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Revista de filosofía Universidad Iberoamericana

versão On-line ISSN 2954-4602versão impressa ISSN 0185-3481

Rev. filos. Univ. Iberoam. vol.54 no.153 Ciudad de México Jul./Dez. 2022  Epub 17-Maio-2024

https://doi.org/10.48102/rdf.v54i153.139 

Dossier

Apuntes del subsuelo. La crítica del orden establecido en Fiódor Dostoievski*

Notes from the Underground. The critique of the establised order on Fyodor Dostoevsky

**Sociedad Iberoamericana de Estudios Kierkegaardianos. katalina.elena@yahoo.com.mx


Resumen

En este artículo propongo una relectura de la novela Apuntes del subsuelo de Fiódor Dostoievski desde la mirada de la filosofía. Considerada por algunos la novela en la cual el escritor expuso su antropología; entendida, por otros, como una crítica social en boca de un extraño personaje, desde mi punto de vista esta obra es un ejercicio que desmantela la racionalidad moderna, y hace de Dostoievski un antimoderno. El ejercicio planteado parte de la idea que el filósofo ruso de origen judío, Lev Shestov, afirmaba sobre este escrito: que representa la verdadera “crítica de la razón pura”. Trataré de demostrar que la novela Apuntes del subsuelo es uno de los escritos más filosóficos de Dostoievski, porque presenta la deconstrucción de la racionalidad moderna, para lo cual analizaré cómo entendió Dostoievski la razón y cuál fue su postura con relación con ella.

Palabras clave: crítica; razón; subsuelo; orden establecido

Abstract

In this article I propose a rereading of the novel Notes from the Underground by Feodor Dostoevsky from a philosophical approach. Considered by some the novel in which the writer expounds his anthropology, or by others understood as a social criticism in the mouth of a strange character; from my point of view this novel is an exercise that deconstruct the modern rationality and makes Dostoevsky an anti-modern thinker. So, I propose an exercise which starts from the idea that the Russian philosopher of Jewish origin, Lev Shestov affirmed about this writing; that its represents the true “critique of pure reason”. Then I will try to demonstrate that the novel Notes from the Underground is one of Dostoevsky’s most philosophical writings because it presents the deconstruction of modern rationality, and I will try to analyze how Dostoevsky understands the reason and what has been its position in relation to this.

Keywords: critics; reason; underground; established order

Cuando hoy sólo se leen los best sellers de la literatura seleccionados por el mercado, proponer una reflexión en torno a un escritor como Dostoievski, un clásico del pensar universal, no es una tarea fácil. Pero sin el estudio de los clásicos, en nuestra lectura siempre quedará un hueco difícil de llenar. Italo Calvino afirmaba que: “clásico es aquel libro que siempre tiene algo que decir y cuya frescura desafía el paso del tiempo”;1 un clásico es, desde mi punto de vista, un faro en la oscuridad que nos ayuda a comprender, a través de su universalidad, nuestra propia actualidad. Dostoievski es un clásico porque con su literatura ha logrado una profunda transformación del corazón humano y de la sociedad.

Acercarse a la obra de este titán es una labor compleja, difícil; requiere siempre la conciencia de quedarse al margen, de no llegar a una comprensión totalizadora, ya que siempre algo se escapa. El simple ejercicio de leer a Dostoievski no es garantía de nada. Se pueden leer muchos libros y muchos autores sin entender. Se puede leer a Dostoievski sin entender... Entender a Dostoievski implica vivir su escritura desde adentro; comprender su tragedia: la cárcel en Siberia, la epilepsia, una vida de agonía, por un lado; por otro, significa vivir con cada personaje, dialogar con sus ideas, porque “no se puede hablar sobre Dostoievski sin convertirse de algún modo en sus personajes”.2

Estoy convencida de que intentar hablar sobre Dostoievski implica un riesgo por varios motivos: primero, porque se trata de uno de los grandes escritores, un pensador complejo; luego, porque sobre Dostoievski se ha escrito mucho, es decir, existe una cantidad de trabajos, hay excelentes biografías, ensayos, artículos que revelan la fuente insaciable que es su escritura. No es un escritor más, así como tampoco uno que pasó de moda, como creía su compatriota Vladimir Nabokov cuando afirmaba que: "Dostoievski pasó de moda por contar con un peso melodramático que resulta insoportable para los lectores de hoy”.3

El hecho de que Dostoievski no sea tan leído hoy no es porque su escritura sea “insoportable”, sino porque vivimos en la sociedad de lo instantáneo, de la prisa, de lo superfluo y del simulacro; entonces, sus novelas, que requieren paciencia y un cierto estado de ánimo, no son para este tipo de vivencias en la superficie. La escritura de Dostoievski es una postura crítica ante un pensamiento progresista, ante un humanismo deshumanizado, ante el fariseísmo y la moral hipócrita, ante el asalto de la razón; en fin, ante la crisis del espíritu humano arrastrado por posturas que, muchas veces, no ha elegido.

Muy en breve recordaré que en su juventud Dostoievski coqueteó con ideas filosóficas del idealismo alemán, en especial con Hegel, al cual no leyó directamente, pero supo de él mediante Belinski, un gran intelectual ruso de aquellos tiempos. Tras la experiencia de ser condenado a muerte y encarcelado en Siberia, Dostoievski empezó a entender hacia dónde nos conducen las ideas progresistas y la fe en un orden racional, cruel ante el sufrimiento humano y ciego ante las injusticias. Para él, esto significaba lo establecido: que las leyes creadas por un pensamiento abstracto se ocupan en mantener al ser humano en un estado de “beatitud”, para alejarlo de aquello que realmente es importante. Para designar a este hombre común, el escritor usó el término Bcemctbo (el hombre común, general), un ser numérico, nivelado, en alusión al sujeto moderno que se ajusta a un mundo justificado por la racionalidad.

Dostoievski exploró otra dimensión del ser humano: el mundo de las tinieblas, del exceso de conciencia, del inconsciente, del hombre que se rebela para apartarse de las abstracciones. Aquí la profundidad de su mensaje. Además supo crear sus personajes con agudeza y finura, de tal modo que a través de ellos muestra un profundo conocimiento de la naturaleza humana; sus vivencias no han caducado, son vivencias humanas universales par excellence.

Entrar en la escritura de Dostoievski significa entrar en un mundo místico, primitivo, a veces demoniaco, en donde “la locura se mezcla con la fe y no hay diferencia entre el sueño y la claridad ardiente de la vida real; pero a la vez un mundo hermoso, porque nos invita a descender hasta el fondo del corazón. Su mundo se extiende entre el cielo y el infierno; entre Dios y el diablo”.4 Nadie como él supo sondear con tanta valentía el carácter abismal de la desconcertante ambigüedad o ambivalencia del alma humana.5 Al querer sacar a la luz al hombre que, vive al margen, Dostoievski busca revelar cómo piensa de verdad el hombre del subsuelo, en oposición al hombre común que se deja guiar por lo que los demás piensan y dicen, por las normas establecidas.

