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Zincografía

versão On-line ISSN 2448-8437

Zincografía vol.6 no.11 Guadalajara Abr. 2022  Epub 23-Maio-2022

https://doi.org/10.32870/zcr.v6i11.134 

Referente

Tatuajes. Formación de profesionales del arte corporal en el contexto ecuatoriano

Tattoos. Training of body art professionals in the Ecuadorian context

Jose Oleas-Orozco1 
http://orcid.org/0000-0003-2099-9758

Paolo Villacis Galora2 
http://orcid.org/0000-0001-6470-2042

Matías Sandoval Santana3 
http://orcid.org/0000-0002-0773-2103

1Universidad Tecnológica Indoamérica, Ambato, Ecuador joseoleas@uti.edu.ec

2Universidad Tecnológica Indoamérica, Ambato, Ecuador paolo8828@gmail.com

3Universidad Tecnológica Indoamérica, Ambato, Ecuador matiasnico31@gmail.com


Resumen

El presente artículo muestra una investigación de tipo exploratoria, con enfoque cualitativo, realizada en estudios de tatuaje en cuatro ciudades de Ecuador. Su propósito ha sido conocer las características de los centros de arte corporal, sus profesionales, las condiciones en las que se enmarca su trabajo y los colectivos sociales a los que pertenecen los clientes o consumidores de este servicio. El análisis presenta datos cualitativos que fueron recolectados mediante entrevistas semiestructuradas en 12 centros de tatuaje repartidos proporcionalmente en Quito, Latacunga, Ambato y Riobamba. En los resultados se obtuvieron criterios sobre formación profesional, valoración y costos de su trabajo, características de sus clientes y percepción de los colectivos hacia la profesión.

Palabras clave: Arte corporal; tatuajes; formación profesional; colectivos sociales

Abstract

This article shows exploratory research, with a qualitative approach, carried out in tattoo studios in four cities in Ecuador. Its purpose has been to know the characteristics of body art centers, their professionals, the conditions in which their work is framed and the social groups to which the clients or consumers of this service belong. The analysis presents qualitative data that was collected through semi-structured interviews in 12 tattoo centers distributed proportionally in Quito, Latacunga, Ambato and Riobamba. In the results, criteria were obtained on professional training, valuation and costs of their work, characteristics of their clients and perception of the groups towards the profession.

Keywords: Body art; tattoos; professional training; social groups

Introducción

Las industrias culturales abarcan un amplio crisol de actividades, que incluyen desde la plástica hasta las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (Puente, 2007). La coyuntura política ecuatoriana en la actualidad propone un marco de acción en donde las industrias culturales pueden desarrollarse en condiciones favorables, a diferencia de épocas anteriores, pues este campo es uno de los componentes considerados en el cambio de la matriz productiva y se ha contemplado en el Plan Nacional de Desarrollo, según la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades, 2017). El área de la producción cultural ha tenido un crecimiento considerable en relación con épocas pasadas (Las industrias culturales en Ecuador, 2013). Desde el punto de vista productivo, el área del arte corporal, específicamente el tatuaje, respecto a su información local se encuentra en construcción y crecimiento, de allí que su análisis resulte pertinente.

Origen del término tatuaje

El origen de la palabra tatuaje es desconocido; sin embargo, ha sido documentado que etimológicamente puede provenir de la palabra ta, que en lenguaje polinesio significa golpear. Asimismo, puede proceder de la práctica de marcación de las culturas polinesias, que consistía en golpear constantemente un hueso contra otro sobre la piel, generando el sonido tau tau (Ganter, 2005). Así, la palabra tatuaje sería una consecuencia del uso de la palabra ta-tau, de origen polinesio.

La expresión es introducida en Europa por el explorador James Cook en el siglo xviii, luego de sus viajes en el Pacífico Sur (Solís, 2008). Otra versión apunta que el vocablo viene de la palabra samoana tatau, que significa golpear, la cual evoluciona al inglés tattoo, luego al francés tatouage y de la misma manera al castellano tatuaje (Quiroga, 2018).

