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Revista panamericana de comunicación

versão On-line ISSN 2683-2208

Rev. panam. comun. vol.4 no.1 Ciudad de México Jan./Jun. 2022  Epub 27-Jun-2022

https://doi.org/10.21555/rpc.v4i1.2555 

Artículos

Panorama de la producción cinematográfica en Cuba durante el contexto del Covid-19

Overview of film production in Cuba during the context of Covid-19

Lic. Ernesto Izquierdo Sánchez1 

1Universidad de Oriente. Cuba, ernestoizquierdo22@gmail.com


RESUMEN.

La aparición del Covid-19 impuso un reto global en las dinámicas de vida de los seres humanos. El quehacer local del Séptimo Arte correría la misma suerte que los grandes monopolios del entretenimiento audiovisual al experimentar nuevos retos en los modos de producción. En este sentido, la creación cinematográfica en Cuba no estuvo exenta de reinventarse en sus rutinas con las particularidades propias del contexto. A las carencias materiales que implica mantener la producción en un país subdesarrollado se sumaban la crisis desplegada por el coronavirus. Por otra parte, el cierre de las pocas salas de cine en funcionamiento motivaría a utilizar métodos de difusión que ya se venían empleando con los cambios en los hábitos de consumo. A partir de entonces las redes sociales servirían de intermediario entre el público y el audiovisual. Por lo anterior expuesto, el presente ensayo pretende analizar el panorama de la industria cinematográfica en la isla durante la pandemia, con el objetivo de abordar el contexto y desarrollo experimentado por el cine cubano.

Palabras clave: Cuba; creación cinematográfica; producción audiovisual; cine; Covid-19

ABSTRACT.

The appearance of Covid-19 imposed a global challenge on the dynamics of life of human beings. The local work of the Seventh Art would suffer the same fate as the great monopolies of audiovisual entertainment by experiencing new challenges in the modes of production. In this sense, the cinematographic creation in Cuba was not exempt from reinventing itself in its routines with the particularities of the context. Added to the material shortages involved in maintaining production in an underdeveloped country was the crisis unleashed by the coronavirus. On the other hand, the closure of the few movie theaters in operation would motivate the use of diffusion methods that were already being used with the changes in consumption habits. From then on, social networks would serve as an intermediary between the public and the audiovisual. Due to the above, this essay aims to analyze the panorama of the film industry on the island during the pandemic, with the aim of addressing the context and development experienced by Cuban cinema.

Keywords: Cuba; cinematographic creation; audiovisual production; cinema; Covid-19

“Hubo un tiempo feliz en que el cine era

cine y el mundo era mundo. Al cine se iba a

soñar y el mundo parecía transformable”

Paul Leduc

INTRODUCCIÓN

El mes de diciembre de 2019 llegó para la humanidad con la noticia de un hecho, que para muchos sería lejano. En la ciudad de Wuhan, localidad de la República Popular China, un grupo de personas manifestaban síntomas de una supuesta neumonía hasta entonces desconocida. Así empezó la pandemia de Covid-19, que muy pronto tocaría las puertas del mundo entero para modificar hábitos y sacudir las estructuras sobre las que se sostenía la vida social.

Hasta la fecha, no existe cuantificado alguna realidad humana que no haya sido afectada por el nuevo coronavirus de forma directa o indirecta. Una de las realidades que sintió en mayor grado el impacto fueron las artes. Entre ellas, la cinematográfica experimentó una paralización sin precedentes, con pérdidas millonarias. Aparejado a esto, estuvo el cierre de todas las salas de cine y la cancelación o pospuesta de decenas de rodajes.

Durante 2020, y en lo que va de 2021, la industria del cine se vio profundamente golpeada por la pandemia; la batalla entre los modelos de negocio de las plataformas de streaming y el cine tradicional se hizo aún más evidente. Grandes producciones que se tenían planeadas para la pantalla grande vieron su estreno en plataformas de streaming únicamente, algunas llegaron a pocos cines y otras fueron una mezcla de ambas. (Calderón, 2021).

Le tocaba a la industria fílmica buscar nuevos caminos para mantenerse. La realidad exigía cambios junto a estrategias de mercadotecnia más acertados para llegar a la audiencia. En el caso del streaming, fue una solución acertada para la contingencia, pero la experiencia demostró que, este por sí solo no podía sostener a la industria cinematográfica, tal cual existía antes de la pandemia.

