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Ingeniería agrícola y biosistemas

versão On-line ISSN 2007-4026versão impressa ISSN 2007-3925

Ing. agric. biosist. vol.13 no.2 Chapingo Jul./Dez. 2021  Epub 25-Jul-2022

https://doi.org/10.5154/r.inagbi.2020.10.070 

Artículo científico

Rendimiento y calidad de forraje de tres cultivos de secano en camas a cuatro y seis hileras con diferentes métodos de fertilización

Esteban Salvador Osuna-Ceja1 
http://orcid.org/0000-0003-3581-8497

José Pimentel-López2  * 
http://orcid.org/0000-0001-7205-0320

Miguel Ángel Martínez-Gamiño3 
http://orcid.org/0000-0001-5039-6072

Benjamín Figueroa-Sandoval2 
http://orcid.org/0000-0003-2015-4325

1Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, Campo Experimental Pabellón. Carretera Aguascalientes-Zacatecas km 32.5, Pabellón de Arteaga, Aguascalientes, C. P. 20660, MÉXICO.

2Colegio de Postgraduados, Campus San Luis Potosí. Iturbide núm. 73, Salinas, San Luis Potosí, C. P. 78620, MÉXICO.

3Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, Campo Experimental San Luis. Soledad de Graciano Sánchez, San Luis Potosí, C. P. 78431, MÉXICO.


Resumen

Introducción:

En la región templada-semiárida de Aguascalientes, México, la mayoría de la población rural subsiste de la agricultura de secano vinculada al sistema de producción familiar de leche.

Objetivo:

Evaluar el efecto de diferentes prácticas de fertilización sobre el rendimiento y la calidad de forraje de tres cultivos de secano en camas a cuatro y seis hileras.

Metodología:

Se evaluaron cinco tratamientos de fertilización: T1) testigo (sin fertilización), T2) fertilización química (40-40-00 kg·ha-1 de N-P-K), T3) mezcla (28-40-00 kg·ha-1 más 26 kg de zeolita), T4) abono orgánico (5 t·ha-1 de estiércol bovino) y T5) micorriza (inoculación con 350 g·ha-1 de sustrato micorrícico). El maíz y el girasol se sembraron a cuatro hileras, y el sorgo, a seis hileras. Se utilizó un diseño de bloques completos al azar con cuatro repeticiones.

Resultados:

El rendimiento de materia seca obtenido, con respecto al testigo, en el T2, T3 y T4 fue de 100, 84 y 26 % en maíz, 123, 177 y 67 % en girasol, y 52, 49 y 91 % en sorgo, respectivamente. El T5 fue superior al T1, aunque sin diferencia estadística. La calidad forrajera de los tres cultivos no incrementó, excepto la proteína cruda en el T2 y T3.

Limitaciones del estudio:

Los resultados corresponden a un solo ciclo (primavera-verano).

Originalidad:

Se establecieron buenas prácticas agronómicas para la producción de forraje.

Conclusiones:

Las prácticas agronómicas (labranza mínima, captación in situ de agua de lluvia, métodos de siembra y fertilización) generan un efecto positivo en el rendimiento y la calidad de forraje en los cultivos de temporal.

Palabras clave subsolador integral biomimético; Aqueel; pileteo; zeolita; distribución de materia seca

Abstract

Introduction:

In the temperate-semiarid region of Aguascalientes, Mexico, most of the rural population depends on rainfed agriculture related to the family milk production system.

Objective:

To evaluate the effect of different fertilization practices on forage yield and quality of three rainfed crops in four- and six-row seedbeds.

Methodology:

Five fertilization treatments were evaluated: T1) control (no fertilization), T2) chemical fertilization (40-40-00 kg·ha-1 of N-P-K), T3) mixture (28-40-00 kg·ha-1 and 26 kg of zeolite), T4) organic fertilizer (5 t·ha-1 of bovine manure) and T5) mycorrhiza (inoculation with 350 g·ha-1 of mycorrhizal substrate). Maize and sunflowers were planted in four rows, and sorghum in six rows. A randomized complete block design with four replicates was used.

Results:

Dry matter yield in relation to the control, in T2, T3 and T4 was 100, 84 and 26 % for maize, 123, 177 and 67 % for sunflowers, and 52, 49 and 91 % for sorghum, respectively. T5 was higher compared to T1, but without statistical difference. Forage quality of the three crops showed no increase, except for crude protein in T2 and T3.

Limitations of the study:

Results correspond to a single cycle (spring-summer).

Originality:

Good agronomic practices for forage production were established

Conclusions:

Agronomic practices (minimum tillage, in situ rainwater harvesting, sowing methods and fertilization) generate a positive effect on yield and forage quality in rainfed crops.

