Introducción
Desde hace tiempo, los teóricos sociales comprendieron la importancia de la movilidad socioeconómica. Sin embargo, la atención que se le presta en la actualidad suele ser escasa. Es más común encontrar investigaciones sobre la pobreza que sobre la salida de ella (Carabaña, 1999). Íntimamente ligado a la movilidad socioeconómica se encuentra el proceso de incorporación de los inmigrantes a las sociedades receptoras (Powers y Seltzer, 1998). En España, así como en otros países de inmigración,1 la tendencia es que los inmigrantes se ocupen al inicio en los empleos disponibles, al margen de si reflejan sus cualificaciones o aptitudes personales (Cachón, 2003; Arango, 2005). Dichas ocupaciones a menudo forman parte de un mercado laboral secundario, intensivo en trabajo y de baja productividad (Piore, 1979). Se trata de trabajos poco cualificados, caracterizados con las tres “p”: penosos, peligrosos y precarios (Connell, 1993).2 En este contexto, la movilidad ocupacional de los inmigrantes resulta fundamental, ya que puede ser prueba de su grado de inclusión y quizá se trate del principal motor de su integración en el país receptor.
Si la inclusión promueve la integración, la exclusión suscita el conflicto. Si a un individuo se le permite participar en las actividades de un grupo determinado lo más seguro es que no se oponga. Por el contrario, tenderá a enfrentarse contra aquel grupo que lo excluya. […] La movilidad social […] contribuye a la cohesión social ya que los individuos con oportunidades, en vez de resentir la exclusión social, pueden aspirar a cambiar de ocupación o a escalar la pirámide social [Bunge, 2009: 72-73].
Hace años, algunos estudios sobre la incorporación de los inmigrantes al mercado de trabajo subrayaron la relevancia de los factores estructurales, tales como el desempleo, el cambio tecnológico, la inflación y la discriminación racial (véase por ejemplo Doeringer y Piore, 1971). Mientras tanto, otros trabajos se centraron en los factores individuales y de capital humano, como el nivel de escolaridad, la experiencia laboral, la edad y el estado civil (Chiswick, 1978; Borjas, 1985). Hoy en día, la discusión dentro del ámbito político contiene tintes altamente ideológicos: unos acusan a los extranjeros de no integrarse, y otros achacan al gobierno las penurias de los inmigrantes. En otras palabras, una posición explica la escasa integración de los migrantes en términos de la conducta del individuo, mientras que la otra utiliza el concepto de exclusión y argu menta que ésta se debe en lo fundamental a la existencia de una ciudadanía de segunda, cuya desventaja procede de la diferenciación producida por las instituciones del Estado (Roberts, 2004). Una perspectiva más amplia, sin embargo, consideraría que la integración de los inmigrantes depende de las peculiaridades de los individuos y del contexto al que se incorporan (Portes y Böröcz, 1989; Powers y Seltzer, 1998).
El presente estudio adopta esta última perspectiva y explora la relación entre la movilidad social y los diversos factores que inciden en ella, tanto los contextuales como aquellos individuales. La investigación se centra en el enfoque de la movilidad ocupacional -en concreto la movilidad absoluta particular- y el análisis del mercado laboral. Se trata de un trabajo empírico cuantitativo con base en los datos de la Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI) 2007.3 Se presentan los principales resultados de un estudio de mayor alcance sobre la movilidad ocupacional de los inmigrantes en España.
Movilidad socioeconómica y movilidad ocupacional
Desde hace décadas, al menos desde que Pitirim A. Sorokin publicó su trabajo Social Mobility en 1927, el significado de movilidad social ha sido objeto de una gran variedad de discusiones y debates. La aparición de diversos métodos de medición, así como de nuevas tecnologías, ha influido de manera determinante en la evolución y la complejización del estudio.4 En términos generales, la movilidad socioeconómica significa el desplazamiento de individuos, familias o grupos de una posición socioeconómica a otra. De acuerdo con Loury, Modood yTeles(2005),podríamos distinguir cuatro enfoques principales para entenderla. En primer lugar, la movilidad puede medirse por el nivel de ingresos, en términos absolutos o relativos; así, los individuos son más o menos móviles en la medida en que puedan pasar de una situación salarial a otra. El segundo enfoque centra su análisis en el mercado de trabajo, donde la movilidad implica el cambio de una ocupación a otra. En tercer lugar se percibe la movilidad en términos de “reconocimiento” y ciudadanía, esto es, el grado en que un individuo es reconocido como igual dentro de una comunidad. La cuarta perspectiva, fundamentalmente política, hace alusión a las minorías raciales y étnicas -en particular a los inmigrantes- que se encuentran en una posición de desventaja; aquí se observa la capacidad de estos grupos para organizar acciones colectivas e influir en las instituciones que los afectan, además de negociar recursos de los principales organismos sociales.
Quizás el punto de vista más utilizado sea el de la movilidad ocupacional, pues se trata de un aspecto de diferenciación social muy vinculado a la clase económica y al estatus de prestigio (Blau y Duncan, 1967). Julio Carabaña (1999) aborda la movilidad ocupacional desde dos ángulos distintos: la de clase profesional, que conlleva agrupar profesiones con rasgos heterogéneos entre sí, según si son industriales, agrarias o de servicios; y el prestigio profesional, donde se ordenan las profesiones en una escala que depende de si tienen más o menos una propiedad homogénea, como el ingreso o los estudios requeridos para acceder a ella. La elección entre uno y otro enfoque está en función de lo que se desea indagar o medir, ya sea la movilidad global o la particular, la movilidad absoluta o la relativa.
Como explica Carabaña, si la movilidad global se centra en el conjunto de la sociedad (como España, Cataluña, Madrid), al hablar de movilidad particular nos enfocamos en un grupo o parte de esa sociedad (estudiantes, adultos mayores, inmigrantes). Además, para medir la movilidad absoluta se tienen en cuenta las variaciones de un punto determinado a otro, se considera una trayectoria concreta. Por ejemplo, en alusión a un conocido corrido, puede plantearse que “mi padre fue peón de hacienda y yo revolucionario, mis hijos pusieron tienda y mi nieto es funcionario”. Mientras tanto, para calcular la movilidad relativa observamos dichas variaciones respecto de un punto de referencia (Carabaña, 1999: 276277). Dentro del estudio de clase profesional, un individuo puede moverse de forma ascendente o descendente sin afectar a los demás -de manera absoluta-. En la escala de prestigio profesional, sin embargo, la movilidad se da sólo por rotación: si uno asciende, otro u otros descienden; es decir, desde esta perspectiva, la movilidad es relativa a la posición de los demás. En resumen, hay cuatro formas de medir la movilidad: la movilidad global, ya sea absoluta o relativa, y la movilidad particular, ya sea absoluta o relativa.
