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Revista de El Colegio de San Luis

versão On-line ISSN 2007-8846versão impressa ISSN 1665-899X

Revista Col. San Luis vol.12 no.23 San Luis Potosí Jan./Dez. 2022  Epub 27-Maio-2024

https://doi.org/10.21696/rcsl122320221326 

Artículos

Oportunidades y capacidades. Movilidad intrageneracional y desigualdad en México1

Opportunities and capacities. Intragenerational Mobility and Inequality in Mexico

Juan Enrique Huerta Wong* 
http://orcid.org/0000-0003-0407-1239

Ignacio Ibarra López** 
http://orcid.org/0000-0002-0371-3976

Rocío Espinosa Montiel*** 
http://orcid.org/0000-0001-7907-0789

* Presidencia de la República. Correo electrónico: jehuerta848@gmail.com

** Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla. Correo electrónico: ignacio_ibarra@msn.com

*** Centro de Estudios Espinosa Yglesias. Correo electrónico: respinosa.montiel@gmail.com


Resumen

Este trabajo analiza la movilidad social intrageneracional y su relación con distintas dimensiones de desigualdad. Usando datos representativos para la población mexicana, se analiza la relación de la movilidad social con dos fuentes de desigualdad: oportunidades y capacidades. La posibilidad de movilidad intrageneracional en México es muy baja, en particular para las mujeres. Un hallazgo principal es que el índice de desarrollo humano de salud previene la movilidad descendente y promueve la movilidad ascendente, en especial entre las mujeres. Se extienden recomendaciones en materia de política pública para la promoción de una mayor movilidad intrageneracional, incluyendo la ampliación de la cobertura y la mejora de la calidad educativa, así como la ampliación de la red de protección social y la disminución del efecto diferenciado de los procesos de procreación y crianza de la progenie. Este trabajo aporta, por vez primera, evidencia del efecto de la desigualdad de oportunidades y capacidades en la movilidad intrageneracional.

Palabras clave: movilidad social; desigualdad; estratificación social; empleo

Abstract

This paper analyzes the relationship between intragenerational mobility and two sources of inequality, namely opportunities and capacities. By using a nationally representative survey in Mexico, we find that social mobility in Mexico is low, mainly for women. We also find that Health HDI prevents downward mobility and promote upward mobility, especially among women. Finally, the paper identifies public policy measures to promote intra generational mobility for the next generations.

Keywords: social mobility; social stratification; inequality; Employment

Introducción

Considere una sociedad que premia sistemáticamente el esfuerzo y el talento de las personas, permitiendo que quienes más se esfuerzan y cuentan con mayor talento desarrollen mayores satisfactores objetivos (por ejemplo, posición laboral, ingreso) y subjetivos (por ejemplo, estatus, prestigio, felicidad). En esta sociedad se cumple cotidianamente el contrato social, y ello tiene diversas expresiones. Las personas encuentran mecanismos para continuar con sus estudios hasta el tope de sus limitaciones o aspiraciones. Cuando se estudia, la preparación con que cuentan les permite desarrollar sus vocaciones, debido a que se encuentran bien capacitadas y a que hay una oferta laboral sofisticada y en crecimiento constante. Cuando las personas logran un desarrollo socioeconómico, las fuerzas del Estado velan para que el crimen no lo arrebate. Para lograr esto, las personas cuentan con un piso mínimo de oportunidades. Las circunstancias del hogar de origen -por ejemplo, mayor riqueza por parte de los padres- no tienen un peso definitivo en las ventajas con que cuentan las personas en su etapa de madurez, como alcanzar una mayor posición laboral. Este tipo de ventajas resultan una consecuencia del esfuerzo y el talento, no del origen social.

Denominamos a esta sociedad con movilidad social. Movilidad social es el grado en el cual las personas se desplazan de su origen socioeconómico de manera ascendente o descendente. En una sociedad móvil, las personas se mueven ascendentemente debido a que hay condiciones estructurales que han disminuido las barreras de la movilidad y condiciones contextuales que han hecho que el esfuerzo y el talento de las personas se reflejen en el establecimiento de expectativas y la capacidad de seguir tales expectativas. Entonces, interesa observar cuán frecuentemente las personas se mueven, así como las condiciones estructurales y del contexto de las condiciones de vida de las personas.

En este artículo se analiza la movilidad social intrageneracional en México y su relación con distintas fuentes de desigualdad. Con la finalidad de observar si hay condiciones estructurales y contextuales -representadas como un acceso desigual a distintas fuentes de recursos- que afecten la probabilidad de que los mexicanos se muevan, se realiza el siguiente recorrido. En primer lugar, se analiza la frecuencia con que hombres y mujeres se desplazan hacia arriba o hacia abajo en la estructura de ocupaciones. Segundo, se examina si estos desplazamientos ocurren como consecuencia de la desigualdad de oportunidades. Tercero, se analiza si el desarrollo humano de los municipios donde habitan los mexicanos tiene un rol en la promoción de la movilidad ascendente o en la prevención de la movilidad descendente. Cuarto, se establece una discusión general de los hallazgos a la luz de la literatura científica, pero también del contexto de política pública que tenemos los mexicanos.

Antecedentes

En esta sección se proponen definiciones de movilidad social y desigualdad. A partir de ahí, se discute cómo se han medido y se proponen mediciones de movilidad y desigualdad.

La movilidad social:

[…] se acota a un campo de estudio que se concentra, en general, en analizar las opciones que tienen los miembros de una sociedad para cambiar su nivel socioeconómico, y en específico, para identificar la facilidad con la que dichos miembros pueden moverse a lo largo de la estructura socioeconómica […] es un indicador que mide la igualdad de oportunidades en una sociedad (Vélez, Campos y Huerta, 2013, p. 9).

Se trata, por un lado, de observar las barreras estructurales de la movilidad intergeneracional; por otro, de observar la probabilidad de ascenso social de las personas a lo largo de las trayectorias de vida como resultado de su esfuerzo y talento, dadas ciertas condiciones estructurales. Esto último es el campo de análisis de la movilidad intrageneracional, “la cual se refiere a la posibilidad que tiene un individuo de acceder en el transcurso de su vida a sectores productivos y ocupaciones que le permitan alcanzar un mayor nivel de ingresos laborales o de estatus social” (López Calva y Soloaga, 2010, p. 51).

La movilidad intergeneracional es importante para evaluar el grado de movilidad en una sociedad a lo largo de dos generaciones. La movilidad intrageneracional es relevante para identificar subgrupos poblacionales que constituyen áreas de oportunidad para la movilidad socioeconómica vertical, por ejemplo, para comparar la movilidad a lo largo de la vida de mujeres versus la de hombres. La diferencia sustancial es que el análisis de la movilidad intergeneracional evalúa principalmente el peso del capital cultural que posibilita la reproducción de las condiciones objetivas de vida entre el padre y el hijo, en tanto que el de la movilidad intrageneracional evalúa el peso de la posición anterior en la subsecuente.

