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Alteridades

versão On-line ISSN 2448-850Xversão impressa ISSN 0188-7017

Alteridades vol.30 no.60 Ciudad de México Jul./Dez. 2020  Epub 26-Mar-2021

https://doi.org/10.24275/uam/izt/dcsh/alt/2020v30n60/salas 

Lecturas

Asir incertidumbres Riesgo y subjetividad en el mundo del trabajo

Leonardo Salas Domínguez* 

*Doctorado en Ciencias Antropológicas, Universidad Autónoma Metropolitana, Departamento de Antropología. Av. San Rafael Atlixco 186, col. Vicentina, Iztapalapa, 09340 Ciudad de México <leonardo.salas.dominguez@gmail.com>.

Mancini, Fiorella. Asir, incertidumbres. Riesgo y subjetividad en el mundo del trabajo. ., Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales, El Colegio de México, 2017. 415p. ., .


Las condiciones laborales en Latinoamérica -y en muchas otras latitudes del mundo- han cambiado de manera drástica en las últimas cuatro décadas; estos cambios, que pueden ser considerados como devastadores, se han dado en la ya de por sí debilitada estructura institucional de protección a los trabajadores. De manera expedita, es posible afirmar que dichas transformaciones se han reflejado en la “clausura” de muchos derechos laborales que existieron en el pasado; principalmente derechos asociados con la protección social, cuya institucionalización se dio durante el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando floreció el modelo conocido como sustitución de importaciones. Recor demos que, por lo menos en México, este modelo constituyó una forma de orientar la economía a una industrialización “autocentrada” (Delgado, 2003; Solís. 1994), lo cual respondió a la incorporación de México a la economía mundial de mediados del siglo XX.

Sin embargo, una vez que la industria dejó de ser el eje de la economía, comenzó a gestarse una “nueva fase” en el modelo de acumulación -misma a la que autores como David Harvey (1998) han calificado de flexible- que dio paso al sector terciario de la economía como la base del modelo de acumulación actual. Este cambio en el arquetipo de la economía cimen tada en el modelo de la sustitución de importaciones implicó transformaciones en la estructura -y en la percepción de los trabajadores- del mundo del trabajo. De ahí que hoy en día estemos presenciando un acelerado proceso de pauperización de las condiciones laborales en todos los sectores productivos. Podemos afirmar, con contunden cia, que esta pauperización se funda en los efectos negativos de la fase actual del modelo de acumulación,1 lo cual ha llevado a que muchos trabajadores se encuentren con diversas situaciones de precariedad a lo largo de sus trayectorias laborales.

Hay que puntualizar el hecho de que “la precariedad laboral está asociada a ingresos bajos y, por lo tanto, es generadora de pobreza. A ello se suma la inexistencia de seguridad social, y dicha combina ción conduce a situaciones de vulnerabilidad” (González de la Rocha, Moreno Pérez y Escobar, 2016). Con todo, no basta con afirmar que la precariedad laboral −o la precarización laboral− es fruto de la ausencia de seguridad social −u otros derechos laborales-. En este tenor, Asir incertidumbres. Riesgo y subjetividad en el mundo del trabajo se presenta como un texto que contribuye a una reflexión fresca del tema de las condiciones laborales asociadas con el riesgo y la incertidumbre -un asunto tan “habitual” que puede pensarse como “normal”, desde una postura de sentido común gramsciano-. Pese a que la cuestión central del libro -el trabajo y su significación- ha sido explorada desde diversas latitudes considero que, por la forma en la que se produjo la investigación, se vuelve una lectura imprescindible para los que estudiamos los efectos del trabajo en la vida cotidiana de los individuos. Sustancialmente, destaca el corpus metodológico con el que se forjó la investigación, mismo que por su rigor logra conjuntar una mirada “macrosocial”, organizada por cohortes, con un análisis antropológico basado en investigación cualitativa.