Queda abandonar el orden y descender en este mundo, en su laberinto interior, y dejarnos guiar por la belleza de su arte, con conciencia de que “el camino hacia su obra pasa por todos los purgatorios de la pasión, por el infierno de los vicios, por todos los grados de tormento terrenal: el tormento del hombre, el tormento de la humanidad, el del artista y el último, el más terrible, el tormento de Dios”.6

Dostoievski fue escritor pero, a partir de finales del siglo XIX, se ha demostrado que su literatura escrita con arte responde a las preguntas filosóficas fundamentales, de modo tal que hoy el escritor ruso no es sólo autor de novelas, sino que es un pensador sobre la condición humana -igual que Shakespeare, Cervantes o Goethe -. Tenía algunas lecturas filosóficas (Rousseau, Descartes, Hegel y otros) que estaban de moda en su época; pero, más que nada, sentía una profunda intuición filosófica sobre el espíritu humano, en la cual se vive una tensión interna, una coincidencia opositorum.7 A partir de allí, Dostoievski logra penetrar en la esencia misma de las cosas, crea una peculiar visión del mundo y una filosofía existencial que inspiró a todos los grandes filósofos del siglo XX.

Comparado con su contemporáneo León Tolstói, quien colocó la mirada sobre la sociedad, con sus personajes peculiares, a Dostoievski le inquietó la singularidad, el espíritu humano por excelencia. Berdyaev afirmaba que: “Dostoievski estaba así convencido de que la parte más profunda de nuestra alma no se expresa en condiciones normales, tranquilas de vida, sino que viene a la luz en momentos complejos, de tensión y contradicción”.8 El mismo Berdyaev hablaba de “una antropología-en-movimiento”9 que caracteriza la escritura de Dostoievski, ya que el modo del ser humano no es estático. Hay facetas, ocultamientos de los personajes que se muestran conforme se desarrollan sus historias: el príncipe Myshkin es un soñador que piensa que la belleza salvará al mundo; Raskólnikov es un nihilista que pretende alcanzar sus objetivos a cualquier costo, considerándose así un benefactor de la humanidad; Stavroguin es un cínico a quien todo le da igual, o Iván Karamázov, el racionalista y ateo, en oposición al creyente y bondadoso Aliosha Karamázov.

Dostoievski tuvo un gran instinto filosófico. Lev Shestov lo entendió como “el doble de Kierkegaard”.10 Cuando pensamos en la filosofía de Dostoievski, el texto más común en este sentido ha sido “El gran inquisidor”, parte de la novela Los hermanos Karamázov. Si bien este texto es ejemplar en cuanto al tema de la libertad, qué es el bien y qué es el mal, desde mi punto de vista, en muchas otras novelas se puede identificar esta preocupación por usar el arte de la escritura literaria para transmitir un profundo mensaje filosófico.

El objetivo de este artículo es mostrar que la novela Apuntes del subsuelo es uno de los escritos más filosóficos de Dostoievski, ya que presenta la deconstrucción de la racionalidad moderna. Por lo mismo, primero trataré de argumentar por qué esta novela es una “crítica de la razón pura” y, luego, me enfocaré en subrayar el sentido trágico de la propia existencia de Dostoievski, iniciando con la etapa en que escribe los Apuntes del subsuelo.

La “crítica de la razón pura” de Fiódor Dostoievski

Lev Shestov,11 filósofo ruso de origen judío, afirmaba:

Es asombroso que, sin tener una preparación filosófica, Dostoievski entreviera con tanta precisión cuál es el problema fundamental y sempiterno de la filosofía. Ningún manual de filosofía estudia Apuntes del subsueloninguno, ni siquiera cita este título. […] O, si alguna vez fue escrita una Crítica de la razón pura, ella debe ser buscada en Dostoievski en Apuntes del subsuelo o en las grandes novelas que escribió. Lo que Kant llama crítica, no es más que una apología de la razón.12

¿Cuál será entonces el mensaje de esta novela, para que Shestov considerara que el escrito de Dostoievski es la auténtica crítica de la razón pura?

En el año 1864, tras la experiencia de la cárcel y diez años en Siberia, donde experimentó vivir en la “casa de los muertos”,13 y después del viaje a París, Dostoievski publicó una pequeña novela que marcará -junto con otras como Crimen y castigo, El idiota, Los demonios y Los hermanos Karamázov- un antes y un después en su obra, representa la transformación de sus convicciones: Apuntes del subsuelo14 (Zapiski iz podpolya). Considerado por algunos su libro más filosófico, en él Dostoievski empieza a desvelar las profundidades del alma humana, saca a la superficie una visión trágica de la vida, la cual encarna el “grito” desesperado de un hombre que, de repente, siente un exceso de consciencia sobre la naturaleza humana. Podría muy bien ser un tratado de verdadera antropología. Walter Kaufmann afirmaba que este libro es la obertura del existencialismo y que, mediante él, Dostoievski ofreció una nueva voz a la filosofía. “Lo que percibimos es un canto sin escuchar sobre la individualidad: ni clásico, ni bíblico, ni nada romántico. No, la individualidad no es retocada, idealizada o sagrada; es miserable y repugnante y, sin embargo, a pesar de toda su miseria, es el mayor bien”.15

En su estructura, la novela cuenta con dos partes; pero la segunda pasa prácticamente desapercibida. La esencia de este escrito está en la primera parte, creada a manera de confesión, de monólogo. El personaje principal -el hombre del subsuelo no tiene un nombre propio- hace una confesión desde sus vivencias internas, que son de una cruel honestidad; se desnuda ante una página que escribe sólo para sí mismo. Como afirma George Steiner, “Dostoievski hace hablar al narrador con una frenética sinceridad […] y el lector escucha verdades tan terribles como las verdades que Dante escuchó en el infierno”.16 Es la primera novela en la cual el escritor muestra una verdad nada generosa, nada noble; sino una verdad desnuda, la cual exhibe una actitud franca ante la realidad no idealizada.

Cualquier lector atento entiende el espíritu crítico que sobresale de la pluma de Dostoievski. En aquella época, al parecer, había aparecido en Rusia un escrito llamado ¿Qué hacer?, publicado por un ensayista mediocre de nombre N. G. Chernyshévsky. Por alguna extraña razón (o no), este escrito llegó rápido a ser un best seller. Era un texto que elogiaba el utilitarismo de J. S. Mill y de J. Bertham, y plasmaba una idea utópica, un tipo de paraíso social, en el cual todos los seres humanos vivirían juntos y en armonía. Ante este tipo de razonamientos, y después de las experiencias trágicas que padeció, Dostoievski decidió, a través del hombre del subsuelo, presentar exactamente lo que pensaba sobre las ideas progresistas y utópicas con las cuales se embriagaba la sociedad rusa.