Keywords: biomimetic integral subsoiler; Aqueel; pile tillage; zeolite; dry matter distribution

Introducción

En la región templada-semiárida de Aguascalientes, México, la mayoría de la población rural subsiste de la agricultura de secano vinculada al sistema de producción familiar de leche. No obstante, la creciente degradación del suelo y las pocas opciones de cultivos en dicha región, con mayor adaptación al cambio climático que se manifiesta con períodos secos cada vez más largos (Núñez-López et al., 2007), reducen la productividad y la rentabilidad de los sistemas de producción forraje-leche. Además, la siembra de cultivos forrajeros tradicionales, como maíz y sorgo, en surcos convencionales (76 a 80 cm) disminuye la acumulación de materia seca debido al número de plantas por m2 (Bolaños-Aguilar & Emile, 2013; Reta-Sánchez et al., 2007). Lo anterior obliga a buscar otras opciones de producción de forraje, con prácticas agronómicas innovadoras; es decir, implementar cambios (técnicos y culturales) en los procesos actuales que permitan eficientar los recursos hídricos y edáficos, así como aprovechar la energía solar para mantener o incrementar el rendimiento y la calidad del forraje producido (Cuevas-Reyes et al., 2013; Häubi-Segura & Gutiérrez-Lozano, 2015; Johannessen et al., 2001; Osuna-Ceja et al., 2015).

El desarrollo sostenible de la agricultura en la zona de secano de Aguascalientes se refiere a la necesidad de minimizar la degradación de la tierra agrícola y disminuir los efectos del cambio climático, maximizando a su vez la producción de forraje. Esto considera un conjunto de prácticas agronómicas, como el manejo de suelo, agua, nutrición, cultivos y la conservación de la biodiversidad (Altieri & Nicholls, 2013). Por tanto, este sistema busca la producción sostenible de forrajes de temporal para la alimentación del ganado lechero de traspatio (Häubi-Segura & Gutiérrez-Lozano, 2015).

Los sistemas de producción de cultivos forrajeros se basan en la labranza intensiva, la siembra de surcos convencionales (de 76 u 80 cm) en favor de la pendiente, el suministro de productos externos como estrategia para aumentar la productividad del suelo y el rendimiento de los cultivos. Sin embargo, la práctica intensiva de laboreo genera la degradación y compactación del suelo, la pérdida de la biodiversidad, y el incremento de los escurrimientos y la erosión (Navarro-Bravo et al., 2008). Por el contrario, las prácticas agrícolas que conservan el suelo, el agua y los nutrientes, como la labranza de conservación, el arreglo topológico de plantas, la cosecha de agua de lluvia, la conservación y manejo orgánico de suelos, los impulsores de suministro nutrimental en la semilla (biofertilizantes) y aquellos minerales naturales como la zeolita con gran atracción por el ion amonio, ayudan a mejorar la estructura y la fertilidad del suelo, lo cual permite potencializar la producción de forraje y de grano de los cultivos de secano (Osuna-Ceja et al., 2012). Dichas tecnologías pueden contribuir a la solución de los problemas agroecológicos y ambientales, así como a la productividad del cultivo (Bolaños-Aguilar & Emile, 2013; Figueroa-Sandoval & Talavera-Magaña, 2012; Obregón-Portocarrero et al., 2016).

La innovación de prácticas de manejo en los cultivos forrajeros de secano, como la siembra en camas a 160 cm con cuatro o seis hileras, contribuye significativamente en el rendimiento de forraje y de grano (Osuna-Ceja et al., 2015; Osuna-Ceja & Martínez-Gamiño, 2017). En este caso, el arreglo topológico explora un mejor espaciamiento entre hileras y plantas, el cual admite un mejor desarrollo del cultivo y un manejo adecuado de la competencia por nutrientes y radiación solar. Además, con este sistema se aprovecha de manera eficiente la superficie del terreno y se incrementa la densidad de plantas por unidad de superficie (Osuna-Ceja & Martínez-Gamiño, 2017; Reta-Sánchez et al., 2007). Las prácticas de conservación del suelo, y la cosecha de agua de lluvia y de fertilización, son fundamentales para el crecimiento y el desarrollo de los cultivos de secano, especialmente en suelos degradados con bajo contenido de nutrimentos y materia orgánica, factores limitantes para el crecimiento y la eficiencia productiva del cultivo (Arellano-Arciniega et al., 2015).

