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Convergencia

versão On-line ISSN 2448-5799versão impressa ISSN 1405-1435

Convergencia vol.22 no.68 Toluca Mai./Ago. 2015

 

Reseñas

Transformando la educación a través del capital profesional

Transforming education through professional capital

Pilar Ibáñez-Cubillas1 

1Universidad de Granada, España. pcubillas@ugr.es

Hargreaves, Andy; Fullan, Michael. 2012. Professional Capital: Transforming Teaching in Every School. New York: Teachers College Press, 220p. ISBN: 978-0-8077-5332-3.


Los autores de este libro Andy Hargreaves (Lynch School of Education at Boston College) y Michael Fullan (Ontario Institute for Studies in Education) son relevantes en el área de la educación por sus teorías y aportaciones sobre el cambio educativo, que comenzaron hace más de dos décadas con la revisión de What´s worth fighting for in your school. Así, en el texto que a continuación se reseña, los autores exponen en siete capítulos un nuevo enfoque para cambiar la educación y fortalecer la efectividad profesional (p. 28), promoviendo acciones que permitan mejorar la calidad de la enseñanza en la línea de lo ya realizado.

Este libro propone un cambio educativo centrado en el poder del capital profesional, entendido como "concepto fundamental que define y reúne los elementos críticos de lo que se requiere para crear una elevada calidad y rendimiento en el ejercicio de todas las profesiones, incluyendo la enseñanza" (p. 132). La definición expuesta por los autores establece una relación directa entre el capital y la valía del individuo o del grupo, lo cual implica una inversión en educación que recae en los maestros y una enseñanza de alto nivel.

Sin embargo, la encrucijada en la que se encuentra la enseñanza y la preocupación por la calidad de la misma, posiciona a los docentes en el foco de atención como el principal factor interno que afecta al aprendizaje y al rendimiento. Desde este punto de vista, para conseguir profesores de calidad es necesario que "estén muy comprometidos, bien preparados, en continua formación, adecuadamente pagados, que haya buen trabajo en equipo para maximizar su propio progreso y que sean capaces de hacer juicios efectivos al usar toda su capacidad y experiencia" (p. 23). Así, Andy Hargreaves y Michael Fullan utilizan la idea básica del capital y expresan su importancia para la capacidad y efectividad profesional, incidiendo en la responsabilidad profesional colectiva, que en el contexto español actual tiene especial calado (en época de colectividad y comunidades a nivel social, económico, político, etcétera).

Una idea interesante es que la cultura profesional "conecta la forma en que las personas ejercen su trabajo con su manera de ser" (p. 173). De este modo, el individualismo se considera como defecto o debilidad personal asociado a una mala práctica docente, ya que aísla al maestro de una retroalimentación valiosa para la toma de decisiones efectivas. La cultura colaborativa en la que los maestros son capaces de trabajar, planificar y tomar decisiones con otros docentes incrementa de forma significativa los principios básicos del capital profesional.

Por ello, los autores insisten en la necesidad de una cultura profesional colaborativa frente a la cultura profesional individualista, donde la responsabilidad y el poder colectivo suponen el eje central del libro, pues la excelencia de la profesionalidad permite"mejorar como individuo, aumentar el rendimiento del equipo e incrementar la calidad en toda la profesión" (p. 47). Por esto se ha de invertir en el desarrollo del capital profesional de los docentes como medio de revolución en todos los sistemas educativos. Sin embargo, para que suponga un progreso exitoso y sostenible sólo se podría hacer por y con los maestros (p. 71).

Desde esta posición, los autores abordan en su obra el desarrollo de tres tipos de capital como elementos fundamentales para la profesión docente. De modo que el capital profesional integra el capital humano, social y decisorio. El capital humano es entendido como "desarrollo del conocimiento y destrezas necesarias para la profesión" (p. 118). Este concepto hace referencia al conocimiento y destrezas que se desarrollan en las personas mediante la formación y la educación, y que poseen un valor económico; el capital social, "referido a la cantidad y calidad de las interacciones y relaciones sociales entre las personas que afecta a su acceso al conocimiento y a la información" (p. 119), se trata de un recurso que contribuye a la actividad productiva y que se encuentra especialmente vinculado al capital humano; y el capital decisorio, entendido como la "capacidad de hacer juicios discrecionales" (p. 123). Así, el capital profesional da como resultado una enseñanza efectiva ante la combinación de estos tres tipos de capital que se potencian mutuamente.

Aunque el desarrollo profesional no deja de ser relevante en la propia práctica, donde la reflexión de las acciones prácticas y la colaboración profesional suponen elementos claves para el desarrollo profesional, en este contexto los autores atribuyen a las Comunidades Profesionales de Aprendizaje un papel fundamental para el desarrollo profesional, pues éstas inciden en la dimensión profesional, dado que las interacciones entre los profesores son el necesario capital social para la mejora. Es más, desde su origen en los años noventa, las Comunidades Profesionales de Aprendizaje se han extendido como parte de la cultura colaborativa informal al "atraer los intereses de las personas hacia el cambio interesante por la motivación que produce el proceso, la sensación estimulante del compromiso y la creación de una cultura de aprendizaje comprometida y eficaz" (p. 161).

