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Agricultura, sociedad y desarrollo

versão impressa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.12 no.1 Texcoco Jan./Mar. 2015

 

Intervención estatal, turismo y desarrollo local en el ejido de Chacchoben, Quintana Roo, México

 

State intervention, tourism and local development in ejido Chacchoben, Quintana Roo, México

 

Erika Cruz-Coria1*, Abraham Briones-Juárez1, Mirna Pacheco-Cocom2

 

1 Instituto de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Ciudad del Conocimiento, Carretera Pachuca Tulancingo Km. 4.5, Mineral de la Reforma, Hidalgo. (ecoria84@hotmail.com) (abrahambriones2003@gmail.com). * Autor responsable.

2 Universidad de Quintana Roo, Boulevard Bahía s/n esq. Ignacio Comonfort, Col. del Bosque Chetumal, Quintana Roo, México. (mirnapacheco@live.com).

 

Recibido: noviembre, 2013.
Aprobado: mayo, 2014.

 

Resumen

Siguiendo los objetivos del Programa Mundo Maya (PMM), los gobiernos federal y estatal han creado proyectos que buscan el desarrollo turístico de la región sur del Estado de Quintana Roo. Por estar en el área de influencia de estas iniciativas y debido a la riqueza natural y cultural que alberga en su territorio, el ejido de Chacchoben ha sido objeto de la intervención gubernamental con la finalidad de promover el desarrollo turístico a través de acciones que van desde la creación de infraestructura hasta la construcción de un parque temático. A casi una década de haberse emprendido el desarrollo turístico en el ejido, se desconoce si la intervención gubernamental generó procesos económicos, sociales y políticos encaminados a lograr un desarrollo local a partir de esta actividad. El acercamiento al objeto de estudio se realizó a través del enfoque fenomenológico y del método narrativo; la técnica utilizada fue la entrevista en profundidad. La evidencia empírica presentada indica que la intervención del Estado estuvo lejos de propiciar una activa participación comunitaria debido a que el desarrollo turístico estuvo dominado por un esquema de corte tradicional, burocrático y vertical.

Palabras clave: concertación, desarrollo, iniciativa local, organización, participación.

 

Abstract

Following the objectives of the Maya World Program (Programa Mundo Maya, PMM), the federal and state governments have created projects that seek tourism development of the southern region of the state of Quintana Roo. Because it is in the influence area of these initiatives and due to the natural and cultural wealth in its territory, Ejido Chacchoben has been subject to government intervention with the aim of promoting tourism development, through actions that range from the creation of infrastructure to the construction of a theme park. After almost one decade since tourism development of the ejido began, it is unknown whether the government intervention has generated economic, social and political processes directed at achieving local development as the result of this activity. Approaching the study object was done through the phenomenological perspective and the narrative method; the technique used was in-depth interviews. The empirical evidence presented indicates that intervention by the State remained far from promoting active community participation because tourism development was dominated by a scheme of traditional, bureaucratic and vertical nature.

Key words: agreement, development, local initiative, organization, participation.

 

Introducción

En las últimas décadas el turismo ha comenzado a impulsarse en el ámbito rural con la finalidad de atenuar la pobreza y la marginación, así como las carencias estructurales y las deficiencias infraestructurales generadas por la transformación del modelo de desarrollo en América Latina. Al igual que la introducción de novedosas actividades agropecuarias de carácter comercial, el turismo rural impulsado tanto por organismos internacionales como por los gobiernos nacionales es visto como una alternativa más para que las comunidades rurales se integren a la lógica de la economía de mercado y participen de la derrama económica generada por esta actividad.

En el caso de México los objetivos que justifican la intervención del sector público en el desarrollo del turismo es fundamentalmente la búsqueda del incremento de la calidad de vida y la diversificación económica como medio para afrontar la excesiva dependencia del sector agropecuario en el ámbito rural. No obstante, algunos autores (Garduño et al., 2009; Pérez et al., 2011) afirman que la intervención de los gobiernos y sus instituciones han subordinado el desarrollo del turismo a los enfoques, orientaciones y estímulos económicos que derivan de la lógica de organismos internacionales, y para ello han implementado estrategias que avanzan generalmente en dos direcciones: la primera prioriza la generación de las condiciones apropiadas para la expansión de emprendimientos turísticos que beneficien al sector empresarial mediante la construcción de infraestructura y equipamiento turístico y, la segunda, propicia la rehabilitación y acondicionamiento de antiguos inmuebles que son convertidos generalmente en hoteles boutique o en otro tipo de establecimientos de servicios turísticos.

En este trabajo de investigación se observa una tercera tendencia que retoma aspectos de las dos anteriores. Nos referimos a las iniciativas federales, estatales y municipales que promueven proyectos turísticos de impacto regional, cuyo objetivo es el aprovechamiento de los recursos naturales y de las manifestaciones culturales de los pueblos involucrados, bajo la promesa de contribuir al desarrollo social y económico de las regiones mediante la generación de empleos, derrama económica, la participación y beneficio directo de las comunidades, así como la creación de infraestructura básica y para la prestación de servicios turísticos. A pesar de esas intenciones, las tres estrategias suelen caracterizarse por tratar de fortalecer la economía de mercado, ignorando casi por completo las necesidades de las comunidades locales y, en la mayoría de los casos, subordinándolas a los requerimientos de la actividad turística.

Inmersa en esta última se encuentra el ejido de Chacchoben, perteneciente al municipio de Othón P. Blanco, ubicado al sur del estado de Quintana Roo. Las dos comunidades que lo conforman (Chacchoben y Lázaro Cárdenas) dan resguardo a la zona arqueológica del mismo nombre; la riqueza cultural y natural de este ejido, así como su ubicación geográfica lo colocan dentro del área de influencia en el desarrollo turístico planteado por el Programa Mundo Maya (PMM).

