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Revista de filosofía Universidad Iberoamericana

versão On-line ISSN 2954-4602versão impressa ISSN 0185-3481

Rev. filos. Univ. Iberoam. vol.54 no.153 Ciudad de México Jul./Dez. 2022  Epub 17-Maio-2024

https://doi.org/10.48102/rdf.v54i153.141 

Dossier

Wieder y Eichmann. Dos comentarios a la banalidad del mal en Roberto Bolaño y Hannah Arendt

Wieder and Eichmann. Two Comments on the Banality of Evil in Roberto Bolaño and Hannah Arendt

Roberto Barajas Chávez* 

*Universidad Iberoamericana, ciudad de México. robertobarajaschavez@gmail.com


Resumen

Este texto plantea un estudio comparativo desde la tesis de “la banalidad del mal” de Hannah Arendt, a partir de dos personajes inscritos uno desde la literatura y el otro desde la filosofía moral. Por un lado, el personaje del poeta y piloto de la Fuerza Aérea en la dictadura militar de Augusto Pinochet, Carlos Wieder, que aparece en la novela Estrella distante (1996), del escritor chileno Roberto Bolaño, y, por el otro, el oficial nazi Adolf Eichmann y el conflicto político que generó su juicio penal en Jerusalén en 1961, luego de su captura en un suburbio de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en 1960. De esta manera, propongo una comparación entre ambos personajes: uno literario, basado en acontecimientos históricos y ficticios, y la crítica desarrollada por la filósofa alemana Hannah Arendt, con indicios de filosofía política y moral, al acusado por crímenes al pueblo judío, contra la humanidad y crímenes de guerra durante el régimen nazi en la Segunda Guerra Mundial. Las reflexiones de Arendt, elaboradas ante la invitación a realizar un “relato de hechos” sobre el caso para la revista estadounidense The New Yorker durante el periodo del juicio, se publicaron en: Eichmann in Jerusalem. A Report on the Banality of Evil, en 1963.

Palabras clave: literatura; política; arte; poesía; dictadura; moral; imperativo categórico

Abstract

The text presents a comparative study based on Hannah Arendt’s theory called “the banality of evil”, considering two characters defined, one by literature and the other by moral philosophy. On the one hand, the character of the poet and Air Force pilot in the dictatorship of Augusto Pinochet, Carlos Wieder, who appears in the novel Estrella distante, 1996, by Chilean writer Roberto Bolaño, and on the other, the political conflict that generated the criminal trial to the Nazi officer Adolf Eichmann in Jerusalem in 1961, after his capture in a suburb of the City of Buenos Aires, Argentina, in 1960. In this way, I will set a dialogue between both characters; a literature based on historical and fictitious events, and the criticism made by the German philosopher Hannah Arendt based on hints of Political Philosophy and moral to the accused, for crimes against the Jewish people, crimes against humanity and war crimes during the Nazi regime in World War II. Reflections made by the philosopher, once she is invited to make a “factual account” about the case, for the American magazine The New Yorker during the trial period, and of which she would later publish the text: Eichmann in Jerusalem. A Report on the Banality of Evil, in 1963.

Keywords: Literature; politic; art; poetry; dictatorship; moral; categorical imperative

I

El poeta adolescente

Todos eran menores de edad y algunos tenían pinta de héroes. Se les veía felices.

Roberto Bolaño, Estrella distante

Para abordar a Carlos Wieder, el personaje que Roberto Bolaño creó en su novela Estrella distante, de 1996, vale la pena regresar a los antecedentes de esta novela y a la idea que el escritor chileno tenía sobre el significado de un poeta y su labor, para entender mejor a los personajes y sus principales inquietudes. En una entrevista hecha a Bolaño por Cristián Warnken en la Feria Internacional del Libro de Chile en 1999, para el programa de UC Televisión: La belleza de pensar, el escritor chileno habla del acto poético como un gesto adolescente; el adolescente frágil y valiente que, señala, “apuesta lo poco que tiene por algo que ni siquiera alcanza a entender lo que es y generalmente pierde”.1 Enigmas que parecen acercarnos a la imagen de un poeta ingenuo, conducido hacia el dolor y la sanidad liberadora al mismo tiempo. Porque, nos dice el escritor en la misma entrevista, existe asimismo la imagen del poeta adulto, quien sabe muy bien lo que hace al innovar y es consciente de sí; en ese lugar coloca a Baudelaire como el soberano que pone a disposición todos los recursos a su alcance y los sabe usar. Este tipo de poeta no es frágil como el adolescente, sino una roca; es fuerte.