La aplicación conjunta de dichas prácticas agronómicas mejora el aprovechamiento del agua de lluvia e incrementa la biomasa y algunos parámetros de calidad de los forrajes de secano (Osuna-Ceja et al., 2015). No obstante, en maíz, a medida que incrementa la densidad de plantas disminuye la energía neta de lactancia por kilogramo de materia seca, esto debido a la reducción en la digestibilidad como resultado del menor contenido de grano y mayor contenido de fibra de las plantas (Peña-Ramos et al., 2010). Por ello, es necesario evaluar el potencial de rendimiento del forraje de maíz y otros cultivos forrajeros alternativos para secano mediante el uso de prácticas agronómicas integrales. Considerando lo anterior, el objetivo del presente trabajo fue evaluar prácticas de fertilización química, orgánica y biológica, así como su relación con el rendimiento y la calidad de forraje del maíz, el girasol y el sorgo de secano sembrados en camas a cuatro y seis hileras con labranza mínima y captación de agua in situ.

Materiales y métodos

En 2018 se establecieron tres experimentos con maíz, girasol y sorgo para forraje de secano en San Luís de Letras, municipio de Pabellón de Arteaga, Aguascalientes, México (22° 13’ 82” latitud norte y 103° 30’ 75” longitud oeste, a 1 960 m s. n. m.). Las variedades sembradas fueron: maíz V-209 del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), girasol Victoria (también del INIFAP) y sorgo forrajero Triunfo de nervadura café, todas con buen potencial de rendimiento. V-209 y Victoria son de ciclo precoz y altura intermedia, mientras que el sorgo es de ciclo intermedio. Durante el ciclo de cultivo de 120 días (de julio a mediados de octubre) se registran, en promedio, 210 mm de precipitación y una temperatura media de 16.7 °C (Osuna-Ceja et al., 2015). El suelo del área tenía textura franco-arenosa, con pH de 7.9 y menos de 1 % de materia orgánica.

El experimento se estableció en camas de 160 cm de ancho a cuatro hileras con 30 cm de separación en el caso del maíz y el girasol, y a seis hileras con 20 cm de separación en el sorgo. Se utilizó una densidad de 11 plantas·m-2 en el maíz y el girasol, y de 25.2 plantas·m-2 en el sorgo. La unidad experimental constó de tres camas de 10 m de longitud, y se consideró el mismo ancho de cama para los tres cultivos. Dentro de cada unidad experimental se utilizó la cama central de 8 m de longitud como parcela útil para la toma de datos de suelo y de plantas.

En cada cultivo se evaluaron cinco tratamientos de fertilización: T1) testigo absoluto (sin fertilizante), T2) fertilización química (40-40-00 kg·ha-1 de N-P-K), T3) mezcla de nitrógeno, fósforo y zeolita (28-40-00 kg·ha-1 de N-P-K más 26 kg·ha-1 de zeolita), T4) abono orgánico (5 t·ha-1 de estiércol bovino composteado) y T5) micorriza (inoculación de semillas con 350 g·ha-1 de sustrato micorrícico). Como fuente de N y P, se utilizó urea y superfosfato de calcio triple, respectivamente. Las dosis de fertilización se definieron con base en la recomendación del INIFAP para esta región, las cuales se aplicaron en los tres experimentos. El diseño experimental empleado fue de bloques completos al azar con cuatro repeticiones.

El terreno se laboreó con labranza vertical mediante un paso con el subsolador integral biomimético a una profundidad de 0.20 m antes de la siembra (Osuna-Ceja et al., 2019). La siembra se realizó en condiciones de secano y en suelo húmedo el día 3 de julio de 2018. Para el trazado de las camas, se utilizó una máquina diseñada para siembras en cama de 160 cm de ancho con sistema de pileteo integrado (Garibaldi-Márquez et al., 2020). La siembra de los cultivos se hizo en forma manual, así como la aplicación de los tratamientos de fertilización. Después de la siembra, se establecieron espacios para la captación de agua de lluvia in situ mediante un sistema de corrugación en la superficie del suelo con “Aqueel” (método que crea microreservorios en la superficie de la cama de siembra de manera homogénea para la captación de agua) y “pileteo” (práctica que consiste en levantar montículos de tierra de 20 cm de alto en los costados de la cama de siembra a distancias regulares para almacenar agua y disminuir la erosión del suelo).

