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Revista mexicana de sociología

versão On-line ISSN 2594-0651versão impressa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.67 no.2 Ciudad de México Abr./Jun. 2005

 

Reseñas

 

Blanca Rubio (coord.). El sector agropecuario mexicano frente al nuevo milenio

 

Yolanda C. Massieu Trigo*

 

México: IISUNAM/Plaza y Valdés Editores, 2004, 268 pp.

 

* Departamento de Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Azcapotzalco.

 

Este libro es un necesario balance general de la situación del sector agropecuario mexicano a finales del siglo XX y de cara al XXI. Se trata de un valioso conjunto de ensayos sobre distintos sectores productivos, enmarcados por un planteamiento general de la coordinadora. Este trabajo inicial aporta una idea sugerente: se habla, desde hace décadas, de la crisis del sector agropecuario como si fuera una situación permanente. Ante ello, Blanca Rubio propone la noción del surgimiento de una nueva fase productiva, a la que llama agroexportadora neoliberal, en la cual las agroindustrias transnacionales controlan el mercado agroalimentario mundial. Se trata de una forma de subordinación de la agricultura desestructurante y depredadora. De especial interés resulta en este trabajo la descripción de los mecanismos que adopta la subordinación, como la acción de la Commodity Credit Corporation, que facilita créditos de bancos privados a los compradores foráneos de granos desde Estados Unidos. También queda claro que la supuesta liberalización del mercado agrícola mundial ha generado que los subsidiados productos agrícolas estadounidenses compitan sin restricciones con los bienes nacionales de los países subdesarrollados. Ante la evidencia demostrada por la autora, cabe la pregunta de si vale la pena para países como el nuestro esforzarse en aumentar la competitividad cuando se comercia con tales desventajas y desigualdades. El análisis especifica después lo que entiende por subordinación excluyente, como modelo productivo en el que los granos básicos son un cultivo decadente y se arruinan tanto campesinos como empresarios. También se abunda en la dependencia alimentaria, la situación de los cultivos tradicionales de exportación, los productos pecuarios y la caracterización de la nueva producción de punta: el dominio de las agroindustrias transnacionales en los cultivos no tradicionales de exportación. Todo ello, para redondear el artículo caracterizando la fase agroexportadora neoliberal en México.

Una vez enmarcados los estudios de caso, el libro presenta cinco apartados: granos básicos, específicamente maíz y frijol; cultivos tradicionales de exportación: caña de azúcar y café, ganado bovino; cultivos no tradicionales de exportación: hortalizas; y un último apartado sobre migración y pobreza rural. Todo ello representa un rico abanico de análisis para entender la situación actual del sector agropecuario.

El artículo de Jaime Peña sobre el maíz explica el tránsito de la política de autosuficiencia alimentaria a la de las ventajas comparativas, de manera que se da una verdadera guerra de extinción contra los productores, que sufren pérdidas constantes. Se exponen las tendencias de la producción nacional maicera en la década de los noventa, así como el comportamiento regional y el impacto del TLCAN en los precios, la calidad del grano y la tortilla. También aborda los cambios en el proceso de trabajo agrícola. Destacan en esta primera parte los mecanismos de resistencia de los productores para seguir cultivando el grano, pese a condiciones adversas. El segundo apartado presenta un interesante planteamiento respecto de las políticas del maíz. Es ilustrativo de lo depredadora que ha resultado para la producción maicera la llamada "economía de casino", altamente especulativa y fomentada decididamente por las instancias gubernamentales. Así es como se enmarcan las reformas neoliberales al agro, como las reformas al artículo 27° constitucional, para concluir hablando de la nueva visión del maíz "como negocio", y la respuesta social, en la cual se expone la extraordinaria capacidad de resistencia de la producción maicera campesina destinada a la supervivencia.

El trabajo sobre el frijol de César Ramírez y Nicolás Morales nos llama la atención sobre la difícil situación de este importante elemento nutritivo en la dieta tradicional, que está siendo desplazado por alimentos de menor valor alimenticio. Se caracteriza como un cultivo fundamentalmente temporalero y campesino, cuya superficie se ha contraído y que sufre de una regresión tecnológica en los años noventa por la difícil situación. El país se ha vuelto importador, en buena medida, ante las políticas de apertura comercial y la desaparición de las acciones de fomento por parte del Estado. A semejanza del maíz, el cultivo tiende a convertirse en marginal y decadente, pero existen fuertes mecanismos de resistencia de los productores para sostener su cultivo. La persistencia de la producción frijolera se explica como la defensa del modo de vida de las familias en las regiones donde se produce, algunas de ellas de fuerte migración, como Zacatecas. Ante este panorama, los productores se encuentran en manos del coyotaje y han desarrollado interesantes luchas por la comercialización, que son descritas en forma amena en el trabajo. Estas experiencias destacan como verdaderos pasos hacia la competitividad, paradójicamente realizados a contracorriente de la política oficial. Si bien están presentes los vicios políticos conocidos, en las luchas de los frijoleros aparece la defensa de una nueva identidad campesina enmarcada en la globalización.