Como bien señala la autora, el libro presenta un estudio extenso acerca de experiencias de riesgo en el mundo del trabajo y las maneras de hacerle frente. El objetivo que persigue es entender los múltiples cambios que han tenido lugar en los mercados locales (en cuanto mercados de una región geográfica), bajo los efectos del impulso de la globalización. Se trata de una investigación donde se conjunta una dimensión longitudinal, que permite el acercamiento y la comparación de casos individuales de trabajado res ubicados en dos ciudades distintas: Monterrey, en México, y Rosario, en Argentina; esta mirada comparativa de mercados locales, se entrelaza con una dimensión transversal, la cual implica que las categorías arrojadas por el análisis cualitativo puedan asirse con categorías sociales mucho más amplias. En consecuencia, el contenido del libro no es, en ningún sentido, una reflexión “clásica” en lo que respecta a los estudios laborales y, mucho menos, una in vestigación de ligereza teórica y metodológica.

La rigurosidad metodológica de la obra se conforma por un análisis de la dimensión institucional (contexto del mercado de Monterrey y de Rosario), las cohortes que dan cuenta de distintos tipos de trabajadores (dimensión organizacional) y el elemento cualitativo de la dimensión biográfica de los interlocutores que fueron el eje de esta investigación. Sobre esta base, se ofrece un análisis comparativo entre dos ciudades, cuyos contrastes institucional, histórico y cultural permiten observar hasta qué punto el impacto de la globalización ge nera fenómenos similares; la comparación del nivel organizacional da pie a identificar las características de estos mercados locales y, por último, la comparación biográfica de los interlocutores sirve para examinar con atención y de forma pormenorizada la experiencia de estos trabajadores en relación con su curso de vida, su ubicación social y su género.

El libro está organizado en cinco capítulos, una reflexión final y un anexo metodológico (en el que es posible apreciar la rigurosidad de la metodología construida por la autora). El capítulo 1, titulado “Incertidumbre, riesgo e inseguridad en el mundo del trabajo”, brinda al lector un panorama extenso acerca de la conceptualización de temas como la incertidumbre, el riesgo y la inseguridad, conceptos que se tornan polisémicos y, por lo tanto, difíciles de manejar al plantear un estudio analítico del riesgo en el mundo del trabajo. La autora parte de la premisa de que actualmente hay un desconcierto social generalizado en el mundo del trabajo, lo cual ha traído consigo modificaciones profundas en la dinámica y la composición del mismo, e identifica tres referentes históricos: la crisis de mediados de los años ochenta del siglo XX, los procesos de estabilización y ajuste de los años noventa de ese siglo y las políticas de cambio estructural implementadas en América Latina.

La hipótesis que funge como eje articulador en este capítulo dicta que los cambios en el modelo de acumulación vigente:

se expresaron en una modificación fundamental en el proceso de inclusión social mediante la precarización y la individualización del empleo; se comenzó a hablar de nuevas desi gualdades en el mundo del trabajo y surgió un interés genuino por los análisis de incertidumbre y riesgo laboral frente a problemas “clásicos” de la vida social como la pobreza o las desigualdades estructurales [p. 30].

En virtud de lo anterior, la autora propone el concepto operativo de inseguridad laboral, como un medio que posibilita el análisis del riesgo en el mundo del trabajo. En este capítulo también se perfila la base teórica de la metodología que empleará para el análisis de los casos de estudio, tomando como punto de partida el trabajo pionero de Glen Elder (1944), con el cual se sustenta la idea del cambio social en consonancia con la experiencia biográfica de los trabajadores que vivían los efectos de la gran depresión. Al cimentar la propuesta metodológica con el estudio Globalife: Life Courses in the Globalization Process, de Hans-Peter Blossfeld (1999), comienza a tejerse el punto fuerte del trabajo de investigación presentado en el libro. Por otra parte, añadir la mirada de Osvaldo Battistini y de Luis Reygadas ayuda a delinear un espacio en el que analíticamente confluyen estructuras laborales y subjetividad.

Como he señalado, esta obra contiene un base teórica y metodológica robusta, misma que responde a la crítica que esgrime la autora al mencionar que “ante los desafíos teórico-metodológicos para estudiar el riesgo y la inseguridad en el mundo del trabajo, es necesario problematizar el concepto mismo de riesgo ‘para aprehenderlo de manera operativa’” (p. 53). El final de este capítulo está dedicado a sintetizar lo que puede considerarse la fuente de los nuevos riesgos sociales, haciendo hincapié en el hecho de que hoy en día, y debido al nuevo contexto social, económico, político y cultural, el riesgo social deviene en la “ruptura del paradigma” del sujeto de acción del tiempo del modelo de la sustitución de importaciones; es decir, actualmente el trabajador asalariado ha dejado de ser el punto de partida de todas las políticas sociales, lo cual ha conllevado la naturalización del riesgo y la individualización de la contingencia del mismo. A su vez, esta naturalización deviene en una cultura del riesgo y una gran tolerancia al mismo.