Éstos son escritores con sentido común, dice Bolaño: “Baudelaire es un páter familias, es el abuelo sensato. Baudelaire nos muestra el camino y sus herramientas, abre un camino, nos dice cómo abrirlo y a partir de él se abre un camino que no sólo queda abierto sino pavimentado”.2

De estas ideas que el escritor ofrece sobre los dos tipos de poetas que considera importantes en su propia obra, polarizados entre sí, parece simpatizar con el poeta adolescente; en esa categoría se puede introducir a muchos de los protagonistas de sus novelas. Habla, por ejemplo, de Ulises Lima, uno de los personajes que aparece en la segunda parte de Los detectives salvajes, de 1998. Lima ocupa, aclara en la entrevista, el lugar del mejor y más cercano amigo que él tuvo cuando vivió en México. El poeta mexicano Mario Santiago Papasquiaro sería con quien, además, fundaría, junto con otros jóvenes poetas, el movimiento poético de contracultura: el infrarrealismo, a mediados de la década de 1970. Con Ulises Lima aparece en Los detectives salvajes Arturo Belano, alter ego de Bolaño y nombrado así en homenaje al escritor francés Arthur Rimbaud. Pero Belano es presentado por primera vez en Estrella distante, obra a la cual dedicaremos mayor atención, para explicar los motivos que la antecedieron en la mente de su autor.

En La literatura nazi en América, de 1996, Bolaño presenta una antología de escritores radicados en América que simpatizaron con el nazismo. En el último capítulo de esta novela, Bolaño narra, en unas cuantas páginas, la historia del teniente Ramírez Hoffman de la Fuerza Aérea de Chile (FACH). Esta historia le había sido contada a Bolaño tiempo antes de escribir la novela por el artista chileno Jaime Rivera, quien no habría quedado contento con la corta referencia a este personaje en la novela de Bolaño y le sugirió ahondar, con mayor atención, en la historia que le había compartido. El resultado, después de un encierro de casi dos meses con su alter ego, Arturo Belano, fue la novela Estrella distante.

La novela está contada en primera persona por Belano, quien inicialmente se encarga de narrar la historia y personalidad de Alberto Ruiz-Tagle, un poeta autodidacta que suele asistir a los talleres literarios chilenos durante el gobierno de Salvador Allende y quien, a partir del golpe de Estado que da inicio a la dictadura de Augusto Pinochet en 1973, se volverá un piloto de la fach, conocido como Carlos Wieder. Desde entonces, todo parece cambiar en la personalidad de este complejo personaje, menos su afición por la poesía. Belano describe a detalle el ambiente que se respiraba inicialmente entre el círculo de amistades que asistía a los talleres del profesor y poeta Juan Stein en Concepción, al suroeste de Santiago, en el centro de Chile; Stein es íntimo amigo de Belano y lo acompaña en gran parte de la novela. Describe también a Bibiano O’Ryan, a las gemelas Verónica y Angélica Garmendia, y pormenores sobre el otro taller de poesía que daba Diego Soto. Apunta a la Gorda Posadas como la única amiga y confidente de Wieder, el siempre bien vestido, prudente y callado Alberto Ruiz-Tagle.

Alrededor de estos personajes y su desafortunada suerte, debido a los acontecimientos tras el inicio de la dictadura chilena, se traza la historia de un joven fascista que, desde el anonimato brindado por sus amigos del taller literario, piloteaba un avión militar pero nunca renunció a su afición por la poesía. Con esta novela, Bolaño se sumerge en una narrativa que cuestiona diferentes valores como la moralidad, el perdón, la envidia, el anhelo de una felicidad egoísta a pesar de cualquier cosa, la política, la muerte y una historia latinoamericana afectada por los gobiernos totalitarios que se encargaron de desaparecer y callar las voces de millones de individuos, para evitar la consumación del socialismo en el continente.3 De ahí que a continuación me permita mencionar algunas obras de arte de la época, en alusión a una realidad política que muchos artistas latinoamericanos refieren como efecto de las dictaduras y que Bolaño recopila, en este caso, a través de los personajes de su novela.

Como ejemplo, está la obra del artista chileno Alfredo Jaar, Intervenciones públicas. (Estudios sobre la felicidad: 1979-1981), compuesta por ocho impresiones fotográficas, las cuales hace algunos años formaron parte de la exposición: Memorias del subdesarrollo. El giro descolonial en el arte de América Latina, 1960-1985, presentada en el Museo Jumex en 2018. Esta intervención pública fue realizada en Chile durante tres años, en el periodo de la dictadura de Augusto Pinochet. En este lapso de tiempo, Jaar realizó encuestas, videos y carteles para preguntar a los chilenos sobre la felicidad. Por la misma razón, se creó un canal subversivo de opinión, cuando el gobierno no aceptaba ningún tipo de oposición social y los hacían callar mediante violentas represiones. La novela de Bolaño narra los momentos previos a la dictadura y la felicidad es un aspecto que se introduce casi de manera velada, pero fundamental para el personaje de Arturo Belano, al que volveremos más adelante.

