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Convergencia

versão On-line ISSN 2448-5799versão impressa ISSN 1405-1435

Convergencia vol.31  Toluca  2024  Epub 06-Maio-2024

https://doi.org/10.29101/crcs.v31i0.21922 

Artículos

Las metateorizaciones preludio de Latour y Luhmann: un análisis comparado

Sergio Pignuoli Ocampo1 
http://orcid.org/0000-0002-9918-0931

1CONICET/ Universidad de Buenos Aires, Argentina, spignuoli@conicet.gov.ar


Resumen:

El trabajo reconstruye y compara las estrategias de metateorización preludio de la Teoría general de sistemas sociales de Luhmann y la Teoría del actor-red de Bruno Latour. La metodología retoma el modelo de análisis de las estrategias de metateorización de George Ritzer e incorpora una operacionalización adicional que desagrega dichas estrategias en dos dimensiones: doble diferenciación y elaboración de antecedentes. Sin desmedro de divergencias puntualmente señaladas, los resultados alcanzados establecen dos convergencias significativas entre ellas: en materia de doble diferenciación, ambos programas deslindan una tercera posición radical y, en materia de elaboración de antecedentes, ambos optan por dialogar reflexivamente con el interaccionismo y justificar la interdisciplina en términos de déficits de la sociología.

Palabras clave: metateorización; elaboración conceptual; Teoría de sistemas sociales; Teoría del actor-red; diadismo

Abstract:

This paper compares the strategies of metatheorization used in Luhmann's General Theory of Social Systems and Bruno Latour's Actor-Network Theory. The methodology is based on George Ritzer's approach and techniques, with an additional operationalization to disaggregate the strategies into two dimensions: double differentiation and elaboration of antecedents. Without prejudice to the divergences pointed out, the results obtained show two significant convergences between the two strategies. Firstly, in terms of double differentiation, both programs define a third radical position. Second, in terms of elaboration of antecedents, both programs opt for a reflexive dialogue with interactionism and for the justification of interdisciplinarity in sociology's deficits.

Key words: metatheorizing; conceptual elaboration; Social Systems Theory; Actor-Network Theory; dyadism

Introducción

El trabajo está dedicado a establecer positivamente y comparar sistemáticamente las recepciones de materiales disciplinarios y de otros campos del saber de los programas de investigación de Niklas Luhmann y de Bruno Latour. La Teoría general de sistemas sociales (en adelante: TGSS) de Luhmann y la Teoría del actor-red (en adelante: TA-R) de Latour constituyen en la actualidad dos programas sociológicos que gozan de un amplio prestigio y cuentan con un conjunto de problemáticas de investigación en franco y abierto desarrollo.

La investigación dirigida a explorar y controlar los diálogos entre ambos programas fue inaugurada veinte años atrás. Albertsen y Dicken (2004) , Nassehi (2006), Teubner (2006) y Kneer (2008) establecieron los primeros elementos comunes y proyectaron diálogos sobre la modernidad, proyección que Braun (2017) revisara y controlara más próximo en el tiempo. Por su parte, un conjunto creciente de investigaciones empíricas trianguló limitada, pero exitosamente los dos programas en diversos estudios de caso, como empresas agrarias (Noe y Alore, 2006) , inteligencia artificial (Marton, 2009) , gobernanza de recursos petroleros (Richert, 2019), por citar sólo algunos ejemplos destacados.

A su vez, distintos análisis teóricos y sistemáticos han puesto de relieve que las diferencias entre la TA-R y la TGSS no invalidan las convergencias entre ellas, especialmente en conceptos centrales como virtualidad y sentido (Farías, 2014) , hibridación (Karafilidis, 2015), diadismo sociológico (Pignuoli Ocampo, 2016 a) , ontología débil y facticidad fuerte (Pignuoli Ocampo, 2016b), organizaciones (Czarniawska, 2017) y temporalidad de la actualidad (Pignuoli Ocampo, 2022). Asimismo, surgieron algunos cuestionamientos conjuntos muy atendibles a la TGSS y la TA-R por concesiones antropomórficas y modernistas (Lindemann, 2009 y 2014) y por el desinterés hacia el tercero y la terceridad (Fischer, 2022) . Como lo demuestra la acumulación de antecedentes, la indagación de los diálogos entre la TGSS y la TA-R se presenta en nuestros días como una línea de trabajo consolidada, fructífera y heurísticamente positiva en términos empíricos tanto como teóricos.

Sin desmedro de ello, hay importantes áreas de vacancia y tareas pendientes cuyo tratamiento dará robustez y flexibilidad a las interfaces entre programas. Una de estas áreas es la exploración de las recepciones y las estrategias receptivas mediante las cuales la TGSS y la TA-R urden sus innovaciones sociológicas. Un análisis de este objeto echará luz a la dimensión intertextual de ambos fundamentos operativos, facilitará el examen del aspecto dialógico de las tramas conceptuales encontrados a la postre convergentes por los análisis sistemáticos, y permitirá establecer nuevas divergencias y convergencias programáticas que complementarán, sin sustituirlos en ningún caso, los análisis teóricos previamente referidos y sensibilizará la detección de nuevos objetos de ese tipo.

Luhmann y Latour se han caracterizado por procesar y dialogar con un vasto corpus de antecedentes, ora de la investigación social en general y de la sociología en particular, ora de otros campos disciplinarios, sean científicos, sean humanísticos. Es innegable que la orientación dialógica ha sido abordada por la bibliografía especializada, baste aludir los estudios dedicados a recepciones puntuales (Guy, 2023; Giordano, 2023; Schiermer, 2021; Harman, 2009; entre otros). Sin embargo, dado que la perspectiva predominante de estos antecedentes ha sido el análisis conceptual, escasean los estudios de las estrategias de recepción de la TGSS y la TA-R, aun menos los hay en un sentido comparado. Sin desmedro del análisis conceptual, sino más bien guiados por un propósito complementario, en este trabajo abordaremos comparativamente el nivel de análisis de la recepción de materiales de ambos programas. Retomaremos a tal efecto los desarrollos metodológicos de George Ritzer a propósito de las estrategias de metateorización, particularmente su categoría de metateorización de tipo preludio.

La metateoría es un ambicioso proyecto situado en el campo teórico de la sociología. Su origen y desarrollo fundamental tuvo lugar en los años noventa en círculos académicos estadounidenses, siendo sus mejores representantes George Ritzer (1988, 1990a y 1990b), Jonathan Turner (1990) y Paul Colomy (1991) . En cuanto perspectiva, la metateoría propuso no una, sino dos integraciones del campo, por un lado, entre los distintos modos de comparación conceptual en sociología y, por el otro, entre las tradiciones, autores y conceptos en un universo de estudio ampliado. El proyecto procuró identificar (no seleccionar) los paradigmas existentes en ese universo, valiéndose de los tres modos de cotejo conceptual, es decir, a través de la pesquisa de la historia de la disciplina. Su propósito era compararlos y delinear un paradigma integrado que resolviese la situación multiparadigmática de la disciplina (Masterman, 1970).

Aquí nos concentraremos en la primera propuesta de integración, pues ella contiene instrumental metodológico y técnico sensible a las recepciones que nos facilitará la tarea de identificar y analizar las diversas estrategias de metateorización de nuestro objeto. Remarcamos que nuestra adopción de los planteos de Ritzer es selectiva: se limita al sistema de categorías y técnicas destinadas a la observación de metateorizaciones. No seguiremos su perspectiva metateórica, pues presenta al menos tres deficiencias arquitectónicas severas: primero, asume un concepto de “paradigma” estático y escasamente diferenciado; segundo, jerarquiza teoría y metateoría de manera injustificada; y tercero, el anhelo de integrar los “paradigmas” de la sociología mediante arcos trasversales es malogrado debido a su débil conexión con los problemas fundamentales de la disciplina (Turner, 1990; Mascareño, 2008; entre otros). En vista de nuestros objetivos, estimamos de especial relevancia el concepto de metateorización de tipo preludio formulado por George Ritzer. Veámoslo con más atención.

