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Tópicos (México)

versão impressa ISSN 0188-6649

Tópicos (México)  no.37 México Dez. 2009

 

Artículos

 

Ciudadanía y milicia en el republicanismo florentino

 

Jesús Luis Castillo Vegas

 

Universidad de Valladolid. castillo@der.uva.es

 

Recibido: 22-12-2008.
Aceptado: 02-12-2009.

 

Resumen

La creación de una milicia ciudadana es una pretensión característica del republicanismo renacentista. La república no puede ni carecer de defensa, ya se conoce el desenlace de los "profetas desarmados", ni tampoco defenderse con ejércitos mercenarios. Para Maquiavelo, Guicciardini o Giannotti el ciudadano republicano tiene un conjunto de virtudes, como la austeridad, la disciplina, el patriotismo o la valentía, que le configuran como el mejor soldado. Por ello, el régimen republicano necesita que los ciudadanos sean soldados, porque la propia disciplina militar es un medio necesario para forjar esas virtudes cívicas sin las cuales no puede sobrevivir la república.

Palabras clave: Maquiavelo, ciudadanía, milicia, republicanismo.

 

Abstract

The creation of a citizen militia is a characteristic pretension of the Renaissance republicanism. The republic cannot lack defense (already knows the out-come of the "unarmed prophets" nor defend themselves with mercenary armies. For Machiavelli, Guicciardini or Giannotti the citizen has a set of virtues, like austerity, discipline, patriotism or bravery, that make him the best soldier. Therefore, the Republican regime needs the citizens to be soldiers, because the military discipline itself is a means necessary to forge such civic virtues without which no republic can survive.

Key words: Machiavelli, citizenship, militia, republicanism.

 

1. La crítica a los mercenarios

El objetivo del presente trabajo es mostrar cómo las doctrinas políticas del republicanismo florentino condicionan, tanto positiva como negativamente, su propuesta de un ejército integrado sólo por ciudadanos. A través del pensamiento de Nicolás Maquiavelo (1469-1527), Francesco Guicciardini (1483-1540) y Donato Giannotti (1492-1573) se puede constatar la íntima relación existente entre los conceptos de ciudadanía y milicia. Para los representantes del republicanismo florentino, la república no es sólo la forma de organización política más libre, sino también la forma de gobierno más segura, más capaz de defender militarmente la libertad que la caracteriza. Y ello, porque, en la república, los ciudadanos no se definen sólo "por participar en la administración de justicia y en el gobierno", según la conocida fórmula aristotélica,1 sino porque son los propios ciudadanos quienes manejan las armas. De ahí que, junto a tópicos como el del gobierno de las leyes, la elección de los cargos o la responsabilidad de los gobernantes, otro lugar común de estos pensadores sea su pretensión de formar una milicia ciudadana. Para el republicanismo florentino la condición de ciudadano no está ligada sólo a la pertenencia de los Consejos sino también al servicio activo en la milicia2. La conservación de la república es inseparable de estos ciudadanos-soldados. La preocupación principal de Giannotti es la estabilidad del gobierno y ésta se ve amenazada por dos causas que deben ser examinadas por quienes se ocupan de la política:

Los Estados se disuelven principalmente por dos causas: una intrínseca, como son las discordias civiles y otros tumultos; la otra extrínseca, como son los ataques foráneos; por eso aquéllos previenen de la primera mediante la república bien constituida, y con una milicia bien ordenada de la segunda3.

Esta doble preocupación está también presente en Maquiavelo, no sólo en sus más conocidas obras del Príncipe y de los Discursos, sino también en su Arte de la guerra donde pretendía reorganizar una milicia florentina "con la misma virtù que había mostrado el antiguo ejército romano"4. A Giannotti la organización de la milicia realizada en Florencia por Maquiavelo le parece correcta,5 sin embargo, hay diferencias entre Giannotti y Maquiavelo que no se deben descuidar. Giannotti también defiende una milicia de ciudadanos pero su modelo de ciudad no es tan belicista como el de Maquiavelo sino más estable y pacífico6. Para Maquiavelo, el gobierno republicano proporciona una mayor seguridad porque puede hacer siempre la guerra por sí mismo. Su modelo de república es la romana (y no la veneciana), o sea, una república que garantiza su libertad pudiendo hacer siempre la guerra por sus propios medios, cosa que sólo es posible en un régimen donde el pueblo esté personalmente interesado por la vida pública.

La justificación de un ejército propio, integrado por ciudadanos, podría entenderse como una medida atribuible al realismo político de estos autores. Es cierto que en la justificación de la milicia hay razones de eficacia pero, como veremos, no son éstas las más importantes. Así, Guicciardini dice que el Estado y el poder no son otra cosa que una violencia sobre los súbditos que algunos enmascaran bajo cualquier título honesto, y que quererlo conservar "sin armas y sin fuerzas propias, y sólo con la ayuda de soldados extraños no es sino pretender ejercer un oficio sin los instrumentos que le son propios"7.

Maquiavelo es sobradamente conocido por sus críticas a los mercenarios. Acusa a los mercenarios de ser cobardes, codiciosos y desleales. Es famosa la descripción que hace, en sus Historias florentinas, de la batalla de Anghiari donde después de una larga pelea dice que sólo murió un hombre, y no por las heridas recibidas, sino al caerse y ser pisoteado por un caballo:

Tal era el escaso riesgo con que combatían los soldados de entonces porque, dado que todos iban a caballo y bien cubiertos de armas, y seguros de sobrevivir si se rendían, no veían motivos para morir; en el combate los defendían las armas y, cuando no podían combatir, se defendían rindiéndose8.

Denuncia Maquiavelo que la codicia de las tropas mercenarias no tiene límites:

Dichos soldados habían llevado el oficio de la guerra a unos extremos, que lo mismo el vencedor que el vencido, si querían hacerse obedecer de sus tropas, precisaban siempre de nuevos dineros, éste para rearmarlas y aquél para premiarlas9.

Al soldado mercenario hay que estar pagándolo siempre; primero para que vaya a luchar; luego, si resulta derrotado, hay que volver a armarlo; y cuando gana, cobra su premio al vencedor y también saquea al vencido. Los ejércitos de mercenarios empobrecen a las repúblicas, mientras que, como el ejemplo romano había puesto de manifiesto, se pueden hacer guerras con soldados propios y enriquecer al erario público. Guicciardini insiste aún más en las dificultades económicas de un ejército de mercenarios, ya que los negocios de la ciudad de Florencia no son tan florecientes como antes y los ricos de ahora no están acostumbrados a ayudar a la patria10.

Los mercenarios son caros durante la guerra y resulta peligroso tenerlos cerca en tiempos de paz. Hacen todo lo posible por prolongar las hostilidades, para que no se les acabe el trabajo, como Maquiavelo pudo comprobar personalmente en el cerco de la ciudad de Pisa. Cuando son derrotados, entonces la ciudad es vencida; pero, cuando ganan la batalla, se dedican al pillaje y dejan escapar al enemigo. La república, dice Maquiavelo en sus Historias florentinas, sale perdiendo tanto con la derrota como con la victoria, cuando se hace la guerra con tropas mercenarias. Las milicias no eran sólo más baratas, sino que era lógico pensar que habían de ser más valientes porque defendían algo que era suyo. Maquiavelo, como señala Gilbert, es plenamente consciente de que "los ciudadanos que defienden sus hogares luchan con mayor heroísmo y son capaces de desarrollar una mayor voluntad de sacrificio"11.