Walzer (2015), Ballén-Valderrama y Castillo-López (2015) concuerdan en que la práctica del tatuaje tiene una larga historia. Investigaciones previas han encontrado vestigios que datan del período neolítico hace más 3 500 años. Civilizaciones antiguas, como la egipcia, y pueblos orientales de la India, China y Japón utilizaban estas modificaciones corporales posiblemente con fines espirituales y religiosos. Las culturas clásicas, griega y romana, usaban los tatuajes como marcas de jerarquía social, especialmente en la marcación de esclavos, prisioneros de guerra y delincuentes. En contribución al uso y significación de los tatuajes en las diversas culturas, Gombrich (2008) aporta:

Es sólo una de las muchas maneras según las cuales el cuerpo puede ser manipulado en su apariencia. Incluso la pintura corporal o el tatuaje, que pueden ser las fórmulas más antiguas del arte decorativo deben de haber sido practicados con este objeto, consciente o inconscientemente. La reacción perceptual y emocional no puede ser separada, naturalmente, en este amplio campo de énfasis expresivo y erótico. (p. 168)

En la época moderna se registró un renacer del tatuaje entre los años 1891 y 1920. Uno de los hitos que cambió la práctica del arte del tatuaje fue la aparición de un aparato mecánico, que cambió el proceso de su ejecución.

Acerca de los inicios del tatuaje como práctica comercial, Mata (2015) señala:

Samuel O’ Rielly inventa la máquina de tatuaje original, una máquina rotativa que se ha ido mejorando especialmente a finales de los años ’70. Sea como fuere, O’Rielly y los tatuadores de su entorno se instalaron en un barrio Neoyorquino, conocido como The Bouwery […] uno de los barrios conflictivos y más degradados de Nueva York del momento. Allí empezaron a tatuar los primeros tatuadores americanos, conocedores y admiradores del estilo japonés Irezumi, así como nace propiamente el estilo Old School. (p. 6)

Como ha sido mencionado, la invención de la máquina de tatuar propicia el nacimiento del estilo Old School, también llamado tradicional americano, propio de Estados Unidos. Éste fue popularizado por los marinos en los puertos ingleses y holandeses, y tenía motivos como barcos, anclas, corazones, mujeres, rosas, entre otros (Delmonte, 2014).

En la misma línea, sobre la concepción contemporánea del tatuaje, en virtud de su ejecución mecánica y de las características del proceso, según Gracia (1999):

El tatuaje, tal como ahora lo conocemos, es una modificación superficial de la piel mediante punciones con una aguja eléctrica de suficiente profundidad para que se pueda alojar un pigmento de color. Este aparato eléctrico es una derivación del que en 1881 inventó Tom Riley y es capaz de perforar la piel más de 2 500 veces por minuto prácticamente de forma indolora. (p. 36)

Percepciones sociales del tatuaje

Lo anterior expone la antigüedad y supervivencia de la práctica. No obstante, el tema implica la existencia de un debate constante en la sociedad conservadora ecuatoriana, la cual está fuertemente influenciada por el contexto cultural-religioso. Bajo este contexto se puede citar a Walzer (2015):

En la civilización occidental ha primado -aunque con excepciones- la prohibición de alterar el cuerpo. Esta prohibición proviene de preceptos del Antiguo Testamento (Levítico 19:28, Deuteronomio 14:1, Jeremías 16:6) que fueron asumidos por las religiones monoteístas. Así, una práctica muy extendida va quedando progresivamente prohibida en gran parte del mundo antiguo. (p. 197)

Con la cita anterior se vislumbra cómo, desde la religión, surge una imagen de que las personas tatuadas son individuos peligrosos para los sectores conservadores de la sociedad. Esta imagen ha sido construida y reforzada en disciplinas como la medicina, la psicología y las leyes, que han pretendido relacionar a las personas tatuadas con prácticas poco salubres y conductas peligrosas y violentas (Barragán-Solís, 2011). En concordancia con lo anterior, Soto, Santiago y Cotto (2009) señalan en su estudio que:

La práctica de modificación corporal mediante el tatuaje es una práctica reprimida por el sistema al ser vista como una conducta diferente o distinta de aquello reconocido como “normal”. Es decir, el cuerpo modificado por tatuajes es un cuerpo desviado, ya que no acata la norma estética y social que se le ha impuesto. A partir de esto, se puede considerar que el estigma es uno de los mecanismos utilizados para catalogar las personas como indeseables y/o desviadas. (p. 377)

En la actualidad los medios de comunicación masiva y las nuevas tecnologías, tales como el internet y las redes sociales, con intencionalidad o no, han contribuido a un cambio de percepción sobre el tatuaje y sus portadores. Los íconos de la cultura popular, como deportistas (futbolistas), músicos, estrellas de cine y otros, portan estos signos en sus cuerpos; por ello, sus seguidores, tratando de imitarlos, los reproducen en ellos mismos.