Fuera de las acertadas interpretaciones que Berdyaev, Shestov, Vladimir Soloviev, Luigi Pareyson o Romano Guardini hicieron en torno al pensamiento de Dostoievski, al identificar un mensaje filosófico profundo, extraña ver que hoy, con relación a esta novela, la interpretación sigue una dirección un poco anacrónica. Hay algunos que describen a este personaje como: superior, rencoroso, vengativo, con complejo de inferioridad y cínico, aluden inclusive al concepto de resentimiento de Nietzsche17 o dibujan la figura de un nihilista postmoderno. Hay otras interpretaciones que se limitan a considerar esta novela como un reflejo de lo que pasaba en la sociedad rusa entre las décadas de 1840 y 1860, es decir, del conflicto entre los eslavófilos y los occidentalistas18.

Mi idea es que el mensaje de la novela deber ir más allá de una etiqueta: al tratarse de un personaje peculiar, que no representa el pensar común, sino lo contrario; esto no significa que sea un personaje rencoroso; así como tampoco toda la novela es sólo una imagen de un contexto social en específico. Estos modos de interpretar son bastante reduccionistas ante la complejidad del mensaje dostoievskiano.

Es verdad que podemos partir de la idea de que la actitud del hombre del subsuelo -que es pasiva, de observador y crítico- se opone al concepto de Chernyshévsky del “hombre de acción”. Se trata de un ser humano que se permite estar al margen de la existencia y observar. El hombre del subsuelo es el hombre que, tras un exceso de conciencia, no actúa, sino que piensa y tiene la valentía de alzar la voz para criticar todo aquello que ciegamente los seres humanos toman como certezas absolutas; tiene la fuerza para reivindicar su libertad, la cual le fue robada y sustituida con una falsa felicidad creada por el Palacio de Cristal (puede ser el Estado o cualquier institución o promesa); quiere recuperar su singularidad borrada. Por decir lo que piensa, incomoda; para él la razón no puede salvarnos. Por lo mismo, le resulta más importante la libertad que la felicidad,19 pero no se trata, como dice Berdyaev, de una libertad que implique la primacía de la razón; va más allá, llega a las profundidades irracionales del alma humana.20

Así como la libertad y la felicidad no son compatibles, tampoco la verdad y el conocimiento científico. La verdad está más allá de las leyes científicas (2+2=4), se rebela contra la idea de que la ciencia, en su afán de omnipotencia, quiere enseñarnos a vivir. El filósofo italiano Luigi Pareyson afirma que se trata de “una obra muy compleja, cuyo mayor significado radica en reivindicar la libertad y la personalidad del individuo frente al orden necesario de la razón”.21 El mismo Dostoievski, aseguraba que a través de este personaje quiso probar si es posible ser totalmente sincero, aunque sea sólo consigo mismo y no tener miedo de toda la verdad.22

Desde “el rincón” más oscuro situado en San Petersburgo, en el cual vivió cuarenta años sólo consigo mismo, aislado de todo, el hombre del subsuelo se autocaracteriza como un antihéroe que se pregunta: “¿Cuál de las dos es mejor: la felicidad barata o el sufrimiento exaltado?”,23 una interrogante que marca toda la creación dostoievskiana. El hombre del subsuelo apuesta por una angustia espiritual, por estar al margen, en un rincón. ¿Por qué elige el rincón? ¿Qué lo determina a poner una delimitación entre sí mismo y los demás?

Se trata de una ruptura, un hiatus irrationalis que surge en su conciencia. Recordemos que Hegel consideraba que este tipo de rupturas es la conciencia infeliz. En cambio, Kierkegaard entendía esta ruptura como la conciencia de la angustia (que en el fondo es la conciencia de la caída), fundamental para vivir una vida auténtica. En cambio, las leyes de un pensamiento abstracto se ocupan por mantener al ser humano en un estado de perpetua “beatitud”, alejado de aquello realmente importante. George Steiner asevera que, precisamente por eso, Dostoievski es incluido con tanta frecuencia en el panteón de la metafísica moderna junto con otros rebeldes: Pascal, Kierkegaard y Nietzsche.24

Luigi Pareyson sostiene que, vista en su hipertrofia, la conciencia es una verdadera enfermedad, una tragedia de la personalidad; genera dudas, incertidumbres, mortificación.25 La confesión del hombre del subsuelo es resultado de tener conciencia de este hiatus; es decir, conciencia de una ruptura en el alma humana. Él tiene la revelación de una mentira, descubre que las grandes ideas pueden ser monstruosas al revestirse de las más bellas apariencias. No significa que sea un inocente; es un hombre de carne y hueso, que percibe el sentido de la condición humana abandonada por todas las promesas sociales.

Su discurso representa la rebelión contra aquello que le quita al hombre su libertad y su personalidad. Vive un ataque de furia contra las evidencias, contra el “bien” de la moral común y contra la ciencia. También critica el principio socrático al cual se aferran los hombres que se toman la arrogancia de pretender “conocerse a sí mismos”. Este conocerse a sí mismo le parece otra ley más. Para Dostoievski, al contrario que para Sócrates, los hombres nos se conocen a sí mismos; porque aferrarse a unas leyes y a unos principios, y vivir desde allí, no significa un conocimiento real de sus almas. El autoconocimiento oculta lo que realmente hay de profundo y secreto. Dice el hombre del subsuelo:

En la vida pasada de un hombre hay cosas que no revela a todo el mundo, pero sí quizá sólo a sus amigos. Hay por añadidura, otras cosas que no revela ni siquiera a sus amigos, sino quizá únicamente a sí mismo y esto bajo promesa de secreto. Por último, hay cosas que hasta teme revelarse a sí mismo, y todo hombre honrado cobija en su mente bastantes cosas de este género.26

El verdadero conocimiento se da cuando el hombre descubre la ambigüedad en su alma, provocada por una fuerza que la rebasa.27 El problema, para el hombre del subsuelo, es que el racionalismo quiere borrar la ambigüedad del alma humana y ofrecer al hombre la razón (con sus principios, leyes, normas) que sustituye hasta a Dios. El hombre así se aferra a una idea hecha de sí mismo, y cree que ésta es la verdad.

Pareyson afirma que la verdadera línea divisoria entre perdición y salvación se decide en el reino de la ambigüedad. La aventura del hombre, prisionero de esta ambivalencia, está descrita en la epístola de Santiago (4:8), cuando exhorta al hombre a decidirse con valentía a purificar su corazón (purificate corda, duplices animo).28 Søren Kierkegaard, en uno de sus discursos edificantes,29 sostiene la misma idea, citando la epístola de Santiago. Parte de la idea de que el ser humano tiene el corazón dividido y, por lo mismo, tiene que hacer esta labor de purificación.