Pero las principales críticas de Maquiavelo van dirigidas no contra los mercenarios sino contra los gobernantes que confían en ellos. Así dice, por ejemplo, que los gobernantes que carecen de soldados propios para la defensa y el ataque "deben avergonzarse de sí mismos y que son ellos los únicos culpables de ese defecto"12. Maquiavelo responsabiliza a los ejércitos de mercenarios de ser la causa de la debilidad italiana, que les ha convertido "en presa de cualquiera que desee pasearse por sus tierras"13. La novedad de Maquiavelo no está en sus críticas a los mercenarios, que ya las encontramos en el humanismo italiano anterior. Aparecen en el De militia de Leonardo Bruni y en la obra Riforma sancta et pretiosa del humanista Domenico Cecchi. "También Francesco Petrarca había censurado la costumbre de contratar mercenarios y extranjeros"14. La aportación novedosa de Maquiavelo es la conexión que descubre entre milicia y política, entre ser soldado y ser ciudadano. Para Maquiavelo, los ejércitos de mercenarios que caracterizan a la península italiana de su tiempo son la consecuencia de unos Estados anticuados, divididos en manos de pequeños señores, que incapaces de hacer un ejército numeroso, moderno, basado en la infantería, buscaban su reputación en un pequeño grupo de caballería15.

En la justificación que hacen estos autores republicanos de un ejército de ciudadanos encontramos asimismo todo un largo capítulo de razones de operatividad puramente bélica. Un pueblo que confía en sus propios soldados puede mantener las guerras durante mucho tiempo, mientras que los que se fían de los mercenarios basta con que pierdan una batalla para perder toda la ciudad. Cuando se lucha con las propias armas entonces es posible rehacer un ejército en poco tiempo, como demostraron los romanos en su lucha contra Aníbal. Además, cuando los que están armados son los propios ciudadanos, cuanto más avanza el enemigo mayor resistencia encuentra y más difícil le resulta proseguir su ataque.

 

2. Justificación republicana de la milicia

Junto a las razones técnicas y utilitarias ya presentadas, encontramos en estos autores republicanos una justificación del ejército de ciudadanos directamente relacionada con su republicanismo. En el caso de Maquiavelo, se trata de una forma —la mejor— de garantizar la libertad. Son las tropas en manos privadas y las tropas extranjeras las que arruinan las libertades, las que acaban con la república, o sea, "las que destruyen el vivere libero"16. El punto de partida es la crucial distinción, que se halla en toda sociedad, entre el pequeño grupo de los que quieren ser libres para mandar y la mayoría del pueblo, a la que Maquiavelo apoya, "que desea la libertad para vivir seguros"17. La ciudad más segura, la que sigue el modelo de la república romana, es aquella en la que la garantía de la libertad se deja en manos de la mayoría popular18. La monarquía, en cambio, es el más inseguro de los regímenes. Para estar seguro se necesita poder confiar en los propios soldados y no depender de los ajenos. De alguna manera, la opción por la república tiene en Maquiavelo su causa en la consideración de que es el régimen que mejor garantiza la libertad, y ello porque proporciona el mejor ejército.

Maquiavelo quiere armar a los propios ciudadanos. Así, dice que el ejército no puede ser bueno si no está disciplinado, y no puede estarlo si no está compuesto por los propios súbditos19. Las tropas mercenarias son una amenaza para la libertad republicana de múltiples modos. En primer lugar directamente, puesto que las tropas extranjeras se pueden apoderar del poder, al ver que quienes les han contratado son incapaces de defenderse a sí mismos. Cobardes con los enemigos armados, son las tropas mercenarias valientes con los ciudadanos desarmados. Los ejércitos de mercenarios prestan lealtad a quien los paga. Nada menos republicano que un ejército que presta lealtad a sus jefes militares en vez de al gobierno de la república. Maquiavelo insiste en cómo la república romana se perdió en parte por dos razones relacionadas ambas con los ejércitos "privados". La primera tiene que ver con las guerras civiles originadas por las disputas sobre la propiedad y las leyes propuestas por los Gracos. Fueron de tal magnitud los enfrentamientos, que tanto los nobles como el pueblo organizaron sus propios ejércitos con sus jefes militares. La segunda causa se refiere a los excesivos períodos por los que eran renovados los cargos militares, debido a la extensión de los territorios dominados, lo que favorecía una obediencia privada de los soldados a sus jefes. Para Maquiavelo, lo militar debe ser siempre un asunto público.

La especial debilidad de la república florentina residía, para estos autores, en que sus contemporáneos ya no estaban dispuestos a defender personalmente a la república sino que preferían pagar para que otros lo hicieran. Para Maquiavelo, entre los deberes cívicos está el de defender la libertad con las armas. La tesis de ciudadanos armados tiene su origen en Aristóteles, en el que la posesión de armas es una cualidad propia de los ciudadanos20. Aristóteles había rechazado la república platónica porque, lejos de conseguir la máxima unidad que pretendía, establecía una división peligrosa, la que se da entre 'los que tienen armas y los que no las tienen"21. El hombre virtuoso de Maquiavelo es un hombre capaz de prestar servicios militares a su patria. Reiteradamente nos recuerda que las repúblicas antiguas de Grecia y Roma se defendían con sus propias armas y que luchar por dinero no proporciona gloria alguna. Precisamente una de las ventajas de las repúblicas, con respecto a los principados, es que pueden recompensar a los soldados no sólo con dinero sino con gloria. Mientras que el tirano acapara para sí todo honor y recela de los soldados valientes, la república reconoce a éstos la gloria que merecen. O sea, que en el régimen republicano funcionan estímulos poderosos que favorecen la aparición de buenos soldados. Ello supone que los soldados que combaten buscando la gloria son buenos y fieles, pero sólo en la república es posible alcanzar ese premio, mientras que, insiste Santi, en los regímenes personales, monárquicos, el soldado lucha por dinero22.

Para Maquiavelo, el soldado mercenario es una amenaza especialmente para las repúblicas. Supone la privatización de una actividad que debe ser siempre pública. El arte della guerra debe ser un monopolio público y sólo los ciudadanos lo pueden practicar. ¿Cómo confiar el poder a los soldados si éstos son sólo una profesión con sus propios intereses de grupo? Conexión importante entre el ejército y la república es que, para estos autores, el ejército es un instrumento para hacer ciudadanos. No es una actividad más con la que ganarse la vida. Para Pocock, la militarización de los ciudadanos, propuesta por Maquiavelo, hace de los Discorsi una obra mucho más revolucionaria que Il Principe23. Las repúblicas son capaces de movilizar más virtud que las monarquías. Los ciudadanos en las repúblicas se sienten más libres, más seguros y por eso tienen más hijos y más riqueza, ya que esperan una mayor recompensa a sus trabajos que en las monarquías. Eso supone que habrá una mayor población y más rica. Pero, además, las repúblicas son más flexibles ya que producen una mayor variedad de jefes, por lo que pueden adaptarse mejor a los cambios de los tiempos. Es una aplicación más del lema de Maquiavelo, de que la virtù puede controlar a la fortuna24. No acaban aquí las conexiones entre una forma de gobierno republicana y la milicia. Y es que el gobierno popolare necesita una base de ciudadanos iguales y virtuosos, y el ejército se presta extraordinariamente bien para conseguir ese objetivo. La igualdad aparece como un presupuesto de la república. Es conveniente que no haya entre los ciudadanos muchas diferencias como supondría, de no crearse la milicia, el que unos fueran armados y otros no. Además, la milicia es para Giannotti un medio para luchar contra la tiranía, para defender la libertad. Y ello es así, porque los tiranos ganan muchos partidarios por interés, por deseo de conseguir honores, y el llevar armas es un honor. Por ello, cuando se convierte en soldados a todos los ciudadanos entre 18 y 50 años, el tirano pierde esos partidarios. Cuando no obtienen utilidad los ciudadanos se inclinan por la república, porque —insiste Giannotti— es más natural, en igualdad de condiciones, ser aficionado a la república que a la tiranía, "ser señor de uno mismo que depender de otro"25.

