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Problemas del desarrollo

versão impressa ISSN 0301-7036

Prob. Des vol.54 no.214 Ciudad de México Jul./Set. 2023  Epub 18-Mar-2024

https://doi.org/10.22201/iiec.20078951e.2023.214.69975 

Artículos

Pensar desde América Latina, los precursores del pensamiento sobre el subdesarrollo

Juana Marcela Jaimes Acevedoa 

aBenemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, Correo electrónico: juana.jaimes@alumno.buap.mx


Resumen

En el presente artículo se realiza una revisión histórica de los principales exponentes del pensamiento latinoamericano sobre el subdesarrollo, enfatizando la importancia que tuvieron en medio de las teorías dominantes que se venían proponiendo sistemáticamente a nivel mundial y destacando su trascendencia a la hora de generar un pensamiento vernáculo sobre el desenvolvimiento de la región, en torno a los patrones de poder capitalista que se establecieron como la base estructural sobre la que se ha perpetuado el camino desigual de América Latina. De esta manera, se tiene como objetivo retomar sus planteamientos teóricos, proponiendo que en sus aportes analíticos se pueden encontrar claves que contribuyan al ejercicio forzoso de pensar desde Latinoamérica y transitar hacia otros futuros posibles.

Palabras clave: pensamiento latinoamericano; subdesarrollo; desigualdad; economía política

Clasificación JEL: N16; O11; P16; O54; B31

Abstract

This article reviews the leading exponents of Latin American thought on underdevelopment, emphasizing their importance amid the dominant theories being systematically proposed worldwide. It also highlights their transcendence in generating a vernacular line of thought on the region’s development in relation to the patterns of capitalist power established as the structural basis on which the unequal course of Latin America has been perpetuated. Thus, the objective is to retake their theoretical approaches, proposing that we can find cues in their analytical suggestions that contribute to the forced exercise of thinking from a Latin American point of view and move towards other alternatives for the future.

Key Words: Latin American thought; underdevelopment; inequality; political economy

1. Introducción

Cuando se discute acerca de los problemas del desarrollo, una cuestión fundamental que debe plantearse y que muchas veces parece dejarse de lado, es la de pensar el desarrollo desde América Latina. Como afirma Bautista (2014), de cara a la realidad que toca vivir, es cuando surge un pensamiento original, que pone en el centro la necesidad de pensar desde realidades no occidentales, lo que habilita la posibilidad, no sólo de conocer, sino de hacerlo con relación a la humanidad de la cual se forma parte.

Con esta primera idea, es pertinente una aclaración con respecto al uso del término América Latina, que en este artículo no se emplea para designar a un conjunto homogéneo y uniforme, sino por el contrario, y como lo señala Bolívar Echeverría (2011), hace referencia a sociedades y poblaciones1 que a nivel interno tienen costumbres, contextos y lógicas de comportamiento diversas, que hacen difícil plantear la existencia de una sola identidad latinoamericana, pero que han encontrado en esa misma pluralidad una condición de unidad en sí misma2 frente al resto del mundo. Por lo tanto, cuando se hable de América Latina (AL), se responde a una pluralidad de sociedades, que al afirmar su unidad, afirman la otredad y la diferencia como rasgo afirmador de la vida, pero como un conjunto que, a partir del paradigma occidental, ha querido ser visto y tratado como un todo indiferenciado.

Este artículo busca elaborar una revisión histórica de los corpus teóricos de los principales autores del pensamiento económico latinoamericano, con el fin de acentuar su importancia en medio de los paradigmas del desarrollo, resaltando el valor que tuvieron a la hora de generar un pensamiento vernáculo, que logró entender que lo que se estaba planteando a través de estos discursos, era la reproducción de unos patrones de poder específicos, que sentarían las bases del atraso y la desigualdad en la región latinoamericana. A partir de esta idea, la hipótesis que se sustenta es que, pensar en la realidad actual de AL, pone sobre la mesa la necesidad de volver a los orígenes del pensamiento económico latinoamericano, porque en ellos pueden encontrarse las claves para un accionar social, político y económico, que permita pensar en potencialidades alternativas para la región.

De acuerdo con lo anterior, el artículo se organiza de la siguiente manera: primero, se realiza una contextualización de la economía del desarrollo, que trae a colación posturas críticas latinoamericanas que se venían desplegando desde antes de la segunda mitad del siglo XX, retomando a José Martí y José Carlos Mariátegui, principalmente; segundo, se establecen las formulaciones iniciales que marcarían las bases del discurso occidental del desarrollo, a partir de autores como: Lewis, Rostow y Myrdal; tercero, se hace una revisión teórica con respecto a la respuesta latinoamericana desde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), los autores de la dependencia y desde algunos otros autores relevantes para la región; para concluir con las consideraciones finales, en las que se sostiene que los precursores del pensamiento latinoamericano sobre el subdesarrollo y el desequilibrio internacional son fundamentales, porque a través de sus planteamientos pueden encontrarse aportes y claves que coadyuven al ejercicio imprescindible de pensar desde AL, con el fin de concebir otros futuros posibles.

2. A modo de contexto histórico

El mundo se ha analizado, interpretado y dirigido a partir de una mirada eurocéntrica, en donde el conocimiento que se ha construido desde los centros hegemónicos cancela cualquier tipo de razón o experiencia, este proceso se ha enmarcado a su vez, en la retórica de una modernidad que ha cimentado el proyecto civilizatorio capitalista, el cual concibe al mundo como contenedor de fuerza de trabajo y de recursos para la acumulación en aras del progreso.