A los efectos de renovar el estudio sistemático de la teoría sociológica, Ritzer elaboró el concepto de metateorización (metatheorizing) que indica la recepción sistemática de materiales teóricos. El sociólogo estadounidense identificó tres tipos de metateorización:

  • La metateorización como comprensión (metatheorizing as understanding, Mu) es la metateorización utilizada como medio para comprender mejor y más profundamente la teoría existente. Así Mu abarca tanto el estudio de teorías, de teóricos y teóricas, y comunidades de teóricos y teóricas como el estudio de contextos intelectuales y sociales más amplios de las teorías y de los teóricos y teóricas.

  • La metateorización como preludio (metatheorizing as prelude, Mp) es la metateorización utilizada para preparar el desarrollo de innovaciones teóricas. Así Mp supone el estudio de la teoría sociológica existente orientado a la producción de nueva teoría.

  • La metateorización como recorrido transversal (metatheorizing as overarching, Mo) es la metateorización utilizada como fuente de perspectivas capaces de formar un arco que surque buena parte, si no toda la teoría sociológica y sus paradigmas. Así, Mo implica el estudio de teoría orientado al objetivo de producir una perspectiva disciplinaria global, a la que Ritzer denominó metateoría.

A criterio de Ritzer, la estrategia tipo preludio (Mp) es la modalidad de metateorización más extendida en la disciplina, debido a la alta frecuencia que registra el estudio de teorías y tradiciones teóricas existentes a la hora de producir y justificar la presentación de teoría nueva en el concierto teorético de la sociología (Ritzer, 1990b: 4-5, 8).2 En este sentido, Mp abarca aquellas prácticas de recepción crítica, positiva y reflexiva de materiales conceptuales que son implementadas para preludiar la elaboración e introducción de novedades conceptuales. Por ello, la observación de las estrategias de este tipo permite distinguir las distintas articulaciones sistemáticas dadas a los materiales y autoriza su análisis en un nivel más abstracto del acostumbrado: examinar críticamente las autodescripciones de las teorías y de las teóricas y teóricos. El enfoque inaugura, además, la posibilidad de abordar las distintas estrategias tipo preludio de una manera comparativa, pues permite indagar las convergencias y divergencias entre ellas.

A efectos de profundizar los desarrollos de Ritzer, desarrollamos un conjunto de operacionalizaciones orientadas a identificar subniveles de análisis y desagregar las dimensiones del concepto de preludio:3

  1. El proceso de doble diferenciación: comprende el trabajo de elaboración crítica mediante al cual un programa teórico se constituye como tal distanciando sus materiales respecto de otros materiales, y lo desagregamos en dos planos: Extradiferenciación es la diferenciación respecto de tradiciones y perspectivas disciplinarias consideradas externas, ajenas y/o contrarias. Intradiferenciación es la diferenciación respecto de la propia tradición asumida.

  2. La construcción de antecedentes: comprende el trabajo de selección y ponderación de materiales mediante el cual un programa organiza su dimensión dialógica y complementa la doble diferenciación, pues ningún programa se constituye únicamente por diferenciación. Desagregamos esta construcción en dos planos: Materiales sociológicos o intradisciplinarios. Materiales de otras disciplinas o extradisciplinarios.

Así vistos, los intrincados mapas de recepciones de la TGSS y la TA-R se presentan como estrategias de metateorización tipo preludio. Nuestra hipótesis sugiere que ambos programas preludiaron sus innovaciones conceptuales en un marco dialógico y de una manera similar: las doble diferenciaciones de la TGSS y la TA-R muestran elementos convergentes en torno al deslindamiento de una tercera posición radical fundada en una cualidad sociológica diádica respecto de otros discursos de teoría sociológica. A su vez, el establecimiento de antecedentes también muestra similitudes y convergencia alrededor de la recepción de tradiciones interaccionistas y pragmáticas, y la justificación de la apertura de ambos programas a los aportes de otras disciplinas. Aclaramos rápidamente que las similitudes y convergencias no niegan las divergencias entre las respectivas tradiciones de origen suscriptas por uno y otro programa de investigación, pero la extensión de tales contrastes a los programas no es ni ilimitada ni alimenta la inconciliabilidad entre ellos, sino que encuentra precisamente en el nivel metateórico un límite claro y distinto: las intradiferenciaciones de la TGSS y de la TA-R persiguen un fin programático común y convergente: ponderar de manera radical la cualidad diádica de lo social e informar con ella la elaboración conceptual de sus respectivas unidades de análisis de la sociología, “comunicación” en un caso, “asociación” en el otro.5

Esto contradice abiertamente las posturas que sostienen el aislamiento intertextual de ambos programas, independientemente de la valoración positiva (Izuzquiza, 1990) o negativa (Schluchter, 2015) que ello les merezca. Antes bien, la TGSS y la TA-R introdujeron sus respectivos conjuntos de innovaciones conceptuales sobre la comunicación y la asociación a través de un vasto diálogo teórico disciplinario e interdisciplinario, complejo, crítico y reflexivo.

La selección de materiales no trajo dificultades. Seleccionamos materiales de Luhmann pertenecientes al “periodo autopoiético”, iniciado en los años ochenta, allí formuló las categorías relativas a la comunicación, la emergencia de sistemas sociales y la autopoiesis.6 Este cuerpo de trabajo se centró en la principal obra del periodo: Soziale Systeme (1984) y lo ampliamos con algunos materiales que lo preparan o lo refuerzan (Luhmann, 1981, 1987 y 2005). En cuanto a Latour, seleccionamos materiales del “periodo simétrico”, también iniciado en los ochenta. Nos centramos en Irréductions (1984), Science in Action (1987), un paper en co-autoría con Strum (Strum y Latour, 1987) , Nous n’avons jamais été moderne (1997) y la posterior síntesis: Reassembling the Social (2005).

La exposición seguirá este orden: cotejaremos cada estrategia Mp por separado, primero estrategia de la TGSS (2), luego la estrategia de la TA-R (3). Tras lo cual, analizaremos comparativamente ambas estrategias (4) y, finalmente, sintetizaremos los resultados y las discusiones en las conclusiones (5).

La estrategia Mp de la TGSS

El principio de consistencia de la estrategia Mp de la TGSS es la autorreferencia de la teoría. Esto significa que los componentes del aparato teórico tienen que ajustarse primero entre sí, más allá de su origen y tradición disciplinarios (Luhmann, 1984: 11-2) . Con esta estrategia dialoga con otras posiciones, problematiza algunas para debilitarlas en la doble diferenciación, mientras critica a otras para ajustarlas entre los antecedentes del giro comunicativo. En la Tabla 1 la resumimos.7

Doble diferenciación de la TGSS

El fundamento operativo comunicativo replanteó la doble diferenciación de TGSS. Por un lado, profundizó sus polémicas con la “teoría de la acción”, “la teoría del sujeto”, el “funcionalismo sistémico” y la “especialización en clásicos”; por el otro, abrió debates con la “amalgama de teorías”, el “intersubjetivismo”, la “articulación acción/estructura”, el “vínculo micro-macro” (micro-macro-link) y el “giro lingüístico”.