Este trabajo se ciñe a la movilidad absoluta particular. Es decir, se tomó un grupo específico -los inmigrantes- y se estudiaron sus transiciones laborales concretas. En primera instancia, se buscó responder quiénes y hacia dónde se movieron y, a continuación, se trató de entender la importancia relativa de los diferentes factores que pueden afectar dichos movimientos ocupacionales. Asimismo, es necesario aclarar que se trata de un estudio intrageneracional y no intergeneracional. Es decir, lo que se observa son las transiciones laborales -o el cambio de una profesión a otra- de los inmigrantes a partir de su llegada a España.
Lo anterior supone que el estudio se basa en la movilidad de clase y no en el prestigio profesional, pues este último“se presta sobre todo a un estudio de tipo global y relativo” (Carabaña, 1999: 279). Tampoco se hace caso a la movilidad absoluta global, ya que este tipo de estudios suele jerarquizar las ocupaciones a priori5 para determinar si la movilidad es ascendente o descendente. En esta investigación, sin embargo, la prioridad fue observar las principales transiciones laborales y entender las razones de la movilidad hacia determinadas ocupaciones. Sólo después de identificar los principales movimientos se procedió a inferir si éstos implicaban un cambio positivo o negativo.
Herramientas y métodos para el análisis de la movilidad ocupacional
Una vez definido lo que se quiere averiguar, es necesario explicar cómo y con qué herramientas y métodos se llevó a cabo el estudio de la movilidad ocupacional. En primer lugar hay que referirse a la fuente de datos utilizada. La ENI 2007 incluye 20 ocupaciones (Cuadro 1)6 y cuenta con información sobre la situación laboral en el primer empleo al llegar a España y el último.7
Ocupaciones | Número ENI | Posición ISEI* |
Dirección de las administraciones públicas y de empresas con diez o más asalariados | 1 | 68 |
Gerencia de empresas con menos de diez empleados y sin empleados | 2 | 51 |
Técnicos y profesionales de primero, segundo y tercer ciclo universitario | 3 | 70 |
Técnicos y profesionales de apoyo | 4 | 54 |
Empleados de tipo administrativo | 5 | 45 |
Trabajadores de servicios de restauración | 6 | 32 |
Trabajadores que se dedican al cuidado de personas | 7 | 25 |
Dependientes y exhibidores | 8 | 43 |
Trabajadores por cuenta propia y trabajadores cualificados por cuenta ajena en actividades agrícolas | 9 | 23 |
Trabajadores de la construcción: jefes de obras, capataces, cualificados, semicualificados | 10 | 31 |
Trabajadores cualificados de industrias extractivas, metalurgia, construcción de maquinaria y asimilados | 11 | 34 |
Trabajadores cualificados: industrias artes gráficas, textil y confección, elaboración de alimentos, ebanistas, artesanos | 12 | 34 |
Operadores de instalaciones industriales, de maquinaria fija, montadores y ensambladores | 13 | 31 |
Conductores de vehículos para el transporte urbano o por carretera | 14 | 32 |
Empleados del hogar | 15 | 16 |
Personal de limpieza de oficinas, hoteles y otros trabajadores asimilados | 16 | 16 |
Peones en las actividades agrícolas | 17 | 16 |
Peones de la construcción | 18 | 21 |
Peones en la industria, minería y transporte | 19 | 23 |
Otros** | 20 | 47-32-25 |
*La posición de las ocupaciones dentro del ISEI se obtuvo a partir de Simón, Ramos y Sanromá (2010).
**Bajo la categoría de “otros” se incluyen: no sabe; fuerzas armadas; trabajadores de los servicios de protección y seguridad; modelos de moda, arte y publicidad; maquinistas de locomotoras y asimilados; encargado de operadores de maquinaria de movimiento de tierra; operadores de otras máquinas móviles; marineros de cubierta de barco y asimilados; vendedores ambulantes; conserjes de edificios, limpiacristales y asimilados; vigilantes, guardianes y asimilados; limpiabotas y otros trabajadores de oficios callejeros; ordenanzas; mozos de equipaje y asimilados; lectores de contadores (agua, etcétera) y recolectores de dinero de máquinas expendedoras; recogedores de basura, y obreros asimilados.
Puesto que el número otorgado por la ENI a cada una de estas ocupaciones no corresponde a una jerarquización propiamente dicha, resulta útil clasificarlas a partir del índice socioeconómico internacional (ISEI).8 A fin de identificar las principales trayectorias laborales de los inmigrantes se utilizó una tabla de movilidad (Cuadro 2) que permitió comparar las dos situaciones laborales mencionadas. En ella se detectó el número de individuos y se calcularon los porcentajes para las distintas trayectorias ocupacionales. Además, se identificaron las principales ocupaciones de partida -el primer empleo al llegar- y las trayectorias laborales más relevantes que surgen de cada una de ellas.
Última ocupación | |||||
Ocupación al llegar | Ocupación 1 | Ocupación 2 | Ocupación 3 | Ocupación 4 | |
Ocupación 1 | Inmóviles y misma ocupación | Pasó de 1 a 2 | Pasó de 1 a 4 | Pasó de 1 a 4 | |
Ocupación 2 | Pasó de 2 a 1 | Inmóviles y misma ocupación | Pasó de 2 a 3 | Pasó de 2 a 4 | |
Ocupación 3 | Pasó de 3 a 1 | Pasó de 3 a 2 | Inmóviles y misma ocupación | Pasó de 3 a 4 | |
Ocupación 4 | Pasó de 4 a 1 | Pasó de 4 a 2 | Pasó de 4 a 3 | Inmóviles y misma ocupación |
La diagonal que parte la tabla a la mitad agrupa a quienes tenían el mismo trabajo que al llegar (inmóviles) con quienes reportaron la misma ocupación que al llegar. Por fortuna, la ENI permite distinguir entre estas dos situaciones laborales. Para aquellos que reportaron la misma ocupación entre el primer empleo y el último habría dos posibles escenarios: o bien cambiaron de ocupación en algún momento y regresaron a la inicial, o simplemente obtuvieron otro trabajo dentro de la misma ocupación. En cualquier caso, éstos y los inmóviles se analizaron por separado. En total se identificaron siete ocupaciones de partida y 43 trayectorias laborales para su análisis (Cuadro 3), lo cual representó 65 por ciento de los casos.
