concentración de la tierra en Tucumán, mientras en Catamarca presentó una leve disminución.43
La superficie implantada con cultivos se incrementó notablemente en Catamarca entre 1988 y 2002 (236%), mientras que en Tucumán la expansión alcanzó solamente 20%, aunque hay que tener en cuenta que Catamarca partía de una superficie implantada muy baja.44 Asimismo, la expansión de los cultivos ligados al mercado externo (cereales, oleaginosas y frutales) fue mayor en Catamarca,45 y en los cultivos ligados al mercado interno el retroceso fue mucho mayor en Tucumán.46
En la industria, el comercio y los servicios el desenvolvimiento de Catamarca también fue mejor. En el sector manufacturero, entre 1974 y 1993 la cantidad de establecimientos se redujo 46.3% en Tucumán y 18% en Catamarca. Estas disparidades fueron mayores en cuanto al personal ocupado, ya que en el caso tucumano se redujo 52% mientras que en Catamarca se incrementó 225 por ciento.47
En el comercio tucumano los establecimientos y el personal ocupado se redujeron 19 y 21% respectivamente, mientras que en Catamarca dichas disminuciones fueron de 6 y 11%. En el sector de servicios las diferencias fueron mayores: entre 1985 y 1993 los establecimientos y el personal ocupado en Catamarca se incrementaron 65 y 233% respectivamente, mientras que los aumentos en Tucumán fueron de 32 y 64% (Osatinsky, 2009: 218, sobre la base de datos de los Censos Nacionales Económicos, 1985 y 1994).
Tras el impacto negativo que ocasionó la crisis azucarera de los años sesenta, la economía tucumana experimentó nuevamente profundas transformaciones regresivas en los ochenta y los noventa, por lo que resultó más afectada que la de Catamarca. Ello se relacionaba en gran medida con la mayor presencia de la economía de mercado en la estructura productiva tucumana,48 que impactó así de forma más profunda las transformaciones que experimentó dicho modo de producción. La economía catamarqueña, más tradicional en su estructura y con una presencia débil de la economía de mercado, fue menos afectada por los cambios económicos de fines del siglo XX. Dados los reducidos niveles que caracterizaron su producción por décadas, ciertos desarrollos que se produjeron en el periodo bajo estudio, aunque sin ser de gran magnitud, le permitieron ampliar el mercado interno y actuaron como factores atenuantes de las transformaciones neoliberales de las que Catamarca no estuvo exenta.
Las diferentes dinámicas económicas explicarían en gran medida las distintas características que tuvieron los problemas de empleo en dichas provincias.
El prolongado deterioro laboral de la población tucumana y los crecientes problemas de empleo en Catamarca
Como consecuencia de las transformaciones económicas regresivas, en las décadas de 1980 y 1990 las poblaciones de Tucumán y Catamarca se vieron afectadas de manera severa por el deterioro laboral, aunque el incremento de la población con problemas de empleo no se presentó al mismo tiempo ni de igual manera en ambas provincias, pues fue más perjudicada la población tucumana.
A comienzos de los ochenta la desocupación ya era un problema estructural en Tucumán, resultado de las consecuencias de la crisis azucarera de los años sesenta.49 En la primera mitad de dicha década la tasa de desocupación en el aglomerado tucumano ya se aproximaba a 10%, mientras que en el Gran Catamarca se mantenía en valores superiores aunque próximos a 5%. A partir de 1985 la tasa de desocupación superó los dos dígitos en el Gran Tucumán-Tafí Viejo, situación que experimentó el aglomerado catamarqueño apenas en mayo de 1989 (gráfica 4).
En los noventa la desocupación siguió en ascenso, y si bien su tasa continuó siendo mayor en el Gran Tucumán-Tafí Viejo, a partir de mediados de los noventa creció a un ritmo superior en el Gran Catamarca y fue más elevada en los años 2001 y 2002.
La subocupación se cuadruplicó durante ese periodo en ambos aglomerados (gráfica 5). Fue mayor en el Gran Catamarca en los ochenta, y en los noventa sus valores fueron similares en las dos áreas hasta la última recesión económica, cuando hubo un nuevo distanciamiento pero con mayores niveles de subempleo en el Gran Tucumán-Tafí Viejo.