Algo que Bolaño plantea en Estrella distante es que el hombre de derecha y asesino de la dictadura, Carlos Wieder, es un poeta sensible al arte de las palabras, al quehacer literario, y convierte su avión militar en herramienta singular, mediante la cual desarrolla su poesía con eficacia y habilidad, sin que con ello el autor olvide de quién provienen aquellas sentidas palabras y reflexiones. Bolaño es cuidadoso al emitir los detalles que constituyen la identidad de su personaje principal, habla del mismo avión que usaban los nazis y que Wieder pilotea para escribir su poesía en el aire. Entre los capítulos 2 y 3 de la novela, Bolaño describe la doble personalidad de Wieder al identificarlo no sólo como un piloto entre las filas de una dictadura militar, capaz de realizar con astucia las hazañas más peligrosas por el acto de poetizar en el aire, sensible y seguro de sí al hablar sobre literatura y poesía con reporteros del régimen de Pinochet; pero, por otro lado, capaz de cometer también los actos más infames de la especie humana con un avión alemán característico del nazismo.

En la novela aparece Norberto, definido por Belano como un loco que después sería fusilado. Este sujeto describe a gritos el Messerschmitt 109 alemán que, según este particular personaje, denuncia no sólo el error de quienes anticipaban una Tercera Guerra Mundial en la década de 1970, sino el regreso de la Segunda Guerra Mundial, por la aparición anacrónica de aquel avión legendario y su inesperada forma de actualizar el terror que en el pasado había representado. En aquel momento, Belano había caído preso en el Centro La Peña, a las orillas de Concepción. Es ahí que se da la primera aparición de Carlos Wieder, antes Alberto Ruiz-Tagle, hasta ese momento desconocido por él.

Las prácticas fascistas y las dictaduras, en general, fueron de gran influencia en el pensamiento crítico y creativo de los artistas latinoamericanos, entre quienes y con toda seguridad, Bolaño no quedó exento, consciente de las consecuencias de este periodo en la historia en su país.

En el capítulo 3, Belano relata la vida de Bibiano, quien trabajó como dependiente de una zapatería durante la dictadura. Bibiano, otro aficionado a la literatura, pensaba escribir una antología de la literatura nazi americana, un libro magno, según sus propias palabras. Estas historias, narradas por Belano en la novela, recuerdan no sólo otros libros del autor chileno, sino también diferentes momentos de su vida personal, como el pasaje en que cayó preso en su país y esto lo orilló a salir de Chile para viajar a México y después a Barcelona. Muchos de estos viajes y facetas de su alter ego aparecen en la novela, además de incluir otras tres historias que, de manera paralela, acompañan a la principal: la vida del profesor y poeta Juan Stein, un revolucionario guerrillero centroamericano con ideales soviéticos-trotskistas; el destino fatal que padece Diego Soto, el otro profesor y poeta rival de Stein, quien una vez exiliado a causa de la dictadura y ubicado en Francia, con una vida en apariencia tranquila, es invitado a un coloquio sobre literatura y crítica de Hispanoamérica en Alicante y muere a causa de una cuchillada y una golpiza a manos de tres neonazis, por acudir en ayuda de una mujer. Finalmente, la vida del joven homosexual Lorenzo, víctima de una descarga eléctrica cuando era un niño, la cual le provocó la mutilación de ambos brazos, pero esto no le impide salir a buscar su destino en diferentes países de Europa hasta que muere de sida.

II

Wieder y Eichmann

Tal vez la memoria de cada sociedad se construya superponiendo imágenes, una tras otra hasta olvidar la original.4

El documental histórico Oro nazi en Argentina, de 2004, reúne una serie de investigaciones realizadas en el Archivo General de la Nación de Argentina y diferentes acervos históricos, sobre los acuerdos y la supuesta protección que se les otorgó a altos mandos del régimen nazi a finales de la Segunda Guerra Mundial, así como el traslado de millones de dólares en oro y en efectivo, que llegarían a manos del gobierno peronista o en forma de importes en bancos suizos para su resguardo. Entre la información reunida, se asegura que Argentina fue el principal refugio de oficiales nazis en los últimos años de la guerra, conformando una considerable fuerza política, que pretendía la conservación de la ideología fascista fuera de Alemania.