Un paradigma dominante que ha ido insertando paulatinamente la idea del desarrollo, ya que desde el siglo XVIII con el pensamiento clásico de la economía, ya se analizaban las fuentes del progreso y la evolución económica de las naciones en marchas diferentes (Smith), así como se iría ubicando una preocupación latente por el crecimiento y se encontrarían referencias a regiones consideradas como bárbaras, atrasadas, salvajes o primitivas, que se podían encontrar incluso en escritos de Marx y Engels (Guillén, 2018).

Es en este contexto que se puede entender que, posteriormente en el siglo XIX, aparecieran posturas críticas latinoamericanas, entre ellas, la de José Martí, político y poeta cubano, que para su época tuvo una claridad extraordinaria acerca de la realidad del continente, siendo el primero en señalar que había una diferencia marcada en el “arranque de las dos Américas” y profetizando la “naturaleza opresora”, que evidenciaba el desdén de Estados Unidos (Marinello, 2005).

Marinello (2005) describe con gran emoción la obra de Martí, explicando cómo entendía la desigualdad que yacía sobre el continente, hablando de “mayorías rapaces” y “minorías miserables”, en un escenario de relaciones económicas entre las dos Américas, que representaban un instrumento de subordinación para impedir el libre desarrollo de Nuestra América; lo que provenía principalmente de una mezcla de antiimperialismo, latinoamericanismo3 y nacionalismo cubano, perspectivas epistemológicas que lo llevaban a alejarse de Europa y generar un pensamiento independiente, que reivindicara a su región de origen.

Además de Martí, a inicios del siglo XX, otro crítico que puso en el centro la cuestión del desarrollo fue José Carlos Mariátegui, periodista y escritor peruano, uno de los primeros que se pronunció sobre la explotación de las comunidades indígenas en AL, reconociendo la importancia histórica que tuvo la conquista en el desenvolvimiento de la economía de la región y su posterior inserción en la economía mundial. Sus experiencias de vida en Perú y en el extranjero (acercamiento al marxismo) le permitieron hacer un análisis sobre la evolución económica, desde la economía colonial hasta la economía agraria,4 que predominaban en las primeras décadas del siglo (estructuras económicas que aún hoy se mantienen en AL), análisis que daban cuenta de las desigualdades internas entre los diferentes grupos humanos que cohabitaban y entre los cuales cada vez había una brecha mayor de desigualdad, lo que le permitió advertir el desequilibrio existente entre las economías nacionales a nivel internacional.

Mariátegui fue una influencia fundamental en los debates teóricos latinoamericanos con respecto a dos cuestiones esenciales; i) fue pionero en la descripción de economías de carácter dependiente, que a través de intermediarios locales -oligarquías, terratenientes, militares- impedían la subsistencia y el subdesarrollo; y ii) representó una base importante en torno a la introducción del marxismo en Latinoamérica, puesto que sus observaciones superaron el dogmatismo recurrente de la época, articulando a su pensamiento una concepción de éste como “método de interpretación histórica y de acción” (Quijano, 2007).

Estos autores le dieron valor al ejercicio de pensar desde contextos propios, representaron una subversión al pensamiento hegemónico de la época, el cual se volcaba cada vez más hacia un pensamiento estático, que desplazó el interés hacia los problemas de la asignación de recursos y la teoría del intercambio y que dirigió los análisis hacia las grandes economías capitalistas, centrándose casi exclusivamente en los ciclos de negocio y en el estancamiento que podría afectarlas (Guillén, 2018).

Un camino que se profundizó luego de la Segunda Guerra Mundial y que quedaría establecido plenamente con el punto 4 del discurso de Truman (1949), un momento que se vio marcado claramente por la necesidad de reconfigurar el orden mundial, y que se da a partir de la circunscripción de países en categorías específicas a nivel global, como desarrollados o sub- desarrollados.5

Esta dualidad sería el punto de partida para el establecimiento de una economía del desarrollo, subdisciplina que buscó analizar las estrategias que impulsaron el crecimiento económico de los países del primer mundo y determinar cuáles podrían ser esos obstáculos que impedían conseguir un progreso sólido y constante; estableciendo modelos generales económicos en donde el producto interno bruto (PIB) se afianzaba como indicador de desarrollo y el bienestar de las personas y las sociedades era determinado por el desarrollo de una nación.

3. Formulaciones Iniciales del discurso del desarrollo

El principio de las teorías del desarrollo6 se vio justamente vinculado al dualismo, que hacía referencia a la coexistencia de estructuras económicas y sociales heterogéneas a nivel mundial, una línea que marcaría las bases del discurso del desarrollo a mediados del siglo XX y que se establecería a partir de enfoques particulares; uno de los primeros planteamientos sería el de Lewis (1960), quien planteaba la existencia de un sector tradicional de subsistencia y uno moderno capitalista, en el que el desarrollo se daba a partir de la oferta ilimitada de trabajo existente en un sector, que terminaría siendo absorbido por el otro, a partir del traslado de recursos y personas (Guillén, 2018), esta postura que tuvo muchas críticas fue una de las primeras propuestas teóricas que trato de sintetizar en una explicación conjunta la dualidad establecida a nivel global.

