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Agricultura, sociedad y desarrollo

versão impressa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.11 no.1 Texcoco Jan./Mar. 2014

 

Reseña

 

Blanca Rubio (coord). 2013. La Crisis Alimentaria Mundial, Impacto sobre el Campo Mexicano

 

Alejandro Ortega-Hernández

 

Editorial Porrúa. ISBN: 978-607-02-4018-8.

 

Departamento de Estudios Multidisciplinarios de la División de Ingenierías de la Universidad de Guanajuato, Campus Irapuato-Salamanca, Sede Yuriria. Av. Universidad S/N, Col. Yacatitas, Yuriria, Guanajuato. 38940. (a.ortega@ugto.mx).

 

El libro "La Crisis Alimentaria Mundial, Impacto Sobre el Campo Mexicano", analiza un problema muy importante, no sólo desde la perspectiva económica, sino por las variadas aristas que representa para México, como lo es el desarrollo del campo en su conjunto, la pobreza y la marginación, la seguridad alimentaria y el aprovechamiento sostenido de los recursos naturales, entre otros. Asimismo, este trabajo de investigación colectiva no sólo es un estudio coyuntural de un fenómeno, sino que sienta las bases para la comprensión de los diversos problemas que enfrentará nuestro país en los años sucesivos y, principalmente, aquella parte de la población que destina la mayor parte de su ingreso para la compra de alimentos básicos, como arroz, fríjol y maíz. El libro permite percibir que la política económica aplicada en nuestro país, desde décadas anteriores a la puesta en marcha de lo que se conoce como neoliberalismo, han derivado en una situación de completa rendición de la política alimentaria de México. Es por ello, según se puede colegir a partir de esta lectura, que en nuestro país la dependencia alimentaria ha ido en aumento, y que esto se ha dado con la plena participación de la política agropecuaria, que no sólo ha desmantelado las instituciones que favorecían el desarrollo del medio rural sino que, además, ha contribuido a golpear, con la Constitución en la mano, principalmente a los pequeños y medianos productores, así como a los campesinos indígenas.

Este libro resulta relevante porque analiza un problema reciente, de trascendencia nacional y que, según demuestran los diferentes autores que contribuyeron en él, será recurrente en los próximos años, sobre todo en aquellas regiones que han optado por especializarse en algún cultivo comercial. También se destaca la importancia de este trabajo en función de que analiza los cambios que se han operado en la base del sistema de producción capitalista, es decir, en las causas de la crisis, sistema que desde luego no es rígido ni inmutable, sino que cambia constantemente, con lo cual se van gestando las condiciones de sus próximas crisis, las cuales son generadas paradójicamente por el mismo sistema capitalista. Tales contradicciones, analizadas desde la perspectiva marxista, radican en que el aumento del factor pasivo de la producción, el capital constante, ha desplazado al factor activo, la fuerza de trabajo, con lo cual la tasa de ganancia del sistema en su conjunto se ha visto menguada, a pesar de que el capital siempre está en la búsqueda de la máxima ganancia posible, pero es precisamente el acicate de la misma lo que ha producido ese descenso en la tasa de ganancia en el sistema capitalista. Con esta caída, y ante la imposibilidad de permanecer inmóvil, el capital ha buscado formas alternas de obtención de rendimiento y las ha encontrado en lo que se conoce como las commodities, es decir, aquellos productos agrícolas que se negocian en el mercado de futuros y en la bolsa de valores, pero que fueron producidos principalmente para consumo alimenticio. En muchas ocasiones estas negociaciones no responden a las condiciones reales de la economía, sino a la simple especulación.

De este modo, en el primer capítulo, La Crisis Alimentaria en el Corazón de la Crisis Capitalista Mundial, Blanca Rubio analiza las causas que originaron la crisis mundial acaecida en los últimos años de la primera década del presente siglo y encuentra que es precisamente la especulación, sobre todo con los granos básicos como arroz, maíz, fríjol y soya, lo que desata esta crisis, situación que se agudiza aún más con la continuidad en la aplicación de las políticas neoliberales en muchos países del mundo y que, ante el aumento de la especulación debido a una relativa escasez de algunos granos utilizados para producir biocombustibles, derivó en un alza generalizada de otros granos básicos para la alimentación humana, pero que nada tenían que ver con la producción de biocombustibles, como en el caso del arroz. Fue precisamente en este contexto que la especulación financiera encontró -irónicamente- un terreno bastante fértil para provocar un alza mundial en el precio de los alimentos. El impacto de dicha crisis fue tal que en algunos países, como Egipto, provocó disturbios sociales que provocaron el derrocamiento del presidente en turno.