El PMM otorga importancia al fortalecimiento de la participación y organización social como estrategia para incentivar la capacidad de gestión de las comunidades rurales en el desarrollo turístico (Banco Interamericano de Desarrollo, 1999). Derivado de lo anterior, a través de los diferentes niveles de gobierno, el Estado ha asumido el desarrollo turístico de la región sur del país; en el caso de Chacchoben el turismo fue planteado como una actividad que permitiría el aprovechamiento racional de los recursos naturales y culturales, además de que propiciaría la creación de todo tipo de infraestructura pero, sobre todo, la participación de la población local a través de la generación de empleos que evitarían la migración hacia los destinos turísticos de la costa, como Mahahual, Playa del Carmen o Cancún.

En la última década este ejido ha sido beneficiado por diversos apoyos gubernamentales, mismos que han sido canalizados a la excavación y restauración de la zona arqueológica, a la creación de un área de servicios de venta de artesanías y servicios para el turista, además de varios cursos de capacitación turística para la población y a la construcción de un parque temático donde se pretendía recrear los usos, costumbres y tradiciones de la antigua población chiclera.

Durante el desarrollo turístico de Chacchoben, a través de las diferentes instituciones, los gobiernos estatal y federal incorporaron en el discurso político la importancia de la participación de la población local para el logro de un desarrollo turístico incluyente; éste fue el argumento principal, que junto con los apoyos económicos, estimularon a la asamblea de ejidatarios a participar del proyecto de desarrollo planeado para esta localidad.

Aproximadamente a una década de haberse emprendido el desarrollo turístico, el objetivo de esta investigación fue analizar si la intervención gubernamental enmarcada en el PMM logró entablar procesos de concertación y participación local, la inclusión social y económica de la población, e incentivar la capacidad creativa para el emprendimiento turístico, procesos que en su conjunto pueden generar el desarrollo local a largo plazo para esta comunidad.

 

Materiales y Métodos

Las diferentes instituciones gubernamentales que participaron en el desarrollo turístico de Chacchoben incorporaron, tanto en el discurso como en las acciones, la aparente tendencia de priorizar el desarrollo de un turismo fundamentado en la iniciativa local, en la concertación social y en formas de inclusión económica y social que fueran capaces de movilizar los recursos disponibles para el mejoramiento de las condiciones de vida de los pobladores. En términos de la teoría social, lo anterior puede considerarse como el emprendimiento de procesos sociales, económicos e incluso políticos orientados al desarrollo local.

Para el estudio del desarrollo a nivel local este trabajo se apoyó en las aportaciones teóricas de Vázquez (1998), Boisier (2004) y Enríquez (1998). De acuerdo con el primer autor, en los procesos de desarrollo deben identificarse al menos tres dimensiones fundamentales para alcanzar un desarrollo integral: la económica, la sociocultural y la política; sin embargo otros (Boisier 2004, Enríquez 1998) afirman que la dimensión científica/tecnológica también forma parte del enfoque endógeno de los procesos de desarrollo. La dimensión política se refiere a la creciente capacidad local para tomar decisiones relevantes frente a diferentes opciones de desarrollo y, sobre todo, a la capacidad de negociar los elementos que definen el entorno del territorio; detrás de esta capacidad existen procesos de concertación gradual y sostenida entre los diferentes actores sociales, así como de autonomía decisional. El plano económico se refiere a la apropiación y reinversión local del excedente; lo cual implica la creación de empleos, el fomento de la innovación y la competitividad, a fin de fortalecer y diversificar la economía local. El plano sociocultural se refiere a la identidad territorial, pero también puede incluir las formas de organización y participación, y la conciencia y acción ambientalista. Finalmente, el plano científico y tecnológico es interpretado como la capacidad interna de un sistema para generar sus propios impulsos tecnológicos de cambio; en el caso del turismo la capacitación para ofrecer un servicio de calidad es la forma más común en la que se presenta esta dimensión (Boisier, 2004; Enríquez, 1998; Vázquez 1998).

El acercamiento al objeto de estudio se realizó desde el enfoque fenomenológico; el interés de este paradigma gira en torno a la descripción y clarificación de la estructura esencial de la realidad social a través de lo que viven y experimentan los sujetos de estudio (Husserl, 1985; Barbera e Inciarte, 2012). Este enfoque permite al investigador situarse en el marco de referencia interno de los actores sociales que viven y experimentan determinadas situaciones; por tanto, reconoce la complejidad y el dinamismo de la realidad, la cual cobra sentido cuando es construida por las personas.

Para la obtención de los datos se utilizó el método narrativo. Como metodología aplicada al estudio del desarrollo del turismo en un determinado espacio, el método narrativo en este trabajo de investigación no solo permitió obtener y analizar de manera cronológica la información respecto a los mecanismos y acciones emprendidas por las instituciones gubernamentales en el ejido de Chacchoben durante el proceso de desarrollo turístico; también dio cabida a la construcción de un marco microanalítico para comprender la dimensión personal y perceptiva de quienes participaron de las acciones para el desarrollo de esta actividad.