Por pensar diferente, al hombre del subsuelo los demás lo humillan (como se ve en la segunda parte de la novela), lo empujan, porque tiene el valor de alzar la voz y demostrar que lo que se llama “normalidad” no es más que una caverna -“un reino encantado, gobernado por leyes, principios, evidencias; un reino ideal de personas sanas y normales-”,30 sobre la cual Platón ya había advertido que allí los hombres viven atados con cadenas. Es interesante como el subsuelo de Dostoievski no es lo mismo que la caverna de Platón; es su contrario.

Entonces, ¿qué es este subsuelo? ¿Qué representa? Algunos intérpretes de la novela sostienen que, a través de ella, Dostoievski desciende por primera vez en las tinieblas del alma humana. El subsuelo es la parte más profunda y oscura de un ser humano, la cual todavía no se ha pervertido por las capas de autoengaño, con las cuales cubrimos nuestro corazón. El subsuelo no es un inconsciente, sino una segunda dimensión, como diría Shestov, o una conciencia de segunda potencia, según Kierkegaard. Es lo que la razón, la más pura, no puede ni ver ni entender.

George Steiner menciona que el subsuelo simboliza en Dostoievski las propias profundidades a las cuales el espíritu ha descendido. Es el lugar (espacio) de la verdad, y de allí la realidad cobra totalmente otro sentido.31 También podemos decir que el subsuelo es lo invisible, aquello que siempre yace tras la superficie y que no somos capaces de ver ni entender. Para esto se necesitan “ojos espirituales”, como propone Lev Shestov, o un exceso de conciencia como posee el hombre del subsuelo. Por lo mismo, este último no quiere resignarse ante los muros de piedra que representa el orden establecido (leyes, normas morales, ciencia, razón).

El hombre del subsuelo se pregunta si la razón es realmente la causa de nuestro bienestar y si la ciencia tiene que corregir nuestra propia naturaleza y hábitos. Argumenta que la justicia que practicamos es hipócrita: “antes (el hombre) veía justicia en el derramamiento de sangre y con la conciencia tranquila exterminaba a quien necesitaba exterminar; ahora, por el contrario, aunque juzgamos abominable el derramamiento de sangre, lo practicamos mucho más a menudo que antes”.32

En pocas páginas de la novela, Dostoievski desmantela toda la metafísica kantiana a través de un principio fundamental que la filosofía ha olvidado: “para alcanzar el cielo uno tiene que renunciar a la ciencia”.33 Para él, la razón ha determinado un modo de pensar común. Lo que el autor más temía era este “pensamiento común” o “la conciencia en general” que caracteriza al hombre “normal”. La razón ha logrado proyectar en la pantalla que tenemos frente a nuestros ojos (como los muros de la caverna de Platón) sombras, que funcionan como un tranquilizante moral. Un hombre normal abraza este tranquilizante mediante el cual, aparentemente, la razón proyecta su vida y su quehacer, sin darse cuenta de que es la razón la que ha expulsado a Dios (como aseveró Nietzsche cuando puso en boca de un “loco” el grito de desesperación y agonía: “¡Dios ha muerto!”). Dostoievski opone a la razón la voluntad (la libertad) y afirma:

Ya ven ustedes que la razón no es más que razón y sólo satisface la facultad intelectiva del hombre, en tanto que la voluntad es una manifestación de la totalidad de la vida humana que incluye la razón y a toda forma de especulación. Y aunque nuestra vida así manifestada resulta ser a menudo una porquería, es, no obstante, vida y no una mera extracción de una raíz cuadrada.34

En esta batalla contra la razón Dostoievski se une a Kierkegaard y a Nietzsche, considerados sus “dobles”. Recordemos que para Kierkegaard la fe empieza allí donde se acaba la razón, como afirma en su escrito Enfermedad mortal; para Nietzsche hay un “más allá del bien y del mal”, es decir, más allá de los principios racionales que definen el bien y el mal como establecidos. La razón no aguanta el más allá. Kant mismo, cuando entiende que hay algo que la razón no puede captar, se declara vencido. La razón no soporta lo inestable, la contradicción, la angustia.

Kierkegaard relacionaba la angustia y la libertad: frente a la infinitud de posibilidades que surgen, dentro del espíritu del hombre, este vértigo, esta angustia, despierta la conciencia. Sin embargo, ambos pensadores (tanto Kierkegaard como Dostoievski) sabían que el hombre prefiere su comodidad, prefiere vivir apegado a sus reglas y a las leyes morales, sin cuestionar si son suyas o están tan lejanas que no tienen sentido para su propia existencia. El hombre prefiere la ley de afuera, el deber por el deber, y empieza a vivir sin capacidad de juicio, sin entender, pero seguramente se cree a sí mismo un hombre moral. Contra este tipo de moral y este tipo de deber por deber se rebela Dostoievski. Igual que Nietzsche, lleva a cabo una guerra contra los hombres que han “devorado a Dios”, poniendo en su lugar la ley moral, una ley humana pero no divina.

El hombre del subsuelo saca a la luz todo aquello que yace debajo de las apariencias. Es incómodo pero necesario. Él es lo opuesto a la conciencia común satisfecha con lo que le es dado, con el “muro de piedra” que resulta una especie de calmante; el hombre común hace de la venganza justicia, convencido que hace lo correcto y lo honorable.35 En una sociedad llena de clichés e hipocresía, el discurso del hombre del subsuelo es catártico: “¿Hablando en serio, saben qué quiero? Que se vayan todos al diablo, esto es lo que quiero. Necesito de mi tranquilidad. Y para no ser molestado, vendería todo el universo por un peso. Diría: que desaparezca todo el universo, yo tomaría con tranquilidad mi té”.36 Algunos han visto en esta actitud del hombre del subsuelo egoísmo y cinismo; pero creo que hay que mirar más hacia el fondo. Es un hombre que vive desde sus sentimientos, que son intensos, vive la contradicción -como casi todos los personajes dostoievskianos- y se rebela contra los conceptos rígidos. Vive, como dice Zweig, desde sus convulsiones, sus espasmos, creando así un nuevo origen:37 el de un hombre rebelde, así como Camus mismo lo plasmó más tarde. Un hombre que desde su tragedia interior empieza a ver la realidad y grita. Para este hombre todo lo común, lo cómodo y lo hipócrita puede desaparecer, porque es cobardía.

El gran desafío que nos lanza este hombre del subsuelo es duro: “2+2=4 yo escupo sobre esto, porque 2+2=4 ya no es vida, sino el inicio de la muerte”.38 Esta célebre frase sacude toda la racionalidad, intriga la lógica, ofende a la mente. Pero esto quiso Dostoievski, para demostrar que, en el momento que nos aferramos a leyes inmutables, morimos. 2+2=2 es el principio de la muerte, de la resignación.