El manejo agronómico se hizo con el fin de alcanzar una alta productividad. En todos los cultivos, al momento de la siembra, se aplicó el 100 % del N y 100 % del P en los dos tratamientos de fertilización. La dosis de estiércol vacuno se aplicó en toda la superficie de la unidad experimental antes del laboreo del suelo. Para el T5, las semillas se inocularon con sustrato micorrícico un día antes de la siembra. A los 25 días después de la siembra (dds), se realizó una escarda mecánica en los cultivos de maíz y girasol, y a los 40 dds se realizó un deshierbe manual. En el caso del sorgo, se hicieron tres deshierbes manuales. Para el control del gusano cogollero (Spodoptera frugiperda) en maíz y sorgo, se aplicó el insecticida Palgus™ (ingrediente activo: Spinetoram J + Spinetoram L) en dosis de 0.075 L·ha-1. En el girasol no se aplicaron insecticidas.

La cosecha de forraje se realizó cuando el grano mostró un estado masoso en los tres cultivos. Para determinar la altura de planta (AP) y el rendimiento de materia verde, en cada unidad experimental se midió la altura final en cinco plantas, se cosechó la cama central de 8 m de longitud y se pesó el total de plantas cosechadas para estimar el rendimiento de forraje verde. Adicionalmente, se evaluó la biomasa aérea (Ba) y de raíces (Br) de tres plantas de cada parcela tomadas al azar, las cuales se seccionaron en hojas, tallos, frutos y raíces, y cada fracción se secó en una estufa de aire forzado a 60 °C hasta peso constante. De la Ba se determinó el peso de materia seca (MS), y del sistema radical se obtuvo el peso total de raíces de 0 a 15 cm de profundidad. La biomasa total fue la suma de la masa de hojas, tallos y frutos. Al final se determinó la relación entre la Br y la biomasa total (Ba + Br), y se generó un índice de raíz (Ir): Br/(Ba + Br), el cual representó el peso relativo de la Br con respecto a la biomasa total.

Después del secado, se tomaron muestras de 0.5 kg de Ba de cada cultivo y cada tratamiento de fertilización, y se molieron en un molino (modelo TE-650/1, Tecnal®, Brasil) con criba de 1 mm de diámetro. Posteriormente, las muestras se enviaron al laboratorio para su análisis bromatológico y nutrimental para determinar la calidad del forraje en términos de proteína cruda (PC), fibra detergente neutro (FDN), fibra detergente ácido (FDA) y energía neta para lactancia (ENL).

Las raíces para determinar la Br del maíz, el girasol y el sorgo se obtuvieron mediante la extracción de cubos de suelo de 20 x 20 x 15 cm en la línea de plantas. Las muestras se llevaron al área de trabajo en bolsas cerradas, se colocaron en cubetas y se dejaron remojando durante 24 h de acuerdo con la metodología descrita por Barrios et al. (2014). Posteriormente, se lavó el material sobre un tamiz con malla de 500 µm, y con la ayuda de un pincel muy fino y una pinza se separaron las raíces del suelo. Las raíces se colocaron en una bandeja de aluminio y secaron en una estufa de aire forzado a 60 °C hasta peso constante. Los resultados se expresaron en kg de raíces por m2, y la densidad de raíces en kg por m3.

La resistencia a la penetración del suelo (Rp, kg·cm-2) se determinó con un texturómetro de impacto en cada punto de muestreo de raíz seleccionado. Para esta variable se cuantificó el número de impactos que se requirieron para alcanzar cada profundidad señalada, y posteriormente se utilizó la siguiente fórmula:

Rp=(N × M × g × SD)(A × PD) (1)

donde N es el número de impactos, M es el peso de la masa (kg), g es la aceleración de la gravedad (9.81 m·s-2), SD es la distancia que se desliza (m), PD es la distancia de penetración (m) y A es el área de la superficie del cono (m2). Está última se calculó con la siguiente fórmula:

A=πr×s+ πr² (2)

donde r es el radio del cono (m) y s es el largo del cono (m).

El contenido de humedad (ϴs) se midió durante el ciclo de cultivo y al final de la prueba con un reflectómetro en el dominio del tiempo (TDR) in situ por tratamiento y de 0 a 15 cm de profundidad. Dicho equipo permite medir en campo, de manera rápida, exacta y no destructiva el contenido de agua del suelo.

Con la información obtenida se hicieron algunos análisis de varianza y comparación de medias con la prueba de diferencia mínima significativa (DMS, P ≤ 0.05). Para ello, se utilizó el paquete estadístico SAS versión 9.1.3 (SAS Institute Inc., 2013).