Un segundo enfoque, sería el de Rostow (1960), ya que a partir de sus posturas el debate internacional empezaría a girar alrededor de dos preguntas centrales: ¿cómo crecer? y ¿cuáles son los obstáculos para el crecimiento? Planteando que el desarrollo gira en torno a etapas, en donde los países siguen una linealidad ascendente, dentro de las cuales es posible ubicar a cualquier sociedad de acuerdo con sus dimensiones económicas;7 una de sus intenciones principales fue, por un lado, tratar de demostrar que era posible estimular el crecimiento de países recién descolonizados y que se sumarán a la senda de la modernización, y por el otro, establecer que el progreso no podía conseguirse de otra forma, y mucho menos, por medio del comunismo, que era ante todo un impedimento para el desarrollo8 (Guillén, 2018).

Un tercer enfoque, que también tendría gran relevancia, sería el de Myrdal (1967), quien establecía que los problemas del desarrollo y subdesarrollo hacían referencia específicamente a un fenómeno social que tenía que ver con círculos viciosos, teorizando que el éxito y el fracaso siguen un proceso acumulativo en ambas direcciones, y si éste no se regula, da lugar al incremento de las desigualdades; es así que, propone la distinción de dos efectos específicos, el de remolino, que se refiere al hecho de que la riqueza llama riqueza y en ese mismo movimiento engendra pobreza, y el de propagación, que permite la difusión desde los centros de expansión, provocando círculos virtuosos que se oponen a los círculos viciosos, que son los que conducen al estancamiento y al subdesarrollo (Guillén, 2018).

Guillén (2018) explica también que autores como estos, que promovieron la línea en la economía del desarrollo a mediados del siglo XX, consideraban sobre todo análisis pluridisciplinarios que se constituyeron como ramas auténticas de la ciencia económica, lo que cambiaría hacia los años setenta, ochenta y noventa, cuando se empezaría a dejar de lado la cuestión del subdesarrollo, sobre todo, desde un enfoque pluridisciplinario, considerando que más que nuevas ramas de análisis económico, lo que se necesitaba eran modelos económicos que se ajustaran a cuestiones macro y microeconómicas.

A pesar de que estos análisis iniciales del desarrollo sí constituyeron una mejora en cuanto a los análisis económicos existentes -previamente y en la actualidad-, sus planteamientos se desarrollaron a partir de perspectivas eurocéntricas, que invisibilizaban cualquier tipo de aporte académico del Tercer Mundo y en donde el desarrollo fue contemplado como un efecto positivo, que no tiene ningún tipo de complejidad, con ideas que no perciben los conflictos sociales y en donde no hay espacio para pensar que existe una conexión estructural entre el desarrollo y el subdesarrollo (Guillén, 2018).

4. El pensamiento latinoamericano sobre el desarrollo

Es a partir de esta construcción sobre el desarrollo cuando se pone en duda la capacidad de estas formulaciones y teorías económicas, para explicar los fenómenos de la realidad de los países subdesarrollados; las principales críticas se orientaban entonces a los problemas de distribución y crecimiento que generaban inequidad y pobreza; a las limitaciones del PIB como indicador; a la limitación de los recursos naturales y al deterioro del ambiente. Incoherencias que marcaban el fracaso del desarrollo o lo que Unceta (2014) denomina como mal desarrollo, un fracaso global sistémico.

El desarrollo tal y como había sido concebido por sus estrategas al finalizar la Segunda Guerra Mundial, había derivado en un fenómeno capaz de empobrecer a personas y sociedades, de generarles pérdidas (de capacidades, de identidad, de recursos naturales), de restringir derechos y libertades, y de provocar nuevos desequilibrios y desigualdades […] Dicho modelo había contribuido a consolidar un sistema mundial basado en profundas asimetrías […] y en un balance de poder claramente favorable a los países llamados desarrollados (Unceta, 2014, pp. 55 y 56).

Este fracaso supuso la necesidad de enfoques diferentes y alternativos, sobre todo, representó para AL la necesidad de desarrollar planteamientos y explicaciones propias sobre sus condiciones; estimó que la región se encontrara por primera vez ante la incertidumbre y el cuestionamiento sobre su historia, sobre el rumbo que debería seguir, es en este momento en el que las corrientes teóricas presentadas a continuación marcan un punto de inflexión fundamental.

El pensamiento cepalino

El pensamiento de la CEPAL se distingue por tres etapas principales,9 aunque sin duda su periodo de mayor auge y que marcó un momento determinante de identidad e idiosincrasia fue la primera, a partir de los años cincuenta con Prebisch, Furtado, Noyola y Pinto, quienes ocupan “un lugar preponderante en la formación y desarrollo del pensamiento estructuralista del desarrollo, [y aparecen como] la principal contribución latinoamericana, si no es que la única, a la ciencia económica” (Guillén, 2017, p. 157).

Como lo afirma Sunkel (2000), esta época marca una contribución inicial que es fundamental para el desarrollo del pensamiento de la CEPAL y que incorpora una “visión de conjunto de la región latinoamericana que contribuyó a la construcción de un discurso económico latinoamericano unificado” (p. 34).

En esta época, Prebisch (1986 10) destacó los principales problemas para el desarrollo de AL más allá de las formulaciones metropolitanas iniciales, enfatizando que la división internacional del trabajo implicaba una segmentación mundial entre una periferia productora de materias primas y alimentos, y un centro industrial receptor de todas las ventajas del desarrollo; esta base establecía discrepancias entre las fuerzas de capitalización, desequilibrio y las marcadas diferencias en el nivel de vida.