Extradiferenciación

En materia de extradiferenciación, Luhmann declaró la sujeción a revisión de la teoría sociológica y consideró obstáculos epistemológicos a los “clásicos” y llamó a tratarlos en el marco de la historia de la teoría sociológica en lugar de hacerlo en la teoría general, para elaborar problemas antes que para resolverlos. En esta línea, el giro comunicativo diferenció a la TGSS de “la teoría de la acción”. Contra ella, blandió la crítica al unilateralismo: la acción es un objeto sociológicamente ambivalente, pues, si su unidad es el individuo, no es necesariamente social, y si su sentido social depende de esa fuente, cae en regresión al infinito; además, a causa de la unilateralidad individual, le resulta lógicamente imposible acceder a la emergencia de la comunicación. Luhmann dirigió esta objeción contra la “teoría de la acción” como tradición, pero se refirió a pocos programas: las tesis “clásicas” de Max Weber, la TAC de Habermas, y unos pocos nuevos teóricos de la acción (Coleman y Elster), a los que apenas encuadró en la tradición, sin tratarlos en profundidad.

Contra las teorías del sujeto (o “sujetologías”) afirmó, primero, la inaplicabilidad del concepto filosófico de sujeto (subiectus) a la diferencia sistema/entorno: los sistemas complejos son incapaces de fundamentarse a sí mismos, están estructuralmente orientados al entorno; segundo, infirió la innecesariedad de un sujeto de la comunicación. Los materiales objetados fueron las tesis “clásicas” de Karl Marx y del idealismo alemán. Estas objeciones engrosaron además la crítica a la teoría de la acción: la conciencia individual no es un sujeto; y fueron extendidas contra el intersubjetivismo, al que considero una “fórmula de compromiso”, que no resuelve las objeciones y que incurre en contradicción lógica al postular un intersujeto. Apel y Habermas (Luhmann, 2005: 166) merecieron esta recepción.

Si bien Luhmann (1981: 58) no rechazó de plano la síntesis de teorías, a la que consideró una mejor opción que el desarrollo unilateral y confrontativo de teoría “de la acción” o “del sistema” y remarcó los esfuerzos sintéticos realizados por Parsons, advirtió no obstante que las síntesis de este tipo se exponen al riesgo combinacionista de la “amalgama de teorías”. En este último sentido, Luhmann criticó la articulación acción/estructura y el vínculo micro-macro, sobre todo la primera, blandiendo contra ellas la crítica contra el combinacionismo (“amalgama de teorías”). Luhmann asumió que si la articulación de niveles no es sostenida sobre criterios integradores de mayor abstracción, las teorías de cada nivel no resultan sintetizadas, sino sólo agregadas, de manera que, aunque se gane amplitud, no se gana generalidad y se pierde determinación. En esta línea, Luhmann criticó a Crozier y Friedberg y a Schluchter.

Asimismo, en contra del giro lingüístico, por un lado, blandió también la crítica contra la “amalgama de teorías”, pues el lenguaje es un objeto sociológicamente indeterminado en la medida que posibilita tanto operaciones comunicativas como psíquicas, por lo que no se trata de un medio exclusivamente social; por otro lado, esgrimió la crítica contra el holismo, pues si la colectividad del lenguaje recibe el rango de apriorística social incurre en tautología, ya que presupone aquello que debe demostrar. Los materiales sobre los cuales Luhmann aplicó estas objeciones fueron las tesis “clásicas” de Saussure, el estructuralismo, Gadamer y Apel.

Intradiferenciación

En materia de intradiferenciación, la adopción del fundamento operativo comunicativo modificó la inscripción de Luhmann en la tradición sistémica. Por un lado, el emergentismo comunicativo distinguió a su programa de otras alternativas sistémicas, sin generar una ruptura con ellas; por el otro, el giro comunicativo profundizó su ruptura con las sociologías sistémicas orientadas a la acción y otro tanto hizo el giro autopoiético con las sociologías sistémicas basadas en el funcionalismo y en el estructural-funcionalismo. La omisión de esta tensión al interior de la tradición es un error típico en la recepción de Luhmann: que lo considera un teórico holista y colectivista. Habermas, por caso, incurre en él al encuadrar la TGSS en el “paradigma funcionalista”.

En contra de la teoría sistémica de la acción esgrimió, por un lado, la crítica contra la unilateralidad, ya que la adopción de la perspectiva sistémica no resuelve los problemas de la teoría de la acción; por el otro, la crítica contra el combinacionismo, debido a que la definición del sistema social como sistema de acción incurre en indeterminación. Los materiales sobre los cuales operó estas objeciones fueron las tesis “clásicas” del Parsons del ‘37 y las articulaciones acción/sistema de Hejl y Martens.

En contra de la sociología sistémica funcionalista y de modelo abierto, blandió la crítica contra el holismo. Al funcionalismo le objetó, primero, la adopción del modelo sistémico fisiológico y la consecuente reducción del nivel operativo al nivel estructural; segundo, la incapacidad para describir la función de las estructuras y, por tanto, la sustracción de su base causal de los principios funcionalistas; tercero, la falta de un concepto general de problema; cuarto, su incapacidad para identificar la especificidad operativa de la comunicación y su reducción a mera transmisión, y quinto, incurre en tautología al postular entidades “colectivas” en sí, que presuponen aquello que un sistemismo sociológico debe demostrar: la emergencia del sistema social. Los materiales objetados en estos términos fueron las tesis “clásicas” de la antropología (Malinowsky, Kingsley Davies) y de la sociología funcionalistas (Merton).

Al estructural-funcionalismo le objetó, primero, su incapacidad para resolver los problemas del funcionalismo; segundo, la adopción del modelo sistémico abierto y la consecuente incapacidad para determinar los límites del sistema, debido a la indeterminación en que incurre el principio de estabilización intra-sistémica cuando únicamente supone el intercambio inter-sistémico y su reducción de la comunicación a intercambio. Los materiales que merecieron esta recepción son las tesis “clásicas” del AGIL de Parsons, los referentes del primer estructural-funcionalismo (Shils, Barber) y del neofuncionalismo (Münch).

Construcción de antecedentes de la TGSS

Este aspecto de la estrategia Mp de la TGSS merece ser destacado, pues quedó eclipsado tras las fuertes polémicas de su doble diferenciación. La TGSS no sólo criticó y rechazó, también recuperó críticamente diversos materiales dedicados a la comunicación.

Antecedentes intradisciplinarios

La TGSS desarrolló una recepción crítica de la tradición interaccionista y se sumó parcialmente a la recuperación de ella propuesta por la “revuelta microsociológica”. En Soziale Systeme, la principal obra del periodo de madurez de Luhmann, el autor aludió expresamente teoremas “clásicos” de ella como el concepto de “relación social” de Simmel (Luhmann, 1984: 177) y profundizó su recepción de la constitución intersubjetiva de sentido de la fenomenología husserliana y poshusserliana, en especial la idealización de reciprocidad de perspectivas de Schutz (Luhmann, 1984: 172).8 Además, Luhmann (1987: 117) evaluó conceptos del interaccionismo simbólico como la tesis de Mead sobre “adoptar la perspectiva de la alteridad”, la tesis del alter ego de Garfinkel (Luhmann, 1984: 154) y la “presentación del sí mismo” de Goffman (Luhmann, 1984: 182). Además, Luhmann recuperó aportes sobre la interacción de la teoría sistémica como el concepto de doble contingencia de Parsons (Luhmann, 1984: 149).9

Si bien la recepción de estos materiales se remonta hasta la primera fase de la TGSS, el giro comunicativo modificó aquella recepción y le dio un tinte más crítico. El común denominador de las primeras fue cuestionar el criterio de socialidad basado en la reciprocidad, al que Luhmann consideró, o bien parcialmente unilateral cuando se desentiende del diadismo de la interacción y se concentra en la instancia individual de la interacción, con lo cual se vuelven inadecuados para acceder a la alteridad y la diferencia, constitutivas de la constelación alter ego / alter ego(Luhmann, 1984: 154); o bien parcialmente holista cuando no especifica el diadismo de la interacción e incorpora factores normativos en ella.

