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Revista latinoamericana de estudios educativos

versão On-line ISSN 2448-878Xversão impressa ISSN 0185-1284

Rev. latinoam. estud. educ. vol.54 no.2 Ciudad de México Mai./Ago. 2024  Epub 21-Jun-2024

https://doi.org/10.48102/rlee.2024.54.2.627 

Enclave

La educación popular y la construcción de paz: la experiencia de Colombia. Entrevista con Luis Guillermo Guerrero Guevara1 y Bertha Jaimes Carvajal2

Popular Education and Peacebuilding: The Experience of Colombia. Interview with Luis Guillermo Guerrero Guevara and Bertha Jaimes Carvajal

*Universidad Iberoamericana, Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación, México. sylvia.schmelkes@ibero.mx


Los días 30 y 31 de enero y 1 de febrero tuvimos el gusto de contar con Luis Guillermo Guerrero Guevara y Bertha Jaimes Carvajal en el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (Inide) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México (Ibero). Durante estos días trabajamos en una subcomisión nombrada por la Conferencia de Provinciales de la Compañía de Jesús en América Latina para elaborar un documento orientador en educación para todas sus obras en la región. Dada su experiencia en educación para la paz, y el interés del Inide y de la Ibero por fortalecer proyectos de formación de constructores de paz, aprovechamos su presencia para conversar con ellos sobre el tema. Aquí un relato del contenido de esta conversación.

Sylvia Schmelkes. Luis Guillermo, para entender un poco el contexto, ¿podrías relatarnos algo de la historia reciente del conflicto social y armado en Colombia?

Luis Guillermo. Colombia ha afrontado seis décadas de conflictos sociales y armados desde 1960 hasta 2023, atravesando por diversas etapas violentas, de diálogos, acuerdos, resiliencias de la gente en los territorios, propuestas de paz, lo que llevó a diferentes transformaciones tales como la nueva constitución nacional, la de 1991, que llevó a un nuevo gobierno en Colombia. El último acuerdo más significativo es el Acuerdo de paz de 2016 entre las FARC y el Estado colombiano. Para entender el contexto, yo uso la metáfora de tres grandes tsunamis políticos, económicos, sociales y ambientales que han generado ese conflicto social y armado.

El primer gran tsunami que vivimos desde hace mucho tiempo en Colombia es el uso insostenible de la tierra en Colombia y su alta concentración. Las raíces están en las guerras de postindependencia en el Siglo XIX. Actualmente, estudios como los de Oxfam nos indican que el coeficiente de Gini Tierras es de 0.89, lo que significa que los ranchos de mayor tamaño ocupan 81% de la tierra y el porcentaje restante se reparte en porciones más pequeñas. Este es el nudo gordiano de nuestro conflicto. Ha generado desplazamiento forzado y ha alimentado la narco producción, ha llevado armas a la tierra. Este problema sigue vivo, no se ha arreglado. De los 43 millones de hectáreas de tierra para uso agropecuario, 34.4% están destinadas a la ganadería y 8.6% a la agricultura. La ganadería colombiana no es una ganadería productiva. Un millón de hogares campesinos viven en el mismo espacio que una vaca. Además, la proporción debería ser a la inversa, pues la tierra de Colombia es apta para cultivar. Esta concentración de la tierra ha generado grandes movimientos contra el acaparamiento. Ello explica que el primer punto del Acuerdo de Paz entre las FARC y el Estado colombiano haya sido la Reforma Rural Integral. Simbólicamente, el profesor de la Universidad Nacional de Colombia, Darío Fajardo, lo ha sintetizado así: “Para sembrar la paz, hay que aflojar la tierra”.

Un segundo tsunami que ocurre en Colombia es la siembra, transformación y comercialización de mariguana, amapola y cocaína. En los años setenta Colombia se volvió un escenario muy propicio para la siembra de mariguana. Eso duró unos diez años. A principios de los ochenta se inicia la ampliación de estos cultivos de uso ilícito a la amapola y la cocaína, lo que provocó una invasión en los escenarios de la vida social, política y económica, en la vida pública de este fenómeno. Se generó una competencia entre los cárteles por el dominio de los mercados y de las rutas internacionales. Esto genera violaciones de derechos humanos, porque a las personas se las saca de su tierra o se les usa como mano de obra, incluso a los jóvenes y a los niños. El narco se alía de manera mafiosa con los paramilitares y la guerrilla, pero también con las clases poderosas económicas y políticas. Con la desaparición de los cárteles de Medellín y de Cali en los noventa, se fragmenta el narcotráfico y se baja su perfil, pero se fortalecen sus alianzas internacionales. Esta economía, fuertemente impactada por el poder económico del narcotráfico, continúa hasta hoy. Financia grupos paramilitares, guerrilleros y criminales que defienden negocios como la especulación de la tierra, el contrabando de bienes, el gremio inmobiliario y financiero. Su influencia en la vida política y social es profunda, pues se introducen en la economía formal de maneras difíciles de rastrear. Este es el punto número 4 del Acuerdo de Paz: el tratamiento del narcotráfico y del consumo.