Cuba con su larga tradición en el trabajo audiovisual, no fue la excepción en medio del Covid-19. A la creatividad que implica desarrollar el cine, por la precariedad de orden material que caracterizan las limitaciones propias del contexto en la Isla, se impuso el reto de hacer arte en medio de una pandemia que sometió al quehacer cotidiano a una recurrente cuarentena higiénico sanitaria.

Una vez más, el antídoto a la crisis fue la capacidad creativa de la mente humana. Así sobrevivió el cine cubano a los estragos de la pandemia. Sobre todo, porque la industria cinematográfica sería de las más afectadas por el confinamiento y las restricciones sanitarias.

Con la intención de ofrecer una panorámica del contexto en el que se desarrolló la producción audiovisual cubana en tiempos de coronavirus. El siguiente artículo se presenta, a modo de ensayo, como un estudio exploratorio que busca describir cómo continuó el arte fílmico dentro de esta realidad.

Es esta investigación un aporte a la salvaguarda de la memoria colectiva en estos años de pandemia. Hecho al que han contribuido los medios de prensa, (Fraga, 2022; Marrero, 2022; Mesa, 2021; Domínguez, 2021; Nórido, 2021; Granma, 2021; Suñol, 2021), cuando de cine cubano se trata. La presente investigación es un estudio inicial, desde el campo académico.

Sobre el cine en Cuba, mucho se ha hecho por justipreciar el arte fílmico. En este sentido, variada es la bibliografía a consultar con temas diversos que transversalizan las múltiples realidades de la industria en el país desde sus orígenes. Por solo citar algunos ejemplos, se puede indagar en: Pérez (2022), Lloga (2020, 2019), Lénárt (2014), Ramos (2013), Stock (2015, 2009), Fornet (2007), Agramonte (1966), Agramonte y Castilo (2016, 2013, 2012, 2011), Coyula (2019) y García (2020, 2011, 2006). Todos son esfuerzos loables por abordar esta temática cubana, que tiene un merecido lugar a nivel internacional por su tradición, calidad y prestigio.

Este trabajo es un intento inacabado, de aporte a esa realidad que es la industria cinematográfica en la Isla. En parte porque su autor solo pretende ser un neófito en materia de cine; además de un amante de la historia local. A ello se debe este interés por salvaguardar parte de lo ocurrido en lo referido al arte audiovisual cubano durante este período tan escabroso para la vida humana, marcada por la aparición del coronavirus.

EL CINE CUBANO, UN ARTE SOSTENIDO POR SUEÑOS

Desde su surgimiento, el cine cubano ha trascendido por su capacidad de reflejo social y político. Tal vez esta es la clave que lo constituye una industria sustentable, pese a todas las carencias que imprime desarrollar el arte en un país subdesarrollado.

Fue sin dudas una ironía de la historia la que llevó al francés Gabriel Veyre a rodar, el 7 de febrero 1897, el primer filme realizado en Cuba: Simulacro de incendio. Sólo duraba un minuto, el tiempo necesario para mostrar fugazmente con cuánta diligencia se ejercitaban en su oficio los bomberos de La Habana (Fornet, 2007, p. 15).

En medio de un contexto político de Guerra Necesaria, que culminaría al año siguiente con la intervención norteamericana, pudo haberse interpretado aquel evento inaugural de los anales de la cinematografía cubana, como una verdadera sátira social, sobre todo si se tiene en cuenta que la tea incendiaria arrasaba con fuego vengador los campos de Cuba.

Aunque no sería hasta 1906, con Enrique Díaz Quesada, que se inicia un verdadero cine en Cuba a través de la obra El parque de Palatino, documental de un minuto de duración que apela a los sentimientos patrióticos del público. Así empezarían los orígenes de la naciente industria. Tal vez incipiente por aquellos entonces, a lo que subraya Fornet (2007, p. 18), “debido a la hostilidad de las casas distribuidoras de películas extranjeras, que temían por el desarrollo de una industria cinematográfica cubana”. Esta condición en el país, donde primaba el cine europeo, se mantuvo hasta el año 1959.

Con la naciente Revolución, se experimentaría en la Isla lo que se conoce como época de oro del cine cubano. Período que se extiende hasta 1989, momento cuando inicia el Período Especial con la caída de la URSS. Un hecho que sumergió el desarrollo social cubano en una profunda crisis económica.

Es necesario destacar que en estas décadas doradas fue vital el trabajo desempeñado por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), que dio como fruto en el año 1959, la primera Ley de Cultura del país (Ley 169). Entre sus funciones no solo estaba regir la industria; sino también, crear y promover el movimiento cinematográfico en el país iniciando de cero virtualmente. Tarea que desempeña hasta la actualidad en constante perfeccionamiento.

