Antecedentes
Hasta ahora se han descrito las variantes fónicas de cada país a través de la percepción de diferentes investigadores1, datos que posteriormente han sido recogidos por los lingüistas2. Las descripciones a las que me refiero se enfocan sobre todo en el habla popular, aunque más recientemente se ha incluido también la norma culta3, de nuevo a partir de los trabajos de diferentes investigadores (véase n. 5). En lo relativo a la radio, se ha mencionado su importancia en la promoción de la unidad lingüística, y por eso se han hecho propuestas relacionadas con la necesidad de que los locutores tengan una buena formación lingüística4. A pesar de esos señalamientos sobre la trascendencia y la influencia de la radio, no parece haber estudios sobre la pronunciación espontánea de los locutores por ese medio -menos aún cuando se trata de cubrir todos los países hispánicos. Tampoco ha habido estudio hecho por un solo investigador5 sobre la pronunciación que se escucha en los países hispánicos. Esta investigación tiene como propósito llenar esos huecos6.
La importancia de la radio es evidente. Después de la imprenta, que promovió la lengua escrita7 y la democratización de la cultura en Europa, la radio fue el primer medio oral de difusión masiva, lo que le permitió superar la barrera del analfabetismo8. Al igual que la imprenta en relación con el léxico y la sintaxis, la radio ha difundido una pronunciación nacional o internacional estándar9, con base, en el caso del español, en las tres normas generales que he descrito previamente10 y que comento de nuevo más adelante. La pronunciación profesional (PP) de los locutores o comentaristas de la radio, además, resulta más apegada a la letra que la de los hablantes cultos, como he señalado en otro estudio11.
Lo antes dicho sustenta la hipótesis de esta investigación: la radio promueve la internacionalización de la pronunciación del español. Esta propuesta se basa en los intereses propios del medio, sobre todo económicos y políticos12. Los primeros se relacionan con el nivel de audiencia, el llamado rating: si no se comprende lo que se transmite, no habrá audiencias, y mientras mejor se comprenda -sin considerar otros aspectos de contenido que no toco ahora- mayor será la cantidad de radioescuchas y el valor de los mensajes que se envíen. Por eso la radio utiliza en sus transmisiones una pronunciación que en inglés se conoce como received pronunciation (RP)13, y que en español correspondería a lo que llamaré pronunciación comprendida por las audiencias (PCA).
Los aspectos políticos de las transmisiones de los medios se relacionan con los gobiernos de los países. La radio -como antes la imprenta- ha sido fundamental para la consolidación de los estados nacionales mediante la promoción de una sola lengua en todo el territorio14. Los gobiernos han buscado así la integración nacional de los diferentes grupos lingüísticos que conviven dentro de los límites del país. Los dialectos, aunque son formaciones anteriores a las de los estados nacionales, poco a poco han ido perdiendo sus límites a favor de los correspondientes a los países, áreas en las que los medios limitan en buena medida su influencia, sobre todo en relación con la radio. Tan evidente es el caso de los estados nacionales como fronteras lingüísticas, que -en lo relacionado con Hispanoamérica, por lo menos- para ir de uno a otro se requiere pasaporte, a diferencia de lo que sucedía en el siglo XIX, cuyas fronteras dialectales eran otras15.
Mediante la imprenta, desde su nacimiento en el siglo XV, se alcanzaba un propósito semejante, pero la letra impresa tenía, como he dicho supra (véase también n. 8), el problema del analfabetismo, que fue superado unos cinco siglos después, con la popularización de la radio antes de la Segunda Guerra Mundial. De lo anterior se desprende la necesidad de analizar grabaciones de conversaciones espontáneas a través de ese medio de difusión masiva, ya que cuando se leen, por ejemplo, las noticias, siempre existe la posibilidad del fetichismo de la letra, del referente escrito16.
La situación actual, con el gran desarrollo de las comunicaciones, en especial de internet17, y con los viajes cada vez más frecuentes, hace muy difícil -e incluso inconveniente para los medios como la radio y la televisión- la diversificación de la lengua. Ese temor, quizá originado en el siglo XIX en Europa, con la extensión de la era industrial y las comunicaciones, no tiene sustento en el presente. Considérese además la expansión del sistema escolar y el abatimiento de los porcentajes de analfabetismo. Por eso resultan infundadas las inquietudes de algunos lingüistas que investigan la lengua española. No obstante sus preocupaciones, no estimulan suficientemente los estudios sobre los medios de comunicación masiva, más allá de algunas declaraciones y buenos deseos18. Es indudable el peso de la imprenta de tipos móviles en la estandarización de las lenguas europeas, así como el de la televisión y la radio, y más recientemente, de la internet. Sin embargo, sólo parecen haber merecido menciones, no estudios19.