El último tsunami importante es la explotación minero-energética. Colombia tiene una importante riqueza de agua, carbón, petróleo, oro, esmeraldas y otros minerales muy apetecibles. Hay una fuerte inversión internacional en hidroeléctricas, que en las últimas décadas han sido un gran negocio. Colombia le vende energía a los países vecinos; el carbón se vende a China por el veto que tiene Europa a las energías contaminantes. La explotación del oro y la esmeralda se narcotiza, y su exportación cae en manos del crimen organizado. Se generó una dinámica perversa, legal, que se mezcla con la ilegalidad de la economía que ha generado violaciones de derechos humanos tales como el desplazamiento forzado, asesinatos, desapariciones forzadas, amenazas, asesinatos, en diferentes territorios energético-mineros.

Estos tres grandes “tsunamis” se viven en la actualidad de manera simultánea. Por eso esta complejización de la violencia. Pero ello explica también la búsqueda de alternativas más complejas de paz.

Sylvia Schmelkes. Luis Guillermo, tú trabajaste muchos años en el CINEP. Cuéntanos un poco qué es el CINEP y de su actividad en la búsqueda de la construcción de paz en Colombia.

Luis Guillermo. El CINEP es el Centro de Investigación y Educación Popular. Se trata de una obra de la Compañía de Jesús fundada a inicios de los años setenta del siglo pasado como respuesta a los desafíos sociales, políticos, económicos, ambientales y culturales de un país en conflicto. Trabaja mediante tres estrategias fundamentales.

  1. La investigación aplicada con grandes bases de datos que permiten generar nuevas investigaciones con bases bien fundamentadas.

  2. La educación popular, tanto no formal como de apoyo a la educación institucionalizada.

  3. La incidencia política y social para la construcción de nuevas comprensiones y sobre la política pública.

Sus líneas de acción son:

  1. Por el contexto del país, nos hemos adentrado en el tema de la violencia política, la construcción del Estado y la paz. Es una de las primeras líneas de trabajo que define el CINEP para dar respuesta a los tsunamis de los que hablé. Desde el principio hemos procurado no sólo analizar el conflicto, sino también descubrir los caminos posibles de paz. Por eso unimos el análisis de la violencia con la construcción de poder y las alternativas de paz.

  2. Investigación, educación e incidencia en los movimientos sociales de protesta y propuesta, llevados a cabo por campesinos, indígenas, afrodescendientes, jóvenes, mujeres, sindicatos, miembros de la comunidad LGBTQ+, maestros, defensores de derechos humanos y las víctimas de desaparecidos, desplazados, etcétera.

  3. Promoción, defensa y memoria de Derechos Humanos. Hacemos investigación, pero también hay una fuerte acción educativa y un gran esfuerzo de incidencia.

Sylvia Schmelkes. ¿Cómo es el modo de proceder del CINEP con las comunidades, en los procesos de construcción de paz desde la educación popular?

Luis Guillermo. El concepto de paz para nosotros es un derecho. No es un regalo. Es un derecho que se enfoca a la paz positiva. No es solamente la ausencia de guerra, es un derecho integral. Es un concepto dinámico, contextualizado desde la dinámica social y cultural. Quienes inspiran este trabajo son M. Gandhi, M. L. King, N. Mandela, Teresa de Calcuta, Johan Galtung, J. P. Lederac, entre otros. Buscamos hacer propuestas de esta paz duradera, integral, consistente.

La metodología que se sigue para construir paz en las comunidades es la siguiente:

  • Contextualizar: partimos de sus problemas, desafíos, capacidades y las diferentes culturas de las comunidades.

  • Acompañar: damos seguimiento a sus demandas y a la construcción de propuestas de las organizaciones sociales. No sustituimos a las comunidades ni a las organizaciones, no hablamos por ellos, no lideramos los movimientos. Acompañamos de manera rigurosa, respetuosa, conocedora de sus procesos. No creemos en los proyectos si no están articulados a procesos. El acompañamiento es de larga duración.