Ocupación en el primer empleo al llegar |
% | Movimiento | % | Ingreso medio (euros/mes) |
Movilidad según ISEI | |
Técnicos y profesionales universitarios |
6.3 | Inmóviles (mismo trabajo) Misma ocupación que al llegar Hacia otras ocupaciones cualificadas Hacia ocupaciones no cualificadas Hacia gerencia de empresas |
58.7 25.7 5.9 6.6 3.1 |
1521 1877 1221 1022 n.d. |
0 0 -21 -42 -2 |
|
Trabajadores de los servicios de la restauración |
10.6 | Inmóviles (mismo trabajo) Misma ocupación que al llegar Hacia técnicos y profesionales de apoyo Hacia empleados de tipo administrativo Hacia dependientes y exhibidores Hacia trabajadores de la construcción Hacia personal de limpieza Hacia todos los demás |
32.6 25.8 3.8 4.9 3.4 5.2 5.5 18.7 |
847 969 969 948 803 1137 791 1082 |
0 0 22 13 11 -1 -16 n.d. |
|
Trabajadores que se dedican al cuidado de personas |
7.2 | Inmóviles (mismo trabajo) Misma ocupación que al llegar Hacia servicios de restauración Hacia empleados del hogar Hacia personal de limpieza Hacia empleos cualificados Hacia todos los demás |
23.7 15.6 10.1 11.0 8.3 12.4 18.7 |
763 907 851 670 769 1081 910 |
0 0 7 -9 -9 33 n.d. |
|
Trabajadores de la construcción |
9.1 | Inmóviles (mismo trabajo) Misma ocupación que al llegar Hacia todos los demás |
45.4 36.1 18.5 |
1112 1330 1046 |
0 0 n.d. |
|
Empleados del hogar | 13.3 | Inmóviles (mismo trabajo) Misma ocupación que al llegar Hacia servicios de restauración Hacia dependientes y exhibidores Hacia cuidado de las personas Hacia personal de limpieza Hacia empleos cualificados Hacia todos los demás |
39.6 19.2 11.6 4.0 4.5 8.0 5.3 7.9 |
629 633 1180 769 745 731 1058 900 |
0 0 16 27 9 0 42 n.d. |
|
Peones agrícolas | 12.5 | Inmóviles (mismo trabajo) Misma ocupación que al llegar Hacia trabajadores de la construcción Hacia operadores de maquinaria Hacia peones de la construcción Hacia peones de la industria Hacia limpieza y hogar Hacia todos los demás |
20.0 15.8 17.0 4.2 12.6 7.7 3.8 18.9 |
834 896 1133 1129 1078 943 828 1054 |
0 0 15 15 5 7 0 n.d. |
|
Peones de la construcción | 6.3 | Inmóviles (mismo trabajo) Misma ocupación que al llegar Hacia trabajadores de la construcción Hacia todos los demás |
31.7 23.5 13.7 31.1 |
1053 1122 1204 1093 |
0 0 10 n.d. |
Fuente: Elaboración propia con base en laENI 2007.
Para determinar si una trayectoria implica un cambio positivo o negativo, ascendente o descendente, se recurrió a la diferencia en el ingreso promedio según el movimiento y a las brechas entre movimientos de acuerdo con el ISEI.9 Estas dos medidas no siempre coinciden, pero suelen hacerlo cuando las disimilitudes entre las trayectorias son más obvias. Además, en el primer caso no podemos asegurar que las variaciones en el ingreso se deban propiamente al movimiento ocupacional, aunque sin duda es razonable sospecharlo. En cuanto a la movilidad según el ISEI, su inclusión resulta útil sobre todo como punto de referencia.
Hasta aquí lo que se refiere a la medición de la movilidad absoluta particular. Una vez identificadas las principales trayectorias laborales, es decir, aquellos cambios de ocupación que resultaron más relevantes, la pregunta fue: ¿por qué los inmigrantes que parten de una ocupación determinada tienen trayectorias laborales diversas? Por ejemplo, entre quienes se emplearon como peones agrícolas al llegar (véase la séptima fila del Cuadro 3), ¿qué distingue a quienes se movieron hacia trabajadores de la construcción de los que se movieron hacia peones de la construcción?
Para explorar las relaciones entre los movimientos y los factores que pueden incidir en la movilidad ocupacional, se utilizaron técnicas convencionales de estadística descriptiva. En primer lugar se recurrió al coeficiente de correlación de Pearson, que permitió determinar si existe o no una relación lineal directa o inversa entre la variable y cada uno de los movimientos, además de mostrar qué variables son más relevantes para cada trayectoria. En segundo lugar se realizaron tablas de contingencia para calcular el porcentaje de personas con una característica dada en cada movimiento. Las variables empleadas fueron: sexo, estado civil, presencia de hijos, edad, edad al llegar, año de llegada, redes sociales al llegar, experiencia relevante previa, nivel y tipo de estudios, estatus legal, origen (regional), conocimiento del español, proyecto migratorio (motivos para emigrar e intención de retorno), envío de remesas, tasa de paro y actitud negativa de los españoles en el año en que obtuvo el último empleo.
La investigación también distinguió la movilidad de los inmigrantes provenientes de distintos orígenes. Debido a que no todos los colectivos tienen la misma representatividad dentro de la muestra de la ENI -y a que ninguna nacionalidad se podía analizar por sí sola-, fue necesario agrupar las nacionalidades por distintas regiones de procedencia: países desarrollados, Europa del Este (con predominio de los rumanos), países africanos (con preponderancia de los marroquíes), países andinos, otros países latinoamericanos (no andinos) y países de Asia y Oceanía. Asimismo, un análisis más minucioso contempló sólo las primeras cuatro y consideró la ocupación de partida donde tenían mayor representatividad. Entonces, se estudiaron en detalle los profesionales procedentes de países desarrollados, los empleados del hogar de países andinos, los trabajadores de la construcción de Europa del Este y los peones agrícolas de países africanos.
Algunas precisiones sobre los datos analizados
El informe de la ENI 2007 explica que la encuesta incluye “a personas de 16 y más años que han nacido fuera de España y que llevan al menos un año aquí o, en su defecto, tienen intención de llevar al menos un año aquí” (Reher et al., 2008: 18). La ENI cuenta con 15 465 casos de inmigrantes provENIentes de al menos 142 países.10 Sin embargo, por distintos motivos se realizó una serie de recortes que vale la pena mencionar. Lo primero fue separar los 6 554 casos válidos tanto para la ocupación al llegar como para la ocupación actual, más los 3 286 de quienes reportan el mismo empleo que al llegar -que sumados daban un total de 9 840 casos-. Con este recorte se aseguró que el análisis se concentrara en quienes están trabajando y dejara fuera a los desempleados, jubilados11 y pensionistas. Además, se hizo a un lado a los no encuestables (de los cuales 90 por ciento eran españoles) y quedaron 8 045. Asimismo, mientras se analizaban los datos se encontraron algunas inconsistencias que provocaron otros recortes, entre las más notorias están: las personas que no reportaron año de llegada, quienes no respondieron cuándo obtuvieron el último empleo y aquellos que reportaron un año de llegada posterior a la obtención del último empleo. Al final, el análisis se llevó a cabo con 6 606 casos.