Considero que el hombre del subsuelo es de una sinceridad cruel, habla con toda apertura sobre la mezquindad y la cobardía de los seres humanos al esconderse tras lo dado, lo pensado, es decir, tras cualquier tipo de sistema. “El hombre es tan aficionado a los sistemas y a las deducciones abstractas que está dispuesto a falsear deliberadamente la verdad, a negar la evidencia de sus sentidos, con tal de justificar su lógica”.39 Esto es el inicio del mal absoluto cuando, obsesionado con una idea (inclusive la del bien), el hombre sacrifica todo y, con ello, la verdad de su propia existencia. Para Dostoievski ésta es la mayor perversidad.

Berdyaev afirmaba que con este personaje del subsuelo empieza para Dostoievski un camino de etapas que desembocará en Iván Karamázov:40 el camino de la conquista de la libertad ante los principios abstractos. Para Dostoievski la libertad es esencial, el núcleo del destino humano, que se manifiesta ya sea a través del bien o del mal, pero el hombre tiene la tarea de luchar contra el mal de su propio corazón. La lucha entre el bien y el mal empieza cuando el ser humano concientiza su libertad y asume que parte de sí mismo es también la posibilidad del mal, a veces necesario. Como bien decía Dostoievski, sin esta experiencia del mal, no sabríamos qué significa el bien y seríamos moralmente inferiores.

El hombre del subsuelo es la voz del ser humano singular que reivindica aquello que le fue robado: la libertad. En su corazón hay una batalla que saca a la luz el mal que existe y pervierte el alma, al considerar al ser humano una mera abstracción matemática, un algoritmo. Al contrario, para este personaje, el ser humano es misterioso, un ser que sufre, llora, tiene alegría, tiene siempre “algo más”. La razón quita al hombre su libertad; no lo deja ser sí mismo. Pero Dostoievski, como afirma Berdyaev,41 no deja al hombre volverse una máquina, una abstracción; lucha para defender la dignidad humana. Con este escrito el novelista ruso nos revela la insuficiencia de un pensamiento que ha levantado estructuras racionales, sobre las cuales se fundamenta la realidad, pero ha ignorado lo que realmente es y quiere un ser humano.

Podemos pensar que Dostoievski construye una dialéctica: el hombre del subsuelo (quien tiene conciencia de que vivimos atados con cadenas) versus el hombre normal, para quien la caverna es perfecta. Esto recuerda la dialéctica kierkegaardiana: individuo versus multitud; o la oposición de Nietzsche: “la moral de los aristócratas” versus “la moral de los esclavos”. Afirmaba el mismo Lev Shestov: “En el alma del hombre mediocre sólo surge el deseo de conservar su influencia sobre las personas hasta el fin de sus días. En cambio, las naturalezas más finas y talentosas empiezan a desdeñar a la multitud -y también a sí mismas, porque al menos una vez en la vida logró tentarlos el tonto e infame papel de bufón de ideas elevadas”.42

El hombre del subsuelo muestra una indiferencia total ante todo tipo de “ideas” que utiliza la razón para borrar el sentido trágico de nuestra existencia. Ante toda lógica, opone la angustia, manifestando su lucha contra el 2+2=4. No lo hace por mero capricho; lo hace para ser libre a través de un acto de “autorrevelación”. “Así como Pascal habla en toda su obra del Deus absconditus, repitiendo el dicho de Isías (45:15): el mistater; así se puede decir que en toda su producción Dostoievski no hace otra cosa que hablar del homo absconditus, según el dicho de la segunda carta de San Pablo (3:4): krypós ánthropos”.43

Al ser un personaje realmente filosófico,44 el hombre del subsuelo marca para la producción de Dostoievski un giro hacia una reflexión en torno a la libertad, a la elección, al significado de la ética; pero también sobre la desesperación, el sufrimiento y la fe; su escritura se transforma en verdaderas obras filosóficos, a través de las cuales abandona el reino de la razón y de la conciencia moral. Éstas se vuelven para él nada más que “evidencias”, “eslóganes” que no ayudan al ser humano a vivir. Admiraba que Tolstói estuviera convencido de que el “bien es Dios”. Y esto hasta un punto, porque el patriarca de Yásnaia Poliana tuvo, en un momento dado de su vida, un descenso profundo y doloroso al subsuelo de su conciencia y vivió una de las trasformaciones más radicales que se conocen.

La conciencia trágica

A través del hombre del subsuelo, Dostoievski logró penetrar la ambigüedad del alma humana, viviendo desde estos espasmos interiores. No le interesaba más que sacar a la luz al hombre oculto, secreto, que yace en cada uno de los seres humanos. En su escritura se revela un mundo que no muchos están dispuestos a comprender y aceptar: el mundo de la situación límite de la vida; en el cual hay locura, pasión, maldad, bondad, belleza pero, también sufrimiento y muerte. Descender a este mundo del subsuelo de Dostoievski implica un grado de valentía; sobre todo porque “el camino hacia su obra pasa por todos los purgatorios de la pasión, por el infierno de los vicios, por todos los grados de tormento terrenal: el tormento del hombre, el tormento de la humanidad, el del artista y el último, el más terrible, el tormento de Dios”.45 Dostoievski luchó toda su vida para superar lo insuperable (las evidencias). Su lucha es trágica, está llena de fracasos en el intento desesperado de salir de este subsuelo (caverna) y romper para siempre las cadenas que lo atan a un orden racional, y ascender hacia Dios.

Thomas S. Berry sostiene que Dostoievski explicó la idea principal de esta novela en una carta a su hermano, del 26 de marzo de 1864, donde afirmó que el tema estaba en el último capítulo de la primera parte, donde destaca que la vida no puede basarse únicamente en el principio racional. El mismo Berry, con toda razón, sostiene que esta dicotomía entre lo racional y lo irracional resulta evidente en el desarrollo filosófico de Dostoievski desde su juventud. En otra carta a su hermano afirmaba que: “el conocimiento de la naturaleza, el alma, Dios y el amor [...] lo conoce el corazón, no la mente”.46

No es que identifiquemos a Dostoievski con el personaje de la novela, pero no ignoramos que el escritor vive su propio subsuelo. Una vez ahí abajo, en su propia conciencia, empiezan a surgir sus dudas, incertidumbres, las cuestiones fundamentales, y se da cuenta de que aquel idealismo hueco en el cual creyó tantos años ya no significa nada para él. En otras palabras, empieza una transmutación de todos los valores. Al escritor se le revela la verdad: hay un muro que el idealismo ha construido durante siglos: un muro de las evidencias, de “ideas claras y distintas” como diría Descartes, un muro de la salvación, en el cual la humanidad ha volcado todas sus esperanzas porque estas evidencias siempre han ofrecido consuelo.