Dentro de esta misma línea, Guicchiardini, en su Discurso de Logroño, sostiene que las tropas mercenarias representan una amenaza mayor para la estabilidad de los gobiernos republicanos que para los principados. Una milicia ciudadana le parece plenamente compatible con un régimen republicano, ya que cuando hay unas leyes bien ordenadas el poner las armas en manos de los ciudadanos no puede sino redundar en beneficio de la patria26. Una vez más, sobre ese tema, Guicciardini muestra una postura más aristocrática que Maquiavelo, ya que, a pesar de reconocer que una república debe armar a los ciudadanos, destaca los peligros que para la seguridad interna se pueden derivar, si los ciudadanos armados son demasiados27. Maquiavelo, en cambio, cree importante armar a todos los ciudadanos. La diferencia es más de fondo, como reconoce el propio Guicciardini. Como es sabido, Maquiavelo creía que había una relación inescindible entre buen orden militar y buenas leyes y así, en Roma, donde había un buen ejército, no podía por menos de existir una correcta organización política. En cambio Guicciardini, aun que admira el orden militar romano, piensa que éste es independiente de su orden político y señala, por ejemplo, que la disciplina romana era tan buena durante la monarquía como durante la república28.

Al margen de diferencias internas, la defensa de una milicia ciudadana es un rasgo característico del republicanismo renacentista. La república no puede ni carecer de defensa, ya se conoce el desenlace de los "profetas desarmados",29 ni tampoco defenderse con ejércitos mercenarios. Para Maquiavelo o Guicciardini el ciudadano republicano tiene un conjunto de virtudes, como la austeridad, la disciplina, el patriotismo, la capacidad de sacrificio o la valentía, que le configuran como el mejor soldado. Pero es que, además, el régimen republicano necesita que los ciudadanos sean soldados, porque la propia disciplina militar es un medio necesario para forjar esas virtudes cívicas (la valentía, el patriotismo, etc.), sin las cuales no puede sobrevivir la república. Así lo reconoce Ruiz Ruiz:

Y una ventaja adicional de contar con una milicia cívica es que gracias a la participación continuada en la misma, los ciudadanos se identifican más profundamente con su República y se muestran más dispuestos a sacrificar sus intereses personales por el bien común30.

Pongamos un ejemplo del aprovechamiento público de las virtudes cívicas. Es sobradamente conocida la crítica de Maquiavelo al cristianismo, por haber vuelto débiles a los hombres con su predicación de la humildad y el perdón de los enemigos. El republicanismo supone la defensa de unas virtudes que contrastan con las del pensamiento medieval. Durante la Edad Media, por poner un ejemplo, la ira había sido considerada como uno de los peores vicios del hombre. En la concepción estoico-cristiana, el hombre airado era alguien que había perdido la razón, aunque fuera temporalmente. Pero, para los autores del republicanismo florentino, la ira es una pasión aprovechable políticamente. La ciudad necesita ciudadanos valientes para su defensa. Al igual que los autores del humanismo cívico, ven en las pasiones fuertes, como la ira, un elemento positivo, pues las entienden como necesarias para defender la patria en la guerra y para buscar ardientemente el bien común en la práctica política. Durante la Edad Media se había entendido la fortaleza (fortitudo) como una virtud moral, de carácter interno, como una capacidad de resistencia interior, mientras que ahora se la vuelve a entender como valor ante el enemigo. Nada más republicano que el pueblo en armas. La ira, la cólera —no claro está la furia ciega—, lejos de ser rechazadas, son consideradas positivamente, son virtudes admirables para la vida cívica, para luchar contra la corrupción y para defender a la patria.

 

3. Críticas a la milicia de Maquiavelo

Vamos a examinar ahora algunas de las variadas críticas que se han hecho a las consideraciones del republicanismo florentino sobre la milicia. No tiene nada de extraño que tanto los teóricos del pensamiento político como los especialistas en cuestiones militares se hayan centrado sobre todo en las posiciones de Maquiavelo, que por ser el más conocido también ha sido el más criticado.

1ª. El análisis de Maquiavelo sobre la guerra tiene, según Chabod, algunos defectos graves. El primero de todos es que cuando se plantea la crisis de la península italiana la reduce a consideraciones militares, sin tomar en cuenta "las causas primeras, económico-políticas y no exclusivamente de organización guerrera"31. Maquiavelo es plenamente consciente de la relación que hay entre lo militar y lo político, y dice a menudo que no puede haber buena organización militar sin buenas leyes, pero nunca habría abordado los presupuestos económicos sin los cuales no puede existir un buen ejército.

En esta misma línea, se ha cuestionado la capacidad económica de la república de Florencia para mantener un ejército profesional durante un tiempo prolongado de tiempo. Es posible que algunos de los defectos que estos republicanos florentinos denuncian fueran males más propios de la república florentina que del conjunto de Italia. Se ha hablado de un cierto retraso en la organización militar de Florencia. En las épocas de paz los Nueve de la milicia tenían muy pocas competencias. Los Diez de la libertad y la paz, que eran elegidos para dirigir los enfrentamientos bélicos, se veían obligados a improvisar un ejército, a contratar en condiciones adversas a soldados poco recomendables. Mientras que Milán o Venecia ya habían dado pasos para organizar tropas de manera permanente, Florencia improvisaba ante los acontecimientos. Por eso, como señala Mallet, 'la crítica de Maquiavelo a la pobreza de las instituciones militares debería limitarse a la república florentina"32. Florencia no disponía de tropas profesionales, permanentes y preparadas para la guerra, ni de una administración capaz de equipar, aprovisionar y alojar a los soldados de manera prolongada.

La crítica de que Maquiavelo no tuvo en cuenta la situación económica de Florencia o, en general, la imprescindible base económica de cualquier ejército, deja a un lado una de las aportaciones más originales de este autor. Lo cierto es que Florencia estaba acostumbrada a hacer guerras con dinero. El preciado florín servía para pagar a los condottieri, o para sobornar a los enemigos a los que no se podía vencer, pero no había servido para garantizar la libertad de la república. Hay que recordar que en el viejo debate sobre qué es mejor para hacer la guerra, si tener soldados o tener dinero, Maquiavelo se posiciona claramente a favor de los soldados, y ello, porque mientras que los buenos soldados proporcionan dinero, el dinero no es capaz de proporcionar buenos soldados. Para el pensador florentino, el dinero no será nunca "el nervio de la guerra" como tantas veces se repetirá después. Al contrario, es un grave error político confiar en el oro, como el ejemplo de Darío —vencido por Alejandro— pone de manifiesto. Si los buenos soldados proporcionan dinero, entonces es mejor el hierro que el oro.