  • Generar organización y masa crítica social: buscamos ayudar a generar movimientos y redes locales, regionales y nacionales para generar más canales de acción. Nunca actuamos solos.

  • Implicar al Estado: hacemos crítica al Estado, pero no para destruirlo. El pacto social es indispensable. El poder debe estar ahí, el poder también es ciudadano. No queremos convertir el CINEP en una sustitución del mismo, sino llamar al Estado para que cumpla con sus responsabilidades. Apoyamos mucho los acuerdos entre ciudadanía y Estado.

  • Activar interlocuciones: se busca fortalecer la comunicación entre esas comunidades excluidas y segregadas y otros sectores de la sociedad civil. Creemos en los escenarios multiactor. Cuando estamos trabajando en la educación popular y en los procesos colectivos, llamamos a la academia. Nos llaman y nos dejamos llamar también. Lo mismo puede decirse de las empresas, los gremios comerciales, las iglesias, las ONG colegas, etcétera Incluso trabajamos bastante con la comunidad internacional, porque ellos no son tan neutrales. Hay que estar con las embajadas, los organismos multilaterales. Propiciamos escenarios multiactor para resolver problemas.

  • Sistematizar información: generamos y mantenemos actualizadas bases de datos. Se hace investigación sistemática de los procesos de educación popular, se recogen las experiencias, se escriben estudios de caso, trabajamos con los educadores tratando de recoger conocimiento de esos actores.

  • Generar capacidades: se forman líderes sociales. No se diseña un currículum, sino que se buscan temas que se desarrollan con ellos. Se buscan otras fuentes y se generan nuevos conocimientos en conversación dialógica con los de ellos.

  • Planificar de manera intencional la incidencia política y social, junto con los actores de los movimientos.

Sylvia Schmelkes. Bertha, tú has estado involucrada en Educapaz, que es una propuesta de Educación Popular para la Paz en Colombia. Cuéntanos de qué se trata.

Bertha Jaimes. El Programa Nacional de Educación para la Paz (Educapaz) nace en el contexto del Acuerdo de Paz. Surge como iniciativa de la sociedad civil, de varios socios y entidades, entre ellas el CINEP, el Programa por la Paz, Fe y Alegría, Fundación Escuela Nueva, la Fundación para la Reconciliación, la Universidad Javeriana, Aulas en Paz y la Universidad de los Andes. Se trata una iniciativa de acción local de investigación e incidencia para ayudar a construir paz en Colombia a través de la educación popular formal, impulsada por este grupo de instituciones y personas de la sociedad civil que trabaja y tiene una larga experiencia en el mundo educativo colombiano.

Se crea Educapaz porque no es posible seguir naturalizando la violencia y la guerra. Vemos la necesidad de formar una generación cuyo proyecto de vida sea la construcción de una paz integral, sostenible y duradera. Por otra parte, somos conscientes de la enorme ausencia de oportunidades educativas, sobre todo en los territorios del mundo rural y étnico, donde se ha vivido intensamente el conflicto social, económico y armado, y donde persisten las economías ilegales que atraen a niños y jóvenes que compiten desfavorablemente con la escuela.

Educapaz tiene dos brazos enormes, además de un corazón muy generoso. Por un lado la transformación pedagógica en comunidades educativas impactadas por el conflicto. Se ubica en territorios que han sido lastimados por muchos años y adonde no llega el Estado. La propuesta no transforma solamente el currículo, sino también las relaciones pedagógicas y la escuela y el territorio. Se implica a muchos actores de la comunidad. Se trae el territorio a la escuela y la escuela va al territorio. Por otro lado está la incidencia sobre la política educativa a nivel territorial, local, regional y de la nación. Se han incrementado y fortalecido las propuestas de educación y de construcción de paz para la educación rural y la educación que llamamos Crese, que trabaja la educación ciudadana para la reconciliación y la transformación de la salud socioemocional. La suma de estos dos brazos aporta a enriquecer la propuesta del Movimiento Nacional de Educación para la Paz.

Una de las claves de Educapaz es el cambio sistémico de educación multinivel. Cada institución hace su plan integral de transformación, que incluye la política pública y tiene en cuenta a las personas, las problemáticas locales, las escuelas, la región y el país. Educapaz está en varios departamentos de la geografía colombiana que han asumido su propuesta.

