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Intersticios sociales

versão On-line ISSN 2007-4964

Intersticios sociales  no.27 Zapopan Mar. 2024  Epub 03-Maio-2024

https://doi.org/10.55555/is.27.627 

Reseñas

Bajo el mismo cielo de la Guadalajara de entonces. Reseña del libro Genio y figuras de Guadalajara de Agustín Yáñez

Susana Herrera Argüelles1 
http://orcid.org/0009-0001-7205-9453

1 Estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales de El Colegio de Jalisco. Correo electrónico: sherreraarguelles@gmail.com.

Yáñez, Agustín. Genio y figuras de Guadalajara. Guadalajara: Secretaría de Cultura Estado de Jalisco, 2022.


A partir de 1602, el impresor de Troyes, Nicolas Oudot ideó una fórmula editorial para llevar contenido literario, hagiográfico, culto y piadoso al gran público: la Bibliothèque bleue, de formato pequeño (en cuarto o en octavo) y modesto, editaba, sobre todo, novelas de caballería, vidas de santos, algunas tragedias francesas seleccionadas de la literatura culta y textos varios reproducidos en menor escala. La biblioteca azul recibe su nombre del color del papel de sus hojas y de la cubierta misma de los impresos1. Durante dos siglos en Francia, la estrategia fue todo un éxito, pues la adoptaron otros editores, rebasó las fronteras de Troyes, de manera que la cultura del libro llegó incluso a las casas de quienes no sabían leer; su mérito es grande.

La selección de los contenidos dependía de la popularidad que tenía en los lectores, es decir, ellos, a través del consumo, marcaban las pautas de la producción de libros. Reimprimir un texto era indicio de popularidad y aceptación entre el público lector. Por eso, la reedición de Genio y figuras de Guadalajara es un asunto relevante por diversas razones: indica la importancia de la obra, si no es la obra más conocida del autor, sí es imprescindible su lectura para las generaciones actuales que miran a la ciudad con ojos nuevos, para los viejos lectores es una oportunidad para releer y poseerla en un formato pequeño, casi a la manera de los libritos azules que circulaban en la Francia del antiguo régimen.

Descubrí Genio y figuras de Guadalajara por razones de trabajo, pues tenía que relatar, a través de fuentes confiables, cómo era la ciudad de antes, la que recién nacía y que contaba prodigiosamente el autor en el capítulo “Iconografía”, pero también la que trataba de reconciliarse consigo misma después de los cismas de la guerra cristera. Fue un acercamiento fragmentario, como asomarse por los cristales de un vitral, propuesta que ciertamente el libro de Yáñez dicta en su exposición. Con el orden de un segundo repaso, atando cabos y sumando otras lecturas, pude integrar las partes para descubrir la perfecta composición de los textos que el narrador jalisciense seleccionó para conformar estas postales escritas en su juventud, casi en su adolescencia, como le cuenta él mismo a Emmanuel Carballo2, tomadas de su “Kodak emocional”. Estas viñetas literarias formaron parte de la sección publicada entre 1927 y 1928 en la revista Aurora; en esas páginas hablaba sobre tipos y personas que habitaron o estuvieron de paso en tierras tapatías, personajes de otras épocas como de aquel presente, una “galería de fantasmas” diría con la venia de Enrique Fernández Ledesma y toda una bulliciosa “colmena”, agregaría con el favor de Camilo José Cela. De estas colaboraciones, don Agustín eligió las que había escrito sobre “su clara ciudad”.