Cristina Martínez nos aporta en este libro un interesante ensayo sobre la situación actual de uno de nuestros principales productos tradicionales de exportación: el café. Nos presenta un panorama en el que el minifundio privado campesino y la presencia indígena son significativos, las exportaciones han decaído pero se sostienen ante difíciles condiciones de calidad y precio en el mercado internacional y en donde, ante el retiro total del Estado de sus labores de promoción, la comercialización presenta una fuerte concentración en manos privadas. Los años ochenta y noventa han sido devastadores para muchos productores y el siglo XXI recibe a los cafetaleros con problemas persistentes: el aumento de la usura, la mencionada concentración de la comercialización en unidades muy capitalizadas, el creciente dominio de las agroindustrias transnacionales sobre el productor directo, un mercado internacionalizado y especulativo, con creciente competencia. Como respuesta a ello, la mayoría de los sectores cafetaleros ha elevado su nivel de organización, uno de cuyos frutos es la inserción de algunas importantes organizaciones en el mercado de café orgánico. Como en los casos anteriores, la resistencia de estos productores, mayoritariamente pobres e indígenas, es el único contrapeso a una política económica que parecería querer eliminarlos.

Entre los "Cañeros y cañaverales a la deriva" de Gisela Espinosa encontramos expresados, en una prosa agradable e inteligible, los interminables conflictos y contradicciones en que ha estado inmerso este sector en los años neoliberales: desde la privatización salinista de una producción que había sido estatizada por décadas hasta un "rescate" al más puro estilo populista por parte de un gobierno del PAN. Se nos proporciona un rico material para entender como el régimen panista echa mano sin ningún pudor de los viejos mecanismos corporativistas del PRI cuando se trata de mediatizar movimientos sociales. Ello ante las protestas de los cañeros por la amenaza de quiebra y despidos de la mayoría de los ingenios privatizados. Estos últimos, después de las expectativas de éxito que se levantaron con su venta a particulares, se encuentran en una ruinosa situación debido tanto a una negociación desventajosa en el TLCAN como a problemas de inexperiencia, ineficiencia y corrupción. Especialmente afortunada resulta la expresión "a la deriva" que usa la autora para calificar al sector. El lúcido ensayo nos deja con la duda de si será posible que la agroindustria azucarera mexicana pueda transitar a la eficiencia y la competitividad en un gobierno de "empresarios" que se ha destacado lo mismo por su necesidad del corporativismo que por requerir del apoyo del Estado y por su ineficiencia.

Un sector otrora próspero e ineficiente es el que analiza Michelle Chauvet en su artículo sobre la ganadería bovina de carne. Con el antecedente de los años setenta y ochenta, llamados los de la ganaderización, en los que la producción de forrajes, el crecimiento de la agroindustria de alimentos balanceados y la expansión de la superficie de la ganadería bovina extensiva de carne fueron las pautas del crecimiento agropecuario, la situación de los ganaderos extensivos actualmente es bastante difícil. Ya no se tiene un mercado cautivo en el interior ni es posible obtener grandes ganancias con una mínima inversión, basándose en la deforestación y el acaparamiento de tierras, como en las décadas anteriores. Tanto el cambio en el patrón de consumo de carne hacia una mayor industrialización y expansión de la fast food, como la apertura comercial que ha permitido el ingreso de carne producida en condiciones intensivas en Estados Unidos y a precios bajos han provocado que muchos ganaderos mexicanos se hayan retirado de la producción y que los que quedan se hallen en una etapa de intensificación y búsqueda de salidas productivas. La necesidad de diversificación y búsqueda de nichos comerciales encuentra en las condiciones financieras y de mercado de los ganaderos sus mayores obstáculos. Ante la reestructuración mundial de los sistemas agroalimentarios, la ganadería mexicana ocupa un lugar marginal, limitada a la exportación de ganado en pie a Estados Unidos y con su mercado interno dominado por las importaciones de carne del vecino país. El ganador de este proceso es el sector moderno comercializador de carne y los perdedores, los productores y los consumidores.