En los archivos se descubrió que el oficial nazi Adolf Eichmann llegó a Argentina vistiendo una sotana, con el nombre de Ricardo Klement, luego de pasar una temporada en Roma protegido por el obispo nazi Alois Hudal y por Carlos Fuldner, un importante estafador expulsado de la ss (Schutzstaffel o Escuadrón de protección). De acuerdo con la tesis del documental, estos nazis fueron protegidos en Argentina por Rodolfo Freude, de la División de Información del gobierno peronista, por lo que, durante su largo mandato, Juan Domingo Perón abrió la Delegación Argentina de Inmigración en Europa (DAIE) para recibir a miles de inmigrantes, entre ellos, a muchos nazis perseguidos. Luego de su huida, y tras haber trabajado y vivido en diferentes regiones de Argentina, Eichmann fue capturado en 1960 en la ciudad de Buenos Aires por agentes infiltrados delMosad (Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales de Israel) y trasladado a Jerusalén para comparecer ante el tribunal del distrito el 11 de abril de 1961, acusado de crímenes contra el pueblo judío, contra la humanidad y crímenes de guerra durante el régimen nazi.

Ante estas acusaciones, Eichmann se declaró inocente en el sentido en que se formularon los cargos. Durante el tiempo que duró el juicio, la filósofa alemana Hannah Arendt realizó un seguimiento del caso para la revista estadounidense The New Yorker, para publicarlo conforme su desarrollo; labor que más tarde concretaría en su libro: Eichmann in Jerusalem. A Report on the Banality of Evil, de 1963. Durante este proceso, el abogado defensor, el doctor Robert Servatius, declaró en entrevista que: “Eichmann se cree culpable ante Dios, no ante la Ley”.5

El acusado en cuestión negaba rotundamente haber matado, si quiera haber dado la orden para asesinar a ningún ser humano, judío o no. Concretamente, los estudios psiquiátricos arrojaron que Eichmann era un hombre por completo normal, sin rasgos de enajenación en el sentido jurídico ni de insania moral, y con actitudes afectivas hacia su familia, hijos, madre, padre, hermanos y amigos, no sólo normales sino ejemplares. Durante el juicio, no se lograba constituir un caso anormal de odio hacia los judíos ni como fanático antisemita por parte de Eichmann. Ni el fiscal ni los jueces le creyeron por cuestiones profesionales y no aceptaron que, en pleno uso de su conciencia, fuera incapaz de distinguir el bien del mal, cuando lo cierto es que, al parecer, no actuaba ni reflexionaba de manera autónoma sino como un soldado que obedece órdenes y así se había conducido siempre. En su libro, Arendt lo narra de la siguiente manera:

Antes de que Eichmann ingresara en el partido y en las ss, ya había dado muestras de sus deseos de hacerlo, y por esto el día 8 de mayo de 1945, fecha oficial de la derrota de Alemania, tuvo para Eichmann una importancia especial, ya que se dio cuenta de que a partir de entonces se vería obligado a vivir sin pertenecer a organización alguna. “Comprendí que tendría que vivir una difícil vida individualista, sin un jefe que me guiara, sin recibir instrucciones, órdenes ni representaciones, sin reglamentos que consultar, en pocas palabras, ante mí se abría una vida desconocida, que nunca había llevado.6

Ante las controvertidas declaraciones de Eichmann, los reproches que la filósofa alemana efectuó al proceso de captura y la conducción ilegal de muchos derechos jurídicos durante el juicio, Arendt se volvió una fuerte crítica de todo el proceso: resaltó la lamentable actitud del acusado, donde sus declaraciones y pensamientos conducían a una desafortunada banalidad del mal. Esta frase sería fuertemente amonestada durante y después del juicio, en contra de la filósofa especialista en teoría política. A decir de Arendt, Eichmann jamás habría actuado en contra de un superior ni desobedecido las órdenes que se le dictaban, sin que, con ello, se le absolviera de su grado de responsabilidad en los resultados obtenidos por acatar dichas órdenes. Esto a pesar de que en sus respuestas, casi irreflexivas, parecía desligarse de la responsabilidad de los actos que provocaron la muerte de millones de judíos, al darles acceso y deportación a los campos de exterminio. Arendt insistía en que resultaba difícil hallar la maldad en sus palabras, cuando no parecía existir plena conciencia de estos actos en sus declaraciones.7

Al respecto, encontramos un serio problema en la definición-elección de decisiones y/o posibles actos de buena o mala voluntad en la vida del acusado, de acuerdo con la doctrina kantiana que ayuda a definir el perfil moral de Eichmann, mismo que, en paralelo, nos permite introducir una nueva manera de pensar al personaje de la novela Estrella distante, Carlos Wieder. En la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Kant define la razón de la siguiente manera:

[...] nos ha sido concedida la razón como facultad práctica, es decir, como una facultad que debe tener influjo sobre la voluntad, resulta que el destino verdadero de la razón tiene que ser el de producir una voluntad buena, no en tal o en cual respecto, como medio, sino buena en sí misma, cosa para lo cual era la razón necesaria absolutamente, si es así que la naturaleza en la distribución de las disposiciones ha procedido por doquiera con un sentido de finalidad.8