Prebisch entendió que había un problema en la generación de conocimiento, en el que la producción teórica de los grandes centros industriales no era compatible con los hechos y las experiencias de la región y, era necesario un pensamiento propio que apuntara a disminuir el desequilibrio y a extraer los elementos necesarios para impulsar el desarrollo económico.

No es de extrañar entonces que prevalezca frecuentemente en los estudios que suelen publicarse acerca de la economía de los países de América Latina, el criterio o la experiencia especial de los grandes centros de la economía mundial. Mal cabría esperar de ellos soluciones que nos conciernen directamente. Es pertinente, pues, presentar con claridad el caso de los países latinoamericanos, a fin de que sus intereses, aspiraciones y posibilidades, salvadas desde luego las diferencias y modalidades específicas, se integren adecuadamente en fórmulas generales de cooperación económica internacional (Prebisch, 1986, pp. 479 y 480).

Las aportaciones de Prebisch (1986), además, incluyeron un análisis del cambio de centro cíclico principal -de Inglaterra a Estados Unidos-, en donde las medidas proteccionistas que se habían tomado para establecer una economía más cerrada generaban un problema de disponibilidad de divisas y un deterioro en los términos de intercambio, ante lo cual se proponía una propuesta anticíclica en términos de importación/exportación.

Con este enfoque teórico, se pone especial atención en la industrialización, en la inversión extranjera y en el comercio exterior como fuentes de estrangulamiento externo del desarrollo de AL, pero al mismo tiempo se explica que son estos elementos los que pueden ser dirigidos estratégicamente hacia un objetivo de desarrollo regional y nacional para lograr el crecimiento y, por lo tanto, aumentar la calidad de vida de las sociedades latinoamericanas.

Prebisch representó un cambio importante para el pensamiento latinoamericano y, aunque sus influencias neoclásicas hicieron que en su etapa inicial no prestara suficiente atención a la desigualdad y a la disparidad de la distribución del ingreso,11 representó un primer paso para empezar a retirar la mira del desarrollo económico y cómo se había planteado hasta el momento.

Igualmente, el pensamiento de la Comisión en torno al desarrollo fue construido en gran medida por Celso Furtado, buscando superar la perspectiva en cuanto a “explicación del comportamiento del sistema productivo que emergió con la civilización industrial” (CEPAL, 1980, p. 9), ampliando su campo de estudio para entenderlo como un proceso global que involucra lo siguiente:

Transformación de la sociedad a nivel de los medios, pero también de los fines; proceso de acumulación y de ampliación de la capacidad productiva, pero también de apropiación del producto social y de configuración de ese producto; división social del trabajo y cooperación, pero también estratificación social y dominación; introducción de nuevos productos y diversificación del consumo, pero también destrucción de valores y supresión de capacidad creadora (Furtado, 1983, p. 9).

Furtado (1983) percibía cómo en la visión global del desarrollo era evidente una suerte de destino manifiesto civilizador de Europa que proponía además una visión optimista de la historia y de la modernidad, en el que la acumulación de la riqueza estaba marcada por una promesa de mayor bienestar; pero que en el trasfondo constituía una serie de estructuras de dominación social en donde todo era visto desde su valor de cambio en un proceso de mercantilización de la vida.

Furtado (1983) hizo énfasis en los problemas del desarrollo-subdesarrollo advirtiendo sobre las acciones predatorias de los procesos económicos capitalistas, en donde el aumento de la productividad significa una degradación de la calidad de vida para los países más vulnerables; el Estado actúa como instrumento privilegiado de acumulación controlada; y el progreso técnico se orienta a satisfacer sólo los privilegios de las minorías.

Asimismo, afirmaba que el estudio de los sistemas de dominación y de las relaciones de trabajo ponen en evidencia la gran complejidad de las estructuras sociales de los países subdesarrollados, que traen consigo marginalidad y concentración de la riqueza y el ingreso (Furtado, 1980).

Para este autor, el enfoque liderado por Prebisch serviría para entender que el subdesarrollo es una conformación estructural del sistema económico mundial y no una fase evolutiva que se debía superar siguiendo el “camino trazado” por los centros industriales.

Por otro lado, Noyola sería pionero en contribuir al pensamiento estructuralista cepalino ubicando “el origen del desequilibrio externo en el proceso mismo de crecimiento bajo el impulso de la industrialización sustitutiva de importaciones, y no solamente en el deterioro de los términos de intercambio que se derivaba de la división internacional del trabajo” (Guillén, 2017, p. 160).

Noyola (1956) presentó una propuesta metodológica para estudiar la inflación, entendiéndola como “el resultado de desequilibrios de carácter real que se manifiestan en forma de aumentos del nivel general de precios. Este carácter real del proceso inflacionario es mucho más perceptible en los países subdesarrollados que en los países industriales” (Noyola, 1956, p. 162). En su aporte teórico se aprecia un énfasis en la cuestión distributiva de la inflación, así pues, la inflación se presenta como un asunto de lucha de clases, una lucha por la redistribución. “Las ideas presentadas por Noyola en 1956 constituyeron la base a partir de la cual se desarrollaron posteriormente los análisis estructuralistas de la inflación como el de Osvaldo Sunkel y de Aníbal Pinto que permitieron enfrentar el monetarismo fondomonetarista” (Guillén, 2018, pp. 211 y 212).