Después de experimentar el subsuelo, Dostoievski rechaza seguir trabajando en la edificación de este muro; su conciencia y su inteligencia no le permiten creer que las evidencias salvan el mundo. Tiene la revelación de que todos los discursos abstractos e idealistas son mera palabrería, no toman en cuenta el latir del corazón humano, su dolor, su tragedia, su incertidumbre y su tensión interna, que conducen al ser humano a vivir con temor y temblor. Dostoievski vive una transformación; y ésta, como diría Kierkegaard, está relacionada a lo eterno, no a lo temporal, es un devenir dentro de su corazón.

En la vida de Dostoievski todo fue fuego, como bien decía Berdyaev. Vivió una verdadera historia de transformación que lo ayudó a renacer. Dos eventos son remarcables: la separación de su maestro Belinski47 y la experiencia de la cárcel, los cuales dieron lugar a una metamorfosis real y profunda, borraron todo aquello que Dostoievski fue en su juventud: todos sus ideales y su fe en el “humanismo”. Tras esta transformación “Dostoievski, no sólo quemó todo aquello que había adorado, sino que lo cubrió de luto”.48 El genio de Rusia se dio cuenta de que sus tormentas internas ya no correspondían a la fe en utopías progresistas de la humanidad. Prefirió vivir fuera de todos los ideales, en el subsuelo de su alma, contemplando desde ahí el mundo, asumiendo una condición trágica de la existencia.

Los que han penetrado, aunque un poco, en la escritura de Dostoievski identifican que la experiencia de la cárcel (o el presidio) fue para él este hiatus irrationalis, esta tremenda ruptura dentro de la racionalidad. A partir de allí inició la conciencia infeliz, edificante para Dostoievski. En la cárcel, el escritor ruso vivió “la revelación de la muerte”. Tras esta experiencia jamás fue el de antes: el idealista, el humanitario, el que tenía fe en las verdades absolutas; estas ideas desaparecieron para siempre.

Sus personajes, a partir de este momento crucial -presentando pedazos del alma de Dostoievski- se rebelan, transgreden la moral, las leyes, retan la vida misma y a Dios (como Iván Karamázov, por ejemplo). Empieza la conciencia de la tragedia para Dostoievski, la cual se puede traducir a través de la contradicción entre el sufrimiento y la purificación. A partir de esta transformación, saldrán a la superficie todas sus inquietudes, todas sus luchas internas; su literatura se transforma así en una filosofía existencial.

Dostoievski renunció a las evidencias, a los ideales, a su antiguo yo, mostrando una valentía que muchos filósofos no tuvieron: dudar de la razón. En otras palabras, hay una sola actitud que el escritor ruso no teme manifestar en toda su escritura: la renuncia al conocimiento científico, al idealismo, en favor de la verdad revelada descubierta dentro de los muros de la cárcel. Allí, Dostoievski entendió que inclusive la ética proviene de la misma semilla que la ciencia: ha sido hecha para juzgar y no para amar. Por ejemplo, mediante Raskólnikov (el personaje de Crimen y castigo), el escritor transmite un mensaje profundo: vivir guiado por ideas abstractas te convierte a ti mismo en un tipo de ser abstracto, incapaz de sentir y vivir auténticamente.49 Raskólnikov, convencido de que salvará a la humanidad, sacrifica la vida de un ser humano. Al analizar la psicología de Raskólnikov, Dostoievski llega a la conclusión de que el problema es la mente (la racionalidad) y sus proyecciones; de allí viene nuestro propio infierno.

Es difícil imaginar que Dostoievski desarrolle personajes totalmente aislados de sus convicciones. Cada uno responde a la necesidad de una comprensión urgente del comportamiento humano en diferentes situaciones existenciales. Berdyaev decía que “las novelas de Dostoeivski no son en el fondo, novelas, son parte de la tragedia interior del destino humano; por eso, el singular espíritu humano se revela a sí mismo en sus manifestaciones diversas y en diferentes etapas de su viaje”.50

A través de la novela Apuntes del subsuelo, Dostoievski decide dejar atrás los idealismos humanitarios que persiguió cuando empezó a escribir. Estos sueños románticos que Schiller51 plasmó en su Oda a la alegría le parecían un sinsentido, sobre todo después de la experiencia de la prisión. Empezó a entender que los ideales son incompatibles con la realidad, es decir, que las aspiraciones del corazón chocan con los imperativos morales de la razón. Cuando tomó conciencia de esto, tras las experiencias fatales que padeció, inició su vivencia de una conciencia trágica de la existencia, se dio cuenta de las vidas sacrificadas en el nombre de una idea, por lo mismo, ya no toleró ningún idealismo. Dostoievski vivió un despertar del “sueño dogmático”; estos ideales lo atormentaron, y notó una ruptura, una grieta en el corazón humano, la cual decidió no tapar, sino explorarla.

Para describir este “despertar” de Dostoievski, Lev Shestov apela a una leyenda que viene del Talmud, sobre el ángel de la muerte que desciende sobre el hombre para separar su alma de su cuerpo.

Suele suceder que el ángel de la muerte, cuando desciende en busca de un alma, se convence de que ha llegado demasiado temprano, que aún no es la hora de que el hombre abandone la tierra. No toca su alma, ni siquiera se le muestra, pero, antes de partir, le deja al hombre imperceptiblemente dos ojos de los muchos que lleva. Y entonces el hombre de súbito comienza a ver más de lo que ven los demás y de lo que él mismo veía con sus viejos ojos. […] Una de esas personas que poseían doble visión fue, sin duda, Dostoievski. ¿Cuándo descendió hacia él el ángel de la muerte? Lo más natural es suponer que eso sucedió cuando él y sus compañeros fueron conducidos al patíbulo y les leyeron la sentencia de muerte.52

Cuando la verdad se reveló a Dostoievski, se produjo una liberación de las certezas y tuvo clarividencia. No pidió “ver” más que otros, simplemente fue elegido, es decir, sus segundos ojos se le otorgaron sin su permiso. Éstos lo condujeron hasta el más profundo subterráneo (el subsuelo) y de allí ya no pudo regresar a la “normalidad”. La voz que le hablaba desde el subsuelo era desgarradora; la voz de un hombre que descubre que toda su vida se había engañado, había vivido una comedia al asegurar a los demás, y asegurarse a sí mismo, que el objetivo supremo eran los ideales humanitarios, como dice Shestov.53

Dostoievski fue un escritor que tuvo el “don de la profecía, como el hombre a quien el libro del destino humano le fue abierto”.54 No nos enseña alguna lección moral, pero nos comparte su sufrimiento, creando así una profunda psicología del alma humana, además de que “la tragedia constituye el espacio metafísico de Dostoievski”, como afirma Olga Tabachnikova.55

La historia de vida y la creación de Dostoievski representan la historia de la transformación de su alma, una de las más complicadas tareas que un ser humano puede emprender, porque requiere una renuncia absoluta a todo aquello que uno era antes, e implica aceptar que uno ha vivido en el engaño. Volver a empezar significa tener la valentía del hombre del subsuelo, que decide, de manera total, no aceptar vivir sin libertad. Lev Shestov afirmaba que la vida auténtica, rica y llena de significados no existe sino sólo allá donde el hombre ve arriba de su cabeza no un pedazo de cielo, sino una cúpula enorme. Sin embargo, la mayoría no quiere ver. Los seres humanos prefieren aquello que no les provocan ningún problema en general.