Luego de los altibajos que marcaría el Período Especial en la vida económica del cubano, incidiendo en su posterior desarrollo. Se puede afirmar, como dijo Victorero (2021, p. 3) que: “En los últimos años la producción cinematográfica cubana se ha reducido o se ha comportado de manera inestable, debido a diversos factores tanto de índole interna como externa”.

A lo largo de estos años, la industria tuvo que reinventarse, buscar colaboraciones de cooperación extranjera que le permitió sostenerse entre la ausencia de tecnologías de punta, la falta de insumos y la obsolescencia. Este contexto también fue propicio para el surgimiento de alternativas como la de los creadores y productoras audiovisuales independientes. Sector privado que alcanzaría personalidad jurídica con reconocimiento estatal en marzo de 2019, justo un año antes que se decretara en Cuba la aparición del primer caso de contagio con el nuevo coronavirus.

METODOLOGÍA

En la presente investigación se tiene como objetivo analizar el panorama de la industria cinematográfica en Cuba durante la pandemia de Covid-19. Para ello se empleó la revisión bibliográfica documental con el fin de hallar los antecedentes de este estudio, así mismo la entrevista semiestructurada se realizó a personas cuyo perfil en su actividad profesional los vincula con el tema de investigación y la observación participante se empleó para analizar los hechos en el contexto.

Respecto a la estrategia metodológica investigativa debe señalarse que el estudio se enfoca en un análisis descriptivo con diseño narrativo. Responde a una perspectiva metodológica cualitativa, pues apela a la recopilación de datos y el trabajo con fuentes orales y bibliográfico-documentales.

La utilización de los métodos y técnicas mencionados dio a la investigación un enfoque interpretativo del objeto de estudio, por lo que el trabajo se encuentra bajo los presupuestos del paradigma hermenéutico.

LA REALIZACIÓN CINEMATOGRÁFICA EN CUBA DURANTE LA PANDEMIA

La producción audiovisual en Cuba antes de la pandemia era la común al quehacer inerte a la realidad de la Isla. En este sentido, es bueno acotar que, se producía mucho menos comparable a otros países, ya sea de manera independiente o desde el ICAIC. Pero es notorio resaltar que hasta la llegada de la Covid-19, había cierto ritmo de producciones audiovisuales (Rodríguez, comunicación personal, 9 de abril de 2022). Condición que con la pandemia cambió drásticamente.

Inti Herrera: En tiempos de pandemia, no solo el cine, sino la cultura en general, ha sido unos de los sectores más golpeados. Es casi imposible hacer nuestro trabajo. En un momento determinado dijimos: “Vamos hacer lo que nosotros sabemos hacer”. Hicimos un material que se llamó Quererse de lejos, realizado en unas condiciones muy malas. Fue en el momento de más incertidumbre en cuanto a la enfermedad, incluso los científicos conocían muy poco. Los medios informativos bombardeaban sobre todo lo que estaba sucediendo en el mundo. Salir a la calle, tratar de filmar en casa de alguien y reunir a un equipo de filmación fue bien complicado. Creo que después de eso se ha organizado la producción de otra manera. (Suñol, 2021).

El 2020 marcaría una pauta, no solo por lo atípico, sino también, por lo desafiante para el cine cubano hasta la fecha. Como en todos los rincones del planeta, comenzaron a suspenderse muchos proyectos de filmación. Parte importante de la industria cinematográfica sufrió paralización y un golpe económico significativo. Los condicionamientos del coronavirus instarían, una vez más, a la comunidad artística en la Isla a practicar un ejercicio cotidiano: innovar y readaptarse para mantener el proceso creativo.

Tania Delgado: Obviamente había que reajustar toda la programación, tanto desde el punto de vista productivo, como de exhibición, trabajos de diferentes índoles. En este contexto tuvimos que reinventarnos como muchos, no en Cuba, sino en el mundo entero. Debimos comenzar a pensar qué hacer en esas circunstancias y no quedarnos de brazos cruzados esperando a que terminara la pandemia. (Suñol, 2021).

Las estrictas medidas higiénico-sanitario para evitar el contagio, conllevaría al cierre de todos los espacios públicos, primero gradual y luego general, en proporción al número de contagios. Las salas de cine fueron de los primeros lugares en sufrir este desmán. Situación que afectó de forma directa la difusión de las obras audiovisuales. Este último hecho catapultó el protagonismo de las redes sociales y demás plataformas de difusión para el consumo cinematográfico, en especial las del ICAIC.