La baja movilidad en México ocurre en un contexto de alta desigualdad. México es uno de los países con mayor desigualdad en el mundo. Es el país más desigual de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de acuerdo con un reporte de este organismo (OECD, 2010). Es también un país de alta desigualdad en Latinoamérica, la zona con mayor desigualdad del mundo, caracterizada por muy altas tasas de reproducción en el sector de altos ingresos (Huerta, Burak y Grusky, 2013).

¿Cuál es la relación de la movilidad y la desigualdad en México? Debido a su desigualdad extrema, el caso de México puede aportar alguna luz sobre el futuro de la movilidad en otros países. Dado este contexto, sorprende la escasez de análisis que abordan la movilidad en relación con la desigualdad.

Una discusión debe, en este punto, girar en torno a dos preguntas recurrentes en la literatura: ¿movilidad en qué? y ¿desigualdad en qué? La movilidad se puede observar en el tipo de inversiones para el mercado laboral (por ejemplo, educación), condiciones de trabajo (por ejemplo, ocupación) y recompensas del trabajo (por ejemplo, ingreso). Particularmente en los estudios de movilidad intrageneracional son frecuentes los microanálisis que abordan campos específicos de prácticas profesionales. Esto es así porque se busca observar las interacciones entre edad, tiempo y ocupación (Abbott, 2006).

Una solución empírica es, entonces, normalizar a las poblaciones para poder estimar elasticidades dada una misma edad (Björklund y Jäntti, 2020). Es arduo, sin embargo, pensar que los mercados no manuales, en particular los de alta calificación, se comporten de igual modo que los mercados de ocupaciones manuales. E interesa observar estas diferencias si se quiere proponer políticas públicas que disminuyan las barreras de acceso a mercados laborales sofisticados. Con frecuencia, en la literatura, una solución es recurrir a las historias de trayectorias laborales y educativas para examinar los procesos de cambio, descubrir las relaciones causales entre los eventos y evaluar su importancia. Las historias laborales y educativas resultan también útiles ante la ausencia de datos de tipo panel, ciertamente más apropiados pero costosos y no exentos del todo de distorsiones, comentadas con amplitud en la literatura correspondiente, incluyendo sesgos de panel, no respuestas, atrición y falsas generalizaciones de la cohorte de la población. No es este el enfoque empírico que se realizará, ante las limitaciones de datos representativos en la esfera nacional que cuenten con los suficientes casos para poder evaluar la historia laboral completa de las personas.

Para estudiar la movilidad intrageneracional se ha recurrido a seudopaneles y medidas de movilidad de ingreso (Wodon y Yitzhaki, 2005), a historias ocupacionales y al análisis logit multinomial (Parrado, 2007) o de ecuaciones estructurales examinando el proceso de estratificación (Huerta y Espinosa, 2014).

En tanto que la definición conceptual de movilidad intrageneracional establece una medida de bienestar económico, en la práctica el enfoque econométrico que ha sido usado más recientemente consiste en la evaluación de la movilidad de ingreso.2 El ingreso tiene dos aspectos problemáticos. El primero de ellos es conceptual, y ha sido plasmado por el índice de desarrollo humano. De acuerdo con este índice, se usa el ingreso para capturar todas las demás dimensiones del bienestar que no son educación y salud. El segundo aspecto es que, dado el contexto de violencia social que vive México desde hace más de una década, es difícil asumir que cualquier medición de ingreso está razonablemente libre de error.

Ante estas dos limitaciones, la literatura sociológica y demográfica propone medir la movilidad ocupacional o de clase. Esto es, se evalúa la clase ocupacional de ingreso al mercado laboral en una edad temprana, digamos antes de los 25 años, y posteriormente la posición en el mercado laboral, o clase ocupacional, en una etapa de madurez, digamos entre los 35 y los 59 años de edad (Parrado, 2007).

El concepto de movilidad social se refiere al desplazamiento de un individuo con respecto de su posición de origen dentro de un contexto social. Por origen, en términos intrageneracionales, se entiende la posición que una persona guarda en el contexto social con respecto de su propio punto de partida. La posición, tradicionalmente se ha referido al nivel socioeconómico, ocupación o educación. Aunque no hay consensos acerca de cuál es la mejor manera de medir el origen y la posición, diversos autores han privilegiado el estudio de los mercados ocupacionales asumiendo que una posición laboral incluye “paquetes de recompensas”, objetivas y subjetivas, tales como mayor ingreso y prestigio social (Grusky y Ku, 2008). De esta manera, una posición laboral se usa como proxy para identificar cómo gana la gente su dinero y en qué lo gasta (Hout 2007). En el análisis de la movilidad ocupacional interesa distinguir: a) cómo ocurre tal movilidad, y b) cuáles son algunas causas -si son estructurales o no- del grado de movilidad que experimenta una sociedad o grupo social.

Dos enfoques de medición destacan en las investigaciones sobre movilidad ocupacional intrageneracional. Parrado (2007) usó la Encuesta Demográfica Retrospectiva Nacional (EDER) de 1998 para analizar las transiciones ocupacionales de los mexicanos de tres cohortes de edad. Las variables de logro educativo resultaron predictoras de las propensiones de movilidad. Los varones que cuentan con 12 años de educación o más acceden a la clase superior de ocupación con una frecuencia ocho veces mayor que los que cuentan con entre seis y ocho años de escolaridad, es decir, la mayor parte de la movilidad de clase ocurre en la parte media de la escala de estratificación.

En cuanto al segundo enfoque, Huerta y Espinosa (2014) han estudiado las poblaciones de hombres y mujeres usando la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2011. Con base en la definición operacional clásica de Blau y Duncan (1967), se ha establecido que la movilidad intrageneracional es la trayectoria de la posición de destino ocupacional al momento de la entrevista con respecto de la posición de entrada al mercado laboral. Se compararon dos modelos completos de ecuaciones estructurales de casos de hombres (n = 2603) y mujeres (n = 1302). Para la comparación, se realizó un análisis simultáneo de dos grupos. Se estimaron los parámetros y las pruebas de hipótesis de ambos a la vez fijando la varianza en las variables endógenas y en las trayectorias para ambos modelos. Los resultados indican que las mujeres experimentaron mayor movilidad intergeneracional que los hombres, pero sus indicadores de movilidad intrageneracional resultaron 15 por ciento más bajos que los de los hombres. Los autores se preguntan si las mujeres afrontan una mayor desigualdad de oportunidades, de tal manera que sus oportunidades son menores que las de los hombres.