Resultados y discusión

Análisis de precipitación

Durante los primeros 31 días del desarrollo de los cultivos, las lluvias se presentaron con cierta irregularidad, acumulándose en esta etapa de prefloración el 24 % (56 mm desde el primer día de la siembra hasta 31 días después de ella) de la lluvia registrada durante todo el ciclo vegetativo. A partir del 13 de agosto, incrementaron notablemente las lluvias y su distribución fue más uniforme (Figura 1). Por la precipitación regular, existió mayor disponibilidad de agua en la fase final de la etapa reproductiva o llenado de grano de los tres cultivos. Por ello, el rendimiento de MS y la calidad de los forrajes no se vieron afectados. En relación con la temperatura, se observa que durante el desarrollo de los cultivos ésta fluctúo de 21 a 31 °C para Tmax, y de 8 a 15 °C para Tmin.

Figura 1 Precipitación, y temperatura máxima (Tmax) y mínima (Tmin) diarias registradas en el ciclo de cultivo del maíz, el girasol y el sorgo de temporal (San Luís de Letras, Pabellón de Arteaga, Aguascalientes, México, 2018). 

Análisis de rendimiento de materia seca y altura de planta

Se observaron diferencias significativas (P < 0.05) entre tratamientos de fertilización en las dos variables analizadas (MS y AP) de los tres cultivos evaluados (Cuadro 1). Esto significa que la variación de los patrones climáticos (lluvia, temperatura, etc.) registrados durante el ciclo de cultivo quizás afectó a las variables analizadas (Peña-Ramos et al., 2010), sobre todo al T5, ya que este tratamiento no superó de manera significativa al T1 en los tres cultivos.

Cuadro 1 Rendimiento de materia seca (MS) y altura de planta (AP) de maíz, girasol y sorgo sembrados en camas a cuatro y seis hileras con diferentes fuentes de fertilización (San Luís de Letras, Pabellón de Arteaga, Aguascalientes, México, 2018). 

Tratamiento de fertilización Maíz Girasol Sorgo
MS (t·ha-1) AP (cm) MS (t·ha-1) AP (cm) MS (t·ha-1) AP (cm)
T1 12.2 bz 2.03 c 10.4 c 1.35 c 8.5 e 1.18 c
T2 24.4 a 2.33 ab 23.2ab 1.59 a 12.9 b 1.29 b
T3 22.4 a 2.57 a 28.8 a 1.58 ab 12.7 b 1.32 ab
T4 15.3 ab 2.27 bc 17.4 bc 1.43 bc 16.2 a 1.37 a
T5 13.3 b 2.15 bc 12.6 c 1.39 c 12.3 c 1.28 b

T1 = testigo; T2 = fertilización química (40-40-00 kg·ha-1 de N-P-K); T3 = mezcla (28-40-00 kg·ha-1 más 26 kg de zeolita); T4 = abono orgánico (5 t·ha-1 de estiércol bovino); T5 = micorriza (inoculación con 350 g·ha-1 de sustrato micorrícico). zMedias con la misma letra dentro de cada columna no difieren estadísticamente (DMS, P ≤ 0.05).

Es importante señalar que en los tres cultivos evaluados el rendimiento de MS incrementó significativamente (P < 0.05) por efecto de la fertilización. El rendimiento más alto se obtuvo con los tratamientos T2, T3 y T4 en maíz y girasol, y en sorgo el T4 superó al resto de los tratamientos. El efecto positivo de la fertilización en el rendimiento de MS se puede vincular con el suministro de N, P y abono orgánico (Cuadro 1). En el T2 se puede considerar que los fertilizantes químicos son una fuente directa de nutrimentos que satisfacen los requerimientos de las plantas y la biota. En el T3 la zeolita, como aditivo de la urea, mejoró el uso del fertilizante nitrogenado, lo cual permite reducir la cantidad de N aplicada. Lo anterior sostiene que la zeolita tiene cualidades para retener agua, absorber amonio, aminorar la nitrificación y liberar de manera lenta el uso del N (Osuna-Ceja et al., 2012; Soca & Daza, 2015). En el caso del T4, el aporte más importante de N y P del estiércol se da a través del tiempo por la mineralización, proceso que evita el consumo inmediato de la fracción orgánica, lo que sostiene su permanencia en el sustrato (Álvarez-Solís et al., 2010; Velázquez-Rodríguez et al., 2008).

La respuesta efectiva de la fertilización se pudo deber, en parte, a la combinación de la densidad de población, los cultivos sembrados (maíz, girasol y sorgo), las prácticas agronómicas y la cosecha de agua in situ. Lo anterior se observó con la alta productividad obtenida en condiciones de humedad limitada (239 mm) (Osuna-Ceja et al., 2015). En general, el rendimiento de MS en todos los tratamientos de fertilización fue superior al obtenido con el testigo (Cuadro 1).