En el ámbito provincial, la tasa de desocupación en Tucumán casi duplicaba la de Catamarca en 1991: 9 y 5% respectivamente.50 Diez años más tarde la población de Tucumán seguía afectada por mayores niveles de desocupación.51
Según los datos del Censo Nacional de Población, en 1980 la tasa de empleo provincial alcanzaba 47.8% en Tucumán, y en Catamarca era de 45.8%. En 1991 el nivel de empleo en esta última era mayor que el de Tucumán (53 y 47% respectivamente), relación que se mantuvo en 2001 (41% en Catamarca y 35% en Tucumán).52
La población de Tucumán también resultó más afectada por el empleo informal o “en negro” en los años bajo estudio. Si tenemos en cuenta “como indicador de precariedad del puesto laboral la falta de descuentos -o aportes- jubilatorios” (Golovanevsky, 2007: 3), en Tucumán había un porcentaje más elevado de empleados u obreros que trabajaban de manera precaria. En 1991 en esta provincia no le efectuaban aportes o descuentos jubilatorios a 37% de los obreros o empleados, mientras en Catamarca a 24%. En 2001, 38% de los empleados u obreros tucumanos no tenía descuento jubilatorio, en tanto 29% de los catamarqueños estaba en esa situación.53 A esto se agregaba el mayor nivel de empleo por cuenta propia de Tucumán en 1991 y 2001,54 categoría ocupacional en la que predominan las relaciones de trabajo informales.
Conviene destacar que en Catamarca el empleo en el sector público tenía un peso mayor, lo que actuaba como atenuante ante las dificultades laborales del sector privado. En esta provincia 51% de los empleados se encontraba ocupado en el sector público a comienzos de los ochenta, y dicho valor era de 31% para el caso tucumano. En 1991 los porcentajes fueron 56 y 34% respectivamente. Diez años más tarde 53% de los empleados de Catamarca tabajaba en el sector público, contra solamente 35% de los tucumanos.55
En el periodo bajo estudio fue mayor en Tucumán el porcentaje de PEA afectada por problemas de empleo, con niveles superiores de desocupación y empleo informal y con menor demanda de trabajo que en Catamarca. Ello lo explican diversos factores. Por un lado, en Tucumán fue mayor la desaparición de los pequeños y medianos productores agropecuarios (Osatinsky, 2009: 199-200), lo cual redujo notablemente el número de personas que trabajaban en forma permanente en las EAP, a diferencia de Catamarca, donde hubo un incremento importante.56 A su vez, Tucumán experimentó un profundo retroceso laboral en la industria y el comercio, mientras que en Catamarca se logró la expansión de la ocupación manufacturera y una menor reducción de los empleados en el sector comercial.57 A todo ello hay que agregar que si bien los servicios mostraron una expansión en el periodo, aumentaron más los ocupados entre la población catamarqueña, mientras que en Tucumán la menor expansión no alcanzó a compensar el retroceso que hubo en los otros sectores mencionados.58
El menor deterioro laboral de la población de Catamarca lo explican el menor efecto regresivo de los cambios en su economía y el importante rol que mantuvo el Estado catamarqueño como demandante de empleo, mayor que el de Tucumán.
Pobreza y problemas de empleo
Los menores niveles de pobreza que afectaban a los hogares catamarqueños, en comparación con el caso tucumano, parecen haber estado relacionados con los menores problemas de empleo que padeció su población.
En los cuadros 2 y 3 se tuvieron en cuenta los departamentos de ambas provincias con mayores y menores niveles de pobreza en 2001. En ellos se relacionan los niveles de privación que afectaban a los hogares de dichas jurisdicciones con algunas características laborales de sus poblaciones.
Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos del Censo Nacional de Población y Vivienda 1991 y del Censo Nacional de Población. Hogares y Viviendas 2001.
Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos del Censo Nacional de Población y Vivienda 1991 y del Censo Nacional de Población. Hogares y Viviendas 2001.
Ya sea que se trate de la comparación entre los departamentos con mayores niveles de privación de ambas provincias, o entre los departamentos menos pobres de Catamarca y Tucumán, se puede observar que en Catamarca había una mayor presencia del empleo público, que la tasa de desocupación era menor59 y que una proporción menor de su población carecía de jubilación o pensión, lo cual era una expresión indirecta de la mayor precariedad laboral que afectaba a la población tucumana.
En Tucumán el empleo en el sector privado tenía mayor peso tanto en los departamentos menos pobres como en algunos con mayores niveles de intensidad de la pobreza. El empleo público tenía mayor importancia en los departamentos más pobres de ambas provincias, lo que probablemente indique que el trabajo y las condiciones laborales que ofrecía el Estado no eran satisfactorios y en muchos casos no permitían que quienes estaban empleados en el sector público abandonaran la situación de pobreza.