2a. Una idea clave que se deduce de la argumentación de Maquiavelo es que un Estado sólo es soberano si tiene la capacidad de hacer la guerra por sí mismo. Florencia no era soberana cuando para hacer la guerra debía pedir permiso a Francia, como Maquiavelo conoce por la experiencia obtenida en su actividad diplomática. Por ello sostiene que un Estado, que quiera ser independiente, tiene que tener fuerzas propias y no basar su seguridad en los mercenarios. Cuando nos centramos en esta idea capital, entonces no hay que acudir al Príncipe ni a los Discursos para encontrarla, sino que aparece ya en escritos como el Discurso hecho al Consejo de los Diez sobre el asunto de Pisa (1499) o en el Del modo de tratar al pueblo de la Valdichina rebelada. El desprecio de Maquiavelo por los mercenarios está, sin duda, influido por su experiencia personal en la campaña contra Pisa, en la que las tropas alquiladas por Florencia se niegan repetidas veces a llevar a cabo un asalto decisivo. Algunos historiadores han cuestionado las duras acusaciones de Maquiavelo a la cobardía de los soldados mercenarios, especialmente la de que no moría casi nadie en las guerras que sostenían los condottieri, y acusan al propio Maquiavelo de alterar deliberadamente los datos sobre esas batallas "sin muertos". Esta acusación debe ser admitida. Probablemente sea cierto que no describe de manera fidedigna las batallas que aparecen en sus historias. Pero si Maquiavelo es un mal historiador es porque su primera pretensión es de carácter normativo y no descriptivo. Cuando escribe las Historias de Florencia lo que realmente le preocupa es enseñar a sus conciudadanos no lo que realmente pasó sino cómo deberían actuar para evitar cometer errores pasados.

Un error más grave, si cabe, en la consideración del ejército, sería su desprecio de los profesionales, incluidos los extranjeros, cuando la guerra moderna estaba poniendo precisamente de manifiesto su necesidad. Piero Pieri reprocha a Maquiavelo que no sólo criticara el sistema italiano de los condottieri sino a todos los profesionales de la milicia sin más, identificando soldado profesional con mercenario33. Ya hemos visto las razones políticas, republicanas, por las que Maquiavelo rechaza la existencia de profesionales de la guerra, ya que cualquier ciudadano debe ser soldado. Pero se puede rechazar la existencia de mercenarios, de personas que se venden al mejor postor, y no la de profesionales de la guerra, que sólo sirven a su patria y la defienden de manera profesional. Las monarquías, tanto francesa como española, de la época utilizan mercenarios, sobre todo suizos y lansquenetes alemanes, pero no condottieri. Éstos últimos son caballeros, poco numerosos, que se alquilan como un todo a un señor o república. Los mercenarios suizos y alemanes forman parte de la infantería y están integrados en otras unidades regulares y bajo jefes del rey de España o de Francia. La república de Florencia, en cambio, carecía de ejército regular y hasta la milicia, que organiza Maquiavelo, dependerá totalmente de capitanes alquilados. Conforme se impone el Estado moderno con su concentración del poder, incluido el militar, se rechazará la falta de profesionalidad en los soldados34. Además de ser ciudadanos, los soldados deben estar preparados para esta ocupación, y eso no lo pueden hacer tejedores y campesinos entrenados en tardes de domingo. Hay que recordar que Maquiavelo "tenía en su mente una milicia que no se reuniese más de diez o dieciséis veces al año"35.

3ª. El desprecio de la artillería ha sido presentado como otro defecto de la teoría militar de estos teóricos. Puede resultar extraño que un personaje tan curioso y atento como Maquiavelo no percibiera la importancia de esta nueva arma, pero su preferencia por la infantería obedece a razones políticas. De nuevo es Chabod quien encabeza esta crítica:

Pero lo cierto es que Maquiavelo propicia la infantería, sobre todo, por creer que de tal manera se libera de los mercenarios, y esto explica asimismo cómo, obsesionado por este asunto, no presta luego excesiva atención a algunos otros factores nuevos e importantes del arte militar, como por ejemplo la artillería36.

La milicia que organiza Maquiavelo se basa en soldados de infantería, fáciles de armar y ejercitar, mientras que la artillería supone un mayor adiestramiento y profesionalidad. Un ejército basado en la artillería supondría un ejército de profesionales y esto es justamente lo que rechaza Maquiavelo desde su teoría republicana del ciudadano-soldado.

También ha sorprendido a los especialistas militares el poco aprecio que sienten estos pensadores republicanos por las fortificaciones37. En el caso de Maquiavelo no se puede hablar de un rechazo total a las fortificaciones. Como es sabido, en 1526, llegó incluso a encargarse de la supervisión de las murallas de Florencia y escribió una Relación de una visita hecha para fortificar Florencia, cuando los florentinos están aliados con Francia y con el Papa, en su lucha contra España. La posición de Maquiavelo sobre las fortalezas es también reveladora de su concepción sobre el ejército. Quiere un ejército ofensivo, preparado para la batalla campal, y no un ejército refugiado en sus castillos. Para Rafael del Águila, Maquiavelo "se decanta por el activismo proponiendo un modelo de guerra activa y no defensiva"38. A esta conclusión teórica se llega por varias vías. De una parte ha constatado la ineficacia práctica de los castillos de su tiempo. La cabalgada de Carlos VIII en 1494, con su moderna artillería de bronce y balas de hierro, dejó clara la inutilidad de estas defensas medievales. Pero Maquiavelo las rechaza también por razones políticas, apoyándose una vez más en su conocimiento del mundo antiguo. Elogia a los espartanos que no querían murallas y no admitían otra defensa que la virtud de cada ciudadano particular39. Pero es que, además, Maquiavelo cree que las fortificaciones son un instrumento de opresión y que no serían necesarias a un gobierno republicano que cuenta con el apoyo popular. Las fortalezas serían útiles a los príncipes que tienen más miedo de sus pueblos que de los extranjeros, pero, para un gobernante republicano no hay mejor fortaleza que no ser aborrecido de sus pueblos40. El Estado moderno no seguirá estas consideraciones sino que llevará a cabo una revolución militar también por lo que se refiere a la defensa. Se sustituyen los castillos medievales por las modernas fortalezas de "traza italiana". "No se construyen castillos altos y con torreones sino fortalezas bajas y con baluartes; no los construyen los señores feudales sino los Estados nacionales"41. La guerra, ya a partir de mediados del siglo XVI, se hará cada vez más defensiva y el asedio y defensa de las ciudades será decisivo. Donde acierta Maquiavelo es en que esta actividad bélica, prolongada y por ello costosa, sólo será llevada a cabo por los Estados y no por señores privados.

4a. El ejército de ordenanza, la milicia que, en 1506, organizó Maquiavelo para la ciudad de Florencia ha sido objeto de numerosas acusaciones. En primer lugar, estaría mal armada, con muy pocas armas de fuego42. La milicia florentina sólo estaba integrada por un diez por ciento de tiradores cuando en la batalla de Ceriñola, en 1503, los tiradores españoles, que fueron la clave de la victoria, eran más del treinta por 43 ciento43.