Gran parte del trabajo, entre edición, producción o dirección en medio de la pandemia, lo tuvimos que hacer a través de las redes sociales de la Internet. Desde un subtitulaje hasta cada uno de los momentos de la coordinación del rodaje, lo hicimos por videollamadas o llamadas de WhatsApp. Fue un verdadero desafío que nos llevó a crecernos creativamente para superar los obstáculos. A pesar de todo, lo agradecemos porque fue una experiencia bastante fructífera (Rodríguez, comunicación personal, 9 de abril de 2022).

La Internet en Cuba suplió las necesidades de acceso a la producción artística y cinematográfica. Tanto el streaming como las redes sociales, fueron la ruta ante las restricciones que imponía el virus, junto con el peligro a ser contagiado. Las mayores dificultades en este sentido, sería la facilidad de acceso a la conectividad, la carencia de soportes tecnológicos modernos y plataformas eficientes.

La pandemia puso de manifiesto la estandarización de un tipo de vida; como señala Lipovetsky en torno a la “era del todo-pantalla”, en la que las imágenes y la información están ligadas al uso de la red y de la comunicación interactiva (2011, p. 56).

Aunque es necesario señalar que, antes del coronavirus no había prácticamente salas cinematográficas en Cuba. Existen algunas, pero en su mayoría están cerradas o han perdido su objeto social, convirtiéndose en espacios para otro tipo de funciones, excepto para ver cine. En este sentido, esa realidad no varió mucho con la pandemia. El consumo de cine o audiovisual en la sala oscura cubana venía siendo prácticamente nulo. No solo porque han cambiado los hábitos de consumo en las personas; sino también porque se han perdido muchísimas salas cinematográficas a lo largo y ancho del país. Excepto algunos lugares, como en La Habana con el Proyecto 23, hay muy pocos cines en provincias que siguen funcionando bien. Problema que dificulta la exhibición de la propia cinematografía cubana y también extranjera.

Subsistir para la industria del séptimo arte en los comienzos de la pandemia no fue fácil. Era un contexto de crisis al que se le sumaba lo novedoso del virus, el temor, la inexistencia de vacunas y las medidas extremas. Esto ocasionó que se redujeran los equipos de filmación a la menor cantidad de gente posible. Hubo momentos en los que se trabajó con equipos muy reducidos en rodajes que necesitaban muchísimo más personal. (Rodríguez, comunicación personal, 9 de abril de 2022).

Esta realidad llevaría a emplear protocolos sanitarios jamás utilizados para una producción cinematográfica por parte de los realizadores. Así fue como se rodaron todas las obras estrenadas en estos años. Donde crear en plena pandemia, además de sostener los primeros pasos entre productoras independientes y el ICAIC, fue una labor meritoria.

Más de una veintena de obras se rodaron en este tiempo. Entre ellas Cuentos de un día más (2021), coordinada por Fernando Pérez, la cual figura como la primera película coral que se produce entre el ICAIC y productoras independientes o “colectivos de creación audiovisual” como se les reconoce oficialmente. Igualmente, en esta lista de rodajes se pueden hallar a: Retorno (2021) de Blanca Rosa Blanco; Volverán los abrazos (2021) de Jonal Cosculluela y Maritza Ceballos; y Soberanía (2021) de Alejandro Gil.

También en las plataformas digitales se pudo observar la transmisión de la miniserie documental La zona (2021) del realizador Arturo Santana; el documental Ellas, sus cuidados y cuidadoras (2021) dirigido por Lizzete Vila e Ingrid León; el audiovisual titulado La Abuelidad (2021) del proyecto Palomas. Otras como el largometraje Agosto (2019) del director Armando Capó; tuvieron que posponer su estreno a causa del cierre de las salas de cine en todo el país por el aumento de contagios. Asimismo, para concluir el 5to. Encuentro de la crítica cinematográfica, se presentó La caja negra (2021), híbrido entre ficción y documental, del director Kiki Álvarez.

Reymel Delgado: Lo más importante que podemos sacar de esta situación es, quizás, tratar de desarrollar el sentido de adaptabilidad. Nos hemos adaptado a filmar con unos equipos mucho más reducidos de los que normalmente tenemos. Creamos una especie de protocolo sanitario para las filmaciones y nos podemos preciar de que en los rodajes en este último año, que no han sido pocos, por cierto, no ha habido una persona contagiada. (Suñol, 2021).