El liderazgo adquiere un papel fundamental en este sentido, pues tal y como indican los autores, "en el cambio educativo, en ocasiones se dice que los seres humanos prefieren permanecer inmóviles y quedarse justo donde están" (p. 161), y por consiguiente, el liderazgo puede convertirse en el tipo de fuerza para moverlos. Pero, ¿quién es la persona idónea para ejercer como líder? Desde el debate educativo se pone de manifiesto el énfasis en "el director como líder de formación", pues "los principios básicos en los que se apoyan y crean capital profesional en las escuelas son los mismos que cultivan y hacen circular el capital profesional en todo el sistema" (p. 175).

Por otro lado, las Tecnologías de la Información y la Comunicación se están usando desde hace años para crear Comunidades Virtuales de Aprendizaje, con el fin de facilitar el aprendizaje cooperativo entre los miembros que comparten un objetivo común. Sin embargo, las "Comunidades Virtuales Profesionales" emergen cada vez con mayor facilidad, pues contemplan diferentes elementos que facilitan la cooperación y generación de conocimientos necesarios para interactuar entre ellos y producir un aprendizaje significativo, incidiendo directamente en el capital profesional. Y aunque este libro anima a los profesionales de la educación a apoyar la transformación educativa, son muchos los que ya han comenzado desde las Tecnologías de la Información y la Comunicación como uno de los elementos condicionantes de la sociedad actual.

Desde una visión global, el libro reseñado desarrolla en sucesivos capítulos aquellos aspectos fundamentales para lograr una buena práctica docente. En primer lugar nos acerca a la idea del capital profesional, frente a las perspectivas enfrentadas, equivocadas y estereotipadas de la enseñanza, e incide en la necesidad de invertir en capacidad y compromiso (aspectos desarrollados entre los capítulos dos y cuatro). El capítulo cinco aborda la temática principal que da título al libro, "capital profesional". A continuación, se estudian las culturas de la profesión docente, realizando un análisis del individualismo y las culturas colaborativas que dan lugar a las Comunidades Profesionales de Aprendizaje, atendiendo a los obstáculos que presenta su formación y su potencialidad para desarrollar la cultura colaborativa entre los docentes, sin olvidar la relevancia que adquiere el liderazgo en este aspecto.

Por último, en el capítulo siete los autores señalan un conjunto de pautas para los docentes, así como una serie de directrices dirigidas para la escuela y las organizaciones nacionales e internacionales que desarrollan las políticas educativas. Del mismo modo, hacen una revisión sobre cómo acontece el cambio dirigido hacia el futuro.

En la encrucijada donde nos encontramos, los autores abarcan con claridad y franqueza la problemática de la calidad de la enseñanza criticando a lo largo de sus páginas aquellas reformas fracasadas, que les permiten ejemplificar y apostar por una nueva estrategia de cambio. Los tiempos son complejos y tras continuos cambios legislativos solamente nos queda desarrollar la profesionalidad docente, que se verá potenciada en un contexto de colaboración donde el capital profesional dé buenos maestros formando una comunidad profesional de aprendizaje que promoverá el cambio de la enseñanza. Así, Hargreaves y Fullan presentan un nuevo movimiento para fortalecer la profesión docente y la mejora de la educación, acompañado de un conjunto de acciones para llevar a cabo desde la práctica y hacer sostenible este movimiento, pues tal como indican "no queremos escribir un libro nuevo sobre cómo tiene lugar el cambio. Ya lo hemos hecho antes. De lo que hablamos aquí es de un tipo específico de cambio que se asemeja más a un movimiento" (p. 180).

En definitiva, los autores han señalado acciones acertadas y erróneas en el proceso de transformación, empleando los mejores ejemplos de distintos sistemas educativos; pero, ante todo, proporcionan ideas y prácticas para mejorar la efectividad docente como proceso que repercute en el propio individuo, en la sociedad del conocimiento y en los alumnos de generaciones venideras. Por ello, teniendo en cuenta la importancia de las tecnologías y la innovación tecnológica en la sociedad del conocimiento, pienso que sería interesante combinar su lectura con Stratosphere: Integrating technology, pedagogy, and change knowledge de Michael Fullan o Digital Leadership: Changing Paradigms for Changing Times de Eric Sheninger.

Pilar Ibáñez-Cubillas. Máster en Investigación e Innovación en Currículum y Formación. Actualmente está cursando el Programa de Doctorado en Ciencias de la Educación y labora en el Departamento de Didáctica y Organización Escolar, Facultad de Ciencias de la Educación, en la Universidad de Granada, España. Líneas de investigación: currículum, organización y formación para la equidad en la sociedad del conocimiento. Publicaciones recientes: "Aplicaciones de las TIC en contextos educativos: Las tecnologías de la información y la comunicación en el ámbito socioeducativo", en Revista de Educación, núm. 364, abril-junio (2014); reseña del libro Trastornos del desarrollo infantil, de M. D. López Justicia y M. T. Polo Sánchez [coords.], publicada en Bordón. Revista de Pedagogía, vol. 67, núm. 1 (2014); F. Nogueira, M. J. Gallego-Arrufat y P. Ibáñez-Cubillas, "Professional development in Education through MOOC", en Boig, R.M., 1st International Conference "MOOCs: Present and Future. International Perspectives (2014).

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