Práctica del tatuaje

En la comunidad de los artistas y portadores del arte del tatuaje se presenta una perspectiva interna, la visión de cómo se conciben ellos mismos dentro de la práctica. Minguet (2013) expresa:

Dentro del mundo del tatuaje hay infinidad de profesionales que crean auténticas obras de arte impresas en piel. No hay mayor responsabilidad que hacer un buen trabajo, buscando entre técnica y diseño, anatomía y legibilidad, belleza y tradición… pero cada uno con una visión estética singular del estilo que presenta: japonés, old school, new school, tribal, neo tribal, realista oriental… (p. 6)

Para Álvarez y Sevilla (2002), el tatuaje en la sociedad contemporánea se ha vuelto parte de la cultura, dejando de ser solamente un signo de identificación de segmentos sociales populares y grupos marginales. Personas de estratos sociales altos, profesionales, académicos, adultos y jóvenes optan por el arte corporal estimulados por diversos motivos que van desde justificaciones filosóficas, existenciales, o la pertenencia a agrupaciones sociales, hasta razones efímeras, como modas o impulsos espontáneos sin mayor trasfondo.

En adición a lo anterior, para Montoya-Vilar (2015), el tatuaje es el arte que utiliza al cuerpo como medio de comunicación para expresiones personales íntimas sin ser efímeras, ya que es una ilustración que se lleva de por vida y constituye un ritual para conservar de manera indeleble nacimientos, ritos, citas literarias, ídolos del deporte, cine o literatura.

En la actualidad, la concepción de la práctica ha evolucionado, al igual que la percepción de los portadores del arte corporal, pues ya no son considerados como parte de grupos sociales minoritarios con características transgresoras y tampoco se les vincula con estereotipos negativos. Chomnalez (2013) señala:

En la actualidad, el tatuaje no responde a una práctica ritual institucionalizada, ni se presenta como signo de jerarquía y distinción social, ni es excluyente de hombres, mujeres, adultos/as, maduros/as, insanos/as. Desde nuestra perspectiva, se destaca por ser una práctica permanente en una época de fluidez que, además, no estaría legitimada en el sentido de la belleza hegemónica orientada hacia la búsqueda de algún tipo de perfección del cuerpo liso, de belleza plastificada.

En función de los contextos geográficos, un paralelismo que resulta válido acerca de la temática -desde la perspectiva de los aspectos médicos y sanitarios, y en razón de la frecuencia de los tatuajes en la población- se presenta en un estudio dermatológico realizado en Venezuela por Misticone, Kannee, Ortiz, Alio y Ortega (2004), quienes indican:

Los tatuajes y piercing son prácticas frecuentes en la población de adolescentes y adultos estudiada, así como en los médicos y estudiantes de medicina encuestados. La frecuencia encontrada fue de 9,6% para tatuajes y 17,2% para los piercings en la población general. (p. 21)

Esto proporciona una perspectiva de la realidad regional; sin embargo, en un contexto más cercano, existen al respecto estudios previos cualitativos, como los realizados por Sánchez (2011) y Espinosa (2014), que se llevaron a cabo en la ciudad de Quito.