Así fue como el ICAIC continuó apostando por romper la inercia, luego de un año donde se paralizó de manera parcial la producción cinematográfica debido a la crisis que ocasionó la pandemia de Covid-19. Entonces sería de júbilo la llegada del mes de diciembre de 2021 para el Séptimo Arte en la Isla. Ante el descenso de los casos por coronavirus, el escenario fue propicio para realizar la Edición 42 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Evento que por su trascendencia marca una pauta en la región y a nivel mundial. Este hecho sería el lugar idóneo para el estreno de piezas como el largometraje El Mayor (2021) del fallecido realizador Rigoberto López.

Cuando se revisa todo lo realizado en este tiempo, aunque no han faltado limitaciones, nos percatamos de que el ímpetu por mantener viva la creación desde el punto de vista cinematográfico es inmenso. Y quizás lo más inteligente fue “acercarse” a la COVID-19 desde el audiovisual, ya no desde el enfoque informativo, como sucede a diario en diferentes medios de comunicación, sino desde la mirada humana y artística que el cine puede ofrecer. (Domínguez, 2021).

Todo el trabajo de la industria se reajustó. Tanto desde el punto de vista productivo, como de exhibición había que empezar a tomar en cuenta las circunstancias y con base a ellas repensar la programación. Esto permitió que, luego de dos años de pandemia se pueda cuantificar de manera positiva el trabajo de creación audiovisual.

Si algo tuvo de novedoso el quehacer cinematográfico en Cuba durante la nueva realidad pandémica fue la colaboración conjunta entre el ICAIC y las productoras independientes. Ahora bajo el amparo estatal del Decreto de Ley 373 aprobada justo un año antes, en marzo de 2019, de decretarse el primer caso de contagio en el país. Hecho que permitió una producción imparable con mayores estándares de calidad en los trabajos audiovisuales.

Este tipo de coproducciones están en el camino de fortalecer el cine cubano en general. Debemos entender que el cine es uno solo, más allá de sus formas de realización. Ocurre además en un contexto bastante favorable en este sentido, pues con el Registro del Creador Audiovisual, el Fondo de Fomento del Cine Cubano y los colectivos de creación se está formando una atmósfera donde eclosionan ideas, y se proyecta un cine cubano en una gama de colores y expresiones muy amplias, opina la cineasta Rosa María Rodríguez Pupo (citado por Sánchez, 2021).

La promulgación de este Decreto junto a la creación del Fondo de Fomento del Cine, a principios del año 2020, fue sumamente positivo. De esta manera se reconocía una realidad que ya existía en el país: el caso de las productoras independientes, ahora legalmente llamados “colectivos de creación audiovisual”.

Esta fue una respuesta positiva a varios de los reclamos hechos por años en las Asambleas de Cineastas. El sector audiovisual y cinematográfico no perteneciente al ICAIC, a partir de entonces tendría un reconocimiento legal como creadores. Lo que les permitió prestar servicios sin inconvenientes a las instituciones estatales. A esto añadiría Rodríguez: Fue una noticia muy buena que apareció en un contexto bastante desfavorable. Porque son acciones por parte del gobierno, que incentivan la producción cinematográfica en la Isla (comunicación personal, 9 de abril de 2022).

Otra realidad que marcó al cine cubano en tiempos de pandemia, fue el número de cineastas y artistas fallecidos. Sobre este hecho en su Blog “Cine cubano, la pupila insomne”, el prestigioso ensayista y crítico de cine Juan Antonio García Borrero comentó al respecto:

Y luego está este tema eterno de la muerte, acompañándonos como una sombra. En estos doce meses la cultura cinematográfica ha perdido a no pocos valiosos representantes de la misma. Han sido golpes tremendos que, además del dolor real que provoca en seres queridos y admiradores, dejan marcados en la historia del audiovisual de la nación sus propios hitos. (García, 2020).

Más de veinte cineastas fueron los fallecidos, por diversas causas, en el primer año de pandemia. Hombres y mujeres que dejaron un legado valioso, pero a su vez un vacío insustituible en la filmografía cubana.

Con la nueva realidad del coronavirus, el cine en Cuba se sigue haciendo igual que se hacía antes de la pandemia: un testimonio fiel de cuanto se ha reinventado el cubano para vivir y darle frente a lo incierto. La única diferencia ahora, es que a las rutinas de rodaje se le suman las medidas higiénico sanitarias. Por ejemplo, la figura del médico en las filmaciones ya es un hecho habitual. Cada vez que se vaya a presupuestar cualquier trabajo, hay que tener presente la figura del especialista en el área de la salud. Esta persona se encargará de medir la temperatura, estar atento a cualquier síntoma dentro del equipo, el uso constante de la mascarilla, así como el material desechable con que se cuenta en una producción.