Análisis de la distribución de materia seca

En el Cuadro 2 se presenta la distribución de MS en los órganos de la parte aérea del maíz, el girasol y el sorgo, y se puede apreciar que los tratamientos de fertilización afectaron significativamente dicha distribución. Además, se observó mayor acumulación de MS en tallo, hoja y fruto en el T2 y el T3 del maíz y el girasol, y en el T4 en sorgo (Cuadro 2). La acumulación de MS en tallo, hoja y fruto por efecto de la fertilización se debió, en parte, al aporte de N y P, tanto por la aplicación directa de fertilizante como por la mineralización del estiércol. Esto último suplió la deficiencia de dichos nutrimentos en el suelo y ayudó a satisfacer las necesidades nutrimentales de los órganos de la parte aérea en los tres cultivos evaluados. En el caso de la micorriza, su efecto no fue significativo.

Cuadro 2 Distribución de materia seca en los órganos de las plantas de los cultivos de maíz, girasol y sorgo sembrados en camas a cuatro y seis hileras con diferentes fuentes de fertilización (San Luís de Letras, Pabellón de Arteaga, Aguascalientes, México, 2018). 

Tratamiento Tallo Hoja Fruto Biomasa aérea Biomasa de raíces
(g·m-2)
Maíz
T1 388.6 bz 308.8 c 524.0 b 1221.4 b 70.1
T2 702.1 a 494.2 a 1244.9 a 2441.2 a 121.8
T3 658.4 a 468.4 a 1117.9 a 2244.7 a 149.9
T4 429.0 b 388.3 b 711.4 b 1528.7 b 96.0
T5 408.8 b 348.6 bc 618.2 b 1375.6 b 70.1
Girasol
T1 403.9 c 274.7 b 361.4 c 1040.0 b 51.7
T2 852.6 a 628.5 a 839.1 a 2320.2 a 115.2
T3 1085.1 ab 733.7 a 1061.3 ab 2880.1 a 151.2
T4 642.1 bc 430.3 b 667.6 bc 1740.0 b 107.8
T5 475.7 c 321.0 b 463.3 c 1260.0 b 130.6
Sorgo
T1 383.8 c 290.7 c 375.4 c 1050.0 c 109.1 c
T2 516.8 ab 331.8 ab 442.5 b 1291.2 b 219.7 a
T3 496.8 ab 279.4 bc 496.2 b 1272.5 b 183.8 ab
T4 601.2 a 347.5 a 666.9 a 1615.6 a 125.0 bc
T5 456.6 b 291.9 b 486.0 b 1234.5 b 125.0 bc

T1 = testigo; T2 = fertilización química (40-40-00 kg·ha-1 de N-P-K); T3 = mezcla (28-40-00 kg·ha-1 más 26 kg de zeolita); T4 = abono orgánico (5 t·ha-1 de estiércol bovino); T5 = micorriza (inoculación con 350 g·ha-1 de sustrato micorrícico). zMedias con la misma letra dentro de cada columna no difieren estadísticamente (DMS, P ≤ 0.05).

Regularmente, es complicado establecer correlaciones precisas entre la Br y la Ba, pero se admite que debe haber una ponderación entre las actividades de ambos sistemas, como lo reportan Barrios et al. (2014). La Ba mostró diferencias significativas (P < 0.05) entre tratamientos de fertilización, con valores superiores en el T2 y el T3 en maíz y girasol, y en el T4 en sorgo (Cuadro 2).

La Br en el maíz y el girasol no presentó diferencias significativas (P > 0.05) entre tratamientos (Cuadro 2); sin embargo, los valores obtenidos indican que no hubo limitaciones edáficas ni competencia por nutrientes y agua, aun cuando los cultivos estuvieron expuestos a períodos con déficit hídrico (Barrios, 2011). Por el contrario, el sorgo presentó diferencias estadísticas (P < 0.05) entre tratamientos en dicha variable. Lo anterior indica que el crecimiento de las raíces depende del suministro de nutrientes del suelo (Barrios et al., 2014). El crecimiento de la parte aérea depende de los nutrientes y el agua absorbidos por las raíces, las cuales, a su vez, requieren los carbohidratos producidos en la parte aérea por la fotosíntesis (Barrios et al., 2014).

La Br, la Dr, el Ir y la Rp únicamente mostraron diferencias significativas (P < 0.05) entre tratamientos en el cultivo de sorgo, con valores superiores en el T2 y el T3 (Cuadro 3). En forma general, hubo mayor Rp en los tratamientos T2 y T3 en los tres cultivos evaluados. Sin embargo, se observa claramente que la cantidad de raíces producidas por los tres cultivos no obedece al patrón de Rp del suelo, ya que el peso mínimo se obtuvo en los tratamientos T1 y T2, aunque estos sólo fueron significativos en el sorgo.