En lo relativo a la desigualdad, se distingue entre desigualdad de oportunidades o de acceso y desigualdad de condición. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha señalado que la desigualdad que urge abatir es la de oportunidades, no la de ingreso. El informe de Desarrollo Humano para Latinoamérica y el Caribe (López Calva y Soloaga, 2010) ha sido aún más específico al operacionalizar la desigualdad de oportunidades como desigualdad de capacidades, es decir, de libertades efectivas “de las personas para elegir entre opciones que consideran valiosas” (Yudhoyono, Sirleaf y Cameron, 2013, p. 17).

Central en esta discusión es el tema de la igualdad de capacidades y el enfoque de derechos. El índice de desarrollo humano se construyó como una medida de la igualdad de acceso a una serie de bienes y servicios que permiten el desarrollo de las libertades efectivas en el ser y hacer de las personas. Esta igualdad en las capacidades con que cuenta una persona en su entorno requiere de igualdad de oportunidades. El PNUD ha llamado a procurar el abatimiento de las desigualdades centrales para el desarrollo de las personas, incluyendo, pero no limitándose a ellas, la igualdad educativa, la igualdad entre sexos, la igualdad en salud, etcétera.

Mientras los efectos de la desigualdad de ingresos (desigualdad de condición) en la movilidad de ingresos son discutidos en otros lados (Andrews y Leigh, 2009; Corak, 2013; Krueger, 2012; OECD, 2010), la relación entre la desigualdad de condición con otras dimensiones de la movilidad o la relación entre otro tipo de desigualdad como la de oportunidades resultan muy escasas, si existen, en la literatura internacional. A las familias privilegiadas, mayor desigualdad brinda aún más recursos, que posiblemente sean heredados a su progenie (Mitnik, Cumberworth y Grusky, 2016; Jonsson, Grusky, Dicarlo y Pollak, 2017). Siguiendo esta lógica, se comprende ahora que la desigualdad de condición y la de oportunidades covariarán en la misma dirección e intensidad, aun cuando tradicionalmente algunos analistas han acentuado que son analíticamente distintas.

Un primer esfuerzo por explorar empíricamente la relación entre desigualdad de oportunidades y movilidad ha sido dirigido por Soloaga y Wendelspiess (2010). Los autores usan dos variables: ventajas y circunstancias. Las circunstancias son aquellas variables que afectan la vida de los individuos sin que esté a su alcance modificarlas, por ejemplo, la riqueza del hogar de origen; y las ventajas es aquello que se obtiene como resultado, por ejemplo, el logro educativo. La intención es evaluar el impacto de cada circunstancia (por ejemplo, la educación del jefe/a del hogar) tomando en cuenta distintos niveles de las otras circunstancias (por ejemplo, para una persona de sexo masculino, perteneciente a una etnia, con acceso a todos los servicios y proveniente de un hogar con un alto nivel de bienestar). Los investigadores no presuponen la linealidad en las variables, y usan el índice de desigualdad (una versión del Dissimilarity Index) comparando las ventajas para cada tipo de familia y su distancia al promedio de las familias. Los resultados indican que las circunstancias determinan en gran medida las ventajas de las personas y que la desigualdad más acentuada ocurre en la progresión de esas ventajas; por ejemplo, que las personas que acceden a la educación superior provienen de hogares con circunstancias favorables.

En la relación entre desarrollo humano y movilidad, Heckman y Mosso (2014) han llevado a cabo una discusión dirigiendo específicamente la pregunta acerca de la relación entre movilidad intergeneracional y desarrollo humano. Su conclusión principal es que el desarrollo de capacidades humanas, en específico las competencias y la tecnología para las competencias en las primeras etapas del ciclo de vida, puede promover la movilidad social ascendente.

En síntesis, los estudios de movilidad intrageneracional ofrecen la oportunidad de observar la probabilidad de ascenso social de las personas a lo largo de las trayectorias de vida como resultado de su esfuerzo y talento, dadas ciertas condiciones estructurales. En México, uno de los países más desiguales del mundo, la relación entre movilidad y desigualdad es una pregunta abierta. Hay al menos dos posibilidades para estudiar la desigualdad: de oportunidades y de capacidades. La propuesta de este trabajo es observar la relación entre movilidad intrageneracional y desigualdad. En específico, los objetivos son: a) examinar los desplazamientos de hombres y mujeres en la estructura ocupacional; b) analizar cuál es el rol de la desigualdad de oportunidades en la movilidad social en la estructura ocupacional, y c) dilucidar cuál es el rol de la desigualdad de capacidades en la movilidad ocupacional.

Estrategia de análisis

Fuente de datos

El análisis empírico evaluará los niveles de movilidad intrageneracional y el rol de las distintas variables en esta movilidad, a partir de la Encuesta de Movilidad Social en México 2011 (EMOVI 2011). Es una encuesta representativa para hombres y mujeres, jefes y no jefes de hogar, sectores urbano y rural, y cuenta con 11 001 casos. Ofrece información para diversos momentos en las vidas de las personas, lo que hace posible identificar condiciones del hogar de origen, condiciones del primer empleo y condiciones del empleo al momento de la entrevista.

Estrategia de análisis

Los objetivos de la investigación serán evaluados de la siguiente manera.

  1. Para la identificación de las tasas de movilidad intrageneracional se recurre a una medida de clases ocupacionales, descrita en el cuadro 1. Se usa la medida jerárquica de cinco niveles, que se construye a partir del esquema clásico de ocho ocupaciones de Erikson, Goldthorpe y Portocarrero (Erikson, Goldthorpe y Hällsten, 2012). Se utiliza esta escala en virtud de las fuertes restricciones muestrales que implican acudir a una escala más amplia. La lógica es obtener una medida ordinal del sistema de clases ocupacionales, que inicia con ocupaciones agrícolas y finaliza con ocupaciones profesionales clásicas, comprehensiva para todo el sistema de ocupaciones mexicanas. Se evalúa la posición ocupacional al momento de entrada al mercado laboral y la posición actual al momento de la entrevista, siempre que el entrevistado tenga entre 35 y 64 años de edad.

Cuadro 1 Esquema egp, original y posición jerárquica de resumen 

Descripción de la clase Posición jerárquica
I. Profesionales y gerenciales, alto nivel 1
II. Profesionales y gerenciales, bajo nivel 2
III. Oficinas y ventas 3
Ivab. Propietarios 3
Ivc. Trabajadores agrícolas, alto nivel 4
V+VI. Técnicos y supervisores, trabajadores manuales, alto nivel 4
VIIa. Trabajadores manuales, bajo nivel 5
VIIb. Trabajadores agrícolas, bajo nivel 5

Fuente: Erikson et al. (2021).