Una vez que queda claro que ni la producción de alimentos básicos ni la de exportaciones tradicionales se encuentran en buena situación, Flavia Echánove nos brinda un excelente ensayo sobre la producción de hortalizas, uno de los cultivos dinámicos de tiempos recientes. La autora describe esta producción como destinada a los mercados de altos ingresos, tanto internos como de exportación, e integrada a las agroindustrias multinacionales. Estos cultivos presentan un incremento constante, tanto de superficie como de valor, en los años ochenta y noventa, con un significativo sesgo hacia la exportación. Pese a ser un sector altamente competitivo, que usa alta tecnología en la producción y empaque, su ventaja comparativa principal sigue siendo los bajos salarios, un contraste dramático para una política agrícola como la mexicana que busca el logro de la competitividad y la eficiencia ante la apertura comercial. La autora se centra en un estudio de caso en Guanajuato, donde la superficie de hortalizas se multiplicó dos veces y media, hecho que nos remite a cuestionarnos si vale la pena apostar todo el crecimiento de la agricultura a las hortalizas, puesto que se trata de nichos de mercado limitados. Especialmente destacable es la modernización en los sistemas de congelación, altamente absorbentes de mano de obra, que explican en buena medida por qué las agroindustrias transnacionales productoras de hortalizas congeladas se instalan en México, conformando verdaderos enclaves modernos y dinámicos, como islas en medio del panorama desolador del resto de los productores agropecuarios. En un estudio acucioso, la autora describe las múltiples formas en que la agroindustria subordina a los productores, así como los daños ambientales ocasionados por la masiva producción de hortalizas con alto grado de uso de agro-químicos. Resalta el férreo control sobre todas las etapas de producción y que los ingresos que reciben los productores "asociados" más bien semeja un salario. La autora concluye reafirmando el carácter excluyente que la reconversión a las hortalizas tiene para la mayoría de los productores agropecuarios pues, dados los altos costos, sólo aquellos con suficientes recursos económicos pueden lograrlo.

El trabajo final, a cargo de Ana María Aragonés, aborda el agudo problema social de la migración, destacando que en el ámbito rural existe migración tanto interna como externa. Acertadamente, la autora nos recuerda que, mientras los individuos que migran plantean esta acción como posibilidad de sobrevivencia, el polo receptor de migrantes (sobre todo Estados Unidos) sólo aceptará a los que requiera. Existe una subrepresentación del flujo migratorio al vecino país, en virtud de la gran cantidad de migrantes ilegales. En el análisis se aborda un estudio de caso en Zautla, Puebla, donde se da un alto índice de migración interna hacia actividades agrícolas y urbanas y un mínimo a los Estados Unidos, situación que confirma que este último destino es inalcanzable para los más pobres del medio rural. Se exponen hallazgos paradójicos, como la fuerte presencia de mexicanos en la industria estadounidense procesadora de pollo, uno de los productos que invaden el mercado mexicano con prácticas desleales. Es decir, los jornaleros pierden allá y acá. Asimismo, en el trabajo se muestran los diversos mecanismos de arraigo a las tierras de autoconsumo, aunque "no dan nada", y la búsqueda de mayores ingresos en Estados Unidos para tener mejor vida en México. Ante esto último, le pregunta inmediata es si estos mecanismos de arraigo se seguirán dando en las próximas generaciones de migrantes o en los hijos de mexicanos nacidos del otro lado de la frontera. Se describe la situación de vulnerabilidad de los migrantes —tanto indígenas como los que no lo son, pero especialmente los primeros— y se documenta sobre la ruina de la producción agropecuaria como una de las causas principales del flujo migratorio. Asimismo, se destaca el papel vital que tienen las remesas para la sobrevivencia de millones de familias, así como la creciente presencia de fuerza de trabajo indocumentada en los Estados Unidos, no sólo mexicana sino también centroamericana. Se concluye que la migración interna se ha mantenido prácticamente sin cambios en las últimas décadas y que la migración a los Estados Unidos es con mucho la que ha adquirido mayor importancia en los últimos años.

Sin lugar a dudas, este volumen representa una valiosa aportación y una oportunidad de actualización para todos aquellos estudiosos del agro en México. Se agradece especialmente la buena escritura y lectura amena de todos sus capítulos, así como lo importante que es contar con una visión general, detallada y analizada inteligentemente, en un solo volumen.

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