La milicia organizada por Maquiavelo tendría también defectos en su dirección. Por una parte, sus jefes militares no estaban familiarizados con la tropa. Eran jefes nombrados desde Florencia y no oficiales propios, ya que debían rotar con frecuencia, lo que era coherente con el pensamiento republicano, pero contribuía a la debilidad militar de esta milicia. Para Piero Pieri, los oficiales de la milicia de Maquiavelo, "temporales y extraños, destinados a ser sustituidos apenas se familiarizaban con sus hombres, eran meros instructores"44. La falta de confianza en los jefes es evidente, pero esa falta de confianza repercute en la eficacia de esta tropa.

Pero, además, la dirección suprema del ejército estaba excesivamente repartida, también por razones políticas, ya que el republicanismo teme de manera obsesiva el mando único, ya que podría terminar apoderándose de la ciudad. La milicia florentina carece de un mando único. En tiempo de paz está sometida a los Nueve de la Milicia y en tiempo de guerra a los Diez de la libertad y la paz. La diferencia entre un ejército profesional y una milicia se verá en el Prato, cuando el ejército español destruya sin esfuerzo la milicia creada por Maquiavelo. La derrota del Prato se produce el 29 de agosto de 1512, cuando el ejército mandado por Raimundo de Cardona saquea la ciudad florentina.

Pero la principal acusación contra Maquiavelo es que, cuando organiza la milicia florentina, atendería a consideraciones realistas que no se compadecen con la teoría "republicana" que ha teorizado en sus libros. Por ejemplo, después de haber dicho muchas veces que una república sólo es fuerte cuando arma a sus ciudadanos, él organiza la milicia a base de campesinos de la comarca florentina. Del análisis de su Relación sobre la institución de la nueva milicia, concluye Chabod que "aunque en sus razonamientos Maquiavelo condene a las repúblicas que crearon súbditos y no compañeros, en la acción práctica no puede alejarse, tampoco, del hábito de gobierno que maldice"45. En ese momento concreto, Maquiavelo reconoce los peligros de entregar las armas a todos los ciudadanos florentinos y prefiere reclutar la milicia entre los campesinos del campo, incluso, en un nuevo rasgo de desconfianza, aconseja que sean éstos trasladados a una población diferente a su domicilio habitual. La milicia de Maquiavelo no sería propiamente una milicia "ciudadana", no la integran los ciudadanos de la ciudad de Florencia,46 sino los "súbditos" del territorio florentino. Florencia, desde el siglo XIV, se había convertido ya en un dominio relativamente extenso, que iba mucho más allá de la ciudad de este nombre y de su comarca. Más en concreto, son súbditos que proceden de la comarca, o sea, del territorio rural de la república de Florencia y no del "distrito" o territorio más tardíamente sometido a Florencia. La milicia de Maquiavelo sería débil desde el punto de vista militar por razones políticas, porque no está integrada por ciudadanos, y ello porque Florencia no había integrado a sus territorios de manera plena como Roma sí lo había hecho con los habitantes de la península itálica47. La principal debilidad de esta milicia es de carácter político y recoge la falta de unidad de la república florentina. El condado y el distrito no estaban plenamente integrados, sus habitantes no eran ciudadanos con los mismos derechos que los de la ciudad de Florencia. Habría, pues, una cierta incoherencia entre su proclamado republicanismo y el realismo que aplica a la hora de organizar la milicia. En rigor, no se organizó una milicia de ciudadanos, como las antiguas milicias ciudadanas de la baja Edad Media, sino una milicia de súbditos, de los sometidos al dominio florentino.

Esta crítica, sin rechazarla por completo, olvida un aspecto decisivo de la argumentación republicana, a saber, que el propio ejército es un instrumento para crear ciudadanos. Así, Giannotti, defendiendo la milicia, dice que el servicio militar hace iguales a los hombres en el sentido de igualmente sometidos a las autoridades públicas. La milicia hace buenos ciudadanos, obedientes a las leyes, disciplinados y, por eso, defiende Giannotti que se extienda la ciudadanía hasta coincidir dentro de ella todos los que pagan impuestos y prestan el servicio militar. Si se les necesita para que defiendan la república, entonces no se les debe dar sólo armas sino también la ciudadanía. El integrar a los habitantes de la comarca en la milicia supondría, pues, un primer paso, y muy importante, en su proceso para convertirlos en ciudadanos de pleno derecho.

5a. Con todo, la principal preocupación sobre estas tesis del republicanismo florentino no tiene que ver tanto con la necesidad de mantener ejércitos de ciudadanos, como con la asociación entre libertad y conquista que estos escritores hacen. Estamos ante autores que piensan que la conquista militar es una garantía de la libertad, que la conquista beneficia el espíritu cívico y que incrementa el bien común. La deriva, en general pacifista, del pensamiento político posterior incrementa aún más la sorpresa de estos planteamientos belicistas. Es significativa la justificación que todos ellos hacen de las conquistas realizadas por Florencia sobre las ciudades sometidas a su dominio. "Bruni, lejos de sentir vergüenza alguna por el hecho de que una república libre hubiera puesto fin a la independencia de otras ciudades, celebró esos triunfos con positivo entusiasmo"48. Los teóricos florentinos se creían con derecho a dominar ciudades como Arezzo, Pisa o Pistoia porque "eran herederos" del imperio romano, de tal forma que la "vuelta a Roma" podía servir tanto para exigir la libertad propia como para limitar la ajena49. Especialmente realista es Maquiavelo cuando se refiere a Pisa, ciudad sometida por Florencia pero que no ha olvidado su pasada libertad y que, según Maquiavelo, debe ser sometida o por hambre, o por asedio o por expugnación. Pisa estaba sometida a Florencia desde 1406 y aprovecha la cabalgada francesa del rey Carlos VIII para rebelarse, ofreciéndose en 1494 al mando francés. En la guerra de Florencia contra Pisa, que se prolongará hasta 1509, Hale ha denunciado que no se trataba de defender la libertad sino intereses económicos y familiares muy concretos:

Los motivos que había detrás de la guerra eran tanto de provecho como de prestigio. Pisa era la posesión más rica de Florencia. Había sido ganada después de una dura lucha, y la mayor parte de las familias que lideraban Florencia habían invertido dinero en la ciudad y en el campo de los alrededores, y ayuda en instalaciones como el puerto. El dinero florentino también había sido gastado en otras inversiones, como la Universidad, que era una fundación de los Medici50.

La defensa de la libertad en Maquiavelo adopta así un aspecto inquietante, y es la persistente asociación que mantiene entre libertad y conquista. Y es que, según Maquiavelo, no creen los hombres que poseen con seguridad lo que tienen si no logran algo más de nuevo51. Maquiavelo quiere un ejército de ciudadanos porque, a su juicio, éste es más apto para llevar a cabo un proceso de conquista. La frecuente apelación al modelo romano, que encontramos en estos autores, parece inseparable de la capacidad de Roma para imponerse a los otros pueblos. Para Maquiavelo, las cosas no pueden estar estables, y, por ello, los pueblos que no suben bajan. El objetivo de la república sería no sólo conservar la libertad sino que, precisamente para conseguir eso, debe conquistar nuevos territorios. Por el contrario, la tiranía supone el estancamiento de la ciudad, y es que, insiste Maquiavelo apelando a la experiencia, las ciudades sólo incrementan su dominio y sus riquezas cuando viven en libertad,52 esto es, cuando al ser repúblicas es posible en ellas procurar el bien común. Como no podía ser de otro modo, el republicanismo florentino no tiene un horizonte universal sino que busca la primacía de los intereses de la propia ciudad.