Determinantes de la movilidad ocupacional de los inmigrantes en España
Por razones de espacio, en este artículo no se muestran con detalle los resultados de la investigación. Debe asumirse, por lo tanto, la buena fe del lector. No obstante, cualquiera que siga la metodología explicada en el apartado anterior debería llegar a iguales resultados. A continuación se exponen dichos resultados y se contrastan con la literatura existente.
Factores contextuales
Si bien el inmigrante puede arribar a una gran variedad de escenarios, a fin de simplificar el análisis, Portes y Böröcz (1989) proponen tres contextos ideales de recepción. En el primero de ellos, el recién llegado se topa con una sociedad de baja receptividad, donde el gobierno busca detener el flujo de inmigrantes por resultar indeseable. Existe un estigma negativo del inmigrante, y los empresarios autóctonos los desprecian por considerarlos inútiles para el trabajo cualificado. Ante un escenario tan hostil, los inmigrantes suelen llegar en la clandestinidad y refugiarse entre sus familiares. La precariedad y la falta de oportunidades provocan que la permanencia en el país sea temporal. En segundo lugar está un escenario donde la inmigración es permitida, aunque no promovida. Se piensa como un contexto neutral, pues los inmigrantes pueden competir contra los autóctonos sobre la base de sus cualificaciones profesionales, al tiempo que los estereotipos sobre las características de los inmigrantes tienen un papel menos relevante. Por último, proponen una situación donde la sociedad receptora es altamente receptiva. Los inmigrantes reciben asistencia de los gobiernos para establecerse y desempeñar sus actividades, al grado de que pueden obtener incluso más beneficios que los autóctonos. Por lo tanto, pertenecer a una minoría étnica es una ventaja, lo cual a su vez estimula y facilita la llegada de nuevos inmigrantes.
Conviene recordar que estos tres escenarios son ideales y, salvo por algunos rasgos particulares, no representan ninguna realidad en concreto, pero también es cierto que resultan de gran utilidad para reflexionar y ubicar el contexto de recepción que representa España. Portes y Böröcz (1989) distinguen cuatro dimensiones para analizar el contexto: a) las políticas públicas en torno al fenómeno migratorio; b) la situación del mercado de trabajo; c) la actitud de la sociedad receptora, y d) las redes preexistentes.
Políticas migratorias
Existe consenso entre académicos respecto de que la política española en materia migratoria fue fundamentalmente reactiva, es decir, se fue acoplando a las circunstancias en la medida en que el fenómeno cobraba importancia (Relaño, 2004; Aparicio Wilhelmi y Roig Molés, 2006; Cebolla Boado y González Ferrer, 2008; Diéz Nicolás, 2009). Además, los investigadores coinciden en que la demora en el establecimiento de una política migratoria derivó en la entrada masiva y desordenada de inmigrantes, lo cual repercutió en su asentamiento e integración, detonó la alarma en los medios de comunicación y a la postre influyó en la percepción de la opinión pública frente a los recién llegados. En términos prácticos, la falta de una política de inmigración adecuada facilitó la entrada de migrantes, lo cual hizo posible que España cubriera la demanda de mano de obra en un mercado laboral segmentado; no obstante, las dificultades de acceso a los documentos también provocó la aparición de altos niveles de irregularidad.
Las políticas migratorias pueden afectar a los individuos pues facilitan o restringen el acceso a los documentos que proporcionan derechos de circulación y de trabajo. Tener los papeles en regla puede resultar favorable en cuanto al tipo de trabajo al que el inmigrante puede acceder, además de disminuir la angustia que provoca la posibilidad de ser detenido y procesado por los agentes de migración. Asimismo, es de esperarse que el inmigrante con plenos derechos acceda a puestos de trabajo con ingresos más altos y mejores condiciones laborales, ya sea dentro de la misma ocupación o en otra (Hill, Lofstrom y Hayes, 2010). En el lado opuesto, cabría suponer que el inmigrante que no cuenta con autorización para trabajar es más propenso a aceptar trabajos peor pagados o poco acordes con sus cualificaciones, así como menos estables o más peligrosos.
En esta investigación, los resultados mostraron que los inmigrantes sin los documentos apropiados se encontraron en franca desventaja. En general, se puede decir que la carencia de papeles obstruyó la movilidad ocupacional ascendente, al tiempo que promovió movimientos hacia ocupaciones más precarias y menos reguladas. Del mismo modo, haber contado con documentos que permiten la movilidad laboral frecuentemente estuvo vinculado con la movilidad hacia mejores empleos. 12
Situación del mercado de trabajo
De acuerdo con la teoría de los mercados duales (o segmentados), de Michael Piore (1979), en los países con mayor industrialización se pueden distinguir dos sectores laborales: el primario, intensivo en capital, y el secundario, intensivo en trabajo y de baja productividad. Esto da lugar, por un lado, a trabajos estables, de alta remuneración, con beneficios generosos y buenas condiciones laborales y, por otro, a empleos mal pagados, inestables, no cualificados, peligrosos, degra dantes y de bajo prestigio. En este escenario, puesto que los trabajadores autóctonos no son suficientes para cubrir la demanda del sector secundario o rechazan directamente esos empleos, los inmigrantes son llamados a cubrir dichos puestos (Massey et al., 1993). España no es la excepción: en la medida en que el flujo migratorio se fue incrementando, los inmigrantes se ocuparon en trabajos poco cualificados, en sectores que demandaban mano de obra intensiva. Los empleos que los inmigrantes ocuparon al llegar fueron, tal como sugería Arango (2005), penosos, peligrosos, precarios y poco prestigiosos.
Ahora bien, con el fin de detectar el efecto que puede tener el mercado de trabajo en la movilidad ocupacional de los inmigrantes, se recurrió a la variable de la tasa de paro en el año en que obtuvieron el último empleo, es decir, el año en que el inmigrante realizó el movimiento hacia la última ocupación. Se esperaba que las trayectorias que implican una movilidad descendente tuvieran una tasa de paro más elevada, pues se entendía que si el desempleo era más elevado al momento de conseguir el último trabajo, el inmigrante habría optado por la opción laboral disponible, aunque significara una movilidad descendente. Los resultados revelaron que los movimientos descendentes y la inmovilidad reportaban frecuentemente tasas de paro más altas. Con todo, es necesario reconocer que dicha tendencia no se hizo presente en el caso de los profesionales, los empleados en el cuidado de las personas y los peones agrícolas. Lo anterior supondría que hay ocupaciones más sensibles que otras a las variaciones en el ámbito macroeconómico.