  1. Después se explora si las circunstancias del origen intergeneracional se asocian con las ventajas de las personas, teniendo la movilidad social como variable dependiente. Se trata de determinar si la desigualdad de oportunidades tiene un efecto, y en qué medida lo tiene, en la movilidad social intrageneracional. Para ello, se emplea una variante del índice de igualdad de oportunidades o índice IOp (Soloaga y Wendelpiess, 2010). Se recurre, a su vez, a una variante del índice de riqueza en los hogares de origen de acuerdo con lo descrito por Vélez Grajales y Vélez Grajales (2011). Los autores calculan las correspondencias con base en 11 variables de bienes del hogar, desde condiciones materiales básicas como agua potable en la vivienda hasta condiciones materiales de bienestar alto como casa de vacaciones. Se usa el índice de oportunidades (IOp) de Soloaga a fin de determinar el peso de la desigualdad de oportunidades en la movilidad intrageneracional en población abierta y por sexos.

Para estimar la desigualdad de oportunidades se aplica una métrica I(∙) en ŷ de la siguiente forma:

D=I(y^)

En la práctica se puede elegir cualquier métrica (por ejemplo, índice de disimilitud, desviación logarítmica media, varianza), pero al aplicar I(∙) la variación en y (la movilidad) está relacionada exclusivamente con las circunstancias que afrontan las personas. La desigualdad de oportunidades (esto es, la parte de la desigualdad relacionada con las circunstancias) se estima dividiendo la medida de desigualdad absoluta (D) por la misma métrica aplicada al resultado observado. La desigualdad de oportunidades es, entonces, una medida relativa de la desigualdad de la siguiente forma:

Do=I(y^)Iy

Se recurre aquí al índice de desarrollo humano municipal de manera agregada, y a los indicadores que lo componen, salud, educación e ingreso, de manera desagregada.

El análisis de la relación entre el índice de desarrollo humano (IDH) y la movilidad constituye una parte central de este trabajo y se elabora en dos fases. En la primera, se explora, con base en modelos logit, si de modo global existe esta relación entre el IDH y la movilidad, y si la relación ocurre para promover la movilidad ascendente o prevenir la movilidad descendente. Si se encuentra que hay una relación entre ambas variables, se recurre al análisis probit ordenado con el objetivo de precisar en qué medida y para cuáles personas actúa la relación entre el IDH y la movilidad.

Una vez que se ha mostrado esta relación, se utiliza el análisis de ecuaciones estructurales. Se busca, en específico, examinar la validez estructural de un modelo que estima las relaciones entre dos medidas de antecedentes de los padres, riqueza y escolaridad, y dos variables estructurales, el IDH municipal y la condición urbana/rural. Se comparan dos modelos de procesos de estratificación de hombres y mujeres en relación con la movilidad ocupacional de estos. Los modelos de ecuaciones estructurales proponen una relación direccional entre variables observadas y latentes para determinar: a) si el modelo observado ajusta con el modelo propuesto, y b) cuál es la fuerza y dirección de las variables en el modelo.

Para la construcción de los modelos, se consideraron a las personas mayores de 35 años de edad que declararon contar con un empleo en 2011, además de haber tenido un primer empleo.3 A partir de la información anterior, se clasificaron ambas ocupaciones declaradas por las personas en cinco categorías en función de la escala de Erikson y Goldthorpe (EGP) (Erikson, Goldthorpe y Hällsten, 2012).

Variables

Para cumplir la estrategia analítica descrita, además de la clasificación sobre la ocupación, se tomaron en cuenta las siguientes variables:

  • Movilidad ocupacional. Diferencia entre el cuadrado de la ocupación en el empleo en 2011 y la ocupación de ingreso al mercado laboral o primera ocupación.

  • Riqueza del padre. Índice, basado en un análisis de componentes principales comunes, de una serie de activos y servicios con los que el entrevistado declaró contar o no contar en su hogar cuando tenía 14 años de edad. Los activos y los servicios considerados son los siguientes: agua entubada, baño dentro de casa, electricidad, estufa, calentador de agua, lavadora, teléfono fijo, televisión, casa de vacaciones, automóvil y casa propia.

  • Valor del índice de desarrollo humano municipal para 2010.

  • Nivel educativo del padre y la madre. Se consideran los siguientes niveles para ambos casos: sin estudios, primaria incompleta, primaria completa, secundaria completa, preparatoria completa, licenciatura y posgrado.

  • Índice de oportunidades (IOp). Se estima con base en la técnica de Wendelspiess y Soloaga (2013) que comprende las siguientes variables: a) movilidad: variable dicotómica que toma valor 1 si la persona ascendió en la estructura ocupacional y 0 si permaneció igual; b) índice de desarrollo humano municipal para 2010; c) índice de riqueza del padre; d) nivel educativo del entrevistado; e) nivel educativo del padre y de la madre; f) total de hermanos; g) el entrevistado declaró vivir en una localidad urbana, y h) logaritmo natural del ingreso corriente per cápita.

El IOp se calcula por sexos, mediante las estimaciones de los errores estándar calculadas, con la finalidad de evaluar si las diferencias observadas son estadísticamente significativas o no lo son. En otras palabras, se busca analizar si un conjunto de circunstancias del contexto del origen de las personas actúa como diferenciador en las oportunidades que una persona experimenta a lo largo de su ciclo de vida laboral. El índice de igualdad de oportunidades (IOp) toma valor 0 cuando hay una perfecta igualdad de oportunidades y 1 cuando hay una perfecta desigualdad de oportunidades.

Resultados

Movilidad intrageneracional

La primera parte de esta sección examina cuánta movilidad ocupacional es capaz de experimentar una persona promedio en México y, en específico, cuáles son las diferencias en el logro ocupacional de mujeres y hombres. Se estiman tablas de movilidad intrageneracional (véase el cuadro 2) para hombres y mujeres en función de la ocupación al momento de ingresar al mercado y la ocupación en el periodo de maduración. En términos generales, el 76 por ciento registra inmovilidad; 14 por ciento, movilidad ascendente, y nueve por ciento, movilidad descendente.