Trazar una urbe en un papel es adentrarse en su geografía. Hacer un mapa de líneas o de palabras es colocar a pequeña escala las coordenadas de sus calles, edificios, monumentos, puntualizar gráficamente o en la imaginación las partes de un todo en un pequeño espacio. El urbanista requiere de expertos topógrafos para tomar medidas y establecer equivalencias, vaya, es un trabajo de números. El escritor se apoya, en todo caso, en las matemáticas de la nostalgia y en el álgebra del deseo. En Genio y figuras de Guadalajara, Agustín Yáñez se encarga de la elaboración de un mapa de la ciudad, también plasmado en papel, pero construido armoniosa y seductoramente con palabras, metáforas, figuras, adornos y recuerdos; aparecen calles, barrios, edificios y parques en sintonía con personas ilustres y cotidianas que conformaron su entorno, su vida y su devenir. Si la poesía es, a decir de Antonio Machado, palabra en el tiempo, la ciudad que recrea la prosa del autor de La tierra pródiga aspira a tornarse, en la inteligencia y la curiosidad del lector, en una Guadalajara más real y plena, doblemente entrañable porque suma a la de ayer y a la del presente.

¿Una ciudad en el tiempo? Por supuesto, una ciudad de memoria y de imaginación, cuyas raíces y follajes dan esplendor a los días corrientes. ¿Cuáles son los afanes de este genio y estas figuras en la tentativa de Yáñez? Puedo afirmar, a cabalidad, que la Perla de Occidente es una ciudad repleta de “genio”. ¿De ingenio?, ¿de talento?, ¿de carácter? De todas esas acepciones y seguramente de otras. Una marca de nobleza de espíritu sumo por mi cuenta y riesgo. ¿El título acaso hace un juego de espejo con la novela de Juan Valera, Genio y figura que también cuenta los recuerdos que le dejó su estancia en Río de Janeiro? ¿Genio y figura hasta la sepultura, como dice el dicho? No, Genio y figuras, el sutil morfema del plural hace toda una distinción de agudeza en el título, seguramente con influencias de los supuestos enunciados más arriba. Ese plural es un pase de lista de ilustres, un inventario de heroínas y héroes que mojaron con sangre el terruño, pero también, en la versión de Thomas Carlyle, de hombres y mujeres que ampliaron nuestra visión del mundo y de la vida merced de su heroísmo en las artes, las humanidades y las ciencias.

La Guadalajara de Agustín Yáñez es la de sus particulares afectos, la de la añoranza suya y nuestra por la lejanía en el tiempo y el espacio. Tiene ya la impronta de su genio y su desbordado enamoramiento como Buenos Aires, mutatis mutandis, posee el fervor de Jorge Luis Borges, Praga la ensoñación pesadillesca de Franz Kafka, Guanajuato la comedia infinita de Jorge Ibargüengoitia o Bahía, el carnaval insomne de Jorge Amado. Desde muy joven, Yáñez atendió el llamado lópezvelardeano para encontrar lo más preciado de la patria en una expedición “hacia adentro”, un viaje íntimo e intransferible rumbo a nuestras querencias, la infancia y sus juegos, el barrio tribal y los primeros amores, los duelos iniciáticos y las amistades cómplices de los primeros pasos en las letras.

Una presentación, seis brevísimos apartados y dos capítulos de mayor extensión conforman Genio y figuras de Guadalajara; los dos primeros, Panoramas y Postales, son caprichosos, descabalados, fotografías de pocos personajes, inventarios (“Un charco. Dos islotes. Árboles, jaulas: parque, paraíso y muladar”3), recuentos de lugares, rastreo de la ciudad, marcadores en el mapa: Alameda, Museo y biblioteca, Estadio, Templo Expiatorio, Mezquitán, Analco, Mexicaltzingo; lugares que son, que fueron y qué serán, se pregunta el autor:

Mercado Corona. En cuatro siglos, cementerio, casa de obispo, convento y hospital; plazuela y sitio de ajusticiamiento (don José Antonio Torres descuartizado); pasto de incendios y charca de inmundicias. Dentro de dos siglos ¿qué otra cosa será? Entre ellas, sin duda, logia de patines, que consagre la costumbre de patinar en cáscaras. Olerá mejor, los puestos de aves e improperios habrán levantado sus tiendas, el inmundo Mercurio de la fuente habrá usado los alados grilletes. ¡Dentro de dos siglos, uniforme edificio de piedra familiar!4