Actitud de la sociedad receptora
Esta variable se refiere a la forma en que la población autóctona percibe y se relaciona con los inmigrantes. Al analizar la actitud de la sociedad receptora, es útil pensar en los dos extremos en que se expresa: la xenofobia y la xenofilia (Cea D’Ancona, 2009). La primera hace alusión al rechazo y la segunda a la simpatía hacia los extranjeros. Empero, detectar o medir los sentimientos de las personas es una tarea poco trivial; pueden identificarse las tendencias generales de dicha actitud y reconocer momentos más o menos favorables en distintos periodos. La variable de la actitud antiinmigrante se generó a partir de la información de la ASEP/JDS Databank, a partir de la cual se determinó la variable “actitud negativa de los españoles en el año que obtuvo su último empleo”. Al igual que con la variable de la tasa de paro, se esperaba que las trayectorias descendentes estuvieran más expuestas a la actitud antiinmigrante. Al momento de buscar el último empleo, el rechazo social habría provocado que el inmigrante escogiera el trabajo disponible, aunque esto supusiese un descenso ocupacional.
La variable que recogió la actitud antiinmigrante se vio reflejada en los movimientos descendentes y en la inmovilidad. Sin embargo, ésta no tuvo repercusiones visibles en los profesionales y los peones agrícolas. En el primer caso, la tendencia se explica con lo observado por otros estudios en el sentido de que la migración cualificada es menos controvertida; esto es, está menos presente en el debate político y genera mucho menos pánico que aquella no cualificada (Findlay et al., 1996; Salt, 1997; Scott, 2006). En consecuencia, es normal que esté menos expuesta a actitudes discriminatorias. Para el segundo caso, la explicación es menos clara, pero quizás esté vinculada con la poca oferta de mano de obra autóctona en el sector agrícola.
Las redes sociales o punto de contacto
Es bien sabido que las redes sociales juegan un papel fundamental tanto en el proceso migratorio hacia el país receptor como en la inserción de los inmigrantes en el mercado laboral (Arango, 2003). Diversos estudios en Estados Unidos coinciden en que las redes sociales, en particular aquellas formadas por familiares y amigos, aportan a los inmigrantes conocimientos que les ayudan a insertarse en la sociedad receptora (véase, por ejemplo, Kanas, Van Tubergen y Van der Lippe, 2010). De hecho, Fernández Kelly (1995) sugiere que las redes proporcionan información sobre las características del mercado laboral: dónde encontrar trabajo y qué tipos de empleo hay, o cómo presentarse frente a los empleadores y la forma de comportarse en el trabajo. En este sentido, Aguilera y Massey (2003) proponen que contar con familiares y amigos con experiencia migratoria aumenta la eficacia al momento de buscar trabajos mejor remunerados. Por otro lado, en una perspectiva de mediano y largo plazos, dichas redes pueden cobrar una connotación negativa. En ocasiones se ha visto que el tipo de trabajo que “ofrecen” las redes suele ser de bajo prestigio y poco cualificado (Sanders, Nee y Sernau, 2002). Loury, Modood y Teles (2005) también advierten que las redes pueden fomentar la proletarización de algún grupo en particular; de igual forma, ascender laboralmente podría llegar a asociarse con el abandono del nicho étnico (Raijman y Tienda, 2000).
El indicador de las redes sociales iniciales o punto de contacto se formó a partir de tres preguntas: ¿tenía a quién dirigirse al llegar a España?, ¿se dirigió a familiares o amigos al llegar a España?, y ¿parientes o amigos le ayudaron a obtener el primer empleo?
Por lo general, se encontró una relación negativa entre éstas y la movilidad ocupacional, lo cual confirma lo hallado por otros estudios basados en la ENI (Stanek y Veira, 2009; Simón, Ramos y Sanromá, 2010). El punto es que, en las transiciones hacia las ocupaciones más exitosas, las personas reportaron en menor medida contar con redes sociales al llegar, en concreto con familiares y amigos. Además, contar con dichas redes a menudo impactó de manera negativa en la movilidad. Finalmente, una menor recurrencia a familiares y amigos para obtener el primer empleo estaría relacionada con la movilidad ascendente.
Lo anterior incomoda a algunos,13 quizá porque desafía la lógica de que las personas que cuentan con la ayuda y el apoyo de otros deberían tener más posibilidades de movilidad ascendente. Entonces, para entender lo que dicen los datos se pueden plantear algunos escenarios posibles: a) el contacto limita a los inmigrantes a ciertos empleos y entorpece la movilidad socioeconómica, lo que coincide con lo encontrado por Sanders, Nee y Sernau (2002) en torno a que el trabajo ofrecido por las redes regularmente es de bajo prestigio y poco cualificado; b) su propio colectivo los sabotea y los hace pagar derecho de piso; como tiempo atrás advirtieron Sanders y Nee (1987), la solidaridad étnica puede ser utilizada por los empleadores para privar a los recién llegados de sus derechos laborales, de manera que resulta más fácil explotarlos. Al respecto, el Colectivo Ioé (1999: 183) cuestionaba si era “mejor trabajar para un empleador-paisano, en un ambiente ‘conocido’, o para una empresa española, como minoría étnica dentro de la plantilla”; c) vinculado con lo anterior, los inmigrantes pueden ser lo que se conoce como indentured laborers, es decir, personas que emigraron con contratos con jefes que los explotan a cambio de su ayuda para viajar y entrar al país, de modo que están obligados a pagarles un porcentaje de sus ingresos; d) puede ocurrir que los inmigrantes que no conocen a nadie sean más emprendedores, más aventureros, o que la necesidad inmediata promueva la tenacidad con la que buscan trabajo. En la misma línea, las personas que cuentan con redes iniciales y llegan a un hogar pueden sentirse más cómodas y permitirse tener remuneraciones más bajas durante un tiempo, con lo cual tendrían menos prisa por modificar su situación laboral. Pero esto no significa que las redes iniciales en España no sean útiles. Sin duda es importante la información que proporcionaron sobre el contexto de recepción (Kanas, Van Tubergen y Van der Lippe, 2010) y en concreto sobre el mercado laboral (Fernández Kelly, 1995; Aguilera y Massey, 2003). Lo que el análisis de los datos cuestiona es la capacidad de las redes para promover la movilidad laboral ascendente. En suma, para el caso español cabría decir que no obstante las redes pueden resultar de gran utilidad para la llegada y el asentamiento de los inmigrantes al país receptor, en el aspecto laboral están lejos de indicar el camino hacia el éxito.