Por último cabe resaltar el trabajo de Aníbal Pinto en la CEPAL en los años setenta, renovando el concepto de heterogeneidad estructural, hablaba de la concentración de los frutos del progreso técnico y su demostración a través de la distribución del ingreso entre clases y entre regiones, explicando que la estructura productiva de la región se dividía en: i) primitivos, refiriéndose a niveles de productividad e ingreso semejantes o inferiores a los de la economía colonial y precolombina; ii) polo moderno, que incluye las actividades de servicios, industriales y de exportación que se desempeñan con niveles de productividad similares a los que se clasifican como promedio en las economías desarrolladas; y iii) los intermedios, con una productividad media en el sistema social (Guillén, 2018). “Para Pinto, la industrialización no eliminaba la heterogeneidad estructural sólo la modificaba en su forma perpetuando el subdesarrollo a pesar del crecimiento económico” (Guillén, 2018, p. 215).

Guillén (2018) explica que el trabajo de la CEPAL12 fue un intento por liberarse de las ideas externas, arrebatándole a los economistas del centro el monopolio de la explicación del mundo, con la convicción inexorable de independizarse intelectualmente y “terciar en el debate acerca del rumbo económico que había de tomar el mundo después de dejar atrás la más grande guerra de la historia de la humanidad” (Guillén, 2018, p. 192).

Y es que el pensamiento cepalino en su primera etapa más allá de un discurso económico, más bien fue una propuesta epistemológica latinoamericana que buscó dar cuenta de las condiciones desequilibrio que mantenían a la región en el subdesarrollo, estableciendo un precedente: pensar desde y para AL.

El pensamiento dependentista

En los años sesenta de manera paralela a los trabajos que venía realizando la CEPAL se formuló la teoría de la dependencia con cortes disciplinarios de carácter sociológico y marxista especialmente. Las tesis dependentistas representaron “un esfuerzo crítico para comprender las limitaciones de un desarrollo iniciado en un periodo histórico en que la economía mundial estaba ya constituida bajo la hegemonía de enormes grupos económicos y poderosas fuerzas imperialistas” (Dos Santos, 2002, p. 5).

Dos Santos (2002) retoma a Blomströn y Hettne (1990) para identificar en rasgos generales los principales antecedentes de este enfoque teórico: i) la necesidad de crítica ante las teorías del desarrollo eurocéntricas, que incluían las posturas nacionalistas del “imperialismo euronorteamericano” y los postulados económicos neoclásicos de Prebisch y la CEPAL; ii) los debates entre marxismo clásico y neomarxismo que impulsan un renovado debate latinoamericano acerca del subdesarrollo, dentro de los cuales se resaltan principalmente los trabajos de Baran y Sweezy (1982).

En este contexto se entiende que el capitalismo dependiente de AL se enfrentaba a una profunda crisis estructural y era necesario buscar nuevos rumbos que se alejaran de los cuadros teóricos tradicionales, en los cuales la discusión del subdesarrollo sólo giraba en torno a la ausencia de desarrollo (entendido meramente como crecimiento económico), y el atraso se explicaba a partir de los obstáculos existentes para alcanzar la modernización y un pleno estado de desenvolvimiento (Dos Santos, 2002).

De acuerdo con Bambirra (1978), la crisis -económica, política, social y cultural- echaba por tierra no sólo las nociones de los partidos comunistas que ponderaban la alianza de las clases explotadas con la burguesía nacional y progresista para alcanzar “gobiernos nacionalistas, democráticos, antioligárquicos, antifeudales y antimperialistas”; sino también a los supuestos fundamentales en los cuales se asentaba la teoría de la CEPAL, que consideraban desarrollista.13

La crítica de la teoría dependentista sugiere que la CEPAL apuntaba a que AL siguiera un modelo de desarrollo copiado de los países desarrollados, eliminando “los obstáculos sociopolíticos y culturales al desarrollo que estaban incrustados en las llamadas ‘sociedades tradicionales’” (Bambirra, 1978).

El supuesto básico de que el desarrollo interesa a todos (sin preguntar por cierto qué tipo de desarrollo interesa a cada clase) daba la premisa clave para una ideología del desarrollo. Esa ideología ya venía siendo promovida en América Latina a través de las mejores expresiones del nacionalismo populista (Bambirra, 1978, p. 17).

Superando las contradicciones que los enfoques mencionados puedan tener, después de la CEPAL, los teóricos de la dependencia continuaron con el camino de construcción del pensamiento latinoamericano, que busca explicar los desequilibrios existentes a nivel internacional y que implicaban una situación de desigualdad y de subdesarrollo para los países de la región.

Entre algunos de los autores más destacados se encuentra Marini (1991) con sus postulados acerca de la dialéctica de la dependencia, exponiendo que las relaciones de AL con los centros capitalistas se insertan dentro de una estructura internacional del trabajo que determina el curso del desarrollo en la región y configura la dependencia entre las naciones.

Asimismo expone que AL ha cumplido una función vital en el desarrollo del capitalismo, refiriéndose a su capacidad creadora de una oferta mundial de alimentos, condición ineludible de su inserción en la economía capitalista internacional; y que más allá de esto la participación de la región en el mercado mundial contribuye a que el eje de la acumulación de la economía industrial se traslade de la producción de plusvalía absoluta a la de plusvalía relativa (Marini, 1991).

[...] que la acumulación pase a depender más del aumento de la capacidad productiva del trabajo que simplemente de la explotación del trabajador. Sin embargo, el desarrollo de la producción latinoamericana, que permite a la región coadyuvar a este cambio cualitativo en los países centrales, se dará fundamentalmente con base en una mayor explotación del trabajador. Es este carácter contradictorio de la dependencia latinoamericana, que determina las relaciones de producción en el conjunto del sistema capitalista, lo que debe retener nuestra atención (Marini, 1991, p. 4).