De la relación entre las leyes objetivas del hacer en general y la posible “imperfección subjetiva” de la voluntad de tal o cual ser racional como voluntad humana, buena en sí misma -dice Kant-, podemos referir a dos tipos de imperativos, mediante los cuales conducimos esta razón práctica con fines en sí mismos. Se habla del imperativo hipotético cuando una acción es posible como medio para conseguir un fin, y del imperativo categórico cuando representa una acción en sí misma, sin referencia a ningún otro fin y como objetivamente necesaria. Es importante recordar que la acción debe ser considerada “buena” como medio en el imperativo hipotético para conseguir otro fin y “buena en sí misma”, así como necesaria, en una voluntad conforme con la razón, y como principio de tal voluntad cuando refiere al imperativo categórico.

Ahora, según las precisiones kantianas, regresemos a los personajes de Eichmann y Wieder para explicar, de manera más puntual, la conciencia y responsabilidad de ambos en sus actos delictivos. Podríamos acentuar la falta de una buena voluntad autónoma al elegir un bien en sí mismo o en tomar decisiones como medio para adquirir otro fin. En ambos casos, aunque en particular en el descrito por Arendt, parece omitirse la voluntad moral del fin en sí misma desde la autonomía del individuo, cuando, en el caso individual de un soldado como Eichmann, el legislador de su voluntad no es él mismo sino Hitler. Algo similar podríamos afirmar en el caso de Wieder, en lo referente a los actos de exterminio cometidos por él al servicio de una dictadura militar, cuando no estaba escribiendo su poesía en el aire. En el caso de este piloto poeta, quizá el mejor momento para cuestionar su buena voluntad y conducción de una razón práctica como un fin bueno en sí mismo es cuando organiza la exposición fotográfica con imágenes de los muertos, sus víctimas, producto de la represión dictatorial. Este acto deliberado, relatado en el capítulo 6 de la novela de Bolaño, nos lleva a pensar que, aun desde una perspectiva artística, Wieder es capaz de iluminar el cielo con las frases: “La muerte es amistad”, “La muerte es Chile”, “La muerte es responsabilidad”, “La muerte es amor”, “La muerte crecimiento”, “La muerte es comunión” y “La muerte es resurrección”, y al mismo tiempo cometer los actos más violentos en contra de la naturaleza humana. Parte de su ideología es obedecer, pero, al decidir mostrar las imágenes de sus actos en una exposición y escribir una oda poética a la muerte en el cielo, si es que lo hace deliberadamente y dirigido a un público selecto (donde predominaba la asistencia de oficiales de diferentes rangos de la dictadura chilena), en ese momento se pone en cuestionamiento su buena voluntad, más allá de autodefinirse como un soldado que sólo acata órdenes.

Ambos oficiales cometieron múltiples actos homicidas por los que podían ser juzgados pero, a diferencia de Eichmann, Wieder sí se mostró como un homicida en primer grado, siendo completamente “innecesario” presentar la muestra de sus actos con las fotografías que detonarían su posterior desaparición y su misterioso exilio del régimen al cual servía. Ambos confunden el acto de responsabilidad, ya sea desde la banalidad de su conciencia o en el cinismo de su intento por crear arte con sus actos criminales. “El crimen es un arte y muchas veces el arte también es un crimen”, dice Bolaño en una parte de la entrevista antes citada.

Una serie de acontecimientos nos ayudará a reforzar la duda sobre la buena moral puesta en cuestión en otros personajes de Estrella distante, así como los efectos que de ésta pudieran surgir. Como muestra, tenemos los finales, casi patéticos, de los personajes de Soto, Lorenzo o el mismo Stein y, en contraste, la descripción de Wieder, una vez que Belano lo vuelve a ver al final de la novela:

Cuando volví a mirar a Carlos Wieder éste se había puesto de perfil. Pensé que parecía un tipo duro, como sólo pueden serlo -y sólo pasados los cuarenta- algunos latinoamericanos. Una dureza tan diferente de la de los europeos o norteamericanos. Una dureza triste e irremediable. Pero Wieder (el Wieder al que había amado al menos una de las hermanas Garmendia) no parecía triste y allí radicaba precisamente la tristeza infinita. Parecía adulto. Pero no era adulto, lo supe de inmediato. Parecía dueño de sí mismo. Y a su manera y dentro de su ley, cualquiera que fuera, era más dueño de sí mismo que todos los que estábamos en aquel bar silencioso. Era más dueño de sí mismo que muchos de los que caminaban en ese momento junto a la playa o trabajaban, invisibles, preparando la inminente temporada turística. Era duro y no tenía nada o tenía muy poco y no parecía darle demasiada importancia. Parecía estar pasando una mala racha. Tenía la cara de los tipos que saben esperar sin perder los nervios o ponerse a soñar, desbocados. No parecía un poeta. No parecía un ex oficial de la Fuerza Aérea Chilena. No parecía un asesino de leyenda. No parecía el tipo que había volado a la Antártida para escribir un poema en el aire. Ni de lejos.9