Estos estudios presentan la datación del tatuaje como práctica comercial a inicios de la década de los noventa, con Marisol Rosales, la primera persona que inició con un local en la ciudad, lo cual favoreció la apertura de negocios similares al cabo de pocos meses, aproximadamente en 1996. En este escenario, acerca de la percepción de la población quiteña sobre los tatuajes, Espinosa (2014)señala:

En el pasado esta práctica ha sido asociada a lo que hoy llamamos “tribus urbanas” que muy frecuentemente eran sinónimo de violencia ligada a las clases sociales deprimidas. Esta visión se ha ido transformando, en la actualidad el quiteño que se realiza este tipo de modificaciones corporales no se limita a una sola clase social y tampoco necesariamente pertenece a estos grupos o tribus urbanas. Es decir que la decisión de modificarse el cuerpo debe ser considerado desde distintas perspectivas que no transitan en su totalidad por las dinámicas de pertenencia a un grupo estereotipado y definido previamente. (p. 18)

Además de la significación social que se indica, es necesario mencionar la evolución de la técnica. Al respecto, Garrido (2010) refiere lo siguiente:

El tatuaje se ha desplazado de lo rudimentario a lo técnico: la máquina higiénica reemplaza a los antiguos pigmentos con los que se ilustraba la piel. Hoy el tatuaje se hace con máquinas -la piel es perforada con una aguja eléctrica cargada de colorantes que la pensiona- y también con máquinas se borra. (p. 3)

Sobre lo manifestado por los autores, se puede inferir que, en la actualidad, la práctica del arte del tatuaje se encuentra aceptada y en cierta manera normalizada en los públicos más jóvenes, en gran parte debido a los medios de comunicación y a la portación de marcas corporales en estrellas de cine, deportistas de élite y músicos, por mencionar algunas personas. Los estereotipos negativos y las percepciones sobre representaciones de grupos marginados han disminuido con el pasar del tiempo; no obstante, aún existen sectores conservadores y tradicionalistas que mantienen su posición en contra de esta práctica.

Crecimiento de la práctica

Tanto con adeptos como con detractores, la demanda de este tipo de servicios de arte corporal es creciente, lo cual se evidencia en las ciudades de mayor población en Ecuador, como son Quito, Guayaquil y Cuenca, y en las ciudades medianas como Ambato, Latacunga y Riobamba, donde se multiplican los centros de tatuado y los artistas independientes. Factores como la publicidad, la música, el cine y los nuevos medios de comunicación han contribuido para la expansión y el crecimiento de la práctica y sus ejecutantes. Así como también han favorecido la delimitación de un mercado estratégico ya establecido y de otro potencial (Rodríguez-Gutiérrez, 2011).

Los medios de comunicación recogen las noticias de eventos que se llevan a cabo sobre este tema, ya sean convenciones, encuentros musicales o personajes destacados de la rama, lo cual evidencia un creciente interés de la sociedad por el arte corporal. Un caso particular ilustra esto: después del terremoto que afectó la costa ecuatoriana en el año 2016, las muestras de solidaridad llegaron de todos los lugares del país y por parte de diversas asociaciones, gremios y grupos, en donde se incluyeron los tatuadores. Concretamente, un grupo de 30 artistas del tatuaje, en colaboración con el Ministerio de Cultura y Patrimonio, llevó a cabo la iniciativa Un tatuaje por una donación para ayudar a los damnificados del siniestro. En el evento se dieron cita más de 400 personas aficionadas al arte corporal (La solidaridad se tatúa en la piel de centenares de personas en Quito, 2016; Medina, 2016).

En el aspecto de la capacitación se han encontrado documentos regulatorios elaborados por administraciones municipales de los países de la región, los cuales abordan temáticas para el funcionamiento de los centros de arte corporal. Dichos documentos principalmente se centran en cuestiones sanitarias (Municipalidad de Rosario, 2015). Por ejemplo, según la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (2014), en Ecuador existe una categorización desde la perspectiva sanitaria hacia la ejecución del arte corporal, tatuajes y perforaciones dentro de establecimientos de cosmetología y belleza, lo cual resulta interesante.

Sin embargo, en lo referente a la formación de los ejecutantes del arte corporal, los registros académicos son escasos, lo cual se acrecienta en ciudades que no son consideradas principales. Respecto a los ejecutantes y sus procedimientos, Espinosa (2014) hace la siguiente referencia:

[…] en los últimos años varios tatuadores se han agremiado con el fin de trabajar en proyectos que beneficien en su oficio, pero también se va formando una red de conocimiento en torno al tatuaje con prácticas, discursos y códigos, ya que, las prácticas para tatuar a una persona es un proceso técnico donde se utilizan pinzas de formas y dimensiones diversas, agujas que pueden ser de diferentes tallas, guantes estériles, gasas estériles y desinfectantes. (p. 1)

Dentro del área académica, en la educación formal universitaria, el tema ha sido analizado desde diversas perspectivas, puntos de vista sociológicos, psicológicos, comunicacionales, médicos y sanitarios. Por parte del diseño gráfico, el estudio del tema se ha limitado a la generación de propuestas de diseños de tatuajes, tomando como base las iconografías de las culturas aborígenes ecuatorianas (Salgado, 2014). Sin embargo, se trata de proyectos aplicativos formales, con sucintos abordajes teóricos.