Para ello, se realizaron entrevistas en profundidad a 45 ejidatarios y seis funcionarios involucrados en los diferentes proyectos de desarrollo turístico en el ejido. De acuerdo con el Registro Agrario Nacional el ejido está conformado por 310 ejidatarios; para esta investigación se seleccionaron algunos ejidatarios de acuerdo con los siguientes criterios: ejidatarios que participan de manera activa en la toma de decisiones respecto al desarrollo turístico (presidentes y expresidentes de la asamblea de ejidatarios, tesoreros, vocales, etcétera), ejidatarios que participan de manera directa e indirecta en la actividad turística (venta de artesanías, personal administrativo de la zona arqueológica, vendedores ambulantes), ejidatarios que recibieron algún tipo de apoyo de las instituciones gubernamentales para integrarse a la actividad turística (participantes de talleres artesanales, capacitación en el idioma inglés y guías de turistas) y, finalmente, esposas e hijos de ejidatarios y no ejidatarios que participaron en algunas capacitaciones y proyectos artesanales (Registro Agrario Nacional, 1971). Para la selección de los informantes se utilizó la técnica "bola de nieve" donde algunos de los entrevistados llevaron al conocimiento de otros.

Utilizando un diseño narrativo por tópicos se abordaron temas relacionados con: la autonomía decisional de la comunidad en el proceso de desarrollo turístico, la posibilidad de negociación entre actores interesados, la diversificación de la economía local, la conformación de agrupaciones y la capacitación para el turismo; todas estas temáticas son elementos clave en los procesos de desarrollo local (Figura 1).

El procesamiento de la información se llevó a cabo mediante un procedimiento clasificatorio. El primer paso del análisis comenzó con la reducción de la información recogida en campo a través de la descomposición de los datos y su agrupamiento en las categorías y subcategorías mencionadas anteriormente. Esta etapa fue precedida por un proceso reflexivo y creativo para tratar de interpretar y conectar los datos y, de esta manera, obtener una imagen integral de los procesos sociales, económicos y políticos producidos por la intervención gubernamental en el desarrollo del turismo en el ejido de Chacchoben.

 

Resultados y Discusión

El turismo rural desde las instituciones: ¿un proceso de desarrollo local?

Uno de los temas centrales en la política de desarrollo turístico en México es el desarrollo de diferentes modalidades de turismo alternativo (turismo rural, ecoturismo, agroturismo, turismo micológico) en el ámbito rural. La finalidad es mejorar la calidad de vida de la población que se encuentra en situación de marginación y pobreza a causa de la disminución de los apoyos al campo y por la implementación de otras políticas económicas de corte neoliberal.

A lo largo del último sexenio (2006-2012) los programas gubernamentales orientados al desarrollo del turismo fueron instrumentados a través de diferentes acciones. De manera general, algunas de ellas se dirigieron a la mejora de la infraestructura turística, e incluso se dio cabida a la inversión privada que sumó 19 mil 499 millones de dólares de 2007-2012 (SECTUR, 2012). Otras acciones se orientaron a la certificación de las empresas y a la capacitación de los prestadores de servicios como una vía para alcanzar la competitividad de algunos destinos turísticos y, finalmente, en algunos objetivos relacionados con el turismo natural o cultural se tomó en cuenta de manera tangencial el fortalecimiento de la capacidad organizativa del territorio (se recomienda revisar los Informes de Labores de la SECTUR 2006-2012).

De acuerdo con Ostrom y Ahn (2003), las instituciones gubernamentales nacionales, regionales y locales afectan profundamente los esfuerzos de desarrollo a largo plazo. Las razones son diferentes, y entre ellas mencionan que su presencia reduce el espacio para la auto organización de los grupos locales, e incluso, llega a impedir la entrada de otros esfuerzos para resolver problemas concretos o impulsar o fortalecer proyectos en común; esto sin dejar de mencionar el riesgo latente de generar ciudadanos dependientes en vez de emprendedores con amplia capacidad para impulsar procesos de desarrollo local.

En México, generalmente los programas y proyectos turísticos impulsados por las instituciones en el ámbito rural no han logrado forjar procesos orientados al desarrollo local de las comunidades rurales (Enríquez 1998; Morales 2003). Por el contrario, el desarrollo de esta actividad se apega más a una estrategia emprendida por la política económica que busca ante todo responder a las exigencias de los modelos y criterios macroeconómicos, los cuales se encuentran orientados por un enfoque productivista y sectorial que, en casos remotos, pueden generar las condiciones para llevar a cabo una actividad turística altamente rentable capaz de proveer de beneficios económicos a las poblaciones receptoras y adaptarse a las nuevas exigencias de la producción global.

En materia de desarrollo turístico rural las instituciones gubernamentales deben afrontar diversos retos; por un lado, lograr el impulso de programas y proyectos turísticos que, además de favorecer el aprovechamiento de los recursos naturales y culturales locales, tomen en cuenta las peculiaridades y especificidades de cada comunidad donde se implementen. De ahí que el desafío sea favorecer un desarrollo local capaz de movilizar los recursos territoriales; es decir, generar las condiciones para crear sinergias locales que inciten la concertación sostenida entre los actores locales interesados, la iniciativa local, las formas de participación y organización comunitaria, el fortalecimiento de la autonomía decisional, el empleo directo, e incluso, impulsar una conciencia y acción ambientalista (Enríquez 1998; Vergara 2004), de tal forma que las comunidades no sean receptoras pasivas de programas y proyectos que, lejos de incidir en su dinámica socioeconómica, produzcan las condiciones para que los actores locales sean los beneficiarios directos de las ganancias por la actividad.

El desarrollo turístico en Chacchoben: la dimensión económica del desarrollo local

El Programa Mundo Maya (PMM) tuvo su origen en 1988 cuando la región maya captó la atención tanto de los gobiernos del área como de algunos organismos internacionales, mismos que la consideraron como una región única en el mundo, cuya riqueza natural y cultural presentaba las condiciones socioculturales para impulsar proyectos en materia turística que la pondrían en la mira del turismo internacional. En México las acciones se centraron en fortalecer la región Mundo Maya (Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán) a través de maniobras encaminadas a la construcción de infraestructura, desarrollo de nuevos productos turísticos y la consolidación de la oferta existente; además, se señaló la importancia de la participación directa de las comunidades rurales a través de proyectos ecoturísticos de integración regional que contemplaran las tradiciones, costumbres y formas de vida ligadas a la cultura maya (Campos, 2004).