Tabla 2 Movilidad intrageneracional de tipo ocupacional, matrices de transición 

Matríz de transición del primer empleo al empleo en 2011
Primera ocupación Ocupación al 2011
1 2 3 4 5 Total
1 3.5 0.23 0 0.11 0 3.84
2 0.11 6.67 0.11 0.11 0.11 7.11
3 0.35 1.63 29.63 4.45 1.05 37.11
4 0.11 0.35 4.8 31.38 2.81 39.45
5 0 0.23 1.05 2.1 9.01 12.39
Total 4.07 9.11 35.59 38.15 12.98 100
Fuente: estimaciones propias con base en la EMOVI-11
Cálculo Índice de disimilitud (cálculos de los marginales)
0.23 2 1.52 1 0.59 0.23
0.115 1 0.76 0.65 0.295 2.82
Categorías ocupacionales

  1. Profesionales y gerenciales, alto nivel

  2. Profesionales y gerenciales, bajo nivel

  3. Propietarios, ventas

  4. Manuales, alta calificación

  5. Manuales, baja calificación

Matríz de transición del primer empleo al empleo en 2011
Primera ocupación Ocupación al 2011
1 2 3 4 5 Total
1 3.22 0.06 0.12 0.12 0.18 4
2 0.24 4.2 0.46 0.6 0.18 6
3 0.54 0.6 11.74 2.55 1.58 17
4 0.43 0.6 3.95 22.81 3.89 32
5 0.43 0.54 3.46 5.04 32.6 42
Total 4.86 6 19.73 31.12 38.43 100
Fuente: estimaciones propias con base en la EMOVI-11
Cálculo Índice de disimilitud (cálculos de los marginales)
1.16 0.32 2.72 0.56 3.64
0.58 0.16 1.36 0.28 1.82 4.2

Fuente: Vélez, Campos y Huerta, Encuesta de Movilidad Social en México 2011

Siguiendo a Solís (2007), se calcula el contraste en los marginales entre la ocupación inicial y la ocupación al momento de levantarse la encuesta con objeto de medir la magnitud de la movilidad estructural, esto es, el cambio absoluto en las distribuciones ocupacionales de hombres y mujeres. Tal movilidad se suputa por medio del índice de disimilitud, esto es, la sumatoria del valor absoluto de las diferencias entre los totales (marginales) de ocupación inicial y la que el entrevistado tenía al momento de la entrevista, entre dos. Estos índices de disimilitud refieren una movilidad sumamente baja, de 4.2 por ciento para la muestra de hombres y de 2.8 por ciento para la de mujeres. Una mirada al cuadro permite inferir que esta diferencia ocurre debido a que: a) con mayor frecuencia entre hombres y mujeres hay mayor movilidad ascendente de quienes han iniciado sus carreras en los niveles 4 y 5 (más bajos) y ascienden al nivel 3, y b) con menor frecuencia que los hombres, las mujeres que han ingresado al mercado laboral en posiciones manuales logran sobrepasar la barrera sectorial para incorporarse a posiciones no manuales. La persistencia en los sectores altos es notablemente superior entre las mujeres que entre los hombres, lo cual es consistente con la hipótesis de los sectores altos (Huerta, Burak y Grusky, 2014).

El rol de la desigualdad de oportunidades en la movilidad social

Una vez que se cuenta con evidencia de la movilidad estructural en el mercado laboral mexicano, la pregunta es cuál es el rol de la desigualdad de oportunidades en esa inmovilidad estructural. Como se ha dicho antes, en una sociedad móvil, las personas se mueven ascendentemente debido a que hay condiciones estructurales que han disminuido las barreras de la movilidad y condiciones contextuales que han hecho que el esfuerzo y el talento de las personas se reflejen en el establecimiento de expectativas y la capacidad de seguir tales expectativas. La primera parte de la oración anterior se refiere a que el Estado haya dispuesto un piso mínimo de oportunidades, de tal manera que las circunstancias del hogar de origen no tengan un peso en los logros o en las ventajas de las personas en la etapa adulta.

Se analizará si una serie de circunstancias se relacionan con el hecho de que una persona experimente movilidad intrageneracional. Aquí resulta conveniente recordar las cuatro combinaciones teóricas acerca de la desigualdad (alta, baja) y la movilidad (alta, baja): desigualdad alta-movilidad alta, desigualdad alta-movilidad baja, desigualdad baja-movilidad alta, desigualdad baja-movilidad baja. Lo que se busca es caracterizar el contexto en el que ocurre la muy baja movilidad ocupacional en México.

En la primera parte del análisis se mencionan los resultados descriptivos. Posteriormente se exponen los datos derivados de la utilización del IOp (véase el cuadro 3). Al observar los resultados descriptivos (correlaciones), estos sugieren que las circunstancias de nacimiento relacionadas con la movilidad ocupacional y el indicador global de desigualdad de oportunidades son diferentes para hombres y mujeres. Todas las correlaciones son significativas al 95 por ciento de confianza. Para los hombres, la riqueza del hogar de origen y los distintos indicadores que hablan de la calidad de la localidad donde radica (IDH del municipio en el que radica, el hecho de que viva en una localidad urbana y el logaritmo del ingreso del municipio) tienen un rol en la posibilidad de movilidad ascendente. Para las mujeres, en cambio, la calidad del hogar donde habitan parece tener un papel más importante que las condiciones de la localidad, como se muestra en el dato acerca de la escolaridad del padre. Esto es, habría condiciones en las ciudades donde las personas habitan que favorecerían la movilidad social de los hombres y no necesariamente la de las mujeres.

Tabla 3 Cálculo del Índice de Igualdad de Oportunidades 

Correlaciones entre variables, hombres
Movilidad Índice de activos - padre IDH municipal Nivel educativo Nivel educativo del padre Nivel educativo de la madre Número de hermanos Urbano Logaritmo del ingreso corriente per cápita
Movilidad 1.0000
Índice de activos - padre 0.1401* 1.0000
IDH municipal 0.1132* 0.3576* 1.0000
Nivel educativo 0.0798* 0.5* 0.2719* 1.0000
Nivel educativo del padre 0.0808* 0.5043* 0.2431* 0.5009* 1.0000
Nivel educativo de la madre 0.0891* 0.47* 0.2626* 0.4571* 0.8056* 1.0000
Número de hermanos 0.0498 -0.13* -0.0155 -0.1261* 0.1072* -0.123* 1.0000
Urbano 0.0963* 0.2185* 0.2689* 0.1756* 0.1313* 0.1556* 0.0518 1.0000
Logaritmo del ingreso corriente per cápita 0.1169* 0.5169* 0.4386* 0.4971* 0.3704* 0.3633* -0.0824* 0.2229* 1.0000
Fuente: estimaciones propias con base en la EMOVI-11. Total de observaciones nm=1,442 *asociación estadísticamente significativa < .05
Correlaciones entre variables, mujeres
Movilidad Índice de activos - padre IDH municipal Nivel educativo Nivel educativo del padre Nivel educativo de la madre Número de hermanos Urbano Logaritmo del ingreso corriente per cápita
Movilidad 1.0000
Índice de activos - padre 0.1061* 1.0000
IDH municipal 0.101* 0.3049* 1.0000
Nivel educativo 0.0460 0.5079* 0.2687* 1.0000
Nivel educativo del padre 0.101* 0.5299* 0.1993* 0.4752* 1.0000
Nivel educativo de la madre 0.0635* 0.4888* 0.1483* 0.486* 0.7907* 1.0000
Número de hermanos 0.0835* -0.1154* 0.0380 -0.0777* -0.0962* -0.1189* 1.0000
Urbano 0.0373 0.2082* 0.2764* 0.1307* 0.1091* 0.0931* -0.0109 1.0000
Logaritmo del ingreso corriente per cápita 0.0437 0.526* 0.4089* 0.5195* 0.4036* 0.3708* -0.0607 0.1568 1.0000
Fuente: estimaciones propias con base en la EMOVI-11. Total de observaciones nm=790 *asociación estadísticamente significativa < .05 Índice de desigualdad de oporunidades (IOP) movilidad
Grupo IOP
Total 0.185707
Mujeres 0.172773
Hombres 0.186574