Sobre la formación de los tatuadores y el componente artístico de la profesión del tatuaje, Mata (2015) registra:

Este carácter artístico es especialmente de interés para la cultura del tatuaje contemporánea, europea y americana, sobre todo, en la que los tatuadores no solo se interesan, sino que también estudian arte, un momento de alta profesionalización. Los tatuadores dejan de ser solo tatuadores y se proclaman artistas porque su educación les permite hacerlo. Se ha convertido en una disciplina más, una disciplina que gracias a la moda ha recibido más atención. (p. 65)

Metodología

La presente investigación es de tipo exploratoria, puesto que se trata de una aproximación inicial al tema de formación de profesionales de la práctica del tatuaje (Hernández-Sampieri, Fernández-Collado y Baptista-Lucio, 2010). Se ha utilizado un enfoque cualitativo en centros de tatuajes en las ciudades de Quito, como entidad principal, y en las ciudades de Latacunga, Ambato y Riobamba, capitales provinciales, que son parte de la Zona Tres, división política a la que pertenecen las provincias de Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo y Pastaza.

Los registros de los centros de tatuaje en las ciudades del país se encuentran dispersos. Sus emplazamientos se pueden almacenar en bases de datos del Servicio de Rentas Internas y de la Agencia de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (s. f.), así como en registros municipales de patentes. No obstante, dentro de estas bases de datos, los estudios o centros de tatuaje figuran en la misma categoría que los centros de estética, peluquerías o salones de belleza y spa, lo cual ha representado especial dificultad para su localización específica.

Por esta razón se ha utilizado el muestreo de casos tipo, un muestreo de investigación cualitativa. En el entendido de que la calidad de la información no está determinada por la cantidad (Hernández-Sampieri et al., 2010), se han seleccionado 12 centros de tatuado de las ciudades mencionadas, como consta en la siguiente tabla.

Tabla 1. Centros de tatuado 

Tema Nombre del lugar
Quito Santería
Karla Tattoo
Triom Tattoo
Latacunga Arte 13
Latacunga INK
Andrea Tattoo
Ambato Biotantra
Karlos tattoo
Jonamol
Riobamba Lovecraft tattoo
Tattoo Metal
Catzo Negro

Fuente: Elaboración propia.

En cada uno de los centros de tatuado fueron consultados sus profesionales, mediante entrevistas semiestructuradas, con preguntas en función de los siguientes criterios:

  • Formación en la profesión del arte corporal.

  • Estudios de especialización (académicos o formales) o profesionalización.

  • Valoración y costos por tatuajes.

  • Percepción de los colectivos sociales hacia el arte corporal en la actualidad.

Resultados

Formación en la profesión del arte corporal

Las respuestas de los encuestados en función de su formación como tatuadores expresaron que sus inicios en este campo fueron en un proceso de maestro-aprendiz. Como alumno o aprendiz lo primero que se necesita es la afición por el dibujo, el arte y los tatuajes, luego conseguir una persona ya experta para la enseñanza o capacitación en el oficio. Los tatuadores que actúan como maestros se han formado con este procedimiento, con mayor tiempo de antelación, y poseen mayor experiencia y pericia debido a la práctica constante. Por otra parte, se puede destacar en varios casos la formación en países europeos, como España, Italia o Alemania, o bien, en Estados Unidos, para su posterior establecimiento en Ecuador. Por otra parte, también se da el caso de los autodidactas, aunque en menor medida. A ellos, su afición los ha llevado a la práctica autónoma, a la formación en lectura de revistas especializadas o libros, y a la participación en comunidades de tatuadores, donde se enriquecen con el intercambio de información.