Lo interesante en materia de estrategia Mp es que, a diferencia de las críticas de la extradiferenciación, estas objeciones tienen la estructura lógica “si bien-pero” (zwar-aber): Luhmann (1984: 153) les reconoce pertinencia, pero señala sus “inadecuaciones”. En este sentido, les imputó insuficiencia, en lugar de falsedad, y, por esa razón, sostenemos que la interacción posee un estatuto metateórico distinto al de la acción y al del colectivismo. Además, al reconocer aciertos y señalar falencias, la TGSS justificó la reformulación, y por ello, en este caso desde su construcción de antecedentes y no desde el rechazo, justifica la pretendida radicalidad de su programa. Por tanto, en contrapartida, Luhmann justificó la superioridad analítica del sustrato diádico de la constelación alter ego / alter ego, del mutualismo y la comunicación, y declaró la primacía de las soluciones con tercero excluido.

Antecedentes extradisciplinarios

Los diálogos interdisciplinarios de la TGSS son enormes. Dada la imposibilidad de presentarlos siquiera someramente aquí, nos concentraremos sobre los antecedentes extradisciplinarios del concepto de comunicación. En este punto, retomamos algunos avances ya realizados al respecto (Pignuoli Ocampo, 2015 a: 321-2) . Ante los déficits de las definiciones sociológicas, Luhmann elaboró conceptualmente la comunicación mediante la revisión crítica de aportes no-sociológicos al mutualismo y la interacción (cibernética, teoría de la información, emergentismo, filosofía romántica y biología de la autopoiesis). De la cibernética retomó el concepto de conversación de Pask, al que convirtió en alternativa al concepto de acción de la “teoría de la acción” y el concepto de “ordenamiento a partir del ruido” [order from noise] de von Foerster. De la teoría de la información tomó el concepto de información de MacKay, cuya diferencia entre “función selectiva” [selective function] y “estados potenciales” [potential states] articuló con la distinción entre actual y posible del concepto de sentido. Asimismo, reformuló la matemática de la comunicación de Shannon, reemplazando los acentos telecomunicativos por acentos sociológicos. Para ello, se valió de conceptos de Watzlawick, como el de percepción recíproca y situación de imposible no-comunicación, además de la distinción de Ruesch y Bates entre comunicación y metacomunicación. A fin de sostener la tesis de la emergencia de la síntesis comunicativa, Luhmann recuperó la perspectiva de la emergencia por “constitución múltiple” [multiple constitution] de Bråten. De la biología de la autopoiesis de Maturana y Varela, el autor retomó el concepto de autonomía autopoiética generalizándolo y reespecificándolo en función de su concepción operativa de comunicación como síntesis de tres selecciones. Finalmente, filió filosóficamente la TGSS con el romanticismo alemán temprano (Friedrich Schlegel, Novalis, Jean Paul), puntualmente, con la hermenéutica general de Schleiermacher, de aquí tomó las premisas de la alteridad y la diferencia para concebir la comunicación y la esfera social en clave diádica.

Estrategia Mp de la TA-R

La estrategia Mp de la TA-R es una típica propuesta refundacional. Plantea una doble diferenciación sobre la base de la simetría generalizada y de la cualidad diádica, con una fuerte extradiferenciación de las principales tradiciones sociológicas y una intradiferenciación inflexible del Programa Fuerte de Bloor. En los antecedentes planteó un nuevo canon disciplinario: otro “padre fundador” (Tarde) y teorías “post-clásica” (Garfinkel) y “contemporánea” (Callon y Boltanski) alternativas. También propuso una estrategia interdisciplinaria ambiciosa. En la Tabla 2 sintetizamos la estrategia.

Doble diferenciación de la TA-R

La doble diferenciación deslinda la TA-R de las tradiciones que contraen a la sociología: la “sociología de lo social”, “la teoría de la acción” y “las reconciliaciones sociológicas”.

Extradiferenciación

La “sociología de lo social” es, según Latour, aquella tradición que asume que “lo social” es una sustancia o una materia homogénea, dada en el mundo, que actúa causalmente sobre otros fenómenos. Latour esgrime contra ella la crítica del colectivismo: primero, asume una base causal asimétrica porque no aplica al explanans (la sociedad, “lo social”) los mismos términos que al explanans; segundo, es inconsistente, pues no explica “socialmente” la construcción social ni la eficacia causal de “lo social” o de la sociedad; tercero, superpone su marco de referencia macro sobre el marco de referencia de otros actantes, y cuarto, da definiciones ostensivas de lo social, así lo asume como dado y lo encoge ante las novedades asociativas. Latour dirigió esta crítica contra la tradición de la “sociología de lo social” y la puntualizó sobre dos “padres fundadores” (el Durkheim de La división del trabajo y de Las reglas, y Marx) y sobre la “teoría de la sociedad”, donde ubicó a Luhmann (Latour, 2005: 167 n. 213) .

Latour extendió esta crítica a lo que consideró tres variantes de la tradición de la “sociología de lo social”: el “contextualismo”, el “difusionismo” y el “sistemismo”. El “contextualismo” no resuelve el problema de holismo, sólo reincide en él al reemplazar “lo social” por “el contexto”, al cual sin embargo no explica ni social y ni contextualmente. Luego sólo postula una base causal asimétrica y un esquema de imputación de correspondencias entre contexto (explanans) y fenómeno (explanandum). El “difusionismo” tampoco resuelve el holismo, más bien lo perpetra, pues concibe lo social o la sociedad como una fuente de sentido y afirma que éste podría difundirse a otras entidades, las cuales son informadas por él; de esta manera el sentido de la fuente es considerado una propiedad primaria y el sentido de los receptores una propiedad secundaria; así postula una base causal y un esquema de imputación asimétricos de premisas mayores (sociedad, lo social) hacia premisas menores (epifenómenos sociales) (Latour, 1987: 134), éstas son reductibles a aquéllas. El “sistemismo” (donde confluyen el “estructuralismo” y la “teoría de sistemas”), según Latour, directamente profundiza el holismo con su concepción de “lo social” o de la sociedad como unidad de “armonía preestablecida”; de esta manera las partes de ese todo armónico son reducidos funcional o estructuralmente a él y a su armonía. Latour condenó esta tradición in toto, aunque hizo hincapié en Levy-Strauss (Latour, 1984: 183-4, 230).

La segunda tradición cuestionada por Latour es la “teoría de la acción”, contra ella blandió la crítica de la unilateralidad. Según el autor, esta tradición postula que el actor, el sujeto y/o el individuo humano es una fuente eficiente y primera de la acción de la interacción. Según el diagnóstico esta tradición tiene una base causal asimétrica, pues el esquema del sujeto/objeto reduce el sentido del objeto al sentido individual, y es incapaz de explicar el dislocamiento del sentido social a partir de la acción a distancia y de las traducciones. Latour dirigió esta crítica contra la tradición de la “teoría de la acción” in toto, puntualizó sobre el “individualismo metodológico” de Boudon, pero sólo lo encuadró en ella, no profundizó en su programa.