Factores individuales
La incorporación de los inmigrantes al mercado laboral no depende sólo del contexto de recepción, también obedece a las características de cada inmigrante. En situaciones similares, existen trayectorias laborales muy diversas que responden a factores individuales. Portes y Böröcz (1989) sostienen que, frente a los diferentes escenarios de recepción, cabría esperar una incorporación distinta dependiendo de la naturaleza de la ocupación del inmigrante, sea ésta trabajo manual, técnico profesional o actividad empresarial.14 Así, la suerte del inmigrante no sólo se define por el ambiente de recepción, sino también por las particularidades de la ocupación de cada uno. Pero además, en un mismo escenario, e incluso partiendo de la misma ocupación, pueden existir trayectorias laborales muy diversas que responden a factores individuales. Entonces, si en escenarios parecidos y partiendo de igual ocupación, las personas tienen trayectorias laborales distintas, ¿qué rasgos personales determinan la movilidad ocupacional de unos y otros? Existe una gran variedad de factores inherentes al inmigrante que pueden incidir en la movilidad ocupacional.
Sexo
Numerosos trabajos dan cuenta de que esta variable tiene un claro protagonismo en la inserción laboral de los inmigrantes (Castles y Miller, 1998; Solé y Cachón, 2006; Martínez Pastor, Bernardi y Garrido, 2006), así como en los mecanismos posteriores de movilidad ocupacional (Garrido y Miyar, 2008). No cabe duda de que hay ocupaciones donde predominan los varones y otras donde las mujeres son mayoría. Sin embargo, a pesar de que la proporción por sexo también variaba según el movimiento, en general no se encontró evidencia para asociar la condición de mujer o varón con la movilidad ascendente o descendente. Es decir, sólo con esta variable no es posible afirmar que existen ventajas o desventajas para la movilidad, aun cuando cada sexo mostró tendencias diferentes.
Presencia de hijos
Tener hijos puede tener un efecto importante al momento de tomar decisiones sobre el futuro laboral. Las aspiraciones de formar una familia pronto pueden ir en contra de las ambiciones educativas o de desarrollo profesional inmediato.15 Además, otros estudios en España, que utilizaron los datos de la ENI, encontraron que “tener un mayor número de hijos ejerce una influencia negativa sobre el ascenso ocupacional” (Caparrós y Navarro, 2009: 13). La presencia de hijos se detectó a partir de la pregunta de la ENI: ¿tiene hijos o hijas vivos? Pero la variable estaría incompleta si no se distingue por sexo; de ahí que se generaran las variables de maternidad y paternidad, referentes a mujeres con hijos y varones con hijos, respectivamente. Así, es posible observar si tener hijos conlleva un efecto positivo o negativo en los padres y en las madres.
La investigación confirmó que la presencia de hijos tiene un efecto negativo en el desarrollo profesional de los inmigrantes, con excepción de los peones de la construcción, donde la relación se invirtió. También se encontró que la maternidad afecta más que la paternidad (salvo en el caso de la ocupación del cuidado de las personas). Por lo tanto, si a partir de la variable del sexo no era posible inferir un perjuicio sobre la movilidad ocupacional en razón del género, la variable sobre la presencia de hijos demostró que las mujeres se encontraban en desventaja.
Estado civil
El estado civil también puede influir en las decisiones laborales. Al respecto, dos estudios sobre movilidad ocupacional en España, ambos utilizando la ENI, obtuvieron resultados distintos con la variable del estado civil: mientras uno asoció de manera negativa el estar casado con la movilidad ocupacional (Caparrós y Navarro, 2009: 13), el otro halló que la gente casada tenía mayores posibilidades de moverse ascendentemente (Stanek y Veira, 2009: 19). A partir de lo encontrado en esta investigación16 no se puede darle la razón a uno sobre el otro, pues ambos resultados fueron posibles conforme a la ocupación de partida. Para quienes en un inicio se emplearon como profesionales, en los servicios de la restauración y en el cuidado de las personas, la soltería se asoció con la movilidad ascendente. Por su parte, entre los peones agrícolas y los peones de la construcción, la condición de casados fue la que se vinculó con los movimientos ascendentes.
Edad y edad al llegar
Hay buenas razones para que los estudios sobre movilidad laboral incluyan la variable de la edad. En concreto, la edad al llegar puede arrojar algunos indicios vinculados al capital humano del inmigrante. Es interesante observar que en los resultados de investigaciones previas existen posiciones encontradas. Algunos asocian la juventud con la movilidad ascendente (Meil y Ayuso, 2006), y otros explican que quienes llegan en edades más avanzadas cuentan con la ventaja de tener más experiencia (Chiswick, Liang Lee y Miller, 2005). En esta investigación se encontró que, en todos los casos, llegar en edades más avanzadas se vinculaba con la inmovilidad, fuera ésta algo positivo o negativo. Ello sugiere que después de cierta edad los inmigrantes tienen menos probabilidades de moverse, lo cual puede interpretarse como que llegar en edades más avanzadas restringe la movilidad hacia otras ocupaciones. La asociación entre la llegada en edades tempranas y la movilidad ascendente fue evidente entre los empleados del hogar y los peones agrícolas. Por último, aunque haber crecido en España estuvo lejos de garantizar la movilidad ascendente, en algunos casos (quienes partieron de la restauración y del cuidado de las personas) pareció mitigar las posibilidades de movilidad descendente.
Año de llegada
Existen múltiples razones para utilizar periodos de años de llegada al estudiar la movilidad ocupacional de los inmigrantes. Como dice Carabaña (1999: 284): “al ser la movilidad el aspecto dinámico de la desigualdad, su estudio ha de tener siempre en cuenta el tiempo”. El dinamismo del contexto de recepción se transforma por necesidad en la medida que cambia la situación del mercado de trabajo, las políticas públicas en torno al fenómeno migratorio y la actitud de la sociedad receptora. Además, el tiempo de residencia influye sin lugar a dudas en el acoplamiento de los inmigrantes. En este sentido, es razonable pensar que entre más tiempo se está en un país, mayores son las perspectivas de movilidad ascendente.
La relación entre un mayor tiempo de residencia y la movilidad ascendente fue notoria para quienes se emplearon al inicio en el cuidado de las personas, como empleados del hogar y como peones agrícolas. Empero, para el resto de las ocupaciones de partida no se encontraron elementos que permitieran afirmar que el tiempo de residencia repercutiera de forma positiva en la movilidad. La única constante (en todos los casos) respecto de esta variable fue que los inmóviles llegaron en periodos más tardíos. En suma, podría decirse que un mayor tiempo de residencia es requisito para la movilidad, mas no implica que ésta vaya a ser ascendente.