Desde su creación, las acciones para lograr los objetivos del PMM fueron limitadas en la región sur del país, pero no fue sino hasta 2007 cuando el gobierno estatal de Quintana Roo lo retoma mediante la creación del Programa de Desarrollo Turístico del Sur (PRODESUR). De este último se desprendieron otros proyectos regionales; entre ellos el denominado Corredor Ecoarqueológico Río Bec (CERB). Este proyecto propone el desarrollo turístico de cinco zonas arqueológicas (Chacchoben, Oxtankah, Dzibanche, Kinichna, Konhunlich y Chacanbakan) y las comunidades rurales que las albergan (Chacchoben y Lázaro Cárdenas, Morocoy, Francisco Villa y Caobas de Quintana Roo) (Figura 2). El CERB fue considerado como una integración estratégica porque se encuentra ubicado en medio de dos importantes áreas naturales protegidas (Sian Kaán y Calakmul) e incorpora a comunidades de origen indígena y campesina, cuyas manifestaciones culturales, tradiciones y formas de vida son atractivos que muestran la riqueza natural y cultural de la región.

De todas las comunidades contempladas, Chacchoben es el ejido al que mayor inversión se le ha destinado para el desarrollo turístico; desde la restauración de la zona arqueológica y el acondicionamiento de la infraestructura carretera, hasta la creación de un parque temático. Este ejido pertenece al municipio de Othón P. Blanco, en el sur del estado de Quintana Roo; colinda al norte con el ejido de Noh Bec; al sur con el ejido Buenavista, al este con los ejidos de Cafetal, Limones y Pedro Antonio de los Santos, y al oeste con el ejido Ávila Camacho. Está integrado por dos unidades agrícolas: Lázaro Cárdenas y Chacchoben.

Hasta hace algunas décadas la principal actividad económica del ejido de Chacchoben era el aprovechamiento forestal. El auge de esta actividad les había permitido destinar 6000 de 18 430 hectáreas de territorio ejidal para la extracción de algunas maderas preciosas, como la caoba. Por las características del suelo y la vegetación, la agricultura y la ganadería llegaron a ser únicamente actividades de autoconsumo. Desde hace más de una década la mayor parte de la población ha venido combinando el trabajo forestal y agrícola con los empleos temporales en algunos destinos turísticos de la región.

De las acciones emprendidas por las instituciones gubernamentales para el desarrollo turístico en el ejido durante la última década, el resultado más esperado por la población en el plano económico fue la generación de empleos y la captación de recursos económicos por la actividad. A partir de 2002 la dinámica productiva del ejido de Chacchoben comenzó a diversificarse debido a los trabajos de excavación y restauración de la zona arqueológica. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) propició el empleo y la capacitación de hombres provenientes de esta y otras comunidades; para la mayoría de las personas entrevistadas fue una época memorable debido a que sabían que tendrían empleo, aunque fuera de manera temporal.

Cuando la zona arqueológica se abrió al público, los pobladores tuvieron que enfrentarse a una realidad inesperada: la cantidad empleos generada por la apertura de este atractivo turístico fue reducida, sin dejar de mencionar la temporalidad y precariedad de los empleos indirectos, tal como se explica a continuación.

La actividad turística alcanza relevancia económica en virtud de representar una fuerza de trabajo operativa y capaz de integrarse rápidamente al sector de manera directa, indirecta e incluso informal. En este caso la apertura de la zona arqueológica trajo consigo la construcción de un área de servicios; en este espacio solo 19 personas de la comunidad lograron integrarse en trabajos de venta de artesanías, limpieza de las instalaciones y en la administración de la zona. Específicamente, la venta de artesanías pudiera parecer un elemento articulador de la economía de la región; sin embargo, la mayoría de las artesanías que son vendidas por los pobladores locales en el área de servicios de la zona arqueológica son compradas a productores provenientes de Yucatán. Lo anterior ha ocasionado la saturación de la oferta "artesanal" con las mismas mercancías de baja calidad que el turista puede encontrar en otros destinos de la región.

La venta de artesanías y alimentos, así como los empleos en actividades de limpieza de las instalaciones del área de servicios, son en su mayoría actividades temporales que se caracterizan por ser mal remuneradas y carentes de beneficios sociales básicos. De acuerdo con las entrevistas realizadas, para los miembros de la comunidad, ni la apertura de la zona arqueológica ni la venta de artesanías representan una alternativa para vincularse a la dinámica económica a través del empleo.

Analizando otras vías a través de las cuales la población local puede participar de los ingresos generados por el turismo, se tomó en cuenta el consumo que pudiera hacer el turista al llegar a esta comunidad. A pesar de ser un destino de reciente creación, la captación de turistas ya se encuentra monopolizada por parte de algunas empresas, en su mayoría trasnacionales, quienes ofertan una serie de paquetes y circuitos a los turistas en Mahahual. En éstos, Chacchoben es sólo parte del recorrido, mientras que las actividades tales como el consumo de alimentos y las artesanías se llevan a cabo en otros destinos del circuito, específicamente en establecimientos con los que estas empresas ya han pactado ciertos convenios.

Mahahual es un poblado turístico ubicado en la costa del Mar Caribe a unos 55 km de la Carretera Federal 307 Cancún-Chetumal, cercano al ejido de Chacchoben; pertenece al municipio de Othón P. Blanco en Quintana Roo. Uno de sus principales atractivos es su cercanía con la Reserva de la Biosfera de Banco Chichorro. Con la construcción del muelle de cruceros en 1999, este poblado se convirtió en uno de los principales destinos receptores de turismo de cruceros en El Caribe Mexicano.