La tercera tradición cuestionada por Latour (2005: 169) es la de las “reconciliaciones sociológicas”. Esta tradición procura establecer un punto intermedio entre “actor y sistema” o entre “actor y estructura”, pero éste es doblemente asimétrico porque asume el concepto de “individuo” de la “teoría de la acción” y el concepto de “sociedad” o “social” de la “sociología de lo social”, por lo que incurre a la vez en unilateralidad y holismo. De esta manera, el marco teórico de estas “fórmulas de compromiso” no es más abstracto que el de las tradiciones que pretende conciliar (la “sociología de lo social” y “la teoría de la acción”), por ende, su base causal simplemente absorbe sus debilidades: base causal inconsistente y asimétrica, superposición y angostamiento conceptual, y le agrega un nuevo problema: el secuenciamiento discreto, es decir la justificación de los saltos micro-macro o macro-micro. Estos saltos son falaces, pues se basan en un punto intermedio entre “acción” y “sociedad” sociológicamente infundado sino inexistente. Latour dirigió esta crítica contra la tradición de las “reconciliaciones sociológicas”, donde situó a Bourdieu, Giddens, Friedberg y sobre todo contra los teóricos del vínculo micro-macro (Latour, 2005: 169).

Intradiferenciación

En este punto, partimos de conclusiones alcanzadas previamente sobre el tema (Pignuoli Ocampo, 2015 b: 102) . Dentro de los Estudios sociales de la Ciencia y la Tecnología, la TA-R diferenció paulatinamente su programa respecto del Programa “Fuerte”, o el sociocontructivismo de Bloor, contra el que dirigió la misma objeción que a “la sociología de lo social”: incurre en holismo colectivista. Para Latour (al igual que para Callon, Law y Pickering), la concepción de lo social de Bloor tiene un sesgo sustancialista al plantearlo como “factor” al cual se le atribuye la capacidad de explicar “socialmente” el contenido de la ciencia. Latour objetó que ese concepto de “lo social” es asimétrico, pues explica “socialmente”, pero no es explicado “socialmente”. El autor francés se permitió, irónicamente, redirigir a Bloor una crítica destinada contra la TA-R (Collins y Yearsley, 1992) : su constructivismo sobre la naturaleza supone un realismo sobre la sociedad (Latour, 1997: 130). Por ello, Latour se propone redefinir lo social como asociación desde el estudio de la ciencia y la tecnología, sin renunciar a él, e invertir así la relación explanans-explanandum.

Construcción de antecedentes de la TA-R

La crítica de las tradiciones de la sociología impulsó a Latour a componer un canon alternativo con autores secundarios y olvidados que ofrezca antecedentes a su programa.

Antecedentes intradisciplinarios

Para presentar este tema, retomamos algunos elementos identificados anteriormente (Pignuoli Ocampo, 2012) . Latour entroncó su perspectiva asociativa con las tesis de Gabriel Tarde, a quien declaró “padre fundador de la sociología” alternativo a Durkheim. Según Latour, Tarde, a diferencia de Durkheim, no presupuso una sustancia solidaria cuya existencia, manifestada en los lazos sociales, garantice el carácter de hecho dado de “lo social”, sino que estudió las contingencias y la precariedad de las asociaciones. Según Latour, la perspectiva de Tarde sobre los lazos asociativos es un antecedente directo de su tesis de la performación de lo social.

Latour postuló una teoría “post-clásica” alternativa a la teoría de la acción (individualismo) y al sistemismo-estructuralista (colectivismo): la etnometodología de Harold Garfinkel, de quien se declaró discípulo. Según el autor, la perspectiva de Garfinkel sobre la indexicalidad es el antecedente directo de su tesis sobre la fuerza constructiva de las asociaciones y su capacidad para ensamblar (y des-ensamblar) colectivos, sin atribuirle centralidad al sentido, sino subordinándolo a las interacciones. Además, retomó las nociones de accountability, la relatividad del investigador y el análisis formal de Garfinkel.

Latour se declaró interesado en dos autores coetáneos: Michel Callon y Luc Boltanski. El primero, un ingeniero francés, lector de Serres, quien, al mismo tiempo que Latour, discutió el fundamento sociológico de los estudios de la ciencia, incluso a él pertenece la primera formulación de la simetría generalizada. Ambos trabajarían en colaboración durante las décadas de 1980 y 1990. El segundo, un discípulo y colaborador de Pierre Bourdieu, con quien rompió al buscar un giro pragmático para la sociología del habitus.

Antecedentes extradisciplinarios

Latour no se contentó con postular un canon sociológico alternativo, sino que nutrió su esquema de antecedentes con materiales no-sociológicos. La inclusión de ellos en un planteo sociológico fue justificada, por supuesto, en el principio de simetría generalizada. Este no circunscribe al “campo de las ciencias hermenéuticas” las perspectivas válidas sobre las asociaciones, sino que reclama una ampliación hacia todos aquellos discursos y metrología, compatibles con el interés por la igualdad de materiales y propiedades humanas y no-humanas, que enfoquen distintos aspectos del objeto sociológico. Así, Latour conjugó su nuevo canon con antecedentes extradisciplinarios. Retomó la filosofía de la traducción de Serres, fundamental para la TA-R; de la primatología de Shirley Strum retomó la discusión de la performatividad de “lo social” de la primatología comparada, según la cual el homo sapiens sapiens no es el único primate superior que performa sus lazos sociales mediante interacciones. De la perspectiva Cyborg de Haraway retomó la discusión acerca de la producción de sentido social, por fuerza de la interacción, sobre materias no sólo no-sociales, sino no-humanas, de la narratología de actantes de A. J. Greimas y Mieke Bal retomó la noción de actante y de fuerza narrativa, entre los más salientes. Dialogó también con la pragmática estadounidense: William James y Dewey.

Comparación

En términos generales, hallamos más convergencias que divergencias entre las estrategias Mp. Las convergencias son: 1) una extradiferenciación y 2) una intradiferenciación similares, 3) los antecedentes intradisciplinarios relativos al interaccionismo y 4) la apertura interdisciplinaria. En cuanto a las divergencias hallamos más de ellas en la doble diferenciación que en los antecedentes. Se destacan: 1) la valoración recíproca, 2) las tradiciones disímiles adoptadas, 3) los antecedentes intradisciplinarios divergentes en relación con los “clásicos”, selección de materiales “interaccionistas” disímiles y 4) la ponderación de disciplinas científicas y de filosofías distintas entre los antecedentes extradisciplinarios.

Convergencias

Las convergencias en torno a la doble diferenciación son relevantes. En cuanto a las extradiferenciaciones, nuestros autores se diferencian programáticamente de las mismas teorías y tradiciones: el unilateralismo del accionalismo individualista, el holismo del colectivismo metaindividual y el combinacionismo de la tesitura micro-macro-link o acción-estructura integracionista. Ambos se diferencian de ellas por razones idénticas: insuficiencia por epifenomenalismo, desinterés por la base diádica de lo social, reduccionismo para tratar la cualidad sociológica, provincialismo objetual con potencial fragmentador. La convergencia entre las extradiferenciaciones es congruente, tanto con la crítica a las construcciones deficitarias del objeto sociológico y su campo como con la crítica a las posiciones contrarias al planteo de nuevos lugares de lo social. A lo anterior las extradiferencias aportan la identificación de factores críticos y ubican el vacío a llenar con las innovaciones programáticas, tal es la vacancia de una tercera posición radical. Los tres programas llegan a ese mismo lugar por distintas vías. Quedan así establecidas las bases programáticas que diferencian a la TGSS o a la TA-R frente a los autores de la “nueva síntesis” combinacionista (Giddens, Alexander, micro-macro-link, la articulación estructura/acción).