En el siguiente apartado, La Crisis Alimentaria en México, Blanca Rubio señala que la crisis alimentaria vino a sumarse a las calamidades que azotaban al campo mexicano durante el neoliberalismo, contexto en el cual se han desmantelado prácticamente todas las condiciones reales que permitían darle impulso al sector agrícola. Por ello, esta crisis expresa el agotamiento del orden agroalimentario, porque un modelo basado en la importación de granos obliga a utilizar las divisas obtenidas por el petróleo y otros bienes para importar alimentos encarecidos; así, los países con agriculturas deficientes no están en condiciones de insertarse de manera autónoma en el nuevo orden mundial que está emergiendo. Pese a esta realidad, en nuestro país no se están tomando las medidas necesarias para hacer frente a este nuevo contexto y, por el contrario, se continúa reforzando las políticas que incrementan la dependencia alimentaria. Desde luego nada es fortuito ya que, desde 1982, con el ascenso del neoliberalismo, se estableció en nuestro país un patrón de acumulación desarticulado, lo que acentuó aún más la estrechez del mercado interno mexicano al relegar el papel que los campesinos y obreros tienen como consumidores, con lo cual todo derivó en una enorme polarización de la agricultura mexicana, así como en un aumento de la dependencia alimentaria y dominio del gran capital trasnacional. Así, ante un escenario de precios internacionales a la alza en una economía que dependía de las importaciones para asegurar su alimentación, se presentó un incremento generalizado de los precios de diversos granos que son básicos para la población, pero que les resultaba imposible controlar debido a la política seguida por los gobiernos neoliberales, ya que los mecanismos de regulación del mercado habían sido desarticulados y desaparecidos. Ante esta situación de alza de precios, debido a la especulación infundada sobre un posible desabasto en México a mediados de 2008, el gobierno dio una respuesta de carácter coyuntural pero, una vez que se verificó que éste en realidad no existía, decidió retirar las medidas aplicadas para sortear la crisis de altos precios.

En el tercer capítulo, Michelle Chauvet y Rosa Luz González Aguirre analizan cómo se da el auge de los biocombustibles en México y el mundo, y lo relacionan con la agricultura y la industria. Resaltan el carácter dominante de la segunda sobre la primera y el cómo la industria trata en la actualidad nuevamente de subsumirla, de tal forma que le permita servir de base a su patrón de acumulación. Asimismo, las autoras hacen la necesaria diferenciación entre bio-combustibles y agrocombustibles, toda vez que estos últimos atentan y ponen en riesgo tanto la soberanía alimentaria como la relación entre el hombre-agricultura-medio ambiente, al exigir la industria una cantidad mayor de granos adicionales para cubrir los requerimientos energéticos del mundo. Refieren también la evolución que ha habido en el ámbito de los biocombustibles, de tal suerte que se han desarrollado tres generaciones de este tipo, siendo la primera de ellas totalmente inviable, ya que genera una competencia por los granos que son básicos para la alimentación humana, lo que agudizaría los problemas de seguridad alimentaria en aquellos países que son deficitarios en producción de granos básicos y de maíz, principalmente. Para las autoras, la segunda generación de este tipo de biocombustibles también resulta inviable, en el sentido de que generarían una competencia por los recursos que son necesarios en el sector pecuario, mientras que la generación de biocombustibles a partir de algas, que representaría la tercera generación, sería posiblemente la más viable; sin embargo, en nuestro país ésta no se está explotando. Finalmente, plantean que es necesario que el estado mexicano genere los mecanismos que permitan regular la producción de biocombustibles ya que, tratándose sobre todo de aquellos que son de primera generación, es casi inevitable la pugna por lo granos que son útiles tanto para la alimentación como para la generación de biocombustibles, ya que no se deja en claro qué hacer exactamente con los excedentes, por ejemplo de maíz.