Cuadro 3 Biomasa, densidad e índice de raíz, y resistencia mecánica del suelo en maíz, girasol y sorgo sembrados en camas a cuatro y seis hileras con diferentes fuentes de fertilización (San Luís de Letras, Pabellón de Arteaga, Aguascalientes, México, 2018). 

Tratamiento Maíz Girasol Sorgo
Br (kg·m-2) Dr (kg·m-3) Ir Rp (kg·m-2) Br (kg·m-2) Dr (kg·m-3) Ir Rp (kg·m-2) Br (kg·m-2) Dr (kg·m-3) Ir Rp (kg·m-2)
T1 0.0701 1.06 0.055 1.64 0.0517 0.79 0.051 3.28 0.1091 cz 0.73 c 0.089 b 1.97 c
T2 0.1218 1.85 0.049 3.28 0.1306 1.75 0.136 3.61 0.2197 a 1.46 a 0.152 a 5.91 a
T3 0.1499 2.27 0.060 3.94 0.1512 2.54 0.136 4.27 0.1838 ab 1.23 ab 0.154 a 5.58 a
T4 0.0960 1.46 0.057 2.29 0.1078 1.98 0.149 2.95 0.1250 bc 0.84 bc 0.073 b 4.59 ab
T5 0.0701 1.26 0.048 2.64 0.1152 1.39 0.139 3.28 0.1250 bc 0.79 c 0.086 b 2.95 bc

Br = biomasa de raíz; Dr = densidad de raíz; Ir = índice de raíz; Rp = resistencia a la penetración del suelo; T1 = testigo; T2 = fertilización química (40-40-00 kg·ha-1 de N-P-K); T3 = mezcla (28-40-00 kg·ha-1 más 26 kg de zeolita); T4 = abono orgánico (5 t·ha-1 de estiércol bovino); T5 = micorriza (inoculación con 350 g·ha-1 de sustrato micorrícico). zMedias con la misma letra dentro de cada columna no difieren estadísticamente (DMS, P ≤ 0.05).

Referente a la humedad en el suelo, los tratamientos T3 y T4 son los que presentaron mayor humedad en los tres cultivos durante todo el ciclo (Cuadro 4). Bajo las condiciones de este experimento, el efecto de la adición de zeolita y el estiércol bovino fue positivo, aunque en la profundidad de 0 a 15 cm se pierde mayor humedad debido a la aireación, a la incidencia de los rayos solares sobre la superficie del suelo y a la transpiración del cultivo. Quizás, esta es una de las ventajas más importantes de la adición de cantidades pequeñas de zeolita y abono orgánico al suelo, ya que incrementa su capacidad de retención de humedad.

Cuadro 4 Humedad promedio del suelo superficial (0 a 15 cm) durante el ciclo de cultivo de maíz, girasol y sorgo sembrados en camas a cuatro y seis hileras con diferentes fuentes de fertilización (San Luís de Letras, Pabellón de Arteaga, Aguascalientes, México, 2018). 

Tratamientos Maíz Girasol Sorgo
(%)
T1 12.25 dz 8.65 12.98 b
T2 13.85 cd 9.95 12.85 b
T3 16.50 ab 11.05 16.55 a
T4 17.33 a 10.68 14.68 ab
T5 14.83 bc 10.90 13.83 b

T1 = testigo; T2 = fertilización química (40-40-00 kg·ha-1 de N-P-K); T3 = mezcla (28-40-00 kg·ha-1 más 26 kg de zeolita); T4 = abono orgánico (5 t·ha-1 de estiércol bovino); T5 = micorriza (inoculación con 350 g·ha-1 de sustrato micorrícico). zMedias con la misma letra dentro de cada columna no difieren estadísticamente (DMS, P ≤ 0.05).

Calidad de forraje

Los resultados del análisis estadístico de la calidad de forraje indicaron que hubo diferencia significativa entre tratamientos (P < 0.05) en una de las cuatro variables analizadas en el caso del maíz, y en dos para girasol y sorgo (Cuadro 5). Los análisis de PC, FDN, FDA y ENL indicaron que el girasol y el sorgo cuentan con los atributos necesarios para ser considerados como forraje en Aguascalientes. Los análisis bromatológicos indicaron que los tratamientos T2 y T3 fueron significativamente mayores (P < 0.05) en la PC, con valores de 16.6 y 16.1 % en girasol, 13.4 y 14.4 % en sorgo, y 11 y 10 % en maíz, respectivamente (Cuadro 5).

Cuadro 5 Calidad de forraje de maíz, girasol y sorgo sembrados en camas a cuatro hileras y seis con diferentes fuentes de fertilización (San Luís de Letras, Pabellón de Arteaga, Aguascalientes, México, 2018). 