Las convergencias en materia de intradiferenciaciones son menos ampulosas, pero igualmente relevantes, pues, no obstante las divergencias entre las tradiciones de origen, ambos establecen líneas de diferenciación de ellas, debido a las dificultades que plantean a la exploración de la cualidad sociológica basada en el diadismo. Así critican Luhmann a Parsons y al funcionalismo sistémico y Latour a Bloor y al socioconstructivismo. Ni Parsons ni Bloor generan la apertura suficiente para deslindar esta cuestión. Sin romper de manera definitiva con la tradición adoptada, nuestros programas propusieron innovaciones al interior de ellas. Es decir, ninguno considera que la tercera posición radical sea inherente o esté ya dada en la perspectiva adoptada. Dicha posición puede ser forjada en ella, pero requiere la estrategia Mp. Por esta razón la intradiferenciación funda la distinción entre programa y tradición de la TGSS y la TA-R.

Agregamos aquí un aspecto poco atendido habitualmente, al que denominamos convergencia de críticas cruzadas. Se trata de coincidencias entre algunos elementos de las intradiferenciaciones y algunos elementos de las extradiferenciaciones de diversos programas. Este es el caso de la convergencia de Luhmann y Latour en la crítica al “sistemismo funcionalista”. Otro tanto sucede a propósito del “Programa Fuerte”. La diferencia no está en el contenido de las críticas, más allá de acentos menores, sino en la decisión de, o bien criticar y romper con el programa y tratarlo desde la extradiferenciación, o bien criticar y renovarlo desde la intradiferenciación. En un caso las objeciones son razón suficiente para descartar la tradición en su conjunto; en el otro son razón suficiente para reformularlo por completo en caso de ser necesario, pero no para descartarlo. Así es reintroducida la divergencia entre perspectivas y tradiciones, y convive, de manera ciertamente enredada, con la convergencia de contenido de críticas cruzadas.

La construcción de antecedentes intradisciplinarios contiene una de las convergencias más sorprendentes de nuestra investigación, a saber, ambos programas toman a la heterogénea tradición interaccionista como un antecedente relevante de sus lineamientos radicales. Es llamativo que converjan incluso en la crítica: la tradición acertó el locus de la cualidad sociológica, pero no radicalizó lo suficiente su perspectiva como para teorizar adecuadamente el diadismo que sostiene la interacción. Si bien hay divergencias en la consideración de autores, los tres valoran a Garfinkel. Todas estas convergencias son inexplicables desde los estándares sistemáticos o las recepciones recíprocas; sin embargo, para nosotros concuerdan con las convergencias precedentes: la búsqueda de una tercera posición radical y el interés por la propiedad diádica de la cualidad sociológica requieren antecedentes relativos a la interacción.

En cuanto a los antecedentes extradisciplinarios, ambos programas los valoran de manera convergente: ante la insuficiencia o ausencia de respuestas disciplinarias es necesario retomar críticamente elementos no-sociológicos en los fundamentos operativos sociológicos. Si bien los tres programas dialogaron con distintas disciplinas científicas (Luhmann con la biología y la cibernética, Latour con la primatología y la narratología), la función de estos diálogos es convergente: ampliar la perspectiva sociológica con datos y comparaciones y encauzar por vía interdisciplinaria los problemas irresueltos de las tradiciones en crisis. Además, los tres autores buscaron bases alternativas extradisciplinarias para la concepción estructural de la sociología, donde encontraron a la disciplina en una situación especialmente deficiente.

También es importante destacar que los dos programas dialogaron con perspectivas filosóficas poco frecuentadas por la disciplina hasta esos momentos. Ambos se interesaron por la pragmática: Luhmann por la pragmática interpersonal de Palo Alto (Bateson, Watzlawick) y Latour por pioneros (William James y Dewey) y coetáneos (Boltanski). En ambos casos, conectaron esta recepción con la indagación sociológica del diadismo. Otra convergencia destacada es el interés de Luhmann y Latour por Whitehead, y sobre todo por la filosofía de Michel Serres. En estas convergencias observamos un malestar común con la base filosófica racionalista e ilustrada de la sociología, y un interés por incorporar filosofías alternativas, a los efectos de ampliarla y complejizarla, así como por marginar el concepto de sujeto y su uso sociológico.

Divergencias

En cuanto a la doble diferenciación, la principal divergencia entre extradiferenciaciones concierne a la valoración sistemática recíproca de los programas, cuyas consecuencias son muy negativas. La cuestión se libra en torno a la valoración sistemática de cada programa según surge de su doble diferenciación, o según la hagan otros programas sobre la base de la tradición dialógica. En este punto, se observa en ambas extradiferenciaciones una operación común a las valoraciones recíprocas.

Su efecto principal es generar y radicalizar las divergencias entre ellos. Se trata de la identificación entre programa y tradición a partir de la omisión de la intradiferenciación del programa valorado. Observamos esta operación en la identificación de la TGSS con la teoría de sistemas y la identificación de la TA-R con el socio-constructivismo de Edimburgo, sin la debida observación ni control de la intradiferenciación de aquéllos dentro de éstas. A causa de ello cada valoración sistemática subinterpreta los programas: la identificación de la TGSS de Luhmann con la tradición sistémica in toto omite los fundamentos y las pretensiones de su diferenciación dentro de ella.

Lo mismo ocurre con la identificación de la TA-R de Latour con la tradición socio-constructivista. En este sentido observamos que la identificación entre programa y tradición facilita la evaluación negativa de otros programas y genera rápidamente divergencias entre ellos. En este caso Luhmann polemizó con el accionalismo y con el constructivismo donde alojó a Latour sin ninguna consideración especial; Latour hizo lo propio con el sistemismo donde situó a Luhmann sin reparo alguno. Pero en estas divergencias predominan las líneas dialógicas dominantes de las tradiciones, y resultan solapadas las líneas dialógicas que cada programa podría lanzar.10 Tengan propósito polémico o no, tales juicios obtienen igual resultado: generan y extreman las divergencias entre las tradiciones, conducen a equívocos, omisiones y malentendidos, y omiten el potencial convergente, e incluso transversal, de las intradiferenciaciones. En este aspecto, las estrategias Mp aportan a las recepciones recíprocas “bases textuales” subinterpretadas.

En nuestro caso, la subinterpretación se agrava porque los fundamentos de las respectivas intradiferenciaciones convergen: Luhmann y Latour se interesaron por el diadismo y la interacción, y consideraron, con críticas cruzadas convergentes, que eran objetos menospreciados por sus tradiciones de origen. A razón de lo cual los tres justificaron la diferenciación de sus programas dentro de ellas. Desde un punto de vista sistemático, tanto la subinterpretación por identificación entre programa y tradición como la consideración exclusiva de divergencias debe ser declarada falsa por incompleta.

Las divergencias en torno a los antecedentes son más evidentes. En materia de antecedentes intradisciplinarios, observamos rápidamente la primera divergencia entre las estrategias receptivas: Luhmann declaró sujeta a revisión la teoría sociológica, mientras que Latour propuso un provocador canon alternativo. No hay coincidencias: Luhmann desestima el diálogo y Latour propone otro diálogo.

La recepción de los “padres fundadores” (Marx, Weber y Durkheim) es una segunda divergencia, que en rigor se ciñe a la precedente y la aclara. Por un lado, Luhmann declaró a los “clásicos” obstáculos epistemológicos y los propuso como objetos de la historia de la sociología; Latour, en cambio, tuvo gran estima por la figura de “padre fundador”, en razón de lo cual propuso sustituirlos por Tarde. Tampoco hay coincidencias posibles aquí. Pero, además, esta cuestión arrastra divergencias respecto de los criterios de vigencia: Luhmann los considera anacrónicos en materia diagnóstica y epistemológica; Latour, errados y asimétricos. Las diferencias son claras: la tradición sistémica nunca privilegió el diálogo con los “clásicos” (con la gran excepción del Parsons del ‘37), la tradición de los estudios de la ciencia y la tecnología siempre enarboló sus propios “padres fundadores” (Mannheim, Merton) y la tradición crítica siempre tuvo en la polémica con las grandes figuras de las tradiciones intelectuales una referencia insoslayable.