Sylvia Schmelkes. Bertha, ¿cuáles son los principales aprendizajes que se han derivado del trabajo de Educapaz desde su lanzamiento? ¿Cuál ha sido su impacto?

Bertha Jaimes. Un primer aprendizaje es que la formación de capacidades de los maestros es fundamental, pero es más efectiva si se hace junto con líderes y lideresas sociales y funcionarios de la educación. Los temas en los que se les ha formado incluyen competencias para la gestión y transformación de la educación; participación en la creación y en la gestión de políticas públicas educativas; profundización en los saberes cultura sobre la paz con contenidos de resolución y transformación de conflictos, diálogo y concertación, con enfoque territorial e intercultural.

Uno más se refiere al peso del contexto, que es mayor que el imaginado inicialmente. Los cambios y planes de transformación escolar y territorial son diferentes en cada región y respecto de cada cultura.

Es necesario reconocer que los procesos para lograr acuerdos y visiones compartidas son lentos y se presenta el reto del desarrollo de metodologías para simplificar el proceso.

Resulta importante considerar el estado emocional de las personas porque de eso dependen las posibilidades de éxito, las expectativas y el logro de las metas. La capacidad de cambio también depende de la confianza entre actores, la historia de los conflictos y del grado de descentralización o autonomía de las entidades territoriales.

Aprendimos que las mejores escuelas son las que pertenecen a una comunidad cohesionada con visión de largo plazo. Los docentes confían en sus capacidades y trabajan con contenidos y métodos pertinentes. No es un asunto de recursos, sino de capacidades, entusiasmo y entrega. Hay más probabilidad de éxito cuando los docentes conviven con la comunidad y usan el afecto y el arte en su trabajo con los estudiantes. Eso es lo que hay que trabajar.

Entre los logros señalo los siguientes: el trabajo con el municipio mediante la creación de mesas y equipos de gestión multiactor. Éstos impulsan los Planes Educativos Municipales y dinamizan y generan apropiación de los mismos por parte de la ciudadanía.

Se han creado redes regionales (de maestros, directivos, jóvenes, normales, facultades de educación y comunidad en general) que impulsan el desarrollo de diversos procesos que enriquecen la educación. Crean una masa crítica y de solidaridad social de cara a la educación como factor de paz.

Creemos estar impulsando un movimiento nacional de educación para la paz, con más de 2 000 integrantes y 8 000 usuarios en plataformas virtuales, 26 redes diversas en procesos y temas educativos, y la existencia de enlaces internacionales de educación rural y educación Crese.

Sylvia Schmelkes. ¿Cómo resumes el propósito central de Educapaz?

Bertha Jaimes. De lo que se trata es de que las escuelas pertenezcan a una comunidad cohesionada y con una visión a largo plazo. Las comunidades deben ser conscientes, cuidar y enorgullecerse de los resultados obtenidos. Las escuelas deberán contar con docentes arraigados que generen confianza en sus conocimientos y capacidades para que trabajen los contenidos y métodos adecuados a las necesidades. Se trata de fortalecer comunidades que, pese a contar con recursos muy escasos, logren retener a los estudiantes y ser escuchadas por el Estado y por las organizaciones de la sociedad civil encargadas de brindarles los apoyos necesarios.

Es posible alcanzar el éxito educativo cuando los docentes conocen el territorio y conviven con la comunidad; cuando ponen sus conocimientos, el arte y su afecto al servicio de sus estudiantes y les compartan el gusto por el estudio.

Sylvia Schmelkes. Luis Guillermo, ¿cuáles son para ti los principales desafíos de la Educación Popular para la construcción de paz en Colombia?

Luis Guillermo. La educación popular pretende ser dinámica, responder a los problemas que surjan en las comunidades, y busca realizar los sueños de los segregados y descartados de la sociedad. Persigue alternativas incluyentes, participativas y justas.

Todos los días se presentan retos que le exigen a la educación popular estar actualizada y renovar sus ideas y sus formas de trabajo para obtener mejores resultados. Los que voy a mencionar a continuación son fruto de una reflexión colectiva que se hizo en el CINEP con motivo de su 50 aniversario y que está por publicarse.

  1. Desmontar la visión y comprensión dicotómica. Hay que desmontar las visiones dicotómicas y polarizadas de los conflictos sociales y armados del país para llevar a cabo la construcción de una comprensión compleja y dinámica de la historia de los mismos.

