El médico internista del siglo XXI se enfrenta a grandes retos, como son: el envejecimiento de la población, la concomitancia de diversas enfermedades y la polifarmacia, el incremento de los costos de la atención y recursos limitados, la carga de trabajo en cuanto a la cantidad de pacientes y procedimientos a realizar, la gran cantidad de información que se produce todos los días y tener que tomar decisiones de la atención de los pacientes ante estas condiciones adversas. Por ello, la tecnología de la información y comunicación (TIC) nos permite acercar la información al mismo sitio de la atención, lo que hace posible la capacitación continua del médico al enfrentar con información basada en evidencia la resolución de problemas y ofrecer mayor seguridad al paciente, haciendo mejor uso de los recursos limitados con los que cuentan los sistemas de salud.
El perfil del buen internista que proponemos debe tener en los tiempos actuales, debería basarse en las siguientes recomendaciones:
Atender al paciente adulto de manera integral (> 15 años).
Atender a personas “sanas” para preservar su salud y su calidad de vida.
Atender al paciente con enfermedades de mayor incidencia y prevalencia, al paciente con múltiples padecimientos y polifarmacia, además del paciente con diagnósticos difíciles de establecer.
Trabajar en equipo.
Atender al paciente con profesionalismo y humanismo, que le permitan tener buena comunicación con el paciente y su familia.
Contar con una amplia base de conocimientos.
Tener como principal herramienta de trabajo una buena historia clínica y exploración física.
Resumir, organizar, analizar, razonar a partir de la información obtenida de la historia clínica.
Generar hipótesis diagnósticas (con razonamiento analítico y no analítico).
Solicitar y apoyarse en estudios de laboratorio y uso adecuado de las tecnologías diagnósticas, basado en las hipótesis generadas y haciendo uso racional de esos recursos.
Establecer diagnósticos lo más certeros y cercanos a un diagnóstico definitivo o volver a realizar el procedimiento de análisis si la hipótesis diagnóstica es desechada.
Establecer el pronóstico del paciente.
Indicar tratamientos solo si éstos se basan en la evidencia, tratando de evitar la polifarmacia no justificada, vigilando siempre los efectos colaterales de los medicamentos o las interacciones medicamentosas.
Tomar las decisiones en conjunto con el paciente, basado en una buena información de su padecimiento.
Dedicar parte de su tiempo a la formación de nuevas generaciones, dándole prioridad al conocimiento, el aprendizaje de la clínica, el razonamiento clínico, la atención integral del paciente, el trabajo en equipo y la capacitación continua, el aprendizaje basado en competencias y el aprendizaje basado en problemas en la atención diaria del paciente.
Realizar investigación clínica.
Practicar el uso adecuado y crítico de la tecnología de la información y comunicación (TIC) para contar con información basada en la evidencia en el sitio mismo de la toma de decisiones para evitar zonas de incertidumbre y tener áreas de oportunidad de aprendizaje continuo.
Ofrecer seguridad en la atención del paciente.
Es la propuesta que como mínimo debería cumplir y tener el internista de este siglo, por lo que su capacitación en la clínica, el razonamiento clínico y las nuevas tecnologías deberán ser enseñados, aprendidos y practicados a través de nuestro Colegio de Medicina Interna de México, en todos sus diferentes foros, con el fin de ofrecer una medicina de calidad, personalizada, profesional y humanista.