Para Marini (1991), el secreto de las relaciones desiguales era que las naciones que se ven perjudicadas por el intercambio desigual, no buscan corregir el desequilibrio entre los precios y el valor de las exportaciones, sino que tratan de compensar las pérdidas a través de una “súper explotación” del trabajador, que involucra intensificación del trabajo, prolongación de la jornada y remuneración por debajo de su valor.

Por otra parte, y de corte marxista, se encuentra Gunder Frank (1969), uno de los autores más reconocidos de esta corriente, para quien no se puede entender el subdesarrollo en una sociedad dependiente, si no se plantea como producto de una política burguesa y una estructura de clases que responden y son determinadas por la dependencia de las metrópolis colonialistas e imperialistas.

Algunas de las ideas propuestas por Gunder Frank (1969) incluyen entender a la conquista como una situación que colocó a AL en una posición de subordinación y dependencia económica colonial y neocolonial con respecto al sistema mundial; y que esa relación de dependencia determina intereses de clase directos para el sector dominante de la burguesía, quienes utilizan el Estado como instrumento para generar políticas de subdesarrollo -económico, social, político, cultural- que agravan lo que el llamaría el desarrollo del subdesarrollo.

Por este autor es que se conocen dos de los términos que aún se utilizan en gran medida para describir y hablar de la situación de los países en la región: lumpenburguesía,14 como clase e instrumento activo de la industria y del comercio extranjero, interesados en mantener el proceso de “miserable atraso”, o lumpendesarrollo, como designaba la situación y realidad de la región en esta época (Gunder Frank, 1969).

Dentro de los teóricos con una perspectiva destacadamente sociológica están Cardoso y Faletto (1969) quienes afirmaban que los análisis economicistas de años anteriores habían permitido a AL creer en expectativas irreales15 y, por tal motivo, era necesario realizar análisis integrados que dieran cuenta del desarrollo como un proceso social, pero que fueran más allá de los estudios parciales y reducidos que hasta el momento se habían hecho y que sólo generaban concepciones equivocas de la realidad.

Para ellos fue fundamental analizar cómo fue que las economías de países subdesarrollados “se vincularon históricamente al mercado mundial y cómo se constituyeron los grupos sociales internos que definieron las relaciones internacionales inherentes al subdesarrollo” (Guillén, 2018, p. 216).

Contrario a la dificultad que tuvo la teoría dependentista para “imponerse como paradigma dominante”, es irrefutable el alcance que tuvo en AL sobre diversas perspectivas teóricas -incluyendo la CEPAL-, como señala Guillén (2018). “La idea de la dependencia comercial, financiera, tecnológica y cultural se comenzó a encontrar regularmente en los planteamientos de Furtado, Sunkel y Prebisch conformando una tercera variante estructuralista de la teoría” (Guillén, 2018, pp. 217 y 218).

La crítica y el análisis recíprocos entre el enfoque cepalino y dependentista benefició y enriqueció un pensamiento emancipador latinoamericano que se cuestionó sobre los elementos que determinaban la inequidad y desigualdad de las relaciones internas y externas en la región, reforzando la condición de subdesarrollo y que han marcado hasta hoy un horizonte de acción para la academia en AL.

Otros corrientes relevantes en la región

Inicialmente se tiene que resaltar la importancia de los planteamientos de Gino Germani, nacido en Italia y con una infancia-juventud marcadas por el fascismo creciente en Europa, a los 23 años se traslada a Argentina (desde 1934 hasta 1946), lo que marca su perspectiva intelectual y lo hace un precedente fundamental de la sociología en AL.

Germani (1962) propone un análisis estructural para estudiar la política y la sociedad en periodos de transición,16 su base está en entender cómo las dimensiones cultural y social conforman una unidad, que se modifica con el carácter asincrónico del cambio, implicando un fraccionamiento de la sociedad.

De acuerdo con lo anterior, conceptos como sociedad global o Estadonación se pueden entender en términos de estructura, lo que implica una percepción del mundo sociocultural como una totalidad de partes vinculadas entre sí -susceptibles a análisis diferenciados-, que se mantienen en condiciones de dependencia mutua y, por lo tanto, se afectan recíprocamente (Germani, 1962).

En su enfoque incluye la importancia de integrar elementos de orden analítico como: actor, situación y marco normativo, dentro del estudio de la acción social que influye sobre la estructura y que se refieren a acciones prescriptivas o electivas dentro de una tipología de la acción, que se propone para el análisis del desarrollo (Germani, 1962).

Por otro lado, hacia los años setenta, Octavio Ianni -sociólogo brasileño- presenta su trabajo sobre populismo en AL, en el que hace referencia a uno de los fenómenos políticos característicos de la región en el siglo XX.

Ianni (1975) manifestaba que la mayoría de los estudios sobre populismo se hacen con base en dos suposiciones irreflexivas para el contexto real latinoamericano: i) que es un fenómeno político que se da en el interior de un proceso más amplío de modernización en las sociedades latinoamericanas; ii) que se da por la incapacidad de lograr una democracia representativa, es decir, de base capitalista, según el modelo europeo o norteamericano.

En particular, para Ianni (1975), era importante analizar las condiciones históricas responsables del desarrollo de los movimientos y gobiernos populistas -dentro de un contexto internacional de relaciones capitalistas- y cómo transforman las estructuras sociales.