La señalada convergencia en torno a la tradición interaccionista y Garfinkel no elimina una tercera divergencia en relación con el corpus de esa tradición. La heterogeneidad de ella dificulta el establecimiento de un único corpus. Identificamos dos grandes criterios que podemos denominar corpus básico (Simmel, Mead, Blumer, Goffmann, Garfinkel) y un corpus ampliado que incorpora las fenomenologías poshusserliana (Schutz, Berger, Luckmann). Luhmann abordó el corpus ampliado, al que sumaron los planteos de Parsons sobre la doble contingencia. Latour elaboró un corpus propio restringido prácticamente a la etnometodología, sobre cuya base desestimó al resto de la tradición y se separó fuertemente de la “fenomenología”, a la que alojó en el “campo de las ciencias hermenéuticas”. Luhmann no llevó tan lejos sus objeciones contra el interaccionismo no-garfinkeliano y mucho menos contra la fenomenología. Esta divergencia de Latour respecto de Luhmann marcará distancias en relación con los conceptos de sentido.

Finalmente, en el cotejo de antecedentes extradisciplinarios hallamos fuertes divergencias. La primera de ellas es evidente y concierne a las disciplinas elegidas por cada programa para el diálogo interdisciplinario. La segunda divergencia atañe a los rendimientos esperados del diálogo interdisciplinario: la TGSS espera ganar generalidad, abstracción y comparabilidad y la TA-R espera generar una apertura hacia la heterogeneidad basada en resultados de investigaciones científicas. Se sigue una tercera divergencia respecto del vínculo entre antecedentes extradisciplinarios y la medida de lo humano en sociología. En este sentido, es llamativa la consideración de las respectivas disciplinas en relación con el lugar que ocupa el “hombre”, o “lo humano”, en ese objeto: la TGSS establece antecedentes con disciplinas que desestiman ese lugar, mientras que la TA-R lo hace con disciplinas que lo descentran. En el caso de la TA-R también la medida de lo humano justifica su opción por la primatología y determina su relevancia, pero por la razón inversa: ayuda a diferenciar las medidas de lo humano y lo social y a desplazar esta última. En el caso de la TGSS su interés por tantas disciplinas se funda en la carencia de una medida humana en ellas, con lo cual robustece sus fundamentos sin conceder intrusiones de dicha medida en el objeto sociológico.

Una cuarta divergencia, igualmente importante, reside en la concepción estructural valorada y retomada de las disciplinas. No obstante el común interés por enriquecer el concepto de estructura social de manera transdisciplinaria, inclinándose por disciplinas que flexibilizan y reticulan la organización estructural y su transformación, pero divergen en el tipo de concepción estructural buscada: Latour distinguió la menor complejidad de la estructuración social de los hombres en relación con los primates superiores y valoró la mediación técnica, mientras que Luhmann exploró los fundamentos generales de la autoorganización estructural en el marco de la TGS.

Por último, en materia filosófica consideramos que el lugar dado al diálogo con Kant es la divergencia predominante, más allá de la convergencia en cuestionar el concepto de sujeto trascendental. La TGSS lo incorpora al debate con el idealismo alemán (al que contrapone el primer romanticismo) y el trascendentalismo subjetual. La TA-R sitúa a Kant en la consolidación de la asimetría sujeto-objeto y le contrapone la filosofía de la traducción de Serres. Nuevamente, la TA-R se diferencia de la TGSS. Luhmann no polemiza especialmente con Kant, como señaló Rasch (2000) , prefiere la concepción de alteridad irreductible del romanticismo en lugar de la concepción de identidad sintética del idealismo. En cambio, la TA-R discute especialmente con Kant, lo critican por razones similares (la centralidad del sujeto racional) y procura desplazarlo en bloque junto con toda la tradición asimétrica.

Conclusiones

En la Tabla 3 sintetizamos los resultados alcanzados. En todos los ejes hallamos convergencias y divergencias, cuya fuerza varía según el caso. La doble diferenciación tiene más convergencias que divergencias mientras que en los antecedentes predominan estas últimas, aunque las sorpresivas convergencias al respecto equiparan el cotejo.

A juzgar por los resultados, nuestra conclusión es que de la TGSS y la TA-R tienen estrategias de doble diferenciación similares y muestran elementos convergentes, sin negar con ello que las divergencias con sus tradiciones de origen guarden un significativo punto de contraste. El punto nodal de las convergencias es el deslindamiento de una tercera posición radical fundada en una cualidad sociológica diádica respecto de otros discursos de teoría sociológica.

En este sentido, ambas estrategias prescindieron de las narraciones del estilo “historia de la teoría sociológica con propósito sistemático”, cultivada por Habermas (1981) y Schluchter (2015) , entre otros, para abocarse, en cambio, a la diferenciación del propio programa respecto de la teoría de la acción, la teoría colectivista y la teoría combinacionista, así como al establecimiento de antecedentes con las tradiciones interaccionistas y pragmáticas, y abierto a los aportes de otras disciplinas.

La conformación de este eje define la posición y la dirección de los programas dentro del campo sociológico, a saber: ambos se diferencian discursivamente como formas emergentes respecto del carácter dominante de las “dos sociologías” (teoría de la acción y teoría colectivista), pero también de otra formación coetánea (“el combinacionismo”), que se convirtió en la formación alternativa dominante a las “dos sociologías” y ambos la impugnaron por no ofrecer más que una tercera posición débil basada sobre fórmulas de compromiso. Esto resulta congruente con los puntos de similitud en torno al interaccionismo y a la justificación de la interdisciplina en ambas estrategias de construcción de antecedentes, sin negar por ello sus puntos de contraste en las estrategias receptivas seguidas y en las disciplinas exploradas.

Así vistas, las estrategias Mp de la TGSS y la TA-R buscaron instalarse como formación emergente por la vía de la provocación y la polémica con éxitos relativos, sin mayor impacto editorial ni curricular y mucho menos público. Estos éxitos se relacionaron más bien con la distinción de posturas originales dentro del campo. La dialogía programática diferencia una estrategia discursiva fuertemente orientada en la residualización. Ella complementa la radicalidad de la tercera posición con la radicalidad de la residualización, pero la primera está ligada a una formación emergente y la segunda a una tradición dominante. La primera no alcanza a la segunda; en todo caso, la potencia y expande. La función programática de las críticas extremas es un importante factor de diferenciación y distinción.

Reservamos el espacio final en las conclusiones para la evaluación de la metodología y las técnicas implementadas. El comportamiento del concepto de metateorización preludio y sus técnicas de trabajo se ha mostrado sensible para relevar, procesar y comparar las recepciones de los programas de investigación bajo estudio. Estos resultados relativizan las críticas de Turner y Collins, pues lejos de empantanar el análisis conceptual y la generación de teoría nueva, la metodología abre camino hacia discusiones teóricas abstractas y precisas sistemáticamente productivas y también hacia comparaciones válidas y sorprendentes de los materiales analizados. Así resulta heurísticamente positiva a la hora de desarrollar innovaciones teóricas, pues coloca la elaboración conceptual en un terreno de originalidad dialógica, pues una originalidad sin diálogos está destinada a ser desconocida prontamente.

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2Un resultado similar se alcanza con el concepto de metateorización por adjudicación (Ma), introducido por Colomy (1991: 279) como un cuarto tipo de metateorización dentro del marco de la propuesta de Ritzer (1990a). Según el autor, una Ma consiste en pronunciar juicios acerca de los méritos analíticos de las tradiciones en competencia. En nuestros materiales, ello se observa en la adjudicación a los programas coetáneos de deméritos habitualmente imputados a sus tradiciones de origen, pero sin atender las intradiferenciaciones.