Esta relación, entre la libertad y la conquista, contribuye a potenciar la asociación de estos autores con las tesis propias de la razón de Estado, ya que es conocida su manera de entender lo que se llamará "razón de Estado" como la capacidad no sólo de conservar sino de "incrementar" el poder. Precisamente la extensa reacción antimaquiavélica y monárquica, que surgirá durante la Edad Moderna contra estas doctrinas, hará olvidar durante mucho tiempo sus aportaciones al ámbito del gobierno republicano. Por otra parte, la fuerte implantación que en esa misma época logra el Estado absolutista contribuirá a hacer olvidar las ideas de un gobierno sometido a las leyes y con participación popular en la elección de los cargos públicos que defendían estos autores republicanos.

Una vía de exculpación de Maquiavelo, para evitar convertirle en un defensor del —llamémoslo así— "expansionismo republicano", sería insistir en que la república vive inevitablemente en un contexto de inseguridad al compartir sus fronteras con otros Estados, republicanos o no. Pero en la medida en que se haga de la guerra, de la inseguridad y de la lucha, un fruto del entorno, entonces reaparece un Maquiavelo realista y no republicano. Si la conquista es una imposición inevitable, un fruto de la natural hostilidad y afán de dominio de todos los pueblos, entonces se exculpa la preferencia de Maquiavelo por las repúblicas "populares", como la romana, por ser más aptas para la conquista, pero entonces estamos ante una salida no propiamente elegida, "política", sino ante una imposición de los hechos. Para Maquiavelo sigue habiendo una opción política clara, la que nos permite elegir entre una república popular (romana) o aristocrática (espartana). Pero esa elección no puede hacerse desconociendo la realidad natural de las guerras, incluidas algunas guerras de conquista. Para Maquiavelo hay guerras de conquista que son el fruto de la ambición, como las llevadas a cabo por Alejandro Magno. Pero hay guerras de conquista que vienen impuestas por la necesidad, como la invasión del territorio romano por los galos, donde no se luchaba por la gloria sino por la supervivencia. Las ciudades no pueden sustraerse al paso del tiempo, no pueden evitar la rueda de la corrupción y permanecer estables, sino que se ven abocadas a crecer o desaparecer. "La república, decíamos, habita un mundo dominado por la fortuna.

Sumida en el orden temporal, ninguna estructura de virtud está a salvo de la corrosión del tiempo, de los acontecimientos imprevisibles"53. Maquiavelo elogia las repúblicas populares no porque defiendan mejor la libertad —que también lo hace—, sino porque son más seguras, a saber, son más capaces de defenderse y también son las más aptas para expandirse. Maquiavelo considera que la república que mejor defiende la libertad, la más segura tanto en el interior como en el exterior, es aquella que se organiza como lo hizo la república romana. Se trata de una república popular, frente al modelo más aristocrático de Esparta o de Venecia, y se caracteriza porque al dar más participación al pueblo, tanto en los cargos públicos como en las funciones defensivas, adquiere una mayor capacidad ofensiva. Una política centrada exclusivamente en la defensa de la propia república podría ser equivocada, provocar inseguridad a largo plazo. Cuando se prefiere no dar armas a todos los ciudadanos, entonces se debilita su virtud militar y se les convierte en presa fácil para los Estados vecinos. En cambio, el modelo romano, aunque genera tensiones internas, que pueden ser aprovechadas para conseguir mejores leyes, permite conducir con mayor éxito los enfrentamientos bélicos. Maquiavelo no tiene ninguna duda de que este modelo romano, ofensivo y expansivo si se quiere, es el que proporcionará a los italianos la virtù que necesitan para expulsar de su península a los "bárbaros" extranjeros que la han invadido. Se trata de un modelo ofensivo, pero para defenderse de los "bárbaros". En una situación de corrupción extrema, como la que Maquiavelo cree estar viviendo, señala Oldfield que "uno debe estar preparado no sólo para defender su patria contra las depredaciones de alguno de sus vecinos, sino para acometer la depredación como una postura defensiva"54. El ataque aparece no como la mejor defensa, sino como la única defensa efectiva posible.

 

4. Proyección posterior de la tesis republicana sobre la milicia

Para cerrar estas consideraciones hay que decir que la idea de que los ciudadanos sean soldados seguirá pareciendo correcta al republicanismo posterior. Rousseau, en su Contrato Social, no se limita a censurar a los soldados mercenarios, como había hecho Maquiavelo, sino que identifica en su envilecimiento tanto a los ciudadanos que pagan a otros para que les representen, como a quienes pagan a otros para que les defiendan55. Sin embargo, en sus Consideraciones sobre el gobierno de Polonia, aunque insiste en que son los ciudadanos quienes deben defender al Estado rechaza claramente la política de conquista: "El que quiera ser libre, no debe querer ser conquistador"56. Todo ciudadano es soldado, aunque nadie debe hacer de las armas su profesión particular. Con parecida orientación, el artículo 107 de la Constitución Francesa de 1793 establecía que "todos los franceses son soldados". Todos los franceses debían recibir adiestramiento militar. Cada ciudadano queda comprometido en la defensa de la patria. El alistamiento no puede ser voluntario, sino que estamos ante el cumplimiento de un deber. La Francia republicana, durante el periodo jacobino sufre los ataques de una coalición monárquica sin precedentes y consigue salir victoriosa gracias a la levée en masse, al encuadramiento en el ejército de los ciudadanos, a la puesta en práctica de la idea republicana del pueblo en armas. Al igual que la milicia florentina este ejército estará controlado por los comisarios políticos.

Todavía la Segunda Enmienda de la Constitución Federal Americana, aprobada en 1791, participa de este espíritu: "Siendo necesaria una bien ordenada milicia para la seguridad de los Estados libres, no se atentará contra el derecho del pueblo a poseer y llevar armas", pese al evidente efecto criminógeno que la norma tiene en la actualidad. Hoy día, alarmados por múltiples sucesos en los que ha quedado probada la relación entre la posesión de armas, especialmente por parte de adolescentes inmaduros, y la comisión de sangrientos delitos, nos cuesta ver la conexión que históricamente ha existido entre las armas y la libertad. En los pueblos cazadores del África oriental, el arco era el símbolo de la libertad. Cuando una persona se entregaba como esclavo a otra rompía, en presencia suya, su arco57. De esa forma, el llevar un arco significaba afirmar ante todo el mundo que se era una persona libre. En el antiguo Oeste americano el revólver no dejaba de tener un significado parecido.

En la actualidad, en muchos países, los ejércitos de ciudadanos están siendo complementados, cuando no sustituidos, por ejércitos de profesionales remunerados58. Lógicamente, se han extendido las concepciones favorables sobre los mercenarios. Por ejemplo, Michael Walzer, en lo que no deja de ser un elogio claro, llega a compararlos con los profesionales de la medicina:

Es como el médico que arriesga su vida durante una epidemia: utiliza los conocimientos profesionales que él mismo decidió adquirir, pero eso no significa que dicha adquisición sea una señal de que desea la existencia de epidemias59.

No nos parece una comparación acertada. Aparte de que el médico utiliza sus conocimientos para curar y no para matar, lo cierto es que muchos mercenarios profesionales sí quieren las guerras, porque se les paga más durante las campañas bélicas.