Por aquí pasan también las mujeres (figuras) que habitan los barrios del libro que son los de la ciudad: vendedora de agua fresca en El Carmen, católica pudorosa la de El Santuario; en San Juan de Dios está la que “grita e injuria”; la mujer del zapatero, del obrajero, del ordeñador habita en El Retiro; por Mexicaltzingo se pasea la del soldado, ferrocarrilero, mecánico y matancero. Mujeres que sonríen a todos y a ninguno, mujeres que rezan, que bailan, que trabajan, mujeres presurosas que van y vienen, “madres de la ciudad, que se levanta y crece, cambia de facha y voz, al ritmo de aquellas premuras”5.

Con santo y “Señas” de las coordenadas exactas proporcionadas por el autor, podemos llegar a las casas de ilustres figuras para conocer sus oficios y aficiones; como convidados de piedra miramos de reojo a los poetas, ensayistas, abogados, melómanos, pintores, astrónomos, un rector (a quien, por cierto, dedica el libro), un exgobernador y tantos más que ahora solo habitan en los libros de historia jalisciense:

[…] por la misma calle, frente a los muros de la Escuela de Artes, bajo las canteras doradas de San Diego, está la casa de Alfonso Gutiérrez Hermosillo -poeta-; […] rumbo al centro, se toma la calle de Juan Manuel, a la derecha, y al pasar la calle de Mezquitán, dos o tres puertas, a mano de persignar, se llega con José Cornejo Franco -bibliófilo, escritor y hombre de bromas y veras-6.

De “Toques, pregones y ruidos” se inunda el barrio “quieto y confiado” de Agustín Yáñez, desde la madrugada en su “callecita ciega” se escuchan, de tanto silencio, los ruidos lejanos que interrumpen el sueño. Los retumbos tempraneros despuntan al alba con las campanas de los templos que dialogan para llamar a misa: la de San Diego con la de Dolores y la Sangre de Cristo; las del Santuario con la de Belén y San Felipe. Acontece el día hora tras hora, marcada cada una por los cantares de quien vende, llega, anuncia que llega, pregona, entablilla chocolate, martilla maderas y metales. El año también pasa con sonidos propios.

Genio y figuras de Guadalajara, publicado por primera ocasión en 1942 para celebrar el cuarto centenario de la ciudad; reeditado algunas otras veces solo y en conjunto, cumple hoy la misión de llevar a los nuevos lectores la Guadalajara que no conocerán, la que “los padres de nuestros padres gozaron y padecieron”. A través de la Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco, el libro de don Agustín Yáñez está cumpliendo, una vez más, con la vida obligada de los libros, “circuito de la comunicación” lo llama Robert Darton: una vez que se verifica la escritura, creación, producción, edición y venta, el libro circula a través del tiempo y el espacio para ser leído, compartido, prestado, regalado o atesorado en nuestros inventarios bibliográficos.

Bibliografía

Roger Chartier, Lecturas y lectores en la Francia del antiguo régimen (Ciudad de México: Instituto Mora, 1994), 27. [ Links ]

Emmanuel Carballo, Agustín Yánez (La Habana: Cuaderno de la Casa de las Américas, 1966), 12. [ Links ]

Agustín Yáñez, Genio y figuras de Guadalajara (Guadalajara: Secretaría de Cultura Estado de Jalisco, 2022), 13. [ Links ]

1 Roger Chartier, Lecturas y lectores en la Francia del antiguo régimen (Ciudad de México: Instituto Mora, 1994), 27.

2Emmanuel Carballo, Agustín Yánez (La Habana: Cuaderno de la Casa de las Américas, 1966), 12.

3Agustín Yáñez, Genio y figuras de Guadalajara (Guadalajara: Secretaría de Cultura Estado de Jalisco, 2022), 13.

4Yáñez, Genio y figuras, 21.

5Yáñez, Genio y figuras, 21.

6Yáñez, Genio y figuras, 57.

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