En el cuarto capítulo, Kirsten Appendini y María Guadalupe Quijada resaltan la importancia para la seguridad alimentaria del abasto oportuno del maíz y la tortilla. Las autoras refieren que, con las sucesivas crisis económicas, así como por la política aplicada en México durante los últimos años, ha habido una reestructuración de la cadena productiva, sobre todo en lo que concierne a los intermediarios. Entre el productor directo y quienes compran los insumos para la producción de tortillas, que generalmente son medianas y pequeñas unidades de producción, median grandes consorcios, como Cargill o Maseca, que imponen sus condiciones en la compra de maíz y en la venta de la harina para tortilla, por lo que aun en un contexto de altos precios en el mercado internacional, sobre todo los pequeños productores no han visto ningún beneficio de este contexto de precios a la alza y sí, por el contrario, son afectados por el encarecimiento de otros granos básicos que complementan su dieta, como lo son el arroz y el fríjol.

En relación con la cafeticultura, Aurora Cristina Martínez analiza la forma en que se desarrolla el proceso de explotación del campesino productor de café por la venta de su producción y que es determinante en su nivel de alimentación. En este sentido, el acceso a la alimentación estará garantizado no solamente por la política alimentaria nacional, sino también por el contexto de la crisis económica nacional y cafetalera, situación que ha precarizado las condiciones de trabajo e ingreso de los productores del aromático. Esta crisis se desató cuando se puso fin a los acuerdos de la Organización Internacional del Café en 1989 y se agudizó aún más en nuestro país debido a la eliminación de las entidades que apoyaban regularmente a los productores de café, lo cual en un contexto internacional dominado por el gran capital trasnacional derivó en una situación de concentración del acopio, procesamiento y exportación en manos de un reducido número de compañías, principalmente trasnacionales, lo que a su vez ha derivado también en un proceso de reestructuración productiva que relega el papel que tenían las exportaciones de productos que tradicionalmente habían sido generadores de divisas, como sucedía con el café. En un contexto neoliberal el acceso a los alimentos se vio seriamente afectado, sobre todo porque el Estado dejó de regular el precio interno de los alimentos y más aún para los productores de café inmersos en un contexto de crisis de precios y de desmantelamiento de las instituciones que favorecían la producción y comercialización. Todo ello dificultó el acceso a la canasta básica, con lo cual los niveles de pobreza, marginación y migración también se incrementaron en nuestro país.

En el capítulo seis: Los Cafeticultores y el Maíz. La Racionalidad Socioeconómica de los Campesinos Productores de Café y sus Respuestas a la Crisis Alimentaria, haciendo uso explícitamente de algunos conceptos tradicionales de los estudios campesinistas, así como de algunas categorías y marcos analíticos de la economía política marxista, Armando Bartra, Rosario Cobo y Lorena Paz Paredes, analizan organizaciones y localidades de productores de los estados de Chiapas (el caso de La Frailesca), Oaxaca y Puebla (Tosepan Titataniske). Se trata en general del producto de 20 años de trabajo de investigación entre campesinos productores de café, lo cual le confiere desde luego un enorme peso a los resultados aquí presentados dentro de los estudios de este tipo, no sólo en el plano empírico sino también en el teórico. Plantean una cuestión que en muchos estudios versan sobre los campesinos y que en la mayoría de los casos quedan bastante ambiguas, y qué es precisamente lo que se entiende cuando se habla de campesino.