Lo expuesto nos indica que las diferencias respecto a la pobreza entre ambas provincias estaban vinculadas a las características y a la evolución de sus respectivas economías y mercados de trabajo, siendo que la población de Tucumán experimentó tempranamente un notable deterioro económico y laboral.
Reflexiones finales
La pobreza y su relación con las transformaciones productivas y laborales
La expansión de la pobreza fue mayor en los hogares tucumanos y los afectó con mayor intensidad en comparación con los catamarqueños. Asimismo era importante la presencia de la pobreza coyuntural en esta última provincia, mientras que en Tucumán la mayor importancia correspondía a la pobreza estructural prácticamente en todo el territorio provincial.
Estas diferentes realidades se explican por las particularidades de los procesos económicos y laborales en cada provincia. Tucumán inició la década de 1980 habiendo experimentado ya en los años previos una profunda reestructuración regresiva de su economía, lo que explica que en el Gran Tucumán-Tafí Viejo la desocupación ya tuviese un carácter estructural en los ochenta, con niveles muy superiores a los del resto del país.60
Entre los años ochenta y fines de los noventa la economía provincial sufrió un nuevo impacto regresivo con un acentuado proceso de desindustrialización, con crisis en las actividades agrícolas tradicionales orientadas al mercado interno, con una mayor desigualdad en la tenencia de la tierra, y con una expansión del sector servicios que no logró compensar las crisis de las otras actividades. Estas transformaciones agravaron notablemente los ya importantes problemas de empleo que afectaban a su población, y crecieron así la desocupación, la subocupación y el empleo informal.
Por su parte, Catamarca, con una economía tradicional que no había experimentado grandes cambios, en los años setenta comenzó a lograr cierto desarrollo en algunas de sus actividades industriales y agrícolas, lo cual se sumó al ya importante peso de las actividades del sector público en su estructura productiva. Si bien en las décadas de 1980 y 1990 también hubo sectores importantes de la economía provincial que resultaron afectados por las reformas neoliberales (pequeños y medianos productores o empresas), su impacto regresivo fue menor debido a diversos factores. Por un lado creció el empleo industrial y los establecimientos del sector no experimentaron una caída tan profunda como los de Tucumán. En el agro las producciones tradicionales no sufrieron un retroceso equiparable al de Tucumán, mientras que la estructura agraria redujo levemente su desigualdad. Los servicios alcanzaron una importante expansión, y el comercio se redujo en menor medida que en el caso tucumano. Estos procesos, sumados a la mayor presencia del sector público en el mercado de trabajo, implicaron que la provincia tuviese menores problemas de empleo que Tucumán, aunque en un contexto de crecimiento.
En función de lo expuesto podemos decir que los mayores niveles de pobreza y la mayor pobreza estructural que había en Tucumán estaban relacionados con el deterioro económico y laboral que había venido influyendo regresivamente en las condiciones de vida de su población desde fines de los sesenta, y que se agravó entre 1980 y 2002, lo cual evidenció una problemática de largo plazo en la provincia. Por el contrario, las trasformaciones productivas que también afectaron la economía de Catamarca fueron atenuadas por el mejor desenvolvimiento de algunas actividades económicas y por el peso del sector público en el mercado de trabajo, de ahí que los problemas de empleo fueran menores que los de Tucumán. Así se comprende que Catamarca tuviese menores niveles de pobreza.
Cabe mencionar además que los procesos que hemos analizado para Catamarca y Tucumán formaron parte de una tendencia más general que se expandió tanto en el plano nacional como en el internacional, en la que las transformaciones estructurales neoliberales que se adoptaron como respuesta a las crisis económicas que se sucedieron desde los primeros años de la década de los setenta ocasionaron un preocupante incremento de los problemas de empleo que a la vez se tradujeron en un mayor deterioro social. Sin embargo estos procesos no se desarrollaron en las provincias bajo estudio en los mismos momentos, ni a un mismo ritmo, ni tampoco con la misma intensidad. En gran medida ello se vincula con la mayor y temprana presencia del mercado en la estructura socioeconómica de Tucumán, lo que ocasionó un mayor impacto de las transformaciones económicas regresivas que se producían en los ámbitos nacional e internacional. Catamarca, con una economía más tradicional y con una menor presencia del mercado, se encontraba menos expuesta a los cambios mencionados. De esa manera, las transformaciones económicas, laborales y sociales que ocasionó el neoliberalismo incidieron de un modo profundo en Tucumán y agravaron las condiciones de vida de su población. En el caso de la población de Catamarca se aprecia que su impacto fue menor.