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Revista de El Colegio de San Luis

versão On-line ISSN 2007-8846versão impressa ISSN 1665-899X

Revista Col. San Luis vol.12 no.23 San Luis Potosí Jan./Dez. 2022  Epub 27-Maio-2024

https://doi.org/10.21696/rcsl122320221432 

Reseñas

Cultura entre la muchedumbre y el rincón solitario. Hacia una aproximación integradora de lo efímero por medio del libro

* Arizona State Museum, University of Arizona. Correo electrónico: brescia@email.arizona.edu

Jenkins, Jennifer L.; Corral Bustos, Adriana. 2021. Patrimonio efímero: Memorias, cultura popular y vida cotidiana, El Colegio de San Luis, https://doi.org/10.21696/rcsl122320221432,


Escribo sobre la publicación de este libro convincente y coordinado por dos colegas mías, dos historiadoras destacadas en sus propios campos de investigación, Jennifer Jenkins, quien ocupó con mucho éxito la Cátedra Primo Feliciano Velázquez en 2019 y es profesora e investigadora en la Escuela de Ciencias Sociales en la Universidad de Arizona; y Adriana Corral Bustos, profesora e investigadora de historia en El Colegio de San Luis, cuya investigación ha expandido los linderos conceptuales de la historiografía jurídica, económica y social, y esto es una hazaña nada desdeñable. Para mí, como historiador, es necesario compartir unas cuantas observaciones modestas sobre el panorama general del libro de ambas y sus colaboradores. No es mi intención sacar conclusiones fijas; además, no hay espacio para evaluar cada capítulo con detalles analíticos. Lo que quisiera hacer es identificar los puntos fuertes y eficaces del libro y luego preguntar ¿qué sigue?, más bien, ¿qué debe proseguir su marco conceptual? -en sentido amplio, por supuesto-.

Primera observación para subrayar la vitalidad de la publicación: las coordinadoras de este libro, junto con sus colaboradores, escribieron sus aportaciones durante la contingencia sanitaria por el COVID-19; cada uno de ellos -conscientemente- compartieron la experiencia de cómo expresarse, cómo analizar el pasado dentro de un contexto formado y controlado por un virus que hasta la fecha no respeta fronteras. Rodeado por sus computadoras, libros, documentos y cuatro paredes de su hogar, cada historiador, cada autor, tuvo que manejar la nueva extraña vida cotidiana con un cubrebocas a mano mientras se preocupaban por sus seres queridos, a veces por su situación económica y casi siempre por la incertidumbre que provocó la pandemia. Tal contexto pesaba, y pesa mucho, y debemos reconocer el gran esfuerzo de Jennifer y Adriana y todos los autores para llevar a cabo este libro Patrimonio efímero. Las coordinadoras mismas reconocen que el impacto de la pandemia tiene su lado efímero, así como también el lado duradero cuando escribieron: “Involucrarse en el trabajo de la historia puede parecer bastante académico y distante de la vida diaria en este momento. Como historiadores, sin embargo, nuestro deber es documentar la existencia humana e intentar descubrir el significado que pueda trascender a este momento”. ¡Qué sentimiento tan profundo! El cubrebocas solitario, la mascarilla que se encuentra en la esquina de la calle, en el estacionamiento, en la mochila de un niño o en el tocador de una casa abandonada, es un recordatorio del profundo malestar de nuestros tiempos y de que cada cubrebocas protegía y sigue protegiendo al ser humano con su propio pasado y estilo y sonido, pero vinculado a su prójimo por medio de la cultura compartida y por la experiencia sanitaria compartida. Este libro nos recuerda la experiencia que llevamos con nosotros.

Segundo punto que menciono es su contribución considerable a la historiografía en cuanto al papel de lo efímero, que se basa en fuentes secundarias de Europa, Estados Unidos y México. Me llama la atención que Jennifer y Adriana distinguen entre los marcos historiográficos hechos por Robert Darnton, Clifford Geertz, John Mraz, Devin Orgeron, etcétera, y los marcos hechos en México a través del movimiento mundial para promover el patrimonio cultural tanto material como inmaterial por medio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Quiero decir, este libro reduce la distancia entre los planos teórico y práctico y nos invita a contemplar cómo salvar la brecha entre la cultura alta -la cultura élite- y la popular por agregar más herramientas en nuestros marcos conceptuales como, por ejemplo, los carteles de cine, las huellas de los medios sociales como Facebook y Twitter, grafiti, fotografías, una lámina del juego popular de los niños mexicanos -la lotería-, etcétera. Pero cada uno de los escritores de este libro, de una manera u otra, pueden hacer de puente entre el enfoque teórico y el práctico porque sostienen el ámbito de sus propios argumentos por medio de una gran variedad de fuentes primarias más allá de lo efímero, pero además de eso -y es algo muy admirable-, cada colaborador demuestra una sensibilidad aguda a la verdad histórica de que la verdad cotidiana está en constante estado de flujo, aunque ubicada encima de una base profunda y multicapa formada por los siglos de los siglos, o sea, a largo plazo.