3El conjunto ulterior de operacionalizaciones y distinciones metodológicas ya fue empleado en ocasión del estudio de la obra de Habermas (Pignuoli Ocampo, 2020: 91), pero en el presente escrito se explora su utilización en el marco de una investigación con objetivos comparativos.

5Un análisis conceptual de esta convergencia se encuentra disponible en Pignuoli Ocampo (2016a). El estudio comparativo de las metateorizaciones tipo preludio que aquí presentamos complementa aquel análisis sistemático, echando luz a la preparación metateórica de las innovaciones teóricas de la TGSS y la TA-R.

6Introducimos una aclaración al respecto: hacia mediados de los años ochenta, Luhmann imprimió a la TGSS tres giros: un giro autopoiético a su concepción de sistema autorreferencial, un giro comunicativo a su concepción de unidad de análisis sociológica y un giro emergentista a su concepción de la aparición de entidades y cualidades novedosas en el mundo. Una discusión detallada de estos giros se encuentra en Pignuoli Ocampo (2015a). Por razones de pertinencia y economía de espacio, aquí nos concentraremos en el segundo de ellos, pues se trata de un estudio de la metateorización tipo preludio del fundamento operativo sociológico de la TGSS. Agradezco el señalamiento de la necesidad de esta aclaración a uno de los dictámenes recibidos durante la evaluación del escrito.

7Todas las tablas se encuentran en el Anexo, al final del presente artículo (Nota del editor).

8La tesis de la emergencia de la dimensión social del sentido gracias a la experiencia de la no-identidad de perspectivas es la respuesta, de original corte fenomenológico poshusserliano, dada por Luhmann al problema fenomenológico de la intersubjetividad (testado por la Quinta Meditación de Husserl) y al problema sistémico de la doble contingencia (testado por Parsons). Suscribimos así la posición quienes sostienen que la TGSS es una teoría fenomenológica por derecho propio.

9La atención dada por Luhmann al interaccionismo ya fue subrayada hace más de una década por Heintz (2007: 345) y Tyrell (2011: 57). Si bien, ellos refirieron escritos tempranos del autor, aquí extendemos la tesis indicando la persistencia de esos antecedentes intradisciplinarios en Soziale Systeme, la principal obra del Luhmann maduro. A tal efecto, la selección y el tratamiento de los antecedentes interaccionista en dicha obra siguen una clave reflexiva, pero sin llegar a ser negativa. Más bien, Luhmann los cuestiona por el diadismo insuficiente de sus propuestas, y no por su interaccionismo. Agradecemos a uno de los dictámenes de este trabajo la necesidad de introducir esta aclaración y, para mayor trazabilidad, referimos algunos de los pasajes de ese libro donde el autor remite y dialoga con el mencionado cuerpo de trabajo.

10El uso de esta falacia no se circunscribe a la TGSS y la TA-R. Alcanza las premisas dialógicas de las dos tradiciones teóricas residualizadas. Nuestros programas cuestionaron in toto la “teoría de la acción”, pero ninguno dialogó con sus programas emergentes como el individualismo metodológico débil de Udhen o la teoría de la acción integrada de Esser. Otro tanto ocurre con la tradición “colectivista”, a la que nuestros programas cuestionaron en bloque por su holismo sin dialogar con sus programas emergentes como el realismo de Bashkar. Finalmente, los dos redujeron el vínculo micro-macro a un objeto criticable simultáneamente por accionalista y por holista, pero no dialogaron con los programas emergentes de la articulación de niveles.

Anexo

Tabla 1: Estrategia Mp de la TGSS 

Doble diferenciación Elaboración de antecedentes -
Intradif. Teoría de sistemas sociales Interaccionismo Fenomenología poshusserliana Etnometodología garfinkeliana Intradisc.
Extradif. Teoría de la acción Funcionalismo Mixtura de teorías Teoría crítica Cibernética de la información Cibernética de segundo orden Matemática de la comunicación Pragmática interpers. de Palo Alto Emergentismo multiple constitution Hermenéutica de Schleiermacher Biología de la autopoiesis Extradisc.

Fuente: Elaboración propia sobre la base de Latour (1984, 1987, 1997, 2005) y Luhmann (1981, 1984, 1987, 2005).

Tabla 2: Estrategia Mp de la TA-R 

Doble diferenciación Elaboración de antecedentes -
Intradif. Programa de Edimburgo o “Programa fuerte” de Estudios sociales de CyT (Bloor, Barnes) “Padre fundador” alternativo: Tarde “Posclásico” alternativo: Garfinkel “Contemporáneos” alternativos: Callon y Boltanski Intradisc.
Extradif. Sociología de lo social (contextualismo, sistemismo, difusionismo) Teoría de la acción Reconciliaciones sociológicas Teoría crítica Naturalismo y traducción de Michel Serres Primatología de Shirley Strum Teoría cyborg de Haraway Narratología de Greimas y Bal Primera pragmática estadounidense Extradisc.

Fuente: Elaboración propia sobre la base de Latour (1984, 1987, 1997, 2005) y Luhmann (1981, 1984, 1987, 2005)

Tabla 3: Convergencias y divergencias de las estrategias Mp 

Convergencias Divergencias
Doble diferenciación Intradiferenciación - Preparación de tercera posición radical - Distinción tradición/programa - Críticas cruzadas - Valoración sistemática
Extradiferenciación - Polémicas contra el accionalismo, el colectivismo y el combinacionismo - Vacancia de tercera posición radical - Tradiciones de origen
Construcción de antecedentes Intradisciplina - Interaccionismo - Garfinkel - Estrategias receptivas - “Padres fundadores” - Corpus interaccionista
Extradisciplina - Necesidad de interdisciplina - Crítica a la concepción estructural - Malestar con la base filosófica - Base alternativa no-subjetual - Disciplinas ponderadas - Tipo de pensamiento estructural - Medida de lo humano - Kant

Fuente: Elaboración propia sobre la base de Latour (1984 1987 1997 2005)y Luhmann (1981, 1984, 1987, 2005)

Recibido: 31 de Agosto de 2023; Aprobado: 26 de Enero de 2024

Sergio Pignuoli Ocampo. Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como investigador adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, Argentina) con sede de trabajo en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG, Argentina) y profesor adjunto de la cátedra “Niklas Luhmann y la sociología de la modernidad” de la Carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA, Argentina). Desde 2018, dicta cursos en la Maestría Ciencia Política y Sociología (FLACSO-Argentina) y actualmente es investigador responsable del proyecto “Las unidades de análisis de las teorías sociológicas contemporáneas” (PICT 2019-00028, FONCyT-ANPCyT, Argentina) y editor asociado de la revista Cinta de Moebio (UCh, Chile). Líneas de investigación: teoría sociológica, teoría de sistemas sociales y teoría de la comunicación. Publicaciones recientes: 1) Pignuoli Ocampo, Sergio (2023), “Reflexiones en torno a la investigación social de la fase temprana de la pandemia de COVID-19”, en Revista MAD, núm. 49, Chile: Universidad de Chile. 2) Pignuoli Ocampo, Sergio y Palacios, Matías (2022), “Las formas de la reinclusión en la sociedad funcionalmente diferenciada: la exclusión como problema autorreferencial y la dinámica reinclusión/reexclusión”, en Revista Direito Mackenzie, vol. 16, núm. 3, Brasil: Universidade Presbiteriana Mackenzie. 3) Pignuoli Ocampo, Sergio y Arnold-Cathalifaud, Marcelo (2021), “Proyecciones de la actividad espacial en la sociedad funcionalmente diferenciada”, en World Complexity Science Academy Journal, vol. 2, Italia: World Complexity Science Academy.

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