El autor resalta varios puntos importantes: destaca que aunque puede existir un paralelo y similitudes, debido a un desenvolvimiento histórico estructural conjunto, hay que diferenciar los elementos significativos de la experiencia de cada país; hace un análisis de los casos de populismo en Rusia y Estados Unidos, que definen ciertas pautas para entender mejor el fenómeno latinoamericano; e infería que el populismo debía ser traído a colación en el debate sobre elementos importantes como modernización, democracia, desarrollismo y capitalismo (Ianni, 1975).

Por último, es preciso mencionar la importancia de la Revolución cubana, un momento transcendental en la historia de AL, que sirvió como semillero intelectual y transformador, y que además enmarcó diversos procesos de desenvolvimiento del pensamiento latinoamericano y que más allá de las críticas que se puedan hacer a sus precursores y a su experiencia histórica concreta, resulta necesario recordar, por sus incontables experiencias y aprendizajes, para este caso se retoman algunas de las palabras de Fidel Castro que aún hoy resuenan con fuerza, por lo cual se mencionan algunos apartados de la Segunda Declaración de La Habana, que vale la pena recordar y analizar a la luz de la realidad que se vive hoy.

Las condiciones subjetivas de cada país -es decir, el factor conciencia, organización, dirección- pueden acelerar o retrasar la revolución según su mayor o menor grado de desarrollo; pero tarde o temprano, en cada época histórica, cuando las condiciones objetivas maduran, la conciencia se adquiere, la organización se logra, la dirección surge y la revolución se produce (Castro, 1962, p. 30).

Los pueblos de América se liberaron del coloniaje español [...], pero no se liberaron de la explotación. [...], el hombre latinoamericano en una u otra forma siguió esclavo y las mínimas esperanzas de los pueblos sucumbieron bajo el poder de las oligarquías y la coyunda del capital extranjero. Esta ha sido la verdad de América, con uno u otro matiz, con alguna que otra vertiente. Hoy América Latina yace bajo un imperialismo mucho más feroz, más poderoso y más despiadado que el imperio colonial español (Castro, 1962, p. 34).

La Organización de Estados Americanos (OEA) quedó desenmascarada como lo que es; un ministerio de colonias yanquis, una alianza militar, un aparato de represión contra el movimiento de liberación de los pueblos latinoamericanos (Castro, 1962, p. 49).

Los pueblos piensan que lo único incompatible con el destino de América Latina es la miseria, la explotación feudal, el analfabetismo, los salarios de hambre, el desempleo, la política de represión contra las masas obreras, campesinas y estudiantiles, la discriminación de la mujer, del negro, del indio, del mestizo, la opresión de las oligarquías, el saqueo de sus riquezas por los monopolios yanquis, la asfixia moral de sus intelectuales y artistas, la ruina de sus pequeños productores por la competencia extranjera, el subdesarrollo económico, los pueblos sin caminos, sin hospitales, sin viviendas, sin escuelas, sin industrias, el sometimiento al imperialismo, la renuncia a la soberanía nacional y la traición a la patria (Castro, 1962, p. 53).

5. Consideraciones Finales

Las teorías económicas del desarrollo sentaron las bases de lo que se entiende por progreso a través de modelos unidireccionales, que invisibilizan el ritmo particular de cada nación como sociedad y de sus mismos límites, ya que emerge la necesidad de debatir y reconocer enfoques alternativos, que además den una explicación desde perspectivas autónomas acerca de sus condiciones.

La historia muestra que el desarrollo tal y como fue concebido desde la perspectiva eurocéntrica de las ciencias sociales sólo aumentó las brechas de desigualdad y el desequilibrio de AL frente a otras naciones del mundo, agudizando los problemas regionales e internos en cada país, dando pie a la necesidad de un pensar latinoamericano.

Se ha retomado a importantes precursores de la corriente latinoamericana y sus corpus teóricos, los cuales influyeron en el ámbito económico y, posteriormente, en diferentes áreas disciplinarias, para tratar de entender cómo observaron el comportamiento sistémico mundial con una perspectiva propia y generaron una base de pensamiento para construir teorías del desarrollo/ subdesarrollo de la región, analizando los patrones de poder capitalista -principalmente- como base estructural de la reproducción de los desequilibrios internos y externos en AL.

Estos precursores del pensamiento económico en AL abrieron un camino de redescubrimiento y emancipación teórica, en medio de una coyuntura global que buscaba establecer un nuevo orden mundial, trataron de abrirse un espacio de posibilidades y de engendrar un proceso de emancipación social, por medio del enriquecimiento del análisis de la realidad, en una época crucial de la historia, que ciertamente quedó grabado en la historia.

Los planteamientos que se retoman en el presente artículo se entienden ante todo como una ruptura paradigmática, una restauración de la conciencia histórica latinoamericana y un esfuerzo revelador acerca de las condiciones que han determinado su posición en el mundo y se entienden como posturas que es necesario retomar, sobre todo, desde su construcción epistemológica, para abrir nuevamente un camino de construcción de pensamiento desde AL, que vaya más allá de las polaridades y segmentaciones existentes en la actualidad y retome la reflexión de los problemas estructurales que mantienen a la región en una posición de vulnerabilidad a nivel global y a nivel interno en cada país.