La autora propone usar un “concepto ampliado del riesgo” -operativo por lo tanto- (que incluye a trabajadores asalariados y no asalariados), para comprender mejor la situación que viven muchos trabajadores contemporáneos. Al presentar esta definición operativa de riesgo, plantea tener en cuenta la regularidad de la inestabilidad de las relaciones laborales a lo largo de las trayectorias de los trabajadores, teniendo presentes cuatro dimensiones: la de la inestabilidad, la de los recursos, la de la (des)protección y la de la (in)seguridad social.

El capítulo 2, “El contexto local de los nuevos riesgos de trabajo”, se centra en describir el ambiente en el cual se desenvuelven -y se resignifican- los nuevos riesgos sociales relacionados con el trabajo, partiendo de tres dimensiones estructurales de las economías de Monterrey y Rosario: la histórica, la institucional y la socioproductiva. A inicios del siglo XX, señala la autora, la ciudad de Rosario estaba basada en el modelo de la agroexportación. Después de la década de los treinta, ese modelo perdió centralidad en la región, dando paso a la expansión de la industria, que trajo consigo la consolidación del obrero industrial como la figura central de los movimientos colectivos; este trabajador estaba vinculado de forma directa con la protección social de la región. En Rosario, “el modelo sustitutivo entró en una grave crisis productiva a partir de los años setenta” (p. 97), lo cual clausuró -por así decirlo- la industrialización; este fenómeno se experimentó a la par de una dictadura política. Fue en esta etapa, aproximadamente en los años ochenta, cuando Rosario se vio forzada a competir en el mercado global. Entonces, aunque la seguridad laboral entró en un proceso de individualización, el Estado no perdió mucho peso en cuanto a la administración de la misma.

Por su parte, el caso de Monterrey resulta un poco más difícil de comprender si no se pone de manifiesto la existencia histórica de la gestión de una “elite local”; es decir, en Monterrey existe una estructura familiar del capital, que se traduce en un sistema económico corporativo. A diferencia de Rosario, cuya protección social estaba basada en el Estado del bienestar, en Monterrey el esquema de protección social se construyó de manera vertical (de arriba hacia abajo). Al igual que en Rosario, la crisis de 1980 cambió de forma drástica la estructura del mercado productivo. El ejemplo emblemático de esta crisis fue el cierre de Fundidora, con el cual se perdieron 16 000 puestos de trabajo.

Para poder comparar estas dos ciudades, Fiorella Mancini propone considerar cuatro dimensiones de los diseños institucionales: los dispositivos de flexibilidad interna (referentes a la situación del contrato de trabajo, los despidos y el seguro de desempleo, la remuneración, la jornada laboral y la movilidad y subcontratación de los trabajadores); los dispositivos de flexibilidad externa (relacionados con la seguridad social y la tercerización laboral); las políticas activas de los mercados (políticas públicas, programas sociales u otras normatividades que influyen en el fomento al empleo), y, por último, las mediaciones institucionales colectivas del riesgo social (protección sindical). Al hacer esta comparación, la autora revela que las estructuras de protección social son más eficaces en el ambiente rosarino, debido a su flexibilidad, mientras que en Monterrey tienden a ser más escasas, porque la rigidez de las mismas cubre sólo a la población que se inserte en el mercado formal.