La apariencia actual de Wieder sorprende a Belano por la decadencia y desenfado con que lo describe en el capítulo 10 de la novela, al verlo de lejos después de muchos años. Un desenfado similar al que Belano descubre en el policía Abel Romero después de cumplir con su trabajo de encontrar y matar a Wieder. Romero aparece al final de la novela, había sido contratado para encontrar primero a Belano y, con su ayuda, ayudarle a verificar el paradero de Wieder. El mismo Belano no escapa a este cuestionamiento moral al sentirse en calma y sin preocupación alguna, a pesar de los momentos difíciles que sucedían a su alrededor cuando, en algún momento de la novela, recuerda el instante de felicidad que vivió el día que, en su juventud, se quedó a dormir en casa de las gemelas:

Recuerdo esa noche como una de las más felices de mi vida. A la una de la mañana Verónica me dijo que mejor me quedara a dormir allí. Ninguno había cenado así que nos metimos los tres en la cocina e hicimos huevos con cebolla, pan amasado y té. Me sentí de pronto feliz, inmensamente feliz, capaz de hacer cualquier cosa, aunque sabía que en esos momentos todo aquello en lo que creía se hundía para siempre y mucha gente, entre ellos más de un amigo, estaba siendo perseguida o torturada. Pero yo tenía ganas de cantar y de bailar y las malas noticias (o las elucubraciones sobre malas noticias) sólo contribuían a echarle más leña al fuego de mi alegría, si se me permite la expresión, cursi a más no poder (siútica hubiéramos dicho entonces), pero que expresa mi estado de ánimo e incluso me atrevería a afirmar que también el estado de ánimo de las Garmendia y el estado de ánimo de muchos que en septiembre de 1973 tenían veinte años o menos.10

En aquel entonces, la felicidad para Belano parecía no ser interrumpida por nada, ni siquiera por el panorama político que cambiaría su vida y la de todos sus amigos poco tiempo después. Acciones y pensamientos que, de igual forma, Bolaño pone sobre la mesa para cuestionar la buena voluntad del ser humano mediante su derecho a elegir de manera deliberada, atendiendo a sus elecciones individuales y no como un bien en sí mismo; decisiones que, en pleno uso de su conciencia, toma de manera autónoma como buenas en sí mismas, sin llegar al grado del arrepentimiento.

Bolaño parece recordarnos “una y otra vez” -como se traduce del alemán el apellido de Carlos Wieder- que durante la dictadura chilena acontecieron cambios en su historia personal que transmite a sus personajes de manera simbólica, dándoles voz y presencia desde un alter ego o mediante personajes que, de alguna manera, viven parte de su propia historia. Continuamente cita a los maestros que más influyeron en su formación literaria. Destaca el caso de dos escritores chilenos: Enrique Lihn a quien siempre manifestó agradecimiento por contestar su correspondencia en un momento crítico de su vida personal, y Nicanor Parra, a quien admiró por su trabajo poético, sobre todo, por la creación de la antipoesía como género literario.11

Esos son los poetas a los cuales Bolaño respeta en su quehacer creativo. En este tipo de escritores, Bolaño no mira a intelectuales, sino a seres humanos en su locura cotidiana, su maldad y nobleza. Bajo estas condiciones, Bolaño construye a los personajes de sus novelas como Carlos Wieder que, en su naturaleza más susceptible al acto de poeta adolescente, también encuentra la maldad en sus actos, debido a su fragilidad.

Una percepción distinta al caso de Eichma se da en el análisis crítico realizado por el filósofo francés Michel Onfray en su libro El sueño de Eichmann. Precedido de Un kantiano entre los nazis, de 2008. En esta obra, el autor cuestiona la tesis de Arendt sobre los actos de Eichmann. Onfray amonesta los argumentos de Arendt cuando define los actos del soldado nazi como una tesis “aproximadamente correcta del imperativo categórico kantiano”.