La muestra y su tratamiento
Esta investigación se basa en 20 grabaciones de 30 minutos cada una20, correspondientes a una estación de radio de cada una de las 20 capitales de los países hispánicos21. Los comentaristas -todos de sexo masculino- hablaron en forma espontánea22 de un tema que no se buscó a priori, sino que se encontró en todas las estaciones: deportes, sobre todo futbol -aunque también se habló de beisbol en algunas transmisiones de radio del área del Caribe. El estilo que emplearon los comentaristas puede calificarse como coloquial público23. Las grabaciones fueron recogidas a través de internet, a fines de 2008 y principios de 2009. Posteriormente, hicimos nuevas grabaciones en el año 2015. En esta nueva audición no encontré grandes diferencias con respecto a la anterior, con excepción de las estaciones de radio de las capitales de Ecuador y Bolivia, cuyos locutores ya no hacían la distinción y/λ como en las grabaciones previas de 2008 y 2009.
Las 20 grabaciones fueron transcritas digitalmente de acuerdo con los usos ortográficos actuales, ya que se hicieron análisis léxicos y sintácticos. En cambio, los aspectos fonético-fonológicos se recogieron mediante la audición cuidadosa de cada una. La audición y las transcripciones -como mencioné supra- fueron hechas por un solo investigador: el autor de este artículo24. Esto permite superar lo que he comentado anteriormente en relación con los investigadores y sus sesgos (notas 5 y 6). Reitero ahora que las variantes fónicas del español que transmite la radio son lo suficientemente diferenciadas como para evitar que mi dialecto nativo me condicione y que, además, el español de México ha tenido suficientes descripciones fonéticas como para utilizarlo, en todo caso, como referente fonético-fonológico25.
El tema de comentarios deportivos -como dije supra- no fue seleccionado por nosotros, sino que apareció en todas las estaciones, lo que aseguró una comparación homogénea. Tampoco fue seleccionado el sexo de los locutores (todos fueron hombres)26, lo que corresponde a una base de comparación sin la variante sexo. Los comentaristas, sin duda, sabían que las transmisiones se hacían también por internet, lo que les hacía tomar conciencia, de alguna manera, del español que estaban usando. Esto los llevaba a emplear, por ejemplo, un léxico internacional, con pocos términos marcados o regionales, como he mostrado en otras investigaciones27.
Mi análisis, a diferencia de otros, hace explícita la variante en la que se basa. Sucede frecuentemente que los lingüistas proponen diferenciaciones dialectales pero no especifican, porque tal vez no se encuentra en la bibliografía consultada, el estilo ni el nivel sociocultural en el que se basan para sus descripciones28. También llama la atención que no se hable de los medios y la necesidad de analizar el empleo del español con base en un corpus cuando se mencionan los problemas de unidad y diversidad del español en el mundo.
Las normas internacionales de pronunciación29
Las normas que se escuchan por la radio son de tres tipos, que en anteriores trabajos he llamado alfa (α), beta (β) y gama (γ). El orden y la clasificación de esas normas responden a la frecuencia con que se utilizan en las transmisiones por televisión de alcance internacional30. Dado que he publicado varios artículos referidos a esas normas, decidí no modificarlas en esta ocasión, porque no era necesario. Su descripción, tanto para la televisión como para la PP de la radio, en una primera instancia, es la siguiente: en la norma alfa no se distinguen los fonemas /s/ y /θ/, y no se aspira el fonema /s/ implosivo; en la norma beta, además de la no distinción de los fonemas /s/ y /θ/, se aspira el fonema /s/ en posición implosiva; y en la norma gama, por último, se hace la distinción entre /s/ y /θ/, y no se aspira el fonema /s/ en posición implosiva (ver Figura 1).
Estas diferencias permiten establecer tres isoglosas generales por países, las cuales matizaré a continuación. Añado que, a diferencia de lo que ocurre con otras descripciones31, la mía se basa en los rasgos pertinentes desde el punto de vista diferencial de las variantes32.
El referente de la lengua escrita33 es inevitable incluso cuando se trata de los medios orales. En ausencia de un texto impreso, la escritura sigue en la mente de los hablantes alfabetizados34. En relación con la ortografía, la norma gama utiliza, para la transcripción del fonema /z/, las grafías <c> ante <e>, <i>, y en los demás casos <z>. Esto no ocurre con las normas alfa y beta, que no diferencian el sonido de esas letras del de la <s>. Asimismo, el grafema <ll> permite diferenciar países (ver infra).