Sin duda, mucho hay para decir sobre los retos del quehacer cinematográfico luego que apareció la pandemia. De esta experiencia saldrán nuevas recetas para seguir haciendo buen cine en Cuba. Un audiovisual marcado por sobre todas las cosas por el reflejo de su realidad.

CONCLUSIONES

Tal vez los más pesimistas vaticinaron el fin del universo del cine o la obsolescencia de las salas de proyección a nivel internacional. Pero resulta que, estas últimas, son un factor cultural irremplazables, pese a todas las crisis o pandemias. El cine en la actualidad es el arte que más se consume, tal vez porque está más al alcance de todos junto con la música. Las personas han aprendido a consumir más que cine, lenguaje audiovisual. Todos consumen películas desde diferentes hábitos o modos de consumo, pero al fin y al cabo el lenguaje es el mismo.

El cine sigue siendo ese elemento de fuerza cargado de simbolismos que recrean o reconstruyen una realidad. Es un producto audiovisual con un lenguaje propio, con sus propias formas de transmitir y de narrar aún y cuando han cambiado los hábitos de consumo. En este sentido la pandemia impuso a todos los creadores del universo de las artes, a repensar el cómo llegar a los receptores, cambiando las dinámicas y los soportes. Ahí entraron las redes sociales a asumir una vez más el protagonismo, esta vez como mediadoras entre el producto audiovisual y su audiencia.

En el caso de Cuba en particular, la producción local de la industria cinematográfica, con la aparición del Covid-19 se enfrentó una vez más al reto de reinventarse para sobrevivir en tiempos de crisis. A las carencias propias del contexto sociopolítico en la Isla, ahora se sumaban las limitaciones propias que imponía el virus. Para afrontar estas vicisitudes fue vital la aprobación del Decreto de Ley 373/2019 y la creación del Fondo de Fomento del Cine en el año 2020. Ambas acciones fueron estrategias acertadas que mantuvieron, diversificaron y aumentaron la calidad de la producción audiovisual entre el ICAIC y el sector independiente. Además, se aprovecharon las redes sociales para la difusión de las obras de conjunto en los canales de streaming. Que si bien, este último no sustituye a la tradición en la pantalla gigante fue una decisión acertada en medio de la contingencia, para llevar el producto a sus diferentes públicos.

El cine cubano data de una larga historia que se remonta a la llegada del cinematógrafo en 1897. Desde entonces hasta la fecha es mucho lo que se ha producido. Sobre todo, cine de muy buena calidad. El surgimiento del ICAIC en 1959, marca el inicio de lo que se pudiera llamar la “escuela de cine cubano”. Donde se formaron un sinnúmero de profesionales del audiovisual, quienes constituyen los grandes creadores de la industria audiovisual en la Isla.

Si algo caracteriza al cine cubano en su devenir son sus temáticas, las problemáticas que presenta. Los creadores cubanos encontraron la manera de producir cine de muy bajo presupuesto con características estéticas elevadas. La industria en la Isla, a diferencia de otros países, ha mantenido una regularidad por más de sesenta años en los estándares de calidad, amén de las circunstancias de cada contexto.

Por otra parte, el surgimiento de un movimiento cinematográfico paralelo al ICAIC, devenido en productores independientes, estableció sobre la palestra de producciones otras temáticas y nuevos modos de ver las ya existentes. Aparecieron creadores con aspiraciones de contar una Cuba diferente a la que por lo general se observaba desde las producciones del ICAIC. Un hecho que permitió mostrar estéticas diferentes y el intercambio enriquecedor en el trabajo conjunto entre la institucionalidad y la creación independiente.

Pese a la existencia de la Covid-19, la práctica demostró que el cine cubano era capaz de reinventarse frente a la nueva realidad. Por lo que, de desaparecer o no el virus del quehacer humano, la producción en el séptimo arte se mantendrá con los mismos estándares de calidad estética y con una variada creación fílmica. La presente investigación busca repasar el desarrollo de la industria cinematográfica en la Isla durante el período de pandemia, abordando los retos y fortalezas que experimentó la creación audiovisual.

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Recibido: 20 de Abril de 2022; Aprobado: 25 de Abril de 2022

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