La filosofía moral de Kant, dice Onfray, está tan estrechamente unida a la facultad humana de juzgar que elimina en absoluto la “obediencia ciega”12 y, a partir de ahí, apunta su polémica sobre la correcta o incorrecta interpretación de la filosofía kantiana, aplicada a los actos ejecutados por el acusado y descritos por Arendt durante el juicio de Eichmann. Cuestiona la poca especificidad en el argumento de la filósofa, al no definir exactamente a qué tipo de “juicio” se refiere en su argumento: ¿al juicio afirmativo, al juicio analítico y sintético, apodíctico, asertórico, categórico, disyuntivo, extensivo, hipotético, idéntico, infinito, intuitivo, limitativo, negativo, particular, universal, problemático, singular, de gusto, de percepción, de experiencia o sintético a priori? Existe una amplia gama de “juicios” para definir desde dónde podemos localizar el juicio kantiano al que se refiere Arendt, pero Onfray destaca, contrario a ella, la correcta ejecución del imperativo categórico en los argumentos del acusado. La justificación del filósofo francés es que el oficial nazi actuó cabalmente y de acuerdo con las leyes que su alto mando exigía, sin preocuparse por lo correcto o incorrecto de los mandatos que se le encomendaban, debido a que actuaba en el nombre de la ley. Onfray lo describe de la siguiente manera:

[...] comprometido a obedecer las leyes de su país, independientemente de cuál haya sido la genealogía del régimen -legal o ilegal y, quiérase o no, debemos recordar que la soberanía nacionalsocialista procedía del pueblo y de una elección democrática-, constreñido por su condición de funcionario que sólo tiene deberes y ningún derecho, había cumplido con su deber. Su deber nazi.13

El argumento de Onfray no anula la obediencia ciega de Eichmann a ejecutar los mandatos de la ley que lo rige como soldado, pero agrega una línea a este argumento que, sin duda, justifica la ejecución del imperativo categórico: la noción de un gobierno del pueblo, elegido de manera democrática y dentro de la legalidad. Esto cambia por completo la crítica a actuar ciegamente por voluntad propia o por obediencia a un alto mando, la orden viene de más arriba, es la orden legítima del Estado como poder soberano. Sobre ese decreto, Eichmann no tenía posibilidad alguna de sublevarse, sin traicionar su juramento de obediencia. La crítica de Onfray a Arendt se resuelve de manera apresurada, para concentrarse en las pequeñas cláusulas de la filosofía kantiana, que justifican los argumentos del acusado; una revelación peligrosa y que pone en conflicto algunas de las máximas kantianas más imprescindibles para entender su Crítica de la razón práctica y su Filosofía de la historia.

Cuando el régimen nacionalsocialista, emanado de una legitimidad democrática, llevado al poder en enero de 1933 por una verdadera soberanía popular, con absoluta legalidad, hace funcionar las instituciones que deciden que los judíos no disponen ya del derecho de considerarse ciudadanos del Reich y por lo tanto de declararse protegidos por ese derecho.14

Onfray recorre las obras de Kant que reiteran la máxima de obediencia al Estado como poder soberano y la total desaprobación a todo intento de insurrección o acto sublevante que conspire contra este poder. La obediencia del sujeto con la cual comulga Kant no es sólo a una jerarquía militar, sino una obediencia categórica al poder político-democrático del Estado; en el caso de Eichmann: la institucionalidad legítima del partido nacionalsocialista y la cabeza de Hitler como representante de la ley. Desde luego, Kant contempla la reflexión o posible consciencia sobre los actos realizados por individuos que obedecen la ley, pero, como funcionarios de un Estado legítimo, no tolera la desobediencia ni el razonamiento que cuestione la ley que lo subordina. Una de las citas que Onfray rescata para reiterar esta máxima es cuando Kant argumenta en su Teoría y práctica: “Toda oposición al poder legislativo supremo, toda insurrección destinada a traducir en actos el descontento de los sujetos, toda sublevación que estalle en rebelión es, en una república, el crimen más grave y condenable, porque socava los fundamentos mismos del sistema republicano”.15

En ninguno de los casos posibles, el ejercicio libre de la razón por parte del individuo lo dispensa de su deber a obedecer las órdenes y, en caso de abusos, incluso insoportables, no tiene derecho a rebelarse y debe esperar a que el cambio se produzca a partir de las reformas propuestas por el soberano. En cuanto a Eichmann, con Hitler como representante del poder supremo, esta posibilidad quedaría anulada por completo, por lo cual los actos del oficial nazi fueron condenados y, aunque el acusado asumió su responsabilidad en la participación de los actos, no se cansó de declararse no culpable de los homicidios, argumentando su completa obediencia al poder democrático y legítimo al que servía. Aunque este poder, elegido por mayoría, cometa los actos más injustos -a nuestro juicio-, el funcionario erigido por el Estado soberano jamás podría pensar en levantarse contra él, según las máximas kantianas criticadas por Onfray en el caso que narra Arendt. Estas discusiones llevarían al filósofo francés a debatir las máximas kantianas, a partir de su defensa en un mundo de las ideas, pero dudosamente confiables cuando se aplican a cuestiones prácticas de justicia, legitimidad y buena voluntad.