El capítulo 3, “Transformaciones, continuidades y diversificaciones en las experiencias de riesgo en el mundo del trabajo”, comienza con la descripción puntual del método de análisis que la autora usó para darle tratamiento a las 58 historias de vida: el análisis longitudinal cualitativo (QLR). A partir de una muestra heterogénea se construyeron tres cohortes sustentadas en un método de historias de vida mediante información retrospectiva (p. 173): la primera cohorte está formada por individuos de entre 50 y 75 años de edad (y que vivieron lo que puede ser considerado el esplendor del crecimiento económico; la segunda está compuesta por individuos de entre 35 y 50 años de edad (quienes inician su vida laboral a principios de la crisis económica mundial); por último, la tercera cohorte está integrada por trabajadores de entre 20 y 35 años (los cuales se insertan en el mercado laboral en plena crisis del modelo de acumulación). En este capítulo se esbozan las preguntas “¿Por qué algunas personas tienen trayectorias laborales continuas y seguras? ¿Por qué otras dejan de tenerlas? ¿Cómo han logrado algunas personas mejorar o aumentar la seguridad laboral a lo largo del tiempo?” (p. 173).

Para exponer los resultados de la investigación basada en el QLR, el capítulo se divide en cuatro gran des apartados: la descripción de las cohortes de análisis, la construcción metodológica de tipologías empíricas, el análisis específico por cohorte y la vinculación de las trayectorias laborales en relación con el curso de vida de los trabajadores. A grandes rasgos, se da cuenta de las formas de “regularidad de la inestabilidad laboral en diferentes momentos históricos”, partiendo de la hipótesis de que “bajo el nuevo modelo de acumulación, los riesgos sociales han aumentado cualitativamente, se han extendido y diversificado, y han modificado su forma” (p. 181).

De acuerdo con el análisis propuesto, se construye lo que la autora denomina tipologías de riesgo sobre las trayectorias laborales: a) trayectorias de estabilidad irreversible o lineal (cuando la trayectoria es más estable que inestable); b) trayectorias de inestabilidad progresiva (cuando la trayectoria es más estable que inestable, pero ocurren eventos de inestabilidad durante la primera mitad de la trayectoria laboral); c) trayectorias de estabilidad regresiva o frágil (cuando los eventos de inestabilidad suceden en la segunda mitad de la trayectoria laboral) y, por último, d) trayectorias de estabilidad reversible (cuando el total de las trayectorias laborales es más estable que inestable).

El capítulo 4, intitulado “Narrativas y prácticas en el manejo de los riesgos en el mundo del trabajo”, es el más robusto en lo que respecta a la dimensión subjetiva; aquí se examina la forma en que los trabajadores perciben el mundo del trabajo, y se centra sobre todo en las experiencias relacionadas con el riesgo y la inseguridad. Para lograr este cometido, Mancini parte de la premisa de que “se trata de discernir en los relatos individuales, los segmentos relevantes de la estructura social y de la cultura que en cada caso se encuentran en juego; de moverse entre el mundo de la vida individual y la configuración social que lo produce y es reproducida por éste” (p. 245). En contraste con los primeros tres capítulos, en donde se dio más peso a la mirada macro, éste contiene el análisis micro, que complementa y da sustento a la robusta propuesta teórica y metodológica. Las narrativas de los entrevistados se clasifican en lo que la autora llama narrativas de la contingencia, mismas que se subdividen en tres tipos ideales: a) pesimistas (expresadas por trabajadores que a pesar de tener trayectorias laborales irreversibles, perciben con pesimismo su vida laboral actual); b) seguras (conformadas por aquellas narrativas donde los trabajadores reconocen la estabilidad en la que viven, aunque no sea del todo cierto y c) trayectorias inseguras (narrativas relacionadas más profundamente con la precarización y la pauperización del trabajo asalariado, donde se vislumbra al trabajo como una actividad forzada y no elegida).

En resumen, este capítulo hace patente cómo las percepciones de los trabajadores se manifiestan como un proceso que se (re)crea y se (re)construye, siempre en función de los contextos sociales, las decisiones individuales y familiares, las vivencias pasadas y las esperanzas que se ponen en el futuro.

El último capítulo: “Agencia, subjetividad y alteridades en el mundo del trabajo”, analiza un componente fundamental de la dimensión subjetiva: el papel y el tipo de agencia que mostró cada una de las narrativas analizadas en el capítulo cuatro; esto, con el fin de “identificar distinciones institucionales y de cambio social respecto de la reconstrucción de la agencia en tiempos de incertidumbre laboral” (p. 289). Con este análisis complementario, Fiorella Mancini logra establecer cómo las experiencias de riesgo en el trabajo revelan la configuración de nuevas subjetividades laborales, identificando tres grandes características a las que son sometidos los trabajadores: la saturación (producto de la relación existente entre Estado, mercado, sociedad y la gestión de los nuevos riesgos sociales, lo cual da por resultado la mercantilización de los riesgos y un aumento en la individualización social; el acotamiento (de las expectativas relativas al trabajo) y la heteronomía (aumento de la diversidad de subjetividades y alteridades como producto de la individualización).