De estos autores, es necesario rescatar el valor que otorgado a la multiculturalidad, a la tierra, a la libertad y a la equidad, como elementos indispensables para tener una vida digna. Volver a los orígenes del pensamiento contrahegemónico latinoamericano puede resultar fundamental para encontrar pistas y aportes para la acción social. La recuperación de estas corrientes de pensamiento y autores, ya sea para reivindicar, complementar o criticar, es considerablemente significativo para el escenario actual, para un mundo que no se puede entender sino a partir de las cadenas históricas que se arrastran y que pide a gritos un cambio de rumbo.

En la actualidad se vive un momento de crisis y transición importante. Los levantamientos sociales en la región son cada vez más frecuentes y violentos, se está ante una disputa que equivale a vivir o morir; pero esa lucha necesita un acompañamiento de la academia, de los centros de pensamiento; hay una necesidad apremiante de transformar la realidad desde sus cimientos, pero es menester que la acción revolucionaria vaya de la mano de la producción teórica que acompañe a AL en un camino de redescubrimiento, conciencia y voluntad.

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1Se hace referencia a países del Centro, del Sur y a las islas del Caribe del continente americano.

2Para este autor, esta unidad se debe principalmente a dos factores fundamentales: i) a la convivencia en mestizaje, estrategia principal para la reconstrucción y reproducción de la identidad social propia, después de la conquista, como forma de intervención en el otro y de apertura al otro; y ii) a la implementación de diferentes proyectos históricos, por parte de la modernidad capitalista, que no han sido suficientes para sustentar una fusión completa.

3En contraste al panamericanismo donde predominaba Estados Unidos.

4Mariátegui destaca principalmente el carácter agrícola de Perú, que mantiene una organización semifeudal, en donde existen grandes latifundios -a causa de la expropiación de las tierras y la explotación de los trabajadores y campesinos- que están dirigidos por el capitalismo extranjero; así hay un predominio de los cultivos promisorios para la economía agro-exportadora (Mariátegui, 1928). Esta situación que se daba de manera similar a lo largo de América Latina y el Caribe y ha dejado huellas desgarradoras en la región, hasta hoy se sigue constituyendo como uno de los principales problemas políticos, económicos y sociales

5Tiene además mucha importancia en este sentido, que después de la guerra “un gran número de países aún colonizados en los continentes africano y asiático reivindican su independencia [...] los gobiernos de los países recién independizados buscaron acelerar su desarrollo y solicitaron colaboración de los economistas del Reino Unido y de Estados Unidos” (Guillén, 2018, p. 36).

6Dentro de los procesos académicos y teóricos del campo económico, sería Keynes, quien ejercería una influencia indirecta y ayudaría a establecer una ruptura en la monoeconomía, lo que permitió a los pioneros del desarrollo, establecer las bases de un nuevo paradigma, determinando nociones de competencia, rendimiento o excedente de fuerza de trabajo, como categorías que se integrarían plenamente a los corpus teóricos económicos dominantes (Guillén, 2018).

7Su planteamiento sigue la lógica que desde la existencia base de una sociedad tradicional se pueden reunir las condiciones necesarias que generen un impulso económico inicial, que permita superar los obstáculos para llegar a un estado de crecimiento permanente y sostenido, lo que le permitirá convertirse en una sociedad moderna que con el tiempo y con base en sus resultados económicos encontrará un lugar en el sistema internacional, que generara una era de alto consumo (Rostow, 1960).

8Vale aclarar que Rostow se desempeñó como consejero presidencial de varios gobiernos norteamericanos y presentó sus postulados en el contexto de la Guerra Fría, en donde en el campo político y académico había una fuerte rivalidad entre norteamericanos y soviéticos, por el establecimiento del paradigma dominante.

9La primera, a partir de su momento de fundación en el 48 y hasta la década de los sesenta; la segunda inicia con las crisis de los años setenta y ochenta; y por último la época actual.

10Raúl Prebisch se desempeñó como secretario ejecutivo de la CEPAL entre el año de 1950 y 1963, por lo cual en la mayoría de textos sobre la Comisión se explica que fungió como líder de esa escuela de pensamiento.

11Pensaba que la reducción de la disparidad sería un efecto del crecimiento económico que se alcanzaría con el tiempo

12Se hace alusión a un grupo de economistas que conformarían lo que Furtado denominó “la orden cepalina del desarrollo”, encabezada por Raúl Prebisch, y además de Celso Furtado y Juan Noyola, incluía a Aníbal Pinto, Jorge Ahumada, Osvaldo Sunkel, Víctor Urquidi, entre otros (Guillén, 2018).

13Dentro de la teoría de la dependencia existe una crítica a los planteamientos de la CEPAL, considerados como correspondientes a los intereses de las burguesías industriales nacionales latinoamericanas, en un ejercicio de análisis y cuestionamiento que consideraban necesario (Bambirra, 1978).

14Frank (1969) explica que utiliza el término lumpenburguesía por la incapacidad de remplazarlo por otro diferente y en respuesta al uso de la palabra burguesía, y que para él no puede aplicarse a la realidad de Latinoamérica y el Caribe, ya que se refiere a procesos sociales específicos en diferentes contextos geoculturales.

15Que el desarrollo dependía en primera medida de la capacidad de cada país para tomar las decisiones de política económica requeridas ante determinada situación, y que en ese sentido sólo era necesario fortalecer y modernizar el Estado para alcanzar políticas de desarrollo efectivas (Cardoso y Faletto, 1969).

16Por la época en que vivió tanto en Italia como en Argentina, Germani presenció momentos de mucha turbulencia y agitación política y social, que enmarcaron los objetivos de su trabajo.

Recibido: 05 de Septiembre de 2022; Aprobado: 24 de Abril de 2023

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