"...ellos (las empresas turísticas foráneas) no se detienen en el camino porque nada más llevan a la gente a las ruinas a Mahahual; es lo único que hace el camión. Aquí hay unos puestecitos que venden artesanías, las tienditas que están ahí, pero no se paran. Casi no consumen porque desde que se bajan del barco ya traen todo preparado...por eso es que nada más vienen a ver las ruinas y ya..." (Entrevista realizada a ejidatario de la localidad de Chacchoben, 14 de abril de 2012).

La crisis de las actividades forestales en Chacchoben, así como la reducida cantidad de empleos generada por el turismo ha dado como resultado, entre otras cosas, la paulatina migración de la población a destinos turísticos cercanos, como Mahahual, Playa del Carmen, e incluso, Cancún, donde la diversificada planta turística permite la contratación (permanente o temporal) de hombres y mujeres provenientes de diferentes comunidades de la región. Durante el trabajo de campo los pobladores entrevistados hacen referencia a la cantidad de casas abandonadas debido a la migración de hombres, jóvenes, e incluso, familias enteras que han dejado la comunidad en busca de empleo y mejores condiciones de vida.

En el caso específico de las mujeres, ellas han emprendido una cooperativa dedicada a la elaboración de artesanías, la cual carece de éxito debido a la poca participación de sus integrantes y a la baja productividad. Un fenómeno que ha comenzado a generalizarse es el desplazamiento eventual de las mujeres de la comunidad a los diferentes destinos turísticos de la región, donde se incorporan al mercado laboral a través de actividades como la limpieza en hoteles o la elaboración de alimentos.

"Bueno, acá lo que nos ha faltado precisamente es la creación de más fuentes de empleo; la zona arqueológica obviamente da para algunas personas, pero no para todas. Algunas están en Mahahual, en Playa, en Cancún, en Tulum, y otras se van a Canadá..." (Entrevista realizada a ejidatario de la localidad de Chacchoben, 31 de marzo de 2012).

Por su parte algunas empresas, como Cacum con sede en Mahahual, contratan a los guías de turistas locales como personal de apoyo durante la temporada de mayor turismo. No obstante, su contratación está condicionada a la llegada de cruceros y a la demanda que el turista haga de los circuitos turísticos propuestos por estas empresas.

En el plano económico las acciones emprendidas desde las instituciones gubernamentales a favor del desarrollo turístico, lejanamente han abierto la posibilidad de diversificar la estructura económica de la comunidad. La cantidad de empleos directos e indirectos creados a partir de la apertura de la zona arqueológica se ha quedado solo como un intento de consolidar la actividad turística como fuente de ingreso en este ejido.

La dimensión política: ¿un proceso de concertación gradual y sostenido?

La concertación y la participación social en el turismo rural son parte constitutiva y condición para emprender procesos de desarrollo local. De acuerdo con Mochi (2012), ambos procesos dependen de la capacidad de la sociedad para construir ámbitos de encuentro e intercambio horizontal y de articulación de intereses entre el sector público, privado y la sociedad civil, con la finalidad de movilizar de manera provechosa los recursos endógenos de una comunidad.

Cuando la tarea de promover el desarrollo turístico es del sector público, la expectativa es que los actores locales se apropien de los programas y proyectos, con la intención de generar un desarrollo sostenido a largo plazo con beneficios para todos los integrantes de la comunidad. En México es muy común que estas iniciativas adopten un carácter clientelar que modifica el sentido original de dichos programas y proyectos y, generalmente, ocurre porque los socios (el Estado y la empresas privadas) tienen claramente mayores posibilidades de movilizar bienes y servicios a cambio de lealtad, información y apoyo político (Durston, 2009).

En el caso de Chacchoben, el principal impulsor del desarrollo turístico ha sido el gobierno federal y estatal, que tras haber retomado el PMM emprendió una serie de acciones que, lejos construir espacios de participación y concertación social, ha generado lapsos de desinterés de la población por impulsar y consolidar la actividad turística.

Las primeras iniciativas para la apertura de la zona arqueológica al público dieron, en un principio, cabida a la concertación y negociación entre gobierno y asamblea de ejidatarios; no obstante, este proceso se quebrantó debido al litigio que entabló la asamblea ejidal en contra del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en 2000. Paradójicamente, este conflicto tuvo como eje central la expropiación de las tierras donde se sitúa la zona arqueológica y la disputa por la participación de la población local en los beneficios económicos que derivarían del aprovechamiento turístico de este recurso cultural. Tanto el gobierno estatal como el INAH creyeron que podrían adjudicarse la administración total, tanto del espacio como de la percepción económica por su aprovechamiento turístico (como lo han hecho en otras zonas de la entidad), sin atender los intereses económicos y culturales de la población local. Lejos de continuar con el proceso de concertación, los pobladores emprendieron la lucha por sus derechos, logrando con esfuerzo algunos beneficios para el ejido (la concesión de la unidad de servicios, un museo comunitario y la conformación de un fideicomiso para la promoción turística), evitando que esta zona arqueológica fuera un caso más de beneficio económico para agentes externos a la comunidad.

"Alguien está mal aconsejando a los ejidatarios y por ello han presentado un pliego ante el INAH en el que piden que se les incluya como inversionistas y no como empleados del proyecto" (Declaración realizada por Carlos Aranda Ortega, subsecretario de la Secretaría de Desarrollo Turístico (SEDETUR) al periódico La Jornada el 24 de diciembre de 2000).