Al identificar estas nuevas subjetividades en el mundo del trabajo, Mancini ofrece un panorama en el que responde a la pregunta “cómo estas nuevas agencias de los trabajadores, saturadas, acotadas y heterónomas, producen, construyen o se corresponden, con nuevas subjetividades en el mundo del trabajo”. Así, los relatos analizados ponen de manifiesto la forma en que “la individualización del riesgo opera como un proceso de apropiación individual de problemáticas sociales” (p. 324); lo que, a su vez, revela la eficacia ontológica con la que operan los mecanismos de subjetivación en la etapa actual del modelo de acumulación. En cada uno de los contextos de estudio (Rosario y Monterrey) se aprecia que las diferencias son significativas, por ejemplo, en Rosario hay una “cultura” basada en el reclamo de los derechos laborales a las instituciones que se encargan de la impartición de justicia (como el Estado y los gobiernos). Esto se vierte en una organización más colectiva sobre la protección de los nuevos riesgos. En cambio, en Monterrey se observa un proceso más amplio y acabado de individualización, donde se ponen de manifiesto las capacidades individuales para poder tener acceso de manera segura al mercado. Es decir, mientras los trabajadores rosarinos expresan su reconocimiento a la existencia y la erosión de los pactos sociales de protección, en Monterrey éstos son vistos como privilegios a los que cada trabajador debe acceder por mérito propio. Lo anterior demuestra que en materia de derechos laborales y su comprensión influyen elementos de carácter histórico y social acerca de lo que es normal y seguro (p. 332).

En resumen, Asir incertidumbres. Riesgo y subjetividad en el mundo del trabajo es un libro que expone cómo los trabajadores en la actualidad están “atrapados” en procesos de incertidumbre y riesgo laboral, lo que se traduce en un aumento de trayectorias laborales inseguras. A su vez, el análisis por cohortes corrobora que los trabajadores más jóvenes son los que tienen más probabilidades de enfrentarse con esta realidad (lo cual no indica que los de edad más avanzada no estén sujetos a las mismas condiciones de incertidumbre); el tipo de calificación (tenerla o no) es otro condicionante que aumenta el tránsito por este tipo de trayectorias inseguras, sin embargo, el origen social y el nivel educativo ya no son decisivas en cuanto a garantizar continuidad y seguridad en el mundo del trabajo.

De igual forma, el género también tiende a ser determinante de las trayectorias laborales, y tiene un mayor impacto. Asimismo, la investigación exhibe que el modo de experimentar los riesgos sociales depende en gran medida de las diferencias institucionales de las regiones de estudio.

Por último, con este estudio queda demostrado que la globalización ha trastocado la vida de los trabajadores no sólo en el nivel material, sino también en las dimensiones biográficas y subjetivas.

Fuentes

Delgado, Gloria M. 2003. México estructuras política, económica y social, 2ª ed., Prentice Hall, México. [ Links ]

González de la Rocha, Mercedes, Martha Moreno Pérez e Inés Escobar. 2016. “Empleo e intercambio social en México”, en Perfiles Latinoamericanos, vol. 24, núm. 47, pp. 225-258. [ Links ]

Harvey, David. 1998. La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural, Amorrortu, Buenos Aires. [ Links ]

Solís, Leopoldo. 1994. Medio siglo en la vida económica de México 1943-1993, El Colegio Nacional, México. [ Links ]

1 Lo común (o quizá lo más fácil) al describir la forma de capitalismo actual es encasillarlo bajo el término neoliberalismo, para sintetizar las características que lo distinguen de etapas previas; no obstante, en consonancia con la investigación de Fiorella Mancini, obviaré el término, pues a lo largo del libro prefiere referirse al capitalismo como modelo de acumulación, logrando así desontologizar la forma como se ha descrito el capitalismo en los últimos 30 años.

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