Estudios (académicos o formales) de especialización o profesionalización

Acerca de los estudios formales, los entrevistados en su mayoría coincidieron en su afición por el arte, el dibujo y la pintura. A pesar de no ser un estudio cuantitativo, se puede señalar que aproximadamente 50% de los artistas del tatuaje entrevistados tenían una formación previa en artes como carrera universitaria, lo cual no representa una constante en todos. A decir de los artistas con estudios previos, los conceptos artísticos sobre leyes y categorías compositivas han sido de gran ayuda al momento de la realización de diseños originales.

Asimismo, los testimonios destacaron su formación continua, específica en las innovaciones técnicas y tecnológicas. El 20% de los casos expresaron la carencia de estudios académicos formales; sin embargo, manifestaron haber tomado cursos que imparten tatuadores extranjeros.

Estos cursos o capacitaciones se gestionan por parte de grupos de tatuadores o centros de tatuajes específicos, que establecen contactos con estos referentes y organizan los encuentros de capacitación, en donde se realizan prácticas y se comparte actualización de técnicas, información de nuevas tendencias, mejoras en procesos y herramientas de trabajo, entre otros temas. Los cursos antedichos poseen el aval de instituciones, municipalidades o gremios, los cuales otorgan conocimiento, capacitación y certificaciones de asistencia y aprobación. Es necesario mencionar que los citados cursos y encuentros se realizan principalmente en la ciudad de Quito, ya que en el resto de las poblaciones se dan de manera esporádica.

Valoración y costos por tatuajes

Acerca de los criterios utilizados por los tatuadores para valorar sus trabajos en función del costo, los entrevistados coincidieron en la base de utilización de materiales, es decir, en que el costo va de acuerdo con los costos de agujas más tintas y la utilización de la máquina de tatuar. Asimismo, un factor determinante en la estimación del precio de un tatuaje es el tiempo, las horas que lleva la ejecución del arte. La totalidad de los consultados concordaron en que mientras más horas de trabajo implica el arte, mayor es el costo. Sin embargo, no hay un precio único, pues cada artista y estudio maneja sus propios costos. De hecho, al momento de la presente investigación no existe un órgano regulador que especifique criterios de valoración y tampoco tablas de referencia para establecer costos, pues éstos se instauran con el cliente previo acuerdo con el artista. No obstante, se observó que los tatuajes que implican tamaños mínimos, tales como frases, fechas, ilustraciones básicas o contornos, y por tanto implican el valor de las agujas, la utilización de la máquina y un mínimo tiempo de una hora de trabajo, conllevan el costo de 30 a 40 USD.

En relación con los diseños de tatuaje y con el hecho de si estos trabajos implican una valoración diferente o adicional en el costo final, existieron dos posiciones contrapuestas. Un grupo de tatuadores entrevistados no tenían inconveniente en realizar reproducciones de diseños de tatuajes ya conocidos de algún personaje famoso (actor, deportista, músico), símbolos de la cultura popular (marcas comerciales, logos de superhéroes, escudos de equipos de futbol), o diseños originales creados por el artista. El otro grupo sólo tatúa sus propios diseños, orientados por una temática o idea transmitida por el cliente; en su trabajo prima la originalidad y el estilo del tatuador, condicionado por un criterio artístico, lo cual implica un costo por diseño y por aplicación.

Percepción de los colectivos sociales hacia el arte corporal en la actualidad

Según los testimonios de los profesionales, la percepción de las personas ha tenido una transformación en tiempos recientes, pues la demanda ha crecido de manera paulatina; de hecho, en la actualidad, a decir de los últimos cinco años, ha existido un incremento en el negocio. Destacan que su mayor aceptación y base de clientes se encuentra entre adolescentes, adultos jóvenes y profesionales. Sin embargo, al formar parte de la sociedad ecuatoriana que cuenta con cultura conservadora, especialmente en la sierra, aún se observan prejuicios y tipificaciones de estereotipos negativos, en su mayoría en grupos sociales religiosos ortodoxos y en personas con edades superiores a los 40 años.