De acuerdo con el Plan Estratégico de Desarrollo Integral del Estado de Quintana Roo 2000-2025, se considera la diversificación de la oferta turística como el mecanismo idóneo para prolongar la estadía del turista, generar un incremento en el índice de retorno y aumentar la derrama económica en la región sur de la entidad (Gobierno del estado de Quintana Roo, 2000). La apertura de la zona arqueológica no bastaba para el cumplimiento de estas metas establecidas, por lo que la creación del "Pueblo Chiclero" (parque temático) sería el proyecto que posicionaría al ejido de Chacchoben dentro de los destinos más importantes de la región sur. En éste se planeó la participación conjunta del gobierno federal y el sector privado y, sobre todo, se enfatizó la participación de la comunidad como gestora en las diferentes etapas: desde la planificación, como mano de obra en la ejecución, e incluso, en la operación del parque (Gobierno de Quintana Roo, 2005).

Durante el proceso de creación del parque, aparentemente se logró construir un espacio de colaboración entre el gobierno federal y estatal y la comunidad; a pesar de las diferentes opiniones, los ejidatarios llegaron a un acuerdo para ceder el terreno donde se construyó este parque temático, e incluso éstos y sus familias se organizaron para trabajar a favor del proyecto. La negociación y la toma de acuerdos fueron relativamente fáciles debido a las disímiles condiciones de las partes interesadas; por un lado, el gobierno estatal, que fue el inversionista principal para la construcción del parque y, por el otro, la población, con varias propuestas y amplias posibilidades de organizarse para trabajar, pero sin posibilidad de realizar si quiera una inversión inicial.

"...como ejido ha habido experiencias malas, como el famoso Pueblo Chiclero, qué pueblo chiclero ni qué nada... ¡nació muerto!; es más, ¡ni nació! porque fue un proyecto del gobierno que nada más trata de justificar sus inversiones" (Entrevista realizada a ejidatario de la localidad de Chacchoben, 01 de mayo de 2012).

De acuerdo con las entrevistas realizadas, la mayor parte de los pobladores visualizaron el "Pueblo Chiclero" como una alternativa para atraer más turistas, generar empleos y consolidar grupos organizados dedicados a la prestación de servicios turísticos, pero reconocieron que conforme los apoyos gubernamentales llegaban, los desacuerdos entre ejidatarios aumentaban. Entre el protagonismo del gobierno estatal y municipal y el predominante sentido económico que adquirió el proyecto, la visión de la comunidad se desvaneció rápidamente. La balanza fue inclinándose poco a poco hacia los intereses gubernamentales por crear un "producto turístico" basado en las tendencias y necesidades del mercado turístico internacional, dejando de lado un proyecto que originalmente planeaba mostrar la riqueza histórica del ejido, contada de manera espontánea por los integrantes de la comunidad.

A cinco años de su creación, el pueblo chiclero quedó devastado por un incendio forestal, producto de una quema agrícola fuera de control. Durante las entrevistas realizadas en este trabajo de investigación, algunos de los pobladores mencionaron que el incendio fue una acción provocada por un sector de la población que estaba en desacuerdo con el proyecto.

A diferencia de la amplia riqueza natural de los destinos turísticos de la costa de Quintana Roo, la variedad de atractivos culturales ligados a la zona arqueológica hacen del ejido de Chacchoben un destino bastante peculiar. El recorrido del turista de cruceros que llega hasta Mahahual se caracteriza porque ha desembarcado en diversos destinos turísticos costeros, como Cozumel o Cancún, donde le es posible practicar cualquier actividad relacionada con el turismo de "sol y playa"; en este sentido, los atractivos culturales de Chacchoben diversifican la oferta turística de la región, además de que la distancia entre Mahahual y este ejido es menor en comparación con otras comunidades y zonas arqueológicas de la región como Kohunlich, Dzibanché, Kinichná y Oxtankáh.

Lo anterior puede explicar el interés que han mostrado las empresas navieras y prestadoras de servicios de tours en el ejido, tras la apertura de la zona arqueológica de Chacchoben y la creación del parque temático. Una vez que quedó evidenciado su potencial turístico, el sector privado buscó establecer acuerdos formales con la asamblea de bienes ejidales; en este caso la propuesta procedió de la empresa Promociones Turísticas de Mahahual y consistió en que por cada turista que transportaran estas empresas a la zona arqueológica le pagarían al ejido la cantidad de dos dólares americanos.

Sin mayor posibilidad de crear espacios de negociación entre asamblea y empresa privada, la propuesta fue presentada por el representante (comisariado) a la asamblea de ejidatarios donde se discutieron las posibles ventajas y desventajas para la comunidad, llegando al acuerdo de aceptar el ofrecimiento. Lo que originalmente se concibió como un beneficio económico se tradujo en una importante fuga de ingresos económicos a través del consumo turístico. Los ejidatarios no contaron con que la empresa ofertaría "tours todo incluido" en los que el turista contrataría el servicio desde Mahahual, mismo que incluiría la transportación a ésta y otras zonas arqueológicas de la región y los alimentos en establecimientos previamente contratados; lo anterior atentó contra la diversificación de la base productiva local.

"¿Los turistas consumen algo en la comunidad?...No, porque como son paquetes que ya tienen todo incluido, se paran nada más un ratito allí en el pueblo y no se bajan; sólo toman fotografías y no dejan que la gente se baje, aunque la zona arqueológica tiene todo para consumir y hay veces que los que vienen por su cuenta sí compran algunas cosas." (Entrevista realizada a ejidatario de la localidad de Lázaro Cárdenas, 04 de mayo de 2012).

La concertación entre actores sociales debe ser un proceso claro y abierto que permita la toma de acuerdos que beneficien a las partes interesadas; en este caso, la algarabía por el desarrollo turístico dejó de lado la construcción de espacios de concertación equitativos y justos donde pudiera combatirse la cultura de la pasividad para dar paso a la discusión y el cuestionamiento de las iniciativas por parte de todos los actores involucrados.