Fuente: estimaciones con base en la EMOVI-11

Para la estimación del IOP se utilizó el comando "iop" de Soloaga y Wendeispiess (2013). Para su cálculo se consideran las siguientes variables; índice de activos - padre, IDH 2010 municipal, nivel educativo del entrevistado, padre y madre, número de hermanos, urbano y logaritmo del ingreso corriente per cápita.

Por último, se calcula el indicador de desigualdad de oportunidades. Lo que subyace a la estimación es la idea de ligar las circunstancias a la probabilidad de que haya movilidad ascendente. El indicador de desigualdad de oportunidades resulta más bajo para las mujeres que para los hombres, lo que deja ver que una menor desigualdad de oportunidades no genera necesariamente mayor movilidad para las mujeres.

El rol del contexto, los municipios y la movilidad intrageneracional

Lo expuesto en la sección anterior permite asegurar que la baja movilidad mexicana ocurre en un contexto de alta desigualdad de oportunidades, desigualdad que resulta mayor para las mujeres que para los hombres. Se aporta un indicador global de oportunidades, pero, tal como ha sido construido, aún constituye una medida gruesa que no hace posible la identificación puntual de cuáles dimensiones de la desigualdad de capacidades promueven la movilidad ascendente o cuáles dimensiones previenen la movilidad descendente.

Esta sección versa sobre la relación entre movilidad intrageneracional y desigualdad de capacidades. En específico, se busca conocer en qué grado el desplazamiento en la estructura ocupacional tiene una relación con la desigualdad de capacidades expresada por las diferencias en los componentes del IDH, y si tales diferencias se sostienen entre los sexos.

El IDH es una medida del desarrollo que usa la combinación de indicadores de esperanza de vida, acceso a servicios educacionales e ingresos. Para esta sección, como variables independientes se usan los componentes de ingreso, de salud y de educación en la esfera municipal. Dado que el IDH es propuesto como una medida de capacidades, se esperaría que aquellas personas que viven en municipios con mayores niveles de IDH experimenten mayor movilidad intrageneracional que quienes viven en municipios con IDH más bajo.

Se recurre a un modelo logit que estima el efecto de diferentes variables en la movilidad ascendente. Como variable dependiente se tiene una variable binaria que toma el valor de 1 para la movilidad ascendente (mov_asc) y el valor de 0 para cualquier otro valor. Como variables independientes se tienen el valor del IDH del municipio en el que vive la persona para cada uno de sus componentes (salud, educación e ingreso).

Las variables de control incluidas en el modelo son las siguientes: a) que la persona sea mujer; b) quintil de ingreso del padre; c) escolaridad del padre; d) escolaridad de la madre; e) escolaridad de la persona; f) condición urbano/rural de la localidad donde la persona radicaba en 2011; g) escolaridad del padre al cuadrado; h) escolaridad de la madre al cuadrado; i) escolaridad de la persona al cuadrado, y j) jerarquía de la primera ocupación. Los casos de las variables al cuadrado permiten probar si existen efectos marginales decrecientes producto de la escolaridad; es decir, si bien se espera que las personas con más escolaridad tengan una mayor movilidad ascendente, es posible que el efecto de estas variables tenga un límite a su impacto. Matemáticamente:

logP(Yk=1)1-P(Yk=1)=ej-1jβjβ xjk-1kykZk+β0

Donde 

=mov_asc, mov_desc,mov_igual 

X=mujer, idh_educ,idh_ing,idh_sal 

Z=esc_pad, esc_pad2,esc_mad,esc_mad2,esc, esc2,rural, ocu_prim,q_pad 

Los resultados para cada modelo se presentan en el cuadro 4. Se espera que:

  1. Los coeficientes asociados a cada componente del IDH presenten signo positivo y sean estadísticamente significativos en el caso de la movilidad ascendente (mujer, idh_educ, idh_ing, idh_sal, q_pad). Para el modelo de movilidad descendente, se esperaría que no fueran significativamente diferentes de cero (esto es, el contexto de desarrollo del municipio resulta menos relevante) y, en todo caso, que tuvieran signo negativo.

  2. El coeficiente de la variable de respuesta binaria asociada a la condición de ser mujer sea significativo en los modelos de movilidad ascendente y descendente. Para el modelo de movilidad ascendente, se esperaría que el coeficiente tome un valor negativo. Esta discriminación implica un valor positivo en el modelo de movilidad descendente.

En el cuadro 4 se observa que el coeficiente asociado al componente de ingreso resulta estadísticamente diferente de cero y positivo para los casos de movilidad social ascendente y descendente. Esto implica que la condición de un mayor desarrollo de ingreso en el municipio favorece la movilidad social descendente en mayor medida que la movilidad social ascendente. Ello sugiere que mayores ingresos en un municipio representan también un alto nivel de desigualdad.

El otro componente del IDH que resulta significativo es el de salud. En este caso, aparece con el signo esperado en el modelo de movilidad descendente (esto es, con signo negativo). Esto implica que una mejor condición de desarrollo humano en el municipio ligada a la salud genera un efecto negativo en la movilidad social intrageneracional negativa. No existe, en cambio, un impacto de esta variable en la movilidad ascendente. Este hallazgo sugiere que un mayor acceso a la salud previene la movilidad descendente blindando a las personas ubicadas en los niveles socioeconómicos (medidos por deciles de ingreso o por ocupación) más bajos contra choques económicos por cuestiones de salud.

Respecto a las variables de control, hay elementos destacables que indican que la probabilidad de experimentar movilidad descendente es realmente alta en México. En primer lugar hay que mencionar el caso de las variables de educación. Consistente con la literatura sobre movilidad intergeneracional y el proceso de estratificación (Huerta y Espinosa, 2014), la expectativa es que la escolaridad (edu_pad, edu_mad, edu, edu_pad2, edu_mad2, edu2) tenga un efecto lineal y positivo con la movilidad intrageneracional ascendente. Los indicadores del cuadro 4 muestran que solo el coeficiente de los años de escolaridad de la madre en términos lineales (edu_mad) es significativo y con el signo esperado. Esto supone que el logro educativo de la madre incrementa la probabilidad de que una persona experimente movilidad intrageneracional ascendente, sin que exista un efecto decreciente. Esto es, los datos sugieren que entre más años de escolaridad tiene una madre, transfiere a la progenie recursos instrumentales que se capitalizan a lo largo de la trayectoria laboral. Este hallazgo abre la puerta a la intervención pública en la escolaridad de las madres.