Tratamiento Maíz Girasol Sorgo
PC (%) FDN (%) FDA (%) ENL (Mcal·kg-1) PC (%) FDN (%) FDA (%) ENL (Mcal·kg-1) PC (%) FDN (%) FDA (%) ENL (Mcal·kg-1)
T1 7.7 bz 57.4 a 32.3 a 1.14 a 12.9 c 41.2 a 36.3 a 1.31 b 12.0 c 51.8 a 30.9 a 1.26 c
T2 11.0 a 56.0 a 31.9 a 1.17 a 16.6 a 40.4 a 35.4 a 1.38 a 13.4 ab 55.0 a 31.7 a 1.39 a
T3 10.0 a 58.2 a 31.9 a 1.16 a 16.1 a 41.5 a 35.5 a 1.38 a 14.4 a 54.8 a 31.7 a 1.40 a
T4 8.6 b 58.4 a 34.8 a 1.17 a 14.7 b 41.6 a 37.2 a 1.39 a 12.5 bc 51.8 a 31.6 a 1.37 ab
T5 8.2 b 57.9 a 33.6 a 1.16 a 12.5 c 41.3 a 36.3 a 1.36 a 12.2 bc 51.8 a 31.4 a 1.29 bc

PC = proteína cruda; FDN = fibra detergente neutra; FDA = fibra detergente ácida; ENL = energía neta para lactancia; T1 = testigo; T2 = fertilización química (40-40-00 kg·ha-1 de N-P-K); T3 = mezcla (28-40-00 kg·ha-1 más 26 kg de zeolita); T4 = abono orgánico (5 t·ha-1 de estiércol bovino); T5 = micorriza (inoculación con 350 g·ha-1 de sustrato micorrícico). zMedias con la misma letra dentro de cada columna no difieren estadísticamente (DMS, P ≤ 0.05).

Los resultados de calidad coinciden con los reportados por Peña-Ramos et al. (2010), quienes refieren que no hay cambios en la calidad de forraje, excepto para proteína cruda con la aplicación de altas dosis de fertilización nitrogenada. Un híbrido o variedad, aunque presente alta productividad, si no cumple con los estándares de calidad del forraje que demanda el ganado, no será aceptado por los pequeños productores de leche en esta región semiárida. El tratamiento de estiércol bovino no afectó la calidad, pero sí incrementó el rendimiento de MS en los tres cultivos evaluados, lo cual representa un aumento en la economía del productor.

En general, el girasol presentó la menor concentración de FDN (40 a 41 %) y el mayor contenido de FDA (35 a 37 %), que es la fracción fibrosa menos digerible del ensilado de maíz y sorgo. La ENL del girasol es similar a la del ensilado de sorgo, pero mayor a la del maíz, principal forraje cultivado a nivel regional (Flores-Calvete et al., 2016). En la media general, el girasol y el sorgo superaron en calidad (7.7 y 4.0 %, respectivamente) y en contenido proteico (5.5 y 3.8 %, respectivamente) al maíz.

El incremento en la producción de biomasa en los tres cultivos evaluados se debe a que la fertilización en el T2 tiene una acción inmediata sobre la planta y la biota, y en el T3 la zeolita no sólo retiene humedad por más tiempo, sino que además captura el amonio y libera el nitrógeno de manera lenta a través de todo el ciclo fisiológico (Osuna-Ceja et al., 2012). Por su parte, en el T4 el estiércol generó una actividad enzimática constante durante el ciclo, la cual biodegradó y liberó iones disponibles para plantas y microrganismos (Salazar-Sosa et al., 2007).

Conclusiones

La adición de fertilizantes, el mezclado de fertilizante con zeolita y el estiércol bovino incrementaron el rendimiento de materia seca y no afectaron la calidad de forraje que se obtiene con la siembra de maíz y girasol en camas a cuatro hileras, y sorgo a seis hileras con labranza vertical y captación in situ de agua de lluvia. La inoculación de semilla con micorriza no incrementó significativamente el rendimiento de MS ni la calidad de forraje respecto a los demás tratamientos.

Los resultados obtenidos sustentan la idea de que no hay limitaciones edáficas ni de competencia por nutrientes y agua, lo cual se puede observar por los efectos positivos en el rendimiento y sus componentes en los tres cultivos evaluados. Además, la labranza vertical no afecta el equilibrio funcional entre la biomasa de raíces y la biomasa total en los tres cultivos evaluados.

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Recibido: 26 de Octubre de 2020; Aprobado: 15 de Octubre de 2021

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