Referencias

Arendt, Hannah. Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. Barcelona: Lumen, 2003. [ Links ]

Bolaño, Roberto. Estrella distante. Barcelona: Anagrama, 1996. [ Links ]

Kant, Immanuel. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Ciudad de México: Porrúa, 1998. [ Links ]

Manzoni, Celina. Roberto Bolaño: la escritura como tauromaquia. Buenos Aires: Corregidor, 2002. [ Links ]

Onfray, Michel. El sueño de Eichmann. Precedido de Un kantiano entre los nazis. Barcelona: Gedisa, 2008. [ Links ]

Entrevistas digitales, películas y documentales

Bolaño, Roberto. Entrevistado por Cristián Warnken para el programa de televisión chilena UC Televisión "Roberto Bolaño, La Belleza de Pensar", 1999 (1:03:26). https://www.youtube.com/watch?-v=NPL3O1UL3-ELinks ]

Pereyra, Rolo. Oro nazi en Argentina. Argentina, Netflix, 2004. [ Links ]

Von Trotta, Margarethe. Hannah Arendt. Alemania, Francia, Luxemburgo, 2012. [ Links ]

3Roberto Bolaño llegó a México en 1968 —con quince años de edad—, época en que se llevaron a cabo diferentes tipos de represión en nuestro país y el mundo entero. En el caso de México, Bolaño arribó cuando sucedió la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y la posterior subida al poder de Luis Echeverría (1970-1976).

4Cita del narrador en Oro nazi en Argentina, documental. Rolo Pereyra, director, Netflix, 2004.

5Sobre esta afirmación, cito un párrafo del libro: “Al parecer, el defensor hubiera preferido que su cliente se hubiera declarado inocente, basándose en que según el ordenamiento jurídico nazi ningún delito había cometido, y en que, en realidad, no le acusaban de haber cometido delitos, sino de haber ejecutado ‘actos de Estado’, con referencia a los cuales ningún otro Estado que no fuera el de su nacionalidad tenía jurisdicción (par in paren imperium non habet), y también en que estaba obligado a obedecer las órdenes que se le daban, y que, dicho sea en las palabras empleadas por Servatius, había realizado hechos ‘que son recompensados con condecoraciones, cuando se consigue la victoria, y conducen a la horca, en el momento de la derrota’”. Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal (Barcelona: Lumen, 2003), 18.

6 Arendt, Eichmann, 24.

7Otro ejemplo de cómo se desarrolló el juicio y cómo se ejerció la crítica a este proceso por parte de Arendt respecto a su frase: “la banalidad del mal”, se puede verificar en la película dedicada a este periodo en la vida de la filósofa: Hannah Arendt. Dir. Margarethe von Trotta. Alemania, Francia, Luxemburgo, 2012.

8 Immanuel Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres (Ciudad de México: Porrúa, 1998), 23.

9 Roberto Bolaño, Estrella distante (Barcelona: Anagrama, 1996), 72.

10 Bolaño, Estrella distante, 13.

11El poeta Nicanor Parra tampoco sería ajeno a discutir los temas relacionados con la dictadura, como lo mostró con su obra “El pago de Chile”, de 2006, perteneciente a la muestra Obras públicas del mismo año, presentada en el Centro Cultural Palacio La Moneda, en Santiago de Chile. La instalación estuvo compuesta por la fotografía de los diferentes presidentes de Chile colgados del cuello, sin incluir a la presidenta en el momento de la exposición, Michelle Bachelet.

12 Michel Onfray, El sueño de Eichmann. Precedido de Un kantiano entre los nazis (Barcelona: Gedisa, 2008).

13 Onfray, El sueño de Eichmann, 10.

14 Onfray, El sueño de Eichmann, 12.

15 Onfray, El sueño de Eichmann, 14.

Recibido: 06 de Octubre de 2021; Aprobado: 01 de Febrero de 2022

Licenciado en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Maestro en Estudios de Arte y Literatura por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Doctorando en Historia y Teoría Crítica del Arte por la Universidad Iberoamericana. Es docente y curador independiente. Ha trabajado en diferentes instituciones museísticas como la Sala de Arte Público Siqueiros y el Museo de Arte Carrillo Gil, como curador y coordinador de exposiciones. En 2020 publicó Memoria y olvido. Reflexiones en torno al archivo, proyecto editorial producto de la exposición con el mismo nombre en el AGN. Entre las distinciones y reconocimientos que ha obtenido, fue beneficiario del Apoyo a proyectos de curaduría y exposiciones independientes, otorgado por el Patronato de Arte Contemporáneo PAC, ediciones 2011 y 2012; así como del FONCA: Fomento a proyectos y coinversiones culturales, emisión 2011.

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