Experiencia previa relevante
Una variable ineludible a la hora de entender la movilidad ocupacional es la experiencia laboral, pues además de contribuir a identificar la procedencia ocupacional de los inmigrantes, refleja un aspecto fundamental de su capital humano (Chiswick, Liang Lee y Miller, 2005). En la ENI se preguntó a los inmigrantes si contaban con experiencia laboral, pero se consideró que no bastaba con incluir dicho interrogante, pues lo esencial era ver si la experiencia en el país de origen resultaba trascendente para la trayectoria laboral. Por ello, se creó la variable de la experiencia previa relevante, identificando si la última ocupación del inmigrante coincidía con la del origen.
La experiencia relevante previa destacó entre las variables utilizadas para entender la movilidad ocupacional, por su poder explicativo en términos estadísticos y porque resultó de gran ayuda al identificar las estrategias de incorporación al mercado laboral de los inmigrantes cualificados. Haber contado con un empleo relevante en el origen se asocia en general con movimientos ascendentes, en especial cuando se trata de las transiciones hacia empleos cualificados. Esto coincide con lo planteado por Chiswick, Liang Lee y Miller (2005) sobre la ventaja que implica contar con experiencia laboral.
El nivel y el tipo de estudios
Un aspecto obvio a incluir en el estudio de la movilidad ocupacional es el nivel y el tipo de estudios de los inmigrantes. Aunque la relación entre la educación del inmigrante y su primera ocupación no siempre es del todo clara,17 se esperaba que al momento de la movilidad hacia otras ocupaciones la conexión fuese más evidente. Asimismo, el vínculo entre educación y ocupación tendría que ser más fuerte para los empleos cualificados, debido a que para acceder a muchos de ellos es indispensable contar con un determinado nivel académico. Pero los estudios también podrían redundar en la movilidad de los empleos menos cualificados. Por ejemplo, un trabajo sobre la población polaca en Madrid (Stanek, 2009) sugiere que las personas con mayores estudios tienden a estar menos conformes con los trabajos poco cualificados, con lo cual estarían más motivadas a buscar una mejor situación laboral.
En efecto, en la investigación se detectó una fuerte relación entre el nivel educativo y la movilidad ocupacional, en especial cuando se trató de las transiciones hacia empleos cualificados. Por lo común, un alto grado de escolaridad se presenta como requisito para acceder a estas profesiones, de ahí que sea justo afirmar que a mayor nivel de estudios hay mayores probabilidades de movilidad ascendente. Sin embargo, para el resto de las ocupaciones su relevancia fue menos clara; en ellas los estudios formales no resultaron determinantes para la movilidad. Por ende, podría decirse que si bien la educación es una condición para acceder a las ocupaciones cualificadas, no necesariamente constituye un instrumento para la movilidad en ocupaciones menos cualificadas. Lo anterior puede resultar una obviedad, pero vale la pena aclararlo para evitar valoraciones exageradas sobre este aspecto del capital humano.
Conocimiento de la lengua
La trascendencia de las competencias lingüísticas en la inserción de los inmigrantes al mercado laboral ha sido ampliamente subrayada por autores como Chiswick y Miller (2007) y Gutiérrez (2007). En concreto en el caso español, Alonso y Gutiérrez (2010) proponen que el conocimiento de la lengua incide en la selección del destino del emigrante, representa una ventaja en el ámbito laboral y contribuye a la integración social.
En cuanto a la movilidad ocupacional de los inmigrantes en España sucede que la carencia de esta cualidad se apreció sobre todo entre los inmóviles. A pesar de que las distintas ocupaciones requirieron un grado de español diferente, de modo invariable el análisis dejó ver la relación entre la inmovilidad y la falta de conocimiento de la lengua. Asimismo, en algunos casos, un mejor conocimiento del español se vio reflejado en la movilidad ascendente: para quienes se emplearon al inicio en la restauración, como empleados del hogar y como peones de la construcción. En el resto de las ocupaciones de partida no se percibió dicha relación. Lo anterior podría sugerir que la falta de dominio del español afecta la versatilidad ocupacional -y por consiguiente la movilidad- de los inmigrantes, sin que ello les impida acceder a un buen trabajo. Por poner un ejemplo hipotético, un sociólogo procedente de un país anglosajón podría ocuparse como maestro de inglés y acceder a un nivel de vida aceptable sin necesidad de aprender español, pero encontraría grandes dificultades para ejercer su profesión. En definitiva, los requerimientos lingüísticos no son iguales para las distintas ocupaciones, con lo cual la relación entre la movilidad y el conocimiento de la lengua depende de la ocupación de que se trate.
El proyecto migratorio: los motivos para emigrar, el plan de establecerse y la intención de retorno
En un sentido amplio, el proyecto migratorio contiene tres elementos esenciales: los motivos para emigrar, los planes de establecerse y las expectativas de retorno (Izquierdo, 2000). Conocer las razones para emigrar puede ser útil para entender la movilidad ocupacional posterior, sobre todo porque pueden reflejar las motivaciones de una persona para crecer desde el punto de vista laboral. En este sentido, no es equivalente que una persona emigre porque busca jubilarse en un lugar con un “clima mejor”,18 a que lo haga por falta de trabajo. Además, el plan de establecerse y la intención de retorno del inmigrante pueden dejar ver sus propósitos con relación a su desarrollo profesional en el país receptor. Por ello, la influencia del proyecto migratorio en la movilidad ocupacional no debe sobredimensionarse, pues éste se va adaptando a las circunstancias a las que está expuesto el inmigrante, lo cual otorga un alto grado de subjetividad a dicho plan. Se trata, pues, de una idea que responde al momento específico en que se encuentra el individuo entrevistado (Izquierdo, 2000).
En cuanto al vínculo entre las razones para emigrar y la movilidad, el resultado más llamativo fue la diferencia entre los movimientos hacia empleos cualificados y el resto de las transiciones laborales. Entre los primeros predominaron las razones educativas, mientras que en el resto imperaron las razones económicas. Esto sugiere que la persona que viaja a España por razones formativas o educativas se habría quedado siempre y cuando hubiese obtenido un buen empleo acorde con sus cualificaciones. Por otro lado, no se apreció que la reagrupación estuviera asociada con la movilidad ascendente ni con la descendente. Parecería que las personas que se reagrupan no cuentan con motivaciones semejantes para desarrollarse en el terreno profesional, por lo que se mantienen en empleos intermedios y tienen menos posibilidades de movilidad ascendente. Al respecto, Chiswick, Liang Lee y Miller (2005) explican que los reagrupados comparten con los refugiados la característica de contar con cualificaciones menos transferibles, lo que contribuye a experimentar una caída más severa de su estatus profesional. Por el contrario, continúan estos autores, los inmigrantes económicos con cualificaciones preinmigración altamente transferibles parecen tener un ajuste ocupacional más exitoso. Por último, aunque la intención de permanecer en España para los próximos cinco años no constituyó una variable muy relevante, dentro del análisis se vinculó en mayor medida con las transiciones ascendentes o con mejores ingresos.