Las estaciones de radio capitalinas -ciudades como Madrid, México, Caracas, Bogotá, Lima o Buenos Aires- transmiten en las tres normas que he mencionado. La norma alfa se escucha en las estaciones de radio de las capitales de México, Bolivia, Ecuador, Colombia, Guatemala, El Salvador y Costa Rica. En la PP de esos países, además, es posible distinguir entre la variante alfa 1, donde el fonema /x/ se pronuncia palatal fricativo (México, Bolivia, Ecuador), y alfa 2, donde se abre y se relaja ese mismo fonema (Colombia, Guatemala, El Salvador, Costa Rica). En la norma alfa 1 es posible distinguir entre la PP de Bolivia y la de Ecuador35, pues en las grabaciones de 2009 se escuchaba una diferenciación de los fonemas /y/ y /λ/36, pero no en las de 2015. En estas últimas grabaciones es suficiente señalar que tanto en Ecuador como en Bolivia se pronuncia [ᴣ], lo que no ocurre en México. Para diferenciar los dos países andinos basta indicar que en el primero el fonema /s/ se pronuncia sonoro al final de palabra ante vocal, como en [dosempúnto] (“doce en punto”) y [dozempúnto] (“dos en punto”)37.
Frente a los países anteriores, en las estaciones de radio de Colombia, Guatemala, El Salvador y Costa Rica el fonema /x/, como he indicado antes, se pronuncia faríngeo, con una mayor o menor apertura, variante que transcribiré con [ħ]. Por otra parte, en Colombia no recogí la pronunciación velar [ŋ] de /n/ final de palabra, la que sí se presenta en los demás países. La diferencia entre El Salvador, Costa Rica y Guatemala consiste en que en las primeras dos estaciones de radio escuché una pronunciación relajada de /b/ /d/ y /g/38 entre vocales, la cual, comparativamente, los distingue de Guatemala. Entre Costa Rica y El Salvador la diferencia está marcada por la pronunciación aproximante [ɹ] del fonema /ɾ/ en el primer país.
Las diferencias entre las estaciones de radio que transmiten en norma beta, permiten distinguir entre los países beta del norte y del sur de América; he clasificado como beta 1, los del norte, frente a beta 2 y beta 3, los del sur. La pronunciación faríngea [ħ] del fonema /x/ caracteriza a los países del primer grupo, donde se escucha usualmente en la PP de la radio, frente a los del segundo y el tercero, donde no se escucha.
Los países beta 1 son los que se encuentran en el área del Caribe: Venezuela, Panamá, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Nicaragua y Honduras39. En la República Dominicana y en Puerto Rico, además, los fonemas /b/, /d/ y /g/ entre vocales se pronuncian relajados, lo que no ocurre con la misma frecuencia e intensidad, comparativamente, en los demás países. Entre Dominicana y Puerto Rico la diferencia se puede establecer por la baja y la alta frecuencia de la pronunciación lateralizada del fonema /ɾ/ implosivo.
Los rasgos diferenciadores de Venezuela, Panamá, Cuba, Nicaragua y Honduras son los siguientes: el fonema /ʝ/ se pronuncia abierto [j] en Panamá, Nicaragua y Honduras, y con menor apertura en Venezuela y Cuba, países que se diferencian por la pronunciación relajada de /d/ entre vocales en el primero, lo que no es tan frecuente en el segundo.
En relación con Panamá, Nicaragua y Honduras, en el primer país es muy frecuente la relajación del fonema /d/ en posición intervocálica, lo que no ocurre tan consistentemente en los otros dos países. La distinción entre la PP de Honduras y de Nicaragua estriba en que en Honduras el fonema /s/ se escucha con un sonido sonoro asimilado a /b/, /d/, /g/, como en <es buena> [ebbuéna], <los gatos> [loggátoh] y <desde aquí> [deddeakí]40, lo que no recogí en Nicaragua (ver Figura 3).
Los países beta de Suramérica -Perú, Paraguay, Argentina, Uruguay y Chile- se distinguen de los del norte, como indiqué supra, porque la pronunciación del fonema /x/ es velar, no faríngea. En la PP de esos países escuché las siguientes diferencias: en Perú se pronuncia la variante velar [ŋ] como alófono de /n/ en posición final de palabra ante vocal. La palatal lateral [λ] se escucha en Paraguay, pero no en Argentina, Uruguay o Chile. En Argentina y Uruguay se escucha, para el fonema /ʝ/, la variante [ᴣ], lo que no ocurre en Chile41. Entre Argentina y Uruguay la diferencia que pude establecer se relaciona con la realización ensordecida [ʃ] del mismo fonema, que resulta más frecuente en Argentina42 que en Uruguay (Figura 3).
En cuanto al único país con PP gama, España (Figura 3), la diferencia consiste, frente a todos los demás países, en que los comentaristas deportivos madrileños distinguen los fonemas /s/ y /θ/, como dije antes. La oposición fonológica, en este caso, es de sistema, si se considera que cuando en un conjunto de elementos no está presente uno de ellos, se trata de otro sistema43.