También consistente con los hallazgos en materia intergeneracional (cfr. Huerta y Espinosa, 2014), la escolaridad del ego tiene un efecto sutil que solo se observa cuando se cuadratiza (edu2). Es decir, la movilidad intrageneracional depende en extremo de las condiciones del hogar de origen, más que de los propios logros. Sin embargo, es aparente que la precariedad del mercado laboral hace que ni siquiera factores de adscripción tradicionalmente descritos en la literatura amorticen las salidas y los descensos en el mercado laboral, tal como sugiere el hecho de que el cuadrado de años de escolaridad del padre (edu_pad2), los años de escolaridad del entrevistado (edu) y el cuadrado de años de escolaridad del entrevistado (edu2) son diferentes de 0 en el modelo de movilidad descendente. El hallazgo deja entrever que padres más educados ayudan a sus hijos a iniciar más alto en la estratificación ocupacional, pero luego estos son incapaces de mantenerse ahí a lo largo de sus trayectorias ocupacionales.

Los valores que toman los coeficientes de las variables edu y edu2 plantean también un efecto marginal decreciente de la educación en la probabilidad de que la persona experimente movilidad social descendente. Esto sugiere una relación en forma de U invertida, en la que la educación de la persona en un primer momento no amortiza el riesgo de que tenga movilidad descendente. Sin embargo, a partir de una cierta cantidad de años de escolaridad, la misma escolaridad podría disminuir la probabilidad de que la persona experimente movilidad descendente. Precisar el umbral mínimo de amortización no es objeto de este trabajo, pero el dato apunta a la necesidad de que la política pública construya este umbral mínimo de escolaridad de modo que se acerque más al estándar internacional de 12 años, añadiendo calidad.

Consistente con todo lo anterior, la riqueza relativa del padre tiene una influencia positiva en la movilidad descendente. Si el padre del entrevistado se encuentra en un quintil alto de ingreso, es más probable que la persona ingrese al mercado laboral en una posición profesional, pero luego descienda a lo largo de su trayectoria ocupacional. Para confirmarlo, se incluyó en el modelo el efecto de la primera ocupación en cada variable dependiente. En efecto, entre más arriba se ingresa al mercado laboral resulta menos probable que la persona experimente movilidad intrageneracional ascendente. Lo opuesto es también apoyado por el modelo. Existe un valor positivo y estadísticamente significativo que toma la variable de primera ocupación en el modelo de movilidad descendente. Es decir, el hecho de ingresar al mercado laboral en una posición profesional no blinda a las personas, sino que hay una probabilidad de que descienda a lo largo de la trayectoria laboral.

Cuadro 4 Modelos de movilidad ascendente y descendente, pruebas logit 

Movilidad ascendente (mov_asc) Movilidad descendente (mov_desc)
La persona es mujer (mujer) 0.094 -0.286***
Componente IDH de educación (idh_edu) -0.491 -0.437
Componente IDH de ingreso (idh_ing) 2.428** 3.125***
Componente IDH de salud (idh_salud) 0.214 -1.087*
Quintil de ingreso del padre (q_pad) 0.024 0.086***
Años de escolaridad del padre (esc_pad) 0 -0.035
Cuadrado de años de escolaridad del padre (esc_pad 2 ) -0.001 0.004**
Años de escolaridad de la madre (esc_mad) 0.057** 0.009
Cuadrado de años de escolaridad de la madre (esc_mad) -0.002 0
Años de escolaridad del entrevistado (edu) -0.014 0.100***
Cuadrado de años de escolaridad del entrevistado (edu 2 ) 0.004*** -0.010***
El entrevistado vive en una localidad rural (rural) -0.116 -0.127
Primera ocupación del entrevistado (ocu_prim) -0.669*** 0.512***
Constante -1.782*** -3.620***
Observaciones 2608 2608

Fuente: elaboración propia.

El cuadro 5 brinda evidencia acerca de la calidad de los modelos. La especificidad es de 67 por ciento para el modelo de movilidad ascendente y de 68 por ciento para el modelo de movilidad descendente.

Cuadro 5 Pseudo-r2 y matriz de clasificación, modelos logit 

Movilidad ascendente Movilidad descendente
Pseudo-R 2
McKelvey-Zavoina 0.274 0.258
McFadden 0.14 0.126
Criterios de información
AIC 0.716 0.552
BIC -18554.59 -18981.293
Matriz de clasificación
Sensibilidad 73.58% 73.55%
Especificidad 67.55% 68.89%
Tasa de falsos positivos para verdaderos negativos 32.45% 31.11%
Tasa de falsos negativos para verdaderos positivos 26.42% 26.45%
Correctamente clasificados 68.40% 69.33%

Fuente: elaboración propia.

Discusión

En síntesis, se ha encontrado que en México es muy baja la movilidad social ascendente, con una marcada desigualdad entre hombres y mujeres, que brinda prácticamente el doble de probabilidad de ascenso a un hombre que a una mujer promedio. Hay también una notoria desigualdad de oportunidades, que ofrece a hombres que habitan en municipios y hogares con mejores condiciones mayores oportunidades de movilidad ascendente en comparación con las mujeres. A la vez, una mayor igualdad de oportunidades no brinda a las mujeres una mayor probabilidad de ascenso, lo que sugiere que, además de la desigualdad en las condiciones materiales del entorno, hay factores idiosincráticos que limitan su posibilidad de ascenso.

La desigualdad en el acceso a recursos que posibiliten una libertad efectiva, tales como el acceso a servicios que permitan un mejor ingreso, salud y educación, explica también la probabilidad de que una persona ascienda o descienda a lo largo de su trayectoria de vida. El acceso a servicios de salud previene la movilidad descendente. Algo que parece también tener un rol en la probabilidad de movilidad intrageneracional es la desigualdad en las condiciones del origen social. Mayores puntajes en el IDH municipal se relacionan asimismo con la probabilidad de que una persona cuente en su origen con padres más educados y con un mayor nivel de riqueza, lo que a la vez afecta de manera positiva su movilidad intrageneracional.

Por supuesto, este estudio encara distintas limitaciones. Una de ellas es que no se observa el importante papel de la migración en la movilidad ascendente. Otra limitación se refiere a las dimensiones usadas en la variable de ocupaciones;4 entre más colapsada sea esta variable, menores grados de libertad se observan en las estimaciones.