El republicanismo actual, como el neo-republicanismo de Pettit, ha abandonado la vieja preferencia por las milicias en la que tanto insistieran los republicanos florentinos. Para Pettit lo importante es la no dominación y, hoy día, un ejército profesional, que está sometido al poder político, no representa una amenaza para la libertad. Según Pettit, la preferencia por las milicias de ciudadanos era una manera de hacer frente al "fantasma del golpe de estado que aterrorizó al pensamiento republicano tradicional",60 peligro que habría desaparecido gracias a la división en diferentes armas de las fuerzas armadas y al arraigo de las convicciones democráticas.

Ni que decir tiene que el republicanismo actual, en la medida en que identifica republicanismo con democracia activa y que exige la universalización de una ciudadanía libre e igual, no comparte la asociación entre libertad y conquista que aparece en los autores del republicanismo florentino. Sin embargo, la contraposición entre el soldado y el mercenario, entre quien lucha por el bien público y quien defiende su particular provecho, sigue siendo una metáfora útil para describir dos modelos de ciudadanía contrapuestos, a saber, el republicano que insiste en los deberes y el liberal que se circunscribe en torno al disfrute de los derechos.

 

Notas

1 ARISTÓTELES: Política III, 1, 1275a22-23.         [ Links ]

2 Véase Giovanni SILVANO: "Florentine republicanism in the early sixteenth century", en G. Bock et al. (eds.): Machiavelli and Republicanism, Cambridge: University Press 1990, pp. 67-68.         [ Links ]

3 Donato GIANNOTTI: La República de Florencia, III, I, trad. y estudio preliminar de Antonio Hermosa Andújar, presentación de Carlos Restrepo Piedrahita, Madrid: BOE-CEPC 1997, p. 91.         [ Links ]

4 Nicolás MAQUIAVELO: L'arte della guerra, proemio (Opere, p. 496). Utilizamos la edición de Mario Bonfantini, Milán-Nápoles: Riccardo Ricciardi Editore 1963.         [ Links ]

5 Giannoti sostiene, al igual que Maquiavelo, que es mejor defenderse con armas propias y no con mercenarios: "No es menester extenderse en la demostración de los defectos de las auxiliares y de las mercenarias, pues ya Maquiavelo lo ha hecho con suma atención." GIANNOTTI: La República de Florencia, IV, I, p. 159.         [ Links ] En otros muchos puntos coincide con Maquiavelo, como en que las tropas se ejerciten los días de fiesta, o en su preferencia por la infantería.

6 Véase J. G. A. POCOCK: El momento maquiavélico. El pensamiento político florentino y la tradición republicana atlántica, estudio preliminar de Eloy García, trad. Marta Vázquez-Pimentel y Eloy García, Madrid: Tecnos 2002, p. 404.         [ Links ]

7 Véase GUICCIARDINI: Discorso di Logrogno, vol. I, p. 254.         [ Links ] Citamos por Opere di Francesco Guicciardini, a cura di Emanuella Lugnani Scarano, Turín: Unione Tipografico-Editrice Torinese 1983.         [ Links ] Las ideas de Guicciardini sobre las milicias se habrían ido modificando conforme determinados acontecimientos, como la derrota de Prato (1512) y el saqueo de Roma (1527), pusieron al descubierto la superioridad de un ejército de profesionales y en su Historia de Italia de 1536 (lib. XI, cap. IV; lib. XVIII, cap. VIII, en Opere, vol. III, pp. 1066-1074 y 1753-1760) ya no existe ese elogio de las milicias.

8 MAQUIAVELO: Historia de Florencia, V, XXXIII. Citamos por la traducción de Félix Fernández Murga, Madrid: Alfaguara 1979, p. 313.         [ Links ]

9 MAQUIAVELO: Historia de Florencia, VI, I, p. 320.         [ Links ]

10 GUICCIARDINI: Discorso di Logrogno, en Opere, vol. I, p. 251.         [ Links ]

11 Felix GILBERT: Machiavelli and Guicciardini. Politics and History in Sixteenth-Century Florence, Princeton (NJ): University Press 1965, p. 150.         [ Links ]

12 MAQUIAVELO: Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio, I, 21 (edició         [ Links ]n de Mario Bonfantini, Opere, p. 145).

13 "Siamo preda di qualunque ha voluto correre questa provincia." MAQUIAVELO: Discorsi..., II, 4, p. 234.

14José Eduardo Abad Baena: Las cenizas de Maquiavelo, Granada: Comares 2008, p. 188.         [ Links ]

15 Véase Ugo DOTTI: Niccolò Machiavelli. La fenomenología del potere, Milán: Feltrinelli 1979, p. 75.         [ Links ]

16 MAQUIAVELO: Discorsi..., I, 7, p. 111.

17 MAQUIAVELO: Discorsi..., I, 16, p. 136.

18 Véase Jesús Luis CASTILLO: "Libertad y participación ciudadana en el republicanismo florentino", Revista Tachirense de Derecho 15 (2003), pp. 57-82.         [ Links ]

19 "E come la non si può esercitare se non la è composta di tuoi sudditi." MAQUIAVELO: Discorsi..., III, 31, p. 391.

20 En algunos textos de su Política, Aristóteles parece identificar a los ciudadanos con los 'propietarios armados", al confiar por ejemplo la propiedad de la tierra 'a los que poseen armas y participan del gobierno." ARISTÓTELES: Política VIII, 10, 1329b.

21 Mayda HOCEVAR: 'Finalidad y paradojas del comunismo platónico", Dikaiosyne 9 (2002), p. 13.         [ Links ]

22 "Il desiderio di 'gloria' è anche un fattore apprezzabile per 'frenare' i soldati e specialmente i soldati della repubblica; il Machiavelli afferma inequivocabilmente che 'Quegli che combattono per la gloria propria, sono buoni e fedeli soldati'." Victor A. SANTI: La 'gloria' nel pensiero di Machiavelli, Rávena: Longo 1979, p. 98.         [ Links ] Véase MAQUIAVELO: Discorsi..., I, 43.

23 J. G. A. POCOCK: El momento maquiavélico, p. 296.

24 Véase Jesús Luis CASTILLO: "Fortuna, virtù y gloria. Consideraciones sobre la moral republicana de Maquiavelo", Praxis Filosófica 26 (2008), pp. 93-109.         [ Links ]

25 GIANNOTTI: Discorso di armare la città di Firenze en G. R. Sanesi: "Un discorso sconosciuto di Donato Giannotti intorno alla milizia", Archivio Storico Italiano, ser. 5, vol. 8 (1891), p. 19.         [ Links ]

26 "Né è el dare l'arme á sua cittadini cosa aliena da uno vivere di republica e populare." GUICCIARDINI: Discorso di Logrogno, en Opere, vol. I, p. 252.

27 Para los aristócratas florentinos la institución de la milicia aparecía como un instrumento peligroso ya que, con este ejército, el gonfaloniero vitalicio Piero Soderini podía acabar convirtiéndose en el amo de la ciudad. Cuando en 1525 Maquiavelo trate de organizar una milicia en la Romaña, Guicciardini volverá a mostrar los diversos inconvenientes que se seguirían de armar a esos ciudadanos tan divididos y enfrentados entre sí. Véase Nicolás MAQUIAVELO: Epistolario, 1512-1527, trad. Stella Mastrangelo, México: FCE 1990, p. 527.         [ Links ]

28 GUICCIARDINI: Dialogo del reggimento di Firenze, vol. I, p. 458.         [ Links ] Citamos por Opere di Francesco Guicciardini, a cura di Emanuella Lugnani Scarano, Turín: Unione Tipografico-editrice Torinese 1983.