Para los autores, el campesino puro no existe como tal en la realidad nacional, pero tampoco es un campesino semi-proletarizado; más bien es una unidad familiar compleja, cuya finalidad teleológica es la obtención de cierto nivel de bienestar, en la cual el cálculo de la relación costo/beneficio opera en una lógica muy diferente a la empresarial. Dentro del contexto neoliberal, analizan la forma en que el campesino indígena es explotado por diferentes vías, sobre todo de tipo económico ya que, históricamente, el campesino de tipo indígena ha sido sujeto de explotación por diferentes formas. Ante este contexto, la organización ha sido una de las principales estrategias empleadas por los campesinos indígenas productores de café en diferentes estados del país, y que han resultado en cierto modo exitosas no sólo en el terreno económico (que tiene que ver con la producción y comercialización), sino que también están dentro de un contexto socioeconómico, al resolver problemas principalmente relativos a la educación, la salud y los servicios. Esta estrategia se complementa con el paso de campesino monoproductor a campesino que no depende única y exclusivamente de un cultivo, sino que genera toda una economía de traspatio, venta de una parte de su fuerza de trabajo.

En otro capítulo, Beatriz A. Cavallotti V. habla sobre los efectos que ha traído consigo la crisis agroalimentaria en el sector ganadero, sobre todo en lo que concierne a la producción de cerdos, bovinos y aves, partiendo de las condiciones imperantes en el entorno global. Y en este contexto, México se caracteriza por ser unos de los principales productores ganaderos a nivel mundial, así como uno de los principales consumidores. Resalta la autora que en años recientes el salario ha perdido capacidad de comprar algunos de estos mismos productos cárnicos debido al encarecimiento de los granos y a la imposibilidad que tiene la estructura productiva de aumentar la oferta interna de granos, sobre todo a raíz del encarecimiento de los precios de algunos como maíz y sorgo. Sin embargo, pese a que México es uno de los principales productores a nivel mundial, con el paso de los años también se ha convertido en uno de los principales importadores de productos cárnicos.

La crisis alimentaria exhibió la vulnerabilidad del actual modelo de desarrollo de la ganadería y la fragilidad de un paradigma tecnológico que no se adecua a las condiciones y a los recursos existentes en el país. Los más afectados fueron los pequeños y medianos ganaderos no integrados que no pudieron recuperarse de alguna forma por el alza en los precios de los granos, ni fueron beneficiados por algún programa de gobierno, lo que derivó en una mayor concentración en este sector.

En el último capítulo: Protesta Rural y Crisis Alimentaria en Chihuahua, Víctor M. Quintana S. trata de responder a las preguntas: ¿cuáles son los principales movimientos de los productores rurales del estado de Chihuahua entre 2007 y 2010 en el contexto de la crisis energética, financiera y alimentaria? ¿Cuáles son las relaciones entre la política agroalimentaria del Estado mexicano y las movilizaciones rurales en este estado? Y ¿cuáles son las características específicas de las movilizaciones de los productores chihuahuenses?

En general, en el estado de Chihuahua los movimientos rurales han devenido en la aparición de medianos productores afectados e inconformes por la forma en la que se ha aplicado la política agrícola; en especial, por la forma en que el sector agrícola es tratado dentro del TLCAN y por los altos costos que implica la electricidad para los productores rurales. En el estado se ha dado recientemente una expansión del cultivo de maíz amarillo en tierras de riego por bombeo, lo que ha generado un enfrentamiento frontal con la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Algunas de las agrupaciones de campesinos que han emergido en este contexto son el Frente Democrático Campesino (FDC), el Comité Pro Mejoramiento del Agro y Agrodinámica Nacional, y El Barzón. Así, desde 2001 diversas movilizaciones rurales en el estado empezaron a adquirir características muy diversas a las mostradas hasta el momento, por lo que los productores temporaleros dejaron de ser los actores principales, cediendo su lugar a los medianos productores e incluso a los grandes, con la concurrencia de varias organizaciones. Estos movimientos mantienen como constante la lucha contra las altas tarifas de la CFE, así como la posibilidad de acceder a los subsidios y apoyos para la comercialización y, así como éstas, existen otras exigencias que han mantenido en pie de lucha a estos movimientos, tales como el alza en el precios de la tortilla, la siembra de maíz transgénico, y el vencimiento del plazo para la libre importación de maíz, fríjol y leche en polvo, como parte de los acuerdos del TLCAN. Hasta el momento los saldos han sido la persecución y la criminalización de la lucha social, sin que hasta el momento el Estado mexicano haya cumplido todos los reclamos.

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