En otro lado hemos encontrado que, en la movilidad social, la migración interna aporta mayores rendimientos que la movilidad al extranjero a las personas que viven en México (Huerta, 2012). Hemos dirigido también el análisis de movilidad en estructuras de ocupaciones que varían desde la dicotomía manual-no manual hasta el esquema de microocupaciones, en el que encontramos los mismos patrones de inmovilidad a través de distintos esquemas de clase (Huerta, Burak y Grusky, 2015).

Siguientes pasos en la investigación futura estarán encaminados hacia la posibilidad de analizar en mayor profundidad otras variables de la estructura social, incluyendo el índice de marginación y/o rezago. El objetivo será identificar variables estructurales que ayuden a entender la inmovilidad. El foco del análisis de las variables del entorno donde las personas habitan toma dos indicadores de desigualdad, uno relativo a las ventajas y oportunidades con que cuentan las personas (IOp) y otro referente a la desigualdad de capacidades que las personas cuentan (IDH).

Hay muchas otras variables que pueden contribuir a explicar cómo las condiciones del entorno afectan la probabilidad de movilidad de las personas, incluyendo, pero no limitándose a ellas, la marginación, el rezago social de las personas, la pobreza multidimensional, la cantidad de lluvia en un año cualquiera, la hambruna en algún otro año, etcétera. Más estudios futuros pueden también considerar variables que recojan las características de las localidades y de los mercados laborales locales para robustecer el análisis.

La desigualdad en las condiciones del origen social parece tener también un rol en la probabilidad de movilidad intrageneracional. En un análisis reciente, Kornrich y Furstenberg (2013) muestran que padres privilegiados están invirtiendo cada vez más en el capital humano, cultural y social de sus hijos, vía guarderías y preescolares de alta calidad, juguetes educativos y libros, capacitación extracurricular y preparación para exámenes, campamentos de verano científico, preparatorias de élite, universidades de prestigio y estipendios o mesadas que les liberan de la necesidad de trabajar durante la preparatoria o la universidad. En sociedades de alta desigualdad, padres privilegiados pueden también pagar por vivienda en barrios residenciales, con el acceso correspondiente a escuelas de alta calidad, en las que sus hijos tendrán compañeros que asimismo formarán parte de las ventajas a lo largo de sus carreras (Durlauf, 1996; cfr. Mayer, 2010). Es más probable que padres acomodados en sociedades extremadamente desiguales financien, así sea en calidad de préstamo, un grado profesional a los hijos aun cuando ya sean muy mayores, y aporten apoyo económico directo o en especie cuando sus hijos adultos están desempleados, lo que les permitirá esperar una buena oportunidad con alto salario, en lugar de que se ocupen rápidamente en una posición menor. En algunos casos, estos padres podrían también aportan recursos para iniciar una empresa, espacio físico, o un seguro implícito en caso de fracaso.

Todos estos supuestos tienen lugar en la ausencia de un Estado que empareje el piso de las oportunidades a las personas aportando un acceso efectivo a recursos que permitan liberar sus capacidades. La pregunta es, entonces, cuál es el papel de las variables de las condiciones de origen, riqueza y escolaridad cuando estas interactúan con el índice de desarrollo humano. Nos encontramos, en consecuencia, ante la pregunta de si, frente a distintos niveles de desarrollo humano, las condiciones del contexto de vida de las personas cambian también para explicar la probabilidad de que una persona se mueva ascendente o descendentemente.

También hemos dejado para una investigación futura cuestiones como: a) si la movilidad ocupacional depende de los factores de herencia y contextuales; b) si la movilidad ocupacional de las mujeres depende más de factores estructurales que la de los hombres; c) o analizar el efecto indirecto del IDH municipal en la movilidad intrageneracional.

Por último, en el cuadro 6 se resumen algunas recomendaciones de acciones en materia de política pública, que se pueden adoptar con el fin de promover mayor movilidad intrageneracional, tomando en cuenta las conclusiones de este análisis. Si las mujeres tienen la mitad de probabilidad de seguir procesos de movilidad ascendente, la política pública tendría que promover la disminución de barreras. Si la educación posibilita la adquisición de competencias intercambiables en el mercado laboral, habría que promover la educación obligatoria, tanto del lado de la oferta como de la demanda, hasta el umbral universal de 12 años, y mejorar drásticamente la calidad. Si se ha encontrado que mejores condiciones de salud previenen la movilidad descendente, resulta indispensable, por lo tanto, ampliar y mejorar la oferta disponible para las y los mexicanos un día cualquiera. Si, por último, la movilidad ascendente se reduce debido a las salidas y entradas al mercado laboral por el efecto de ello en el ciclo de vida, el Estado debe buscar emparejar el piso de las oportunidades ampliando la red de protección social y disminuyendo el efecto diferenciado de los procesos de procreación y crianza de la progenie.

Cuadro 6 Recomendaciones de política pública derivadas del análisis de movilidad intrageneracional 

Hallazgo Recomendación
Las mujeres tienen la mitad de posibilidades de movilidad ascendente que los hombres Eliminación de barreras de movilidad ascendente a las mujeres. Esto incluye:
Relación de acceso de servicios educativos en la movilidad ascendente Identificar el umbral mínimo de movilidad, elevar el estándar mínimo efectivo a la mayoría de la población a 12 años. Elevar la calidad educativa. Establecer estándar de acceso efectivo a la educación analizando mecanismos que dejen a los niños en la escuela. Análisis de sanciones a padres. Del lado de la oferta educativa, emparejar el piso del equipamiento en escuelas públicas. Ampliar la oferta de bachillerato, incluyendo la calidad de la oferta.
Condiciones en el desarrollo en salud reducen la movilidad descendente Ampliar oferta y calidad de los servicios de salud.
Mujeres experimentan entradas y salidas del mercado laboral Emparejar el piso liberando opciones para que hombres también salgan del mercado laboral por efecto del ciclo de vida.

Fuente: elaboración propia.

Agradecimientos

Los autores agradecen a Iliana Yaschine, Rodolfo de la Torre y Roberto Vélez Grajales los comentarios de versiones previas de este documento, así como a los dos revisores anónimos. También se agradece el apoyo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo México.

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1Clasificación JEL: C38, D63, J16, J23

2Para una revisión comprehensiva, véase Fields, Freije y Sánchez Puerta (2007).

3A partir de las restricciones anteriores, el total de observaciones de las cuales se cuenta con información completa es de 2 498, de las cuales 854 corresponden a mujeres y 1 644 a hombres.

4Agradecemos al anónimo dictaminador 1 por aportar la observación de estas limitaciones, y por la oportunidad general de enriquecer el documento con los comentarios de los/as dos dictaminadores/as anónimos.

Recibido: 13 de Marzo de 2021; Revisado: 04 de Junio de 2021; Revisado: 09 de Noviembre de 2021

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