  2. Seguir recuperando el tejido social, ético y político. No hay que desistir nunca de seguir fortaleciéndolo. Hay que partir del perfil ético de la gente, pero también del socioemocional y político. Sí hay que partir del individuo, pero siempre pasando por la comunidad, el territorio y hasta la sociedad que se ha visto afectada por los diferentes conflictos armados y sociales y es azotada por ellos aun en la actualidad, porque aún estamos en la antesala de un postconflicto.

  3. Construir nuevos paradigmas. Es necesario construir nuevos paradigmas de conocimiento de la educación popular para generar. acciones de cambio verdaderamente efectivas. Se deben plantear paradigmas críticos del racionalismo científico-tecnológico, hegemónico y excluyente, para pasar a paradigmas creadores de alternativas de paz en una sociedad violentada por los conflictos armados y sociales que la han atormentado durante más de seis décadas. No todo paradigma sirve para la paz.

  4. Reconceptualizar la educación. El reto es implementar una biopedagogía o bioaprendizajes, que se basa en aprender en, desde y para la vida. El contexto académico escolar es un escenario de aprendizaje, pero no es el único. También se aprende en los diferentes contextos sociales, laborales, familiares, comunitarios, en grupos de pares, en organizaciones sociales, los cuales se pueden considerar espacios de aprendizaje y de generación de conocimientos que deben tomarse en cuenta.

  5. Contextualizar las educaciones. Deben ser significativas para las diferentes culturas y sociedades que viven en distintos territorios. La educación debe afrontar y confrontar la homogeneización cultural de la globalización y ponerse del lado de las cosmovisiones y epistemologías propias, en diálogo horizontal con lo global. En otras palabras, hay que generar una educación intercultural y ponerse del lado de las epistemologías y cosmovisiones propias en diálogo horizontal con lo global.

  6. Desarrollar educaciones para generar una nueva cultura de participación, protesta, defensa de los derechos humanos y las propuestas ciudadanas. Para ello se recurre a las pedagogías de la negociación, el diálogo y la transformación de conflictos para incidir en la construcción y aplicación de políticas públicas de reconciliación, de paz, integrales, incluyentes, participativas y, sobre todo, duraderas.

  7. Desarrollar educaciones que asuman la diversidad de género, las nuevas identidades. Se trata de desarrollar educaciones que afronten los distintos retos de cambiar la comprensión y actuación sobre la dimensión de género, logrando aprendizajes enfocados en respeto, reconocimiento y trato incluyente de la diversidad de género. También se buscan alternativas pedagógicas para transformar el patriarcado.

  8. Incorporación de lo que hemos llamado la educomunicación. Se trata de dar lugar a una nueva interacción entre la educación y la mediación comunicativa en sus diversas formas (Internet, mass media, comunicaciones alternativas,). Hay que construir capacidades críticas y conscientes para analizar la amplia gama de productos comunicativos e informativos, dado que muchos de ellos distorsionan la realidad. Se trata de generar comunicaciones que pongan en juego un debate democrático sobre las disputas interpretativas de la realidad, usando las TIC para la construcción de una paz incluyente, participativa, justa.

  9. Educaciones al cuidado de la casa común. Citando a Laudato Si, el desafío es generar procesos educativos orientados a cuidar el planeta como casa común de todas las especies y no sólo de la especie humana. Se busca promover educaciones que afronten la desmedida producción y el consumo compulsivo, la contaminación, el modelo económico extractivo y depredador de la naturaleza que ha creado el cambio climático, aportando a la transformación de la conciencia, generando acciones de denuncia y creando conocimiento para transformar la interacción con las demás especies y el planeta en general.

Quiero terminar con una cita de García Márquez:

Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma. Que aproveche al máximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ética -y tal vez una estética- para nuestro afán desaforado y legítimo de superación personal.

Que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante signos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin de la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía. Por el país próspero y justo que soñamos, al alcance de los niños.

1 Luis Guillermo Guerrero Guevara es colombiano. Trabajó durante 35 años en el Centro de Investigación y Educación Popular, CINEP en el Programa por la Paz. Es doctor en Educación y Mediación Pedagógica en la Universidad La Salle-Costa Rica.

2Bertha Jaimes Carvajal es colombiana. Ha sido docente durante cuatro décadas en el sector público y privado. Es doctora en Educación de la Universidad La Salle de Costa Rica. Participa en los procesos de formación del Programa Nacional para la Paz en distintos territorios en conflicto en Colombia.

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