Origen regional
Con frecuencia, una de las primeras distinciones que realizan los estudios sobre migraciones es el origen, sea a partir del país o región de nacimiento o de la nacionalidad. Es frecuente hallar estudios sobre la migración mexicana (o hispana) en Estados Unidos, o sobre la paquistaní en el Reino Unido, o la turca en Alemania, o la boliviana en España, por poner algunos ejemplos. Se parte de la idea de que las personas provENIentes de un mismo país o región comparten rasgos y características que los hacen agrupables. Esto es válido en muchos sentidos, desde las costumbres culinarias hasta las condiciones para obtener el visado del país receptor. La procedencia es otro elemento que parece incidir en el primer empleo al que acceden muchos de los inmigrantes. Pero en procesos más complejos, como la movilidad ocupacional, no es del todo claro que el lugar de procedencia o la carga cultural tengan un papel decisivo. Existe evidencia sobre las desemejanzas en la transferibilidad del capital humano, así como en la forma en que son tratadas las personas de diferentes nacionalidades. Al respecto, Powers y Seltzer (1998) observaron que, en Estados Unidos, los inmigrantes de origen europeo eran más exitosos económicamente y la sociedad los trataba mejor que a los no europeos. Portes y Zhou (1993) también dieron cuenta de la importancia del origen cuando hablaron de la asimilación segmentada, un proceso mediante el cual los hijos de los inmigrantes de distintas partes siguen diversos caminos que los conducen a posiciones sociales, económicas y culturales diferentes. No obstante, la pregunta sobre la relación entre la movilidad ocupacional y el origen sigue siendo pertinente si se piensa en individuos de características similares, con acceso a iguales derechos y que parten de la misma ocupación.
La distinción por origen dio lugar a dos tipos de análisis: aquel donde la diferencia evidenció las trayectorias laborales y los atributos de las personas dependiendo de la región de procedencia, y aquel que examinó si las trayectorias laborales de la gente de una determinada región tenían explicaciones diferentes respecto a los inmigrantes en general. El primer caso reveló el tipo de personas que emigran desde los distintos orígenes. Se observó que las personas provENIentes de países desarrollados predominaban entre los profesionales, los andinos eran mayoría en el cuidado de las personas, los africanos destacaban entre los peones agrícolas. Asimismo, el porcentaje más alto de asiáticos se encontraba en los servicios de la restauración, y la mayor proporción de europeos del este se empleaban como trabajadores de la construcción. En el segundo análisis, fue interesante descubrir que, pese a algunas diferencias, la mayoría de las variables se comportaban de manera similar entre los inmigrantes en general y aquellos de algún origen específico. Es decir, las razones de los movimientos para personas de distintos orígenes variaban poco del total de los inmigrantes. Por ejemplo, el pobre conocimiento de la lengua le afectó tanto al rumano como al marroquí o al chino. Para los tres, esta carencia tuvo una connotación negativa. Igual ocurrió con la falta de documentos o de experiencia previa.
Consideraciones finales
El estudio de la movilidad ocupacional de los inmigrantes en España produjo resultados y reflexiones de diversa índole, algunos de carácter metodológico y otros pertenecientes al ámbito teórico, unos vinculados con los individuos que inmigraron y otros con el contexto al que se incorporaron.
A pesar de ser trabajosa, la metodología fue adecuada al abordar las transiciones laborales, pues analizó los movimientos de manera específica -y no sólo si eran ascendentes o descendentes-, al tiempo que incluyó transiciones que suelen ser omitidas por otras metodologías. Por ejemplo, mientras algunos métodos tratan a quienes reportan la misma ocupación como inmóviles, el utilizado en esta investigación permitió distinguir entre ambas situaciones laborales. Esto es interesante porque en la mayoría de los casos el movimiento dentro de la misma ocupación pareció indicar una promoción laboral. Pero, además, dicha distinción definió la condición de inmovilidad, la cual mostró un comportamiento propio frente a las variables. Asimismo, se logró eliminar la arbitrariedad de las clasificaciones jerarquizadas, las cuales representan un problema, entre otros, cuando el punto de referencia de la escala es el nivel educativo y el vínculo entre las transiciones observadas y la educación es tenue. En ese sentido, puesto que en la mayoría de las ocupaciones se encontraban personas con niveles educativos dispares, ello suponía que los estudios no siempre eran una condición para acceder a éstas.
Otra ventaja de observar las transiciones de manera específica fue la claridad para percibir la movilidad ascendente y descendente. De haberse utilizado una escala, el cambio de condición laboral habría resultado más ambiguo. Por citar un caso, con base en la clasificación del ISEI, una empleada del hogar que se movió hacia dependiente ascendió 27 puntos, hacia la restauración subió 16 puntos y hacia personal de limpieza no se movió, se quedó en cero. En cambio, si se toma como punto de referencia el ingreso promedio mensual, quienes se movieron hacia la restauración vieron su salario incrementado (en relación con los inmóviles) en 551 euros, mientras que para los dependientes el aumento fue de 140 euros y para el personal de limpieza 102 euros. Como puede apreciarse, las diferencias al utilizar uno u otro parámetro son significativas, con lo cual es de esperarse que las conclusiones que arrojan también sean distintas.
Al estudiar los factores que inciden en la movilidad ocupacional de los inmigrantes, sean éstos de carácter demográfico, relativos al contexto de recepción o al capital humano, es posible identificar los que apoyan o entorpecen la movilidad ocupacional, aquellos que excluyen y los que incluyen a los inmigrantes, así como los que suscitan conflicto y los que fomentan la integración de la sociedad. Contar con ciertos atributos, como los documentos adecuados o el conocimiento de la lengua, motiva la movilidad ocupacional del individuo. Su carencia la dificulta y promueve la exclusión. La responsabilidad de la integración no debe atribuirse sólo al individuo, pero tampoco debe recaer únicamente en las instituciones gubernamentales. El éxito o el fracaso de la incorporación y el desarrollo laboral de los inmigrantes depende tanto de las características de los individuos como del contexto al que se incorporan.