Tercera observación: felicito a Jennifer y Adriana por invitar a diferentes generaciones de investigadores para participar en su libro coordinado. A veces la tentación es invitar a los historiadores muy establecidos y conocidos en sus propios campos de estudio. Este tomo evita esa tentación e incluye a recién doctorados como Mónica Cázares, Francisco Meza y Oscar Pizaña, y al mismo tiempo refleja los esfuerzos de los investigadores con más experiencia respirando el polvo de los archivos como Armando Hernández y José Francisco Guevara. Es un poco de ligereza, por supuesto, pero entre los recién doctorados y los que son miembros del Sistema Nacional de Investigadores como Armando y Adriana, o en el caso de Jennifer, que tiene el rango académico de Full Professor en Estados Unidos, se encuentran investigadores bastante capaces como Susana Herrera, Luis Coronado, Claudia Carranza, Danira López y Antonio Meave. Se nota de inmediato que ellos son investigadores esmerados y atentos a la vez. No cabe duda de que el futuro de los estudios históricos está en buenas manos. Como dijo el mago Gandalf a Frodo en el Señor de los Anillos, “And that is an encouraging thought” (y eso es un pensamiento alentador).

Cuarta observación: cuando estaba leyendo el libro me sentí liberado de la prisión de permanencia, que no todo es para siempre, la perdurabilidad tiene matiz al igual que lo efímero. El desafío para mí, que este tomo aborda, es cómo averiguar y comprobar el significado de lo efímero tanto en el nivel del individuo como en nivel comunal y compartido. No hay respuesta fácil, y los colaboradores nos invitan a hacer más complejo todo lo que creemos saber con respecto del pasado sin oscurecer la cuestión metodológica que respalda su análisis. Por ejemplo, Danira y Claudia emplean el trabajo del impresor de lo efímero, Antonio Vanegas Arroyo, para demostrar el impacto binacional del cruce de dos vías del patrimonio cultural, la impresa y la oral. Oscar Pizaña despliega el poder de lo efímero para combatir los prejuicios contra la comunidad libanesa, especialmente la manera en que el cine funcionó como un nivelador social entre los mexicanos en la década de los 40. Susana Herrera nos proporciona una descripción gruesa de la película Una familia de tantas, demostrando la longevidad de varios principios rectores de la época de oro del cine mexicano y su adopción anticipada por parte de los emergentes programas de la televisión mexicana. Antonio Meave se basa en fotografías tomadas por el potosino Francisco López durante un periodo de diez años de la Revolución Mexicana (1915-1925). El lector de este capítulo goza del cruce de lo público y lo particular, lo personal, lo privado, y tenemos el gusto de dar un vistazo a su archivo profesional, el cual albergaba también fotos de su familia. Francisco Guevara nos invita a conocer los rinconcitos del venerable Museo Cossío para iluminar la cultura elitista potosina antes de la Revolución Mexicana, dándonos claridad a la vida compleja de la alta sociedad regional bajo el dictador Porfirio Díaz. Y hablando de lo regional, Francisco Meza y Adriana Corral nos muestran de forma potosina el impacto del poder del sindicato cinematográfico y su alcance fuera del Distrito Federal. También vale la pena mencionar que su aportación es otro ejemplo de la riqueza del acervo de El Colegio de San Luis (COLSAN).

Desde el inicio de mi carrera como historiador, cuando empecé a investigar la historia de la ciudad de Puebla en el siglo XVII bajo la gestión episcopal de Juan de Palafox y Mendoza, me he enfrentado en un alto grado a una amonestación hecha por el doctor Eric Van Young, historiador distinguido de la Universidad de California, campus San Diego. Decía por muchos años que los historiadores y los antropólogos dejan de lado las múltiples dimensiones de la cultura, particularmente la cultura susurrada desde los nichos, los rinconcitos, las alcobas, las celdas, los huecos y los callejones, tal vez cubierta con el humo del incienso durante la misa o la neblina de la mañana, las murmuraciones de una abuelita hablando con su santo patrono, la única piñata para venta en un pequeño tianguis en el atardecer de la Noche Buena, o una cajita medio abierta de cubrebocas colocada a un lado de la Caja de Agua en la ciudad de San Luis Potosí. Este libro coordinado por Jennifer y Adriana, junto con sus contribuyentes, quienes manejan con mucha agilidad la documentación efímera, nos proporciona un diseño conceptual tanto fiable como viable para que podamos interrogar el rango de las fuentes primarias e interdisciplinarias y, como resultante, comenzar a abordar y explicar la cultura susurrada a cierta distancia, así como también su importancia para comprender mejor el papel del cambio y la continuidad de la experiencia humana expresada en grandes y pequeñas dosis.

Estoy convencido de que el marco conceptual de Patrimonio efímero expandirá los linderos metodológicos de nuestra profesión y también inspirará a la nueva generación de investigadores, quienes quieran hacer más accesible para el público la complejidad de la cultura y su papel en la formación del pasado.

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