La figura del hombre del subsuelo es una figura trágica por excelencia: se trata de un hombre con la revelación de que está condenado a vivir en un mundo donde la única certeza es la muerte; un hombre que “vive desde adentro”, en apariencia rencoroso con el mundo, pero, al final, un hombre demasiado lúcido que se libera de las ideas impuestas. En el subsuelo la verdad no puede ser enmascarada, tampoco la conciencia puede ser adormecida: allí se encuentra el mundo de los que realmente tienen “un par de ojos más”.

Antes de la experiencia de la cárcel, Dostoievski pensaba que, a través de su escritura, enseñaría a los hombres cómo debían vivir y qué debían hacer, es decir, se proyectaba a sí mismo como una autoridad moral (como lo hizo Tolstói). Pero, al estar en la cárcel, viviendo durante años experiencias que jamás imaginó; al ver a todos aquellos hombres condenados a muerte, se dio cuenta de que no tenía nada que enseñar ni el derecho de decir a nadie cómo vivir. Entonces, los personajes que creó, en adelante, ya no tuvieron una voz autoritaria, sino que fueron el reflejo de su peregrinación por su propia alma;56 el reflejo de una lucha interna, de luces y sombras, de edificaciones y caídas. Para Dostoievski, lo que llamamos realidad no es sólo una vivencia racional del ser y el actuar, sino que incluye un lado oscuro, escondido en cada ser humano. Se trata de una “realidad” misteriosa y sus personajes reflejan en sus almas esta oscuridad.

Cuando Dostoievski vivió “la crisis” tenía cuarenta años (como su personaje del subsuelo), edad en que la mayoría cree que es imposible comenzar una nueva vida, renunciar a todas tus convicciones y volver a nacer. Al final de la novela Crimen y castigo, Raskólnikov -uno de los personajes emblemáticos de toda literatura universal- afirma: “entonces comienza otra historia, la historia de la renovación de un hombre, la historia de su metamorfosis, de su travesía progresiva de un mundo a otro, del descubrimiento de una realidad completamente nueva, desconocida hasta este momento”.57

La vida de Dostoievski fue una conquista: el triunfo del hombre sobre su propio destino. Es la victoria del espíritu sobre un cuerpo frágil, igual que en el caso de Nietzsche. Dostoievski fue epiléptico treinta años de su vida creativa. Las crisis lo tomaron siempre por sorpresa y lo arrojaban al suelo, como un vencido. Pero nunca se quejaba, sino que asumió esta enfermedad como su amor fati igual que asumió sus propios vicios. Amó el abismo, el subsuelo, las profundidades, lo demoniaco, así como también lo divino. Con este amor y abandono total a su destino, Dostoiesvki logró dominar su sufrimiento. Muere y resucita y de aquí toma siempre sus fuerzas y se aferra con avidez a la vida, para arrancarle su belleza. Afirmaba: “Toda mi vida he excedido los límites en todo”. Esto hace de él un espíritu dionisiaco. Así podemos afirmar que el mundo de Dostoievski se extiende desde la cima hasta el abismo, desde el cielo hasta el infierno, desde Dios hasta el diablo.

Shestov afirmaba con razón que:

Quien quiere acercarse a Dostoiesvki, debe cumplir con una serie de exercitio spiritualia [ejercicios espirituales]: debe vivir horas, días, años enteros entre las evidencias contradictorias. No hay otra solución. Sólo así se puede entender que el tiempo no tiene una, sino dos dimensiones, o más […]; que todo inicia, pero no acaba aquí, que lo fantástico es más real que lo normal, que la vida es muerte y que la muerte significa vida.58

Referencias

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*Con motivo de los 200 años de su nacimiento: 11 de noviembre de 1821.

1 Italo Calvino, Por qué leer los clásicos (Barcelona: Tusquets, 1992), 28.

2 Luigi Pareyson, Dostoievski. Filosofía, novela y experiencia religiosa (Madrid: Encuentro, 2007), 225.

3 Vladimir Nabokov, Lecciones de literatura rusa (Buenos Aires: Emecé editores, 1985), 42.

4 Stefan Zweig, Tres maestros. Balzac, Dickens, Dostoievski (Barcelona: Acantilado, 2014), 95-133.

5 Pareyson, Dostoievski. Filosofía, 20.

6 Zweig, Tres maestros, 97.

7 Nikolai Berdyaev, Dostoievski. An Interpretation (Nueva York: Semantron Press, 1934), 12.

8 Berdyaev, Dostoievski, 43.

9 Berdyaev, Dostoievski, 45.

10 Lev Shestov, Kierkegaard and the Existential Philosophy (Athens: Ohio University Press, 1969). Prácticamente contemporáneos, sin saber el uno del otro, sus preocupaciones fueron muy parecidas: el sufrimiento humano, la redención, el cristianismo, la fe, la desesperacion, la ambigüedad del alma humana.

11Shestov junto con Berdyaev son quienes, a inicios del siglo XX, contribuyeron a la difusión del pensamiento de Dostoievski en la cultura europea.

12 Lev Shestov, Revelatiile mortii (Iasi: Institutul European, 1993), 32.

13Nombre de una novela de Dostoievski, Recuerdos de la casa de los muertos o Apuntes de la casa de los muertos, o Memorias de la casa de los muertos, depende de la traducción.

14Fue publicada en partes, en la revista Época (Epoja).

15 Walter Kaufmann, Existentialism from Dostoievsky to Sartre (Nueva York: Meridian Books Inc., 1975), 12.

16 George Steiner, Tolstói o Dostoievski (Ciudad de México: Siruela, 2002), 229.

17Por ejemplo, en el artículo llamado “Notas sobre la lectura nietzscheana de Apuntes del subsuelo” (Estudios Nietzsche, núm. 11, [2011]: 113-125), Paolo Stellino hace la interpretación de que el hombre del subsuelo es lo que Nietzsche entendía por el hombre del resentimiento en su escritura. Desde mi punto de vista, y como argumentaré en este texto, el hombre del subsuelo, al contrario, renuncia al resentimiento porque no le sirve de nada. Afirma el hombre del subsuelo: “¿Pero ¿qué voy a hacer si no siento ni siquiera resentimiento?”, Fiódor Dostoievski, Apuntes del subsuelo (Madrid: Alianza, 2007), 32. Nietzsche leyó de Dostoievski El doble y Apuntes del subsuelo y quedó impactado por el mensaje de esta última. “De Dostoievski yo no conocía ni el nombre hasta hace pocas semanas —¡yo un hombre inculto que no lee ‘periódicos’! Un zarpazo casual (zufälliger Griff) en una tienda de libros me puso ante los ojos su obra L’esprit souterrain, recién traducida al francés (¡algo igual de casual me ocurrió con Schopenhauer cuando yo tenía veintiún años, y con Stendhal cuando tenía treinta y cinco!) El instinto de afinidad (Verwandschaft) (¿o qué nombre le daré?) dejó oír su voz enseguida, mi alegría fue extraordinaria…”. Citado en Stellino, “Notas sobre la lectura”, disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3727831, consultado el 7 de septiembre de 2021. Me atrevería a decir que a la hora de descubrir este escrito de Dostoievski, Nietzsche se identificó con este hombre del subsuelo.