29 Véase: Girolamo SAVONAROLA: Tratado sobre la república de Florencia y otros escritos, trad. Juan Manuel Forte, Madrid: Los Libros de la Catarata 2000.         [ Links ]

30 Ramón RUIZ RUIZ: La tradición republicana. Renacimiento y ocaso del republicanismo clásico, Madrid: Dykinson 2006, p. 113.         [ Links ]

31 Federico CHABOD: Escritos sobre Maquiavelo, trad. Rodrigo Ruza, México: FCE 1984, p. 83.         [ Links ]

32 Michael MALLET: "The theory and practice of warfare in Machiavelli's republic", en G. Bock; Q. Skinner y M. Vitroli (eds.): Machiavelli and republicanism, Cambridge: University Press 1993, p. 176.         [ Links ]

33 Piero PIERI: Il Rinascimento e la crisi militare italiana, Turín: Giulio Einaudi 1952, p. 533.         [ Links ]

34 Véase Jesús Luis CASTILLO: "La razón de Estado y la guerra en el pensamiento político español de la Edad Moderna", en J. PEÑA (coord.): Poder y modernidad. Concepciones políticas en la España moderna, Valladolid: Universidad de Valladolid 2000, pp. 65-104.         [ Links ]

35 Maurizio VIROLI: La sonrisa de Maquiavelo, prólogo de Benigno Pendás, Barcelona: ABC 2004, p. 88.         [ Links ]

36 CHABOD: Escritos sobre Maquiavelo, p. 84, nota 121.

37 Véase J. R. HALE: "To fortify or not to fortify? Machiavelli's contribution to a Renaissance debate", en: Renaissance War Studies, Londres: Hambledon Press 1983, pp. 189-210.         [ Links ]

38 Rafael DEL ÁGUILA y Sandra CHAPARRO: La república de Maquiavelo, Madrid: Tecnos 2006, p. 166.         [ Links ]

39 Véase Discorsi, II, XXIV.

40 Véase Il Principe, cap. XX.

41 Antonio CAMPILLO: La fuerza de la razón. Guerra, Estado y ciencia en los tratados militares del Renacimiento, de Maquiavelo a Galileo, Murcia: Universidad de Murcia 1986, p. 207.         [ Links ]

42 "They were armed alla Svizzera, which was already outdated, and not with guns in any numbers." Michael MALLET: "The theory and practice of warfare in Machiavelli's republic", p. 179.

43 En Ceriñola se produce un cambio que Maquiavelo no llega a apreciar. Es cierto que la infantería sigue dominando a la caballería, pero se trata ahora de una infantería que se defiende y no que ataca, o sea, que se basa en armas de proyección y no de percusión. Los piqueros sólo sirven de protección a los arcabuceros que son el elemento resolutivo en la batalla.

44 Piero PIERI: Il Rinascimento e la crisi militare italiana, pp. 438-439.

45 CHABOD: Escritos sobre Maquiavelo, p. 89, nota 136.

46 En Florencia, la condición de ciudadano pleno quedaba reservada a los miembros de los principales gremios de la ciudad, o sea, a una población que apenas llegaba a las cinco mil personas. Véase Derek HEATER: Ciudadanía. Una breve historia, trad. de Jorge Braga Riera, Madrid: Alianza 2007, p. 102.

47 "In realtà, ancora una volta l'organizzazione militare di Firenze rispecchiava la debolezza ormai insanabile della sua costituzione politica." PIERI: Il Rinascimento e la crisi militare italiana, p. 441.

48 James HANKINS: "El humanismo y los orígenes del pensamiento político moderno", en Jill KRAYE (ed.): Introducción al humanismo renacentista, edición española de Carlos Clavería, trad. Lluís Cabré, Madrid: Cambridge University Press 1998, p. 174.         [ Links ]

49 Véase Athanasios MOULAKIS: Republican realism in Renaissance Florence, Lanham: Rowman and Littlefield 1998, p. 71.         [ Links ]

50 J. R. HALE: Machiavelli and Renaissance Italy, Middlesex: Penguin Books 1971, p. 26.         [ Links ]

51 "Perché non pare agli uomini possedere sicuramente quello che l'uomo ha, se non si acquista di nuovo deU'altro." Discorsi, I, 5, p. 105.

52 "Perché si vede per esperienza le cittadi non avere mai ampliato né di dominio né di ricchezza se non mentre sono state in libertà." Discorsi, II, 2, p. 225.

53 C. HILB: "Maquiavelo, la república y la 'virtù"', en T. VÁRNAGY (comp.): Fortuna y virtud en la República Democrática. Ensayos sobre Maquiavelo, Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales 2000, p. 134.         [ Links ]

54 Adrian OLDFIELD: Citizenship and Community. Civic Republicanism and the Modern World, Londres; Nueva York: Routledge 1998, p. 43.         [ Links ]

55 J.-J. ROUSSEAU: Du Contrat Social, III, XV, en Oeuvres completes, edición de Gallimard, 1964, vol. III, pp. 428-429: "Sitô         [ Links ]t que le service public cesse d'être la principale affaire des Citoyens, et qu'ils aiment mieux servir de leur bourse que de leur personne, l'Etat est dejà près de sa ruine. Faut-il marcher au combat? Ils payent des troupes et restent chez eux; faut-il aller au Conseil? ils nomment des Députés et restent chez eux. A force de paresse et d'argent ils ont enfin des soldats pour asservir la patrie et des réprésentans pour la vendre".

56 ROUSSEAU: Considérations sur le gouvernement de Pologne, en Oeuvres completes, edición de Gallimard, 1964, vol. III, p. 1013.         [ Links ]

57 Así lo cuenta Herbert SPENCER en su obra El individuo contra el Estado, Barcelona: Folio 2002, p. 29.

58 Del pensamiento de Maquiavelo conserva valor en la actualidad su tesis de que el poder militar debe estar sometido al poder civil, que la guerra es un asunto público y no privado. Si criticó en su tiempo los condottieri, habría criticado hoy día empresas privadas como Blackwaters que hacen negocio con la guerra. La famosa guerra contra el terrorismo de nuestro tiempo es en buena medida una guerra hecha con medios privados, aunque financiada con dinero público. Esto permite un menor control de las actividades y una menor responsabilidad política de las actuaciones. Un solo guarda de Blackwater en Irak cuesta 1.000 dólares diarios. Es difícil reclutar soldados (sufren estrés postraumático, daños cerebrales, depresión profunda) y los que se reenganchan ganan más dinero trabajando para empresas privadas de seguridad. Esta empresa privada es un ejemplo de cómo los servicios militares de seguridad han sido en parte privatizados.

59 Michael WALZER: Guerras justas e injustas. Un razonamiento moral con ejemplos históricos, trad. Tomás Fernández Aúz y Beatriz Eguibar, Barcelona: Paidós 2001, p. 59.         [ Links ]

60 Philip PETTIT: Republicanismo. Una teoría sobre la libertad y el gobierno, trad. Toni Doménech, Barcelona: Paidós 1999, p. 200.         [ Links ]

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