En relación con la existencia de patrones o características específicas (estereotipos) en las personas que optan por tatuarse, las respuestas fueron diversas, puesto que según los tatuadores no existe un solo tipo de individuos que deciden tatuarse. Entre sus clientes se encuentran personas de todos los niveles sociales y económicos, incluso con mayor frecuencia en niveles económicos altos, puesto que los tatuajes más elaborados son los que más cuestan; también adolescentes, jóvenes adultos y personas sobre los 40 años en menor medida, con una diferencia mínima en favor de los hombres que de las mujeres. En esta misma línea, los tatuadores señalaron que en el grupo de adultos jóvenes se incluyen profesionales de toda clase, tales como arquitectos, ingenieros, médicos, artistas, músicos, profesores y administradores, por mencionar algunos. En este punto no se puede establecer información numérica, pues los artistas y centros de tatuado no manejan información de este tipo sobre sus clientes.

Conclusiones

La referencia para el estudio ha sido la ciudad de Quito, pues debido a su densidad poblacional y economía, las vanguardias en la práctica de los tatuajes se encuentran en ella. Desde Quito se difunde hacia las demás ciudades el conocimiento de la práctica de los tatuajes, junto con los insumos y materiales para su ejecución.

La formación de los profesionales del tatuaje, a pesar de no ser académicamente formal en centros de estudios especializados, sigue ciertos parámetros que aún no se encuentran estandarizados por alguna institución o gremio; sin embargo, debido a su propia necesidad, el colectivo de tatuadores se capacita constantemente, puesto que aquello repercute en su prestigio profesional y tiene una relación directa con la valoración de las obras, además de tenerla con el diseño y el tiempo de ejecución del tatuaje.

Con el pasar de los años, la aceptación de los colectivos sociales hacia los tatuajes ha evolucionado de manera positiva. Esto puede deberse a los medios de comunicación, puesto que es común ver en medios impresos y audiovisuales a referentes de la cultura popular que portan tatuajes, como es el caso de músicos, deportistas de élite, actores de cine o televisión, por mencionar algunos.

Los segmentos jóvenes de la población -en un estimado de 16 a 40 años- son los clientes más frecuentes en la práctica del tatuaje. Y aunque aún se encuentra una resistencia por parte de las generaciones de mayor edad, esto no implica necesariamente una falta de tolerancia o rechazo hacia la práctica del tatuaje

Referencias

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Recibido: 07 de Octubre de 2021; Aprobado: 10 de Enero de 2022

Jose Oleas-Orozco

Licenciado en Diseño Gráfico, magíster en Comunicación Corporativa y PhD (c) en Diseño. Con trayectoria de más de 15 años en el diseño, la fotografía y la producción audiovisual en el área comercial, lleva también una década trabajando en instituciones de educación superior en docencia e investigación académica en los campos de diseño gráfico, comunicación visual, animación y multimedia. Es autor del libro: Tatuajes. Contextos, historia, prácticas y formación profesional, así como de distintos capítulos de libros y artículos académicos. Asimismo, ha participado en varios encuentros científicos locales y regionales en las áreas de diseño, animación digital, tecnologías digitales y comunicación visual. Actualmente es coordinador de investigación del Centro de Estudios en Arquitectura, Artes y Diseño (CEAAD), de la Facultad de Arquitectura, Artes y Diseño de la Universidad Tecnológica Indoamérica, en la ciudad de Ambato, Ecuador.

Paolo Villacis Galora

Ingeniero en Diseño Digital y Multimedia por la Universidad Indoamérica en la ciudad de Ambato, Ecuador. Trabajó de manera independiente en fotografía publicitaria y retoque profesional y tiene más de tres años de experiencia en community management, branding, fotografía, video, diseño gráfico y web, animación y modelado 3D. Ha colaborado en el desarrollo de trabajos importantes en empresas como Bioalimentar, Uniandes, Scouts del Ecuador y CNE Tungurahua. Es integrante de laboratorios de investigación en diseño, imagen y multimedia y posee habilidades para buscar información útil para la resolución de situaciones en los negocios.

Matías Sandoval Santana

Titulado como ingeniero en Diseño Digital y Multimedia, se graduó en la Universidad Tecnológica Indoamérica y actualmente es copropietario del estudio creativo Studio Reel. Cuenta con varios años de experiencia en producción audiovisual en la productora Doble D Studio Films y es integrante de laboratorios de investigación en diseño, imagen y multimedia.

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