18Surge una nueva clase: la Intelligentsia rusa, que se dividirá en dos ramas: los occidentalistas, intelectuales que estudiaron en Europa, sobre todo en Alemania, y se caracterizaron por una asimilación de esta cultura occidental; y los eslavófilos que acentuaban las características que separaban a Rusia de Occidente e idealizaban a la “Santa Madre Rusia”. Dostoievski no creían en esta separación entre Rusia y Europa, sino en el universalismo del espíritu ruso. Es decir, para Dostoievski, ser ruso significaba tener un espíritu universal.

19Mensaje que encontramos también en la leyenda de “El gran Inquisidor”, en la cual se pone en relación antinómica la libertad de Cristo con la felicidad prometida por el Inquisidor.

20 Berdyaev, Dostoievski, 50.

21 Pareyson, Dostoievski. Filosofía, 31.

22Fiódor Dostoievski, R XXIII, 470/1 Ver: Reinhard Lauth, He visto la verdad. La filosofía de Dostoievski en una exposición sistemática (Sevilla: Thémata, 2014), 71.

23 Dostoievski, Apuntes del subsuelo, 146.

24Steiner, Tolstoi o Dostoievski, 20

25 Pareyson, Dostoievski. Filosofía, 212.

26 Dostoievski, Apuntes del subsuelo, 52.

27De aquí también la creación de la novela El doble, en la cual se plasma la idea de que la personalidad de un ser humano no es unitaria, sino dividida. Esto se refleja en muchos de los personajes dostoievskianos.

28 Pareyson, Dostoievski. Filosofía, 208.

29 Søren Kierkegaard, Discursos edificantes para diversos estados de ánimo (Ciudad de México: Universidad Iberoamericana, 2018).

30 Lev Shestov, “Las revelaciones de la muerte”, en La balanza de Job. Peregrinaciones por las almas (Madrid: Hermida, 2020), 73.

31 George Steiner, Anno Domini y otras parábolas (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2015), 23.

32 Dostoievski, Apuntes del subsuelo, 38.

33 Dostoievski, Apuntes del subsuelo, 37.

34 Dostoievski, Apuntes del subsuelo, 42.

35 Dostoievski, Apuntes del subsuelo, 32.

36 Dostoievski, Apuntes del subsuelo, 139.

37 Zweig, Tres maestros, 143.

38 Dostoievski, Apuntes del subsuelo, 48.

39 Dostoievski, Apuntes del subsuelo, 37.

40 Berdyaev, Dostoievski, 57.

41 Berdyaev, Dostoievski, 55.

42 Lev Shestov, Apoteosis de lo infundado (Madrid: Hermida, 2016), 33.

43 Pareyson, Dostoievski. Filosofía, 33.

44Alrededor de 1859, Dostoievski quería escribir una obra filosófíca. Renunció a la idea de un tratado, pero en 1864, en Apuntes del subsuelo, plasmó ideas filosóficas que después encontraremos en otras novelas, en boca de varios personajes.

45 Zweig, Tres maestros, 97.

46 Thomas S. Berry, Dostoevsky and Socrates: The Underground Man and “The Allegory of the Cave” http://sites.utoronto.ca/tsq/DS/06/157.shtml Fecha de consulta: 22 de septiembre de 2021

47Pensador que, en la segunda mitad del siglo XIX, implementó en Rusia la filosofía idealista de Hegel, Fichte y Schelling, para después volverse antihegeliano. Dostoievski fue influenciado por Belinski hasta un punto, para luego decepcionarse de lo abstracto que era el idealismo.

48 Lev Shestov, La filosofía de la tragedia. Dostoievski y Nietzsche (Buenos Aires: Emecé, 1949), 31.

49D. McNeill, Dostoievski, Berdyaev and Shestov. Three Russian Apostles of Freedom (Amazon, 2020), e-book para Kindle.

50 Berdyaev, Dostoievski, 21.

51Schiller fue para Dostoievski uno de los escritores que le marco su pensamiento.

52 Shestov, “Las revelaciones”, 44-45.

53 Shestov, La filosofía de la tragedia, 27.

54 Lev Shestov, “The Gift of Prophecy”, http://shestov.phonoarchive.org/all/pw2_1.html Fecha de consulta: 6 de septiembre de 2021

55 Olga Tabachnikova, Russian Thinker Lev Shestov from a Literary Perspective (Tesis doctoral: University of Bath, Inglaterra, 2007), 282. https://purehost.bath.ac.uk/ws/portalfiles/portal/188157771/Olga_Tabachnikova_thesis.pdf Fecha de consulta: el 1 de septiembre de 2021

56 Tabachnikova, Russian Thinker Lev Shestov, 124.

57Dostoievski, Obras completas. Tomo II, Crimen y castigo (Ciudad de México: Aguilar, 1991), 585.

58 Shestov, Revelatiile mortii, 74.

Recibido: 19 de Marzo de 2021; Aprobado: 14 de Enero de 2022

Catalina Elena Dobre es doctora en filosofía por la Universidad Alexandru Ioan Cuza, Iasi, Rumania. Tiene varias publicaciones en revistas de investigación, nacionales e internacionales, sobre la filosofía de Søren Kierkegaard, así como sobre temas antropológicos, éticos y culturales. Entre sus libros más recientes están: Rahel Levin Varnhagen. El valor de la inteligencia femenina para una filosofía de la comunidad (Roma: IF Press, 2017); La nostalgia de Cioran (Sevilla: Editorial Thémata, Universidad de Sevilla, 2020) y Max Picard: la filosofía como renacer espiritual (Ciudad de México: Gedisa, 2020). Desde 2014 es miembro del Sistema Nacional de Investigadores de Conacyt. Es miembro de la Sociedad Iberoamericana de Estudios Kierkegaardianos; directora de la revista Estudios Kierkegaardianos, de México, y editora asociada de la revista Kierkegaard Newsletter, de Hong Kierkegaard Library, Northfield. A partir de 2021 es parte del International Advisory Board de Hong Kierkegaard Library. Actualmente desempeña actividad de investigación y es profesora de asignatura en la Universidad Iberoamericana México (nivel licenciatura, maestría y doctorado).

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