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Revista mexicana de sociología

versão On-line ISSN 2594-0651versão impressa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.65 no.1 Ciudad de México Jan./Mar. 2003

 

Sección bibliográfica

 

Hubert C. de Grammont. 2001. El Barzón: clase media, ciudadanía y democracia

 

Ilán Bizberg

 

México: Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM/Plaza y Valdés, 295 pp.

 

El Colegio de México.

 

El Barzón: clase media, ciudadanía y democracia de Hubert C. de Grammont es, a mi juicio, la obra más completa que se ha escrito sobre este importante movimiento social. En el libro se dibuja claramente la manera en la cual El Barzón dejó de ser un movimiento social tradicional en el contexto mexicano, que revindicaba demandas y representaba intereses específicos, para orientarse hacia la crítica de las prácticas autoritarias del gobierno y por el cambio de las reglas del juego tanto políticas como legales. En esa medida, se parece al movimiento estudiantil del 68, al zapatismo, así como al movimiento de los electricistas de la década de los setenta. Lo interesante de este movimiento es que logró rebasar la definición de su identidad y de su oponente, para proponer un proyecto de transformación, en el ya clásico esquema de Touraine. Según C. de Grammont, la importancia del movimiento de El Barzón es que logró rebasar la defensa de los intereses de un número importante de productores agrícolas medios y de consumidores urbanos en bancarrota, frente a la amenaza de los bancos, para convertirse en un movimiento que reivindicaba la ciudadanía política, al individuo frente al Estado, contra las corporaciones políticas. En esa medida reivindicaba la democracia frente al corporativismo y al autoritarismo.

Una de las partes más notables de este libro es el primer capítulo, en el que se hace una detallada descripción, fundada en información primaria, del origen de El Barzón. Estudia la cartera vencida —los deudores morosos— para definir cómo las bases de El Barzón no eran los campesinos, sustento social del régimen político mexicano, sino los pequeños productores agrícolas, que fueron el motor de la agricultura capitalista durante los treinta años posteriores a la segunda guerra mundial, ubicados mayoritariamente en el noroeste, el occidente y el norte del país. La quiebra de este pequeño productor refleja el cambio del modelo en el campo, el hecho de que el nuevo modelo agroexportador esté intentando sustituir al agricultor por el comerciante, la economía productiva por la mercantil. De hecho, la primera transformación que sufre El Barzón se dio al darse cuenta de que la lucha no era sólo para defender sus intereses frente a los bancos, sus propiedades amenazadas por su insolvencia, sino las causas profundas de su insolvencia. Éstas implicaban el cambio de modelo económico y el hecho de que los pequeños propietarios no tenían lugar en el nuevo modelo. La lucha era entonces por recuperar su espacio en el contexto nacional, lo que significaba cambiar el modelo económico. De esta manera, de la lucha en contra de los bancos, pasaron a la lucha en contra de la política económica del gobierno. Esto lo asemeja al zapatismo, que ha luchado por el lugar de los pueblos indígenas en un país dominado por un modelo cultural hegemónico, por el derecho de participar en la nación mexicana con su cultura específica.

C. de Grammont describe bien la manera en la cual El Barzón evoluciona desde un movimiento reivindicativo a un movimiento propositivo, y cómo este desplazamiento lo obliga a entrar en el ámbito de la política. Cómo esto conduce, por una parte, a la inevitable escisión entre un sector priísta (pro sistema) y otro antisistémico, vinculado con el PRD. Y, en efecto, estas posturas coincidían en gran medida con dos distintas corrientes en el interior de El Barzón: una que se resistía a convertirse en un movimiento propositivo y pretendía mantenerse en el nivel de las reivindicaciones —y que vio en el Sistema de Restructuración de la Cartera Vencida una manera de resolver sus demandas—, y otra que consideraba que se requería el cambio de política agropecuaria y de política económica, lo que sólo sería posible si existía una vinculación con la política. Esta última corriente, que tenía su centro en Zacatecas, proponía que se ampliara el movimiento a los deudores urbanos, que estaban en plena expansión para, de esa manera, formar un frente en contra de la política económica.

En los últimos cuatro capítulos se realiza un cuidadoso estudio desde adentro de la corriente más innovadora del movimiento: El Barzón Unión. De cómo este movimiento crece hacia la ciudad, su relación con los partidos políticos y su institucionalización; además de las luchas más importantes en contra del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) y del anatocismo. Cada vez es más claro que El Barzón Unión propone un nuevo modelo económico para resolver a fondo sus demandas, que sólo eran resueltas de manera coyuntural e inequitativa por medio de los diversos planes de rescate del gobierno. Además, El Barzón Unión comenzó a utilizar diversos mecanismos para lograr sus fines, entre los cuales estaba el legal; se recurrió al poder judicial y, en el caso del anatocismo, a la propia Suprema Corte de Justicia.

Del análisis de C. de Grammont se desprende que la política no era sólo un recurso más, sino que el movimiento barzonista se dio cuenta de que, detrás del quebranto de los pequeños agricultores y de los deudores urbanos, estaba no sólo el modelo económico sino el régimen político. La comparación entre la forma de rescatar al sector bancario y a los pequeños ahorradores, fue el signo más claro al respecto. Lo que estaba en el fondo era la arbitrariedad, la impunidad de que gozaban los autores de los posibles errores y malos manejos en que se incurrió a la hora de la privatización de los bancos, que se sancionaba con el Fobaproa. En contraste, a los pequeños empresarios se les aplicaba todo el rigor de la ley por haber fracasado en condiciones económicas totalmente adversas. Esto convenció al movimiento de que, antes de cambiar de modelo económico, había que transformar al régimen político. De esta manera, El Barzón se convierte en un movimiento por la democracia.

El fascinante trayecto de uno de los más importantes movimientos sociales del siglo XX en México, y verdadero precursor de la transición política que culminaría en la elección de 2000, es lo que nos narra y analiza el excelente libro de Hubert C. de Grammont.

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