La capacitación turística: límite o incentivo para la iniciativa local

A diferencia de otros tiempos, la nueva política de desarrollo turístico en el ámbito rural se caracteriza porque las acciones no solo se dirigen a la dotación y mejora de infraestructura para la actividad, sino que también se orientan a emprender una estrategia de desarrollo con una aparente visión social en la que el fortalecimiento de la capacidad organizativa y la capacitación de las poblaciones son factores determinantes para el éxito y la continuidad de los proyectos turísticos. En el caso del PMM, la capacitación se plantea como una opción para luchar contra el desempleo, además de ser una alternativa para que las poblaciones locales se involucren y comprendan la actividad a partir de un referente práctico que, generalmente, las concientiza acerca de la necesidad de preservar el patrimonio cultural y natural a partir de esta actividad (Organización Mundo Maya, s/a); sin embargo, en la realidad los programas de capacitación turística no son otra cosa que una forma de subordinar a las poblaciones rurales a las exigencias de un desarrollo proyectado para el turismo internacional.

En el caso de Chacchoben, la preocupación de los actores impulsores del turismo (gobierno federal y estatal) se centró en asegurar que la población local tuviera conocimientos básicos para atender al turista y, posteriormente, en promover la organización de grupos de trabajo que garantizaran el funcionamiento de las actividades complementarias a la prestación de servicios turísticos.

Para ello, entre 2005 y 2006 la Secretaría de Desarrollo Turístico (SEDETUR) a nivel estatal convocó a los ejidatarios de ambas unidades agrícolas (Chacchoben y Lázaro Cárdenas) a tomar cursos para participar como guías de turismo en la zona arqueológica. Al final de la capacitación obtendrían la certificación que les permitiría trabajar formalmente en el sitio. No obstante, el fuerte vínculo cultural y económico de los ejidatarios con la actividad forestal y, en menor medida, con la agricultura y la ganadería, generó la deserción de gran parte de los involucrados, antes de culminar la capacitación. La SEDETUR implementó una serie de estrategias para que la población retomara las capacitaciones; entre ellas, proporcionar algunas becas y apoyos para los ejidatarios y sus hijos.

A pesar de los inconvenientes, los participantes lograron conformar la cooperativa de guías locales que funciona de manera eventual debido a que el idioma inglés ha constituido un obstáculo para sus integrantes. Generalmente estos guías locales trabajan como apoyo de aquellos de empresas externas que saben inglés y que trasladan a los turistas desde Mahahual hasta Chacchoben. Si bien la SEDETUR también ha brindado cursos de inglés para los ejidatarios y sus hijos, éstos han recibido poca aceptación por considerar que el aprendizaje del idioma es un proceso largo que requiere tiempo, el cual podrían dedicárselo a sus parcelas.

"...hubo apoyo para guías; SEDETUR apoyó a un grupo de jóvenes para que trabajara aquí en la zona arqueológica de guía. Luego, no se le dio entrada a todos porque tenían que sacar buenas calificaciones, de aquí algunos quedaron y otros se fueron; se preparan para ver si más adelante ellos tienen la oportunidad de tener una oportunidad de trabajo" (Entrevista realizada a ejidatario de la localidad de Chacchoben, 04 de mayo de 2012).

Durante 2005, la Secretaría de Desarrollo Económico (SEDE) promovió la implementación de cursos y talleres orientados a la elaboración de artesanías, principalmente figuras de madera, barro y velas decorativas, aprovechando los recursos naturales y humanos disponibles. La idea original era convertir a este ejido en un pueblo productor de artesanías, cuya sede de comercialización sería la unidad de servicios de la zona arqueológica. El impulso a la producción artesanal dio como resultado la conformación de tres grupos de trabajo: uno de hombres dedicados al tallado de madera y otros dos integrados en su mayoría por mujeres dedicadas a la elaboración de velas y cerámica. Los apoyos institucionales en materia de capacitación solo lograron generar un escenario de conflicto entre los grupos artesanales por la forma en la que fueron distribuidos los apoyos económicos y materiales; aunado a ello está el desinterés de la población, ya que vieron la poca rentabilidad de la actividad debido a la competencia que ejercen los productores de otras comunidades que también comercializan sus artesanías en la unidad de servicios de la zona arqueológica.

"...el municipio ha apoyado para que se dé la capacitación para elaborar productos de artesanía, pero no se le ha dado mercado porque ha habido mucha competencia. Vienen los de Yucatán a vender sus productos y tienen mejor mercado, mayor venta que la que tenemos aquí en el pueblo" (Entrevista realizada a ejidatario de la localidad de Chacchoben, 21 de marzo de 2012).

Por último, la capacitación respecto a la creación del Pueblo Chiclero, que debe su origen a la iniciativa de los ejidatarios y, posteriormente a las inversiones otorgadas por los gobiernos estatal y federal. Durante 2004, en colaboración con la empresa Mayan World, la SEDETUR trabajó para la formación de guías de turismo, además de brindar capacitación a los pobladores en diferentes ámbitos, como el teatro y la danza, para las personificaciones que se realizarían en el "Pueblo Chiclero" de los personajes míticos y simbólicos de la región, como los chicleros, la Xtabay y los Aluxes. Cuando el contrato con esta empresa expiró, la incertidumbre sobre el rumbo de ambos proyectos se incrementó entre la población, debido a que la capacitación aún no había concluido.