Conclusiones
Es indudable la importancia que han tenido los medios de comunicación o difusión masiva -de la imprenta a la internet- en la estandarización de las lenguas europeas. Los medios siempre han respondido a los intereses de los estados nacionales44 , aunque en la actualidad expresan cada vez más los de las empresas transnacionales.
Gracias a la imprenta se consiguió estandarizar, mediante la publicación de la Biblia, las lenguas del norte de Europa. No obstante, el analfabetismo fue el gran obstáculo al que se enfrentó la lengua escrita. Esta limitante fue superada siglos después por la radio, el primer medio de difusión oral de las lenguas. Más tarde la televisión, de vocación internacional, promovió de nuevo la unidad lingüística. En la actualidad, la internet, de vocación mundial, permite no sólo la transmisión de la lengua escrita, sino también de la hablada -además, por supuesto, de imágenes y videos. De manera inevitable, la red mundial requiere la utilización de una norma lingüística internacional.
Por lo anterior, llama la atención el hecho de que, aparte de las declaraciones al respecto, no se hayan hecho investigaciones sobre el español de la radio -o de la televisión o la internet- en el ámbito internacional. Habría que pasar de las declaraciones a las investigaciones básicas y teóricas. La que presento -aunque tiene sus propias limitaciones- fue hecha directamente por un solo investigador, lo que permite superar los planteamientos generales que se sustentan, casi sin excepción, en referencias bibliográficas de diferentes estudiosos.
Mis resultados se basan en la audición de la PP de 20 estaciones de radio: una por cada capital hispánica. La PP de los locutores ofrece la posibilidad de establecer una taxonomía de países a partir de rasgos distintivos, no redundantes o cualitativos. Sin embargo, en algunos casos he recurrido a aspectos de tipo cuantitativo, de acuerdo con la mayor o menor frecuencia de uso de un determinado alófono (ver Figuras 2 y 3). Los resultados muestran que hay una gran unidad fonética45 del español a nivel internacional a partir de las tres normas que he descrito: la alfa, seseante y sin aspiración de /s/ implosiva; la beta, seseante y con aspiración de /s/ en la misma posición; y la gama, ceseante y sin aspiración de /s/ final de sílaba.
He comentado que la televisión de alcance internacional promueve la unidad lingüística del español. Lo mismo ocurre con la radio en el nivel nacional, por motivos económicos y políticos, lo que confirma la hipótesis que propuse en esta investigación. En la actualidad los países, como límites de los estados nacionales, delimitan las normas idiomáticas a través de los medios y del sistema escolar, cada vez más extendidos. Este hecho implica que los dialectos poco a poco van dejando su lugar a las formaciones lingüísticas nacionales o supradialectales46, aunque algunas isoglosas rebasen los límites de los países. Resulta claro que la regulación de la forma de hablar de los hispanohablantes tiene que ver -más que con instituciones- con la sanción o el consenso sociales. Y eso es lo que, en mi opinión, han tomado en cuenta los medios de difusión masiva: la pronunciación comprendida y aceptada por las audiencias (ver Figura 4). De manera inevitable, por su influencia y su prestigio, los medios orales, como antes la imprenta, están generando el consenso social en relación con las variantes fónicas de la lengua española. Y al hacerlo, promueven la unidad internacional de la lengua.
Por eso considero que las preocupaciones de algunos lingüistas en relación con la diversificación del español no parecen justificarse en la actualidad. Se explicarían, quizás, a partir de la expansión industrial del siglo XIX, que impuso normas lingüísticas generales y logró que se perdieran algunas lenguas minoritarias. El auge actual de las comunicaciones -que da, por ejemplo, la posibilidad de que en los hogares se escuchen las normas internacionales-, la generalización de la alfabetización y del sistema escolar y los constantes viajes a otros países promueven la unidad lingüística de la lengua española.
Lo anterior lleva a discutir la supuesta hegemonía de una variante: la gama, del norte-centro de España47. Mis datos muestran que esa norma es la única que no rebasa el ámbito nacional. Si se considera el número de hablantes -el mercado potencial para esa pronunciación-, el de la norma gama resulta indudablemente minoritario en comparación con las audiencias de las normas alfa y beta. Por eso los medios orales, la televisión y la radio sobre todo, utilizan esas dos normas en sus producciones y doblajes48, principalmente la alfa.
En todo caso, los lingüistas deben tomar en cuenta, necesariamente, a todos los actores que intervienen en la actualidad en la difusión y estandarización de la lengua española. Deben advertir, más allá de las descripciones puramente lingüísticas y de las declaraciones, los intereses de los gobiernos nacionales, de las grandes empresas nacionales y transnacionales y, dentro de ellas, los de los medios de difusión masiva y su mercado lingüístico.