La mayoría de los cursos implementados por la SEDETUR en colaboración con otras instituciones se caracterizaron por tener un enfoque tecnicista y mercantil, que más que sensibilizar a la población respecto de las implicaciones de la actividad turística, fortalecer negocios turísticos comunitarios o valorar la autenticidad de su cultura, se enfocaron en el desarrollo de habilidades y códigos de conducta deseables para la atención del turista internacional, principalmente. La capacitación resultó ser un mecanismo de adiestramiento para que la población local asuma un desarrollo turístico planeado "desde arriba" y orientado básicamente a la satisfacción del mercado, por encima de las necesidades y los deseos de la comunidad anfitriona. Bajo este enfoque el capital humano se convierte en un insumo más para el despliegue de una actividad que busca la integración de las poblaciones rurales al turismo a través de empleos precarios, tal como se presenta en otros destinos de la región, como Cancún, Cozumel o Playa del Carmen.

La participación y organización social en torno al desarrollo turístico

Para el poblado de Chacchoben, la tierra constituye un factor determinante en la cohesión y participación de la población en los asuntos del ejido. En torno a la propiedad colectiva de este recurso se han establecido formas de organización, así como reglas y normas que le dan estructura y rigen la vida política, social, económica y cultural de la comunidad.

La asamblea de ejidatarios es el núcleo básico de la participación y la democracia en la comunidad. Se encuentra constituida por todos los ejidatarios, cuyos derechos sobre la tierra están vigentes; no es un órgano de gobierno político, pero sus integrantes tienen la capacidad de tomar decisiones sobre el aprovechamiento de la tierra y sus recursos naturales.

Debido al poder de decisión que tiene la asamblea sobre los recursos naturales, las instancias gubernamentales han buscado por diferentes medios que ésta legitime las acciones emprendidas a favor del desarrollo turístico; a través de apoyos económicos y en especie han logrado que, ante el resto de la comunidad, los ejidatarios participen, asuman y justifiquen un desarrollo turístico orientado al mercado que, por cierto, ha comenzado a reproducir las contradicciones del modelo turístico de "sol y playa", solo que en este caso se hace a través de la mercantilización del patrimonio cultural.

Para las mujeres de la comunidad, el desarrollo del turismo no ha cambiado su situación respecto al papel que juegan en la participación comunitaria y en la toma de decisiones sobre los recursos naturales y culturales; sobre los ejidatarios recae toda posibilidad de decidir el devenir de la comunidad, lo cual excluye a mujeres y población sin derechos sobre la tierra. Si bien las mujeres han sido partícipes de las iniciativas y capacitaciones emprendidas por las diferentes dependencias gubernamentales, la mayoría ha permanecido pasiva sin lograr que lo aprendido trascienda a través de la conformación de proyectos productivos artesanales, capaces de generar empleos temporales que constituyan, por lo menos, un apoyo económico eventual para sus familias. La limitada participación respecto a la toma de decisiones en torno al aprovechamiento de los recursos, la poca efectividad de las estrategias de capacitación emprendidas por agentes externos y la débil apropiación de estas estrategias por parte de las beneficiarias ha obstaculizado el empoderamiento de las mujeres como medio para construir estrategias que permitan el desarrollo de un turismo incluyente y con enfoque de género.

 

Conclusiones

El desarrollo turístico en este ejido supuso un desarrollo endógeno que brindaría la oportunidad a la población local de integrarse a la actividad y a los beneficios generados por la misma; no obstante, la intervención de las diferentes instituciones gubernamentales subordinó las expectativas comunitarias de desarrollo turístico a un proyecto de mayor envergadura y con una visión predominantemente económica, como el PMM.

En el plano económico el turismo no logró aminorar algunas de las problemáticas económicas más fuertes en el ejido, como el desempleo y la migración. Por un lado, debido a la débil organización comunitaria que no ha logrado fortalecer y consolidar las iniciativas gestadas por las instituciones y, por el otro, a la dependencia que los prestadores turísticos locales tienen respecto del turista que se capta en Mahahual, lo cual los limita a buscar otros mercados turísticos a nivel regional que les permitan diversificar la economía local.

A través de apoyos económicos y en especie, las instituciones gubernamentales lograron subordinar la supuesta autonomía de la asamblea de ejidatarios, lo cual fue fundamental para legitimar las acciones gubernamentales ante el resto de los pobladores y garantizar que el desarrollo turístico se apegara a los objetivos planteados por el PPM. Con la asamblea ejidal de su lado, se coartó toda posibilidad de negociación colectiva. Desde la perspectiva de la dimensión sociocultural del desarrollo, esto limitó la participación de las mujeres y los pobladores sin tierra a externar y proyectar su propio desarrollo a partir del turismo.

En el plano tecnológico, el proceso de desarrollo local supone la existencia de una cultura del emprendimiento a través de la cual la población receptora sea capaz de poner en marcha un proceso participativo de definición de objetivos y estrategias de desarrollo. En el caso del ejido Chacchoben, los cursos de capacitación fueron el estímulo para la integración de grupos de trabajo especializados en alguna actividad complementaria a la oferta turística existente. Estas formas de asociación no trascendieron más allá del proceso de capacitación debido a su limitada capacidad de gestión y a la alta dependencia de los recursos externos; la participación activa de la comunidad se fue debilitando conforme la asesoría técnica y los apoyos económicos y materiales dejaron de proveerse.

La intervención estatal en el desarrollo del turismo no debe entenderse solo como un proceso que va en contra de los beneficios comunitarios; sin embargo, la evidencia empírica presentada indica que la intervención de la Estado a través de sus diferentes niveles de gobierno estuvo muy lejos de propiciar una activa participación comunitaria, tanto en el aspecto social como en el económico, debido a que el diseño, la gestión y la ejecución del desarrollo turístico estuvieron dominados por un esquema de corte tradicional, burocrático y vertical que impidió una apropiación real del proyecto por parte de la población; es importante señalar que ésta es una característica bastante común en los proyectos turísticos impulsados por el Estado.

 

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